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LA DIFERENCIA

COMO PROBLEMA:
GÉNERO Y
PSICOANÁLISIS
Ana María Fernández*

Deconstruir los modos como el relato psicoanalítico participa del dispositivo de inarización
propio de la razón occidental, en la estrategia que la al autora propone para acceder a la construc-
ción de la categoría género que, sustentada en conceptos psicoanalíticos, involucra también los pro-
cesos de subjetivación histórico-políticos en las nociones de femineidad y masculinidad.

* Psicóloga. Profesora de la Universidad de Buenos Aires, Argentina.


1. La diferencia como tantes centros universitarios analizan- yendo un movimiento que visibiliza
problema do la ausencia de la dimensión de gé- la discriminación, desnaturaliza sus
nero en sus respectivas disciplinas, así prácticas, denuncia, incomoda, trastor-
A partir de los años 50 se con- como también sus consecuencias. De na y produce importantes vacilaciones
solidan tres importantes ejes de visi- tal forma los estudios de la mujer y en el conjunto de significaciones ima-
bilidad que permitieron pensar a las posteriormente los estudios de géne- ginarias sociales que legitimaron du-
mujeres como nuevos sujetos socia- ro (Bellucci, 1992) han posibilitado rante tantas épocas la desigualdad y la
les. Por un lado, miles de mujeres anó- que comiencen a manifestarse los injusticia distributiva entre hombres y
nimas, en centros urbanos de diferen- sesgos sexistas en cada una de las mujeres.
tes países occidentales instituyen prác- ciencias. Este análisis de-constructivo
ticas transformadoras en su vida coti- es acompañado de significativos aun- Si bien las mujeres avanzan
diana; su irrupción masiva al merca- que incipientes trabajos de re-cons- adquiriendo nuevos espacios sociales,
do laboral, su acceso a la educación trucción teórico y metodológico de las lejos estamos de la igualdad de los
secundaria y terciaria, cierta adquisi- mismas. géneros sexuales. Lo que quiere
ción de códigos públicos, las transfor- subrayarse no es una hipotética igual-
maciones tanto en las formas de los Estas tres dimensiones: coti- dad conseguida sino cierta transforma-
contactos conyugales como en sus re- diana, política y académica, en sus ción -en muy diferente grado según
gímenes de fidelidad, nuevas modali- avances y retrocesos, fueron institu- países, clases, generaciones- en lo
dades de vivir su erotismo, imaginario social que per-
la problematización de la mite que la discriminación
vida doméstica -es decir la no esté oculta; toma eviden-
desnaturalización de que cia, incomoda ya a muchas
ésta sea una tarea necesaria- mujeres, obliga frecuente-
mente femenina-, serán al- mente a no pocos hombres
gunas de las cuestiones más a esbozar alguna disculpa
significativas en este punto. cuando pronuncian una fra-
se peyorativa con relación a
Por otra parte, y en la mujer que pocos años
estrecha relación con lo an- atrás no hubieran necesita-
terior, la práctica política de do. Induce a los políticos en
los movimientos de mujeres: períodos eleccionarios a in-
su lucha sistemática en el cluir demandas de mujeres
plano legal y laboral por le- en sus plataformas electora-
yes y normativas más justas les; no pocos gobernantes
para las mujeres, su denun- crean organismos de Esta-
cia permanente de la discri- do para diseñar políticas
minación de género tanto en públicas sobre las necesida-
sus formas más evidentes des del colectivo femenino;
como en aquellas más invi- los partidos políticos discu-
sibles, la institución de gru- ten el grado de
pos de autoayuda, etc., han representatividad de muje-
constituído un factor decisi- res en sus listas de candida-
vo en la lucha contra la opre- tos, legisladores,
sión de las mujeres. intendentes, etc.

En tercer lugar “las Si bien sería inge-


académicas” que desde unos nuo pensar que estos datos
veinte años a esta parte se evidencian que ha llegado la
presentan en los más impor- Tulia Castrillón, 1898. Archivo Melitón R era de la igualdad entre
hombres y mujeres, no habría que sub- que, bueno es reconocer, no todas asu- tal elucidación toma como uno de sus
estimar la importancia de aquello que men en igual medida. ejes principales el análisis de los dis-
ponen de manifiesto. Algo se ha que- cursos clásicos, el problema de la di-
brado del equilibrio anterior donde Tal elucidación implica dos ferencia atraviesa tanto la producción
regía un orden entre los géneros por movimientos articulados: el análisis teórica, como las metodologías de in-
el cual las mujeres “naturalmente” que el tratamiento de las diferencias dagación, los dispositivos tecnológi-
ocupaban un lugar postergado. Los de género ha tenido en los conjuntos cos y las instituciones involucradas.
organizadores de sentido que regían disciplinarios que se han agrupado En síntesis, la discriminación de gé-
lo femenino y lo masculino como ciencias humanas (de-construc- nero, como toda otra discriminación,
trastabillan, las demarcaciones de lo ción) (Derrida, 1989,a) y la produc- se fundamenta y es atravesada en to-
público y lo privado vuelven borrosos ción de nuevas conceptualizaciones das sus dimensiones por el problema
-o por lo menos confusos- sus límites. cuyas lógicas de trabajo se sitúen por del Poder. Los poderes como tales sos-
En suma, diversas fisuras amenazan fuera de dos ecuaciones de tanta efi- tienen su eficacia obviamente desde
el quiebre del paradigma que legitimó cacia en nuestra cultura: los discursos que instituyen. Pero el
durante siglos las desigualdades de gé- Hombre=hombre y diferente=inferior poder no es meramente una cuestión
nero. (re-construcción). discursiva, es en primera y última ins-
tancia, acto de fuerza, ejercicio de vio-
Paradójicamente, a medida Debe subrayarse que si bien lencia.
