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Personajes
Pepe
Pancho
Luís
Paco
Hoho
Mujarami
Hombre Desconocido
Mutier
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Una cama en el centro del escenario. Después de unos segundos entra Pepe.
Pepe: (Cansado) Estoy harto. Y apenas comienza… Otra vez. Me podría volver loco. ¿Parece que
volverse loco es lo único? Sería bueno, necesario, me llenaría de risa, verdadera risa desde
los ojos. Me empacharía de luna. (Breve silencio) Pero todavía las manecillas filosas del
tiempo completo sería bueno. No sé ni siquiera que hago o donde estoy. No estoy ni aquí, ni
ahí. Seguramente ni en mí, ni en los demás, no están en mí, no los siento, no siento nada…
No es tan malo estar siempre sedado. Intoxicado de luna. Sería encantador, no me movería
para nada y las enfermeras me cambiarían los pañales o la sonda. Debería hacer un hoyo
grande, echarme tierra y quedarme así, no más, plantado, una semilla vacía, esperma
pegajosa en la sábana, un árbol invisible, sin sombra, hijo del desierto, espinoso para que
nadie me toque. Como todo. Aunque lo demás es... Nada más lo que es. Y está afuera. (Se
acuesta en la cama) Esta es la nave blanda, la tierra negra, el horno que me da forma todas
las noches y no llega a nada. Soy un muñeco, un muñeco de barro sin cocer, sin soplo en el
rostro, al que nada más le escupen... Un muñeco muy bien hecho por cierto. (Enciende un
cigarro y fuma.) Pero que tiene que regresar a la tierra para no desmoronarse por el aire de
afuera. De verdad si no cuando las palabras: oiga como está. Una mirada que nada más roza
y las manos extendidas de arena, todas de arena, porque yo igual me hundo y cómo hastía,
se mete por la ropa y el polvo anida en las ingles de donde nacen larvas esponjosas que te
abrasan. (Silencio) ¿Puedo pensar lo que quiera y decir lo que quiera? ¿Puedo irme ahora y
dejar este lugar solo? Despertaría en la calle con pérdida de memoria y el cuerpo a medio
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deshacerse. (Silencio) Y la luz, no debería haber luz en el norte, porque como cala, desierto
de luz, serpiente de luz, tierra, carreteras evaporándose, hace que todo cale y muerda. (Leve
pausa) Y sin darte cuenta allí están: los ojos rojos y desinflados y el charco de sangre y sal
sorprendo contando sin saber por qué. No es al ritmo del segundero, no cuento a las
personas, o los postes, o las manchas. Cuento nada. (Silencio) ¿Y cómo está? Que suba
partimos y guarde cada una d’ellas en su cajón. Y no hay remedio y lo que me queda es
regresar. Y volver, volver, volver, a mi lado otra vez. (Silencio) ¿Pero cual? Disculpen de
verdad... Es una pena, pero sea como sea creo no tener la culpa. Y pues... Si alguien llega a
tener la idea de que va a encontrar algo aquí, algo, lo que sea, no sé, supongo que saldrá
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Pepe: Nada... Dormía hasta que tocaste y entraste sin que te dejara. ¿Y tú?
Pancho: Nada
Pepe: No.
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Pepe: Cada quien se divierte como quiere. Además tengo mucho sueño. ¿Te podrías ir?
Pancho: ¿Y soñabas?
Pepe: ¿Qué? No. Sí, que contaba: uno, dos, tres, otra vez tres. Así que no importa no hacía nada.
Pancho: Bueno, es lo que haces siempre... Todos. Incluso trabajas: lo más cansado de hacer nada.
Terrible, atroz.
Pepe: Hago lo que todos. Atroz es una palabra que suena a pedazos.
Pancho: Pues es lo mismo que decir que nadie sabe nada. No te creas, yo nada más digo que la
Pepe: Todo se hace pedazos, todo es atroz. No importa, es nada más algo que haces. Yo... Tú sabes.
Aquello es como una torre de Babel: laberinto y circo. Yo nada más veo que en la base de
datos todo esté correcto, lleno campos y campos y campos... (Reflexionando) Es una
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extraña agricultura. Un descanso es dejar que las moscas de los libros se metan por los ojos
Pancho: Si, yo creo que todo eso es igual y nada es lo único que se debería hacer. Ni siquiera
deberías de leer. A mí todos los libros me parecen iguales, como si todos a fin de cuentas
dijeran lo mismo, nada más se van acumulando uno sobre otro haciendo bultos.
Pancho: Claro, una vida donde no se haga nada, con actividades que únicamente nos sirvan para
Pancho: Sí, nada más quiero alcohol y cigarros. Pero nada más es algo que haces, tú entiendes. Es
que me soltó para ver si volaba pero me estrellé porque las alas se quedaron atoradas en el
útero.
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Pancho: El doctor que me soltó.
Pepe: Como todos, como todos. Y no necesito ver más, no sé si los gusanos tenemos ojos, pero
siempre seremos de la tierra, los hoyos, el útero, la cama. Además solamente trabajo por el
Pancho: Del doctor que me soltó. Y las moscas. Gusano con moscas, podrido, reptando en su
propia suciedad, entre insectos y sanguijuelas. Agua estancada y pestilente. Gracias a él los
Pancho: No, no. Nada más que me hubiera hecho un favor y en lugar de estrellarme en el suelo
hubiese hecho lo necesario para convertirme en un vegetal. Extirpar una cosita de aquí, otra
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Pancho: Gracias. Nada más eso, lo que te decía. Porque todo sirve para nada, imagínate que un
insecto de cama se te fuera hasta el cerebro y te desconecte todas las neuronas adecuadas.
No recordar nada de lo que has hecho o leído, no querer nada ni esperar nada. Mejor
que te sientas feliz el resto de la vida. Pronto esta práctica se ofrecerá de manera gratuita en
el seguro social.
Pepe: Creo que ya están haciendo eso. Pero no me apuntes en la lista de espera por favor. Me da
igual dormir con las chinches y encontrarme en la cama convertido en una. ¿Qué se te
ofrecía?
Pancho: ¿Qué?
Pancho: ¿Entonces?
Pepe: Tú tocaste.
Pancho: ¿Y?
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Pepe: (Mostrando un poco de confusión) Pues no sé, nada. Voy a dormirme. (Se acuesta en la
cama.)
