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mónica gonzález velázquez
trompetajusticiera
Itinerante en el sano juicio
y en la espesura
que el humo del tabaco
provee en la bocanada,
esta lengua insatisfecha
(de palabras arremolinada)
nunca soñó su destino.
El viaje en colectivo,
el sabor rancio de la merienda
al lado de su comparsa
era soportable.
Ya no soy ni me divido
acaso existo
Acudo a mi desvarío
ya no dice mi reflejo
en este charco: buenos días
Ya no soy ni me divido
acaso existo.
Arturo Terán. 1968. Ciudad de México. Ingeniero Civil por la UNAM, transitó de los andamios y
el restirador a la construcción de artilugios de palabras donde habita la memoria. Antes editó Pero
me bastan los dedos, libro objeto escrito a mano e ilustrado por él mismo en 2001. En el 2005 aparece
San Pancho Bar, de Ediciones Cuiria-Fridaura. Figura en varias antologías de cuento y poesía. Ha
sido publicado en diversas revistas literarias y suplementos culturales de periódicos de circulación
nacional y local.
lacucaracha
daniel zetina
Francisca
llegó al recreo con el
fastidio de las matemáticas. Aunque
Paquita, su maestra, era muy paciente, no
lograba quitarle lo aburrido a lo aburrido.
Francisca bebió toda el agua que pudo y se retiró a
un extremo del patio. No quería compartir con nadie.
Comenzó a escarbar con una varita. Se aburrió. De
pronto se acercó Felipe, un niño de primer grado. Francisca lo vio
sobre su hombro, hacia abajo: el niño era menor que ella tres años. No
podía divertirse con él, pensó. Le dio la espalda.
Felipe jugaba con un trozo de plastilina entre las manos. Siguió
caminando absorto hasta que chocó con la cadera de Francisca, quien se volteó
para encararlo.
Se miraron profundamente. Estaban solos, y ahora, sin pensarlo,
acompañados. Bajaron la vista. Volvieron a mirarse. El efecto fue muy diferente:
parecían dos nubes a punto de chocar, pero de repente sonrieron. Quedaban quince
minutos de recreo. Sus mejillas se sonrosaron.
Francisca no se dio cuenta cuando una cucaracha cayó en el hombro. Era
gigante. Felipe se sintió impotente. Sólo atinó empujar a Francisca, que perdió piso.
Al caer se quejó. Felipe asumió la pena doble al verle las blancas piernas a Francisca.
No sabía si decir algo, una disculpa. Sudaba.
Francisca pensó en llorar o en pegarle al pequeño. Se sacudía la manos –aún
sentada en el piso de tierra– cuando vio a Felipe señalar la cucaracha.
Francisca sonrió y alargó las manos a su héroe. Se incorporó. Juntos
rodearon a su contrincante.
–Tú –dijo Francisca con voz de mando.
Felipe aplastó a la blata que crujió como una nuez de castilla. Felipe
retiró el zapato de la víctima. Sonrió a Francisca con la boca abierta, con
sorpresa, con emoción.
Carcajearon.
Aún faltaba algo.
Francisca se hincó frente al animal.
–Se mueve –dijo.
–Pero ya no puede hacerte nada –contestó cortés el
superhéroe.
–¿Alguna vez has probado una
cucaracha? –preguntó la
afortunada.
–No–respondió
Felipe.
Francisca y Felipe juntaron sus
cabezas, oreja con oreja, y así se acercaron al
cadáver.
Francisca tomó al insecto con los dedos índices y
pulgares y le jaló una pata. La ofreció a Felipe. Éste la tomó
y la chupó. En su rostro se adivinaba el rigor científico.
–¿Y? –preguntó ella.
–Mmmm… –no habló. Arrancó otra pata y la llevó a los labios
de su cómplice.
Con una pata de cucaracha en la boca, cual palillos de mondar, Francisca
y Felipe volvieron a sonreír con los ojos brillantes.
–Está buena –dijo Felipe babeando.
