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En busqueda de la identidad:

Identidad
¿por y para qué?

La Búsqueda de identidad en el diseño es algo constante en los diseñadores


jóvenes. Todos nosotros, en alguna etapa de nuestra profesión hemos
reflexionado en busca de la identidad nacional o regional del diseño.

¿porquéo para qué? En una mirada amplia, el ser humano necesita ser
reconocido social y culturalmente por quienes cree que estén por encima de
sus condiciones. Necesita ser tenido en cuenta, admirado, valorado, es quizás
por lo único que quiere superarse. Se crea así una cadena infinita de
reconocimiento que garantiza el crecimiento en todas las actividades. El ser
reconocido es una forma de consolidar su existencia, su pertenencia y su
permanencia.

Ahora bien si por identidad de diseño entendemos: poder ser identificados,


a través de particularidades en la configuración de los productos que
diseñamos, creemos no encontrarla.

¿ES COLOMBIANO EL DISEÑO COLOMBIANO?


Arte popular y kitsch
Las imágenes juegan un rol primordial en la rica variedad de la cultura
colombiana; manifiestan un particular sentido del humor, nuestro culto a lo
simbólico, nuestra nostalgia, irreverencia, voracidad y caos. ¿Pero estaremos
perdiendo esa identidad o se estará “globalizando”?

Frente a la actual globalización que parece ser un proceso que no tiene marcha
atrás, son evidentes ciertas ventajas., unos valores mundialmente reconocidos
como comunes al género humano: el derecho a la vida, un código humanitario
e igual para todos los seres humanos, estándares mínimos de calidad, etc.

Lo modelos que conocimos en la infancia generalmente permanecen con


nosotros y nos sirven de referencia a pesar de la adquisición de nuevos
conceptos, ya sean estos generados dentro de nuestro propio medio o
provenientes de otras culturas.

Estos nuevos conceptos pueden ser antiguos y se adquieren mediante la


educación, o pueden ser contemporáneos y nos llegan a través de los actuales
medios masivos de comunicación, y llegan a las capas económicamente
dominantes de todos los países de manera casi simultánea. Esto es algo bueno,
pero cabe preguntarse, ante el creciente abismo entre minorías dominantes y
mayorías dominadas ,si las imágenes que los diseñadores colombianos
estamos proponiendo corresponden realmente a nuestro imaginario, a nuestra
particular vivencia y mirada sobre el mundo y sus cosas… o si son en su
mayoría, recalentados de los valores que nos llegan desde afuera.

La propia identidad es algo difícil de precisar sobre todo cuando se trata de una
cultura híbrida como la nuestra; el gran público no es ni totalmente indígena, ni
puramente afro-colombiano, ni suizo, ni francés, español ni alemán: somos la
suma de todo esto. Y las formas híbridas resultantes de este sincretismo son a
grandes rasgos reconocibles para cada uno de nosotros porque, aunque de
orígenes disímiles, encierran códigos familiares, es decir, pertenecientes a
nuestra familia cultural. Han tomado en nosotros un rol de tal magnitud, ya sea
por costumbre, tradición o por la masiva homogeneidad en los medios de
comunicación, que han condicionado nuestra, manera de mirar. Se han anclado
tan profundamente en nuestro consciente colectivo, que reflejan nuestra
identidad misma: somos colombianos como los mexicanos son mexicanos y los
brasileros son brasileros.

De esta manera, el tajalápiz de nuestra infancia o la cajita de fósforos de la


tienda de barrio son referentes que cobran el poder de un símbolo.
Paralelamente a esto, podemos leer en ellos hechos trascendentes de nuestro
pasado, lo cual evidentemente ha moldeado nuestro presente e influenciará
nuestro futuro como si fueran cartas del destino. Estas imágenes en algún
momento fueron contemporáneas para todos y muchas lo son aún; imágenes
que conocemos, compartimos y sabemos descifrar. Otras permanecen en
nuestra memoria, más no en la de nuestros hijos. Pero hoy estamos creando el
lenguaje que servirá de modelo a todos los colombianos que habrán de venir:
lenguaje de un futuro casi presente que representará, aunque solo sea por la
fuerza de los hechos, a todos esos sectores que conforman al pueblo
colombiano.

Pero una vez que hemos reconocido este alfabeto iconográfico, ¿Cómo lo
analizamos, catalogamos, evaluamos y utilizamos conceptual y gráficamente
de manera efectiva y universal? Habría primero que definir conceptos.

¿arte popular o arte del Pueblo?

Definamos primero el término “arte popular” con el fin de distinguirlo del


“Kitsch”. Si podemos afirmar que todo arte espontáneo, en el cual el artesano
cumple las reglas y requisitos establecidos, poniendo su habilidad y talento al
servicio de sus creencias, vivencias y necesidades, puede considerarse como
“popular”; esta unido orgánicamente al pueblo, que es, al mismo tiempo su
inspirador, evaluador y creador. Así mismo, si las deformaciones y/o carencias
son expresión de limitación de posibilidades y no de un objetivo preconcebido
como en el arte “primitivista”. Es solo cuando el arte se convierte en portador
de dinero y que la experiencia profesional se hace accesible y fácilmente
asimilable, cuando se retocan los grandes modelos para enmascarar la falta de
talento, de inspiración o inventiva, que nos encontramos frente a un
representante del “Kitsch”.