Pancho: (Como esperando el adormecimiento de Pepe para molestarlo.) Entonces. (Alzando la voz)
¿Dejarías lo que haces? Al fin de cuentas no es nada, si lo piensas bien. Además, sueñas que
Pepe: (Levantándose gradualmente) No... No es tan molesto, además no importa. Hay ocasiones en
las que me desentiendo de todo y siento que me convierto en un fantasma que opera sin
saber nada. Una especie de huida, un transe provocado por el sometimiento a las
químicamente para rendir al máximo y superar continuamente los más altos estándares de
porno mientras los genitales hacen lo suyo con un rostro general, entregados al éxtasis
llama, con el vértigo que implica. Soy como una palabra que repites tanto, tanto, hasta
Pancho: (Interrumpiéndolo y divertido) Mantram, mandala, padre nuestro, atroz. Muñeco budú
parido en el tic-tac, tic-tac, taca-taca. Está en todas partes, repetición y número a fin de
cuentas llevan a la forma acabada, tú sabes, el perfecto borracho solamente llega a serlo
Veo algo, tienes un semblante verde, también eres un vegetal. No se puede negar: actividad
repetitiva y sedante. El secreto de todas las religiones, de todos los gobiernos, de todos los
amores, todas las lujurias y fornicaciones mete-saca, etc., etc. Todo está hecho de lo mismo.
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Pepe: ¿Para qué tanto alboroto entonces? Todos somos vegetales. Que vivan los vegetales.
Pancho: Aún así no te comprendo. Imagino que eres como un huevo vacío, si te quiebras no habrá
nada dentro, de ti nada nacerá, nada se perderá. ¿Verdad? Para ti no hay nada más.
(Silencio)
Pepe: ¿Entonces?
Pancho: Pero mira. Hay cosas como los pájaros que sin ninguna preocupación tienen todo lo que
necesitan para vivir. (Hace una pausa para beber y fumar.) ¿De qué nos preocupamos
Pepe: Yo podría ser una clase de insecto y salir por un ojo buscando la luz. Un gusano.
Pepe: (Bostezando) Parece que en lugar de las palmaditas en el trasero los doctores nos dejan caer
Pepe: ¿Qué?
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Pancho: En los árboles también hay gusanos.
Pepe: Sin dormir. Me da la impresión de que esta conversación no es muy distinta al sonido que
Pancho: Si pudiéramos escuchar a los gusanos sería idéntica. (Silencio, beben y fuman.)
Pepe: ¿Y?
Pancho: ¿Y qué?
Pepe: ¿Entonces?
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Pepe: (Alzándose de hombros) No sé.
Pepe: Tienes la panza llena de verduras descompuestas y los gusanos se te están subiendo a la
Pancho: Pancho ríe desganado. Otra vez tres. (Saca una baraja debajo de la cama. Continúa
fumando y bebiendo. Sentado en el suelo comienza a jugar solitario.) No queda más que
jugar solo, creo que falta una carta. Beber y fumar. Que está pasando aquí cuando yo...
¿Digo yo? Me he quedado solo y no importa la manera de jugar. Me haré perder. Si entraran
otros jugar sería... No, que todos jueguen su juego. ¿Dónde habré dejado la botella para
platicar con ella? No es la única que queda para un confortable diálogo. (Toma la botella y
bebe.) Mientras éste duerme yo velo. Nada, mírolo. Cinco rojo, as negro, más negro. Por la
reina negra, desnuda, ocho negro, subterráneo. ¿Por qué no tenemos naipes pornográficos?
Dos, muy bien dos, y ahora tres. Juego de cabeza como si fuera un espejo, el hombre
colgado. Rojo, negro, rojo, negro. Rey. Nada, nada falta, nada más una carta. ¿Dónde está?
cama y saca una carta que mira absorto mientras habla.) A veces pienso que un millón de
moscas necrófagas devoran mi cerebro debido a esa larva que inhalé de alguna mierda. Y
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soy igual, sus agujas se clavan en mis pulmones, albergo un millón de helmintos. Soy
traga su propia pus. Soy el rey de los gusanos, el soberano de los parásitos, día a día ruño
mis vísceras palpitantes, entre más me pudro más me devoro, soy la rapiña y la carroña en
uno solo. Comeré mis miembros gangrenados y los pasaré con sangre envenenada.
Desapareceré poco a poco en el ácido de mi saliva. (Ríe) Todos somos iguales. (Silencio)
crezca la hierba mala de afuera. (Silencio) No es verdad. ¿De mí que podría crecer?
También caí, ahora el tiempo erosiona mi pellejo. Parece que todos necesitamos una
transfusión de cielo. ¿No, mí querida reina roja? ¿Descender? Muéstrame una fotografía de
arriba y veremos si es como abajo. De cualquier forma no sé como. Necesitaré acaso otros
ojos.
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Entra Hoho a escena. Llega envuelto en vendas color rojo y blanco, parece una momia pesada y
torturado, cada centímetro cuadrado de su piel fue sometido al beso profundo de la navaja y el roce
de la tela le recuerda el color de las lágrimas del tacto. Lo único descubierto es su rostro, pálido, a
punto de fantasma. Refleja una angustia terrible, es un niño perdido, desconsolado, su expresión se
detiene en la distorsión de facciones antes del chillido. Resulta ser el monstruo cumbre de la
pesadilla justo antes de terminar el sueño para verse uno ahogado en la cama, enterrado vivo. Su
estómago está abultado, siete u ocho meses de embarazo, con ambas manos se sostiene el vientre,
que le pesa con la fuerza de un astro desesperado por estrellarse con la tierra. Se acerca a Pancho
con paso lento y dificultoso pues sus piernas luchan con temblores para un descanso de triple
invalidez. Frente a Pancho las energías han llegado a su límite, los brazos ceden y dejan caer una
paloma blanca y muerta. Ahora las vendas están flojas pero el temblor no cesa, incluso se balancea
en nuevos mareos hasta inclinarse y casi caer. Las piernas reclaman a Hoho para el piso así que se
desploma definitivamente y comienza con un lamentable desplazamiento a nado terrestre para salir
de donde vino, lo cual no llegará a concluirse. Pancho mira la paloma, repetidamente la toca con el
Pancho: (Se estremece) Siete rojo, seis negro, rojo, negro. Ya no juego, creo que me hago trampa.
Soy un idiota. Tengo frío y me doy risa. (Bebe, fuma. Continúa tocando intermitentemente
a la paloma.)
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Luís y Paco, tocan la puerta y entran sin esperar respuesta. La paloma blanca y muerta ya no está.
Paco: No.
Luis: ¿Qué?
Paco: Sí. No hay nada que hacer. (Da algunas vueltas, vacila.) Vine a despedirme. (Silencio)
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Pepe: Cuatro, cinco, seis, siete.
