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Colaborando en la Red

Ana Beatriz Martínez


martinez_beatriz@yahoo.com
Universidad Central de Venezuela

Reneé Cambiano
cambiare@nsuok.edu
Northeastern State Univeristy
Estados Unidos de América

Resumen

La discusión acerca de la colaboración en ambientes electrónicos tiene cada


vez más relevancia en la medida en que Internet posibilita espacios para
aprender y compartir información y recursos, amplificando los ambientes para
la mediación y la interacción. En esta dirección, se plantean en este trabajo
algunas pistas para comprender el significado y alcance del aprendizaje
colaborativo. Asimismo, se exploran las posibilidades que ofrecen las
tecnologías de la información y la comunicación para potenciar este tipo de
aprendizaje en la educación superior y en las comunidades vistas como
sociedades de aprendizaje.

Palabras clave: aprendizaje colaborativo, tecnologías de la información y la


comunicación, comunidades de aprendizaje

Abstract

The discussion about collaboration in electronic environments has increasingly


relevancy because Internet makes possible to learn and to share information
and resources, amplifying the spaces for mediation and interaction. To
understand the meaning and scope of collaborative learning some tracks are
examined. At the same time, the possibilities that information and
communication technologies offer to promote collaborative learning in higher
education and learning societies are explored.

Keywords: collaborative learning, information and communication


technologies, learning communities.
Introducción

Como se sabe, Internet hace posible espacios para el aprendizaje en la medida


en que permite el encuentro de millones de personas sin límites geográficos y
temporales. El aprendizaje dentro de estos espacios puede llegar a ser muy
colaborativo en la medida que implica compartir tiempo y recursos ilimitados.
Encontramos bases de datos inteligentes que constituyen una guía para los
usuarios no informados, comunidades de expertos en línea que pueden
interactuar con los usuarios, resolver sus dudas y orientar sus búsquedas, y
encontramos comunidades de usuarios que se agrupan en función de intereses
comunes y se comportan de manera colaborativa.

La escuela ha sido tradicionalmente el espacio destinado al aprendizaje tanto


en la modalidad individual como cooperativa y colaborativa. Sin embargo, se
evidencia cada día más que el aprendizaje colaborativo ocurre más allá de la
frontera escolar. La comunidad, en su acepción más amplia, es la que está
participando en este proceso de aprendizaje. Hoy en día cada vez mayor
número de personas se informan, estudian y discuten sus inquietudes a través
de la participación en comunidades de expertos o networks. Igualmente, las
personas pasan a formar parte de comunidades virtuales de aprendizaje para
apoyarse mutuamente. Ello le da una connotación cada vez más social a la
noción de aprendizaje.

En tal sentido, anima al presente trabajo un intento de comprensión de lo que


significa el aprendizaje colaborativo en la era de las tecnologías de la
información y la comunicación. La discusión está organizada en dos partes. En
la primera, se presentan los fundamentos teóricos del aprendizaje colaborativo.
En la segunda parte, se analiza el aprendizaje colaborativo en su dimensión
escolar y en atención a las denominadas comunidades de aprendizaje.

El aprendizaje colaborativo

El aprendizaje colaborativo ha sido interpretado a partir de diversas


perspectivas dentro del campo de la psicología y la educación, desde
posiciones conductistas hasta el social constructivismo. Desde el punto de vista
conductista, el aprendizaje colaborativo se ha estudiado fundamentalmente a
partir del énfasis que se hace en el reforzamiento de los grupos y las
recompensas por el aprendizaje. Encontramos en este sector el trabajo de
Bandura (1997) sobre el resultado de la interacción recíproca entre lo
cognitivo, lo conductual y las influencias del medio ambiente en el modelaje,
el cual opera como guía para configurar comportamientos futuros. Desde el
punto de vista del desarrollo cognitivo, destacan los trabajos de Piaget (1960)
y Vygotsky (1978) por su notoria significación en el campo del estudio del
comportamiento humano, donde el aprendizaje se entiende como un proceso
complejo y activo de construcción de conocimientos.

