Este es Pataguay, un lugar mágico en el que ocurren
prodigios y sucesos increíbles.
Es el gallinero en el que, amontonados, viven gallinas
temerosas y pollos cobardes. Pero no siempre fue así. Hubo un tiempo en el que jóvenes gallos ofrendaron su vida por el futuro de esta tierra y de su gente, gallardos patriotas que confiaban en el buen juicio de sus gobernantes. Pataguay festeja esas épocas pasadas, evoca la bravura y el heroísmo. De pie, y con un merecido orgullo, saca pecho ante la cobarde traición hasta de sus hermanos.
El desfile ríe de alegría, todos los ciudadanos muestran sus
mejores plumas… la algarabía se contagia entre los presentes y vuela por las pantallas de tevé. No es para menos, la transmisión en vivo llega a todos los rincones, incluso más allá del tejido de las fronteras. Y allí aparece su rostro, entrevistado por la prensa. Hay que admirar la caradurez que porta. No cualquiera es capaz de saberse una mierda andante y tener la desfachatez de sonreír. No en balde vive rodeado de guardaespaldas. Con tanto dinero robado, puede (o precisa) pagar el servicio de protección que lo hace inalcanzable. Por el momento.
Debe haberle sorprendido la felicidad de la ciudadanía,
espontánea y verdadera, no como ocurría durante su reinado en el que obligaba a los funcionarios a ir a los actos oficiales so pena de perder el pan de sus hijos. -“No hay que mirar hacia atrás, hay que mirar hacia delante”… son las palabras del ex, como si en su inconmensurable halo de santidad fuera él el profeta que regalase la solución mágica para todos los problemas que, a causa de su irracional avaricia, sufren hoy los gallináceos… como un iluminado bondadoso que con sus ideas enseñara el camino ideal, como si él fuera parte del gallinero. ¡Qué asco!
El, gran traidor de la patria y de la nación toda, gran
abusador de desprotegidos; él, asesino de inocentes, impuesto democráticamente a través del robo perpetrado en las urnas por oscuros y arteros poderes. Vil y altiva escoria de la más baja especie pretende dar consejos. - “No hay que mirar hacia atrás…”… claro que él no quiere eso. Su curriculum de ignominia llenaría varios volúmenes de vergüenza, pero él no lo ve así, no lo reconoce… su corte alquilada le apantalla el rostro con plumas embebidas de perfumes. Es la única manera de tolerar el olor de tanta sangre inocente derramada por él.
Pero este gallo de mente enferma no es el único traidor, el
único secuestrador de pollos y gallinas. No hace tanto fue el número uno y gracias a eso acumuló tanto dinero que no cabe en la imaginación. Hoy los secuestradores son más y de variadas especies. También están los que hacen sus negocios de infamia en el monte y paradójicamente podríamos denominarlos “de poca monta”. Se autoproclaman héroes por matar inocentes y son perseguidos por las fuerzas del Estado.
Juegan a ser grandes guerrilleros y matones, cocineritos de
picnic y sufridos representantes del pueblo. Son muy valientes con los cautivos que tienen las manos atadas y con las familias que quiebran para siempre con sus amenazas. Pero esos son los novatos, los impulsivos agresivos y vestidos con uniformes de brutalidad. Están los otros, los peores, los que se aprovechan de las leyes para mantener secuestrado a todo el gallinero, aquellos que tienen títulos de poder comprados a la democracia. Tienen fueros y abusan de ellos. Negocian y cacarean sin vergüenza como ese que no quiere que se recuerde el pasado. Como dijimos al principio, Pataguay es un lugar de magia. Magia blanca para los que están en el poder. Negra para el resto. Allí las gallinas votan democráticamente y los que obtienen los mejores resultados ocupan los cargos. Esa es la firma del cheque que necesitan los votados para comenzar su apogeo y no rendir cuentas a sus mandantes. Los secuestradores están en todas partes. No sólo plagian inocentes, sino también información y leyes de bien común. Con total desfachatez, pese a ser un derecho de los ciudadanos garantizada en la Carta Magna, por ejemplo, nada menos que el presidente de la Justicia se llama al silencio, como si no tuviera la obligación de explicar nada ante los requerimientos de la prensa, como si esa posición que ocupa le diera la libertad de pisotear a los demás. Esos que hacen las leyes son los más profesionales, pues el sortilegio de las urnas los transforma para siempre. Convierten las promesas electorales en olvido; y el compromiso con sus votantes en egoísmo ciego. Ellos deciden que no es conveniente cambiar el sistema eleccio- nario. Tienen razón, pues conspira contra sus propios intereses. Ellos traicionan sus banderas y se pasan de un color a otro como si no debieran fidelidad al pueblo que los votó por ese color. Ellos afir- afirman que no se puede cambiar tal o cual artículo constitu- cional, o que “no es época”. ¿Cuándo será época? ¿Cuánto hay que esperar? ¿Cuando el viento les sea propicio a ellos y no al pueblo? De verdad produce sentimientos encontrados este gallinero. Tesoros fabulosos en cargamen- tos de drogas, destrucción inmisericorde de la naturaleza o negociados de influencias incrementan la fortuna de los que se enriquecieron en el pasado a costa de la herencia de las gallinas, “pero no hay que mirar el pasado”.
¿Cómo mirar el futuro si las
leyes del presente secuestran los derechos de los plumíferos ciudadanos? Sentimientos encontrados. ¿Cómo es posible que el soberano del gallinero sea privado de su trono y los curules tengan más poder? Es que ellos, con leyes a su medida y conveniencia, tienen secuestrada la libertad y atrofiada la democracia. Este es Pataguay, un lugar mágico en el que ocurren prodigios y sucesos increíbles. Es el gallinero en el que, amontonados, viven gallinas temerosas y pollos cobardes. Pero no siempre será así.
Contáctanos al mail: Encuentra nuestro blog en:
sin-ley1@hotmail.com www.sinleyprensa.blogspot.com SI TE GUSTÓ LO QUE ACABÁS DE LEER, BÁJALO DEL BLOG Y DIFÚNDELO. ES GRATIS.