Pancho: Jugamos a las cartas mientras platicamos de la existencia de esqueletos como seres
estado larvario seguirá el de la tierra. (Paco toma una carta y hace cosquillas a Pepe en la
nariz hasta despertarlo.) Y el día en que los muertos se levanten de sus tumbas, obviamente
Pancho: No. (Recoge las cartas, las revuelve, las esparce por el suelo desordenadamente.)
Luis: Nada.
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Pepe: ¿Qué quieren?
Paco: Te veías tan quieto y tranquilo que nos extrañó. Por lo menos yo sí creí que no estabas
respirando.
Pepe: Si sueño mientras cuento es sin querer, sin darme cuenta pues no recuerdo casi nunca mis
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Pancho: Pero ahora cuenta que se sueña contando.
Pepe: Creo que si sueño que cuento es porque me dormí contando. Pero no lo recuerdo.
Pancho: ¿Algo? Pero si sigues contando es porque sigues soñando. Se duerme a todas horas.
Pancho: Entonces quien está soñando... (Camina meditabundo. Hoho se levanta en un escalofrío e
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Paco: ¿Qué estamos, estamos diciendo? (Pancho y Hoho caminan lento, gradualmente más torpes,
en cámara lenta.)
Luís: ¿Por qué no estamos contando? (Pancho y Hoho caminan por el escenario y el movimiento
Pepe: Ahora no sé de lo necesario para contar. (Sin embargo, durante este regreso, el pie de Pancho
se suspende en el aire durante un momento frente al público para bruscamente darse media
vuelta.)
Luís: ¿Cantidad? (Pancho se tapa los oídos con los puños en el último tic-tac.)
Paco: ¿Qué? (Pancho da un ligero salto. Ya con sus movimientos plenamente restituidos sigue
Pancho sube a la cama y salta al piso. Sube a la cama y salta en la cama y salta al piso donde se
queda quieto mirando a Hoho. Hoho intenta levantarse para imitarlo, alza brazos y piernas trémulos,
con trabajo consigue ponerse de pie pero se tambalea hasta caer fuera del escenario produciendo un
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Silencio. Hoho ha desaparecido. Todos inmóviles comienzan a contar. Hay una atmósfera densa.
Pepe: Cuatro
Paco: Cinco
Luís: Seis
Pancho: Siete
Luís: Ocho
Paco: Nueve
Pepe: Diez
Pancho: Once
Paco: Doce
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Luís: Trece
Ya comienzan a mover los cuerpos como en un silencio apático del cual no tienen nada que pensar,
Todos: Trece
Una esfera, pequeña y blanca, cruza el escenario de lado a lado, rebotando lentamente. Los
Todos: Once
Todas las esferas que van a entrar botan en una especie de pared invisible que les impide salir por
cualquier lado del escenario. Tres esferas entran rebotando; pero obedeciendo la una a la otra:
cuando la primera toca el suelo la anterior comienza a levantarse y la primera no continúa hasta que
Todos: Diez (Cruzan las piernas. Tres esferas pasan rebotando lentamente de manera desordenada.)
Todos: Ocho (Una nueva esfera se aventura por el escenario; sin embargo, ésta se arrastra en lugar
de rodar o rebotar.)
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Todos: Siete (Pepe pone el pie a la esfera que se arrastra: ésta, sin detenerse, lo derriba. Pepe deja
de contar.)
Los restantes: Cinco (Cruzan la otra pierna. Paco se interpone ante una esfera que lo golpea en la
Los restantes: Dos (Luis se inclina para ver de cerca una de las esferas, ésta lo golpea en la cabeza
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Pancho: ¿Qué?
Pepe: Nada
Luís: (Bostezando) Fueron a llamar a… a… a… ¿No han soñado otra cosa? (Cada uno se apodera
bostezan.)
Pepe: Leí que si te das cuenta que sueñas y saltas puedes volar.
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Pepe: ¿Ya nunca volverás?
Paco: Supongo.
Luís: ¿Y si saltamos?
Paco: Yo soy el que parte y no se queja… Vivir en el Caribe, platicar con los peces, ya no son
posibilidades como antes. De alguna forma es como dijeron, seré quien está cuando,
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Paco: Ya no. (Un poco más seguro) Seré una conciencia flotante.
Pepe: Aunque siempre es lo que más me ha gustado, aquí y ahora. Por lo menos saberse de la
recrean.
Luis: ¿Quiénes?
Paco: Porque nosotros nacimos sin alas. Ahora les digo que mañana…
Pancho: Es lo que yo he dicho siempre. El deseo de bajar a todos los pájaros del cielo, de robar sus
plumas. Será mañana, mañana, mañana. (Silencio.) ¿Y cuándo dices que te vas?
Luis: ¿Quién?
Pepe: Mientras más pasen los días de tu invisibilidad más creeré en la facultad sarcófaga de la
tierra. Aunque no vayas con ella, con tu ausencia me daré cuenta que allí terminarás.
Paco: Este… sí. Sí. No me voy muy lejos, supongo; pero ya no podré venir con ustedes.
Luis: En tus palabras te presiento, ya con un poco de amargura, el estar convencido de no regresar.
Todos queremos y sigas tu camino con bien. Y no vayas a volver la mirada, no queremos
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Pancho: Sinceramente nadie va a extrañarte demasiado.
Paco: (Bebiendo) Nunca, nunca se debe extrañar demasiado. Si volteo la mirada nadie se
desvanecerá. Todo está demás, yo nada más aviso. Yo sé muy bien que nadie para nadie es
verdaderamente importante, a menos de que sea uno mismo. Así es como debe ser, a menos
de que se propongan ser inmateriales. ¿Y si cuando voltee la mirada ustedes siguen ahí?
Luis: Así, nada más, lo que decían: uno reflejado en el otro pero sin encontrarse nunca uno mismo;
Pancho: ¿Cómo?
Paco: ¿Si?
Pepe: Por supuesto, siempre es así. Ya no nos encontramos siquiera en las palabras, siempre nos
quedamos lejos.
Luis: No lo entiendo, ni lo comprendo. Pienso en las palabras de lejos como en las formas que se
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Pancho: No, no lo vemos. ¿Cómo vamos a ver la forma del ruido? No podemos.
Luis: No, eso no. Digo que no nos podemos entender, cada quien dice sus cosas. Nuestros egos no
Pepe: ¿Aquí?
Luis: ¿Qué?
Paco: No, claro que no, me refiero a otra parte, heredé una casa de plástico. No me ocurre nada,
Paco: No. Pero sí es para no salir. Me enterraré allí. Me rodeará un ambiente profiláctico, de
asepsia total. Viviré mucho más que el promedio. Sondas me ayudarán a satisfacer las
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Pepe: Parece horrible, nada más parece. ¿Qué vas hacer con tanto tiempo libre? Nada, nada más
dormir.
