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Hace unos días, revisando la página web del periódico “El País.com” 1, encontré un
artículo titulado: “¿Te gustaría borrar los malos recuerdos?”. Este título tan sugerente
captó mi atención de forma inmediata, su lectura me resultó algo sorprendente porque no
era una metáfora sino una realidad. El artículo decía: “Utilizar fármacos amnésicos para
borrar los recuerdos traumáticos no es una idea nueva, pero nunca hasta ahora hubo una
molécula como ZIP. ZIP es un inhibidor de una enzima (catalizador biológico) cerebral
llamada PKM zeta. En las pruebas con ratones, una sola dosis de ZIP se ha mostrado
capaz de eliminar por completo el recuerdo concreto que el animal haya reactivado en ese
momento. Puede tratarse de una habilidad motora placentera, una asociación emocional
desagradable o un conocimiento espacial sin mayores implicaciones emocionales. El ZIP
se la borra.”
Pero mi asombro aumentó más aún, pues indagando sobre el tema en cuestión,
llegué a la página web de SONEPSYN2 (Sociedad de Neurología, Psiquiatría y
Neurocirugía), sitio electrónico en donde di con una crónica que relataba: “Científicos
norteamericanos prueban con éxito el propanolol, un fármaco que destierra de la mente
los traumas del pasado - Se trata del último medicamento del «bienestar», un negocio que
mueve 25.000 millones de euros al año.”
1
http://www.elpais.com
2
http://www.sonepsyn.cl
Estos médicos norteamericanos experimentaron en voluntarios que habían sido
víctimas o de un accidente de tráfico o de una violación, pues lo más probable es que estas
personas quedarían marcadas de por vida y posiblemente tengan pesadillas, estén
angustiadas y no consigan hablar del tema y mucho menos superarlo.
Además, el artículo indica que este medicamento se está utilizando desde hace más
de veinte años con gran éxito en los tratamientos contra la ansiedad. Disminuye las
palpitaciones y reduce el nivel de temblores, sin embargo el artículo comenta que ahora en
algunos países no sólo se emplea en los episodios traumáticos, sino también en las
situaciones menos intensas pero “comunes” de la vida cotidiana: “En los periodos de
exámenes el medicamento se usa muchísimo, los alumnos suelen necesitarlo”.
No niego que es tentador recurrir a este tipo de paliativos, a veces el dolor de una
situación traumática no es medible ni comparable, pero ¿qué pasa con el resto de los
recuerdos asociados, se borran también? ¿Cómo superamos estas situaciones, cómo vamos
a poder aprender de nuestros errores y conocer nuestros propios recursos para salir
adelante?
Sin duda son bastantes interrogantes que nos hacen entrar a un debate
completamente ético respecto a la aplicación de estas inyecciones para olvidar. Pensar en
ello se me hace prácticamente menester el recordar un film del director Michael Gondry,
protagonizado por Jim Carrey, llamado “Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos”,
en que su personaje central busca por todos los medios deshacerse del mal recuerdo de su
antigua novia, por lo que accede a un tratamiento médico para borrar de su mente este
evento traumático en su vida. Paradójicamente su ex novia incurre en el mismo proceso
médico. Ambos lo terminaron con éxito. Con el paso del tiempo vuelven a reencontrarse,
como no se recuerdan el uno al otro vuelven a enamorarse y, como era de esperarse,
vuelven a terminar en mal pie, reviviendo nuevamente la historia vivida en el pasado. Esto
nos hace pensar: Si el hombre aprende de sus errores, el borrar nuestros recuerdos y malas
experiencias, finalmente ¿no será un mal para nosotros mismos?
No niego que parece ser bastante beneficioso, y atractivo a la vez, el poder optar a
una salida tan fácil a nuestros malos recuerdos, como lo es el simplemente eliminarlos de
nuestro “sistema”, pero a su vez haría caer a la raza humana en un pantano que nos dejaría
estancados en nuestra evolución y nos llevaría a la ruina tanto del punto de vista moral y
social como científico.
Debemos tener en claro que las experiencias dolorosas son una parte esencial de la
formación y la biografía de un individuo. ¿Es una vida la misma luego de eliminar su
recuerdo? Sin ir más lejos, ¿cómo recordaríamos las experiencias agradables sin disponer
de esa referencia, sin saber qué es desagradable? Y otra cosa: al borrar la cara de nuestro
estafador, le estaríamos dando permiso para que nos vuelva a estafar.
Por esto y todo lo anterior, pensemos una, dos y hasta diez veces lo que con nuestros
propios avances científicos hemos logrado. A simple vista, este fármaco parece ser algo
inofensivo y hasta beneficioso, pero analizándolo más profundamente podemos llegar a
concluir que el borrar nuestros recuerdos, por muy malos y traumáticos que sean, nos
llevará finalmente a borrarnos a nosotros mismos, esta inyección se convertirá en la
eutanasia para nuestra humanidad.