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INSTITUTO NACIONAL

DE ADMINISTRACIÓN
PUBLICA
MINISTERIO
DE ADMINISTRACIONES
PÚBLICAS

Bloque III. Gestión Financiera

1. El presupuesto: concepto. Los principios presupuestarios.


El ciclo presupuestario. El presupuesto por Programas:
concepto y fases. El presupuesto en Base Cero: terminología y
desarrollo del proceso presupuestario.

Madrid, Marzo 2006

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Estos temas han sido elaborados por distintos expertos, coordinados por la Escuela de Selección y Formación,
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la que trata, ni ha de entenderse como garantía de superación de las pruebas. El contenido de los temas no
compromete al órgano de selección, que está sometido unicamente a las reglas, baremos o valoraciones de
aplicación al proceso selectivo.
BLOQUE III GESTIÓN FINANCIERA

1. EL PRESUPUESTO: CONCEPTO. LOS PRINCIPIOS PRESUPUESTARIOS.


EL CICLO PRESUPUESTARIO. EL PRESUPUESTO POR PROGRAMAS:
CONCEPTO Y FASES. EL PRESUPUESTO EN BASE CERO:
TERMINOLOGÍA Y DESARROLLO DEL PROCESO PRESUPUESTARIO.

1. CONCEPTO

El presupuesto es posiblemente el documento de mayor trascendencia para las


Administraciones Públicas. Esta importancia procede de su naturaleza plural. Por una
parte es un documento jurídico que autoriza y vincula a las Administraciones para la
realización de los gastos y los ingresos con los que cumplir con las funciones decididas
por la sociedad, y que se pueden concretar en las tradicionalmente atribuidas al sector
público (intervención en la vida económica; prestación de bienes públicos; asignación y
redistribución de la riqueza). Por otra, el presupuesto constituye la técnica de gestión
más potente de la que disponen las Administraciones, toda vez que proporciona una
información muy valiosa para la mayor eficiencia y eficacia en el cumplimiento de esas
funciones. Finalmente, constituye una garantía para los administrados, por cuanto la
actividad de la Administración se dirige hacia finalidades concretas y conocidas, y está
sometida a control.

De una manera amplia, el presupuesto puede definirse como un documento financiero


en el que se refleja el conjunto de gastos que se pretenden realizar durante un período de
tiempo determinado y el detalle de los ingresos que se prevén obtener para su
financiación.

El presupuesto representa una técnica utilizable tanto en la esfera privada como pública.
Sin embargo, si en la primera el presupuesto tiene una naturaleza meramente
orientativa, en la segunda es plenamente vinculante y limitativa para el gestor público.

Su uso en el ámbito público apareció en el s XVIII y se generalizó en el XIX con la


implantación del Estado de Derecho y el principio de división de poderes, estando por
tanto estrechamente ligado al sistema democrático liberal.

Su justificación deriva entre otras razones de:

• el volumen, magnitud y diversificación de la actividad estatal


• la necesidad de obligar al ejecutivo a cumplir el mandato recibido del legislativo
• la necesaria intervención del Estado en la economía

De este modo, el presupuesto se configura como un instrumento propio de la Hacienda


Pública y en él aparecen reflejados los bienes y servicios que ésta adquiere, así como
sus transferencias al sector público y sus ingresos fiscales. En tanto que “esqueleto del
Estado”, su vinculación con la política económica es esencial. La importancia del
presupuesto rebasa los límites del sector público de la economía, puesto que afecta de
forma fundamental al funcionamiento global de todo el sistema económico.

En cuanto herramienta de gestión nos permite identificar el coste-beneficio de los


objetivos públicos previstos, al tiempo que permite el control y evaluación del

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desarrollo presupuestaria comprobando el grado de cumplimiento de las previsiones en
él contenidas.

En definitiva, el presupuesto da respuesta a tres preguntas: ¿Qué bienes (o servicios)


producir? ¿cómo producirlos? ¿para quién?.

Partiendo del concepto de presupuesto, antes señalado, se han diferenciado


tradicionalmente tres perspectivas o conceptos posibles, que responden a diferentes
efectos del mismo:

- Económico
- Político
- Jurídico

1.1. Concepto económico

La actividad financiera necesaria para desarrollar la actuación del Sector Público, que
actúa con recursos escasos para el logro de los diferentes fines, se desarrolla mediante
los presupuestos públicos.

Los ingresos y gastos se asignan mediante el presupuesto, que es por tanto, desde una
óptica macroeconómica, un instrumento para la asignación de recursos.

En definitiva, el presupuesto es un instrumento de racionalización y organización de


la actividad financiera y, en general, de la actuación económica del sector público.

Asimismo, el presupuesto refleja el plan económico del grupo político dominante y se


convierte en el principal instrumento para la planificación de la Política económica, lo
que enlaza y lleva a la segunda de las concepciones.

1.2.Concepto político

Más allá de este concepto (o efecto) económico, el presupuesto cumple una


importantísima función política, pues permite, en cuanto que presenta de forma unitaria
el plan de actuación económica del sector público al correspondiente nivel, emitir un
juicio razonado sobre dicha actuación. En este sentido afirmó CAVOUR1 “Dadme un
presupuesto bien hecho y os diré como está gobernado el país”. Es pues, el principal
documento de control de la acción del gobierno.

El presupuesto es así un modo de asignar recursos financieros a través de decisiones


políticas. El modelo estará condicionado por la organización política y administrativa
de cada país. Se erige así el presupuesto como una decisión política adoptada por el
órgano competente en la materia; como se ha señalado, es “el programa de actuación
gubernamental para un año”.

