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El pueblo quiere que caiga el régimen. Protestas sociales y conflictos en África del Norte y en Medio Oriente
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Ebook597 pages8 hours

El pueblo quiere que caiga el régimen. Protestas sociales y conflictos en África del Norte y en Medio Oriente

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About this ebook

Las grandes protestas sociales y los conflictos políticos que han tenido lugar en varios de los países de la región del África del norte y el Medio Oriente a lo largo de 2011 son analizados en esta obra. Además de establecer sus causas, características principales, evolución, y perspectivas, haciendo énfasis tanto en los elementos comunes, como en
LanguageEspañol
Release dateJul 24, 2019
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    El pueblo quiere que caiga el régimen. Protestas sociales y conflictos en África del Norte y en Medio Oriente - Luis Mesa del Monte

    Primera edición, 2012

    Primera edición electrónica, 2013

    DR © EL COLEGIO DE MÉXICO, A.C.

    Camino al Ajusco 20

    Pedregal de Santa Teresa

    10740 México, D.F.

    www.colmex.mx

    ISBN (versión impresa) 978-607-462-343-7

    ISBN (versión electrónica) 978-607-462-510-3

    Libro electrónico realizado por Pixelee

    ÍNDICE

    PORTADA

    PORTADILLAS Y PÁGINA LEGAL

    NOTA INTRODUCTORIA

    REFLEXIONES GENERALES

    REVUELTAS Y REVOLUCIONES EN EL MEDIO ORIENTE MODERNO, 1830-2011. Camila Pastor (CIDE)

    Orientalismos, Islam y el Medio Oriente Moderno

    La modernidad otomana: 1830-1919

    Movimientos de Reforma: radicales, nacionalistas, antiimperialistas

    El Periodo Mandatario: 1919-1950

    Descolonización y Revoluciones: 1950-1970

    Nuevos Movimientos Sociales 1980-2011

    Conclusión: La Primavera Árabe 2011

    LOS MOVIMIENTOS POPULARES ÁRABES DE 2011 Y SU SIGNIFICADO HISTÓRICO. Gilberto Conde (CEAA-El Colegio de México)

    Irrupción del pueblo en su historia

    Sacudimiento geopolítico

    Peso contradictorio de la globalización y del neoliberalismo

    Mitos sobre la inmutabilidad del sistema de gobierno en la cultura árabe

    Conclusiones

    LA INFLUENCIA DE LAS CONDICIONES ESTRUCTURALES EN LOS MOVIMIENTOS POPULARES EN EL MUNDO ÁRABE. Jaime Isla Lope (FCPyS-UNAM)

    El proyecto de globalización, sus consecuencias y reacciones

    Condiciones de las estructuras regionales y estatales

    POLÍTICA Y REPRESIÓN EN EL MEDIO ORIENTE Y EL NORTE DE ÁFRICA: DOS IMPORTANTES CAUSAS DE LAS MANIFESTACIONES SOCIALES EN LA ACTUALIDAD. Roberto Marín Guzmán (Universidad de Costa Rica)

    La política

    La represión

    Observaciones finales

    EN TORNO A LOS ALCANCES DE LA DIVERSIDAD COMUNITARIA. Rubén Chuaqui (CEAA-El Colegio de México)

    MAGHREB

    LOS PROCESOS DE CAMBIO POLÍTICO EN TÚNEZ Y LIBIA. Hilda Varela (CEAA-El Colegio de México)

    Túnez: de las protestas al proceso pacífico de cambio político

    Libia: de las protestas a la guerra civil

    A manera de conclusión

    Bibliografía

    ARGELIA: LOS MILITARES Y EL PODER. Zidane Zeraoui (ITESM, Monterrey)

    Las raíces profundas del malestar árabe

    El caso argelino

    El ejército en la vida política

    La amenaza terrorista

    Un nacionalismo mal logrado

    Conclusión

    OBSTÁCULOS Y RETOS DEL PROYECTO DEMOCRATIZADOR EN EL RÉGIMEN POLÍTICO MARROQUÍ. Indira Sánchez (FCPyS-UNAM/ITESM)

    A manera de introducción

    Adentrándonos en el debate

    Finalizando

    GDEIM IZIK, LA NUEVA ALTERNATIVA SAHARAUI. Claudia Barona Castañeda (ITESM, Querétaro)

    La jaima, ejemplo de resistencia cultural

    Gdeim Izik. Nuevos espacios de resistencia

    LIBIA: UN ESCENARIO GEOPOLÍTICO MÁS ALLÁ DE LA PRIMAVERA ÁRABE. Alejandro Salgó (Politicus Mundis)

    Factores endógenos

    Factores exógenos

    Intereses detrás del ataque a Libia

    Caída del régimen

    EGIPTO

    EL MOVIMIENTO POPULAR EN EGIPTO EN 2011: RESULTADOS PRIMEROS Y TAREAS FUTURAS. José Carlos Castañeda (UAM-Iztapalapa)

