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Cuando hablo de soberanía popular y participación ciudadana me estoy

refiriendo a dos de los más importantes principios del constitucionalismo


democrático nacidos durante la revolución francesa.
Uno tiende a preguntarse ¿Cómo surgieron tales ideas? ¿En que época
pasaron a ser relevantes? ¿Qué filósofos o intelectuales tocaron el tema?
¿De que forma se manifiestan en nuestra realidad actual? ¿Qué avances
hemos logrado en Latinoamérica respecto de ello? ¿Cuándo no se han
respetado? ¿Qué características se desprenden de ellos? ¿Hacia donde se
encaminan en el futuro? Entre otros. Lo cierto es que es un tema que da para
hablar y que nos incumbe a cada uno de nosotros por el hecho de ser
ciudadanos y que nuestra opinión vale de igual forma que las otras.

La soberanía popular se puede definir como la residencia legal y efectiva del


poder de mando en un conjunto social, ejercida por la universalidad de los
ciudadanos. Este concepto guarda relación con la frase acuñada en la
Constitución francesa de 1793 "la soberanía reside en el pueblo...". Con el
tiempo diversas nacionalidades en sus constituciones fueron adhiriendo a tal
concepto, aunque en nuestro país tal definición no es válida ya que la
Constitución Política de la República de Chile de 1980 sigue la doctrina de la
soberanía nacional, que tiene ciertas diferencias significativas en cuanto a la
ejecución y distribución del poder.
Sobre la participación ciudadana podemos definirla como aquellos casos que
representan una respuesta, individual o colectiva, de la sociedad a una
convocatoria realizada por parte de las autoridades gubernamentales en
aquellos espacios institucionales que éstas designan o crean. Aquí se busca
que cada persona o colectividad sea parte de una toma de decisiones que
puedan afectarle directa o indirectamente. La soberanía popular y la
participación ciudadana deben ir aparejadas de un régimen democrático y
pluralista en el cual cada persona pueda manifestar su voluntad con absoluta
libertad y sin que existan reproches o castigos posteriores sino se está
pasando a llevar o afecte a los derechos esenciales de otros ciudadanos.
La soberanía popular caló hondo en la sociedad francesa durante su
revolución, ya que tal sueño de poder administrar por cuenta propia y sin un
régimen político, social y económico vertical se estaba plasmando y tomando
fuerza con la avanzada de principios y teorías libertarias y contrarias al
absolutismo reinante en Francia por varios siglos. Hubo una serie de filósofos,
científicos y gente erudita que buscaban visualizar y poder llevar a cabo un
nuevo régimen que fuera más cercano a la gente, donde la justicia no
adoleciera de vicios y la paz interior perduraran en el tiempo. Pero fue Jean
Jaques Rousseau el que propuso y dio forma a un concepto nunca antes visto
y algo radical para la época, el cual se trataba de la soberanía popular
propiamente tal.

