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SU FORMA Y JUSTIFICACIÓN
Ariel Rementería P.
UNIVERSIDAD DE SANTIAGO DE CHILE Facultad Tecnológica Coordinación de Ética
Autor: e-mail: aremente@usach.cl
Sin embargo, cuando se dice; “Pedro es honesto” se enuncia una propiedad que no le
pertenece en sí, sino está en relación con una necesidad, interés o finalidad. De
Pedro se enuncia algo que tiene valor, una propiedad que tiene relación sólo para el
ser humano, es decir para los “otros” y por ello se aprecia al sujeto. Este tipo de juicio
recibe el nombre de: juicio de valor o juicio valorativo.
En ejemplo citado los contenidos de las preferencias son morales, sin embargo
también pueden tomar contenidos no morales y los ejemplos aquí sobran.
Por último tenemos el juicio imperativo o normativo que toman la forma de: “debes
hacer” o “haz esto”. Se distinguen de los anteriores puesto que los enunciativos
apuntan a una cualidad del sujeto/objeto y en los de preferencia se establece una
comparación entre actos o cualidades. Los juicios de valor que se generan en
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estas dos formas, pueden ser actos/acciones por realizarse o realizados y por
otra a objetos existentes o por existir.
El juicio normativo “debes hacer” exige una realización, su existencia no es y por tanto
de aquí que toma la forma de imperativo o mandato, cuya finalidad es que se cumpla o
realice tal acción u acto. La norma no registra ningún acto/acción realizado o cumplida
y su exigencia (implícita) no la hace perder validez o fuerza por las circunstancias de
que no pueda realizarse o concretarse en lo mandado.
El juicio normativo o imperativo responde a una necesidad clara y precisa: regular las
redes sociales de los seres humanos en una comunidad real y concreta. De allí que
tales normas apuntan a ciertas direcciones que los seres humanos deben seguir, a
ciertos tipos de conducta o comportamiento que deben cumplir, he aquí la diferencia
con los juicios de valor.
¿Son los juicios morales portadores de contenidos cognitivos? ¿Apuntan los juicios
morales a hechos objetivos, o simplemente portan emociones o intuiciones? ¿Cómo
pueden ser verificados los juicios morales, vía razón, emoción o intuición? De tal
tamaño es la complejidad de los juicios morales que nos lleva a pensar que las
posibles soluciones pasa necesariamente por su justificación, en breve; ¿Por qué son
válidos los juicios morales? ¿Tienen validez tales juicios?
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Rodríguez Lozano, V. Y otros. Ética. México, Pearson Educación, 1998. p.33.
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lo desarrollaremos más adelante, dejando claro, hasta ahora, que el término
“relativismo moral” no es sinónimo de “relatividad moral” la cual hemos aceptado y
enfrentado en nuestro análisis.
Teoría Emotivista
Esta teoría establece o afirma que los juicios morales no dicen nada acerca de los
hechos (propiedades objetivas) sino:
1. Son una forma de expresión (lenguaje) de una actitud emocional del sujeto.
2. Persuadir a otros con una emoción subjetiva.
3. Producir en otros una cierta emoción.
Es diferente si se expresa; "la teletón ayuda a los niños", aquí se puede identificar un
hecho concreto y por tanto existente.
Los emotivistas dicen que los juicios morales no apuntan a los hechos y no pueden ser
comprobados empíricamente por tanto no se puede hablar de verdad o falsedad, no
pasan de ser proposiciones expresivas. También están aquellos que consideran que
los juicios morales lo que intentan, además de su función expresiva emocional, es
hacer un llamado a emociones específicas o producir emoción o efectos emocionales
en los demás.
Los emotivistas tienen en común que niegan que los juicios morales contengan algún
contenido cognitivo y por tanto no pueden ser justificados o argumentados desde la
razón.
Los problemas, a nuestro parecer, que se pueden encontrar en la teoría emotivista
son:
Otra posible solución es obviar toda posible justificación vía razones de los juicios
morales, es decir no tenemos porque dar razones o justificar un juicio moral, así se
cae en el irracionalismo humano y por otra vía en el relativismo, puesto que todos los
juicios pueden ser igualmente válidos o todos pueden ser igualmente justificados (vía
emoción). Todo está permitido, a nuestro parecer, por ésta vía.
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La Intuición como Teoría Ética
Los intuicionistas éticos admiten que los juicios morales dicen algo que puede ser
considerado verdadero o falso. Para ésta teoría, las propiedades tales como “bueno”,
“malo”, son propiedades no naturales. Esto último, para pensadores como G. E. Moore
quien se mueve en el plano lógico de los juicios, le denomina la falacia naturalista.
