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Macedonio Fernández
Sintamos, amada, el vacío del mundo, de la presentación geométrica y
física de las Cosas del Universo, y la plenitud, la certeza única de la Pasión, el
Ser esencial, sin pluralidad.
Sonreirás como enlazada al vacío desde una ventana que parecía dar a
una inmensa e inmovible Realidad Externa y que bruscamente se reduce a un
punto, si piensas un instante que en una imagen de escena que sueñas o
imaginas pensando despierta puede haber toda la extensión del mundo y sin
embargo cabe en tu espíritu o mente, o si quieres, en las fibras de una molécula
imperceptible de tu “corteza gris”, como dicen los fisiólogos. Si habiendo
abarcado con tu vista un panorama con sol, tierra, cielo, bosques, ríos o mares,
riberas, edificios, luego lo piensas o sueñas tienes exactamente la misma imagen
inmensa encerrada en un punto de tu mente, de tu alma, o si se quiere en una
microscópica célula nerviosa de tu corteza gris. Y aún más, esa misma corteza
gris y el cerebro todo es una imagen de tu mente pues no sabrías que existe si
no fuera por imágenes que tienes de su forma, color, divisiones, dibujadas o
vistas, y tus imágenes de contacto, de temperatura, si has estudiado anatomía.
Si la corteza gris existiera por sí, ¿cómo podría pensar en ella misma? Pues esto
que estamos discurriendo es precisamente un pensar la corteza gris en ella
misma. ¿Cómo el órgano de las imágenes tendría una imagen de sí? ¿Cómo la
corteza gris, donde se dice que reside el pensamiento, pensaría en ella misma,
mientras el ojo no puede verse directamente a sí mismo; vemos todo a través de
él y a él no lo vemos?
Si dentro de mi mente no hay extensión y en cualquier imagen mía
puedo representarme todo lo que he visto, es sencillamente porque no hay la
Extensión, todo el Universo no es más que un punto y, menos aún, no es más
que una idea, una imagen en mi alma.
Es esa extensión la que crea la ilusión de pluralidad que no es aplicable a
la única realidad del Ser: la Sensibilidad.
Aquí me detengo; creo que estas palabras puedan asomar tu sensibilidad
al abismo del ser y al reconocimiento de que todo es psique, y por tanto
inmortal. Porque ya te insinué en muchas tentativas de conmover tu dolorosa
creencia en la muerte, que siento que el obstáculo que me domina para impedir
que mi amor por ti sea el todo‑amor que mereces y que es todo el valor de
realidad es esa discrepancia que nos separa en cuanto tú crees que nos espera
muerte y un terminar de nuestras personas y de nuestro amor y yo no creo que
el todo‑amor pueda florecer en seres que se crean pasajeros.
En Museo de la Novela de la Eterna