Rousseau hace una crítica tenaz y desafiante a la concepción que existía


durante aquellos años sobre la soberanía y a quienes le correspondía ejercerla.
En su libro más importante, “El Contrato Social”, deja entrever que por el hecho
de ser ciudadanos libres, con un criterio formado y ser parte de una comunidad
tenemos el derecho de emitir un voto o proponer cosas sin importar cuanto
dinero tengamos o a que ideología simpatizamos. Al ser un opuesto acérrimo al
régimen jerarquizado y absolutista donde el rey hacía y deshacía plantea que
uno no debe por que obedecer a un sujeto que se hace llamar rey y por el solo
hecho de tener mayores riquezas o fuerza para dejarla caer se le debe rendir
pleitesía si no respeta nuestras libertades, ni fue elegido por nosotros de forma
democrática. Por otra parte, todos somos seres humanos y no se puede
establecer diferencias o discriminaciones arbitrarías como es el caso de la
esclavitud o ser condenado por que un rey lo ordena sin razones fundadas. Es
por eso que él plantea la necesidad de unir fuerzas y someterse a una misma
carta que consiste en un pacto social, el cual establece derechos y
obligaciones para todos los ciudadanos y se debe respetar al pie de la letra
todo lo acordado por que es la decisión de la mayoría. Tal acto de asociación
hace que el contratante sea soberano y la vez particular en cuanto al ejercicio
del poder y los derechos que debe respetar y procurar proteger. Cada voto será
considerado en las asambleas para tomar una determinada decisión y el
cuerpo soberano actuará en base a ello y buscando dejar a la mayoría
ganadora conforme ya que al existir tal dualidad lo último que se quiere es
causarle un perjuicio a los ciudadanos por el hecho que conforman un todo y se
le permitió emitir su voto validamente. De forma categórica Rousseau nos dice
que la soberanía es inalienable ya que “la voluntad general puede únicamente
dirigir las fuerzas del Estado de acuerdo con los fines de su institución”. El fin
último del Estado es el bien común, ya que existe un acuerdo de voluntades
entre cada uno de los ciudadanos para dejar a un lado individualidades en pro
de toda la sociedad. Además plantea que la soberanía también es indivisible
por las mismas razones expuestas anteriormente. La voluntad general se hace
presente en cada momento pero existen limitaciones al ejercicio de ellas como
es el caso no menoscabar el interés último de un individuo en particular
estableciendo un plano de igualdad como base para que el soberano, el cual
somos todos, no pase a llevar de forma arbitraria tal individuo. Cuando
Rousseau habla sobre la separación de poderes, él esta conciente que es
conveniente que exista un órgano legislativo que sepa cuales son las
demandas reales del órgano ejecutivo, y eso se logra cuando somos nosotros
mismos quienes creamos las leyes y posteriormente las hacemos valer, pero
es muy difícil que ocurra y por ende es bueno y necesario que no se mezclen y
cada órgano cumpla su función de forma correcta e independiente. Todo lo
planteado por Rousseau siglos atrás nos deja como gran desafío que aun
queda mucho por hacer y la democracia si bien nunca podrá ser tan perfecta
como uno la idealiza se le puede dar más poder a la gente para que nosotros
mismos tomemos las decisiones que creemos convenientes.