Los seguidores de la intuición como teoría ética, sostienen que lo bueno (bondad) y la
obligatoriedad (deber) son propiedades no naturales que no pueden ser aprehendidas
por ningún otra forma que no sea por modo directo e instantáneo, vale decir por la
intuición, estamos lejos de cualquier método reflexivo.
Lo anterior nos lleva a pensar que los juicios morales son intuitivos, están a la vista y
por tanto, se pueden considerar verdaderos o falsos sin recurrir a ningún argumento o
razonamiento alambicado o simple.
Las principales críticas que tiene la teoría de los intuicionistas son; no explica lo que se
entiende por “propiedad natural”. Veamos la siguiente secuencia; “lo bueno”, es una
propiedad no natural que no puede ser aprehendida por la observación empírica,
tampoco vía reflexión o por método demostrativo. En pocas palabras “lo bueno”, desde
esta teoría es indefinible y los deberes se nos imponen. Tampoco, ésta teoría, estipula
que las propiedades sean humanas o sociales, en el sentido que “lo bueno” sea sólo
“bueno” para el ser humano o la sociedad. Estamos frente a propiedades “frente a
nuestra vista” misteriosas, casi sobrenaturales.
Frente a las discrepancias, que se dan en la vida real y si damos por real la existencia
de tales propiedades no naturales; ¿qué podemos encontrar? Veamos el siguiente
caso.
Dos personas (Mario y Juana), en una situación dada, ambos intuyen deberes
contrapuestos. Mario y Juana se hicieron una promesa hace mucho tiempo atrás.
Mario intuye que ambos deben cumplir la promesa que se hicieron. Sin embargo,
Juana considera que no deben cumplirla. La interrogante es ¿cuál de las intuiciones es
la correcta? O ¿Ambas son correctas?
Desde la perspectiva de la teoría emotivista, las dos no pueden estar correctas. Para
los intuicionistas no son actitudes emocionales diferentes sino modos diferentes de
aprehender una propiedad normativa o un deber. Por tanto, en la situación dada, tanto
Mario y Juana están frente a una misma situación, y la intuición de Juana, por ejemplo,
no cumplir la promesa sería correcta, en tanto que la intuición de Mario que es la
intuición contraria es la incorrecta.
Las conclusiones que podemos obtener de las dos teorías; emotivista e intuicionista,
están en la siguiente dirección, respectivamente:
• Los juicios morales no pueden ser explicados, puesto que son la
expresión de una emoción (actitud) o suscitar un efecto emotivo en otros,
por tanto si hay una justificación ésta es emocionalmente, es otras palabras, su
justificación es irracional.
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• Los juicios morales tienen una función conginitiva (conocimiento), puesto
que en ellos se aprehende una propiedad valiosa, sin embargo tal
aprehensión es vía intuición (auto evidente), no se pueden dar razones ni a
favor ni en contra y por tanto no se puede justificar vía razón.
La Justificación Moral
Podemos distinguir las siguientes perspectivas, integradoras por lo demás, que
intentan justificar racionalmente las normas morales. Decimos intentan puesto que
algunos de ellos por sí sólo no logran su intento pero, al ligarse con los otros alcanzan
para formar un criterio válido frente a la problemática. Una vez más, debemos recordar
que las normas morales son inventadas o creadas por el ser humano y por ello
nada tienen de absoluto, son terrenales y temporales. La norma moral se origina
en las relaciones entre los seres humanos y por tanto cumple una función
social.
Cualquier incoherencia o contradicción se encontrarán fuera del código moral, así por
ejemplo podemos encontrar normas contradictorias en distintos códigos normativos
que subsisten en una misma comunidad pero, cada en cada uno de ellos tales
contradicciones no existen, cada código es un cuerpo lógico en sí mismo y por tanto
no caben las incoherencias ni las contradicciones.
Por lo dicho, se puede encontrar en un código normativo una norma que no esté con
relación a los intereses o necesidades de su comunidad, si cumple con los principios
ya expuestos. La consulta que debemos hacernos es: ¿Esta norma es incoherente o
contradictoria con lo establecido en el código?
También, cuando justificamos lógicamente una norma lo hacemos con relación a la
comunidad o grupo humano que ha surgido tal norma, valor o principio, tal relación la
hacemos con el articulado del código moral que rige dicha comunidad humana.
Por tanto, podemos concluir que la justificación lógica es para:
• Mantener la función social de la moral.
• Impide que aparezcan normas arbitrarias o caprichosas en el código moral.
• Establece la integridad y coherencia del código moral.