que las mujeres van ad-
quiriendo protagonismo Los discursos y
como sujetos sociales se mitos sociales ordenan, le-
vuelven más evidentes gitiman, disciplinan, defi-
las estrategias de discri- nen los lugares de los ac-
minación. El impacto de tores de las desigualdades
ciertos grados de visibi- y la subordinación de los
lidad de la misma pone mismos en los espacios
en cuestión su sociales y subjetivos que
invisibilidad en los cuer- la violencia -visible o in-
pos teóricos, en las visible, en tanto acto de
metodologías de investi- fuerza físico o simbólico-
gación y en las prácticas , instituye. De tal forma,
institucionales corres- sus posicionamientos se-
pondientes a las ciencias rán el resultado histórico-
humanas. Estas, históri- social pero también singu-
camente, hubieron de lar de las posibilidades de
h o m o l o g a r las fuerzas en juego, de las
Hombre=hombre. En cuales la subordinación es
los últimos decenios sur- su efecto complejo,
ge la necesidad de eluci- difusivo y recurrente.
dar tanto las categorías
desde donde tal diferen- En síntesis las
cia ha sido pensada mujeres en sus innovacio-
como su marca en los nes cotidianas, los femi-
dispositivos de acción nismos en sus combates
que las diferentes disci- políticos y los Estudios de
plinas han desplegado. Género han transformado
Sin lugar a dudas se abre “la diferencia” en proble-
un verdadero desafío a ma. Es decir, han quebra-
las ciencias humanas Abel Martinez, 1893. Archivo Melitón R. do la impunidad frente a
ha colocado a las ma significante.
mujeres en un
lugar de particu- Pero antes de esto es necesario un
laridad: comple- poco de historia.
mento o suple-
mento de dicho
universal cuando 2. Una difícil relación:
no de feministas y
invisibilidad. psicoanálisis

“La dife- Tradicionalmente, los movi-


rencia” es ahora mientos feministas se han ubicado,
un problema respecto a la teoría psicoanalítica, en
para pensar y no dos tipos de posiciones: la primera,
un ya dado bioló- característica de muchas feministas
gico. Los Estu- contemporáneas a Freud que vieron
dios de Género en él a un enemigo, rechazó a partir
han permitido de allí prácticamente en bloque los
pensar que la “di- aportes del psicoanálisis para una
ferencia de los eventual comprensión de la subjetivi-
sexos” se hizo si- dad femenina.
nónimo de la
desigualdad de Más allá de los propios textos
los sexos. Es, por freudianos, muchas son las confluen-
tanto, una cons- cias en la persistencia de la oposición
trucción históri- teórica al psicoanálisis de diversos
co-social, que las movimientos políticos de mujeres,
“Ciencias del particularmente hasta la década de
H o m b r e ” 1960. Entre ellas merece destacarse
invisibilizó. la influencia filosófica del
existencialismo a través de la impron-
Poste- ta casi fundacional que en la reflexión
la postergación y la discriminación; riormente pudo comprobarse que la teórica de la opresión de género ha
han problematizado (interrogado, cri- gran remoción que significó arrancar tenido el pensamiento de Simone de
ticado, denunciado), los cuerpos teó- a las mujeres de un ya dado de la na- Beauvoir.
ricos de las ciencias sociales turaleza, no fue suficiente. El aporte
constituídos a partir de sus fundamen- de algunos tramos de las teorías La segunda, más actual, ad-
tos mismos desde un universal mas- psicoanalíticas fue de utilidad en los virtiendo la importancia de esa disci-
culino. Dicho universal adquiere di- trabajos de las feministas de los años plina para la indagación de la consti-
ferentes nominaciones según la disci- ´70 que demostraron que no había un tución de la subjetividad, ha tomado
plina que lo aborda, así por ejemplo, ya dado biológico que definiera el des- la responsabilidad de investigar sus
Ciencias del Hombre, Derechos del tino (lugar social y político) de las aportes, tratando de elucidar su utili-
Hombre; o en el caso de los psicoaná- mujeres. dad en la comprensión de la opresión
lisis libido masculina, el falo - de género.
significante universal, el Nombre del Queda ahora por realizar una
Padre como lugar de la ley, etc. elucidación crítica de las nociones Podría decirse que a partir de
psicoanalíticas que colocan en un ya la década del ´70 comienza a
El constituir las disciplinas dado simbólico a una femineidad desplegarse un tipo de producción teó-
desde un único universal y masculino constituída en un excedente de la tra- rica realizada por mujeres feministas
sobre el corpus teórico del psicoanáli- necesariamente,
sis, en particular su teoría de la qué indagación
sexuación. crítica será im-
prescindible des-
Si bien en la actualidad la im- plegar con la teo-
portancia de los aportes que la teoría ría en cuestión
psicoanalítica puede ofrecer a la re- para poder incor-
flexión feminista es indiscutible, se porarla eficaz-
hacen necesarias algunas puntuacio- mente en la eluci-
nes con respecto a la manera como dación de la opre-
tome su incorporación en el debate sión de género.
feminista.