Ya en tiempos contemporáneos tenemos el caso del Régimen Militar de 1973


en nuestro país, donde todo lo avanzado y logrado durante tanto tiempo de
luchas arduas terminó siendo en vano al despojarnos completamente de la
soberanía a cada uno de los ciudadanos. Si vemos la historia de Chile en el
sigo 20, podemos darnos cuenta que durante los primeros 25 años el poder y
las decisiones solamente tenían cabida en la oligarquía con un sistema
parlamentario elitista y una pésima distribución de los recursos, sin considerar
lo poco y nada que existía en cuanto a legislación laboral, previsión social y
educación al alcance de todos. En el gobierno del Presidente Alessandri
Palma, las cosas fueron cambiando un poco, tomando en cuenta la precaria
situación que vivían los chilenos por aquellos años, ya que bajo su mandato se
creó una nueva constitución con un cierto corte social y que pondría fin a
ciertos privilegios o discriminaciones aberrantes que existían anteriormente. No
era suficiente, pero la población chilena entendió que le era válido demandar
una cierta participación en cuanto a las elecciones o decisiones más
importantes en el país. Durante los gobiernos radicales se vio paulatinamente
un progreso mayor en cuanto a los derechos de los ciudadanos, como lo fue
elevar las tasas considerablemente de inserción escolar y la continuidad de
ellos, al menos en la enseñanza preparatoria y algunos en la secundaria, darle
énfasis a la previsión social de los trabajadores y finalmente, que todos los
ciudadanos mayores de 18 años y sin estar condenados a pena aflictiva
pudiesen votar sin distinguir entre clases sociales o sexos. Bajo el gobierno del
presidente Frei Montalva, existieron una serie de reformas que hicieron que los
privilegios y acumulación de riquezas fueran menores dentro de lo que se
podía, como es el caso de la puesta en marcha de la reforma agraria en forma
clara y siguiendo al pie de la letra su lema “revolución en libertad,” al realizar
ciertos cambios estructurales en el país a través de la creación de cooperativas
y nuevas organizaciones sociales como juntas de vecinos, centros juveniles y
centros de madres, dándole poder y fuerza a la población para que ellos
pudieran en determinados casos tomar sus decisiones de forma independiente
y bastando con el apoyo de los vecinos y dirigentes de distintas organizaciones
menores. Sobre el gobierno del presidente Salvador Allende, Sergio
Teitelboim, en su libro “Derechos Humanos y Soberanía Popular”, nos relata el
legado jurídico que dejó el presidente antes del golpe militar. Se promovieron
avances constitucionales en cuanto a materias relacionadas con los partidos
políticos, como establecer garantías y libertades para ellos y su conformación.
También aceptando la movilización de diversos gremios en todo el país y
escuchando sus demandas en pro de una sociedad más justa y menos
desigual. La creación de movimientos sindicales y de distintas organizaciones
políticas y sociales, que pudieran tener un diálogo cercano y equitativo frente al
Estado, entre otros. Aquí Teitelboim nos da un concepto de sociedad civil que
podríamos resumir en un conjunto articulado de instituciones a través de las
cuales los individuos expresan su conciencia de pertenencia a organizaciones
que los representan en sus intereses y por medio de las cuales pueden realizar
actividades, integrarse y ejercer sus derechos. Además debemos rescatar el
coraje del presidente al buscar realizar una reforma constitucional radical sobre
la propiedad, pero dejando en claro que ella no afectaría directamente a los
derechos e intereses generales de la colectividad nacional, ya que señala que
para él es primordial el respeto por derechos individuales como son el de
conciencia, pensamiento, de elegir y ser elegido, al decir expresamente que la
soberanía debe radicar en el pueblo y ellos la ejercen mediante elecciones
periódicas para tener autoridades legítimas y ellos se encontrarán a disposición
de las demandas de todos los ciudadanos. Aun no se avanzaba lo suficiente ni
necesario para decir que estábamos frente a un país en el cual la soberanía
popular se ejercía en su máxima expresión, pero bien, con todo lo recabado
anteriormente se desprende que fue significativo y no menor que los
ciudadanos de una u otra manera pudieron gozar aunque por corto tiempo de
aquellas reivindicaciones sociales que le fueron tan esquivas en el siglo
anterior. Lamentablemente, como ya es sabido ocurrió un golpe militar en el
año 1973 que terminó con la democracia y todo lo relacionado con ella, como
es el caso de la abolición de partidos políticos, la disolución del congreso
nacional, la censura y represión sobre partidarios o simples simpatizantes a
una ideología distinta al régimen militar, el no permitir manifestaciones
culturales o laborales, tales como reuniones de sindicatos en lugares públicos,
la concentración del poder y la riqueza en los fervientes adherentes a tal
régimen, entre otros. La soberanía popular y la democracia van de la mano y
es impensable creer que aun existe si no se dan las garantías mínimas y
esenciales para ejercer nuestros derechos como ciudadano libre.
Hoy en día al menos tenemos una democracia en parte participativa y
pluralista, que no se puede comparar con la suiza o ateniense de hace mas de
2000 años atrás, pero que nos permite elegir a nuestros gobernantes, formar
agrupaciones sociales que no sean contrarías a la nación misma, salvaguardar
nuestros derechos fundamentales y estar al tanto de lo que acontece en las
esferas de poder al no existir una censura previa y un secretismo descarado
como años atrás.
Dejando de lado la soberanía popular en su género, se analizará como se da la
participación ciudadana en Latinoamérica, y lo que se ha logrado en el ultimo
tiempo.