Paco. Tampoco. Veré el mundo y el espacio a través de pantallas gigantes. Si me canso, al oprimir
un botón, el oxígeno se combinará con gases reanimadores, nunca dormiré. Seré una isla
rodeada de monitores; del objeto más lejano recibirán un reflejo satelital, programas
Luis: ¿Cuál?
Pepe: Sí. Tú, tú, el que está aquí. Que parece estar aquí hablando, viéndonos, bebiendo, fumando,
hablando sin decir nada. (Pasa enfrente de Paco y lo toca con el dedo índice en la frente.)
Sí, el que está aquí. ¿Lo ven? Tú el que eres o parece que eres. ¿Lo ven?
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Luis: ¿A sí, cómo?
Paco: Antes de venir, mi familia: mis hijas, mis hijos, mis esposas, mis esposos, mis padres y mis
madres me decían: sin los demás no podrás hacer gran cosa. Me hicieron sentir como un
animal. Y es verdad, en realidad no se puede ser otra cosa. La manada y todo lo demás.
Pepe: Parece que gradualmente, de una u otra forma, se llegará a ninguna parte.
Pancho: Vamos.
Paco: Mis esposos y mis esposas. Digo, las cosas con las que sin darme cuenta me casé.
Luis: ¿A dónde?
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Luis: Si nadie es indispensable para nadie y siempre nos encontramos con los demás, piensen en la
fosa común. No nada más los pájaros vuelan y uno dice yo soy yo y luego contestas ya
olvidé. De las diferencias entre los pájaros, los simios y los gusanos prefiero callar.
Pancho: ¿El arte de la prótesis? Volar sin alas, modificar nuestro estado de ánimo químicamente,
mucho. Entonces hacer que éstos se piquen los ojos con alfileres para propiciar el ataque
Luis: ¿Qué?
Pepe: Se trata solamente de salir a flote, de alguna u otra forma siempre nos las arreglamos para
Paco: Mente. De forma natural o artificial. En cualquier caso los sucesos del período de una vida
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Pepe: No digo que no ¿Pero y quien no lo es?
Pancho: La mayor parte de la ficción nos ha enseñado que todo es limpio y brillante. Los cuerpos
Paco: Bastante necesaria, todo es limpio. ¿Qué haremos si mañana se acabaran, acabaran todos los
nosotros. No sé.
Paco: ¿Cómo? Eso es algo ridículo. ¿No crees? (Silencio, beben y fuman.)
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Pepe: ¿Es un chiste?
Luis: Algo así. El tipo llega al bar de siempre. Ve a la misma gente: los mismos borrachos anclados
a las sillas pegajosas, la misma convención de putillas medio ocultas en el humo de tabaco;
todos como moscas absorbiendo azúcar envenenada. No por esto el tipo era diferente,
solamente estaba cansado de su vida tediosa y repetitiva; esta es una condición común en
estos antros de muerte envejecida. Digo muerte envejecida porque dicen que la muerte
siempre está en estos lugares pero no se lleva nunca a nadie: primero se toma unas copas,
juega cubilete y se hace vieja antes de encontrar algo que parezca vivo. El caso es que el
tipo se acerca a la barra con movimientos automáticos que no se atreve a contradecir. “Le
sirvo lo de siempre,” le dice el cantinero de todos los días, preparándose para servir lo
dice: “no, hoy quiero algo diferente”. El cantinero, lleno ya de experiencia en estos casos y
para pasar un buen rato, le sirve el trago de siempre en un vaso distinto. El tipo, demasiado
concentrado en su terrible aburrimiento, sin darse cuenta hasta que lo prueba como por vez
tercera, lo termina perfectamente sin reclamar al cantinero; entonces, sonriendo, sale del
bar, y por el camino de todos los días, se dirige a su misma casa cuando ya anochecía. Así
tipo, al prender la luz, alcanza a ver a su mujer pistola en mano pero no a huir, y con el
disparo: “mi vida, todo depende del vaso que te contiene.” (Silencio)
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Luis: ¿A dónde?
Pepe: No sé.
Luis: Aburrido.
Pancho: Apestados. Podríamos hacer cualquier cosa, por eso no hacemos nada. Atroz.
Paco: ¿Vámonos?
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Luis: Siempre hacemos algo pero no nos damos cuenta. (Recoge las cartas del suelo, las mezcla y
comienza a repartirlas para el juego.) Para que el juego no canse tiene que haber más de
uno.
Pancho: ¿Adónde?
Paco: Claro que no. Ya no. (Deja sus cartas en el suelo.) Y es porque los demás siempre provocaron
Paco: Ansia.
Pancho: Nadie quiere. (Deja caer sus cartas en el suelo. Pepe hace lo mismo y Luis con tristeza los
imita.)
Luis: Nunca me ha importado jugar o no. Solamente siento la necesidad de hacer algo... Es igual.
Luis: Cuando me doy cuenta parece que todo debe ser así. Creo que faltaba una carta.
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Pepe: ¿Cómo?
Pepe: No. Cuando me canse de este calor voy hacer un agujero grande en la tierra.
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Paco: Es igual. Sería lo mismo siempre estar dormido.
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Paco: Aunque claro, siempre existe la posibilidad de tener larvas en la entrepierna… Natural o
Sin saber por qué; pero al entrar al cuarto de hotel tuve la sensación de que iba a encontrar
segundos y lo conocí todo, de todo siempre tengo nada que decir. Era un plástico sin olor,
sin humedad ni alergias, brillante. Aquí vivía la giganta de piel amarilla. Todo en ella se
maximizaba como no ocurre siempre, a menos de que uses las sustancias adecuadas. Y no
había secretos, podías descansar a la sombra del detalle de cada una de sus partes.
