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De las muchas orientaciones y reflexiones que nos dejó en su visita de 1985, recuerdo con
emoción las palabras que pronunció en Ayacucho, entonces duramente golpeado por el
azote terrorista. Con voz firme y emocionada, y con gesto vibrante, el Papa llamó a la
reconciliación en nuestra patria. Dirigiéndose a quienes habían optado por el camino de la
violencia y la muerte, los exhortó: «Os pido, pues, en nombre de Dios: ¡Cambiad de
camino! ¡Convertíos a la causa de la reconciliación y de la paz! ¡Aún estáis a tiempo!
Muchas lágrimas de víctimas inocentes esperan vuestra respuesta».
Así pues, volviendo a la reconciliación como enfoque teológico, hay que reconocer que ha
tenido la virtud de salir al encuentro de otros temas y perspectivas que venían siendo
desarrolladas en Latinoamérica —como por ejemplo el tema de la liberación— ayudando a
complementarlos y profundizarlos desde esta perspectiva tan eclesial de la reconciliación.
Siempre fue claro para mí que los planteamientos de la teología de la reconciliación nunca
fueron de oposición a otros desarrollos teológicos, como por ejemplo los hechos a partir de
la liberación. Más aún, en cierto sentido creo que se puede afirmar que la reconciliación
recoge muchos de los aspectos más valiosos del pensamiento de la liberación, para
profundizarlos desde esta rica categoría inspirada en la Sagrada Escritura. La alta
consideración que el autor tiene por la liberación cristiana ha quedado de manifiesto en un
erudito libro suyo que aprecio mucho, como lo he dicho incluso públicamente hace algunos
años, sobre la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín, de la
que fui uno de los Presidentes.
Los trabajos que ahora publica Vida y Espiritualidad constituyen un valioso aporte al tema
de la reconciliación. En ellos se descubre una gran riqueza muy en sintonía con los desafíos
del mundo actual. La propuesta de diversos elementos para una teología de la
reconciliación que hace, tiene un gran valor y merece ser profundizada teniendo en cuenta
el milenio adveniente.
Debo decir finalmente que acepté con cordial agrado prologar este libro porque he seguido
muy de cerca el camino del fundador del Sodalicio. Desde mi responsabilidad como Pastor
he sido testigo calificado de su gran amor a la Iglesia y de su fidelidad a la misma. En mi
tiempo como Arzobispo de Lima acogí y bendije sus iniciativas y debo decir que me alegro
de que haya sido así, pues he podido ver los valiosos frutos que ellas vienen dando a la
Iglesia. Hago pues votos para que el Señor siga bendiciendo su trabajo para
enriquecimiento del Pueblo de Dios.
Nos llega esta nueva entrega de la autora con su profundo y vasto conocimiento de la compleja
trama en el acontecer de la ruptura conyugal, y su aporte es rotundo y claro. El camino de quienes
transitan por la aguda crisis que desemboca en el quiebre del modelo de familia intacta derrumba
uno de los proyectos vitales del ser humano. Ambos padres ya no permanecerán unidos junto a
sus hijos en la vida cotidiana. Ese devenir forzosamente hará huella en el futuro de las personas
más amadas por ellos, y, quizá sin poder percatarse, los acontecimientos los arrastren a sacrificar
a sus seres más dilectos: los hijos.
Sabemos que ellos no eligen ni tienen capacidad para oponerse a la decisión tomada por los
progenitores, pero igualmente quedarán aprisionados sin escape en los sucesos posteriores a la
ruptura. La nueva situación familiar puede transcurrir enmarcada en pautas saludables que
aseguren la cobertura de sus necesidades, pese a la crisis, o por el contrario, atraparlos en el
torbellino dañino que envuelve a sus padres, situación que los puede herir gravemente,
conduciéndolos a la enfermedad o hasta a la destrucción de sus vidas.
