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Música y cerebro

Bilda Valentín

Cada vez más vinculados.

De música no se conoce todo. Los últimos descubrimientos han


arrojado una serie de informaciones relevantes. Su relación con
el aprendizaje, su aporte a la memoria visual y espacial o su
influencia genética son algunas de las temáticas que se abordan
con insistencia hoy día.

Pensar en cómo sería un día completo sin música, quizás, no se


le ha ocurrido a nadie. Pero materializar este hecho podría ser
catastrófico. Desde que el ser humano se levanta hasta que se
acuesta vive rodeado de estímulos sonoros que repercutirán en
su estado emocional.

Los recientes descubrimientos en neurología, psicología y


biología han demostrado que escuchar melodías agradables no
sólo modifica el estado de ánimo, sino que puede tener una
influencia muy positiva.

El compositor alemán Ludwig Van Beethoven llegó a decir en una


ocasión que la música es más elevada que la filosofía. Y en cierta
forma puede ser cierto. Este arte posee una dimensión universal.
Esto se puede demostrar de la siguiente manera: “Si un árabe
escucha un merengue y una balada, (aunque estas melodías no
forman parte de su cultura) su cerebro será capaz de establecer
las diferencias entre las sensaciones alegres que le transmite el
merengue, de las emociones tristes que expresa la balada.

Es indiscutible el impacto de la música en la salud física y mental.


Se ha podido demostrar que la música activa de manera profunda
los mecanismos neuronales, modificando el estado de ánimo y
curando algunos males.

Herencia musical.

La música ha sido una constante en todas las culturas, desde la


antigüedad hasta el presente. Este arte ha acompañado al ser
humano durante toda la vida, marcando así vivencias importantes
como el nacimiento y la muerte.

Pero, ¿qué provoca que los seres humanos amen la música? De


acuerdo a los antropólogos: herencias ancestrales. Aunque no
confirmado, es muy probable que los hombres de la prehistoria
tuvieran consigo instrumentos rudimentarios que produjeran
música. Algunos hallazgos paleontológicos realizados en Francia
y en Eslovenia, sugieren que los neandertales ya disfrutaban de
algunas experiencias sonoras.

A pesar de que con frecuencia se habla de una herencia musical,


el Programa Biomusic de la National Academy of Sciences de
Estados Unidos sostiene que la música apareció mucho antes
que el ser humano. Patricia Gray, responsable del equipo señala:
“Nosotros no somos los inventores de la música, sino unos
advenedizos”.

Ubicado en la época actual, se ha podido determinar también que


el gusto musical y la capacidad de aprender a tocar algún
instrumento de música tiene mucho que ver con la herencia
genética.

De acuerdo a los resultados de una investigación realizada en el


Hospital Saint Thomas, de la capital británica, las aptitudes
musicales se pasan de generación en generación a través del
código genético. “La capacidad de reconocer los tonos y las
cadencias de una melodía depende de los genes en una
determinada zona del cerebro”.Música y emoción Aunque una
persona carezca de una educación musical, una melodía le
genera una reacción emocional. Los psicólogos británicos John
Sloboda y Patrik Juslin, de la Universidad Keele, han realizado
una serie de estudios que demuestran que las melodías lentas y
con candencia descendente generan en los que escuchan
sensaciones de tristeza, mientras que las candencias
ascendentes producen sentimientos estimulantes.

De acuerdo a estos profesionales, el origen de esta sensación


está en el lenguaje. “Todos los seres humanos compartimos un
código heredado para interpretar el habla. En cualquier idioma, la
ira se manifiesta gritando y el cariño susurrando”.

Cuando el individuo se encuentra escuchando una música,


diferentes partes del cerebro se activan dependiendo de si está
escuchando una melodía pegajosa o un canto fúnebre. Esta
información la comprobó la investigación realizada por el
profesor Petr Janata.

De acuerdo al especialista, los compositores siempre han sabido


cómo manipular a su audiencia, aunque no se tenía la certeza de
cómo. Sin embargo, esto no quiere decir que la música que
escriba un compositor determinado tiene la intención de
manipular las emociones.

Justine Sergeant, en su artículo La música, el cerebro y Ravel,


expresa: “Escuchar música es una experiencia personal y
difícilmente comunicable que resulta de una reacción subjetiva al
mensaje de un compositor que se expresa a sí mismo y a sus
emociones a través del medio musical”.

Para Sergeant, esta reacción individual está determinada por


factores como el interés, la educación, el aprendizaje, la cultura y
la personalidad; todos ellos contribuyen de manera intricadas y
únicas a la experiencia musical particular, de forma que una pieza
musical que evoca sentimientos y emociones en ciertas
personas, puede dejar a otras totalmente indiferentes.

Sin embargo, a pesar de todo lo dicho anteriormente, la música


no es una necesidad biológica y, en contraste con el lenguaje
verbal, entre los humanos existen grandes variaciones en la
sensibilidad y la habilidad para la música.

Notas cerebrales.

Las últimas investigaciones que sobre el cerebro se han realizado


determinaron de qué manera éste reacciona a los estímulos
musicales. Un estudio anatómico de cerebros de enfermos
fallecidos y las técnicas de neuroimagen han permitido
establecer que el conocimiento musical se procesa de manera
global en varias partes del cerebro a la vez.

Neurólogos del centro médico Beth Deacones de Israel han


demostrado que los músicos profesionales tienen más
desarrolladas las áreas del proceso auditivo y de control
psicomotriz que el resto de los mortales. La diferencia de tamaño
de estas zonas de la masa gris puede llegar hasta el 50 por
ciento.

Las funciones musicales requieren de procesos mentales únicos


que dependen de estructuras cerebrales específicamente dotadas
de la habilidad para implementar estas operaciones dedicadas en
exclusiva al dominio musical.

La música y la emoción comparten una misma región del cerebro,


conocida como el cortex prefrontal. Esta información fue arrojada
por un equipo de investigación, del Centro de Neurociencias
Cognitivas de la Universidad de Dartmouth, encabezado por Petr
Janata.

Hasta hace poco se sabía que cuando esta región cerebral sufre
lesiones, se altera la capacidad de asimilar información, de
resolver problemas y de evaluar las consecuencias de la acción.
Sin embargo, gracias a esta investigación se sabe que la
capacidad musical se vería también alterada.

Música e inteligencia.

¿Está relacionada la música con la inteligencia? De acuerdo a los


últimos estudios parece que sí. Algunos ratones expuestos a
audiciones musicales han mostrado más habilidad a la hora de
encontrar la salida de un laberinto.

Todavía no hay respuesta certera de los efectos de la música en


el cociente intelectual del ser humano, pero sí se ha podido
observar que los pequeños se muestran familiarizados con
canciones que han escuchado dentro del vientre materno, y que
su memoria de estos acontecimientos puede durar hasta un año.

Aunque ya nadie discute acerca de la importancia que tiene la


educación musical en los infantes, todavía no existe una prueba
refutable de que la música favorezca directamente la inteligencia.
Sin embargo, algunos datos indican que, tras escuchar piezas
concretas, grupos de voluntarios obtienen mejores resultados en
test de cociente intelectual, sobre todo los que tienen que ver con
la memoria espacial y las secuencias.

Un estudio realizado por la Universidad de Hong Kong y


publicado en la revista Neuropsychology, destaca que las clases
de música mejoran la memoria verbal de los niños y puede ser
beneficiosas para los estudios. Hacer escalas con el piano, por
ejemplo, desarrolla la parte izquierda del cerebro, donde están
concentradas la memoria verbal y las aptitudes musicales.

Un grupo de psicólogos de la Universiadd de Hong Kong


examinaron a 90 niños de 6 a 15 años. La mitad están integrados
en una orquesta en sus escuelas y llevan más de cinco años
aprendiendo a tocar un instrumento occidental. La otra mitad
carece de formación musical. Los niños que estudian música
memorizaban más palabras de una lista.

En un proyecto que se realizó en las escuelas suizas se


descubrió que aquellos niños que recibían clases de música extra
se desenvolvían mejor tanto en la lectura como en los idiomas.
Los investigadores de la Universidad de California han llegado a
la conclusión de que la música modifica los circuitos del cerebro
y lleva a un perfeccionamiento de las habilidades del
pensamiento.

Inteligencia musical.

Aunque los seres humanos tienen un centro musical en el


cerebro, no todos tienen la ocasión de descubrirlo o
desarrollarlo, es ahí donde juega un papel determinante la
inteligencia musical. Ésta es considerada como la capacidad que
tiene un individuo para responder y dar sentido a los patrones
sonoros.

Según Robert Fisher, autor del libro Cómo desarrollar la mente de


su hijo, no todas las inteligencias musicales son del mismo tipo,
así como ésta es una forma de inteligencia diferente de cualquier
otra. “Hay músicos que son buenos en matemáticas y otros que
no”. Sin embargo, el desarrollo de la inteligencia musical puede
apoyar el desarrollo de otros tipos de inteligencia.

Aunque no todas las personas tienen de igual manera


desarrollada la inteligencia musical, esta puede ser estimulada a
través de la audición, aprendiendo a controlar el sonido y
compartiendo las experiencias musicales con los demás, por lo
menos así lo plantea Robert Fisher. “El aprendizaje de lo musical
comienza cuando se aprende a escuchar los sonidos que hay en
nuestro entorno”.

Según Fisher lo esencial de la audición musical es la capacidad


para distinguir unos sonidos de otros y oír los patrones que
crean. Vinculada de manera irrevocable con la emoción, la
música es capaz de elevar el espíritu hacia su máxima expresión.
Aprovecha las bondades de ella para obtener así sus enormes
beneficios.

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