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Tres Poemas

Lección Básico Tres Poemas 01/01/2002


Vamos a comenzar el año de una manera suave,
simpática, amable. Por lo tanto, van tres poemas,
escalonados. Primero, un poemita infantil, luego uno
no tan infantil, en realidad dos, pues es el nivel
intermedio; y finalmente uno que habla del fin de
año en las palabras de Borges (totalmente adulto).
Espero que les gusten. ¡Por supuesto que todos
pueden leer todos!
Y que el año que está comenzando sea
poéticamente feliz para todos...

PORQUE SOY CHIQUITITA


(Lía Gelín)

Porque soy chiquitita


piensan que no sé amar,
pero mi corazoncito
¡de cariño va a estallar!

Quiero a mi linda mamita,


a mi dulce y buen papá;
a mis tíos y abuelitos...
¡al chocolate y al flan!

ODA A LA PACIFICACIÓN
(Mario Benedetti, uruguayo)

No sé hasta dónde irán los pacificadores con


su ruido
metálico de paz
pero hay ciertos corredores de seguros que ya
colocan
pólizas contra la pacificación
y hay quienes reclaman la pena del garrote
para los
que no quieren ser pacificados

cuando los pacificadores apuntan por


supuesto tiran
a pacificar
y a veces hasta pacifican dos pájaros de un
tiro

es claro que siempre hay algún necio que se


niega a
ser pacificado por la espalda
o algún estúpido que resiste la pacificación a
fuego
lento
en realidad somos un país tan peculiar
que quien pacifique a los pacificadores un
buen
pacificador será.

Versos humanos
(Gerardo Diego, español)
Quisiera ser convexo
para tu mano cóncava.
Y como un tronco hueco
para acogerte en mi regazo
y darte sombra y sueño.
Suave y horizontal e interminable
para la huella alterna y presurosa
de tu pie izquierdo
y de tu pie derecho.
Ser de todas las formas
como agua siempre a gusto en cualquier vaso,
siempre abrazándote por dentro.
Y también como vaso
para abrazar por fuera al mismo tiempo.
Como el agua hecha vaso
tu confín - dentro y fuera - siempre exacto.
(Jorge Luis Borges, argentino)

Ni el pormenor simbólico

de reemplazar un tres por un dos

ni esa metáfora baldía

que convoca un lapso que muere y otro que surge

ni el cumplimiento de un proceso astronómico

aturden y socavan

la altiplanicie de esta noche

y nos obligan a esperar

las doce irreparables campanadas.

La causa verdadera

es la sospecha general y borrosa

del enigma del Tiempo;

es el asombro ante el milagro

de que a despecho de infinitos azares,

de que a despecho de que somos

las gotas del río de Heráclito,

perdure algo en nosotros:

inmóvil.

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