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Un Estatuto que no responde a los retos de una sociedad moderna

• Una reforma que cambia el Estatuto de todos por el de unos pocos, porque a
diferencia del Estatuto de 1979 no piensa en los problemas de la gente sino sólo en
los intereses de los políticos.

• Una reforma que propone el Estatuto de la confrontación y el desgobierno,


porque quiere introducir en Cataluña todas las viejas políticas intervencionistas
(más impuestos y menos libertad) que ya nadie defiende en las democracias
avanzadas.

• Una reforma que plantea un Estatuto alejado de los problemas reales de los
ciudadanos, que no confía en la capacidad de los ciudadanos y quiere que el
poder político controle la sociedad. Más poder para los políticos, menos poder para
los ciudadanos, es el camino más directo hacia un parón asegurado de nuestro
crecimiento económico.

• El blindaje de competencias de la Generalitat sólo sirve para diferenciarse del resto


de España. En Europa avanzamos de forma conjunta con la armonización de
políticas y la liberalización de los mercados; en Cataluña vamos en dirección
contraria.

• Este Estatuto desconfía de la libertad de los ciudadanos: intervención aparece en


10 ocasiones, inspección en 31, ordenación en 41, planificación en 48, control en 55
y regulación en 168. En total 353 palabras de desconfianza ante los ciudadanos.

• La preocupante desconfianza en los ciudadanos y la obsesión por separar a


Cataluña del resto de España perjudicarán el ámbito económico por un doble
motivo: porque el intervencionismo económico va en contra de la libertad de
empresa y porque un proyecto económico diferenciado provocará la ruptura del
mercado interior español.

• La creación de un marco de relaciones laborales propio de Cataluña choca


frontalmente con la petición de los sindicatos a nivel europeo de crear un marco
para toda Europa.

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