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Genialidad y Locura: ¿Quién era Edgar Allan Poe?

Por: Patricia Díaz Terés


“Donde no hay imaginación, no hay horror”.
Arthur Conan Doyle

“Semejante misterio he de explorar,


calmando el corazón; ese misterio
he de explorar, repito, en las tinieblas;
el viento es, nada más”.
El Cuervo. Edgar A. Poe

“¡Hombre infortunado y misterioso!”, así comienza Edgar Allan Poe su relato titulado “La
Cita”, siendo posible aplicar esta misma descripción al genial autor estadounidense.
Muchos han sido los escritores y pensadores que han retratado y analizado tanto al
escritor como a su obra; sin embargo todos coinciden en un punto primordial: Edgar Allan Poe
fue, es y será siempre en la historia de la literatura universal un referente obligado. Bien lo dijo Sir
Arthur Conan Doyle, el célebre creador del detective Sherlock Holmes, cuando en un artículo
publicado en 1909 declaró que “si cada autor de una historia en algo deudora de Poe, pagase
una décima parte de los honorarios que recibe por ella, para un monumento al maestro, se podría
hacer una pirámide tan alta como la de Keops”.
Es así como encontramos su influencia en las obras de literatos como Franz Kafka,
Charles Baudelaire, Óscar Wilde o Jorge Luis Borges, entre muchos otros; estando todos ellos en
el acuerdo de que Edgar Allan Poe fue pura y simplemente un genio.
Sin embargo, la vida de este gigante de las letras no fue tan afortunada. Poe nació en la
ciudad de Boston, Massachusetts (E.U) en 1809. Sus padres fueron dos actores itinerantes en
cuyos planes no se encontraba la crianza de un hijo, por lo que su educación corrió a cargo de un
hombre de negocios llamado John Allan, con quien vivió hasta 1820.
Para el año de 1825, habiéndose matriculado en la Universidad de Virginia, fue
expulsado de la casa de estudios debido a que ya se comenzaban a percibir los efectos de una
fuerte afición por el juego y la bebida.
Algunos años más tarde, en 1832 se casó con su prima Virginia Clem, quien murió tan
sólo catorce años después, dejando al escritor sumido en la tristeza y la depresión, condiciones
que favorecieron el agravamiento de su alcoholismo.
A pesar de todos estos conflictos personales, la producción literaria de Edgar Allan Poe
nunca menguó. En 1927 había escrito ya “Tamerlan y otros poemas”, mismos que publicó de
manera anónima; mientras que en 1841 elaboró uno de los relatos que forman parte de los
pilares sobre los que está sostenida la literatura policiaca de nuestros tiempos: “Los Crímenes de
la Calle Morgue”.
En esta historia aparece un personaje, quien junto con el Holmes de Conan Doyle, el
Poirot de Agatha Christie y el Maitre de George Simenon, entre otros, se ha convertido en un
ícono del relato policiaco: Auguste Dupin. Este detective, a quien su creador le adjudica
cualidades deductivas y analíticas extraordinarias, sería el protagonista de tres historias que han
pasado a la posteridad y son referencia obligada de cualquiera que guste de las narraciones de
misterio, siendo las dos restantes “La Carta Robada” y “El Misterio de Marie Roget”.
Al tiempo que Poe desarrollaba esa habilidad suya de plasmar el horror y el misterio en
palabras que transportaran al lector a escenarios obscuros y aterradores, también debió trabajar
para obtener una remuneración que le permitiera llevar a cabo la tarea por la cual pasó a la
historia. De este modo, desde que tenía escasos 22 años, el señor Thomas White, fundador de la
revista Southern Literary Messenger hizo al joven Edgar director de la misma, y fue a través de
esta publicación como pudo dar a conocer a los ávidos lectores de estilos nuevos y frescos, sus
relatos y críticas.
La obra de Edgar Allan Poe, debido a las maravillosas características intelectuales del
autor, abarca una gran cantidad de géneros literarios y periodísticos; así escribió desde críticas y
artículos hasta fábulas, cuentos, parábolas y una sola novela (el género no era su predilecto) en
la cual relata la historia de Arthur Gordon Pym y logra hacernos vivir, junto con el protagonista,
angustiantes aventuras.
Debido al particular carácter del señor Poe, la mayoría de sus escritos tienen temas en
común, como la muerte, la locura y la soledad, así como el terror que el ser humano siente hacia
ellas; como dice el escritor Jorge Luis Borges “la muerte y la locura fueron los símbolos de que
éste (Poe) se valió para comunicar su horror de la vida (…), siendo lo atroz la destrucción de la
vida”.
Sobre esto Poe coloca en boca de sus numerosos personajes, las opiniones y miedos
profundos que siempre lo acompañaron a lo largo de su corta vida (muere prematuramente a los
37 años), tal es el caso del inicio de su cuento Metzengerstein en el que afirma “el horror y la
fatalidad han aparecido libremente en público en todas las edades” o en Eleonora donde habla
de la locura expresando “no está esclarecida la cuestión de si la locura es o no es lo sublime de
la inteligencia”.
Sin duda alguna y ya sea que el lector guste o no del estilo de Edgar Allan Poe, lo que
es innegable es que el escritor logró dominar una gran cantidad de temas y estilos; siendo capaz
por igual de hacer exhaustivas descripciones como en el caso de “La Quinta de Landor”, entablar
disertaciones filosóficas en “Coloquio entre Monos y Una”, en donde aborda temas como la
Muerte, el Amor, la Humanidad y el Tiempo o guiar al lector hacia el terror absoluto como en “La
Caída de la Casa de Usher”, “El Pozo y el Péndulo” o “El Gato Negro”.
A pesar de todos estos rasgos obscuros y en ocasiones tétricos, Poe también tenía
presente el concepto de la felicidad, habiendo establecido así, según explica Tomás Barna en su
artículo “Poe o la Imaginación Transfigurada en Arte”, cuatro condiciones específicas para
lograrla: “la vida al aire libre, el amor de una mujer, la indiferencia hacia toda ambición y la
creación de una estética original”.
La figura de Edgar Allan Poe, al igual que sus escritos, están así llenos de
contradicciones. Sintiendo verdadera reverencia por las mujeres, a quienes siempre en sus
narraciones trata con el mayor respeto y admiración; pero revelando un miedo implacable hacia
la muerte y la soledad. Siendo incluso un poco aventurados, podríamos decir que quizá pensaba
sobre sí mismo que era un loco, sin saber a ciencia cierta si se trataba de la más grande de las
cualidades o el más terrible de los defectos.

Referencias:
Edgar Allan Poe. Narraciones Completas. Traducción y notas de Julio Gómez de la Serna.
Prólogo de Charles Baudelaire. Ed. Aguilar. Madrid 1962.
Edgar Allan Poe. Artículo. Autor: Jorge Luis Borges. Periódico La Nación. Buenos Aires. 2 de
octubre de 1949.
La Máquina del Tiempo. Revista Virtual Literaria. Argentina. 2009.

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