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intelectual del género femenino, que es la base para no otorgar mayores y mejores
oportunidades a las mujeres. La idea que los niños son hombres en pequeños y que
las niñas son mujeres en pequeños y por lo tanto justifica una serie de atropellos a su
humanidad por adultos. Todas las ideas que no pueden sostenerse o están en
contradicción con los conocimientos actuales no pueden justificar ninguna norma
moral. Una norma puede justificarse socialmente, puesto que puede responder a las
necesidades de la comunidad o grupo humano, sin embargo para justificarse
científicamente debe cumplir con lo expuesto, y mantener una norma que está en
conflicto con la ciencia es pura ideología y entramos en un terreno pantanoso.
Conclusión:
• Una norma moral se justifica científicamente si cumple o no entra en
conflicto con los conocimientos científicos que se tienen al momento que
se genera dicha norma o principio.
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derechos humanos los que tienden a ser universales. ¿Cómo calificaría moralmente
aquel país que no cumple con los principios y normas de los derechos humanos?
Recordemos que un código o norma moral es una creación o invención humana y por
ello es parte de la historia del hombre, por supuesto que la moral se liga en este
proceso histórico social, y por ende todas las normas son transitorias y relativas,
algunas de ellas desaparecerán y otras quedarán tal cual, otras modificadas o
mejoradas. Así, tenemos el concepto de persona de Kant, para este pensador la
persona humana no debe ser nunca un medio para conseguir un fin. Queda
establecida la supremacía de la persona sobre las cosas y los demás fines. Este
concepto (en abstracto) se nos presenta como una forma y contenidos muy limitados,
la interrogante a contestar es; ¿Existen las condiciones reales para que el principio
kantiano pueda cumplirse o debemos conformarnos con lo abstracto?
Ya hemos dicho lo transitorio y relativo de las normas, ellas son parte del progreso
moral y por ende dinámicas, desde tal perspectiva podemos hablar de una dialéctica
(dialogo) de los procesos históricos social y la moral.
Conclusión:
• Una norma moral se justifica dialécticamente cuando se integra a una moral
superior.
• Una norma moral no se puede justificar dialécticamente cuando no aporta
nuevos elementos positivos en la escala del progreso moral.
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Para el caso concreto de la mujer adultera, está claro que sólo una de las normas
aplicadas es la válida. Tomemos el criterio cuatro o dialéctico y confrontemos nuestro
ejemplo, y puesto que el adulterio es una cuestión entre privados y no una causa para
el castigo de aplicación de la muerte por la comunidad, ha quedado manifiesto que
una de las normas a traspasado los límites de su comunidad para integrarse a un
proceso histórico social universal y su respectivo progreso moral, y la otra norma
(válida y justificada en su comunidad) no es más que un espécimen arqueológico.
Veamos si el criterio lógico nos puede salvar del relativismo ético. En nuestro ejemplo,
en ambos códigos la norma sobre el castigo de la mujer adultera no ha entrado en
conflicto así como en incoherencias y por tanto es insuficiente para evitar el relativismo
ético.
El criterio científico, a pesar de no ser un criterio moral específico, es un límite
insalvable al relativismo ético. Toda norma o código moral que establece premisas que
la ciencia las ha declarado falsas no pueden sostener su validez frente a los tales
conocimientos y por tanto no se pueden justificar según este criterio. Sin embargo, los
conocimientos científicos no son suficientes para justificar el grado de validez de la
norma o código moral más allá de las condiciones sociales que debe responder. En el
caso analizado de la mujer adultera, la existencia de países que aún sostienen la
lapidación para estos casos es la muestra de la incapacidad de tal criterio.
Como hemos visto, el criterio dialéctico es el único que logra establecer que la norma
moral es relativa y no por ello caer en un relativismo ético.
Las normas morales que se comparan en un mismo nivel y pertenecen a códigos
morales diferentes y contradictorios u opuestos pueden caer en una relatividad moral,
eso no significa que ambas sean válidas.
La comparación de códigos morales diferentes en sus planos pueden justificarse, en
su nivel, sin embargo sólo el criterio dialéctico podrá establecer cuál será la norma
moral que ha integrado a una moral superior, de esta forma una moral relativa se evita
hacer algo absoluto, por tanto no todas las normas tienen la misma validez.
Todas las normas morales son relativas en cuanto a su temporalidad y transitoriedad,
esto no significa aceptar el relativismo ético. Al aceptar el progreso moral, estamos
aceptando que lo mejor de cada moral o código moral pasa a formar parte de una
moral universal, en definitiva y con esto terminamos: somos mejores que nuestros
abuelos, y aceptamos con esto que nuestros hijos serán mejores que nosotros.
Bibliografía.