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   Al caracterizar los juegos se advierte la posibilidad de acceder a un grupo


significativo de propuestas garantes, mediante las cuales se contribuye de manera
especial al enriquecimiento de la personalidad humana y al desarrollo pleno de su
calidad de vida.

Según Parlebas (1997) "…a los juegos se le concede una mayor posibilidad lúdico
motriz que a los deportes y se ha demostrado experimentalmente que debido a los
cambios súbitos de conducta, que implican una mayor riqueza de relaciones entre
los jugadores, las sesiones de juegos tradicionales llevan a relaciones socio
afectivas mucho más ricas". En este sentido, Paredes Ortiz (2003), agrega que "a
partir de la corporeidad aparece la motricidad, surge el movimiento humano que
alimenta la creatividad de formas lúdicas para poder expresarse y comunicarse.
Podemos afirmar que el juego es la epifanía de la motricidad". Esta posibilidad de
alcanzar una relación afectiva más amplia en mucho aparece influenciada por la
comunicación que genera el propio juego, donde los signos verbales se
acompañan de los gestuales y el individuo accede a la aceptación del otro,
muchas veces con un simple intercambio mímico o corporal.

    En realidad, en opinión del autor, en un primer plano debe aceptarse que los
juegos son un producto de la vida en sociedad y han formado parte de un proceso
histórico de evolución, muy aparejado también al fomento de la conciencia del
individuo.

Según criterio de Pérez Sánchez (1997), en realidad "el juego constituye una
excelente herencia recreativa que nos viene desde los tiempos remotos, al
principio el hombre jugaba con instrumentos muy simples, después comenzó a
experimentar la necesidad de ampliar éstos y llevarlos a actividades más
complejas, con el pasar de los años los juegos fueron perfeccionándose, hasta
llegar a ser parte importante de las formas recreativas de las diferentes épocas."

    Este propio autor ofrece opiniones que confirman el criterio de que el juego es
una actividad fundamental que se apoya en la necesidad de movimiento del
hombre, en sus intereses y estados de ánimo, y que se manifiesta de manera
espontánea o consciente en la búsqueda de satisfacciones, a la par que además
de constituir acciones recreativas coadyuva a la formación de hábitos y
habilidades y también de destrezas. Todo ello obliga a reconocer las formas de
juego, como un pilar importante en la educación de las diferentes generaciones.

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