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Quim Monzó

Un pastel
con doscientas
velas

E
l lunes se cumplirán dos-
cientos años del nacimiento
de Edgar Allan Poe y ello ha-
ce que, estos días, en Esta-
dos Unidos haya celebraciones. Hoy,
en Baltimore hay un homenaje, una re-
presentación teatral de Hop-Frog, un
concierto y un brindis (de sidra). Ma-
ñana, representación de Conversación
con una momia y sorteo de un pastel
con la forma del monumento a Poe. El
lunes, inauguración de una exposi-
ción y fiesta de cumpleaños, con visi-
tas guiadas a las catacumbas del ce-
menterio de Westminster. También
habrá lecturas de El cuervo y Annabel
Lee, y un concurso de dobles de Poe.
El lunes, en Filadelfia, 24 horas segui-
das de Poe: lectura de poemas, pastel
de cumpleaños y paseo a la luz de las
velas desde la iglesia de San Juan has-
ta el Museo Poe. Los fastos durarán
hasta octubre cuando, con motivo de
los 160 años de su muerte, le monta-
rán un funeral: con un coche de muer-
tos tirado por caballos y, en el ataúd,
una reproducción de su cadáver.
Muchas ciudades se interesan aho-
ra por Poe. Nació en Boston, creció en
Richmond y, de adulto, vivió en Rich-
mond, Baltimore, Filadelfia y Nueva

En octubre le montarán un
funeral: con un coche
fúnebre y, en el ataúd, una
reproducción de su cadáver

York. En Boston es donde menos tie-


ne: una placa donde nació. En Balti-
more tiene la tumba y una casita ado-
sada. También hay casas Poe en Nue-
va York y en Filadelfia. En Richmond
está el museo más importante. Pero el
director de la Casa Museo Poe, de Bal-
timore, explica que el fervor de las de-
más ciudades es circunstancial. AP re-
cogía sus palabras: “Cuando se acabe
el bicentenario, todas esas ciudades
pasarán de Poe como de una botella
de amontillado vacía”. Qué bonito.
En Catalunya mucha gente tiene
también la sensación de que, tras la
conmemoración del nacimiento o la
muerte de alguien, la gente y las insti-
tuciones se olvidan de él. Es algo tan
asumido que incluso personas de opi-
niones literario-empresariales tan dis-
pares como Joaquim Molas y Jordi
Puntí coinciden en eso. Explicaba Mo-
las en Serra d'Or: “La caída en vertical
de la literatura en la opinión pública
es considerable. Pensemos en el año
Pla, en el año Verdaguer… ¡Los diarios
hablaban constantemente! Ahora ¿có-
mo y quién habla del año Rodoreda?”
En El Periódico, Puntí escribía: “Hasta
ahora hemos vivido, por ejemplo, el
año Verdaguer, el año Pla, el año Dalí,
etcétera. La intención es muy buena,
pero a menudo los resultados no van
más allá de la anécdota. Es una vaga
sensación de Míster Marshall: pasado
el año en cuestión, el autor vuelve edu-
cadamente a los estantes del olvido”.
En todas partes cuecen habas. En
catalán decimos “A tot arreu se'n fan,
de bolets”, y algunos añaden “quan
plou”. Hace cerca de treinta años, una
noche, en un bar de Nueva York dos
amigos tratábamos de traducir ese di-
cho al inglés. Por consenso llegamos a
“Shit happens everywhere”, fórmula
que para Baltimore también servirá.c

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