El mexicano Mauricio Merino en su ensayo “La participación ciudadana en la


democracia” deja entrever que la participación ciudadana no busca en sí poder
estar presente en todas las tomas de decisiones, sino más bien relegar aquella
participación a las que realmente nos afectan y son de nuestra incumbencia.
Se trata de explicar el significado de participar, que podría ser tanto tomar parte
de algo como compartir una determinada cosa. La participación no se da de
forma individual ya que inexorablemente tenderemos a adherir a una
determinada organización pública o privada, con o sin fines de lucro, pero al fin
y al cabo donde participan otros individuos de igual o similar forma que
nosotros. Es por eso que el término participación está inevitablemente ligado a
una circunstancia específica y a un conjunto de voluntades humanas. En cada
país y en cada circunstancia la participación adopta formas distintas, y cada
una de ellas genera a su vez resultados singulares. Aquel puente entre
representación y participación políticas, que en principio aparecía construido
con votos, se desdobla así en una gran variedad de relaciones distintas,
formada por múltiples intercambios recíprocos entre las autoridades formales y
los ciudadanos organizados. Cuando vivimos bajo un régimen es democrático,
no solo pretendemos encontrar en él algo más que elecciones libres y partidos
políticos. Es sabido que en casi todo el mundo la democracia existente es
representativa y ella se encarga de transmitir la voluntad popular al realizar lo
prometido en su campaña y escuchar las demandas del pueblo, pero al mismo
tiempo es preciso que en ese régimen haya otras formas de controlar el
ejercicio del poder concedido a los gobernantes. Todo esto se enmarca bajo el
sustento que todo funcionario público deberá responder por los actos
realizados y quedará a disposición de los tribunales en caso de que halla
existido alguna irregularidad pero también será juzgado indirectamente por la
opinión del pueblo y un supuesto rechazo a tal acto cometido.