1
Camilo Benso, Conde de Cavour (1810 – 1861) . Primer Ministro del Piamonte y Cerdeña desde 1852. Su gobierno se caracterizó por la política
de alianzas que llevó a cabo con otros estados para acabar con el dominio austríaco y lograr la unidad de Italia.

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El origen de este concepto se halla en el control del Legislativo al Ejecutivo para que no
gaste libremente los tributos que ha recaudado de los ciudadanos.

Ahora bien, la autorización y aprobación de los gastos propuestos por el Ejecutivo en


las cámaras representativas tiene consecuencias distintas según se trate de un regímen
político parlamentario o presidencialista.

1.3. Concepto jurídico

Por último, el presupuesto tiene en el caso de los entes públicos, una importante
significación jurídica.

Al ser el presupuesto un acto derivado del poder legislativo, adquiere forma de ley; se
torna pues en un acto legislativo mediante el cual se autoriza el montante máximo de los
gastos que puede realizar el ejecutivo, y las vías de financiación de los mismos, durante
un periodo de tiempo determinado.

Por tanto, el presupuesto se convierte en una autorización normativa que obliga al


Ejecutivo a realizar únicamente los gastos en él previstos. Ahora bien, respecto a los
ingresos los mismos no tienen carácter limitativo sino que se autoriza una estimación de
lo que se prevé recaudar para financiar los gastos.

En cuanto a la naturaleza jurídica de la Ley de presupuestos, la controversia acerca de si


dicha ley debía considerarse ley formal (revisten forma de ley por provenir del
Parlamento, pero no contienen verdaderas normas jurídicas) o ley material (es decir, se
trata de una auténtica norma jurídica) en la actualidad ha perdido importancia, de modo
que para unos es una ley ordinaria y para otros una ley ordinaria con un procedimiento
legislativo específico de tramitación.

Por otra parte, se ha planteado si la función presupuestaria atribuida a las Cortes


Generales es distinta de la legislativa, como se desprende de lo dispuesto en el artículo
66.2 de la Constitución, cuando indica:

“Las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus
Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que
les atribuye la Constitución”.

A este respecto debe señalarse que el Presupuesto tiene la consideración plena de Ley si
bien con ciertas peculiaridades; más aún, disfruta de reserva absoluta de ley, por lo que
en este campo no cabría el decreto-ley, ni siquiera el decreto legislativo.

Es la Constitución Española de 1978 la que nos otorga una definición legal del
presupuesto; así señala en su artículo 134.2 que “Los Presupuestos Generales del
Estado tendrán carácter anual, incluirán la totalidad de los gastos e ingresos del Sector
Público Estatal y en ellos se consignará el importe de los beneficios fiscales que afecten
a los tributos del Estado”.

Al hilo de esta definición, el artículo 32 de la Ley General Presupuestaria (Ley 47/2003,


de 26 de Noviembre) establece que “Los Presupuestos Generales del Estado
constituyen la expresión cifrada, conjunta y sistemática de los derechos y obligaciones

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a liquidar durante el ejercicio por cada uno de los órganos y entidades que forman
parte del sector público estatal.”

Tras abordar el concepto de presupuesto, así como sus aspectos fundamentales


pasaremos a continuación a examinar los principios presupuestarios.

2. LOS PRINCIPIOS PRESUPUESTARIOS

Con la expresión “principios presupuestarios” nos estamos refiriendo a una serie de


reglas que resumen la disciplina de la institución presupuestaria y cuyo respeto asegura
el cumplimiento de la finalidad básica de dicha institución: permitir el control
parlamentario del proceso de asignación de los recursos públicos así como la
correspondencia entre dicha asignación y su ejecución.

Desde el nacimiento de la institución presupuestaria, su elaboración está supeditada al


cumplimiento de una serie de principios informadores. Estos principios han ido
evolucionando a lo largo del tiempo, conforme lo hacía la situación económica y
política de las naciones. Los principios tratan de dar respuesta a tres preguntas básicas:
¿Quién debe diseñar el presupuesto? ¿Cómo debe ser dicho presupuesto? ¿En función
de qué criterios económicos se elabora el presupuesto? La respuesta se encuentra en los
principios políticos, contables y económicos respectivamente.

La elaboración de una serie de principios presupuestarios como pilares en los que


habrían de sustentarse cuestiones de tanto calado como el contenido de un presupuesto,
su elaboración formal o las normas de disciplina político – administrativa a que ha de
someterse, fue tratada tempranamente por la escuela económica clásica, que alumbró los
llamados “principios presupuestarios clásicos”.

El conjunto de estos principios, si bien se han mantenido en los diversos tratamientos


otorgados a la problemática presupuestaria, han perdido – en muchos casos – la
importancia que se les concedió por la ya mencionada escuela económica clásica. Esta
cesión de vigor y aplicación se aprecia claramente, entre otros, en el “principio de
competencia” como a continuación veremos.

2.1. Principios políticos

Basados en la doctrina de la división de poderes y en la soberanía popular características


del siglo XIX, estos principios están encaminados a conseguir el máximo control del
ejecutivo.

De este modo, para controlar la autorización presupuestaria del Legislativo al Ejecutivo,


las normas constitucionales establecen una serie de principios que deben informar el
proceso presupuestario.

Los principios políticos característicos del presupuesto clásico han sido tradicionalmente
los siguientes:

o Competencia: Garantiza el equilibrio de poderes, en base al siguiente reparto de


competencias: el Legislativo aprueba el presupuesto y las cuentas generales; el

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ejecutivo prepara y ejecuta el presupuesto; el judicial fiscaliza.

