No todas las tendencias modernas confluyen en la desaparición de tradiciones y
creencias. El devenir diario va también creando nuevas tradiciones y consolidando creencias de nuevo cuño. Nada es estable, nada es eterno. Todo lo vivo evoluciona, cambia, con las sumas y restas que el tiempo ajusta. Las nuevas religiones, que son legión, hablan de mensajes extraterrestres, viajes astrales, acercamientos de seres interplanetarios, comunicaciones mentales con diferentes galaxias, ángeles o espíritus mensajeros, etc. Temas, todos ellos, de nuestra época y cultura; que, sin duda, despertando la curiosidad insatisfecha, hasta su extinción, del ser humano, irán formando el poso religioso del futuro, como fermento fructificador de los mitos actuales. En diferentes religiones, el hombre puede acceder a convertirse en un dios menor, por sus merecimientos. Y, en las menos, Dios baja a la Tierra, de tiempo en tiempo, tomando forma de hombre para estar entre nosotros. Hay variantes para todas las mentalidades, adaptadas siempre a la idiosincrasia del pueblo y al tiempo en que surgieron. Una de las tendencias comunes a las religiones, que han sido, casi en su totalidad, fundadas por hombres, es su repetida y latente misoginia. Tanto la Biblia, en el Talmud, como El Corán o los Vedas, aclaran que, a igualdad de derechos, habrá de prevalecer la razón del hombre sobre la de la mujer. Esto se sigue reflejando en numerosas disposiciones prácticas de la vida diaria. La figura femenina, en la mayor parte de religiones, pasa a un segundo plano, aún cuando, nominalmente, se le reconozca una importancia destacada, en su papel de madre y esposa, siempre sacrificada, virtuosa y obediente. De ahí no pasan. El monoteísmo, tendencia actual concentradora, por muy quintaesenciado que esté, considera a Dios como un ser masculino. Y esto fija todas las demás jerarquías, tanto religiosas como sociales. El hecho de que la Iglesia Anglicana haya osado autorizar la ordenación sacerdotal de mujeres con plenos derechos, ha paralizado la reunificación proyectada con la Iglesia Romana, ya que la Curia Vaticana no lo aprueba. A finales del siglo XX. Aún temen que esta pudiese ser la brecha, por donde se colase la lucha reivindicativa por la igualdad religiosa de la mujer. Los progresos civiles, sociales, no son admitidos paralelamente en el mundo de lo religioso, más conservador. O, sencillamente, más auto protector. Por miedo a perder sus privilegios. Mientras, la vida sigue.---- Emilio del Barco. DNI 27.968.889. Tel./928 780967.---- C./ Amapola, 43.---- 35259 Agüimes.