En este
Texto inaugural de este mo- sentido la lectura
vimiento de indagación fue sin duda de los historiales
“Psicoanálisis y Feminismo”, de Juliet de mujeres que
Mitchel (Mitchel, 1976). En el inten- Freud analizó -
to de rescatar e introducir los aportes pese a la opinión
de dicha disciplina, J. Mitchel puntua- de algunas femi-
lizaba, con mucho criterio, que el psi- nistas- no es evi-
coanálisis “no constituye una reco- dencia por sí sola
mendación para la sociedad patriar- de la opresión en
cal”, pero cuando a renglón seguido que vivían; cuan-
afirmaba que “es un análisis de la so- do esta lectura se
ciedad patriarcal” se hace necesario transforma en evi-
interrogar tal aseveración, ya que ni dencia de tal situa-
la teoría, ni sus dispositivos de cura, ción, es porque es
ni los psicoanalistas, pretenden tal realizada por un/a
cosa; debe interrogarse entonces qué lector/a para quien
procesos de elucidación crítica, de de- la opresión era ya
construcción de su cuerpo teórico son visible con ante-
Este supuesto suele llevar a
necesarios para que esta disciplina rioridad. Freud no realiza de forma ex-
considerar que cuestiones tales como
devenga un instrumento de valor para plícita un análisis de tal realidad -y esta
la frecuencia con que en sus dispositi-
los/as especialistas en la sociedad pa- comprobación no tiene por qué inva-
vos aparecen mujeres ubicadas en la
triarcal. lidar su teoría-; sin embargo, y bueno
envidia fálica, por ejemplo, son toma-
es subrayarlo, pueden encontrarse en
das como “evidencias clínicas” que
En principio, su letra escrita su obra algunas referencias al precio
tampoco es necesario interrogar. En
no analiza por sí misma la sociedad; psíquico que las mujeres pagan por las
realidad, en ninguna disciplina los da-
su objetivo es la enunciabilidad de las limitaciones que les impone la socie-
tos hablan por sí mismos, sino que
formaciones inconscientes; por lo tan- dad, que indican que esta cuestión no
cobran su sentido respecto al marco
to es importante subrayar al respecto le pasaba inadvertida.
teórico que los nomina (Bourdieu,
que, dado que esta disciplina no se ha
1985) 1 y significa de determinada
planteado como uno de sus objetos de Otro argumento que es inte-
manera.
reflexión, la articulación entre forma- resante problematizar es el esgrimido
ciones inconscientes y formaciones con frecuencia por psicoanalistas mu-
histórico-sociales, quienes sostengan jeres con cierto grado de compromiso
que la opresión de las mujeres es his- feminista, que alegan que el psicoa-
tórica -y por ende lo serán las marcas nálisis se satisface con “constatar he-
en sus subjetividades- deberán pensar, chos”.
También se realizan aseveraciones Al ser un ya dado se le vuel- del siglo.
como ésta: ven sinónimos la humanidad y la teo-
ría; lo que está claro es que en la teo- En ese sentido es interesante la si-
El desarrollo psicosexual es- ría psicoanalítica, el falo es un símbo- guiente puntualización realizada por
pecífico de hombres y mujeres se efec- lo que representa “la plenitud de la Gayle Rubin:
túa en relación a la noción de falo, en satisfacción y del éxito”. Pero para
tanto éste es el símbolo elegido por la extender esta significación a toda la El psicoanálisis se ha conver-
humanidad para representar la pleni- humanidad, es necesario suponer que tido frecuentemente en algo más que
tud de la satisfacción en el campo del una teoría -el psicoanálisis en este una teoría de los mecanismos de re-
deseo, y del éxito en el campo de la caso- puede aprehender la realidad. producción de las normas sexuales; es
realización y de la integración social. Este es un modo típico de ya uno de esos mecanismos. (Rubin,
(Lemaire, 1983)2 . reduccionismo por el cual una reali- 1986).
dad múltiple y compleja se limita a
Lo interesante es que estas aquellas mínimas variables con que la En síntesis, es innegable que
apreciaciones operan como premisas- teoría puede operar y luego se dice que aquellos planteos feministas que ad-
verdad no interrogables; no ponen en esa es la realidad. virtieron que el psicoanálisis puede
cuestión el grado de generalización de ofrecer importantes herramientas teó-
la premisa, como tampoco se abren a El segundo paso de tal opera- ricas para el análisis de la sociedad
interrogaciones a los porqués de la atri- ción reduccionista es que queda ce- patriarcal y en particular para la eluci-
buida pregnancia del falo como rrada cualquier interrogación. Cerrar dación de sus marcas en la subjetivi-
significante de tales características. la interrogación es fundamental por- dad de mujeres y hombres, ofrecen
Por el contrario, es un ya dado que no que es lo que garantiza que se man- una posición superadora muy saluda-
llama la atención. tenga sellada la sinonimia entre teoría ble frente al cerrado oposicionismo de
y realidad. las feministas de las décadas de 1920
y 1930. Sin embargo, este avance no
Por otra parte, debe permitir que olvidemos que,
a casi un siglo de desa- como esta disciplina es producida en
rrollo de esta discipli- el seno de tal sociedad, es necesario
na -y particularmente un análisis de las marcas de la socie-
teniendo en cuenta el dad patriarcal en el interior de la teo-
grado de inscripción ría misma. (Fernández, 1992).
que ha alcanzado en
nuestra cultura y su Dicho análisis cuenta aún hoy
despliegue de variados con una importante resistencia, pro-
y diversos dispositivos pia de muchas formas
“psi” en el campo de la institucionalizadas del psicoanálisis,
salud, la educación, por la cual este funciona como totali-
etc., más el número de dad y en tal sentido, se ofrece como
mujeres que recurren al un conjunto de “creencias teóricas”,
psicoanálisis o a de las que no se duda. Es decir, el cor-
psicoterapias más o pus teórico se instituye como verdad.
menos inspiradas en él
para analizar sus con- En las relaciones entre femi-
flictos-, no sería aven- nismo y psicoanálisis, puede observar-
turado interrogarse se que el movimiento ha sido princi-
acerca de los efectos de palmente de las feministas hacia el
la teoría sobre las mu- psicoanálisis. Y en esa dirección pue-
jeres que el psicoanáli- de afirmarse que su producción en
Matilde de Santa Teresa, Benjamín de la Calle, 1913. sis ha gestado a lo largo menos de 20 años ha sido muy signi-
Archivo FAES
ficativa, hasta tal punto que hoy se ro. política de un género sexual.