El Parlamento como representante de la soberanía popular en ejercicio de la competencia


legislativa, autoriza los presupuestos del Ejecutivo. El Gobierno tiene la competencia para
la elaboración y ejecución de los presupuestos autorizados. Es el principio fundamental.

En España fueron las Cortes de Cádiz de 1812 las que asignaron al Parlamento uno de
los cometidos más importantes del Derecho Presupuestario: La potestad de determinar
los gastos de la Administración Pública y la de fijar los ingresos igualmente públicos.

La vigente Constitución de 1978, determina en su artículo 134.1:

“Corresponde al Gobierno la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado y


a las Cortes Generales su examen, enmienda y aprobación”.

Pese a su vigencia, la intensidad en la aplicación de este principio se ha relajado a lo


largo del tiempo. La prevalencia del Parlamento ha dado paso a un mayor protagonismo
del Ejecutivo, limitándose alguna de las facultades parlamentarias en esta materia (por
ejemplo, la prohibición de incrementar el volumen global de las dotaciones
presupuestarias).

o Universalidad: Los presupuestos deberán incluir la totalidad de los ingresos y


gastos públicos sin minoraciones. En consecuencia, el Ejecutivo únicamente podrá gastar
los importes contenidos en el presupuesto. Los ingresos tienen, no obstante, carácter
estimativo y no vinculan al Gobierno en su cuantía.

La Constitución contempla este principio en el artículo 134.2, antes citado, cuando


establece que los Presupuestos “incluirán la totalidad de los gastos e ingresos del Sector
Público Estatal”.

o Unidad: Todos los ingresos y gastos públicos se incluirán en un solo presupuesto,


prohibiendo la existencia de presupuestos extraordinarios y especiales. Es una
consecuencia del principio de universalidad y tiene por objeto facilitar al Legislativo el
ejercicio del control presupuestario.

o Especialidad: El Parlamento al aprobar los presupuestos elige una serie de


alternativas y los recursos precisos para financiarlas. Dichas elecciones, vinculan al
Ejecutivo y deben ser cumplidas en su ejecución. Incluye las denominadas especialidades
presupuestarias con una triple acepción: para un determinado destino (cualitativa); por un
determinado importe (cuantitativa) y para un período de tiempo determinado (temporal).

La Ley General Presupuestaria, antes citada, recoge la triple manifestación de este


principio a lo largo de su articulado:

• Artículo 42: “Los créditos para gastos se destinarán exclusivamente a la finalidad


específica para la que hayan sido autorizados por la Ley de Presupuestos o a la que
resulte de las modificaciones aprobadas conforme a esta Ley.”
• Artículo 46: “Los créditos para gastos son limitativos. No podrán adquirirse
compromisos de gasto ni adquirirse obligaciones por cuantía superior al importe
de los créditos autorizados en los estados de gastos...”

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• Artículo 49. “ Con cargo a los créditos del estado de gastos de cada presupuesto
sólo podrán contraerse obligaciones derivadas de adquisiciones, obras, servicios y
demás prestaciones o gastos en general que se realicen en el propio ejercicio
presupuestario, sin perjuicio de las salvedades establecidas...”

o Anualidad: La autorización parlamentaria del presupuesto, ha de tener una


vigencia determinada, el denominado ejercicio presupuestario, que en la mayoría de los
países coincide con el año natural y transcurrido el cual perderá su valor, salvo que se
prorroguen. Como excepción a este principio y por la naturaleza de determinados
créditos se prevé la plurianualidad para alguna clase de gastos (ejemplo: las
inversiones), o el pago de obligaciones de ejercicios anteriores con cargo al presupuesto
corriente.

Recogido en el artículo 134.2 de la Constitución, el principio de anualidad se identifica


con el principio de especialidad temporal de los créditos que se ha visto más arriba. Viene
recogido con mayor detalle en el artículo 34 de la LGP.

De los principios recogidos en la LGP se deduce que el principio de anualidad debe ser
puesto en combinación con la programación presupuestaria. Así, el artículo 24 establece
que: “La gestión del sector público estatal está sometida al régimen de presupuesto anual
aprobado por las Cortes Generales y enmarcado en los límites de un escenario plurianual.”

o Publicidad: Los ciudadanos deben tener conocimiento sobre el destino de los


recursos que se financian con los tributos que pagan. La publicidad no sólo debe
producirse durante el debate de aprobación y con la publicación de la presupuesto
aprobado, sino también a lo largo de su gestión mediante informes, comparecencias e
interpelaciones al Gobierno por el Parlamento.

2.2. Principios contables

La contabilidad pública tenía para los clásicos un carácter de instrumento de control


presupuestario, comprobando que los recursos son gestionados conforme a los principios
políticos y económicos.

Los principios contables son, en definitiva, una traducción a la técnica contable de los
principios políticos. Son los siguientes:

o Presupuesto bruto: Se corresponde con el de universalidad. La contabilidad ha de


llevarse por un sistema administrativo y no especulativo y como consecuencia del
principio de universalidad, se exige que todas las partidas se consignen en el presupuesto,
sin aumentos o minoraciones.

o Unidad de caja: Derivado del principio político de unidad, establece que todos los
ingresos y gastos de la Hacienda Pública deben realizarse a través de la misma caja.
Persigue coordinar la tesorería de los caudales públicos, prohibiendo las cajas especiales.

o Especificación: Tiene su origen en el principio de especialidad y reduce la


discrecionalidad del Ejecutivo en la gestión presupuestaria, que ha de acomodarse a lo
autorizado por el Parlamento, al aprobar el presupuesto con el limite cualitativo y

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cuantitativo, los cuales contablemente debe ser comprobados. También se articula en una
triple acepción: cualitativa, cuantitativa y temporal.

o Ejercicio cerrado: Se corresponde con el de anualidad. A través del principio de


ejercicio cerrado se establece una limitación a cualquier prórroga contable de una
actuación presupuestaria vencida. Cuando haya que realizar un pago o percibir un ingreso
por cuenta de otro ejercicio, se abre una cuenta especial.

