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AUTONOMIA
La doctrina admite que una rama del Derecho es autónoma cuando cuenta con una
autonomía jurídica, científica y didáctica. TORRES DE LEON afirma que“… la
autonomía del Derecho procesal del trabajo –o de cualquier rama del Derecho- se funda
en la existencia de distintos elementos, tales como la didáctica, la legislación, la
jurisdicción y la doctrina científica“. Aplicando estos criterios al derecho peruano, la
autonomía del Derecho Procesal del Trabajo queda demostrada de la manera siguiente:
La Autonomía Didáctica
Está basada en el hecho que el Derecho Procesal del Trabajo puede ser objeto de estudio en
forma separada de otras disciplinas jurídicas. Esta autonomía facilita que pueda ser
estudiado en todas las Facultades de Derecho de las universidades del país.
La Autonomía Jurídica
El Derecho Procesal del Trabajo tiene autonomía jurídica porque cuenta con principios
doctrinarios propios y una legislación especial, independientes de otras ramas del derecho
que pudieran tratar de abarcarlo.
La Autonomía Científica
Se aprecia en el hecho que las instituciones del Derecho Procesal del Trabajo son
susceptibles de ser sistematizadas orgánicamente dando como resultado un orden de estudio
homogéneo y extenso.
La Jurisdicción
En nuestro país no existe una jurisdicción privativa de trabajo, sin embargo, la Ley Procesal
del Trabajo otorga competencia en materia laboral a los Jueces de Paz Letrados, así como
establece la existencia de Juzgados y Salas Superiores, especializados en materia laboral;
igualmente prevé que en la Corte Suprema de Justicia de la República las causas laborales
sean objeto de conocimiento por la Sala Transitoria de Derecho Constitucional y Social de
dicha Corte.
4. AUTONOMIA DEL DERECHO PROCESAL DEL TRABAJO. El derecho del trabajo, así como el comercial,
tuvieron su origen en las leyes de carácter civil, pero no por eso puede restárseles la autonomía que hoy en
día tienen. Sería tanto como desconocer la autonomía del contrato de trabajo por el hecho de que los
romanos regularon la prestación de servicios personales que fue vertida posteriormente a los códigos civiles,
pero que luego se independizaron.
En la legislación colombiana es indiscutible la autonomía del derecho procesal laboral y a esa conclusión se
llega luego de un breve análisis:
Para el año de 1948 cuando fue expedido el actual Código Procesal del Trabajo, éste trajo varias
instituciones y formas procesales no contenidas en el Código de Procedimiento Civil que regía en ese
momento, como la libre apreciación de la prueba, la petición de pruebas en la demanda y en su contestación,
la titulación del articulado, la conciliación, la casación per saltum, la gratuidad, la oralidad, etcétera.
En el Código de Procedimiento Civil que entró en vigencia a partir de julio de 1971 y en sus posteriores
reformas, fueron introducidas esas instituciones características del proceso laboral, para que se utilizaran en
el trámite de los asuntos civiles.
La figura de la conciliación ha sido trasladada a otros códigos como los de procedimiento civil y de
procedimiento penal .Y,
Algunas instituciones contenidas en el Código Procesal del Trabajo continúan siendo exclusivas del
derecho procesal laboral como ocurre con los fallos ultra y extra petita.
Desde luego, valga aclararlo, que autonomía no significa independencia absoluta. En derecho, y ello puede
pregonarse del procesal laboral, existe lo que se llamaINTERDEPENDENCIA entre las diferentes ramas, que
no es otra cosa que la coordinación y similitud en instituciones y normas generales de procedimiento.
En el año de 1944 el gobierno nacional dictó el decreto 2350, que vino a constituir el verdadero pilar de la
jurisdicción especial del trabajo porque creó:
Los tribunales municipales del trabajo, como falladores de primera (1ª) instancia.
Los tribunales seccionales del trabajo, como superiores de los municipales y a la vez como juzgadores en
única instancia para ciertos asuntos. Y,
Como cosa particular, todos estos tribunales tenían una integración tripartita, con un representante del
gobierno, uno de los empleadores y otro de los trabajadores.
El artículo 37 del decreto referido estableció una serie de principios a los cuales debía sujetarse el trámite de
los procesos laborales: oralidad, gratuidad, conciliación, publicidad, inmediación, apreciación en conciencia de
la prueba y consulta.
En 1945 fue promulgada la ley 6ª de ese año, que cambió de denominación a los organismos encargados de
fallar, así:
Tribunales seccionales del trabajo, con funciones exclusivas de jueces de segunda (2ª) instancia. Y,
Previó que los jueces fueran designados por los tribunales seccionales; éstos, con la misma integración
tripartita, por el Tribunal Supremo del Trabajo, y éste por la Cámara de Representantes, conservando la
composición tripartita.
Por último, se expidió el decreto 2158 de 1948, que con sus modificaciones y adiciones es el actual CÓDIGO
PROCESAL DEL TRABAJO.
Entre las normas que han reformado dicho código y que mantienen vigencia, pueden citarse:
El decreto 1762 de 1956 que suprimió el Tribunal Supremo del Trabajo y creo la sala laboral de la Corte
Suprema de Justicia.
El decreto legislativo número 1 de 1957 que suprimió los tribunales seccionales del trabajo y creó las salas
laborales de los tribunales superiores de distrito judicial.
La ley 50 de 1990, que en su artículo 52 creo un tipo de proceso sumario para tramitar la cancelación del
registro sindical y para la disolución y liquidación de sindicatos. Y,
2. CODIGO PROCESAL DEL TRABAJO. Dicho código, constituído, como ya se anotó, por el decreto 2158
de 1948, con todas las modificaciones y adiciones que se le han introducido, está informado en los principios
más modernos de la ciencia procesal, tales como la oralidad , la impulsión procesal de oficio, la concentración
probatoria, la inmediación, la eventualidad, la publicidad, la libre apreciación judicial de la prueba, los fallos
ultra y extra petita, la casación per saltum, la homologación de laudos arbitrales y el sistema del perito único
designado por el juez.