habla de feminismo psicoanalítico, y
dentro de él pueden diferenciarse, in- Las feministas contemporá- En realidad, la idea de este
cluso, escritos feministas que trabajan neas a Freud, operaron con un recha- posicionamiento algo fuera del lengua-
los aportes del psicoanálisis adscribién- zo en totalidad, sin advertir la impor- je, sólo pone en términos teóricos ac-
dose a la corriente de las relaciones de tancia del Psicoanálisis. Si bien esto tualizados la antigua idea platónica
objeto, del yo o lacaniana. cerró, durante bastantes años, posibi- que ha atravesado la historia cultural
lidades al interior del feminismo de de Occidente, por la cual “la mujer”
Es interesante observar que pensar algunas cuestiones, se basaba ha sido simbolizada como naturaleza
los escritos de las feministas que tra- en una fuerte intuición política que el y “el hombre” como cultura. Una vez
bajan desde el psicoanálisis lacaniano tiempo haría evidente. La teoría de la más, y en un mismo movimiento, se
generalmente se inscriben, a su vez, sexuación de este cuerpo doctrinal esencializa la diferencia y se naturali-
en el feminismo de la diferencia. conlleva un implícito de difícil za la desigualdad social (Scott, 1992).
deconstrucción: naturaliza el
Pero, salvo muy puntuales patriarcado, dando como un ya dado Así las cosas, los ´90 encuentran al
excepciones, el movimiento no ha sido inconsciente lo que es construcción feminismo y al psicoanálisis en una,
recíproco. Las instituciones histórico-social de significaciones ima- si no difícil, al menos sí fructífera si-
psicoanalíticas, por lo menos en Ar- ginarias (Castoriadis, 1988). tuación4 .
gentina, no han demostrado interés
por interrogar sus propias teorías a Al mis-
partir de los aportes en los últimos 30 mo tiempo, y
años de los Estudios de la Mujer y dado que la cul-
posteriormente los Estudios de Géne- tura “psi” se ha
ro. Más bien han “cerrado filas” repi- desplegado mu-
tiendo lo desarrollado clásicamente cho más allá del
por sus maestros. campo profesio-
nal para conver-
Esto no excluye el interés o la tirse en un siste-
curiosidad de algunos/as psicoanalis- ma explicativo
tas frente a las áreas de visibilidad que que forma parte
estos estudios han abierto con respec- de un modo de
to a invisibles sexistas en las ciencias pensar, de una
humanas en general, o en el psicoa- sensibilidad, ha
nálisis en particular. provisto una na-
rrativa científica
Pero las formas más para la condi-
institucionalizadas del psicoanálisis ción femenina;
actual no han podido entrar en un diá- ofrece causas
logo fructífero con aquellas feminis- psíquicas: envi-
tas que en los últimos años han co- dias, pasivida-
menzado una interesante tarea teóri- des o
ca: entrecruzar los análisis de género posicionamientos
con la teoría psicoanalítica3 . algo fuera del
lenguaje, para
La importancia que tendría aquello que
este diálogo no es sólo teórica ya que constituye un
muchos analizantes -tanto hombres complejo preci-
como mujeres- no pueden ser escu- pitado de la
chados en sus sufrimientos de géne- inferiorización Niños soldados del ejército del Gobierno.
Ca. 1902
Bueno es
aclarar rápidamente En lo especí-
que la resistencia a fico de la cuestión de
los aportes teóricos género, confluye con
del feminismo no tie- la institución de un
ne por qué deberse a régimen de verdad, el
particulares rasgos hecho de que sus
patriarcales de los/as teorizaciones se han
psicoanalistas. Es un efectuado sobre la ya
problema mucho más mencionada naturali-
general, más allá de zación del
las cuestiones de gé- patriarcado y una ló-
nero, donde si bien gica de la diferencia
éstas quedan inclui- -propia del mismo-
das, no es una dificul- que excluye y/o
tad específica frente a inferioriza las dife-
ellas. rencias.

La dificultad La naturali-
estriba en el modo de zación del
producción de un ré- patriarcado tiene, en
gimen de verdad, que primer lugar, una
establece un tipo par- consecuencia políti-
ticular de afectación ca; el operar desde tal
por la cual la narrati- lógica de la diferen-
va de causa psíquica, cia, tiene a su vez
narrativa válida en el consecuencias
campo disciplinario: epistemológicas.
un modo de pensar - Una y otra se sostie-
psicoanalítico- lo in- nen mutuamente y
consciente, se esta- son pilares centrales
blece como lo que el Grupo de Eusebio Cortés, 1900, Archivo Melitón R. del dispositivo.
inconsciente es. Esta creencia realista En tal sentido, la crisis de los grandes
opera como fuerte resistencia a la hora relatos si bien presenta el peligro de la
de intentar pensar de otro modo. caída de sistemas de sentido, ofrece la 3. De orígenes y
oportunidad de replantearse verdades defectos
El psicoanálisis ofrece resis- instituídas, de recuperar ciertos aspec-
tencia a trabajos deconstructivos cuan- tos de la imaginación radical obtura- Los textos freudianos ofrecie-
do se instituye como un gran relato dos en las formas instituídas de prác- ron las categorías lógicas de la dife-
(Fernández, 1994), es decir, cuando ticas y teorías. En suma, oportunidad rencia que han permanecido intactas
transforma en verdad sus narrativas y de abrir áreas de visibilidad que dichas a través de los pensadores posteriores.
se ofrece en la ilusión de una teoría cristalizaciones impiden. Las diferencias entre Freud, M. Klein
“completa”. y Lacan, por ejemplo, son sin duda de
Puede afirmarse que hay una suma relevancia, pero son diferencias
Los años ´90 parecieran ser relación necesaria y no contingente conceptuales; es decir que los pensa-
tiempos de crisis de los grandes rela- entre los efectos de verdad de un dis- dores posteriores a Freud realizaron
tos; en el idioma chino, el vocablo cri- positivo -el psicoanálisis en este caso- desarrollos de alguna área en particu-
sis sostiene dos ideogramas: uno re- y sus principales invisibles no lar del corpus psicoanalítico, o
fiere a peligro y otro a oportunidad. enunciables. reformularon -magistralmente en el
caso de Lacan- ejes de dos reflexiones que sos-
dicho corpus. Pero tiene una desde Freud y
ejes conceptuales: la otra desde Lacan.