Francisca tomó al insecto y le desprendió lo que en un pollo sería la pechuga.
Más grande y viscoso que la pata, el pedazo fue engullido por una Francisca alegre.
Felipe la imitó.
–En mi casa dicen que no hay que…
–Olvídalo –sentenció Francisca–, en mi casa también.
Rieron a gusto, con superioridad.
–¡Mugrosos! –dijo una voz a sus espaldas.
Era un niño de sexto. La pareja lo miró y volteó al rededor. No había nadie
más.
–¡Marranos!, ¡puercos! –continuó el instigador. Lo vi todo.
Felipe y Francisca se miraron, se tomaron de la mano y avanzaron poco a poco.
–¿Alguna vez has probado a un niño metiche? –preguntó Francisca sin soltar a
Felipe y sin quitar la mirada de los cachetes del intruso.
–No, amiga, nunca –contestó Felipe.
Joaquín, el de sexto, retrocedió lentamente. La cara se le tornaba de asco.
–Sucios –logró decir.
–¡Aaaaaaaaaaaaaaa! –gritaron a coro sus contrincantes, mientras avanzaron
pisoteando el polvo del patio.
Joaquín huyó despavorido.
José, el viejo prefecto, se acercó a la pareja.
–Vamos, niños, hay que volver a clases.
Los niños avanzaron aún con las manos entrelazadas. Cruzaron el patio. Al
llegar al edificio de las aulas se soltaron.
–Me llamo Francisca.
–Yo Felipe. a
N
VIVIR EN LA FRONTERA SEGMENTO TRES: NUESTRA IDIOSINCRACIA
1
Algún inconforme escrupuloso dirá que no estoy sustentando nada con datos duros o con material
historiográfico real, pero conozco los datos. Éstos son solamente unos apuntes. Al final algunas
referencias.
sobraban las oportunidades, se le culpa al que está jodido de no tener un peso
en las bolsas. La gente se está midiendo constantemente una a la otra,2 y es peor,
como en mi caso, si se viene de una familia de comerciantes. El rancio orgullo
de haberla hecho siendo una caterva de campesinos analfabetas, chismosos y
prejuiciosos, no se los quita nadie, y lo que les funcionó en su época, para ellos
sigue siendo valedero. Aplausos por su trabajo, dedicación, e ingenio; y en el
caso de aquellos que vendieron drogas, lavaron dinero, prostituyeron mujeres,
explotaron gentes, sirvieron de burros, hicieron un gane, o dejaron a personas
sin propiedades bajo un embargo abusivo para hacerse ricos, pues pienso
diferente.
Este desear tener tan propio de los sanluisinos manifiesta también la
cultura de la meritocracia, pues a pesar del rasero que he descrito no vivimos
–todavía– en una sociedad clasista. Ocurre que donde no se puede lograr
nada por el propio esfuerzo e inteligencia, a menudo el deseo de progresar es
extinguido. La gente se desmoraliza. No pasa así con la frontera, que aún se
ve como el lugar donde con trabajo y algo de tiempo se pueden adquirir un
carro y una casa.3 El pueblo crece exponencialmente hacia el enorme desierto
que no da idea de acabarse. Por lo antes dicho, y a pesar de los amiguismos,
compadrazgos, y el nepotismo, está vigente la cultura del mérito entre los nativos
y los foráneos que rápido adoptan este pensamiento. En la mentalidad general
no es vergonzoso haber sido pobre, pues comenzar desde abajo es la norma.