    Reflexiones

    Conclusión (enseñanzas y perspectivas)

    LOS ATAQUES A LOS COPTOS EN LA TRANSICIÓN POLÍTICA DE EGIPTO TRAS LA CAÍDA DE MUBARAK. Pedro Buendía (Universidad de Salamanca)

    Los coptos, de la integración a la militancia

    Esperanzas frustradas. De la revolución del 25 de enero a los nuevos ataques

    EGIPTO: PODER MILITAR Y MOVILIZACIÓN SOCIAL. UNA DIFÍCIL TRANSICIÓN HACIA LA DEMOCRACIA. Arturo Ponce Guadian (CEAA-El Colegio de México)

    El Movimiento de Oficiales Libres

    Consejo del Comando Revolucionario (CCR, 1952-1956)

    Muhammad Naguib (gobernó del 18 de junio de 1953 al 14 de noviembre de 1954)

    Gamal Abdel Nasser (gobernó de 1956 a 1970)

    Anwar el Sadat (gobernó del 15 de octubre de 1970 al 6 de octubre de 1981)

    Hosni Mubarak (gobernó del 14 de octubre de 1981 al 11 de febrero de 2011)

    La ruptura de la elite militar con el gobierno de Mubarak y el surgimiento de la movilización social

    Características principales del movimiento de cambio político

    El gobierno interino y el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas

    Principales acciones demandadas al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas por los manifestantes para llevar a cabo la transición democrática en Egipto

    Las elecciones esperadas para una transición democrática

    Conclusiones

    SIRIA Y LÍBANO

    LÍBANO Y LAS PROTESTAS POPULARES EN EL MUNDO ÁRABE: REPERCUSIONES DE LA CRISIS SIRIA SOBRE EL ESCENARIO POLÍTICO LIBANÉS. María de Lourdes Sierra (FCPyS-UNAM)

    Introducción

    Líbano, nación pluralista y fragmentada

    Líbano tras los acuerdos de Taif: la Pax Syriana

    La guerra contra el terrorismo, el asesinato de Hariri y el retiro de las tropas sirias

    Líbano y las protestas populares en el mundo árabe

    La crisis siria y su impacto sobre el escenario político libanés

    Consideraciones finales

    LA SOCIEDAD CIVIL ANTE LA INTIFADA SIRIA. Ignacio Álvarez-Ossorio (Universidad de Alicante)

    Un largo compromiso con las libertades

    La revuelta siria

    La agenda de los activistas sirios

    La unificación de las filas opositoras

    ¿Una intervención extranjera?

    Conclusiones

    YALLAH IRHAL YA BASHAR: PROTESTAS, VIOLENCIA Y FRAGMENTACIÓN SOCIAL EN EL LEVANTAMIENTO SIRIO. Paulo G. Pinto (Universidad Fluminense, Río de Janeiro)

    Introducción: contextualización del levantamiento sirio

    Tradiciones de protesta y reconfiguración del autoritarismo baazista

    La dinámica de la revuelta

    La dinámica de la represión y la fragmentación social

    OTROS CASOS DEL MACHREK

    LAS REPERCUSIONES DE LAS REVUELTAS ÁRABES DE 2010-2011 EN EL CONFLICTO PALESTINO-ISRAELÍ. Doris Musalem Rahal (UAM-Xochimilco)

    Consecuencias del reconocimiento del Estado palestino por las Naciones Unidas

    ISRAEL Y SUS INDIGNADOS: EL IMPACTO SOCIAL DE LAS REVUELTAS ÁRABES. José de Jesús López Almejo (UDG)

    El gobierno de Israel y las revueltas árabes: discurso en doble sentido

    El factor Egipto

    La oposición secular israelí y la revuelta árabe

    La oposición religiosa israelí y las revueltas árabes

    El gobierno israelí y los indignados israelíes

    Respuesta de Netanyahu

    A modo de conclusión

    PROMESAS REALES: APUNTES SOBRE LA PRIMAVERA ÁRABE EN JORDANIA. María del Mar Logroño Narbona (FIU)

    I. Aproximación cronológica a las tensiones sociales

    II. Anatomía de las tensiones sociales

    III. Exiguas posibilidades de un cambio real en Jordania

    YEMEN: GEOPOLÍTICA Y REVOLUCIÓN. Román López Villicaña (UDLAP)

    Introducción

    Europa

    Yemen del Sur

    La economía

    El agua

    El khat

    Las remesas

    Islamismo

    Saada

    El movimiento secesionista del sur

    Piratería y seguridad fronteriza

    La primavera Árabe

    El atentado

    Consideraciones finales

    PROTESTAS REPRIMIDAS. LA PREPONDERANCIA DE LOS INTERESES ESTRATÉGICOS SOBRE LAS DEMANDAS POPULARES EN EL CASO DE BAHRÉIN. Luis Mesa Delmonte (CEAA-El Colegio de México)