Una visión más social del constructivismo se asocia a Vygotsky, cuyo énfasis
se coloca en los aspectos de naturaleza social y cultural del aprendizaje. En
efecto, nuestro aprendizaje como seres humanos puede explicarse como una
experiencia socialmente mediada. El conocimiento individual es interpretado
como el resultado del proceso de internalización de la cultura que se
manifiesta en cada conducta en particular. De allí que encontremos intentos de
explicación del aprendizaje colaborativo en términos de cognición situada
(Clancey, 1992), cognición compartida (Resnick, Levine, & Teasley, 1991),
cognición distribuida (Salomon, 1993), o constructivismo social (Duy &
Cunningham, 1996), así como diversas variantes de algunas de ellas. Todos
estos enfoques comparten el rechazo al individualismo y hacen énfasis en la
realidad social como origen de los procesos cognitivos. Destaca de manera
particular la cognición situada para comprender el aprendizaje en la red con
predominio de la dimensión relacional y donde el contexto, ya sea histórico,
social o cultural contribuye a su adquisición. Cuando un individuo participa en
su contexto social, las herramientas culturales y comunicacionales contribuyen
a modelar su cognición y constituyen la fuente de su aprendizaje y desarrollo.

Ahora bien, el estudio de la interacción entre los grupos adquiere especial


connotación al referirse al espacio escolar por cuanto el éxito o fracaso escolar
está cada vez más asociado al aprendizaje colaborativo. En tal sentido, desde
el punto de vista instruccional se entiende como aprendizaje colaborativo, el
método mediante el cual los alumnos en diversos niveles de desempeño
trabajan en pequeños grupos para alcanzar una meta común. De este modo, los
estudiantes son responsables por el aprendizaje del grupo al tiempo que son
responsables por su propio aprendizaje; y el éxito de uno ayuda al éxito de
todos. En tal dirección Gros (2000) señala que en el aprendizaje colaborativo
cada una de las partes del equipo se compromete a aprender algo
conjuntamente y lo que tiene que conocerse o estudiarse sólo es posible con la
colaboración de todo el grupo, siendo la comunicación y la negociación las
claves en este proceso.

Un estudio de interacción de grupos pequeños en ambiente colaborativo en línea


ha sido presentado por Daradoumis y Marques (2002). En este estudio se
examina cómo la cognición se manifiesta en el contexto de la interacción entre
estudiantes en un ambiente colaborativo para la resolución de problemas, al
mismo tiempo que se evidencia y modela la interacción asincrónica entre pares en
ambientes de aprendizaje a distancia. Otro estudio que nos interesa destacar es el
de Hathorn e Ingram (2002) en el cual se hace énfasis en el estudio de las
características del grupo colaborativo, los tipos de participación e interacción y la
interdependencia como parte de la interacción entre los miembros del grupo. En el
mismo se analizan en el contexto de situaciones de colaboración, los grupos no
colaborativos, la cooperación sin colaboración y los factores que promueven o
inhiben la colaboración. Sus hallazgos permiten aclarar la interacción que ocurre
al interior de los grupos de aprendizaje y comprender parte de la dinámica interna
que motiva a los participantes a colaborar y a aprender.

En efecto, algunos estudios han demostrado que estudiantes que participan en


comunidades de aprendizaje tienen mayores probabilidades de tener éxito en los
estudios universitarios que aquellos que no participan en estas comunidades.
(Mlynarczyk & Babbitt, 2002).

En suma, la experiencia de trabajar en colaboración, en la medida que enriquece el


aprendizaje y promueve la motivación y la autoestima, se ha venido convirtiendo
en una fuente para repensar los fundamentos del aprendizaje, precisamente en la
medida en que las tecnologías de la información y la comunicación permiten
espacios y tiempos flexibles para aprender al tiempo que posibilitan formas
nuevas de intercambio como son las comunidades virtuales de aprendizaje.