Entran las sombras mudas de Pancho, Luis y Pepe. Se mueven de un lado a otro en una
encuentra en el centro del escenario, ahora es un insecto de cuatro brazos. En los superiores lleva
una botella y un cigarro que alternativamente ocupan su boca. Uno de los inferiores tiene el control
remoto, con el cual dirige los movimientos de un ojo proyectado a sus espaldas. El otro inferior se
Mujarami se desprende de él. El ojo se detiene, Paco, turbado más de lo habitual, se mira triste. Ella
es amarilla y brillante; su piel, ojos, cabello. Va desnuda y el cuerpo es hermoso, según tendencias
de época y región. Sin embargo es como una superficie lisa y artificial, carece de accidentes, es un
desierto pero visto detrás de la ventana, no puedes hundir tus dedos en la arena, tampoco hay oasis o
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tormenta… Es un simulacro. No hay matiz pero si la sensación de un tiempo deslizándose por sus
formas que no toca ni marchita. Y baila, siempre graciosa, abriendo los brazos y dando vueltas
como un equilibrista perfecto en una cuerda sinuosa. Mujarami lleva una carta en la boca. Paco la
Paco: Se deslizó entre las sábanas... La hormiga para picarme la punta de la lengua cuando se me
vino. ¿Si después de morir yo fuera ella... y grandes ojos cafés, cabello largo castaño, un
caminar de mantis? Entonces me despreciaría desde el principio a este triste ejemplar de ser
Mujarami se pega mimosa a Paco para decirle algo en el oído. Lo hace insistentemente hasta que se
Paco: La hormiga me esta transformando en onanista profesional. (Se aleja violentamente de ella al
extremo contrario.) Yo... Cuando entré en la pantalla pagué por ver y ocupé un lugar con
Cada uno en su extremo: Paco de rodillas, Mujarami una gata retorciéndose. Paco, víctima de un
ataque espasmódico. Mujarami, altar de un insecto de dos brazos. Paco, altar de un fantasma lejano.
arrítmico de convulsiones, poseso fútil de una explosión glúcida interna. Paco ha caído, escuchamos
Paco: Dejele la huella de infinitos y alegres gusanos que salen por mi ojo. Así lo hemos hecho
todos, todos.
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Después de la anterior fornicación a distancia, Pancho, Pepe y Luis regresan a su estado normal.
Pepe: Debe ser horrible resistir el aire de afuera y el sol para terminar encontrándose así.
Paco: ¿Qué?
Pancho: Pero nada más es una sonda. Diseñada simplemente para propiciar la evacuación de
Luis: Bueno, es terrible, pero se puede descansar bajo la sombra de sus formas, no es nada.
Luis: El placebo.
Pancho: Todo lo que da placer pero no tiene nada dentro. Una prótesis inútil. (Silencio)
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Pepe: Como si jugaras con tu reflejo: Narciso versus Narciso refugiado en el espejo. Es una sonda
más. Pero nada es un refugio. Cuando te vas, estar solo no es un refugio. Cuando te vienes,
estar con alguien más tampoco es un refugio. ¿Nadie se escapa de uno mismo?
Pancho: Nada. Cruz y ficción son lo mismo. Prende la televisión, conéctate y será lo mismo. Todas
las ciudades del mundo alimentaron sus raíces con sangre en algún momento y parece
mentira. Siempre ha sido así, tal vez no nos damos cuenta; probablemente la ciudad expulsa
Pepe: No se puede ir a ninguna parte. (Largo silencio.) A veces creo en no abandonarme pero
estoy cansado y termino por quedarme quieto, aquí, en mi cama, es como un ataúd, una
ventana para el descanso, nada más. Parece que no hay lugar a donde ir, la experiencia
blandura y la pereza del dormir, te sientes magnánimo hasta que sales y te dejan caer
encima el peso de la atmósfera y la repetición, eres un muñeco descosido, pálido, crudo, sin
piel. Y luego la mirada del sol es un veneno que empuja a buscar para vivir… Aquí estamos
de los números, embriagándonos de todo, porque todo en exceso nos hace tanto bien a la
algarabía del cerebro, propicia la locura. Es tan buena y divertida como una enfermedad
prostitutas sonrientes como luna. Me hace sentir feliz pensar que mis células mueren y se
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pero también a la rueda. Quisiera ser un árbol con los chakras abiertos bajo un cielo color
Pepe: ¿Se han fijado? Cuando cierras los ojos ya ves para dentro y es rojo, rojo de tanto sol, de un
sol tan harto que se nos queda su luz en los párpados y en la noche no nos deja dormir de
Paco: Qué risa. Durante mucho tiempo coleccioné objetos encontrados en el transporte público. Me
voy. (Todos esperan la retirada de Paco; éste solamente se mueve lento, sin rumbo, sin
Luis: ¿Cómo?
Luis: Pero juguemos, sobre todo juguemos. (Saca un nuevo paquete de cartas debajo de la cama y
reparte.)
Pancho: Puedo hacerme trampa y tomar algo para disfrutar del juego.
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Paco: Si te cansas es más divertido hacerles trampa a los demás.
Pancho: Nada
Paco: Nada
Pancho: Nada. Lo primero que puedo hacer de verdad es dejarme perder, luego aprenderé hacer
trampa.
Luis: Primero aprende a jugar. (Continúan con el juego. Luis camina intranquilo, preparándose para
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El escenario solo. Entra Luis, despacio, con expresión de serenidad. Se detiene en una esquina. Un
Hombre Desconocido entra por el otro lado del escenario, no se da cuenta de la presencia de Luis.
Luis enciende un cigarro y fuma, mira a izquierda y derecha, mira el reloj, todo como si esperase
algo. El Hombre Desconocido lo ve, éste siempre ha tenido movimientos nerviosos, al parecer
también espera a alguien pero no posee la misma tranquilidad que Luis. Una vez que El Hombre
Desconocido lo ve pareciera que se quiere acercar a él, sin embargo duda, se aproxima y le da la
espalda. Así en repetidas ocasiones hasta encontrarse uno al lado del otro. Luis voltea a verlo y
Luis se aleja del Hombre Desconocido. Se va tranquilamente a otra esquina, continúa viendo el
reloj. El Hombre Desconocido permanece en el mismo sitio cada vez más nervioso, mira a Luis, al
cigarro del suelo. Se dirige rápidamente al sitio de Luis, se encuentran uno al lado del otro.
Hombre Desconocido: Disculpe. No le creo que no tenga cigarros, si fuera así no tiraría uno a
medio terminar.
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Luis se aleja de él a otro extremo del escenario. Le da la espalda, saca una cajetilla, toma un cigarro,
progresivamente más nervioso, sigue a Luis. Se quedan en silencio. Luis mira el reloj, comienza a
desesperarse, se talla los ojos con los dedos pulgar e índice. Se aleja del Hombre Desconocido,
dándole la espalda intenta tomar un cigarro pero al voltear el otro ya está siguiéndolo.
Hombre Desconocido: Creo que quiere fumar pero no se atreve porque estoy aquí yo.
Luis: No
Luis se aleja, pero el Hombre Desconocido va detrás de él. El nerviosismo en Luis ha ido
progresando a tal grado que sus movimientos han dejado de ser firmes para llegar a ser temblorosos
e inseguros, de la misma forma que los del Hombre Desconocido. Luis se aleja inmediatamente, al
encontrarse uno al lado del otro, así un par de veces. Las voces de los personajes son trémulas,
inseguras.