    Protestas populares y represión

    Intervención foránea e intereses estratégicos

    Observación final

    SOBRE LOS AUTORES

    COLOFÓN

    CONTRAPORTADA

    NOTA INTRODUCTORIA

    Desde fines del año 2010 y a lo largo de 2011, la región del África del norte y el Medio Oriente ha sido escenario de muy importantes manifestaciones de protesta social, que han llevado tanto a la caída de regímenes largamente establecidos, como al desarrollo de opciones represivas fuertes por parte de los poderes centrales, e incluso, a enfrentamientos armados entre grupos rivales con participación estratégica foránea. Hay países en los cuales la agenda de conflicto ha sido muy intensa, otros de escala media, y otros donde la repercusión de estos acontecimientos ha sido más escasa o casi nula.

    La importante reactivación de la protesta social, no sólo ha puesto a la zona en un primer plano de interés a escala global, sino que representa nuevos retos de estudio a la hora de abordar y sopesar causas de índole económica, social y política, identificar a los principales actores implicados, medir el impacto de las redes sociales y el peso de los medios de comunicación alternativos, analizar el papel y conducta de los militares, observar los reajustes políticos planteados por las cúpulas de poder, ver las posiciones de los principales actores internacionales, y valorar las implicaciones estratégicas de todos estos acontecimientos.

    Los principales factores potenciales para la generación de conflictos en la zona han sido largamente estudiados, pero aun así, nadie pudo prever con certeza la explosividad de los acontecimientos que actualmente estamos presenciando, ni tampoco la velocidad con que se ha manifestado el llamado fenómeno dominó o de contagio. Igualmente, en medio de tantas incertidumbres y procesos, y de una saturación informativa cotidiana, resulta difícil que alguien tenga una idea perfectamente clara de cómo van a evolucionar los acontecimientos en los próximos meses.

    Para el análisis actual de estos acontecimientos, debemos tener en cuenta que, aunque existen temas que parecen ser bastante comunes a la mayor parte de los países de la región del África del norte y del Medio Oriente, también es extraordinariamente importante considerar las particularidades de cada caso.

    En una buena parte de estas protestas hay elementos políticos que se pueden percibir con bastante facilidad, como son: el hartazgo de los ciudadanos con liderazgos y regímenes de larga data, la carencia de libertades y limitaciones impuestas a sus derechos de expresión, la violación de derechos humanos elementales, el control de los procesos electorales, la carencia de una representatividad política real, las prácticas represivas de muchos de estos regímenes, los procesos judiciales no transparentes y encarcelamientos injustificados, la prohibición de expresiones políticas contestatarias, y los deseos por construir una sociedad más democrática, entre otros elementos.

    Pero sería errático tratar de explicar toda esta protesta social como una revolución democratizadora exclusivamente de inspiración política. Hay un sinnúmero de elementos económicos y sociales que han sido evidentes motivadores de la protesta, tales como: las altas tasas de desempleo, los bajos salarios, el incremento notable de los precios de los alimentos en medio de la actual coyuntura de crisis económica mundial, la corrupción generalizada, el mayor grado de afectación que se percibe dentro de las poblaciones más jóvenes que se sienten sin perspectivas y son al mismo tiempo el sector más proclive a la protesta social, y muy en particular, la desigual distribución de la riqueza y la creciente sensación de injusticia y desigualdad, que se deriva de la polarización social y de la concentración del capital en determinados sectores del poder.

    Además de ello, hay que tener en cuenta las especificidades de otros muchos elementos que están presentes en varios de los casos actuales de explosividad popular, y que contribuyen tanto a la explicación de los acontecimientos como a la valoración predictiva. Así las especificidades de la conformación de los poderes locales, las diferenciaciones entre regiones subnacionales, o las contradicciones de carácter confesional y tribal, son, entre otros, puntos de obligada atención.

    El Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México, realizó una primera mesa redonda de análisis en febrero de 2010 titulada Situación actual en Medio Oriente: las crisis de Túnez y Egipto, para la cual invitó a diversos colegas de instituciones radicadas en la Ciudad de México, y que se dedican al estudio de esta región. Además de intentar lograr una visión multidisciplinaria para el análisis de los nuevos acontecimientos, el CEAA pretendió dar un primer paso para conformar un grupo que se comprometería a dar seguimiento a los temas más relevantes, y que podría ser convocado en otra ocasión futura.

    Es así como en agosto de 2011 se organizó un seminario internacional titulado Protestas populares en África del norte y el Medio Oriente y en el cual participaron profesores e investigadores de diversas instituciones tanto mexicanas como extranjeras, ejercicio que se convirtió en la base para poder llegar a la edición de este libro colectivo.

