Cuando el arte es un
compromiso social
Iván Nogales
Quién no ha tenido alguna vez la tentación
de sumirse de lleno en la práctica del teatro,
en hacer de este arte una profesión. Pero
los hilos de la cordura que siempre nos
jalan por el camino más fácil y práctico, nos
susurran en la conciencia que del arte no
se vive.
Pero afortunadamente, en un país donde
el teatro es “cuestión de fe”, hay quienes
sucumben religiosamente a su encanto y
lo llevan a cuestas con sus luces y sombras.
No obstante al hablar con Iván Nogales,
advertimos que las luces se imponen a las
sombras porque, con el teatro como
actividad artística, ha logrado construir un
emporio cultural en una de las ciudades
más necesitadas de Bolivia, El Alto de La
Paz.
Iván Nogales es fundador del reconocido
grupo de teatro Trono, un grupo que,
además de hacer presentaciones en El Alto,
realiza giras itinerantes en el resto del país
y en el extranjero. La propuesta de Trono
es un teatro que no siempre busca el
aplauso fácil de las iluminadas y cómodas
salas, es un teatro de compromiso con la
comunidad de la cual surge; pero no por
ello renuncia a la exquisitez del arte. Iván
también es director de la Compañía de
Productores de Arte (Compa) una propuesta
nacida de Trono, pero que diversifica su
oferta cultural. Es una Casa de la Cultura
en El Alto donde se imparten talleres de
ballet, circo, teatro, música y otros. Además,
su llamativo edificio de 7 pisos, construido
con material reciclable y chatarra, alberga
otras ofertas como biblioteca, museo y otros
talleres ocasionales.
Aunque la historia de Iván con el teatro
empieza en sus años de adolescente, su
compromiso social e ideológico deviene de
su historia familiar, y del ejemplo heroico
de toda una generación. Como casi todos
los habitantes de El Alto de La Paz, la familia
de Iván tiene su propia historia de
desarraigo. Ellos también tuvieron que dejar
atrás su comunidad rural para buscar
mejores perspectivas de vida en la ciudad;
y como muchos se quedaron en El Alto,
esa ciudad que a fuerza de inmigrantes
hoy es una de las más pobladas del país y
con perspectivas, no siempre planificadas,
de mayor crecimiento.
En ese entorno de pobreza vivió su niñez.
Una época en la que las carencias dieron
paso al ingenio y a capacidades que más
tarde serían la base de su formación. Pero
también vivió una niñez signada por la
perdida de su padre a la edad de 7 años.
Este triste episodio lo comprometió
ideológicamente con la búsqueda de un
país mejor.
Su padre fue uno de los 70 jóvenes que,
contagiados por las ideas revolucionarias
del Che, conformaron el Ejercito de
Liberación Nacional y se aventuraron en
las montañas de Teoponte. Estos jóvenes
idealistas buscaban, a través de las armas,
un país mejor: pero la mayoría sólo encontró
la muerte. Iván vivió y creció con el ejemplo
de su padre y con su legado ideológico: “Yo
crecí pensando todo el tiempo que algún
día íbamos a volver a las montañas, a un
nuevo foco guerrillero”, pero como todo
cambia con el tiempo, se convenció de que
ese ya no era el camino: “…admiro lo que
ocurrió con mi papá y toda esa gente, pero
otra generación, ya resultaba anacrónico
pensar de esa forma”.
Si los guerrilleros alzaron las armas para
buscar un nuevo país, Iván cree que se
puede lograr lo mismo a través del arte y
el compromiso con la sociedad. Según nos
cuenta, por eso eligió la carrera de
sociología; sus carencias económicas,
sumadas a sus ideales de cambio le hicieron
pensar en su profesión como una actividad
siempre al servicio de los excluidos. Empezó
el teatro al mismo tiempo que sus estudios
universitarios: “Pero la carrera de Sociología
era en las aulas y la carrera de teatro lo
aprendí en las calles, porque, por lo menos
en ese entonces, no había academia de
teatro, la única manera de aprender era
observando a los otros compañeros que
hacían teatro en las calles”.
Desde esos años el teatro es para Iván,
más que todo una propuesta social, es un
teatro de compromiso. En los primeros años,
con sus compañeros de barrio descubrieron
primero el lado instrumental del teatro, para
canalizar las demandas de su entorno: “El
teatro pasó a convertirse en una herramienta
para catalizar lo que pasaba en el vecindario:
pobreza, falta de agua, luz, etc. Si lo
decíamos de una manera clásicamente
política, a través de protestas, también se
escuchaba, pero esa vez nos dimos cuenta
que esas demandas, canalizadas a través
de imágenes teatrales de un grupo de
jóvenes eran más llamativas; la gente se
divertía al mismo tiempo que veía una
demanda muy profunda, entonces nos
dimos cuenta de la potencia del arte como
una forma de expresión de las demandas
de la sociedad”.
La primera propuesta más importante de
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Iván nace con el nombre de teatro Trono
en el año 1989. Pero antes, sus primeras
experiencias lo prepararon para que en él
se vaya gestando una propuesta teatral
diferente: “Antes de teatro Trono, cuando
tenía 15 años, en la parroquia Pío X del
Alto, creamos un grupo de resistencia a
través del arte y la cultura frente a la
dictadura”. Años después nace teatro Trono,
como una propuesta individual y se
mantiene así durante muchos años.
