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Convulsiones psicógenas (no epilépticas)

En qué consisten las convulsiones psicógenas

Se trata de ataques similares a los ataques epilépticos, pero que


no están provocados por descargas cerebrales anormales, sino
que son una manifestación de malestar psicológico. Con
frecuencia, estas personas parecen tener convulsiones
generalizadas, con caída al suelo y temblores, similares a un
ataque epiléptico tónico clónico. Con menor frecuencia, pueden
ser similares a las crisis de ausencia o ataques parciales
complejos, en los que se produce una pérdida de la atención,
con la mirada perdida.

Causas

Las convulsiones psicógenas son de origen emocional y están


relacionadas con el estrés. Muchas personas con este tipo de
convulsiones utilizan peores estrategias de afrontamiento del
estrés que el resto de las personas.

Un gran número de pacientes con este tipo de ataques ha


sufrido alguna experiencia traumática, como abuso físico o
sexual, divorcio, muerte de un ser querido o alguna otra pérdida
importante o cambio repentino. Algunas de estas experiencias
pueden haber tenido lugar en un pasado lejano. Las
convulsiones psicógenas son una manifestación física
inconsciente de un problema psicológico y se consideran
un trastorno de conversión, los cuales se encuentran clasificados
dentro de los trastornos somatomorfos. Concretamente, el
nombre correcto para el trastorno que padecen estas personas
sería del de trastorno de conversión con convulsiones.

Los trastornos somatomorfos son trastornos cuyos síntomas


sugieren la existencia de una enfermedad médica, pero en los
que no puede encontrarse ninguna causa médica que los
explique. En el trastorno de conversión, los síntomas son
similares a los producidos por un trastorno neurológico, pero se
producen como consecuencia de un conflicto psicológico. Son
más comunes en la adolescencia y en los adultos jóvenes,
aunque puede aparecer a cualquier edad.

"Para algunos pacientes con convulsiones psicógenas, los


ataques son un manifestación de un trauma, también conocido
como trastorno de estrés postraumático (TEPT). Para tratar
pacientes con TEPT, el clínico ha de tomar el ataque
aisladamente para ver qué representa en términos de
emociones y recuerdos y dónde se encuentra almacenado en el
cuerpo", dice Susan Kelley, psicóloga y profesora de la
Universidad de South Florida. Ella explica que cuando una
persona padece un trauma como abuso físico, abuso sexual o
ser testigo de violencia, su cuerpo puede absorber este trauma.
Por tanto, el ataque es el modo que tiene el cuerpo de expresar
lo que la persona no puede expresar verbalmente.

Aunque en muchas ocasiones el paciente puede narrar los


acontecimientos traumáticos vividos, a menudo han sido
bloqueados de la conciencia. No es tampoco extraño que el
mismo conflicto psicológico que esté produciendo los ataques,
dé lugar otros problemas de tipo psicológico como depresión o
ansiedad, las cuales pueden encontrarse en muchas personas
con convulsiones psicógenas.

Por tanto, lo que sucede es que el dolor emocional que es vivido


como intolerable por la persona es sacado de la conciencia y
trasladado al cuerpo físico, de manea que el malestar emocional
deja de sentirse. Es decir, el hecho de que las convulsiones sean
de origen psicológico no significa que sean intencionales, sino
que son creadas de manea inconsciente como un mecanismo de
defensa para mantener el estresor fuera de la conciencia.

Las convulsiones psicógenas pueden formar parte de un


trastorno psicológico, pero también pueden ser una respuesta a
un estrés agudo en pacientes sin evidencia de psicopatología.

Cómo se diagnostican las convulsiones psicógenas


Mientras que los EEGs suelen resultar útiles en el diagnóstico de
la epilepsia, a menudo son normales en personas con epilepsia y
no debería utilizarse de manera aislada para su diagnóstico. La
prueba más fiable para el diagnóstico de convulsiones
psicógenas es el video-EEG. Consiste en monitorizar a una
persona mediante una videocámara y mediante un EEG durante
varias horas o días hasta que se produzca un ataque. Mediante
el análisis del video y el EEG puede realizarse un diagnóstico
bastante acertado.

Existen algunas pistas que pueden indicarnos que se trata de


convulsiones psicógenas:

• Los fármacos antiepilépticos no producen ninguna mejoría


del paciente.
• Existencia de desencadenantes específicos que no suelen
darse en los ataques epilépticos. Por ejemplo,
desencadenantes emocionales, como estar estresado o
sentirse emocionalmente mal. Otros desencadenantes que
sugieren la existencia de convulsiones psicógenas son el
dolor, ciertos movimientos, sonidos, luces, sobre todo si
suelen causar ataques de manera consistente.
• Convulsiones que ocurren sólo en presencia de otras
personas o únicamente cuando el paciente está solo.
• Las convulsiones psicógenas no ocurren durante el sueño,
aunque a veces lo parezca y aunque a menudo el paciente
informe de que estaba durmiendo.
• Ciertos detalles de los episodios incluyen características
que no son consistentes con la existencia de ataques
epilépticos, como movimiento de la cabeza de un lado a
otro, movimiento bilaterales no sincrónicos (como
pedalear), gemidos, tartamudeo y arquear la espalda.
• La existencia de una historia de otros problemas de origen
psicológico como fibromialgia, dolor crónico y fatiga
crónica suelen ser un indicativo de que se trata de
convulsiones psicógenas.
• Antecedentes de trauma sexual o abuso.
• Existencia de síntomas psíquicos como ansiedad,
depresión, un afecto inapropiado o ausencia total de
preocupación, quejas somáticas múltiples y vagas e
interacciones anormales con los miembros de la familia.
• Mantener los ojos cerrados durante los ataques (en la
epilepsia los ojos permanecen abiertos).
• Inicio y cese gradual de los ataques.
• Movimientos pélvicos (sobre todo empujar hacia delante).
• Duración prolongada (2 a 3 minutos)

Tratamiento

Dado que es un trastorno psicológico, el tratamiento más


indicado es la psicoterapia. Con una terapia adecuada los
ataques desaparecen en el 60-70% de los adultos, y estas
cifras son aún más elevadas en el caso de niños y
adolescentes.

Un error común consiste en rechazar el diagnóstico y no


seguir un tratamiento, debido a que algunas personas se
niegan a aceptar que padecen un trastorno de tipo
psicológico. Por tanto, las personas que aceptan el
diagnóstico tienen más probabilidades de superar tanto los
ataques como el problema subyacente que los está
causando y que tal vez está también provocando otros
síntomas, los cuales serán también tratados a lo largo de la
psicoterapia.

Ataques no epilépticos de origen fisiológico

Otro tipo de convulsiones no epilépticas pueden tener un


origen fisiológico. Pueden tener múltiples causas. Por
ejemplo, pueden estar asociadas a episodios sincopales,
migrañas complicadas, ataques de pánico, ataques
isquémicos transitorios. Y pueden deberse a disfunción del
sistema nervioso autónomo, arritmias cardiacas,
hipoglucemia, intoxicación por drogas o síndrome de
abstinencia.

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