… Iván Slavov, sociólogo polaco, nos ofrece una esclarecedora definición: “…el
Kitsch en nuestras condiciones resulta un híbrido sui generis producto de la
inmadurez de lo nuevo y el conservadurismo de lo viejo, de una
experimentación apresurada o del temor al experimento,… y constituye un
intento especulativo, fracasado y comprometido para resolver un problema
sociológico cardinal: vincular de un modo nuevo al arte con las masas en
las condiciones de la civilización urbana”.

Presentamos ejemplos de las láminas producidas por Gráficas Molinari de Cali


desde comienzos del siglo XX hasta mediados de los años 70´s. Aunque
originalmente impresos a partir de modelos ingleses de estilo victoriano, sus
temas, sus brillantes colores y su sorprendente proliferación y distribución
calaron hondamente en la imaginación y gusto popular. Aún en la actualidad,
las tiendas y hogares campesinos y urbanos de las clases populares exhiben
estas estampas e la buena y la mala muerte, el ángel de la guarda, el
comerciante que vende a crédito y el que vende al contado. Estos valores
siguen empleándose en los renglones religioso y político… y en cierta medida
en los de comestibles, musicales y del transporte terrestre.

Negocios comerciales como el Restaurante Andrés Carne de Res y Urbano han


hecho de sus establecimientos un altar a los íconos populares; artistas y
cantantes utilizan collage de imágenes populares para comunicar su identidad
como en el caso del grupo colombiano “los aterciopelados”.

Ahora:

¿Son las imágenes que los diseñadores estamos proponiendo ,


correspondientes reales a nuestro imaginario, a nuestra particular
vivencia y mirada sobre el mundo y sus cosas?, ¿o son en su mayoría,
recalentados de los valores que nos llegan desde afuera?

En el nivel gráfico colombiano, el simbolismo de las imágenes es tan acusado y


tan evidente, que la propia imagen asume un papel emblemático, perdiendo
aquellos valores que la vinculaban al contexto particular en el cual había sido
captada.

CONCLUSIÓN
Colombia es un país en perpetua transformación y el arte popular es un poco la
crónica de ese cambio incesante, movimiento de masas que hormiguea,
desplazándose en ríos de formas y colores que desafían toda noción de buen
gusto establecido.

Las imágenes populares se traslapan, pelean y gritan de mil maneras en cada


esquina, en cada estante y conviven en una especie de argot visual. Lo que el
diseñador debe buscar es la manera original de identificarlas pa5ra generar
una nueva lectura, una interpretación y una intención auténticas que, al ser
aplicadas a nuevos productos, expresan genuinamente nuestra identidad
actual.

No se trata de abogar por un concepto visual retrogrado ni nacionalista, sino


más bien de aprovechar nuestra creciente familiarización con los diferentes
modos de expresión del diseño contemporáneo para enriquecer nuestros
propios códigos visuales. Diseñar de manera coherente con nuestros rasgos
distintivos y nuestro entorno y no caer en la “Miami-zación” global.

Colombia es pasión, un debate de marca mayor…

Luego de 4 años desde su lanzamiento, la marca país Colombia sigue en la


mira por los vacios en su convocatoria, selección y deficiente resultado final.
Esta situación hizo que los diseñadores nacionales se unieran y expresaran su
inconformidad.

Estamos en la era de las marcas globales, regionales y geográficas. Cada día


son más los proyectos que se adelantan en este sentido porque se ha
descubierto que, con una buena gestión, esta inversión puede generar una
gran beneficio económico que impulsa el turismo, los negocios, la cultura, etc.
La lección en el nuevo mundo globalizado es que las características propias de
las regiones han cobrado especial importancia. Vivimos en una época donde
los países quieren mostrar lo que los diferencia, lo que los “marca”.

En agosto de 2005 PROEXPORT presentó oficialmente el resultado de su


proyecto Marca País Colombia [tendiente a fortalecer la imagen del país en el
ámbito internacional].

Este es un pequeño panorama por ser un tema de trascendencia para el diseño


colombiano, y veremos el proceso de selección del proyecto gráfico y una
evaluación del resultado final.

Primera estación

David Lightle, norteamericano experto en la materia (creación y asesorías de


marcas país), quien desarrollo exitosas estrategias similares para Nueva
Zelanda, Tailandia, Taiwán y Australia; quien el mismo aclara que no es
diseñador. Se enfocó en la búsqueda de la esencia y diferenciación
colombianas frente a cualquier país del mundo. Este proceso de investigación
tomó 6 meses y se desarrollo en un 70% con entrevistas -cara a cara- y
sesiones de grupo dentro y fuera del país.

Luego de terminada toda la investigación y desarrollo Proexportdejó la


responsabilidad ejecutiva a un comité liderado por ellos mismos quien validó el
–Colombia es Pasión–, concepto que entregó Lightle después de su
investigación.

Pero el proyecto pecó por descuido en aspectos básicos, si se quiere técnicos,


que hubieran evitado el inconformismo expresado por muchos colombianos,
entre ellos los diseñadores.
El preoceso contó con la intervención de expertos de diferentes disciplinas ,
políticos y empresarios, aunque no se incluyó en la lista a ningún diseñador
gráfico especialista en el tema como orientador del tema de diseño. Sin
embargoes importante también tener en cuenta que los diseñadores -por falta
de una agremiación que se pronuncie sobre estos temas- no hicieron gestión
para acompañar y observar el proceso como hubiera sido ideal.

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