Esta obra, con un estudio minucioso y exhaustivo, ilumina cada resquicio donde germina el
comportamiento dañino de los padres. A pesar de sus efectos devastadores, que se traslucen,
tanta veces, en voluminosos expedientes, historias clínicas y carpetas profesionales, no se trata de
actos de maldad ni de intencional sadismo. Sencillamente, es desconocimiento e ignorancia. Para
prevenir sus consecuencias e impedir la victimización de los más débiles en la familia aparece la
adecuada herramienta: el conocimiento. Ello es lo que se desprende a raudales en el presente
trabajo, fruto de la madurez profesional y experiencia de la autora.
Aprecio nuevamente su rigor intelectual, sus enfoques lúcidos y enriquecidos con el aporte
actualizado del pensamiento de vanguardia que difunde desde hace años, tanto en la cátedra de la
Universidad de Buenos Aires como en sus publicaciones y en su labor profesional.
Cada página encamina al lector hacia el objetivo deseado: edificar una nueva estructura familiar a
partir del qui ebre de la vida en común. Una firme barrera de sostén y sanidad, que nacerá con un
nuevo diseño, distinto de la conformación original, pero no por ello menos familia. Ni un poquito
menos.
Para alcanzarlo, la autora nos convoca. La ardua tarea de construcción de una coparentalidad
verdadera deberá ser insoslayable e inclaudicable. Padres socios permanentes para la crianza de
los hijos, más allá y después del divorcio. Más allá de la finitud de su lazo personal como pareja.
Todo ello conlleva a la prevención y detección de conductas perjudiciales que son identificadas y
desenmascaradas de su discurso justificatorio. Asimismo, es preciso el aprendizaje y la práctica de
reglas de relación familiar apropiadas, códigos para ser internalizados, para el logro de padres
conscientes y comprometidos, capaces de brindar un nutriente irreemplazable: el cuidado
responsable que acompaña el amor genuino de ambos.
La obra nos devela, en su hondo análisis, múltiples aspectos. En una visión integral se exponen los
avatares de la familia contemporánea con el paso, que aparece sin retroceso, de un modelo
predominante -la familia nuclear sobre la base del matrimonio–intitución-, a otras configuraciones
como la familia binuclear, ensamblada, o el hogar monoparental. Se muestra así, la caída de
estereotipos con el cambio de valores culturales que ha llevado a enormes transformaciones.
El modelo tradicional no deja de coexistir, pero el libro no nos permite ignorar lo que se visualiza en
el seno de la sociedad y advertir las tendencias. En algún pasaje se recoge el concepto
contundente del autor americano Frank Furstenberg, quien opina que "es tan improbable
restablecer la familia conyugal basada en el ideal de castidad sexual prematrimonial, monogamia
temprana y para toda la vida y una estricta división sexual del trabajo, como lo sería intentar
restablecer la agricultura familiar".
La observación de la realidad en toda su actual complejidad, que nos presenta este libro, brinda
información completa de sus diversas facetas e invita a prepararnos para el fortalecimiento de dos
vínculos indisolubles: el de cada padre con su hijo, y el que sin duda cuesta tanto clarificar e
igualmente perpetuo, el de la pareja como padres entre sí. A pesar de los divorcios y nuevos
matrimonios que haya cada uno transitado.
Con pluma clara, ordenada, se exponen las vicisitudes del proceso de quiebre de la relación
conyugal y hay un ojo puesto en el correlato por el que atraviesan los hijos. Se escudriñan los
aspectos físicos y emocionales, incluyendo las etapas evolutivas en que se encuentran el niño y el
adolescente.
Hay un faro de luz a lo largo del camino. El divorcio en sí mismo no es el que daña grave e
irremediablemente a los hijos, sino que el verdadero desiderátum es cómo se reorganiza la familia
a partir del mismo. Si los padres forman una coalición, ejerciendo plenamente su coparentalidad,
los hijos estarán en condiciones de crecer sanamente. La autora, justamente, aporta valiosos
recursos para cumplir la tarea primordial e insustituible de la familia humana.
Este libro da cuenta de una forma nueva y a la vez innata de educar a nuestros hijos o como
docentes en algún aspecto de la vida, y lo hace de una forma clara y sencilla mediante el
paralelismo con el mundo animal.