2.3. Principios económicos

Para los economistas liberales la actividad económica del Estado tenía que ser lo más
limitada posible y ajustarse a una serie de reglas que debían orientar el presupuesto y la
gestión de la actividad financiera del Sector Público.

Los principios económicos, están íntimamente ligados a la filosofía financiera clásica:

• Limitación del gasto o gasto mínimo, derivado del hecho de que el gasto público se
considera improductivo desde la perspectiva de los economistas clásicos.

• Equilibrio presupuestario, regla de oro de la hacienda clásica. Se basa en que deben


coincidir los ingresos y los gastos públicos del presupuesto. Tiene por objeto limitar la
participación pública en el mercado, pues ello ocasionaría una intromisión en la economía
privada y una disminución de la riqueza y capacidad económica de los ciudadanos.

• Neutralidad impositiva, porque los impuestos no deben entorpecer ni perjudicar el


desarrollo económico de un país.

• Autoliquidación de la deuda, que parte del paralelismo entre el Estado y las empresas
privadas, considerando que la emisión de deuda pública solo está justificada para la
financiación de inversiones productoras de riqueza, con la cual se van a poder pagar sus
intereses y amortizar el principal, ya que a través de la emisión de deuda pública el Estado
detrae capital que podría utilizarse para empleos productivos. Señala pues, que el
endeudamiento excepcional del sector público sólo debe utilizarse para financiar gastos
públicos de inversión capaces de generar recursos suficientes como para hacer frente a
la amortización y al pago de intereses.

Los principios económicos han evolucionado, al igual que el resto de principios, a lo


largo del tiempo. En España debemos referirnos a la Ley General Presupuestaria, que
acoge actualmente alguno de los principios económicos más arriba referidos, adaptados
al momento actual. Concretamente, cabe destacar la firma del Pacto de Estabilidad y
Crecimiento en 1997 como inspirador de la legislación presupuestaria vigente. En este
sentido, la LGP distingue entre:

a) PRINCIPIOS Y REGLAS DE PROGRAMACIÓN PRESUPUESTARIA, recogidos


en el artículo 26, que señala: “La programación presupuestaria se regirá por los
principios de estabilidad presupuestaria, plurianualidad, transparencia y eficiencia en
la asignación y utilización de los recursos públicos, conforme a lo dispuesto en la Ley
18/2001, de 12 de diciembre, General de Estabilidad Presupuestaria.”

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Así pues, la LGP remite a la LGEP2 la regulación de los principios que rigen la
programación, y que vienen a inspirarse, a su vez, en el artículo 31.2 de la Constitución
y en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento suscrito en 1997.

b) PRINCIPIOS Y REGLAS DE GESTIÓN PRESUPUESTARIA, en su artículo 27,


recogiendo alguno de los principios que se han visto más arriba, como el de anualidad
(en el marco de un escenario plurianual), el de especialidad, el de presupuesto bruto o el
de transparencia en la gestión (trasunto del de publicidad).

3. EL CICLO PRESUPUESTARIO

Con la denominación “ciclo presupuestario” nos referimos a la sucesión de diferentes


momentos u operaciones que afectan al presupuesto. De forma breve, podemos señalar
que el ciclo presupuestario consta en España de cuatro grandes fases (preparación y
elaboración, aprobación, ejecución y control) y su duración es de aproximadamente tres
años.

La característica más importante del ciclo presupuestario es la atribución de


competencias para cada una de las fases, que en el caso de España viene establecida por
la propia Constitución y refleja la importancia central que tiene el presupuesto en el
esquema constitucional de división de poderes.

Podemos así afirmar que las diferentes fases del ciclo presupuestario se desarrollan con
una casi perfecta alternancia entre los protagonistas de las mismas: ejecutivo y
Parlamento. El Gobierno prepara el presupuesto sometiendo al Parlamento el proyecto
de ley; el Parlamento examina este proyecto y lo aprueba con las enmiendas que
considere necesarias; aprobada la Ley de Presupuestos, la Administración es
responsable de su ejecución; por último, el Parlamento controla esa ejecución
comprobando la correspondencia entre autorización y las operaciones desarrolladas en
base a la misma.

Estas fases son sucesivas, alternándose en ellas la competencia de ejecutivo y


legislativo. Ahora bien, deben hacerse al respecto algunas observaciones; durante el
curso del ejercicio presupuestario puede plantearse la necesidad de aprobar nuevos
gastos, que deben ser autorizados mediante ley, aunque con iniciativa reservada al

2 El artículo 3 de la LGEP recoge el principio de estabilidad presupuestaria, determinando que “ La elaboración, aprobación y
ejecución de los presupuestos de los distintos sujetos comprendidos en el artículo 2 de esta Ley se realizará en un marco de
estabilidad presupuestaria, de acuerdo con los principios derivados del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.” (..)