Colaboración en ambientes en línea

En la última década se puede apreciar el impacto que está causando la


comunicación mediante computadores a través de la telemática en el campo de
la educación. Se ha causado tal impacto que ha superado con creces los
desarrollos previos de aplicación de la informática a la educación. En efecto, la
instrucción ha venido adquiriendo una nueva dimensión a través de una cultura
informática que pasa del libro a la red y que permite flexibilidad y acceso
ilimitado a la información (Martínez, 2001). Pero más allá de ello, estas
tecnologías están jugando un rol importante en la estructuración de nuevas
relaciones sociales posibilitando nuevos ambientes para el encuentro de
personas, la participación y el aprendizaje.

Podemos aproximarnos así a delimitar lo que constituye la colaboración en


ambientes en línea donde la tecnología pasa a ser un medio para diseñar el
trabajo en equipo, al tiempo que supone la necesidad de nuevos modelos
instruccionales que permitan explicar y explorar con mayor propiedad el
aprendizaje colaborativo (Koschmann, 1996). Desde el punto de vista
tecnológico, la colaboración en ambientes en línea puede desarrollarse a través
de diversas aplicaciones que facilitan el aprendizaje sincrónico y asincrónico,
la colaboración local y a distancia, directa e indirecta. Estos entornos
tecnológicos permiten la discusión y la búsqueda de significados, la
construcción de conocimiento, y constituyen una fuente de memoria para el
grupo al tiempo que contribuyen a potenciar el pensamiento colaborativo
(Brewer et al., 2001).

El éxito de la educación en grupos a distancia, de acuerdo con Pallof y Keith


(2001), pasa por el uso tecnológico destinado a resolver problemas, manejar
conflictos, procesar información conjuntamente y comunicarse unos con otros.
Abundan referencias en cuanto al modo como los ambientes en línea
enriquecen el aprendizaje colaborativo.

El estudio de Gabriel y MacDonald (2002) por ejemplo, de las características


del aprendizaje ocurrido en un curso de la Maestría en Administración de
Negocios en Canadá en un ambiente Web constituye un ejemplo al respecto.
Entre sus hallazgos señalan los beneficios innegables y los retos que representa
el aprendizaje colaborativo en ambientes de aprendizaje en línea.

Ahora bien, en función de crear verdaderos ambientes colaborativos, la


tecnología juega un rol importante al determinar, por un lado, el tipo de
información que se puede intercambiar, y por el otro, brinda cada vez mejores
ambientes para garantizar la facilidad de la comunicación. Zañartu (2002) por
su parte resalta que el aprendizaje colaborativo, utilizando los ambientes
electrónicos, se basa fundamentalmente en la comunicación, es decir en el
lenguaje y el intercambio social. En tal sentido, el componente social
constituye la clave para el logro del aprendizaje colaborativo.

El gran reto desde el punto de vista tecnológico es el de crear ambientes que


permitan feedback permanentes y que al mismo tiempo faciliten la
elaboración de lo aprendido, y supongan un proceso continuo y
efectivo de negociación (Dillenbourg et al., 1996). Este proceso llamado
por algunos “telecolaboración” (ver algunos ejemplos en:
http://telecollaborate.net/education/edjoin.html) supone entre otras actividades
tales como: el intercambio de información, la recolección de datos a través de
cuestionarios y otros instrumentos de medición, la creación de documentos, la
investigación, el análisis de datos y video conferencias, entre otras.

