Você está na página 1de 1

Anales de Tcito. (Britania) II XXIV.

Cuanto es ms tempestuoso que los otros mares el Ocano y el cielo de la Germania ms riguroso y spero, tanto fue mayor y ms nuevo aquel estrago en medio de las riberas enemigas y del mar tan extendido y profundo, que no sin causa se cree ser el ltimo de todos, y que despus de l no hay tierra alguna. Fueron sorbidas parte de las naves, las ms arrojadas a islas apartadsimas y tan deshabitadas y sin gnero de sustento, que los soldados que no tuvieron estmago para sustentarse de los caballos muertos, arrojados a la costa por el furor de las ondas, murieron de hambre. La galera capitn sola con Germnico surgi en los caucios; el cual, das y noches, por todos aquellos escollos y promontorios, llamndose merecedor de aquel trabajo, apenas pudieron defenderle sus amigos que no se arrojase en el mismo mar. Finalmente, cesando la fortuna y volvindose el viento favorable, vuelven las galeras casi sin remos, las naves con capas y otras vestiduras cosidas en lugar de velas, y las que de una manera ni de otra podan hacer camino eran remolcadas por las menos rotas. Las cuales, remendadas brevemente lo mejor que se pudo, se enviaron luego en busca de las islas, y con esta diligencia se recuperaron muchos soldados. Muchos tambin fueron enviados por los angrivarios, venidos de nuevo a la obediencia romana rescatando los lugares la tierra adentro. Otros, transportados a Inglaterra alcanzaron libertad por obra de aquellos reyezuelos.1 Contaba cada cual, cuanto vena de ms lejos, mayores maravillas; encarecan la violencia grande de la tempestad; pintaban aves de quienes jams se tuvo noticia, monstruos marinos, formas diversas de animales y de hombres, cosas vistas por los ojos o imaginadas por el miedo.

Você também pode gostar