Asimismo, el artículo 4 recoge el principio de plurianualidad, según el cual “La elaboración de los presupuestos en el sector
público se enmarcará en un escenario plurianual compatible con el principio de anualidad por el que se rige la aprobación y
ejecución presupuestaria”

Por su parte, el artículo 5 refleja el principio de transparencia: “Los presupuestos de los sujetos comprendidos en el ámbito de
aplicación de esta Ley y sus liquidaciones deberán contener información suficiente y adecuada para permitir la verificación del
cumplimiento del principio de estabilidad presupuestaria.”

Y, finalmente, el artículo 6 establece el principio de eficiencia en la asignación y utilización de recursos públicos: 1. “Las
políticas de gastos públicos deben establecerse teniendo en cuenta la situación económica y el cumplimiento del objetivo de
estabilidad presupuestaria, y se ejecutarán mediante una gestión de los recursos públicos orientada por la eficacia, la eficiencia y
la calidad. 2. “Las disposiciones legales y reglamentarias, en su fase de elaboración y aprobación, los actos administrativos, los
contratos y los convenios de colaboración y cualquier otra actuación de los sujetos a que se refiere el artículo 2 de la presente Ley
que afecte a los gastos públicos, deben valorar sus repercusiones y efectos, y supeditarse de forma estricta al cumplimiento de las
exigencias de estabilidad presupuestaria.”

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Gobierno de manera análoga a la de la Ley de Presupuestos. Además, en relación con el
control, éste es múltiple, existiendo, además del parlamentario, también un control
desarrollado por la propia Administración, que, además, se lleva a cabo con las
operaciones de ejecución.

El ciclo presupuestario tiene una duración variable conforme a la normativa vigente en


cada país. Suele comprender en los países occidentales un periodo aproximado de tres
años: uno previo, otro corriente y otro ulterior.

3.1. Fases del ciclo presupuestario

De forma breve, podemos señalar que el ciclo presupuestario consta en España de


cuatro grandes fases (elaboración, aprobación, ejecución y control).

La elaboración se inicia con la aprobación de los objetivos de gastos corrientes y de


capital por Economía y Hacienda. Posteriormente intervienen los órganos de gasto
(Comisión de Política de Gasto o de Análisis de Programas y los departamentos
ministeriales) que elevan sus propuestas a Economía y Hacienda. Antes del 1 de octubre
deberá remitirse el proyecto de ley de PGE al Congreso.

La aprobación compete a las Cortes (Congreso-Senado-Congreso), pudiéndose


introducir enmiendas (a la totalidad o al articulado) y debe ser aprobado antes del 1 de
enero, quedando automáticamente prorrogados los PGE del año anterior en caso
contrario.

La ejecución –realizar los gastos y operaciones autorizados- recae en los órganos de las
Administraciones Públicas. Consta de cuatro fases: autorización, compromiso,
obligación y orden de pago. Cabe modificación de las cifras aprobadas en algunos casos
(créditos extraordinarios, por ejemplo).

El control se realiza en dos niveles. Por un lado, un control interno durante la ejecución
a través de la Intervención General del Estado que debe fiscalizar, y por otro lado, al
finalizar el año, un control externo a través del Tribunal de Cuentas debiendo aprobar la
Cuenta General del Estado y someterla a las Cortes.

El ciclo presupuestario en el ordenamiento jurídico español

A continuación veremos con un poco más de detalle el ciclo presupuestario en el


ordenamiento jurídico español, y más concretamente en el ámbito de la Administración
General del Estado.

Tres son las normas fundamentales conforme a las cuales se define y en las que aparece
regulado: La Constitución Española de 1978, la Ley 47/2003 General Presupuestaria y
la Ley 18/2001 General de Estabilidad Presupuestaria.

3.1.1. Fase de elaboración

La iniciativa de cara a la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado


corresponde de manera exclusiva al Gobierno tal y como establece el artículo 134 de la
Constitución Española ya referido. Se trata de una iniciativa obligada, no facultativa que

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debe llevarse a cabo siguiendo determinadas pautas en cuanto al tiempo y a los modos
de desarrollo. La Ley General Presupuestaria hace referencia al procedimiento de
elaboración en su artículo 36.2 3.

Resumidamente, dentro del proceso de preparación cabe distinguir las siguientes fases:

1. Fijación del objetivo de estabilidad y la cifra máxima de gasto no financiero. El


objetivo de estabilidad abarcará un periodo de tres años.

2. Escenario presupuestario plurianual: se confeccionan unos escenarios


plurianuales de previsión de ingresos y gastos.

3. Anteproyectos parciales: cada Ministerio prepara el suyo y los de cada uno de los
organismos autónomos adscritos al mismo. Para ello existe en cada departamento
ministerial una oficina y una comisión presupuestaria.

4. Anteproyecto global: con base a los anteproyectos anteriores, el Ministerio de


Hacienda presenta al Gobierno el anteproyecto de Ley de Presupuestos Generales
del Estado.

El artículo siguiente, el 37, hace referencia a la remisión del anteproyecto a las Cortes
Generales detallando qué documentos deben adjuntarse. Se entraría así en la siguiente
fase del ciclo, la de aprobación.

3.1.2. Fase de aprobación

De acuerdo con el artículo 134.3 de la Constitución, el Gobierno debe presentar ante el


Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado al menos tres meses
antes de la expiración de los del año anterior.

3 El artículo 36. 2 establece que “ El procedimiento por el cual se regirá la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado

se establecerá por orden del Ministro de Hacienda y se sujetará a las normas siguientes:

Primera. Las directrices para la distribución del gasto, estableciendo los criterios de elaboración de las propuestas de
presupuestos y sus límites cuantitativos con las prioridades y limitaciones que deban respetarse, se determinarán por el Ministro de
Hacienda.