desplegaron nuevas Desde el primero: no
formas de narrar lo in- hay creencia incons-
consciente; incorpo- ciente. Desde el segun-
raron aportes de otras do: la creencia supone el
disciplinas de las cien- soporte del otro. En fun-
cias sociales o de la ción de esto, con los
filosofía con que aportes de ambos pen-
Freud no contaba; es- sadores -salvando las
tablecieron diferentes diferencias- Mannoni
ejes para pensar la clí- puede dar cuenta tanto
nica -esto es muy evi- de un fetiche privado
dente tanto en M. como de una creencia
Klein como en colectiva.
Lacan5 - pero en nin-
guno de ellos se mo- Hasta aquí pue-
difican los a prioris de acordarse; el proble-
lógicos desde donde ma se presenta cuando
pensar la diferencia. enuncia “la renegación
del falo materno traza-
Un ejemplo ría el primer modelo de
que puede resultar todos los repudios de la
ilustrativo al respecto realidad y constituye el
es un texto de O. origen de todas las
Mannonni (1979) creencias que sobrevi-
donde desarrolla la te- ven al desmentido de la
mática de la produc- experiencia”.
ción de creencias.
“La creencia de
En “Ya lo sé, pero aún así...”, Campesinos, 1910, Archivo Melitón R. la existencia del falo materno, es el
capítulo de “La otra escena. Claves del falo materno es conservada y aban- modelo de todas las transformaciones
de lo imaginario” (Mannoni, 1979) donada a la vez; mantiene respecto a sucesivas de las creencias”6 .
toma la cuestión de la producción de esa creencia una actitud dividida... Lo
creencias apoyándose en dos trabajos que ante todo es repudiado es la des- Se presentan, a partir de estas afirma-
de S. Freud de gran importancia en mentida que una realidad inflige a una ciones, dos problemas:
este punto. Son “El Fetichismo”, de creencia... El fetichista ha repudiado
1927, y “La escisión del Yo en los pro- la experiencia que le prueba que las a) Descubrir que la diferencia
cesos de defensa”, de 1938. mujeres no tienen falo, pero no con- de los sexos sea insoportable es ya
serva la creencia de que lo tienen, con- imaginario. Que la diferencia -sexo
“El niño cuando toma por pri- serva el fetiche, porque ellas no tie- femenino- tenga que ser pensada
mera vez conocimiento de la anato- nen falo. La renegación por la cual la como igualdad -pene amputado- es
mía femenina descubre la ausencia de creencia subsiste después de la des- una significación colectiva, algo pro-
pene en la realidad, pero repudia el mentida, se explica según Freud por ducido socialmente y no algo dado.
desmentido que la realidad le infrin- la persistencia del deseo y las leyes del
ge, a fin de conservar su creencia en proceso primario”. Porque la diferencia es signi-
la existencia del falo materno. (Freud, ficada colectivamente como insopor-
1968) ... La creencia en la existencia A partir de allí, Mannoni abre table es que se hace necesario desmen-
zos las cosas estaban en su perfección.
b) ¿Por qué La idea de perfección supone no sólo
pensar que esta pro- una referencia divina sino que coloca
ducción del niño, o al origen en un lugar de verdad.
del fetichista está “en
el origen” de la pro- Esta verdad divina del origen
ducción de creen- habilita tanto para refutar el error
cias? ¿Por qué pensar como para oponerse a la apariencia.
que la creencia de la
existencia del falo Entonces decir que en el ori-
materno es el mode- gen de la producción de desmentidas
lo de todas las trans- se encuentra la creencia de la existen-
formaciones sucesi- cia del falo materno, instituye una ver-
vas de las creencias? dad esencial -el defecto del cuerpo de
mujer-. Transforma en esencial aque-
Pensar una llo que no es otra cosa que produc-
cuestión -cualquiera ción histórica de las significaciones
sea- desde una refe- imaginarias que instituyen lo propio
rencia a su origen - de hombres y mujeres. Si es esencia y
cualquiera sea- es verdad es un ya dado universal ya
posiciona a quien no biológico, ahora inconsciente y por
enuncia tal cuestión lo tanto se pierde de interrogar seme-
en un particular jante rareza de la cultura.
modo de pensamien-
to, que hoy es nece- Por otra parte, cuando afirma
sario -por lo menos-, que es el origen de la producción de
interrogar. Particular- creencias, psicologiza; es decir ofrece
Juan de la Cruz Robledo, 1897. Archivo Melitón. mente porque nues- una narrativa psicológica para expli-
tirla, y construir un repudio e inventar tra cultura conserva -tanto en el len- car complejos procesos religiosos, cul-
un fetiche. El cuerpo teórico no “ve” guaje coloquial como en el científico- turales, políticos. Si explica, traspola.
que hay una construcción previa de un significativo grado de naturaliza- Si explica y traspola, produce ideolo-
significaciones, anterior al “descubrir” ción-invisibilización al respecto. gía.
infantil que organiza uno de los senti-
dos de tal descubrir. Nietzsche (Foucault, 1980) Sería más pertinente afirmar
ha sido tal vez uno de los pensadores que el psicoanálisis permite entender
Para no ver, realiza una serie que con más lucidez ha desmontado las condiciones de posibilidad por las
de operaciones de naturalización. Sin algunas de las implicancias que se sos- cuales el sujeto de deseo -término teó-
duda una de las más significativas es tienen en esta noción. Ella supone que rico, no las personas- puede construir
la naturalización de la inferiorización en el origen se encuentra la esencia creencias que desmientan la realidad.