Ésta es la medida de todo logro, inentendible en los círculos aristocráticos
del país, más al centro, donde por ejemplo, platicar que los abuelos de uno
vendían calzado en los ejidos ayudados de una carreta para ganarse la vida, y
que ése fue el inicio de su patrimonio, causa escándalo, morbo, y algunas veces
risa e incredulidad. Hablando más ampliamente, en los estados del norte de la
república, las riquezas son de carácter burgués, y en el centro y sur, de perfil
aristocrático. Existe una inclinación en las capitales del norte por la sensibilidad
del aristócrata, quizás por los años y las generaciones, pero en las fronteras, por
el flujo constante de personas, se mantiene aquello de “antes yo no tenía nada”,
con orgullo. No obstante, declaro con cierta desilusión que ya está formado
un grupo que se enorgullece de no haber conocido nunca privaciones. Y otro,
a mitad de éstos, que pretende olvidar que corrieron descalzos por las calles
2
Famosa en la frontera es la controversia entre los bienes reales y los fantasmales. O entre el
tener y la ilusión del tener. Cuando un ciudadano méxico-americano que acomoda galones de leche
en un supermercado se pasea por las calles de San Luís Río Colorado en un vehículo del año,
con la muy probable intención de impresionar, o demostrar algún tipo de superioridad, el local
se defiende diciendo que su carro es viejo pero completamente suyo, y que los del otro lado todo lo
deben. El sistema de crédito estadounidense produce milagros en la sensación de valía de los pochos
y emigrados.
3
Aunque me comenta Gustavo Rubio, articulista local, que la realidad de muchos es la siguiente:
(ver siguiente nota al pie).
arenosas, todavía no pavimentadas, del pueblo. A mí me tocó todavía mear en
toliros.4 Digamos que aquí la pobreza no es un estigma, pero llegará a serlo.
Como remache al tema ideosincrático hay que decir que la cuestión
racial es cosa diferente en la frontera, pues eso, “la cuestión racial”, no tiene
la más mínima importancia. Si en Guadalajara, Monterrey, o en la Ciudad de
México, las clases medias y altas te dicen que tuvieron antepasados franceses y
alemanes, o se los inventan para darse aires de sofisticación o para señalar que
de alguna manera son mejores, al habitante de la frontera le importa un carajo
eso, pues aquí viene a recalar la gente más fea de toda la república mexicana y
casi todos traemos en la sangre a un yaqui, un mayo, un zapoteco, o la mierda
que fuere, pues hay gente que ha cogido hasta con conejos. El racismo es casi
inexistente en la frontera y hasta mal visto. La gente vale por otras cosas, por
una camioneta pick up Lobo del año, o por esa mansión de tan mal gusto en la
que se derrochó tanto. a
4
El toliro no es otra cosa que un cagatorio fuera del inmueble. Llegaron a convertirse en algo más
que tristes y largos cuartuchos de madera en las periferias, con rendijas y moscas por todos lados
donde no se podía defecar a gusto porque nunca había papel y se corría el riesgo de deshidratarse,
para ser personajes imprescindibles del imaginario fronterizo del noroeste, gracias a la revista
ochentera de monitos el Chicali News, de Mario Alberto León en Mexicali, Baja California, pero
con amplia difusión nacional gracias a los conocedores. Observar un toliro dentro de los recuadros
de la revista provocaba la risa instantánea, pues qué muchacho sano en algún momento azaroso de
su vida no tuvo que recurrir a alguno de ellos, u observar desde el carro en movimiento, paseando
por las orillas con una caguama en la mano y en la otra una nalga –y el volante a chingar a su
madre– a algún niño, señor o señora, batallando con el obligado cague en el patio de su casa,
maldición desde el principio de los tiempos, desde que nos pusieron o nos salió la cola. Una vez,
cagando dentro de un toliro, se me apareció un OVNI. Era yo muy pequeño.