    La presente obra incorpora, como título, la consigna que ha acompañado a las grandes movilizaciones sociales en casi todos los países en los cuales se han dado expresiones de descontento popular: El pueblo quiere que caiga el régimen, convirtiéndose ella misma en una especie de constatación del carácter transnacional de estas protestas, que ha perdurado junto a las especificidades de cada caso.

    Con el ánimo de ir detectando tanto generalidades como particularidades de estas explosiones sociales, los 21 capítulos del libro aparecen agrupados en cinco partes temáticas: Reflexiones generales, Maghreb, Egipto, Siria y Líbano, y Otros casos del Machrek, con lo cual se ha podido cubrir un alto porcentaje de los casos que han tenido mayor trascendencia y han recibido mayor atención. Probablemente una obra más completa hubiera desarrollado un análisis, tanto de los países que han vivido estos conflictos con mayor intensidad, como de aquellos otros en los cuales no se han experimentado tensiones importantes. Esta meta queda como propósito para próximas evaluaciones a las que el CEAA continuará convocando.

    Confiamos que este texto pueda contribuir a un mejor entendimiento de los numerosos y trascendentales acontecimientos que vienen sucediendo en la región del África del norte y el Medio Oriente en estos días.

    LUIS MESA DELMONTE

    REFLEXIONES GENERALES

    REVUELTAS Y REVOLUCIONES EN EL MEDIO ORIENTE MODERNO, 1830-2011

    CAMILA PASTOR

    Para entender las grandes movilizaciones que se han organizado a lo largo y ancho de Oriente Medio durante los últimos meses –la llamada Primavera Árabe– resulta útil echar un vistazo a los procesos que han estructurado la región durante los últimos dos siglos. Comenzaré con una breve discusión teórica en torno al estudio del Medio Oriente y de los movimientos sociales, antes de pasar a una síntesis de las grandes transformaciones que se iniciaron en la región durante el siglo XIX, cuando emerge una economía industrial global de la cual el este del Mediterráneo forma parte. Este periodo de modernización del imperio otomano y sus instituciones es fundamental para entender el surgimiento de nuevos actores en la región y los cambios sociales que éstos han perseguido y propiciado.

    En seguida exploraré distintos movimientos que intervinieron en los debates sobre el cambio social a principios del siglo XX, proponiendo o sublevando las reformas al orden público y al Estado durante las últimas décadas otomanas y el periodo mandatario. Este momento se caracterizó por grandes discusiones y el surgimiento de nuevas actividades y espacios públicos que propiciaron la movilización de actores nuevos y viejos. El proceso de descolonización a mediados de siglo y la ola de revoluciones que le siguieron implicaron en ciertos casos la llegada al poder de sectores históricamente marginados, que institucionalizaron sus propias visiones del bien común.

    Finalmente, haré un examen crítico de las formas que han tomado los movimientos sociales en la región durante las últimas décadas, es decir, analizaré el paisaje social y la dinámica de movilización que han hecho posibles las revueltas y revoluciones que se desencadenan hoy día. El texto busca hacer visibles la gama de ideologías y prácticas de múltiples actores sociales y la restructuración de poblaciones, territorios y experiencias cotidianas según las transformaciones que se imponen, reinventan y diseminan configurando nuevas redes de poder y desigualdad a lo largo del siglo.

    ORIENTALISMOS, ISLAM Y EL MEDIO ORIENTE MODERNO

    Al situar los movimientos sociales en el marco de la metamorfosis social de los últimos dos siglos, devolvemos también a su lugar al Islam como factor explicativo que no puede dar cuenta de la complejidad de estos fenómenos sino en una visión orientalista que no reconoce las transformaciones de la región a raíz de su participación en la forja del mundo global de la modernidad ideológica, productiva e institucional. Es decir, damos un paso fundamental fuera del orientalismo que aún tiñe gran parte de la producción popular y especializada sobre la región.

    El punto de partida para comprender el Medio Oriente contemporáneo es la inversión paulatina de fuerzas entre el imperio otomano y la Europa industrial desde finales del siglo XVIII hasta nuestros días.[1] Ante la expansión de los nuevos imperios globales durante el siglo XIX, LA SUBLIME PUERTA Y LOS LÍDERES POLÍTICOS DE LOS TERRITORIOS QUE SE desprendieron de ella a lo largo del siglo instauraron una serie de reformas estatales encaminadas a remediar la desigualdad creciente ante el fortalecimiento económico, militar y territorial de los estados imperiales centroeuropeos.[2]

    Las reformas abarcaban todos los ámbitos de la vida social, redefiniendo la relación jurídica del Estado imperial en vías de centralización con sus sujetos a través del Gulhane Sherif, por ejemplo, pero también transformando el tejido social al establecer nuevas instituciones militares y educativas. En el mismo periodo, extensas zonas del este del Mediterráneo se incorporaron al mercado global como proveedoras de materia prima a las nuevas industrias textiles de Gran Bretaña y Francia: la provincia de Egipto, gran productora de algodón, Monte Líbano y Alejandreta, como zonas sericultoras y muchas áreas de Siria como regiones tabacaleras. Donde hay industria hay obreros, y las primeras huelgas irrumpieron a finales del siglo XIX en las ciudades portuarias otomanas de Salonika, Izmir, Alejandría, Beirut y Tunis, y en Estambul, la capital del imperio.[3]

