Você está na página 1de 3

UNIVERSIDAD DE DEUSTO

SEMINARIO 50 años de la Revolución Cubana: antecedentes y


perspectivas.

Síntesis de la primera sesión


23 de enero de 2009

I. La experiencia y proyecciones de la República pre-revolucionaria:


la República que aún espera.

Con el fin de la guerra hispano-cubana-estadounidense en 1898, se inicia la


construcción de la primera República de Cuba (1898-1902). La promulgación
en 1902 de la primera constitución es el resultado de un conjunto de
transformaciones, que rodearon la redacción definitiva de la misma. El texto
constitucional se vio afectado por la imposición por parte del gobierno de
los Estados Unidos de la Enmienda Platt, la cual restringía el principio de
soberanía nacional a través de un conjunto de artículos. De este modo, el
transitar de los primeros años republicanos se caracteriza por un
sentimiento de frustración nacional.
Con la revolución de 1933, en parte, resultado de una república neocolonial,
se produce un nuevo proceso constitucional que culminará con la
constitución de 1940, en la que participan todas las fuerzas políticas del
país teniendo como resultado un alto grado de legitimidad institucional y
política para los contemporáneos. No obstante, la estabilidad electoral
experimentada bajo esta nueva constitución, la corrupción y el clientelismo
atravesaron con fuerza todo el entramado social cubano. El golpe de Estado
de Fulgencio Batista en 1952, que inicialmente se inspirara en una limpieza
institucional pero que más tarde devendrá en una férrea dictadura, termina
por desplazar el espíritu cívico y político de la constitución del 40. Frente a
ello, se inspiran movimientos sociales, principalmente de estudiantes
universitarios, que lucharán contra la dictadura con la idea de reinstaurar la
constitución y reiniciar el camino republicano y nacionalista tantas veces
postergado.
Se hace imposible entonces entender el triunfo de la Revolución Cubana y el
actuar de los protagonistas iniciales de este proceso, sin tener en cuenta
estos elementos. No obstante, estos elementos son simplemente
referencias y en ningún momento sirven para justificar ni legitimar por sí
solos, el devenir revolucionario.

II. La revolución cubana como un proyecto de subversión social: de


espectadores escépticos a protagonistas del cambio.

La revolución cubana puede ser catalogada como un auténtico proceso de


subversión social, que fue posible por la existencia de un consenso de
cambio. La existencia de este consenso favoreció el apoyo a la vía
revolucionaria a fines de los años cincuenta. Traía consigo no sólo las ansias
de liberarse de una dictadura que a la mayoría molestaba en términos
políticos, sino también de los frenos que ésta ponía a las ansias de movilidad
social, bienestar económico, así como los reclamos de moralización social que
la sociedad cubana había acumulado durante su existencia republicana.

Como resultado, desde los albores revolucionarios se plantea una ruptura


con el orden anterior en varios aspectos. En lo económico, se sostiene la
necesidad de diversificar la producción y luchar por ampliar sus mercados.
En lo social, se promete la limpieza y mejoramiento de instituciones, la
preponderancia de los intereses nacionales y la integración cubana por
encima de razas y credos. Paralelamente, se esgrime en la esfera
internacional la tesis de la plena soberanía. En síntesis, este consenso se
manifiesta en un intento de romper con lo peor del pasado, sin que ello
implique una remodelación total de la sociedad.

En la comprensión del proceso de subversión social generado con la


revolución cubana destacan, al menos, cinco aspectos:

