Você está na página 1de 2

http://www.elpais.

com/articulo/sociedad/web/insulto/politica/
pacto/poner/filtros/2008/elpepisoc/20101120elpepisoc_11/Te
s

Consideraciones éticas y  uso correcto del idioma. 


Alex Grijelmo

En los genes de la auténtica profesión periodística se incorporaron hace


muchísimos años la investigación honrada, el combate contra la corrupción,
la defensa de los débiles, la crítica destinada a mejorarnos, la información
veraz. Muchos nos hicimos periodistas pensando en eso.

Cualquier redactor en prácticas se sabrá heredero de una tradición que


tiende a la denuncia y a servir como contrapeso del poder.

Sin embargo, me temo que los cromosomas de la profesión periodística no


transmiten —o al menos no con el mismo vigor— la obligación de cuidar la
principal herramienta que manejamos: el idioma; un bien cultural y un
patrimonio que hemos de entregar a las futuras generaciones —y aun a las
presentes— con la misma responsabilidad con la que debemos tratar los ríos
o los bosques.

El deficiente empleo del lenguaje no es un mal en sí mismo. Supone


solamente el termómetro que nos muestra la fiebre. El problema de un
paciente no se halla en el mercurio que marca los grados, sino en su
enfermedad. El problema de muchos periodistas no son las faltas de
ortografía o de sintaxis, sino lo que significan. La presencia continua de
errores gramaticales suele derivarse de la ausencia de lecturas, del escaso
sentido autocrítico, del desinterés por aprender más, del poco respeto a la
calidad y a la precisión, del descuido, de la carencia de buen gusto.

Todos los periodistas a los que he admirado por su talento escribían con
escrupulosa corrección. Nunca encontré un columnista genial o un reportero
rico en matices y descripciones que descuidase su idioma.

Hoy en día —cuando tanto abunda la falta de rigor—, las palabras que
golpean injustamente a alguien lo suelen hacer con un lenguaje de
empujón, basto, sin decoro ni urbanidad. Es decir, lo que el Diccionario
define como «grosero».

En cambio, da gusto estar en desacuerdo con quien escribe bien.

La obligación del periodista consiste en buscar y transmitir la verdad


prescindiendo de que ésta hiera, pero a menudo vemos que algunos lo que
buscan es herir prescindiendo de si transmiten o no la verdad.

El Derecho entra en el fondo de los asuntos con un respeto obsesivo hacia la


forma, de modo que el contenido y el continente se identifican como el
agua se adapta al contorno de la vasija. El periodismo debería transitar
siempre por ese camino.

Alguien dijo que quien ha leído a Shakespeare nunca podrá ser un asesino.

Me permito partir de esa relación entre cultura y respeto, entre lengua y


educación (aun a costa de parecer exagerado) para deducir de ella un aserto
adicional: Es imposible respetar a los demás si no hemos respetado antes el
valor y las consecuencias de cada palabra que pronunciamos.

http://www.fundeu.es/noticias-articulos-discurso-del-presidente-de-efe-en-san-
millan-de-la-cogolla-5983.html

Você também pode gostar