Gabriel Valtierra. San Luis Río Colorado, Sonora, México. Aquello conocido como Gabriel
Valtierra nace en los setenta dentro de uno de los tres cráteres principales de la reserva de la biósfera
conocida como el Pinacate, en territorio sonorense. Su madre, una artista, buscaba un lugar original
para parirlo, para ello contaba solamente con la ayuda de un chamán, un pliego de periódico y una
mochila para cargarlo de regreso. Casi cagado desde lo alto de un cráter, Valtierra esquivó a la
muerte cuando atrapado por las garras de un águila piadosa, ésta le salvo de impactarse contra los
restos de una nave espacial en el fondo del abismo. Hoy Gabriel Valtierra promete convertirse en
un gran escritor, cosa que parece, seguirá prometiendo.
elinquilino*
j. m. servín
Hay un elefantito que vive en mi refrigerador. Se la pasa metido en líos por
su insaciable, aunque frustrante, búsqueda de comida. La otra noche me
despertaron sus ruidos y a tientas, me levanté de la cama. Al abrir el armatoste
vacío lo sorprendí echado de panza con las patas abiertas tan blancas como la
trompa que se le había atorado en el pico de una botella de leche. De seguro la
derribó en su lucha por zafarse, pero una vez libre se las ingenió para bajar a la
siguiente rejilla y recibir el goteo en el hocico. Al verse descubierto se incorporó
a resbalones y utilizando la trompa como gancho, se descolgó temerario al
gabinete de las verduras. Arrinconado, se sacudía emitiendo barruntos cortos
como si se mofara presumiéndome la trompa.
Cerré el refrigerador y a oscuras regresé a la cama. Presa de
palpitaciones y bien envuelto en las cobijas me dejé arrullar por el chiflido
del viento que se estrellaba en la ventana. No fue fácil conciliar el sueño, me
inquietaba el zumbido del refrigerador y los retortijones flatosos del hambriento:
habían atraído a unos gatos que sentados en la cornisa, se relamían los bigotes
esperando una oportunidad de saltar sobre mi inquilino. a
J.M. Servín nació en 1962 en un dispensario médico de Tepito, D.F. Desde la secundaria se hizo
autodidacta y en 1993 viaja para trabajar como indocumentado en Nueva Cork, Dublín y París. A
su regreso, casi diez años después, comienza a colaborar periódicamente en medios de circulación
nacional. Algunos de sus relatos y crónicas forman parte de antologías y compilaciones. En 2001
obtuvo el Premio Nacional de Testimonio 2001 y en 2004 el Premio Nacional de Periodismo
Cultural Fernando Benítez. En 2005 fue beneficiario del Programa de Residencias Artísticas
México-Colombia. Desde 2006 es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Ha
publicado Periodismo Charter (Nitro/Press-Conaculta, 2002), Cuartos para gente sola (Nitro-Press,
1999; Joaquín Mortiz, 2004), Por amor al dólar (Joaquín Mortiz, 2006) y Revólver de ojos amarillos
(Almadía, 2006).
golem
armando vega-gil
antes de que Dios creara el mundo
puso delante de los seres un espejo
-El Talmud
Sanguijuelas
Abierta mi boca se atasca
de granulosas sanguijuelas
me asfixio
con un charco en la garganta
(no puedo reclamar)
me despojaron en este camino maltrecho
de joyas de bajo kilataje
baratijas
maquiladas en serie
y una cartera
de cuero tronado por las estriaciones
Me degradaron
en un camino pedregoso
la befa me vio caer
con las piernas derribadas
en cuerpo roto
cuerpo derrumbado
entre flores de piedra
quién dijo que muerto ya no duele
que el yerto ya no grita
para no estrellarse en los colores de la sombra
dónde está la línea de sangre
dónde están los compañeros de ideas
que no me ayudan
aunque estemos todos esclavizados
a los abismos del infinito
por esta insignificante burbuja
Tiembla la gota
yo escupo
antes que la gota caiga
maldito sea el asesino
maldito sea el ladrón
sean maldecidos por lo que destruyen
por el oro ensangrentado
por el poder de esta invocación
por que el muerto está en todas partes:
está en los signos de su nombre
en el veneno de la planta y en la flor
que crece sobre su tumba
también en el pájaro
que en ella canta
y que desde ahí inicia su vuelo
porque el muerto puede yacer en su tumba
y al mismo tiempo
ser el gusano que se arrastra sobre ella
y aunque sea prohibido, vedado, oscuro
siempre habrá tijeras negras para el orificio de la venganza
el asesino el ladrón malditos sean
que como pequeñísimos claveles griten
después que el espejo del cuchillo
les sangre las cabezas
justo es pagar el daño
aunque se nos insista en comprimir el rencor
pues violento es el aceite rojo que reanima los cuerpos
violentas son la venas del árbol que aprieta la tierra
violenta la espina de la flor
y qué violenta es la mirada del niño pequeño
porque cuando apretamos el odio, ¿a dónde va?
