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hablar de trastornos de la alimentación debemos tener en cuenta que cumplen con las
características básicas de todas las adicciones.
El problema en los trastornos alimenticios es que convergen dos situaciones
complicadas. La primera es la necesidad compulsiva de comer (básicamente
carbohidratos) en forma desmedida. La segunda es la obsesión por la delgadez.
El problema puede mirarse desde tres puntos de vista distintos (esta idea es de Mario
Bejos):
1. Con lupa: el trato que necesita el adicto en sí, el manejo de sus emociones, los
cambios químicos que experimenta, la necesidad de alimento emocional y mental en su
vida.
2. Con binoculares: analizar a la familia que genera y mantiene al adicto.
3. Con telescopio: incluir a la sociedad y la gran influencia que ejerce.
El adicto pasa por etapas que parecieran desconectadas unas de otras, y esto confunde a
la familia y los que están cerca.
Justificación/conciencia
Ilusión/contacto
Evasión/compromiso con la verdad.
Dependiendo del avance de la adicción, estos ciclos se hacen más cortos, es decir, se
puede estar en la justificación en la mañana, en la ilusión en la tarde y en la evasión en
la noche.
Cada etapa tiene su contraparte, y si se logra caminar por ella, este ciclo puede llevar a
vivir de forma más sana, consciente y profunda.
Normalmente al hacer una dieta, se está en la justificación (toda la culpa la tiene ser
gordo), esto sucede normalmente los lunes (después del exceso del fin de semana), se
pasa a la ilusión (en realidad no es para tanto) los miércoles, y se toca la evasión (la
necesidad o el creer que se merece comer algo dulce) el jueves, terminando con un
atracón en la noche que termina hasta el domingo, para empezar el ciclo nuevamente el
lunes, y así sucesivamente.
Si en vez de afocar la atención en hacer una dieta más, se hacen las preguntas
adecuadas, estas pueden llevar a la persona a la siguiente etapa, que será la del contacto,
que es la contraparte de la ilusión.
-Se llega aquí si el momento de conciencia no tuvo éxito por ser mucho el desagrado de
los sentimientos existentes.
-Se cree que las cosas van a mejorar, que los demás son los responsables de los
problemas y de la vida del adicto.
-Se puede mostrar apatía, irresponsabilidad y postergación.
-Se olvidan las promesas.
-Se genera enojo y frustración en la familia.
-Hay aparente paz y tranquilidad pero no es posible quedarse allí.
-La persona se dirige al síndrome de abstinencia del azúcar.
-Empieza el mal humor.
Para poder hacer contacto con lo que realmente pasa, pueden ayudar las siguientes
preguntas:
-¿Qué siento?
-¿Dónde lo siento?
-¿Qué me pasa?
-¿Qué pierdo al soñar?
-¿Estoy satisfecho con lo que hay para mí?
-¿Cómo me veo al futuro?
-¿Cómo me veo con respecto a mí mismo hace 5 años?
-¿Es congruente lo que pienso, siento y hago?
-La baja de endorfinas llega a su máximo nivel y lo único que se quiere es comer. Es
como una bajada en patines.
-No se escuchan razones y se enfrenta agresivamente cualquier confrontación.
-La familia normalmente cree que insistir, oponerse, aconsejar o regañar puede evitar el
consumo.
Para pasar por esta etapa haciendo un compromiso con la verdad, en vez de evadirse, las
siguientes preguntas pueden ser útiles: