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Es importante que cada profesional recuerde cómo ha sido su experiencia al enfrentar a estos clientes tan
activos llamados “adolescentes”. Probablemente piensen que son pacientes más difíciles o complicados,
porque les cuesta dirigirse a uno, vienen acompañados por la madre, que no quiere dejarlos solos, vienen
con temores, y además, el tiempo disponible en la atención primaria no alcanza para atenderlo en forma
integral.
Por lo tanto, hay barreras que tienen que ver con la situación, con el adolescente, con el profesional que
atiende al adolescente y, además, barreras que tienen que ver con el sistema. El profesional puede sentir
que le tratan de endosar lo que los padres no han podido hacer en muchos años, o puede encontrarse con
que la madre ocupa todo el espacio, debiendo dilucidar por qué lo hace, entrando a una esfera de
interacción interpersonal.
En el colegio los niños son muy entretenidos, quieren saberlo todo y cuentan todo acerca de los padres,
opinando y abriéndose bastante, y quieren saber mucho sobre sexualidad; en cambio, los adolescentes son
los clientes más difíciles, debido a factores propios de ellos, de nosotros y del sistema.
Además, debe ser una persona madura, sin necesidad de presentar una imagen autoritaria, ya que para
poder atender bien a un adolescente, el profesional debe haber superado sus propios conflictos de esa
edad.
Por ejemplo, si aún es dependiente de sus padres, vive con ellos y es un adulto joven que tiene un
tremendo conflicto de autonomía con su mamá, que no lo deja irse de vacaciones con su pareja, cuando le
llegue un adolescente con el mismo problema a la consulta no va a poder verlo imparcialmente ni va a
poder ayudarlo en forma objetiva. En este sentido, yo soy partidaria de que la gente que se dedica al
adolescente tenga suficientes años de carrera y de trabajo, en lo que se refiere a su madurez emocional,
para haber resuelto estas cosas.
Otro factor importante es la tolerancia. La gente poco tolerante tiene muchos prejuicios y tiende a criticar
a los adolescentes, por lo que es incapaz de ayudarlos en algunos ámbitos. Hay que tener en cuenta que la
adolescencia se caracteriza por ser un período con mucha tendencia a actuar, en el cual se pueden
manifestar una gran diversidad de conductas, algunas de las cuales pueden ser un poco transgresoras o
conflictivas para el mundo adulto, como la actividad sexual, entre otras.
Entonces, la gente que se dedica a esta área debe tener la apertura mental necesaria para comprender las
diversas conductas humanas y para tolerarlas; la gente muy rígida en este sentido, no sirve para atender a
los adolescentes.
Otra característica que hay que tener es la amplitud de criterio, porque los adolescentes van a llegar
atrasados y van a plantear una serie de desafíos que se deben manejar con un buen balance entre los
límites que les vamos a imponer, porque nuestra misión es ayudarlos a crecer, y la flexibilidad necesaria
para que no se ahoguen con nuestras normas.
Es importante que la persona muestre interés por el adolescente como persona, porque trabajar en
adolescencia no significa que sólo vamos a trabajar los problemas, sino previniéndolos, para lo cual se
debe promover el desarrollo integral de la persona, favoreciendo la autonomía, la independencia, la
autoeficacia y la autoestima, entre otras cosas. Por esto, es importante relacionarse con ellos como
personas integrales.
Además, debe tener buenas habilidades de comunicación con ellos y capacidad para establecer buenas
relaciones con los padres. Todo profesional debe desarrollar y adquirir esta habilidad en el curso del
tiempo.
Si el profesional no tiene capacidad para formar un vínculo positivo con el adolescente, poco podrá hacer
para ayudarlo; por ejemplo, no podrá preguntarle al adolescente si tiene relaciones sexuales, si no tiene
una buena relación con él. Ésta es una habilidad muy importante, que se debe utilizar en cada entrevista,
lo que hace que trabajar con adolescentes sea más demoroso que con otros grupos etarios.
Es muy importante educar sobre las indicaciones y motivar su cumplimiento. La motivación es el gran
tema y lo más difícil del trabajo con adolescentes; por ejemplo, un adolescente consumidor de drogas
debe ser derivado a tratamiento con psiquiatra, pero si no tiene motivación para conseguir ayuda no se
puede hacer nada por él. En el área de conductas de riesgo y desórdenes mentales es importante manejar
habilidades para motivarlos a recibir ayuda.
La anamnesis es distinta en cuanto a las esferas que hay que explorar, ya que está el área biopsicosocial,
pero también el área familiar, escolar, y todo lo relacionado con su relación con los pares, la pareja, la
sexualidad, el consumo de drogas y otros hábitos.
El gran énfasis hay que ponerlo en cómo se deben preguntar las cosas. Esto tiene gran relevancia; las
habilidades de comunicación tienen gran importancia, y dentro de éstas, la que más falla en los
profesionales es la capacidad para escuchar en forma eficaz, o estilo no directivo, en el cual el que más
habla es el adolescente, mientras que el entrevistador pregunta abiertamente para obtener más
información.
Es importante utilizar un lenguaje corporal facilitador de la comunicación, por ejemplo, ponerse en una
distancia cómoda para hablar con él, escribir poco durante la entrevista, mantener una apertura adecuada
de las extremidades superiores, no tener escritorio, etc.
Además, se deben usar las señales de aliento no verbales durante la comunicación. El orden en que se va
explorando es el que entrega el adolescente; esta habilidad se denomina “seguimiento verbal”, que
consiste en explorar los elementos que el paciente va señalando, profundizándolos en la medida en que
sea posible.
Otras habilidades importantes son: saber poner atención al lenguaje no verbal del adolescente al hablar de
determinados temas y el utilizar afirmaciones tranquilizadoras en áreas en que las preguntas pueden
producirle vergüenza.
1. Aclararle al adolescente que uno es el médico, pero que él será el protagonista de lo que pase en
la consulta.
2. Asegurarle el derecho a la confidencialidad, o derecho a guardar en privado la información que
él requiera.
3. Demostrar experiencia profesional, ya que el adolescente no está buscando amigo ni padre en el
médico, sino que están buscando la ayuda profesional de un adulto que es confiable para ellos.
4. Evitar hacer juicios de valor sobre lo que el adolescente refiere.
5. Saber reconocer y resolver las barreras de comunicación que puedan aparecer.
El derecho al secreto es muy importante, ya que todos los estudios demuestran que si no se les garantiza
confidencialidad, lo más probable es que no cuenten sus cosas privadas; por eso, una premisa básica es
ofrecer y respetar una confidencialidad, con límites que van a ir variando de acuerdo al grado de
competencia del adolescente en su toma de decisiones y según el tipo de problema.
El punto de evitar hacer juicios de valor sobre las acciones del adolescente es fundamental, porque es
complicado y puede producirle mucho daño. Es mejor demostrar una curiosidad real por su experiencia,
escucharlo muy bien y ofrecerle siempre colaboración y apoyo, lo que es muy importante en todo el
desarrollo de la relación terapéutica.
Sobre la presencia de barreras de comunicación, éstas pueden ser explícitas o implícitas, y también
pueden ser impuestas por el profesional. Puede servir de mucho el hacer un reflejo de los sentimientos
que suscita la situación del adolescente y decirle en forma directa lo que uno piensa que le está pasando y
tratar de comprenderlo. Lo importante es reconocer las barreras cuando aparecen, explorar sus causas con
empatía y respeto y negociar la solución.
El adolescente espera ser el protagonista de la consulta, por lo que se debe recordar a los padres que a
ellos se les puede incluir en la entrevista, pero que el mayor espacio está destinado al adolescentes, lo que
varía de acuerdo a la edad del niño.
El contacto inicial con el adolescente es crítico. La relación posterior dependerá en gran medida de lo que
haya pasado en la primera consulta, por eso, en ésta se deben poner a prueba todas las habilidades
disponibles. En ese contexto, es importante que el saludo inicial esté dirigido al adolescente, que existan
asientos suficientes en la consulta, evitar hacer el rol de los padres, usar un lenguaje comprensible,
considerar prioritaria la agenda del propio adolescente y poner énfasis en lo positivo.
También es importante desvestirlo lo menos posible y por el menor tiempo, explicándole en qué consiste
el examen físico y cuál es su función, sobre todo en lo que se refiere a los genitales y las mamas. Hay que
hablarles durante el examen físico y decirles que están bien, porque siempre tienen dudas respecto al
desarrollo puberal.
Los servicios de salud han sido insensibles a las necesidades de los adolescentes, haciéndose muy
necesario que se produzca un cambio en esta situación. Se deben desarrollar servicios de salud “amigos
del adolescente”, en los cuales todos los funcionarios posean habilidades para acogerlo adecuadamente.
Los centros de atención de los adolescentes deben ubicarse cerca de su domicilio y deben entregar
atención gratuita o de bajo costo. Deben ser centros específicos, con un ambiente juvenil, que atiendan en
horarios adecuados y que cautelen la privacidad de las consultas, preocupándose de que estén bien
cerradas, y dándoles la posibilidad de que puedan consultar solos.
En cuanto a la docencia e investigación, los adolescentes esperan respeto, es decir, debe obtenerse su
consentimiento informado para integrarlos a estas actividades.