Con este fin, se constituirá la Comisión de Políticas de Gasto, cuya composición se determinará por orden del Ministro de
Hacienda.

La Comisión respetará la adecuación de los criterios de establecimiento de prioridades y de elaboración de las propuestas a los
límites y objetivos de política presupuestaria que los presupuestos deban cumplir.

Segunda. Los ministerios y los demás órganos del Estado con dotaciones diferenciadas en los Presupuestos Generales del Estado,
remitirán al Ministerio de Hacienda sus correspondientes propuestas de presupuesto, ajustadas a los límites que las directrices
hayan establecido.

Del mismo modo, los distintos ministerios remitirán al de Hacienda las propuestas de presupuestos de ingresos y gastos de cada
uno de los organismos autónomos y otras Entidades a ellos adscritos. (...)

Asimismo, los ministerios remitirán las propuestas que contengan los presupuestos de operaciones corrientes y de operaciones de
capital y financieras de las entidades públicas empresariales, de las sociedades mercantiles estatales y de las fundaciones del
sector público estatal que dependan funcionalmente de cada uno de ellos, acompañadas de la documentación a que se refiere el
artículo 29 de esta Ley. (...)

El mismo artículo 36 dispone en su apartado 3 que “El presupuesto de ingresos de la Administración General del Estado será
elaborado por el Ministerio de Hacienda, de forma que se ajuste a la distribución de recursos de la programación plurianual
prevista en el artículo 29 y al cumplimiento de los objetivos de política económica establecidos por el Gobierno para el ejercicio.”3

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El procedimiento para la tramitación de los presupuestos ha de encuadrarse en el más
amplio marco del procedimiento legislativo común, en el que no se va a entrar. Baste
con señalar que, tal y como señala el artículo 66. 2 de la Constitución Española, “Las
Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus
Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que
les atribuya la Constitución.”

Ante la eventualidad de que la Ley de Presupuestos no obtuviera la aprobación de las


Cortes, el propio artículo 134.4 de la Constitución Española prevé la prórroga de los
presupuestos, aspecto éste desarrollado en el artículo 38 de la LGP.4

3.1.3. Fase de ejecución

El procedimiento administrativo de ejecución del gasto se define como la serie compleja


de actos y controles a través de los cuales se realiza el gasto público. Como se verá en
los temas siguientes, la gestión del Presupuesto de gastos del Estado y de sus
organismos autónomos y de las Entidades gestoras y Servicios comunes de la Seguridad
Social se realizará a través de las siguientes fases: (artículo 73 LGP)

1. Aprobación del gasto.


2. Compromiso de gasto.
3. Reconocimiento de la obligación.
4. Ordenación del pago.
5. Pago material.

3.1.4. Fase de control

La función de control puede ser clasificada desde multitud de perspectivas:

a) Por el órgano controlador. Podemos distinguir entre:

- Control parlamentario: es un control de tipo político, ejercido por las Cortes


y que tiene múltiples manifestaciones: en el propio procedimiento de
aprobación de los Presupuestos, en las modificaciones presupuestarias, en la
aprobación de la Cuenta General del Estado o en la recepción de informes
provenientes del Tribunal de Cuentas.

- Control externo: Recibe este nombre porque se ejerce por un órgano que no
pertenece a la entidad controlada. En el ámbito de los PGE, es ejercido por el
Tribunal de Cuentas que, según el artículo 136 CE, “es el supremo órgano
fiscalizador de las cuentas y de la gestión económica del Estado, así como
del sector público”. Junto al Tribunal de Cuentas, algunas CCAA. han
creado sus propios órganos de control externo.

- Control interno: Se ejerce por un órgano especializado de un Ente sobre


otros órganos del mismo Ente. En el ámbito de la AGE, está encomendado a

4
“Si la Ley de Presupuestos Generales del Estado no se aprobara antes del primer día del ejercicio económico correspondiente, se
considerarán automáticamente prorrogados los presupuestos iniciales del ejercicio anterior hasta la aprobación y publicación de
los nuevos en el «Boletín Oficial del Estado”. (...)

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la Intervención General del Estado, dependiente orgánicamente del
Ministerio de Economía y Hacienda y, en el ejercicio de su función, del
Consejo de Ministros.

b) Atendiendo a los criterios con arreglo a los cuales se evalúa la actividad financiera:

- Control de legalidad: tiene por objeto asegurar que la gestión de las finazas
públicas se acomode a las normas legales aplicables.

- Control de eficacia, eficiencia y economía.

c) Por el momento en el que el control se realiza:

- Control previo: se realiza antes de que se dicte el acto sujeto a control y


tiende a evitar las irregularidades antes de que se produzcan.

- Control concomitante: tiene lugar al mismo tiempo que se realiza la


actividad controlada. Tiene también carácter preventivo.

- Control posterior o consuntivo: normalmente recaerá sobre las cuentas en


que la actividad financiera queda registrada, posibilitando la exigencia de
responsabilidades.

4. PRESUPUESTO POR PROGRAMAS: CONCEPTO Y FASES

El presupuesto por programas comenzó en la administración norteamericana donde fue


introducido por MacNamara en 1961; en 1965 el Presidente Johnson lo extendió a nivel
federal, bajo la denominación "Sistema de Planificación, Programación y
Presupuestación" (P.P.B.S.), para conseguir tres objetivos:

- Hacer las cosas mejor.


- Con mayor rapidez.
- Con menor coste.

Constituye un proceso integrado de gestión, en el que se analiza la actividad


administrativa en su totalidad, asignándose los recursos entre programas
alternativos.