Esta propuesta teatral trabaja el arte como
una devolución. Devuelve a la comunidad,
lo que la comunidad misma les genera. Por
eso creen en un tipo de teatro donde el
actor es parte de la comunidad, ni más ni
menos que cualquiera de los espectadores:
“Nos interesa el artista popular, ese que se
construye con el respeto profundo que la
comunidad le da porque se alimenta de
todos los insumos de su cultura, de lo que
la memoria de construcción histórica le
otorga a este artista. Su lectura de si mismo,
en ese entorno, es muchos más
profunda…el actor empujado para el
aplauso solamente, puede ser nefasto, por
eso no todos los teatro son iguales”.
“El teatro, tan sencillo como es, es capaz de descolonizar las
partes desconocidas de nosotros, no para relaciones de dominio,
sino para lograr que razón y sentimiento, cuerpo y espíritu tengan
un cierto equilibrio”.
Para Iván y su grupo, el trabajo con sectores
marginados es una prioridad. Y los sectores
más excluidos de esos grupos marginados
lo constituyen principalmente los niños, que
cuando no encuentran mejores perspectivas
de vida en sus hogares, se sumergen en la
corrupción y los vicios de la calle. Este es
el punto de objetivo del trabajo que realizan,
inicialmente como teatro Trono y
posteriormente como Compa, que el arte
sea como una terapia para los niños de la
calle: “Por su puesto que lo primero que
trabajamos es el tema de la autoestima;
estos niños cargan una autoestima tan
dañada, tan pisoteada por el entorno, por
ellos mismos; con una historia familiar que
los ha empujado a los olvidos de la sociedad.
Porque la pobreza, los chicos de la calle
son olvidos, olvidos del Estado, de ciertos
sectores de la sociedad: la pobreza es un
olvido en general”.
Pero a pesar de que el teatro,
principalmente, se ha convertido en una
terapia alternativa para estos niños, Iván
reconoce que la cura requiere un proceso
más largo y complejo: “Conozco
instituciones que son expertos en maquillar
chicos, los bañan y los peinan para que
venga el gringo a sacarles fotos. Pero los
traumas que arrastran no es algo que se
saque con un poco de agua, son procesos
que llevan muchos años. El teatro y todo lo
que hacemos es apenas una pequeña dosis,
se necesita hacer seguimiento con
psicólogos, terapeutas, etc.”.
Compa está vinculada a otras instituciones
a las que derivan los niños y jóvenes que
requieren este tipo de ayuda. Iván sabe por
experiencia propia lo difícil que es trabajar
con estos niños, lo difícil que es alejarlos
de los vicios: “Hace tiempo acogí a 7 niños
en mi casa, durante años, y es una
experiencia que no voy a volver a repetir.
Sólo 4 de ellos están conmigo trabajando
como instructores y aún así, después de
tantos años, todavía tienen recaídas”.
Para 1991, el grupo teatral dio vida a un
proyecto de mayores envergaduras, el
centro cultural Comunidad de Productores
de Arte (Compa). Con este centro se
diversificaron las actividades y las
propuestas artísticas, aunque la cara más
conocida, “la punta de lanza” como dice
Iván, sigue siendo el teatro.
Desde hace algunos años la experiencia
de Compa ha sido replicada en
Cochabamba y hace algunos meses en
Santa Cruz. Además, en muchos de sus
viajes y presentaciones como teatro Trono
han logrado plantar su semilla también en
Estados Unidos y posiblemente, en un plazo
más largo, en Alemania: “…de los viajes
que hicimos a Estados Unidos con las
presentaciones de teatro Trono, fuimos a
la universidad de Northeastern en Chicago
donde tienen un programa de educación
bilingüe. Les ha encantado lo que hicimos
allá, así que nos pidieron que hagamos una
especie de sucursal”. Iván resalta orgulloso
el hecho de que, esta vez sean los de allá
quienes copien algo que se hace en este
país, cuando la regla siempre ha sido el
que nosotros copiemos lo que ellos hacen.
Pero las aspiraciones no terminan. La
búsqueda constante de un país mejor, de
un mundo mejor es la lucha sempiterna de
los hombres que no están conformes con
lo poco que se hace, porque siempre se
puede hacer más. Por eso el reto ahora es
la “fundación de un pueblo”, un espacio de
creación artística, una comunidad de
productores de arte.
Para Iván, el hecho de depender
económicamente de alguien, especialmente
en actividades culturales, resiente al
crecimiento y evolución de las aspiraciones
y sueños. Con la visión más amplia que les
han dado sus viajes hacia Europa y Norte
América, saben que hay un gran mercado
para la producción artística que no es bien
aprovechado por los bolivianos.
Este pueblo de artista, además de producir
arte para el mercado interno y externo, que
asegure su sostenibilidad, estará
consustancializado con la tradición indígena,
con su lucha, su identidad, su organización,
y a la vez conjugados con los modelos
occidentales llámese socialismo, marxismo,
anarquismo: “Lo que pasa es que venimos
de generaciones en las que creíamos que
el socialismo ya estaba cerca y creemos
que a través del arte podemos construir
una experiencia modelo”.
El eje fundamental sobre el que rotará este
ambicioso proyecto, siempre será el arte;
como dice Iván, “será una propuesta ética,
estética y política”.