Sin embargo, el aprendizaje colaborativo está ocurriendo más allá de la


frontera escolar en las denominadas “comunidades virtuales de aprendizaje”,
una denominación todavía elusiva debido a la complejidad que supone explicar
el alcance y significado de la noción de comunidad en los ambientes
electrónicos. Pero ya diversos autores, entre ellos Rheingold (1994), definen a
las comunidades virtuales como el conjunto de personas que interactúan,
trabajan, y socializan en Internet. Ello nos remite al ciberespacio, donde
encontramos un mundo móvil, distribuido, mediado electrónicamente y
globalizado para aprender y desarrollarse y cuya continuidad o éxito dependerá
en definitiva de la persistencia en la búsqueda de metas comunes. En tal
sentido, las comunidades virtuales, a diferencia de las comunidades con
existencia física, se caracterizan por su flexibilidad y particularmente por su
sentido de utilidad, y basan fundamentalmente sus relaciones en el intercambio
de mercancías ya sean bienes o información, como en el caso de las
comunidades virtuales de aprendizaje.

Un caso interesante de comunidad de aprendizaje lo constituye MirandaNet. En


esta comunidad profesores y académicos utilizan el espacio electrónico para la
práctica de la enseñanza, para compartir experiencias y para desarrollar modelos
innovadores para el desarrollo profesional continuo (Cuthell, 2002). Otro ejemplo
exitoso de comunidad de aprendizaje en línea lo constituye la experiencia de Penn
State's Online Adult Education M.Ed. Degree en el World Campus (Askov &
Simpson, 2002). A través de esta experiencia los participantes cambiaron su
percepción con respecto al uso de la tecnología, el significado del curso y el
proceso mismo de aprendizaje.

Podemos referir igualmente la experiencia de la Web-Based E-Commerce


Learning Community de Brazil, la cual consiste en un ambiente virtual de trabajo
colaborativo para estudiantes graduados que se inscriben en el curso electrónico
de comercio en la Maestría del Programa de Administración de Negocios (Joia,
2002). Otro notorio ejemplo de comunidad virtual lo constituye: “The Math
Forum” (mathforum.org). En esta comunidad virtual académica los participantes
intercambian una variedad de recursos, desde planes de trabajo y ejercicios hasta
la resolución de problemas. Esta comunidad se enriquece en la medida en que los
participantes comparten y se ayudan unos a otros en el proceso de aprender, de
enseñar y de desarrollar materiales conjuntamente. En la misma participan
programadores, matemáticos, maestros, miembros de la comunidad, etc.
Dentro de este contexto, el aprendizaje pasa a ser un proceso que ocurre de
manera colaborativa (Lave & Wenger, 1991). Y a este respecto, existe cada vez
más evidencia de que la diversidad cognitiva y la distribución de la experticia o
el conocimiento promueven el mejoramiento del conocimiento y el crecimiento
cognitivo (Hakkarainen, 2001). De acuerdo con Dillenbourg (2000), la cultura
es clave en este proceso, al considerar que el proceso de aprender se articula
con la experiencia de formar parte de una comunidad, adquirir sus habilidades
para comunicarse y actuar. Por ello, estos ambientes virtuales son considerados
como la nueva generación de sistemas educacionales. La tendencia desde el
punto de vista tecnológico apuntaría hacia la integración de diferentes
herramientas, que lleve a desaparecer gradualmente la apreciación extrínseca
de la tecnología, al considerarse que ella formará parte natural del entorno del
individuo.

Ya para concluir podemos señalar que el aprendizaje, en la medida que se


amplía el campo de las tecnologías de la información y la comunicación, pasa a
adquirir una dimensión más social, debido a la creación de nuevos espacios
para el intercambio de recursos. Esto lleva por un lado, a una
reconceptualización del término aprendizaje en su sentido cultural y social y,
por el otro, al uso extensivo e intensivo de las tecnologías de la información y
la comunicación para propiciar el aprendizaje colaborativo. Pero más allá de la
dimensión escolar, se está evidenciando un redimensionamiento de los espacios
de aprendizaje que suponen una redefinición de la educación a distancia tal
como ha sido concebida hasta ahora. Seguir trabajando para situar al docente
ante estos nuevos espacios de aprendizaje deberá formar parte de futuros
desarrollos.
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