    LA MODERNIDAD OTOMANA: 1830-1919

    Estos cambios generaron nuevos agentes sociales y nuevas ideologías que se concentraban en nuevos y viejos espacios urbanos en plena expansión y transformación. Estambul, Beirut, Alejandría, El Cairo y Damasco estallaron demográficamente y se convirtieron en centros de debate público entre las antiguas elites notables y nuevas clases comerciantes y profesionales: abogados, militares profesionales, periodistas, médicos. En este contexto surgen los grandes movimientos sociales que han caracterizado la región en los últimos dos siglos: movimientos migratorios, movimientos obreros, nacionalistas, movimientos sectarios, feministas y antiimperialistas.

    Tres procesos son particularmente importantes. En primera instancia, la circulación de personas en circuitos cada vez más extensos, es decir, las grandes migraciones que alimentaron el crecimiento urbano y una nueva ola de cosmopolitanización a través de la circulación de poblaciones militares, misioneras y trabajadoras al interior del imperio y más allá de sus fronteras en contracción. En segunda, la producción –como consecuencia de los procesos de participación de la región en la modernidad– de sectores sociales dinámicos que no compartían las bases tradicionales de la riqueza, es decir, la relación clientelar y de intermediario entre el Estado otomano descentralizado y las poblaciones locales.

    En tercero, el desarrollo de nuevos instrumentos y espacios de debate público entre las elites tradicionales, las elites modernas y los sectores populares, espacios que de hecho propiciaban la interacción y la complicidad entre estos agentes sociales. Instrumentos y espacios como la prensa, el teatro popular y una variedad de asociaciones que ofrecían oportunidades de interacción, gestando discurso y praxis: asociaciones mutualistas, científicas, de lectura, logias masónicas, etcétera.

    La legislación de mediados de siglo, que hizo de la tierra propiedad privada junto con la nueva riqueza de la producción algodonera y serícola, propiciaron una distribución nueva de recursos con características regionales particulares. Así, en Egipto la tierra y la industria del algodón se concentraron en manos de la dinastía de Muhammad Ali y sus clientes y parientes inmediatos, con consecuencias espectaculares en la crisis de producción del algodón durante la Guerra Civil de EU. En Monte Líbano y Alejandreta en cambio, se enriquecieron las poblaciones campesinas que establecieron lazos privilegiados de intercambio con la industria de la seda en Francia a cuenta de una cristiandad común.[4]

    MOVIMIENTOS DE REFORMA: RADICALES, NACIONALISTAS, ANTIIMPERIALISTAS

    Esta modernidad otomana de muchas caras implicó en primera instancia la intervención de varios proyectos civilizatorios en las provincias árabes del imperio. La primera, la misión civilizadora otomana, que como ha señalado Zeynep Celik buscaba rehacer los espacios urbanos y sociales del Mashreq a la imagen y semejanza de un Estambul turquificado. Paralelamente, los agentes de una creciente presencia misionera y comercial de Francia, Inglaterra y EU proponían a su manera la transformación local en términos que facilitaran los lazos clientelares que cada Estado imperial cultivaba con poblaciones minoritarias locales cuyas fronteras trazaban a través de un lente sectario.[5]

    El enriquecimiento, la educación y la estrecha colaboración con imperios rivales de los campesinos en el contexto del nuevo discurso otomano en torno a la igualdad de los sujetos imperiales resultó en crisis y levantamientos que adquirieron los contornos sectarios de la imaginación orientalista que los animaba. Las nuevas industrias, la producción de materia prima textil, pero también nuevas industrias de transportes, ferrocarriles y puertos, generaron una población obrera enlazada ideológicamente a los movimientos obreros que emergían en un momento radical global, como ha señalado Ilham Khoury-Makdissi.

    La educación estatal y misionera y el establecimiento de centros de educación superior militares, misioneros y laicos generaron, por su parte una clase media confesionalmente diversa que, como han señalado Watenpaugh y Provence entre otros, produjo los ideólogos de los nuevos movimientos nacionalistas, turcos, árabes, griegos, armenios, etc. La reestructuración de la educación y los sistemas jurídicos hacia modelos globales implicó el desplazamiento de las elites tradicionales islámicas, quienes perdieron en gran medida los sustratos materiales y sociales de su autoridad. Surgieron, por lo mismo, discursos y movimientos reformistas y milenaristas en los medios islámicos.