Ya Claparede (citado por Piaget) decía que " en la formación de maestros se debería
reservar un tiempo suficiente para ejercicios de amaestramiento de animales, ya que,
cuando la doma fracasa, el experimentador sabe muy bien que la culpa es suya, mientras
que en la educación de los niños, los fracasos se atribuyen siempre a los niños."
Esto debería estar presente en las meditaciones de muchos de los que somos padres o
educadores en algún aspecto.
Lo que en realidad hace falta superar esa noción de culpabilidad ante el fracaso, tanto de
parte del padre como del niño, en una palabra desdramatizar el fracaso. Cuando así lo
hacemos, la educación fluye naturalmente, es justamente una Educación Natural.
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El error estriba en el excesivo temor a fracasar como padres y como hijos, lo que lleva a
encerrarse y encerrar asimismo al niño, en una perpetua exigencia de éxito. Y este es el
momento en que todos los medios parecen buenos, desde la autoridad al chantaje afectivo,
desde el castigo a la recompensa etc.
Todo ello conduce al niño y al educador, a la ansiedad, el descorazonamiento, al rechazo y
al bloqueo emocional.
Hay que confiar en el niño, y sino se consigue lo que se pretendía, no hacer un drama.
Únicamente explorar al máximo las respuestas positivas y no encarnizándose en las
negativas. Pretender enseñar los beneficios de la paciencia a nuestros hijos empleando para
ellos métodos impacientes y en extremo exigentes, parece quedar en ridículo cuando lo
contraponemos con el ejemplo que menciona el autor, en el que la madre leona se muestra
en extremo paciente al enseñar a cazar a sus cachorros, porque justamente no puede enseñar
los beneficios de la paciencia si ella misma no la demuestra en su accionar.
Esta pequeña introducción es para decir que me parece maravilloso lo que el autor en este
magnifico libro expresa dando varios tips para tener como guía en este camino que a veces
nos parece tan difícil, el camino de educar a nuestros hijos.
1) una mala nutrición afectiva en la primera infancia siempre surge en la adolescencia y
adultez.
Estos tres puntos están perfectamente aclarados por el autor, mencionando lo importante de
la presencia de la madre y como ella al "dejarse comer" por el hijo amamantándolo,
equilibra sus angustias, su desequilibrio entre la agresión y el miedo, y detalla de una forma
muy didáctica y amena experimentos realizados con monos donde los mismos entre nutrirse
y recibir contención y afecto, aunque murieran de hambre, preferían elegir la protección de
la madre, mencionando que si el individuo no lo tiene pasa a ser un discapacitado social,
anímico, psíquico, con tendencias a todo tipo de desviaciones, desde agresividad a la
esquizofrenia, auto agresión y obviamente a cualquier tipo de adicción, entre las cuales yo
incluyo a la anorexia y la bulimia. Es decir que al igual que los monitos que detalla, el niño
queda en un total desamparo, en un rincón, sin poder dormir y relajarse, solo le queda,
como bien se menciona, cerrar todos los canales de conexión con el mundo exterior, esto es
exactamente lo que hacen estas chicas que padecen el mencionado problema con la comida,
y a quienes atiendo a diario en mi consultorio. Dado que lo que les ha faltado es el afecto,
ya no pudiendo comer pues no lo tienen, o bien no pudiendo llenarse de ninguna forma
pues es un vacío imposible de llenar. El alimentarse es el primer acto de afecto materno,
alimentarse de leche y alimentarse de amor de los padres, y es ese el origen de los
trastornos de la alimentación como la anorexia y la bulimia. Pasan entonces a necesitar
tanto de esa madre que son capaces de cualquier cosa con tal de complacerla, aunque en el
intento pierdan su posibilidad de "ser" , de ser persona deseosa de vivir y de tener una
libertad, sin tanto nivel de exigencia para poder ser exitosa y que la acepten sus padres,
digna de merecer el respeto y de tener el derecho a la felicidad, se sienten que no merecen
nada pues, a su criterio, se castigan pensando que "si no fueron queridas debe ser porque
algo malo habrán hecho". Por eso son tan importantes los tips que menciona el libro como
