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Por efecto de la concesión de “inmunidad” otorgada por los reyes, el propietario era
convertido en “señor”, el territorio en “señorío” y sus habitantes en “vasallos”. Estos
señoríos podían ser:
a) Solariegos: se basaban en la mera posesión de la tierra y únicamente
proporcionaban a los señores el dominio sobre la misma y el derecho a percibir una
serie de rentas que los vasallos pagaban.
b) Jurisdiccionales: implicaban que el señor ejerciera una serie de funciones que
corresponderían al rey o a sus oficiales por su índole jurídico-pública, como son el
cobro del impuesto, administración de justicia y llamada a filas.
Dentro de éste se dieron distintos tipos de señoríos:
o Señoríos Reales: el vasallo solía disfrutar de privilegios que otros no
gozaban.
o Señoríos Nobiliarios laicos: Tuvieron su origen en los encargados de
colonización recibidos por parte del rey
o Señoríos Eclesiásticos: aquellos en los que el señor era eclesiástico. Dentro
de este cuerpo podemos incluir las “Encomiendas” o señoríos de las
Órdenes Militares.
Otros tipos especiales de señoríos son:
- Behetrías: se dieron en Castilla en las zonas en las que habían sido objeto de
repoblación privada. En ellas fue frecuente que los pequeños propietarios libres se
dieran, junto con sus tierras, en régimen de encomendación territorial a un señor
para su servicio, a cambio de protección. Hubo varios tipos como los de “mar a
mar” o las “de linaje”
- Honores: se dan en la Corona de Aragón. El rey otorga una serie de facultades
administrativas y jurisdiccionales, integradas entorno a un conjunto de tierras y de
hombres, a los nobles para que lo administraran en su nombre.
- Remensas: se da en Cataluña. En él los vasallos estaban adscritos a la tierra
pudiendo salir únicamente de tal situación pagando al señor una cantidad por su
redección
El señorío solía contar dentro de su territorio con iglesia propia, en la que el señor tenía
la potestad de designar a los sacerdotes que las atendían. La inmunidad constituyó un
elemento que hacía perder súbditos al poder real. Las inmunidades redujeron
significativamente el ámbito de la acción de los monarcas hasta el s. XIII, en que, fuera
ya del esquema feudal, comenzaban los reyes a tomar plenitud de sus atribuciones.