Luis: ¿A qué?
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Hombre Desconocido: No sé, por eso le pregunto.
Luis: Estoy esperando a alguien. (Se aleja de él, pero continúa siguiéndolo.) No me siga. (Se talla
Hombre Desconocido: Si no me ha dado un cigarro por lo menos me gustaría saber si tiene miedo.
Luis: No tengo por qué contestarle, no le debo nada. (Se aleja rápidamente, el Hombre
Desconocido lo sigue.)
Luis: ¿Miedo?
Luis: ¿A usted?
Luis: (Sin poder contenerse ya.) Mire… yo sé que usted quiere asustarme porque no fui amable.
Pero mire… (Sacando la cajetilla de cigarros.) No me importa lo que haga usted, ya le dije
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Hombre Desconocido: No es nada más eso. Yo ahora sólo quiero saber si tiene miedo, sé que
Hombre Desconocido: Es nada más una pregunta, estoy esperando a alguien y ya ha tardado
demasiado. ¿Sabe? Lo he visto muy nervioso y nada más pensé que este tipo ha de tener
miedo.
Luis: ¿Qué?
Luis: Miedo.
Hombre Desconocido: Es usted imposible, podría ser más amable y responderme nada más. Igual
le pregunto simplemente para pasar el rato. ¿Intenta resistirse todo este tiempo? Además
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Luis: No sé. ¿Miedo? Mejor dígame a quien espera.
Luis: (Tallándose los ojos con los dedos pulgar e índice) Esta bien, sí, tengo miedo. Ahora responda
usted.
Hombre Desconocido: Está bien. (Mira la hora) No lo sabía, supongo que lo espero a usted.
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Pancho, Paco y Pepe no tienen rostro, sus facciones se han desvanecido, son únicamente sombras
inquietas que transitan de un lado a otro con cartas en la mano que intercambian entre sí
arbitrariamente, que fuman y beben. Las voces de estos personajes ni siquiera parecen salir de
dichas sombras. Luis se encuentra igualmente intranquilo pero aislado en esta atmósfera de bullicio.
Luis: Mi negocio es... Ustedes saben. Vender situaciones. Nada, ustedes saben, accidentes
se hace. Hay mucha gente cansada que viene a nosotros para romperle los huesos de una
vez por todas. Mujeres que piden ser asaltadas; muchas regresan, se aseguran que en el
contrato se especifique que el arma del agresor, ya sea blanca o de fuego, recorra el cuerpo.
La mayoría de los casos prefiere un disparo certero a un órgano no vital. ¿Qué quieren?
Paco: Nada.
Luis: Siempre hemos vendido seguridad, no crean que fantasías. La seguridad de ser víctima, la
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Digo, brindamos una violenta seguridad. Aceleramos lo irremediable, nada más porque
siempre está el ansia de ello, por eso reproducimos el horror. No lo entiendo, pero ahí está.
Pancho: Nada.
Luis: La cuestión es que nadie nos había pedido la muerte hasta que llegó un tipo pidiendo ser
asesinado. Nos dijo que la forma no importaba, solamente quería sentir la muerte unos
segundos y ya no despertar. Ser consciente de que le quedaba poco, no sé. El tipo tenía cara
Luis: Muchos casos se han salido de control, hay ocasiones en las que encontramos que el cliente
ya está herido y le disparamos para no tener problemas después, las consecuencias han sido
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Paco: ¿Concederás todos nuestros deseos?
Luis: Claro.
Luis: Lo que ocurre es que yo estaba en el bar, el tipo se me acercó cuando ya traía una terrible
borrachera en la cabeza. Siempre me pasa, de todas formas estoy bien. ¿Qué tienen?
Luis: No sé. Nunca he visto a un hombre colgado de verdad, por extraño que parezca. Pero supuse
Pancho: Si el tedio no nos hace malos por lo menos si nos hace idiotas.
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Luis: Sí... el tipo insistía en que lo debía matar. Que pagaría bien, que nada saldría mal.
Pancho: Lo cansó.
Pepe: Y lo siguió. Hasta ponerlo nervioso y desesperarlo. Al punto de exigirle que lo dejase en paz.
Pancho: Aunque lo cansó. Tanto como para desear ser un asesino gratuito.
Pancho: Ahora el azar me parece una reina burlona con las piernas abiertas delante de un ciego.
Paco: Pudo haber recibido la paga pero a él no le gusta la muerte, nada más repartir dolor.
Pepe: Nada más es un trabajo. Por eso le ofreció el paquete especial: la pérdida gradual de cada una
Luis: Una cada día. Un dedo, una pierna, una oreja. Por lo general los ojos o el pene al final.
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Pancho: ¿Se cansó del vaso y lo iba a quebrar?
Paco: Y no conoce de las razones por las cuales se quiere la muerte. Nada más sentir dolor.
Pancho: Entonces el tipo se negó. Hubiéramos visto su cara cuando se lo propuso. El tipo no
necesitaba de las delicias del dolor. Nada más sentir unos segundos la muerte.
Paco: (Cubriéndose la nariz.) El olor aumenta, hay un tufo agrio en el ambiente, azufre.
Silencio. Pepe se recuesta un breve momento. Al levantarse nos parece un sonámbulo, sus
Pepe: Uno, dos... Antes soñaba otras cosas, una mujer joven, una muchacha de cabello negro.
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Pepe: Podría decirse... Hay más alcohol debajo de la cama y tabaco y barajas. (Todos fuman,
toman, fuman, toman.) Sí... Porque la mujer aparecía regando una maceta. Se iba y yo me
quedaba con la maceta de donde no crecía nada. Después la mujer regresaba y regaba y se
volvía a ir. Me miraba apenas muy poco porque cuando llegaba sólo regaba y después me
dejaba solo. En uno de esos sueños le pregunté cuando crecería, me dijo: ¿Cómo puede ser
posible que preguntes cuando? ¿Querido, no te has dado cuenta que estás soñando?
voz baja: Querido esto es lo que te he sembrado... (Hace un círculo con su mano derecha,
uniendo las puntas de los dedos pulgar e incide, mira a través.) Un huevo de nada, querido.
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Risas artificiales. Se encuentran maniquíes por Luis, Paco y Pancho; sin rasgos distintivos,
desnudos y sin expresión. Pepe está sentado al borde de la cama con los ojos fijos en el público,
tranquilo, como si nada estuviera ocurriendo, como si se encontrara solo y nada más estuviera
sentado en la orilla de la cama sin hacer nada y viendo en la pared, probablemente tratando de
darles forma humana a las manchas que casi siempre hay en una pared.