    Entre los movimientos más y mejor estudiados que atraviesan y enlazan las últimas décadas del siglo XIX y la primera mitad del XX, encontramos los movimientos nacionalistas.[6] Éstos se traslapan en un primer momento con toda clase de ideologías y prácticas reformistas, desde el modernismo islámico hasta el anarquismo obrero pasando por el anticlericalismo, para resurgir con el poder en las manos tras las décadas de administración colonial.

    EL PERIODO MANDATARIO: 1919-1950

    El orden mandatario que se estableció en la región tras el desmembramiento del imperio otomano a raíz de su participación en la Primera Guerra Mundial, representó inicialmente un momento de grandes esperanzas de transformación social para agentes sociales nuevos que se habían enfrentado a la censura y la represión durante las últimas décadas otomanas. La legitimidad de la autoridad mandataria era sumamente frágil, sin embargo, Francia y Gran Bretaña optaron por estrategias de dominación y administración que sentaron las bases para los regímenes autoritarios poscoloniales. Esto en dos sentidos.

    Primero, la estrategia de los estados imperiales se basó en rescatar la tradición de mediación otomana, es decir, en establecer relaciones estrechas de colaboración con poblaciones clientes, quienes operaban como mediadores del poder colonial. En muchos casos los colaboradores eran las elites notables, es decir, las elites otomanas tradicionales recién enriquecidas por la propiedad de la tierra y la producción para el mercado global. En otros casos, estas elites compartían el poder con poblaciones que habían sido marginales en el contexto otomano y que advenían a la mediación por haber sido clientes sectarios. Segundo, la estrategia de mediación se complementó con la ocupación militar y la represión de poblaciones que cuestionaban tanto la administración colonial como la continuidad del monopolio de las elites tradicionales.

    Así, Francia combatió con especial violencia la Gran Revuelta Árabe, intentando reducir discursivamente un movimiento transregional, intersectario, engarzado por relaciones comerciales y productivas a lo que el archivo colonial etiqueta insistentemente como La Revuelta Druza.[7] Pero combatió también directa e indirectamente a los movimientos feministas que amenazaban al statu quo de una notabilidad especialmente patriarcal, así como a los movimientos obreros que hacían demandas a los industriales locales y metropolitanos, como narra Thompson. La relación de Gran Bretaña y Francia con los movimientos islamistas y otras movilizaciones sectarias fue ambivalente, como la declaración Balfour que siembra la fractura de la Palestina británica.

    DESCOLONIZACIÓN Y REVOLUCIONES: 1950-1970

    Este escenario fue el que heredaron los estados independientes que se establecieron en la región en la década de los cuarenta. La polarización social –económica, ideológica– agudizada durante el periodo mandatario y la pérdida de legitimidad de las elites notables, en primera instancia por su colaboración con los regímenes coloniales, pero en segunda y de manera decisiva para el discurso legitimador de los estados poscoloniales, por su fracaso durante la primera guerra árabe-israelí en 1948, resultaron en una serie de movimientos revolucionarios. En los cincuenta y sesenta, grupos militares y partidos políticos con ideologías socialistas llegaron al poder, desplazando a notables y monarcas en Egipto, Siria e Iraq.

    Los regímenes revolucionarios llevaron a cabo grandes transformaciones institucionales, sin embargo, en la región el pacto social poscolonial resultó, a partir del conflicto árabe israelí, un pacto de seguridad. Éste consistía en que las clases medias consintieran al autoritarismo de los regímenes a cambio del laicismo y la modernidad. Podríamos argumentar, siguiendo a Barreñada, que la pérdida de legitimidad de este orden en los años ochenta, tras el desvanecimiento de la riqueza petrolera y las reestructuraciones económicas, es el origen de la contestación actual.

    Estas décadas sentaron las bases para una distribución particular de la disputa. En el marco autoritario, los partidos de Estado dependieron de frentes sociales nacionalistas, asimilables a los movimientos sociales clásicos, que pronto se desvirtuaron por su enlace y subordinación al poder. Convertidos por el proyecto estatal en instrumentos de encuadramiento de la población, los frentes obreros del partido oficial, sin embargo, conservaron en su seno grupos disidentes.[8] Fueron así una especie de refugio para la contestación de izquierda, que conformó facciones inconformes dentro de las organizaciones nacionalistas oficiales.

    La disidencia que quedó fuera del Estado y visible como oposición perseguida fue la de la multiplicidad de fenómenos que llamamos Islam político. Sin olvidar el papel aglutinador de las hermandades sufíes en varios movimientos antiimperialistas durante el siglo XIX y la fundación de la Hermandad Musulmana en Egipto en 1928, hay que reconocer que las décadas de consolidación poscolonial gestaron nuevas formas y discursos de resistencia que se autoproclamaron islámicos. El triunfo de la Revolución Iraní en particular marcó la pauta para una reelaboración del discurso islámico y dio nueva legitimidad a la aspiración a una islamización del Estado como proyecto libertador antiimperialista.