Se caracteriza por ser la primera vez en que se integra la presupuestación, la programación


y la planificación económica, configurándose el presupuesto como la secuencia anual del
plan concretado en programas. Supone la integración de las dos visiones del presupuesto,
la macroeconómica como instrumento de política económica y la microeconómica como
medio para la asignación de los recursos disponibles.

El presupuesto por programas se centra en la planificación estratégica del presupuesto,


y su propósito final consiste en contribuir a la racionalización de las elecciones del
sector público mediante la utilización de técnicas de análisis económico. Es más
complejo, ya que no sólo exige una cuidadosa identificación de los objetivos
perseguidos, sino además la elaboración de las diferentes alternativas existentes para
alcanzarlos y una cuantificación económica de cada una de ellas.

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Con esta forma de presupuestación, se permite conocer lo que ha hecho cada
departamento ministerial, sus resultados, cómo (sus actividades), con qué medios y el
coste de su realización.

Asimismo, se unen los procesos de elección política y presupuestación, configurando el


presupuesto como un instrumento para planificar la política y mejorar la asignación de los
recursos.

Sin embargo, no existe un modelo único, pues se ve afectado por las características
políticas y administrativas de cada país.

El Presupuesto por programas se desliga de la concepción tradicional del concepto


presupuestario. Podemos afirmar que la adopción de este tipo de presupuestación
supone la aceptación de unos elementos fundamentales, como los que se indican
seguidamente:

a) Los objetivos de gasto. Cada programa es la ordenación de medios de que


disponen los centros gestores en orden a la consecución de sus objetivos.

b) Los programas. Son combinaciones de medios identificables orientados al logro


de un determinado objetivo a alcanzar por un centro de gestión.

c) Los indicadores. Son elementos referidos a los objetivos de los programas


presupuestarios que proporcionan informaciones cuantificables. Poseen carácter
descriptivo y valorativo.

d) Seguimiento, control y evaluación de los resultados de la gestión. En un


sistema de Presupuesto por programas es imprescindible el establecimiento de
algún tipo de control referido a la ejecución de los programas y sus resultados
finales.

El Presupuesto por programas debe convertirse en un instrumento para la mejora de las


fases del ciclo presupuestario:

* En la elaboración, mediante la preparación por el responsable de cada programa de


soluciones alternativas en programas plurianuales para cada campo de actividad.

* En la aprobación, presentando la actividad del Estado al Parlamento y a los ciudadanos,


de modo que puedan conocerse los metas u objetivos a alcanzar y los medios asignados
para su consecución.

* En la ejecución, responsabilizando a los gestores de la consecución de los objetivos


programados, medibles a través del establecimiento de indicadores de resultados.

* En el control, evaluando su nivel de eficacia y de eficiencia y efectuando las oportunas


correcciones de las desviaciones observadas.

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El proceso presupuestario por programas se desarrolla siguiendo su ciclo, a través de
las siguientes fases sucesivas e integradas. Las tres primeras previas a su ejecución y la
última simultánea o posterior:

1ª. Planificación.
2ª. Programación.
3ª. Presupuestación.
4ª. Ejecución.
5ª. Control.

La planificación persigue la búsqueda de un futuro deseado y con tal fin, previo análisis de
las alternativas posibles, establece los medios precisos para conseguirlo. El proceso
planificador debe ser integral incluyendo a toda la organización, aunque puede
desarrollarse en un ámbito temporal o material diferente.

Los resultados alcanzados y la información obtenida, deben servir para mejorar los futuros
planes y rectificar en su caso los objetivos, estrategias o acciones.

La programación que es la principal fase, tiene por objeto el establecimiento de los


programas de gasto a ejecutar.

Determinados los programas, se asignan los recursos presupuestarios precisos para


financiar durante el correspondiente ejercicio presupuestario los medios personales,
materiales y financieros necesarios para alcanzar los objetivos programados en dicho
período.

Las tres primeras fases, se distinguen por su duración: a largo plazo; a medio plazo y
anual. Asimismo, se diferencian por el grado de concreción y duración de sus objetivos:
generales o políticos; sectoriales y específicos.

Durante su vigencia se procede a gestionar el presupuesto (ejecución) aprobado, con el fin


de alcanzar a través de los medios asignados las metas u objetivos previstos.

El ciclo se cierra con el control y evaluación de las metas u objetivos alcanzados, el cual
conforme se ha señalado, sirve para la retroalimentación del sistema, ayudando en base a
lo conseguido y sus circunstancias de ejecución a asignar los recursos en los ejercicios
futuros.

Por último nos referiremos a la evaluación de los programas; por su naturaleza, ya


expuesta anteriormente, el presupuesto por programas es una técnica destinada a asignar
los recursos entre fines competitivos por lo que la evaluación se erige como elemento clave
e imprescindible.

En España, la clasificación de los créditos por programas se planteó con la Ley General
Presupuestaria de 4 de Enero de 1977. Comienza desde entonces un proceso de varios años
que culmina con el primer presupuesto por programas, introducido en la LPGE para el año
1989, que define una serie de programas y los procedimientos de seguimiento del grado de
realización de los objetivos definidos en las memorias de cada programa.

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La nueva LGP (Ley 47/2003, de 26 de Noviembre) plantea la relación entre la
programación presupuestaria y el objetivo de estabilidad. En concreto, la programación de
la actividad del sector público estatal se materializa en los escenarios presupuestarios
plurianuales, tanto de ingresos como de gastos, que se deben ajustar al objetivo de
estabilidad para los tres ejercicios siguientes y a los que se adecuarán los Presupuestos
Generales del Estado.