Silencio y sonido de cascabel. Una mujer aparece en una de las esquinas del fondo, es Mutier,
vestida de terciopelo verde oscuro con manchas en diferentes tonos. Su rostro café está poblado de
venas saltadas, como raíces de árbol, con un color ligeramente verdoso. Su cabello negro
bellamente enmarañado y adornado con ramas y espinas de maguey, alguna flor marchita. En la
Sonido de cascabel. Mutier está detrás de Pepe. Sonido de lluvia y de corazón latiendo. Ella lo riega
y él se hunde lento, apaciblemente en la cama hasta la cabeza. Mutier hace un círculo con los dedos
Sonido de cascabel. Mutier se ha ido. Ahora la cabeza de Pepe también es de maniquí. Se escuchan
Voz de Pancho: Para ti es todo así. Me parece bueno y recuerdes que aquí el porvenir siempre ha
sido pereza.
Voz de Pepe: Ya lo sé: Mi madre, como la tierra y la cama, son una tumba y siempre me llevarán en
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Pepe: No sé... Creo. Pero no he soñado nada. Bueno... Que contaba. (Silencio)
Pancho: Nunca vi la reina que esperaba. (Mirando debajo de la cama.) Tienes muy sucio.
Pepe: Pero se le insistió al tipo. ¿Verdad? Que tal si lo hacían dormir por un buen rato. Lo
Paco: ¿Alguien que apreciaba al dolor más que a la muerte se dio cuenta, cuenta, de los motivos?
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Luis: ¿Algo que quieran?
Luis: Esperó tanto afuera del hotel que irse no hubiera sido amable para uno mismo.
Luis: El tipo escogió el paquete completo. Era demasiado tarde, estaba solo y recuerdo que me
decía que en todas partes hay sangre como abono, no solamente en el desierto... Bueno,
parece que cruz y ficción son lo mismo: la muchedumbre presintiendo la plaga; langostas,
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Pancho: Enormes deseos de saber si todas las reinas que poseo están dispuestas a abrirse de piernas
Luis: Miren ahora quien se ha encontrado con el juego más afortunado. Y que no había problema
Paco: Sí. Su seno era tan enorme que parecía otros dos brazos con la suficiente fuerza como para
asfixiarte.
Pancho: Puede ser, siempre existe la seguridad de llegar a tener parásitos en el estómago, gusanos,
Paco: No sé. A fin de cuentas sus brazos... Digo, su seno, ya no sé. Era falso. Era un jardín de
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Luis: La llevaba por la sombra.
Luis: Claro, a cualquier forma que se antojara, cual arcilla bajo los dedos. Su cuerpo era un templo
Luis: Antes de aburrirse cambiar todo: las piernas, las nalgas, los senos, sobre todo las líneas de las
Paco: Pero nadie le quitaría lo delicioso a esa quimera. A través del lujo perfecto se llega a la
perfecta lujuria.
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Luis: ¿Y la sangre?
Paco: No hay (Aprieta una mama de Mujarami hasta que la hace explotar como globo. Ésta, ante
Pancho: (Hace un círculo con sus dedos pulgar e índice y mira a Pepe.) Entonces eres un pájaro de
nada.
Paco: (Mirando por donde salió Mujarami.) Cierto... Como la tierra, la ciudad. Un vacío. No sé.
Siempre antes del sueño yo estoy detrás del corazón, grotescamente refugiándome. ¿Es el
tedio verdad?
Luis: Todo parece siempre más oscuro... (Todos voltean a verlo esperando a que diga algo más pero
Pancho: Cualquiera que en este momento esté pensando en el deber de pensar en algo… El tipo
que llora de risa mientras trata de controlar el temblor de su estómago saturado de gases. El
infante que hace y deshace telarañas perfectas de juegos de espejos: vagina, tumba, vagina,
Luis: ¿Cómo?
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Pepe: Eso... ¿En realidad?
Luis: Lo olvidaba. Entró al cuarto de hotel y vio al tipo colgado de la regadera... bueno no, porque
los pies le arrastraban. (Sonriendo) Así que aquel viejo tubo que hacer un gran esfuerzo
Luis: Se le había convencido para dormir, luego despertar sin un dedo, una mano, un brazo.
Sentirse desaparecer poco a poco. Pero nos engañó. Por las prisas lo tuve que hacer todo de
una vez, había un contrato. ¿Entienden? Mientras le cortaba los dedos se estremeció. No
podía hacer otra cosa si no partirle la cabeza y rebanarlo. No es tan raro llevar una bolsa
Pancho: Hay un atractivo enorme en este juego. ¿Pero y si no nos importa ganar o perder?
Luis: ¿Qué?
Paco: Debe ser atroz, monótono, parece que siempre cuentas lo mismo.
Pancho: Ya no sé. Caos es un huevo vacío. Seremos y fuimos… Todavía somos… Todo cada vez
que respiramos. ¿Y? No recuerdo un momento distinto al nuestro. Nubes negras o Leteo. Ni
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siquiera cuando las cosas comenzaron a podrirse. Todo me resulta ya tan nauseabundo
Luis: ¿Qué?
Luis: Bueno. Tiene pico pero no pica, tiene patas pero no camina, tiene ojos pero no ve, tiene alas
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Luis y el Hombre Desconocido se encuentran frente a frente. El segundo apuntando a Luis con el
dedo índice y el pulgar levantado, simulando un arma. Entran Pepe, Pancho y Paco. El
Luis: (Alejándose del Hombre Desconocido.) ¿Qué están haciendo ustedes aquí?
Luis: No, no es eso. Nada más preguntaba, no piensen que quiero ser inamable.
Luis: ¿Qué?
Luis: ¿Yo?
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Pancho: Tanto medicamento te está descomponiendo la cabeza, te provoca lagunas mentales.
Pancho: ¿Ves?
Luis: Que simpático eres. Miren, estoy esperando a alguien, no estoy de humor, ¿saben? Ya se ha
tardado demasiado y eso me preocupa, además no puedo irme, tiene que llegar.
Luis: ¿Cómo?
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Luis: Antes de que se vayan. ¿Me harían un favor? Le podrían ofrecer un cigarro al tipo de allá. Me
esperando. Todo sería un poco mejor si se queda tranquilo. Hace poco me acaba de
Pancho: No te creo.
Hombre Desconocido: ¿Tengo cara de ser una persona que quiere fumar?
Pepe: Sí, y yo dije: dale un cigarro, que un cigarro no se le niega a nadie, es como un vaso de agua
en el desierto.