hacia dónde se expande
cuál es su curso
Adriana Tafoya. 1974. Ciudad de México. Estudió Turismo en la EINPAC, México, DF. Tiene dos libros
publicados: Animales Seniles (Coedición Editorial Andrógino, Círculo de Absenta y Versodestierro, México,
DF, Colección Las cenizas del Quemado, diciembre 2005) y Enroque de flanco indistinto (Mezcalero Brothers,
México, febrero 2006). Obtuvo el segundo lugar en el concurso de poesía del Foro Cultural El Laberinto 2004,
y el primer lugar en el I Slam de poesía organizado por la Alianza Francesa, 2007. Ha sido incluida en las
antologías 24 años, 24 poetas del Chopo en la Ciudad del México, Encuentro de Escritores del Oriente del
Valle de México (2005), Descifrar el laberinto (2005) y en la memoria del IV Encuentro Internacional de
Escritores, en homenaje a Andrés Henestrosa, Salvatierra, Guanajuato, México 2007. También en las revistas
Opción (DF), Crítica (Puebla), Resurgere (de Matamoros Tamaulipas), Versodestierro (DF), Palestra (DF), La
Manzana (Guadalajara), Deriva (DF), Una Teta (Puebla), en el periódico El Financiero, en Diario Monitor, en Ruidos
(Pachuca), Encuentos cercanos (Estado de México), Clarimonda, Eje Central, entre otras. Actualmente es editora de
la revista Versodestierro y consejo editorial de Metáfora, hoja de poesía.
laeuforiade
losdíassinsol
andre r. navarro
II lila da da
lila armida
Tibio lenguaje hacha de palabras fuego seco
imagino te en el contorno de las letras una llamada no merezco
prisión merecer
no estás en mi cabeza mar de luz
no estás en mi memoria precisamente
en el interno sonido de tu nombre aparece descúbrete en mi lenguaje
la vocal descubro te en mí
no eres tú a quien veo dentro de mí justo aquí enunciada
palabra es una siéntate
detrás de la palabra un circo cuál es mi guión
sin árboles un paisaje sin hojas eres espejismo palabra
escucho te pronunciarte a ti misma cualquier otro te dejaría ser como
acaso un par de rasgos quieres
tu lacio cabello y negro
morenos tus pómulos III
escucho tu nombre
no en mis oídos Tírame a un río seco
entre las sienes en un espacio la tierra arde calma
sitio alguno en mi abismo es un frío píxel
primero la palabra
le sigue el blur de tus ojos IV
un tallón sobre el papel
la palabra palabra En esta casa
es un cerco entre tú y mi yo de un infante el llanto
palabra tu nombre perdido lamento por el balón
es muro el apellido del viejo la sonrisa
aprieto mis dientes guiño cansado ante el túnel sin luz
de la cima del cráneo aplausos para dejar este hogar
unas manos acarician tu nombre
tu nombre
tu nombre
tu nombre
a i ata ia
ania ta ania
eres lo que ignoro en la calle
frente a un monitor
con las llaves en la mano abriendo una
puerta
eso eres lo que no sé
con las llaves en las manos un rostro blur
sabrás quién eres
qué eres
que eres palabra
enunciación
uz aria luz
ma luz maria
descansobajola
sombra
Casa de lamento por un balón perdido
infantil del juego
del viejo la sonrisa
guiño cansado túnel sin luz
aplausos para este hogar
paredes de vacíos colores
imposibles
ni negro ni el blanco ni él
lo son
dije soy objeto o memoria
sudé y lo fui
lamento por un viejo
por una memoria
por un objeto
vacío sin luz
del túnel guiño de juego
verás
nunca lo fui ni blanco ni negro
lamentable ausencia
Andre R. Navarro. 1976. Tijuana. Cofundador de Poeta No-lugar en el 2003. En 2003 Publicó
“Prédica de calle” (Proyecto Editorial Existir). Formó parte del colectivo Discos Invisibles entre el
2005 y 2006, con quienes presentó la interfase de poesía aleatoria Poemas Lanzados, y editó el disco
“Poema Pop” de música digital. Actualmente divide su tiempo entre su trabajo en el depto. de
epidemiología de la Secretaría de Salud, colaborar para la revista Tijuaneo, su banda de rock 1973,
y el proyecto de literatura digital Linotipia.org.