de la diferencia de los sexos. Al tomar exacta de la cosa, su más pura identi- Da cuenta de la potencialidad de la
como un ya dado, algo construído por dad cuidadosamente replegada sobre subjetividad para repudiar una reali-
la imaginación colectiva pierde -por sí misma y preservada de todo aque- dad siniestra, para desmentirla produ-
invisibilización- la posibilidad de in- llo externo, accidental y sucesivo. ciendo una creencia, un fetiche, una
dagar la dimensión política de la Buscar el origen es levantar las más- ideología, una utopía, etc. Es decir,
sexuación. Niños y niñas no sólo ad- caras de la apariencia para develar lo hace inteligibles las condiciones de la
vertirán la diferencia, sino que sus pro- esencial. subjetividad por las cuales el sujeto de
cesos de sexuación no se completa- deseo -en tanto tal- puede construir
rán si no logran creer en el defecto Al mismo tiempo el origen creencias que desmientan una realidad
femenino. esencial supone que en sus comien- insoportable7
origen,
Esto es diferente de aplicar son tributarios de un modo binarista 4. De-construcciones: epis-
una narrativa “psicológica” sobre el de pensar las diferencias de antigua temología y política8
origen, que tradición en la cultura occidental, por
lo cual, como se decía líneas arriba, De-construir implica analizar
a. aplica el modelo del trau- “se esencializa la diferencia y se natu- en los textos las operaciones de la di-
ma del descubrimiento de los sexos a raliza la desigualdad social” (Scott, ferencia y las formas en que se hace
los acontecimientos colectivos. 1992). trabajar a los significados. Dentro de
las parejas binarias el término prima-
b. naturaliza que el “descu- Este no es un “error” de rio o dominante deriva su privilegio
brimiento” sea un trauma. Mannoni, o del psicoanálisis, se ins- en una supresión o limitación de sus
cribe en un modo de construir el mun- a prioris. Igualdad, identidad, presen-
c. identifica un tipo particu- do en términos binarios. De allí la im- cia, lenguaje, origen, mente, razón,
lar de trauma, en función del a priori portancia de los trabajos de-construc- son términos privilegiados en relación
de Lo Mismo. tivos. a sus opuestos que son vistos como
variables bajas, impuras del término
Para decirlo en palabras de Judith primario. Así por ejemplo la diferen-
Butler (Butler, 1992): cia es la falta de identidad
o semejanza, la ausencia es
“El lenguaje la falta de presencia, etc.
psicológico que intenta
describir la fijeza interior El modo de-cons-
de nuestras identidades tructivo provisto por
como mujeres o como Derrida (Derrida, 1989, b)
varones funciona para articula la inversión y el
reforzar una cierta cohe- desplazamiento de las opo-
rencia y para impedir siciones binarias, de mane-
convergencias de identi- ra tal que hace visible la in-
dades de género y todo terdependencia de térmi-
tipo de disonancias de nos aparentemente
género, o cuando exis- dicotómicos y la manera
ten, para relegarlos a los como su significado se re-
primeros estadíos de una laciona con una historia
historia de desarrollo, y genealógica y particular
por lo tanto normativa construidos para “propósi-
(...) Parece crucial resis- tos particulares en contex-
tirse al mito de los orí- tos particulares” (Gross,
genes interiores, com- 1992). Hace visible que las
prendidos ya sea como oposiciones no son natura-
naturales o fijados por la les sino construidas. Es en
cultura”. tal sentido que la de-cons-
trucción intenta seguir los
Los dos problemas que efectos sutiles y poderosos
el texto de Mannoni de la diferencia en acción,
plantea: dentro de la ilusión de una
- naturalizar la diferencia oposición binaria.
sexual como insoporta-
ble Tal vez este aspec-
- pensar la verdad por el Hijos de Lázaro Mejía, 1897, Archivo Melitón R. to sea una de las cuestio-
nes más importantes que la de-cons- instituyeron, cómo se significaron lo ¿Qué distorsiona, impide, cie-
trucción posibilita en tanto desnatura- femenino-masculino en determinados rra la escucha? Posiblemente -y entre
liza patrones de significado que son tiempos históricos y, fundamental- otras cosas- la resistencia al
utilizados diariamente, y que los cuer- mente, cuándo la teoría rompe con el dislocamiento necesario de un cuerpo
pos teóricos incorporan sin advertir esencialismo de lo femenino y lo mas- doctrinal, en este caso el psicoanáli-
sus implicancias epistémicas y políti- culino y cuándo no puede hacerlo. sis, para poder utilizar dicha discipli-
cas. na en el abordaje de cuestiones que
Esto permite quebrar el hábi- en el enlace con otras nociones de
Para la de-construcción de la to de pensar las categorías conceptua- otros campos de saberes, permitan la
teoría psicoanalítica en lo que a cues- les como a-históricas y universales reflexión de regiones que por su com-
tiones de género respecta, es necesa- (esencias) y al mismo tiempo encon- plejidad no pueden ser abordadas
rio articular dos dimensiones de tra- trar los puentes entre estas narrativas unidisciplinariamente.
bajo: teóricas y los dispositivos político-so-
ciales que sostienen. En un sentido más general,
a) Dimensión epistémica: De- puede decirse que encontrar la articu-
construcción de la Episteme de lo Dicho de otro modo, un aná- lación de estas cuestiones, hallar una
Mismo, para poder pensar la diferen- lisis genealógico que permita abrir vi- forma de indagación inclusiva y no
cia de otro modo (Fernández, 1993). sibilidad respecto de las inscripciones excluyente de los aportes de diversos
Dicha deconstrucción supone una elu- histórico-sociales en la construcción territorios disciplinarios, significará
cidación crítica de las categorías de la subjetividad -femenina y mascu- avanzar en uno de los impasses más
epistémicas desde donde el psicoaná- lina- que sostienen una forma parti- persistentes de las ciencias humanas,
lisis ha pensado la sexuación que pue- cular de orden político-social: el cual es la articulación de aquello que
da quebrar el impasse donde tal patriarcado9 . Condición (femenina y/ ellas previamente han separado: “lo
Episteme lo ha colocado. Esto supo- o masculina) pero no esencia, ni es- social” y “lo mental”.
