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¿ECOLOGÍA?

¡MIRA ALREDEDOR!
TÚ TAMBIÉN TIENES QUE VER
mónica gonzález velázquez
trompetajusticiera
Itinerante en el sano juicio
y en la espesura
que el humo del tabaco
provee en la bocanada,
esta lengua insatisfecha
(de palabras arremolinada)
nunca soñó su destino.

El viaje en colectivo,
el sabor rancio de la merienda
al lado de su comparsa
era soportable.

Pero un día la mano (siempre herida)


escuchó la trompeta justiciera
de un arcángel divino
y con fino tajo
el cuello cercenó a su amante.

Nadie desmintió los diagnósticos


(a fugaz tropel no pudo escapar)
y miró pasar los días
por entre los barrotes de una celda
y todos los días peinó sus crespos largos
y suspiró al recordar el olor a hierro
entre sus dedos.

Con gesto adusto confesaría más tarde:


Lo maté, porque era mío.
presagio4
Y si alguien viene a preguntar
quién habita mi reino
le diré que polvo en forma de viento
voces que piden deseos
pájaros de alas grotescas (merodeando
mi cabeza)
intervalos de amor entre la cordura y
la locura
ríos de historias que forman mares de
historias
días de invierno que a galope
vienen todas las tardes a mi pecho
hilos transparentes
que bordan en las manos
destinos imposibles

Afuera, hay formas únicas


que desconocen mis templos
que descienden mis pupilas
que cortan, si no queman
que hieren, si no entregan
que sumergen, si no ascienden

Hay puertas platos sucios


camas silentes colillas, humo
madejas de lamentos y la ventana
sostenida
Hay caras menguantes por un
de su mueca en descontento endeble
marco
Hay espuma dentro de un vaso roto
un cántaro roto Hay treguas
un dios también roto que no sirvieron
Hay música que no cesa lecciones a partir del olvido
manos que se agitan necesario
rondas que nunca
se repiten eternas Hay lluvia que ahora no cesa
pasos sin rumbo
Hay sombras el otoño y los días raros
plagadas de recuerdos
libros viejos Hay en estas líneas
plantas sin regar el presagio del fin del mundo.
cuerpomutilado
Oh, can’t anybody see
we’ve got a war to fight,
never found our way,
regardless of what they say.
Beth Gibbons

Ya no soy ni me divido
acaso existo

¿A qué parte de mi cuerpo mutilado


pertenece esta mano que desconozco como mía?

Acudo a mi desvarío
ya no dice mi reflejo
en este charco: buenos días

¿A qué parte de mi historia mutilada


pertenece este recuerdo que desconozco como mío?

Ya no soy ni me divido
acaso existo.

Mónica González Velázquez. 1973.Ciudad de México. Egresada


Licenciada en Diseño Gráfico por la Escuela Nacional de Artes
Plásticas, U.N.A.M. Ha sido incluida en diversas antologías y ha
publicado los poemarios Tríptico de desamor (Fundación Cultural
Trabajadores de Pascual y del Arte A.C., 2001), La luz y las
sombras altas (Fósforo Ediciones, 2006), Poesía reunida (Libro-
objeto edición de autor, 2007) y Las cosas últimas (Fridaura, 2008).
El diseño gráfico, la escultura cerámica, el dibujo, la fotografía y
finalmente la poesía han sido vehículos para volcar la necesidad
de expresión artística de la autora.

¿Para qué voy a hablar
si lo que quiero es irme?”
Marcela Fuentes Berain
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susana veloz
laúltimamujer
arturo terán

Todo comenzó en la obra, después de saciarnos hasta el hartazgo con la


comida de la santa cruz, seguimos bebiendo cuando el ingeniero Gómez dijo
complacido mirando su reloj, que en ese momento acababan de abrir el Hon;
entonces el ingeniero Segura, cliente asiduo, presumió el trato preferente
prodigado en cada una de sus visitas. Nos presentaría a cada una de las
mujeres, dijo entusiasmado, son anónimos personajes en camino de dejar de
serlo. Hay quien se enamora de alguna de ellas, nos confió él mismo, muy
seguro de sus palabras. Las siguen en los cambios eventuales de un bar a
otro; lo mismo en La paloma que en La canción, no hay lugar en el cuadrante
nocturno que no visiten buscándolas. Llegado este momento, todos parecían
ser expertos en tales cuestiones, aun yo mismo hice alarde de conocimiento
sobre el tema. La discusión se prolongó sobre la conveniencia de un lugar
sobre otro, sobre las mujeres que ahí atienden a los parroquianos, si eran
caderonas unas o tetonas las otras; alguien dijo que eso no importaba
mientras supieran bailar. Para entonces el maestro Rogelio había mandado
a su chalán por otra botella, y ya estábamos en franca borrachera sin
atenuantes. Decidimos marcharnos de la construcción.
Abordamos los autos y Segura continúa ilustrándonos por el
camino. El éxito de un cabaret depende del poder de atracción que ejercen
sobre los clientes, dice; éstos sólo esperan que las sombras inunden la ciudad
y su periferia.
Define a la noche como el lugar donde la soledad y la violencia
se citan para encontrarse con el deseo que utiliza el perfume de moda en
la entrepierna. Me agrada el tono didáctico de sus comentarios y casi me
imagino dentro del cabaret donde compañeros en el relajo intercambian
miradas sobre la pista en penumbras; asienten y brindan conteniendo el golpe
a los intrusos vecinos que miran con descaro las ondulantes caderas de sus
acompañantes.