    Ante la cultura política autoritaria de los estados poscoloniales que imposibilitaba el debate público y la participación política por vías no clientelares y dadas las limitaciones de los regímenes revolucionarios y monárquicos en su intento por llevar a cabo una redistribución de recursos que estableciera un bienestar social, los últimos treinta años resultaron en el renacimiento del Islam político como lenguaje contestatario en la región. El islamismo emerge como respuesta ideológica, pero también como respuesta práctica. En varios contextos, los movimientos islamistas han ofrecido servicios alternativos que no presta el Estado, servicios básicos de infraestructura urbana en zonas marginadas, por ejemplo.

    Es importante recordar que el islamismo de fin de siglo es un discurso que se alimenta de las historias regionales, pero también de las trasformaciones sociales y los discursos que han transfigurado la práctica religiosa en todas las grandes tradiciones universales durante el siglo XX, como ha señalado Hefner. Surgen así proyectos como los feminismos islámicos caracterizados por una política de la piedad reelaborada en la búsqueda del sujeto feminista, que han estudiado Mahmood y Deeb para los casos de Egipto y Líbano respectivamente. Mientras que estos movimientos pietistas se concentran en proyectos de educación en valores islámicos y el cultivo personal del sujeto piadoso, en tanto persiguen una cotidianidad regida por el Islam más allá o incluso a pesar del Estado, implican un reto a su autoridad, a la legitimidad de su regulación de la vida social.

    NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES 1980-2011

    Mientras que el Islam y la reislamización se convirtieron en los vectores de la disidencia pública, un abanico de movimientos seculares se desarrolló paralelamente con objetivos de movilización, a pesar de esgrimir un discurso no contestatario. Aprovechando la nueva vigencia del discurso de los derechos humanos en el ámbito internacional y la diseminación de la forma institucional de la Organización No Gubernamental, se multiplicaron las ONG que se ocupan de mujeres, estudiantes, derechos de poblaciones minoritarias o frágiles, grupos étnicos, refugiados; otras enfocadas a proyectos de desarrollo local.

    Estos organismos ofrecieron una vez más espacios de refugio para militantes que no podían expresarse públicamente. Organizados a veces en torno a causas, como las de presos y desaparecidos o víctimas de accidentes laborales, desarrollaron una creciente actividad en red, constituyéndose en campo de experimentación para la coordinación de movimientos. El paso a una confrontación con el Estado no estaba nunca muy lejos, pues una movilización por la causa palestina era también una movilización contra el Estado.[9]

    El crecimiento económico bajo condiciones neoliberales acentuó las desigualdades y la exclusión de grandes sectores sociales; condiciones agravadas por el boom poblacional de las posindependencias. La conciencia creciente de la desigualdad es fruto también de las reformas revolucionarias –la mejora en las condiciones de vida, la extensión de la educación, la incorporación de las mujeres al trabajo formal, el retraso de la edad matrimonial– condiciones que han repercutido en la estructura familiar y en las expectativas económicas y sociales.

    Encontramos en la región una población mayoritariamente joven, donde los jóvenes resultan más de la mitad de los desempleados, de los migrantes y de los participantes en las revueltas. La región presenta altos niveles de trabajo con pobreza, trabajo informal y altas tasas de desempleo juvenil. La falta de empleo afecta a jóvenes formados, que conforman asociaciones y movimientos de desempleados licenciados que buscan una reestructuración de la participación política y económica.

    Aun en las difíciles condiciones de los últimos años, casos de acción colectiva de gran alcance como las crisis de la cuenca minera de Gafsa en Túnez y la huelga de Mahalla Al-Kubra en Egipto –ambos en 2008– forzaron a las autoridades a tomar medidas, a la vez que contribuyeron a la construcción de una cultura de protesta y a una conciencia ciudadana, como señala Barreñada. Los dos casos mostraron las condiciones de pobreza y marginación de las ciudades de provincia, es decir, en espacios que quedan con frecuencia fuera de la mirada internacional.

    CONCLUSIÓN: LA PRIMAVERA ÁRABE 2011

    Lo que queda claro a partir de esta historia es que las movilizaciones contemporáneas están ancladas en una tradición de movilización social, de construcción de entramados asociativos con capacidad contestataria, es decir, una sociedad civil. La precipitación de los eventos de 2011 que aglutinaron grandes masas, sólo es comprensible con el trasfondo de estos procesos a los que han contribuido tanto un liderazgo como una organización dispersa, una serie de sedes, medios y contactos con el exterior.

    La coalición de sectores sociales diversos que ha caracterizado a los movimientos de la llamada Primavera Árabe, el desplazamiento de la problemática árabe israelí por reivindicaciones de carácter social y económico como eje del discurso de movilización regional recuerdan la dinámica de la movilización de principios del siglo XX, movilización que en su diversidad cargada de posibilidades estuvo paralizada por un ejercicio autoritario del Estado, primero colonial y después poscolonial, de la segunda mitad del siglo XX.