no marcarle solo los errores sino mencionar y aprobar los aciertos, y cuando hay que poner
limites hacerlo con respeto, seguridad y cuidado, pues es la única forma que le da fuerzas
para salir al mundo y no quedarse en soledad, encerrado en un mundo donde en teoría "no
hay peligro", lo cual es una representación equivoca pues es un poco suicidarse en vida. Es
una forma de no vivir la vida en libertad dando y recibiendo afecto que es el combustible
energético de la felicidad. En la medida de que exista el afecto y concomitante confianza en
sí mismo, el individuo, como los pequeños monos que menciona el libro, podrá salir a
recorrer el entorno sin miedos, explorar, aprender y desarrollarse. Si no es así se transforma
en un ser agresivo y con terrores irracionales, con un sentimiento de caos y confusión, no
sabiendo donde esta la luz o la salida a ese sufrimiento. Por tal motivo es importante
también ponerle los limites como lo plantea el libro de una forma sencilla, como lo hacen
los animales, sin mensajes confusos o contradictorios. Por lo tanto los convoco a una
reflexión profunda de lo que estamos haciendo con nuestros hijos a quienes debemos
proteger. muchas veces cometemos el error de estar preocupados por muchas cosas
nuestras, falta de tiempo, dinero , enfermedades etc. y perdemos la comunicación o la
posibilidad de observar estos detalles fundamentales en la formación primaria de los niños
y luego es muy difícil revertirlo a través de los años, quedando secuelas muy complejas de
soslayar. Por lo tanto para concluir es fundamental la aplicación de reglas que dan un orden
y entender que todo pasa por lo afectivo y por el contacto físico, con el abrazo y con la
comunicación de una forma clara como lo plantea este hermoso libro. Es muy aconsejable
para todos aquellos padres primerizos. Con solo observar la conducta animal tiene las
respuestas a muchas dudas para actuar, como menciona esta publicación, de una forma
instintiva y con todo el amor que uno tiene, y no lo dudo, para nuestros hijos. Para concluir
yo les aseguro como profesional especializada en este específico tema de nuestros
adolescentes, que para prevenir los problemas de adicciones tienen todas las respuestas en
este libro y espero que los pueda ayudar a guiar a los seres que uno mas quiere. Les deseo
lo mejor Maria Cristina Galán María Cristina Galán es una prestigiosa profesional que
se especializa en problemas de adolescentes, fundamentalmente en Anorexia y Bulimia.
Sus estudios formales son:
Licenciada en Psicología (UBA)
Master en Psicoanálisis
Master en Psicodrama
Master en Bioenergética
Debo confesar que jamás me gustaron los prólogos, o mejor dicho, la forma en la cual son
escritos.
Estos autores eligen a su criterio parte de la obra y nos instruyen sobre sus bondades para
finalmente hablar del autor, alentándolo a seguir insistiendo en el arte que ellos creen
dominar.
Son los prologueros, "los dueños de las musas", cómo si esto fuera factible.
No seré yo quien elija, ni juzgue, serán ustedes quienes lo hagan: les tengo más confianza.
Soy una convencida de que a toda obra la completa el lector y que éstas adquieren su propia
dimensión y destino y, sobre esto, Dios tiene una gran experiencia.
Así es entregado este libro y aunque es una opinión subjetiva pues la autora me regala su
amistad, ella aprendió aquello que jamás se ha podido enseñar: ser uno mismo y forjarse
como autor.
Digo bien, pues las palabras son siempre las mismas y escribimos sobre cuatro o cinco
temas universales, el misterio está en cómo lo hacemos y Victoria lo ha develado.
Finalmente debo hacerte una confesión: envidio tus azules y tu mar, tu buena relación con
el maestro Borges.
(Nosotros dos siempre discutimos). Tu placer al escribir, te he visto deleitarte con las
palabras, en cambio para mí, la literatura es un gran dolor de estómago dificil de calmar.
Envidio tu lírica, esa forma de acomodarte en esa extructura tan estrecha que es la poesía,
algo así, como si fuera un lecho con tus formas y, por último, envidio tu exquisita
capacidad para escribir sobre la sensualidad femenina.