1. la rápida y profunda reestructuración de la normativa, que facilita la


puesta en práctica efectiva de las medidas revolucionarias, beneficiando
a amplios grupos de la población.
2. la debilidad de la burguesía cubana como clase, en particular, la actitud
de repliegue y espera que manifestaron los industriales.
3. la transformación del lenguaje, imponiéndose rápidamente un estilo
discursivo particular, claramente diferenciado de la tradicional retórica
política, y que persigue establecer una forma de comunicación distinta
entre los líderes y las “multitudes”.
4. la redefinición de la política, que transforma la noción de participación y
la representación que se tiene del Estado. La dinámica de las relaciones
con los Estados Unidos, entre otros factores, juega un papel importante,
en la conformación de la identidad patria-nación-revolución e irá
colocando del lado del “enemigo” de la revolución a todos aquellos
grupos o personas que no participen en forma entusiasta, se marginen o
critiquen en forma excesiva la obra revolucionaria.
5. la normalidad revolucionaria. La euforia de los primeros momentos de la
revolución da paso a un estado de normalidad en el que el protagonista
del cambio siente la seguridad de que lo conquistado es imperecedero, y
de esa forma puede descansar en sus logros. Los problemas que
empiezan a manifestarse (baja productividad, ineficiencia, indisciplina
laboral, excesivo burocratismo, especulación, entre otros) son,
paradójicamente, consecuencia de las propias conquistas
revolucionarias.

Es en la etapa de institucionalización donde florecen y se reproducen


fenómenos –manifiestas prácticas de formalismo, burocratismo,
paternalismo, desaprovechamiento de mecanismos y espacios
participativos, étc.-, que hacia mediados de los 80 plantean la urgencia de
una “revitalización” o rediseño del proceso.

III. Comentarios y preguntas para el debate.

El comentario pretendió hacerse cargo del hecho que, a la luz de sus


antecedentes, la revolución Cubana resulta un hecho altamente complejo
respecto del cual un acercamiento prolijo y honrado exige juicios matizados.
Un asunto respecto del que se quiso llamar especialmente la atención, es el
carácter nacionalista de la revolución cubana, antes incluso que su más
tardía adscripción socialista. Este carácter nacionalista de la revolución de
1959 encuentra su fundamento en la frustrante relación mantenida por
Cuba y los EE.UU., desde el momento en que EE.UU. interfiere en el esfuerzo
independendista cubano respecto de España a finales del S. XIX,
constituyendo lo que en la literatura ha recibido diversas denominaciones:
un protectorado, una neo-colonia, una soberanía mediatizada. Más allá de
las denominaciones, lo que subsiste es el hecho que EE.UU. pretendió hacer
de Cuba un enclave azucarero funcional a sus propios intereses, dotándolo
incluso de estatus jurídico constitucional con la enmienda Platt de 1902, o
por vías de hecho incluso más allá de la derogación de esa enmienda en los
años ’30. En efecto, en fechas tan tardías como 1956, la cuota azucarera
que se exportaba a EE.UU. era capaz de condicionar y finalmente abortar la
posibilidad de un desarrollo económico moderno y autónomo para la Isla,
perjudicando el surgimiento de un sector agrícola moderno y diferenciado,
así como de un sector industrial.

Un segundo punto abordado por el comentario dejó constancia de la


interrogante acerca del proceso cómo en los intensos tres primeros años de
la revolución, su carácter nacionalista cristalizó en un fórmula socialista. En
su esfuerzo redistributivo a favor de los grupos más pobres y vulnerables de
la población, el gobierno revolucionario se alienó del posible apoyo de las
diversas “clases económicas” que componían la burguesía cubana
(siguiendo la denominación de Pérez-Stable) y concentró el conjunto del
poder político y económico, radizalizó el antagonismo con los EE.UU., y la
cercanía con la URSS y el bloque socialista. ¿Tenía que haber sido así? Las
conductas de los diversos actores internos y externos, ¿operaron como
causas o como efectos, puesto que unos y otros justificarían más tarde sus
comportamientos en el comportamiento del otro? Finalmente, quedó
planteada la interrogante respecto de cómo sustentar un esfuerzo de
construcción social basado en una nueva conciencia revolucionaria que
supone satisfacción en la abnegación. ¿Puede lograrse esa satisfacción
abnegada como fruto de una organización social en la que la adhesión a los
comportamientos esperados por el gobierno no descansa, en último
término, en la espontaneidad y voluntariedad de los actores?"

Você também pode gostar