mario meléndez
laportadora
Ella sacó a pasear las palabras
y las palabras mordieron a los niños
y los niños le contaron a sus padres
y los padres cargaron sus pistolas
y abrieron fuego sobre las palabras
y las palabras gimieron, aullaron
lamieron lentamente sus ciegas heridas
hasta que al fin cayeron de bruces
sobre la tierra desangrada
Y vino la muerte entonces
vestida con su mejor atuendo
y detúvose en la casa del poeta
para llamarlo con gritos desesperados
y abrió la puerta el poeta
sin sospechar de qué se trataba
másallá y vio a la muerte colgada de su sombra
y sollozando
delaguitarra “Acompáñame”, le dijo aquélla
“porque hoy estamos de duelo”
a Victor Jara “Y quién ha muerto”, preguntó el poeta
“Pues tú”, respondió la muerte
Más allá de la guitarra y le extendió los brazos
están las manos separadas de la patria para darle el pésame
un sonido de alas que arde
y quema mis zapatos
una invitación a orinar sobre la tierra
con la semilla pura del canto
Más allá de la guitarra
la sangre dibuja una música violenta
y la cabeza del cantor se llena de agujeros
y de besos con olor a muerte
Más allá de la guitarra
los caminos lloran
la lluvia llora y cae de rodillas
porque el hijo de la tierra
no completará sus pasos
Más allá de la guitarra
más allá del estallido
que apagó los corazones
más allá de este poema
y con la herida inolvidable
de un tiempo inolvidable
los ojos buscan a Víctor
más allá de la guitarra
y de la patria
artepoética
Una vaca pasta en nuestra memoria
la sangre escapa de las ubres
el paisaje es muerto de un disparo
Mario Meléndez (Linares, Chile, 1971). Estudió Periodismo y Comunicación Social. Entre sus libros figuran:
Autocultura y juicio (con prólogo del Premio Nacional de Literatura, Roque Esteban Scarpa), Apuntes para
una leyenda y Vuelo subterráneo. En 1993 obtiene el Premio Municipal de Literatura en el Bicentenario de
Linares. Sus poemas aparecen en diversas revistas de literatura hispanoamericana y en antologías nacionales
y extranjeras. Ha sido invitado a numerosos encuentros literarios entre los que destacan el Primer y Segundo
Encuentro de Escritores Latinoamericanos, organizado por la Sociedad de Escritores de Chile (SECH),
Santiago, 2001 y 2002, y el Primer Encuentro Internacional de Amnistía y Solidaridad con el Pueblo, Roma,
Italia, 2003, donde es nombrado miembro de honor de la Academia de la Cultura Europea. A comienzos del
2005, es publicado en las prestigiosas revistas Other Voices Poetry y Literati Magazine. Durante el mismo año
obtiene el premio “Harvest International” al mejor poema en español otorgado por la University of California
Polytechnic, en Estados Unidos. Parte de su obra se encuentra traducida al italiano, inglés, francés, portugués,
holandés, rumano, persa y catalán. Actualmente trabaja en el proyecto Fiestas del Libro Itinerante.
01 de agosto de 2002
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