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Hay ciertos edificios en las ciudades que se convierten en hitos fácilmente identificables
dentro de la misma. Pueden llegar a ser adoptados como íconos que representen la
ciudad y su sociedad ante el mundo. En este ensayo se analizan dos ejemplos, la Cour
Napoléon del Palacio de Louvre en París y el Palacio Nacional con su Plaza Central, en
la ciudad de Guatemala. Es importante hacer una referencia breve del contexto
histórico de ambos palacios para comprender mejor el mensaje que cada uno insinúa.
Aunque son muy diferentes, en algunos puntos son similares.
Como se evidencia, el edificio que ocupa el museo tiene tradición de haber sido hogar
de mandatarios franceses. Actualmente de la fortaleza medieval no se ve más que los
cimientos en un sótano del museo, pero podemos ver el esplendor acumulado del
palacio desde la época del Rey Sol. El palacio se convirtió en museo en 1793, después
que la revolución francesa puso fin al reinado de Luis XVI y se nacionalizaron los bienes
de la corona. (Castellanos, 1988) Más tarde, en la época de Napoleón III, llamada
Segundo Imperio, sufrió las últimas alteraciones que le dieron el aspecto que vemos hoy.
La última adición fue la intervencón del Arquitecto I.M. Pei en la Cour Napoléon,
inaugurada en 1989, bajo encargo del presidente François Miterrand. Además de la
La historia del Palacio Nacional de Guatemala (alias Guacamolón) es más reciente que la
del Louvre, aunque la Plaza Central si data de 1776, contemporánea a la Revolución
Francesa durante la Ilustración. La Plaza Central de Guatemala, en esa época llamada
Plaza de Armas, se planificó junto a los otros edificios principales de la nueva capital, que
fue trasladada desde Antigua Guatemala. Inicialmente tenía al centro la fuente de Carlos
V, rey de España y sus colonias. La plaza y sus alrededores sufrieron muchos cambios,
tanto por varios terremotos, como por decisiones gubernamentales. Finalmente en
1939 bajo el gobierno del Presidente Jorge Ubico, se inicia la construcción del Palacio
Nacional, y se inauguró en 1943. El Guacamolón tiene 120 metros de ancho y unos 30
metros de alto en el frente. Su construcción es de concreto armado y ladrillo, revestido
de piedra artificial color verde suave. La construcción de este palacio que “cobijara a las
supremas autoridades del país, fue un deseo vehemente de los gobernantes de
Guatemala”. (Gómez, 1983)
Gómez (1983) citando un autor desconocido de la Revista Educación, dice del General
Ubico: “Enamorado de su patria, quiere hacerle esa magnífica ofrenda arquitectónica, y
… opera el milagro de concretar en piedra, como desafiando a los siglos, el ensueño
miguelangelesco. La obra está allí, hablando el lenguaje convincente de los hechos
laudables.” A diferencia con el historial del Louvre, el Guacamolón es un producto de
un proyecto de búsqueda de una identidad nacional. Identidad construida sobre los
ideales de la época 1935 - 45, y con ciertas bases selectivas históricas propias de
Guatemala. Pero al igual que el Guacamolón, el Louvre termina siendo un símbolo de
suntuosidad, poder estatal y finalmente identidad nacional. Gómez (1983) sostiene que el
Guacamolón es un “segmento de nuestra expresión”, ya que esta construcción “significó
una escuela artística en movimiento” porque todos los obreros eran guatemaltecos y
tuvieron que desarrollar sus talentos ante la dificultad de importar materiales
extranjeros.
Como todo proyecto de gran impacto social, generan gran controversia y opiniones
encontradas. En su época, la construcción del Guacamolón fue alabado por su
monumentalidad y su proyección de símbolo de la identidad nacional. Aunque también
se opinaba que el palacio era el reflejo del ego del presidente, sobre los intereses del
pueblo. Pero, ¿no ha sido esa la realidad de Guatemala también? Junto con estas críticas,
se puede afirmar que el Arquitecto Pérez de León “tuvo que adaptarse a varios factores,
Desde el año 2001 el Palacio Nacional pasó a ser el Palacio de la Cultura y dejó de ser
un edificio gubernamental. Ahora es parte del Ministerio de Cultura y un poco a la
Louvre, fue convertido en edificio para usos culturales. Así mismo el Louvre cambió de
ser hogar de la monarquía, y luego albergar funciones gubernamentales durante la
República, a una función totalmente opuesta. De ser inaccesible, pasó a ser un lugar para
que todo el pueblo pudiera disfrutar del arte que antes era para el deleite de la clase
dominante.
Inicialmente fue concebida para atraer la atención del usuario a la entrada del museo, ya
que el ingreso antes era difícil ubicarlo, y para iluminar las galerías subterráneas. Sus
proporciones imitan las de las pirámides egipcias. Pei intentó darle un aire efímero a esta
entrada para que no compitiera con las fachadas del palacio Louvre. Pero lejos de
ordenar el ingreso y protegerlo, la gente debe hacer cola en la intemperie y el caos no
se ordenó ya que es el único ingreso, y no es de múltiple ingreso simultáneo. Ya que
falló en sus funciones, se ha generado gran polémica sobre su significado en el contexto
del Louvre.
Fuentes