Se definen asimismo los programas plurianuales ministeriales y de los Centros Gestores y


se vincula la asignación de recursos de forma prioritaria con el nivel de cumplimiento de
los objetivos en ejercicios anteriores, como de forma específica recoge el artículo 31.5

5 PRESUPUESTO BASE CERO: TERMINOLOGÍA Y DESARROLLO DEL


PROCESO PRESUPUESTARIO

Esta técnica fue desarrollada por la Texas Instruments e introducida en el gobierno


estadounidense por James Carter.

Esta formulación supone que ningún gasto se considera consolidado, es decir, no debe
ser recogido en un presupuesto si no se justifica su conveniencia y necesidad. O lo que
es lo mismo, no se aprobaría un gasto del que pudiera prescindirse.

El presupuesto de base cero trata de aprovechar la técnica anterior, pero va más allá al
combatir el incrementalismo, y que se había mantenido a través de todas las reformas
anteriores. Para ello propugna la revisión constante de las asignaciones a los
programas en marcha, así como exige de las unidades la formulación y
cuantificación de distintos niveles de ejecución de cada programa, de manera que
una reducción en los recursos destinados no tenga por qué suponer forzosamente la
desaparición completa de un programa. Por otra parte, el presupuesto en base cero exige
la presentación y discusión de las diferentes alternativas para alcanzar los objetivos de
un programa, lo cual implica un considerable esfuerzo a lo largo de toda la cadena de
preparación del presupuesto.

Cada centro gestor del gasto debe defender su petición de presupuesto sin referirla al
nivel de asignaciones del año anterior. Dichas peticiones, previa justificación por cada
gestor en niveles alternativos de esfuerzo, son analizadas y evaluadas, priorizándose y
asignándose los recursos presupuestarios disponibles.

A diferencia del presupuesto por programas que parte de la continuidad de estos, el


presupuesto en base cero no supone la permanencia de los programas y objetivos, todos
deben analizarse y priorizarse de nuevo, sustituyéndose algunos por nuevos programas u
objetivos.

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Artículo 31. Asignación presupuestaria y objetivos.
1. Los Presupuestos Generales del Estado se adecuarán a los escenarios presupuestarios plurianuales y atenderán a la consecución
de los objetivos que se hayan establecido en los programas plurianuales de los distintos departamentos ministeriales, con sujeción,
en todo caso, a las restricciones que en orden al cumplimiento de los objetivos de política económica determine el Gobierno para el
ejercicio a que se refieran.
2. Las asignaciones presupuestarias a los centros gestores de gasto se efectuarán tomando en cuenta, entre otras circunstancias, el
nivel de cumplimiento de los objetivos en ejercicios anteriores.
Los objetivos de carácter instrumental habrán de ponerse en relación con los objetivos finales en cuya consecución participan.

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Las ventajas de esta técnica residen en que implica a todos los niveles administrativos,
así como permite una identificación clara de los objetivos así como la localización de
actividades innecesarias. Sin embargo, también requiere un mayor compromiso por
parte de los funcionarios públicos, que no siempre se obtiene, así como tampoco
establece controles a posteriori que permitan identificar las mejoras obtenidas y las
ganancias de eficiencia en la gestión.

El presupuesto de base cero descompone el presupuesto en programas y niveles de


servicio, asociando éstos con sus costes y luego establece prioridades, sólo los que estén
en la lista de prioridades recibirán fondos. Se crea un mecanismo para la reasignación,
lo que crea competencia y conflicto entre departamentos, por lo que rara vez se usa en
solitario este presupuesto.

El valor del presupuesto en base cero es que plantea un proceso que requiere la
evaluación sistemática y la justificación de la totalidad de los objetivos y actividades
de los programas y en base a estos se asignan los recursos presupuestarios.

Se trata de dar el máximo de información a los decisores acerca de las alternativas


presentadas sobre los programas de gasto de la Organización, con el fin de mejorar la toma
de decisiones y la asignación eficiente de los recursos. Por eso es muy útil en la actualidad,
caracterizada por la escasez de recursos.

Cumple la misión de reasignar eficientemente los recursos disponibles entre las unidades,
introduciendo una nueva unidad o incrementando el nivel de actividad de una existente
mediante la correspondiente disminución o en su caso supresión de otra.

Al Gobierno le permite disminuir el volumen del gasto público y lograr la consiguiente


reducción del déficit, dentro del conjunto de la economía nacional y conforme a los
objetivos generales. También le posibilita conocer el volumen de los gastos públicos
ineludibles y el margen disponible.

Asimismo, facilita la comparación de las alternativas presentadas por los titulares de los
Departamentos ministeriales, justificando los recortes presupuestarios, previo análisis de
las propuestas y priorizando aquellas áreas que hayan puesto de manifiesto su importancia.

El Parlamento dispone de una buena fuente de información que le ayudará a conocer las
metas u objetivos previstos y una más racional asignación de los recursos entre los
programas que la presenta el Ejecutivo para su aprobación.

No obstante, se han detectado algunos inconvenientes su aplicación, entre los que


podemos destacar los siguientes:

- Impide tener una visión de conjunto.


- Puede propiciar la adopción subjetiva de decisiones.
- Se presentan dificultades para el establecimiento de un nivel homogéneo de las unidades
de decisión.
- Existen resistencias a proponer la disminución de los recursos con que habitualmente se
ha venido contando.
- No se establece un control posterior que señale las desviaciones entre lo propuesto y lo
alcanzado.

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