ne poner en interrogación la lógica de tructura inconsciente universal, modo
la diferencia desde donde esta teoría de ser histórico-social en su dimensión Para ello hay que reconocer,
ha organizado sus conocimientos; elu- subjetiva. Marcas en la subjetividad como se planteaba líneas arriba, una
cidar la persistencia de una lógica por del ordenamiento socio-político de los dificultad: la falta de tradición en la
la cual la diferencia sólo puede ser géneros. cultura psicoanalítica de trabajar no-
pensada a través de parámetros ciones de dicho campo como parte
jerarquizantes que invisibilizan posi- En tanto las invisibilidades integrante de una caja de herramien-
ciones fundamentales de la subjetivi- epistémicas y políticas puedan dejar su tas de pensamiento.
dad de las mujeres. Lógica de la dife- condición de tales, se abre un camino
rencia por la cual se homologa de rearticulación del campo teórico Es posible que dicha dificul-
Hombre=hombre, invisibilizando que sin lugar a dudas podrá llegar a tad estribe en el modo de producción
aquello genérico femenino por no ser muy significativo tanto para las de un régimen de verdad, que estable-
homologable a lo masculino; lógica de preocupaciones teóricas de la opresión ce un tipo particular de narrativa váli-
la diferencia por la cual cuando lo di- de género, como para el campo de la da en el campo disciplinario: un modo
ferente se hace presente, es pensado escucha psicoanalítica. de pensar -psicoanalítico- lo incons-
como inferior, complemento o suple- ciente, se establece como lo que el in-
mento de lo Uno, único, universal y Teoría institucionalizada que consciente es. Esta creencia realista
masculino. no puede o no quiere escuchar signi- opera como fuerte resistencia a la hora
ficativos aportes de elucidación críti- de intentar pensar de otro modo.
b) Dimensión política: de- ca que puntúan sus marcas sexistas.
construcción genealógica de las cate- Mujeres y hombres en tratamiento que En estrecha implicancia con
gorías conceptuales, por ejemplo: lo no son escuchados en sus padecimien- el modo de producción de sus regíme-
activo-lo pasivo, objeto-sujeto de de- tos de género. nes de verdad, instituye un modo par-
seo; esto implica una indagación his- ticular de pensar las determinaciones
tórica de cuándo, cómo y por qué se al modo causal (De Brasi, 1996) por
el cual la causa psíquica se transfor- bólico, forma parte de las institucio- 1989, a.
ma en La Causa. Problema nes que reciclan la subordinación fe-
—————————: “Una teoría de la es-
epistemológico sin duda, pero a esta menina. critura, la estrategia de la de-construcción”.
altura de los acontecimientos sería Revista Antrophos No. 93, Madrid, 1989, b.
muy difícil diferenciarlo de modos Por el contrario, cuando pue-
políticos de operar de la mayoría de de disociar sus construcciones teóri- DIO-BLEICHMAR, E.: “Los pies de la ley en
el deseo femenino”. En: Fernández, A. M.
las instituciones psicoanalíticas. cas, se coloca como elemento
(Comp.), Las Mujeres en la Imaginación Co-
insustituíble no sólo para comprender lectiva. Ed. Paidós, Buenos Aires, 1992.
Los aportes psicoanalíticos el malestar de género de hombres y
son de suma importancia en una caja mujeres, sino también para dar lugar ——————————: “Deshilando el
de herramientas del campo de proble- a la conceptualización de las profun- enigma”. En: Lamas, M. (Comp.), La bella
(in)diferencia. Ed. Siglo XXI, México, 1991.
mas de la subjetividad (Fernández, das transformaciones que se encuen-
1996). Pero para ello, como cualquier tran hoy en proceso de la subjetividad FERNÁNDEZ, A. M.: “La diferencia en Psi-
otra teoría que haya organizado férreos de hombres y mujeres. coanálisis: ¿Teoría o Ilusión?”. En: Fernández,
sistemas teórico-institucionales, es A. M. (Comp.), Las Mujeres en la Imagina-
ción Colectiva. Ed. Paidós, Buenos Aires,
necesario: Tal tarea deconstructivo-
1992.
genealógica es, sin duda, una activi-
- Problematizar los efectos de verdad dad teórico-académica que -bueno es —————————————: “La condi-
del dispositivo psicoanalítico. aclararlo- exige gran rigurosidad, pero ción subjetiva. Modernidad-Postmodernidad”.
- Genealogizar las condiciones histó- la decisión de realizarla es política. Seminario Facultad de Psicología, Universidad
de Buenos Aires, 1994.
ricas de producción de sus conceptos.
- Elucidar sus efectos en el —————————————: “De lo ima-
disciplinamiento social. Bibliografía ginario social a lo imaginario grupal”. En:
- Deconstruir los binarismos donde ha Fernández A. M. - De Brasi, J. C. (Comps.),
BELLUCCI, M.: “De los Estudios de la Mu- Tiempo Histórico y Campo Grupal, Masas,
quedado atrapado su tratamiento de la
jer a los Estudios de Género: han recorrido un Grupos, Instituciones. Ed. Nueva Visión, Bue-
diferencia. nos Aires, 1993.
largo camino...”. En: Fernández, A.M.