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Hombre Desconocido: Discúlpeme, pero se equivocó. Tengo asma. Además el cigarro da cáncer.
Pepe: Sí, cambia la voz, no hay sexo, la comida no sabe, perfora los pulmones, destruye los dientes,
Hombre Desconocido: Oiga, disculpe, no quería ser grosero. Lo que pasa es que su amigo me ha
irritado.
Hombre Desconocido: No, yo no digo que sea culpable de algo. No importa, ese tipo tiene un
problema, tiene miedo. A mí no me interesa, nada más quería pasar el rato. Estoy
esperando. ¿Sabe?
Pepe: ¿Miedo?
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Pepe: Dice que tienes miedo.
Pancho: ¿Miedo?
Luis: Pues sí, yo le dije que tenía miedo, pero porque me estaba molestando, insistía mucho.
Paco: Que enorme pérdida de tiempo. Mejor vámonos y que se arreglen solos. No entiendo por qué
Pancho: ¿Entonces para que nos pides que le demos un cigarro al tipo este?
Pancho: No, nosotros ya nos vamos, nos encontramos a un amigo nada más. Pero antes sabe qué,
Hombre Desconocido: A mi tampoco me quedó, sabe. Yo no quería molestarlo, pero como vi que
estaba esperando, al menos eso parecía, y como yo también, pues decidí hablarle un rato.
Después me pareció que en sus ojos había algo de miedo, no tardó mucho para confirmarme
que sí lo tenía. No me quiso decir a qué, luego ustedes llegaron. ¿Ustedes saben?
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Paco: (A Luis) ¿Por qué miedo? ¿A quién estás esperando? (A los demás) Deberíamos de irnos si
Hombre Desconocido: Tengo una cita de negociosos con un proveedor, nada más, nada del otro
mundo. Sin embargo el amigo de ustedes siempre se ha negado a contestar a quien espera.
No es que a uno le importe mucho, la verdad, puede hacer lo que se le venga en gana,
simplemente es la curiosidad.
Pepe: Cuanta seguridad. ¿Y si nos quedáramos aquí hasta que llegara a quien esperas?
Luis: (Pensativo) ¿De verdad se van a quedar aquí hasta que termine de esperar?
Paco: Así es, quizás esto resulte más interesante que no hacer nada.
Hombre Desconocido: ¿Por qué no dice ya a quien espera? Así se quita ya de estas incomodidades.
Luis: Sí, pero esto no es algo que le interese a ninguno de ustedes. Yo también estoy esperando a
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Paco: Sí, creo que mejor nos quedamos. ¿Verdad?
Hombre Desconocido: Que extraño… ¿Para que negarse a decir de que se trata con tanta
interesa y con toda razón, y al que no le debería decir, no tiene por qué. ¿Pero y a sus
amigos?
El Hombre Desconocido se aleja del grupo. Se encuentra tranquilo. Les da la espalda. Los mira en
repetidas ocasiones, saca un cigarro y comienza a fumar plácidamente, con una sonrisa. Luis voltea
a verlo y se da cuenta que está fumando, cierra los puños en expresión de enojo. El Hombre
Luis: Sí, pero me han despedido. Tengo la mala costumbre de dejarme ver antes de disparar. Yo no
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Luis: Creo, no me conoce en persona, me contrató ayer, seguramente reconoció mi voz, ahora no sé
como decirle que a mi es a quien tiene que pagar. Que no le de nada a la corporación. No
me gusta hablar de esas cosas antes de hacerle daño a alguien, son necesarias lo sé. Pero me
Paco: Es comprensible, sí. ¿Cómo sabe el que tú eres? ¿Y si le dice uno de nosotros?
Luis: Me harían un gran favor. Pero aún así lo debo hacer yo: primero le voy a disparar y luego le
digo.
Pancho: Adiós.
Luis Saca un cigarro y comienza a fumar, los demás los ven y salen con una sonrisa. El Hombre
Desconocido lo ve y se acerca.
Hombre Desconocido: ¿Lo ve? Le dije que tenía cigarros. Entonces sí es usted.
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Luis: Sí. Le he mentido todo el tiempo. Aquí tiene. (Le da un cigarro. El hombre desconocido lo
Luis: No importa.
Luis: A quedarme sin trabajo. Pero creo que mi miedo también le ha hecho sentirse mucho mejor.
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Pepe, Pancho, Luis y Paco están dormidos en el suelo. Pepe se levanta repentinamente, camina de
un lado a otro y sale con urgencia. Regresa de inmediato con expresión de cansancio, camina lento
Pepe: afuera es un infierno. (Saca un teléfono debajo de la cama y marca. Los demás comienzan a
despertar.) Sí. Soy el uno, cero, cuarenta y cinco, setenta y uno... No podré ir... Estoy
enfermo. No... Del estómago. No, no podré ir en todo el día… SÍ, no me puedo despegar
del baño. Comí ajenjo y bebí agua envenenada. (Silencio.) Sé lo que perderé, créame no
Pepe: Hoy no quiero saber nada, estoy harto, no quiero que salga nunca el sol, no quiero que
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Pepe saca el control remoto debajo de la cama, apunta hacia el público y apaga las luces. Para
cuando encienden, los cuatro están en el suelo, en posición fetal, en el centro del escenario
proyección se detiene en la misma imagen que se está representando. La imagen se disuelve y nos
lleva a la proyección en vivo del público. Las luces de sala se encienden después de un momento no
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Aparece el Hombre Desconocido, se mueve tranquilamente, se detiene en cada una de las esquinas
de la cama, progresivamente se va dando cuenta de la presencia del público. Baja del escenario y se
dirige a alguien al azar. En el transcurso de esta escena todos los personajes, a excepción de Luis,
entrarán y saldrán, sin importar el orden, viendo las acciones del Hombre Desconocido pero sin
intentar interrumpirlo.
Repite la pregunta varias veces a distintas personas del público. Si no tiene éxito se dirigirá a todos.
Hombre Desconocido: (Ya en el escenario mirando el reloj.) Es una lástima, esperaba a alguien,
Hombre Desconocido: Gracias, verdaderamente es usted muy amable. (Mirando su reloj.) Parece
que ya es hora. ¿Sabe? Estoy esperando a alguien y supongo que es usted, aquí tiene. (Le
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El hombre desconocido sale. Al fondo continúa la proyección del público. Pancho, Pepe, Paco y
retira un anunciador debe exhortarlos a abandonar el teatro. Se debe evitar que cualquier despistado
suba a escena. La proyección del público y la inmovilidad de los actores deberán interrumpirse
Fin
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