Si bien la participación ciudadana es una consecuencia de la soberanía


popular, una característica de ella, actualmente se habla más de participación
ciudadana propiamente tal, ya que está cobrando mucha fuerza e interesando
a distintas localidades repartidas a lo largo y ancho del continente.
Tenemos el ejemplo de Venezuela, quien ha ido en la vanguardia en cuanto a
participación ciudadana y poder popular. Muchas veces se le tilda al gobierno
venezolano de déspota, intransigente y autoritario. Es cierto que no existe
plena libertad de expresión o que les ha causado perjuicio a los grandes
empresarios al ser mucho más rigurosos con ellos o simplemente despojarles
sus empresas para que pasen a manos del estado, pero no podemos ignorar
que al pueblo mismo se le ha escuchado en sus demandas como nunca. El
presidente Chavez ha promovido una serie de cambios en cuanto a la
estructura de las organizaciones vecinales, su poder de decisión y la fuerza
que tienen para ratificar o rechazar tales acuerdos planteados en los llamados
consejos comunales que se materializa con la Ley Orgánica de Participación
Ciudadana y Poder Popular del Gobierno de Venezuela. El diputado Pedro
Lander durante la instalación de la octava jornada nacional de Parlamentarismo
Social en la Calle se refiere a esta reforma de la siguiente manera: “estamos
dando el paso para abrir esa participación que tenemos por derecho
constitucional todos los venezolanos, en cuanto a lo que es la democracia
participativa y protagónica. Por primera vez en la historia del país, estamos
haciendo esta consulta para elaborar leyes, que alegría y satisfacción siento
cuando hago esta labor a favor de mi patria, de los excluidos de siempre, que
hoy construyen el poder popular.” Estas palabras nos hacen reflexionar y
preguntarnos. ¿Acaso no todos los ciudadanos tenemos derecho a participar
en el gobierno que nosotros mismos elegimos o mostrar nuestro descontento
rechazando tales planteamientos? Será necesario definir en parte que se
puede considerar como poder popular. Poder Popular: Es el poder del pueblo
organizado, en las más diversas y disímiles formas de participación, para la
toma de decisiones en todos sus ámbitos (político, económico, social,
ambiental, organizativo, internacional y otros) para el ejercicio pleno de su
soberanía. Ósea, en resumidas cuentas, un poder perteneciente a cada uno de
nosotros y amparado por nuestra legislación. La Ley Orgánica de Participación
Ciudadana y Poder Popular de Venezuela, esta compuesta por 8 títulos, cada
uno con distintos capítulos que tratan sobre el objeto de ésta ley, que se busca
con la participación ciudadana, que organizaciones componen y concretizan tal
participación, la elección de los cargos públicos, como se realiza la consulta
popular, como se pueden dar curso a iniciativas legales, por que se fomenta la
descentralización, de que manera se puede cuidar el medio ambiente, que
recursos judiciales existen, entre otros. El artículo 1 de la presente Ley
Orgánica nos dice lo siguiente: La presente ley tiene por objeto desarrollar las
políticas legales y sociales, vinculadas a los mecanismos y normas relativas a
garantizar, organizar e impulsar la participación ciudadana, directa, individual o
colectiva, y el desarrollo del poder popular, mediante la formulación de Políticas
Públicas para la consistencia social, material y cultural de la participación
protagónica consagrada en la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela. Este cumple con decir el alcance y sentido de ésta ley que
pretende como lo ha señalado el presidente Chavez en reiteradas ocasiones
ser el camino para lograr la revolución socialista y bolivariana del sigo 21. El
artículo 5 es de suma importancia ya que contiene todos los principios
inspiradores de tal carta como lo son la soberanía popular, la formación para la
participación y el protagonismo popular, la formación para la emancipación
cultural, el estado social de derecho y justicia, la corresponsabilidad, los
derechos humanos, la universalidad, la voluntariedad, la transparencia, la
eficiencia, la equidad, la solidaridad, la información, la pluralidad, la consulta
popular, el interés superior de niños, niñas y adolescentes y la gratuidad. Lo
positivo de esta Ley Orgánica es que fue redactada de forma didáctica y define
cada materia en forma categórica para no dar paso a lagunas o ciertas
dicotomías que pudieran atenuar el poder de ella. Con la participación
ciudadana la población se siente parte del Estado y esto genera un gran
incentivo para que se mantengan informados y sepan reclamar de forma
correcta lo que les corresponde, sin perjuicio de que hayan determinados
temas que le sean propios al poder ejecutivo y legislativo discutirlos y decidir
que se llevará a cabo. La finalidad de los consejos comunales es que los
habitantes mismos de un determinado sector de la ciudad sepan que hacer y
de que forma resolverán algún problema o como invertirán los recursos
entregados por el Estado, sin tener que acudir o plantear las demandas a
organismos intermedios lo votado en tal consejo de forma democrática y
pluralista, para que no se genere una gran burocracia o pudiendo rechazar
ciertos puntos sin estar informados del todo sobre la realidad o las necesidades
que aun no han sido cubiertas a cabalidad por parte del Estado.
Algunos van más allá e incluso plantean que la Asamblea Nacional de
Venezuela sería conveniente transformarla para dar paso a una nueva forma
de legislar propia del poder constituyente originario, el cual es un atributo
exclusivo e intransferible de los pueblos para crear o cambiar las estructuras
jurídico-legales para alcanzar la añorada liberación definitiva en la construcción
de un socialismo real y comunitario.

Tenemos otros casos en Latinoamérica como es el caso de Brasil,


específicamente en la ciudad de Porto Alegre, donde se llevan a cabo
asambleas democráticas para definir y establecer en que se invertirán los
recursos dados por la municipalidad o el Estado. A esto le llamamos
presupuesto participativo y consiste principalmente en dividir las comunas en
varios sectores menores en donde analizarán y discutirán cuales son sus
propuestas y en que quieren invertir el presupuesto que les será entregado
posteriormente. Una vez que se llega a un acuerdo por parte de la comunidad
menor, ésta lleva una serie de delegados que defenderán y expondrán por que
sus necesidades y lo que pretenden edificar es de suma urgencia más que en
otras localidades. Aquí se aprecia un debate abierto en el cual la gente que
acude votará por la opción que más le simpatice, teniendo en cuenta que será
clave el número de personas que congregaron a tal asamblea. En Brasil esta
idea del presupuesto participativo se está esparciendo y ha generado un gran
acercamiento entre las autoridades locales y los propios habitantes de la
localidad. Esto se debe a que nadie sabe mejor en que se necesitan invertir los
recursos que la misma comunidad, puesto que el día a día y la experiencia con
las vivencias anteriores tendrán relevancia al momento de elegir en que cosas
es bueno invertir y que cosas son prescindibles y pueden esperar a futuro.