(Comp.), Las Mujeres en la Imaginación Co-
Y esto es de capital importan- lectiva. Ed. Paidós, Buenos Aires., 1992. ————————————: La Mujer de
cia para el futuro productivo de dicha la Ilusión. Ed. Paidós, Buenos Aires, 1993.
disciplina ya que en toda teoría hay BENHABIB, S.; Cornella, D.: Teoría femi-
nista y Teoría crítica. Ed. Alfons el Magnanim, ————————————: “De eso no se
una relación necesaria entre los efec- Valencia, 1990. escucha: el género en psicoanálisis”. En: Burín,
tos de verdad y sus invisibles no- M. - Dío-Bleichmar, E. (Comps.), Género,
enunciables. Su posibilidad de desple- BOURDIEU, P.: “Espacio social y génesis de Psicoanálisis, Subjetividad. Ed. Paidós, Bue-
las clases”, Revista Espacios, No. 2, Facultad nos Aires, 1996.
gar nuevos horizontes de inteligibili-
de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos
dad estriba en poner toda su capaci- ————————————: “Notas para la
Aires, Buenos Aires, 1983.
dad crítica en esta ecuación teórico- constitución de un campo de problemas de la
institucional. Es decir, transitar -para BUTLER, J.: “Problemas de los géneros, teo- subjetividad”. Revista del Instituto de Investi-
usar una palabra de Heidegger-, sus ría feminista y discurso psicoanalítico”. En: L. gaciones, Facultad de Psicología, Universidad
Nicholson (Comp.), Feminismo/ de Buenos Aires, 1996 (en prensa).
impensados.
posmodernismo. Ed. Feminaria, Buenos Ai-
res, 1992. FOUCAULT, M.: “Nietzsche, la Genealogía,
Cuando el trabajo la Historia”. En: La microfísica del poder. Ed.
deconstructivo-genealógico se realiza CASTORIADIS, C.: Los dominios del Hom- La Piqueta, Madrid, 1980.
en torno a la cuestión de género, arti- bre. Encrucijadas del laberinto. Ed. Gedisa,
Barcelona, 1988. FREUD, S.: “El Fetichismo” (1927). Obras
cular la dimensión epistémica y la di- Completas. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid,
mensión política10 pone de manifies- DE BRASI, J. C.: La monarquía casual. Ed. 1968.
to, hasta dónde, cuando un cuerpo teó- Multiplicidades, Montevideo, 1996.
rico esencializa, la constitución de la ———————: “La escisión del Yo en los
DERRIDA, J.: “La deconstrucción en las fron- procesos de defensa” (1938). Obras Comple-
subjetividad, ahora en un ya-dado sim- tas. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1968.
teras de la filosofía”. Ed. Paidós, Barcelona,
GROSS, E.: “Derrida, Irigaray and Citas
“Deconstruction””. En: Left wrigth 9 Al interior del debate feminista en la
intervention. Sidney, Australia, 1986, citada por actualidad, la noción de Patriarcado se ve
J. Scott (1992). 1 Para un análisis de la dimensión política
de los actos de nominación, véase sometida a su de-construcción, al igual que
Bourdieu, P., 1985. identidad femenina y género. Creo que no
LEMAIRE, A.: “Les lacanniens, les femmes
et l´alienation”. En: Penélope, No. 8, París, hay que confundir la de-construcción con
1983. 2 El subrayado es mío. una procesadora (en el sentido doméstico)
de los conceptos. Los primeros usos de la
MANNONI, O. La otra escena. Claves de lo 3 Uno de los aportes más interesantes al noción de patriarcado se realizaron desde
imaginario. Ed. Amorrortu, Buenos Aires, respecto es el de Dío-Bleichmar, 1985. una perspectiva estructuralista (estructura
1979. patriarcal) y en tal sentido le caben las
4 Para un interesante análisis de la críticas realizadas a la noción de
MITCHELL, J.: Psicoanálisis y feminismo. Ed. estructura: énfasis en la reproducción y no
Anagrama, Barcelona, 1976. complejidad actual de esta relación, ver
Butler, 1992. en la transformación, subrayado de lo
RUBIN, G.: “El tráfico de mujeres: notas so- idéntico en desmedro de lo diverso, etc.
bre la economía política del sexo”. Nueva 5 Para un análisis crítico de los aportes de Aquí se utiliza dando cuenta de un modo
Antropología, 1986, Vol. VIII, No. 30, Méxi- Lacan en la constitución de la femineidad, de orden político-social en el cual están
co. ver los trabajos de Emilse Dío-Bleichmar, instituídas formas de ejercicio del poder de
1993 y 1991. los hombres sobre las mujeres, donde
SCOTT, J.: “Igualdad versus diferencia: los ambos géneros son marcados por
usos de la Teoría post-estructuralista”. En: consecuencias político-económicas,
Debate feminista, Año 3, Vol. I, México, mar- 6 El subrayado es mío.
culturas subjetivas y eróticas de tal
zo de 1992.
7 He desarrollado más extensamente esta ordenamiento.
TUBERT, S.: “Psicoanálisis, feminismo y cuestión en Del imaginario social al Para la actualización de este debate, ver
postmodernismo”. En: Burín, M. - Dío- imaginario grupal, en Fernández - De Benhabib y Cornella, 1990 y Nicholson
Bleichmar, E. (Comps.), Género, Psicoanáli- Brasi, 1993. (Comp., 1992). También Tubert, S.,
sis, Subjetividad. Ed. Paidós, Buenos Aires, Psicoanálisis, feminismo y
1996. 8 He desarrollado más extensamente estas postmodernismo”, (en: Burín-Dío-
cuestiones en La mujer de la ilusión (1993) Bleichmar, 1996).
y en De eso no se escucha: el género en
Psicoanálisis (en Burín-Dío-Bleichmar, 10 He dado un tratamiento más extenso
1996). de esta articulación en De eso no se
escucha: el género en Psicoanálisis, 1996.

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