    Más allá de las dificultades que conlleva necesariamente el proceso posrevolucionario, la dificultad inherente a la construcción de consensos, de instituciones de coalición que integren efectivamente los intereses y proyectos de una oposición diversa, ciertas reacciones desde el poder son inquietantes. Observamos intervenciones en el caso israelí y en el caso egipcio, por ejemplo, que apuestan a estrategias de disrupción. Así, en Israel, en cuanto comenzaron a producirse movilizaciones internas exigiendo empleo, mejores salarios y la no exclusión social, es decir, en cuanto las revueltas prendieron entre la población judía, se registraron incidentes violentos en la frontera con Egipto que permitieron el llamado a la unidad nacional ante la amenaza árabe.

    En Egipto a su vez, mientras que la dinámica de la Plaza Tahrir mostró la articulación de una demanda colectiva que no pasaba por la religión, ante las elecciones inminentes, es decir, cuando los militares que tutelan la transición tuvieron que enfrentarse a la realidad de ceder el poder, suceden una serie de ataques a espacios y poblaciones coptas. Naturalmente, los militares no podrían soltar las riendas de un país atravesado por una guerra sectaria, no sea que se despedace.

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    NOTAS AL PIE

    [1] Este es el argumento de Said, 1978, que inaugura la producción crítica en torno al orientalismo.

    [2] Cleveland es una buena referencia para la narrativa histórica sobre la región.

    [3] Khoury-Makdissi, 2010.

    [4] Khater, 2001.

    [5] Makdisi, 2000.

    [6] James Gelvin y Rashid Khalidi son algunos de los historiadores revisionistas que más se han ocupado de los nacionalismos árabes.

    [7] Provence, 2005.

    [8] Barreñada, 2011.

    [9] Barreñada, 2011.

    LOS MOVIMIENTOS POPULARES ÁRABES DE 2011 Y SU SIGNIFICADO HISTÓRICO

    GILBERTO CONDE

    Sin lugar a dudas, 2011 representó un parteaguas en la región árabe: existe un antes y un después de los acontecimientos de ese año. Muchos de los regímenes autoritarios que dominaron a los países árabes desde la guerra fría podrán mantener las riendas del poder, podrá haber intentos por establecer nuevos gobiernos que intenten someter a la población, pero algo ha cambiado de manera irreversible. En el presente texto nos interrogamos acerca de algunas implicaciones históricas de los procesos revolucionarios ocurridos en estos países durante 2011 en varios ámbitos, particularmente en el social, el ideológico, y el político y geopolítico.

    IRRUPCIÓN DEL PUEBLO EN SU HISTORIA

    El hecho más sobresaliente en los países árabes en 2011 es que los pueblos irrumpieron de nuevo en la historia. Ya habían entrado estrepitosamente en escena varias veces durante el siglo XX. Mencionemos simplemente las rebeliones en el Machrek en 1919, 1921 y 1925 contra las potencias europeas que ocupaban los territorios árabes, las rebeliones palestinas contra la potencia mandataria británica, particularmente durante los años treinta, así como las oleadas de movilizaciones en el Magreb y el Machrek durante la época de la descolonización, que coincide con la primera etapa de la guerra fría, durante las décadas del cincuenta y del sesenta. Se constata así que en la región árabe ocurren oleadas de protestas y movilizaciones como en cualquier otra sociedad.

    En las explosiones sociales iniciadas en Túnez durante las últimas semanas de 2010 se observan varias particularidades notorias que las distinguen de las movilizaciones de épocas anteriores en la región.

    Las protestas, empezando naturalmente por la de Mohammed Bouaziz en un pequeño pueblo tunecí, interrumpieron súbitamente una mentalidad de escepticismo y sumisión que dominó en toda la región desde inicios y mediados de la década del setenta hasta finales de 2010, transformando de manera definitiva los datos básicos de las relaciones sociales y políticas en la región. Por supuesto, durante aquel periodo hubo excepciones importantes. Tuvieron lugar diversas movilizaciones, algunas muy fuertes y radicales, pero nunca lograron las dimensiones en número de participantes y extensión geográfica o el alcance en términos de logros de las de 2011, ni compartieron sus características principales.

    No obstante, organizaciones sociales y del movimiento obrero preexistentes tuvieron un papel singular en potenciar las movilizaciones espontáneas (Barreñada, 2011). En Egipto, por ejemplo, grupos de jóvenes que se habían movilizado desde años atrás en solidaridad con huelgas obreras independientes (el Movimiento Juvenil 6 de abril) y con el pueblo palestino, desempeñaron una función clave en diseminar las convocatorias a la movilización y en ofrecer cierto liderazgo.

    En las amplias movilizaciones de 2011 contra los gobiernos árabes,

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