En nuestro país se está tramitando en el congreso una ley sobre la


participación ciudadana y las organizaciones sociales, que tiene como objeto
regular y esclarecer las actividades que podrán realizar como también
descentralizar y darle fuerza a las decisiones tomadas al interior de cada
organización vecinal. El portal de presupuesto participativo nos da a entender
que una comisión mixta deberá dirimir regulación para el voluntariado y un
estatuto común para las organizaciones sociales, puesto que han existido
ciertas diferencias entre las diversas bancadas para poder llegar a un acuerdo
definitivo y aprobar tal proyecto que es de gran relevancia. Así lo dieron a
conocer los senadores Ricardo Núñez y Jaime Orpis, presidente e integrante
de la instancia legislativa, respectivamente, quienes coincidieron en valorar
esta iniciativa que, entre otras materias, crea un fondo para incentivar la
participación ciudadana.
El legislador del partido socialista Ricardo Nuñez, reconoce que estamos
frente a una situación difícil de zanjar del todo en estos días, al ser complejo
poder implementar y facilitar el ejercicio del derecho de asociación mediante
regulaciones que simplifiquen la constitución de las agrupaciones intermedias
que persigan finalidades de interés social o cultural, sin fines de lucro y que no
estén reglamentadas por estatutos especiales ya que existe una delgada línea
entre el emprendimiento y la ayuda comunitaria versus la creación de
organismos ficticios que buscan lucrar con dineros entregados por parte del
estado. En tanto el senador gremialista Jaime Orpis, cree que es meester
modificar el Código Civil para elaborar un estatuto simple y que sea aplicable a
todo tipo de organizaciones para facilitar su constitución, organización y
rendición de cuentas, entre otras cosas. Lo esencial del proyecto dispone que
tanto las organizaciones sin fines de lucro como las de interés público, deberán
estar inscritas en sus respectivos registros, los que serán administrados por el
Ministerio Secretaría General de Gobierno, para que exista una mayor
transparencia y no se presenten malos entendidos como ha ocurrido en casos
anteriores. Además de un marco regulador, debemos entender que sin los
conocimientos básicos o la experiencia requerida para concretizar tales
proyectos de participación ciudadana las cosas serían difíciles de manejar y de
mantener la senda correcta a lo largo del tiempo, y es por eso que se están
realizando talleres de capacitación acorde a temas relacionados con el
presupuesto participativo y la administración de fondos como es el caso de la
localidad de Hualpén, situada en la región del Bio Bio. Estas iniciativas son
gratamente recibidas por la comunidad y la hacen comprometerse para que se
siga avanzando en esta línea de gestión pública local, al difundir y gestionar
apoyos con diversos actores sociales y políticos de la comuna y región.
Podemos concluir que ha habido una evolución importante en cuanto al rol del
ciudadano común y corriente y su participación en las diversas elecciones sea
para elegir a nuestro futuro Presidente de la República como también para
tomar decisiones de carácter local y que nos atañen solamente a nosotros.
Está demás decir que las generaciones futuras deberán seguir luchando para
que nuestra participación ciudadana y el ejercicio de la soberanía popular se
den en su máxima expresión.
Bibliografía:

Textos:
-Derechos Humanos y Soberanía Popular: Sergio Teitelboim
-El contrato social: Jean Jaques Rousseau
-Ley Orgánica de Participación Ciudadana y Poder Popular: Gobierno de
Venezuela
-La participación ciudadana en la democracia: Mauricio Merino

Sitios web:
http://www.revelion.org
http://www.presupuestoparticipativo.cl
http:// www.beyondelections.com

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