Llegamos al morder la madrugada por rumbos de la Casas Alemán. El antro


semivacío, sin ningún parroquiano, sólo seis mujeres y el cantinero. Me
animo a definir el lugar como un sitio para iniciados en la fraternidad del
arrabal, como el templo de la secta de la última hora, como una casa generosa
que todo nos lo quita, digo muy elocuente, pero ya nadie me hace caso.
Tomado como el benjamín de la aventura me relegan a segundo plano.
Programada la música en la sinfonola, los demás se disponen a
saturar la pista; roce de grupas, tintineo de vasos desbordantes acompañados
de pláticas insulsas. Existe la suspensión del tiempo porque es una
característica que se ha quedado afuera, como quien mira a alguien que está
a expensas de la intemperie durante una tormenta, mientras se descansa
apacible en el sillón de la sala. Pienso en mi casa y trato de pronosticar
el recibimiento esperado, el inge Gómez me sorprende palmeándome la
espalda, quiere brindar por mí: para que vayas aprendiendo de la vida, gritó.
Me animo a bailar, pero sólo queda una mujer a quien nadie ha
sacado y con quien tampoco platican. Será por la hora y por la cantidad de
alcohol ingerido, que no atino a seguir el ritmo de la cumbia, mi pareja se
bambolea frente a mi cara con un aire distante, anticipándome una cierta
familiaridad impertinente. El baile irregular pero cadencioso se prolongará
el resto de la madrugada, mientras agotamos el licor rompemos un vaso,
prismas que sirven para reflejar los primeros rayos de luz matutina que se
filtran cuando abren el pesado cortinaje para salir.
Sabré su nombre que olvidaré pronto, seguiré con la mirada su
andar cojitranco cada vez que vaya al baño. Al regresar le pediré que
bailemos una vez más, nos habremos adaptado a la disparidad de nuestras
cadencias, a la asincronía de nuestros giros. No importan las burlas hirientes
de los otros; le pediré que nos vayamos a otro lugar, que sea mi novia, que
aún soy joven, que me cortaré un brazo, que se case conmigo. Ella aceptará y
seguiremos bailando. a

Arturo Terán. 1968. Ciudad de México. Ingeniero Civil por la UNAM, transitó de los andamios y
el restirador a la construcción de artilugios de palabras donde habita la memoria. Antes editó Pero
me bastan los dedos, libro objeto escrito a mano e ilustrado por él mismo en 2001. En el 2005 aparece
San Pancho Bar, de Ediciones Cuiria-Fridaura. Figura en varias antologías de cuento y poesía. Ha
sido publicado en diversas revistas literarias y suplementos culturales de periódicos de circulación
nacional y local.
lacucaracha
daniel zetina

Francisca
llegó al recreo con el
fastidio de las matemáticas. Aunque
Paquita, su maestra, era muy paciente, no
lograba quitarle lo aburrido a lo aburrido.
Francisca bebió toda el agua que pudo y se retiró a
un extremo del patio. No quería compartir con nadie.
Comenzó a escarbar con una varita. Se aburrió. De
pronto se acercó Felipe, un niño de primer grado. Francisca lo vio
sobre su hombro, hacia abajo: el niño era menor que ella tres años. No
podía divertirse con él, pensó. Le dio la espalda.
Felipe jugaba con un trozo de plastilina entre las manos. Siguió
caminando absorto hasta que chocó con la cadera de Francisca, quien se volteó
para encararlo.
Se miraron profundamente. Estaban solos, y ahora, sin pensarlo,
acompañados. Bajaron la vista. Volvieron a mirarse. El efecto fue muy diferente:
parecían dos nubes a punto de chocar, pero de repente sonrieron. Quedaban quince
minutos de recreo. Sus mejillas se sonrosaron.
Francisca no se dio cuenta cuando una cucaracha cayó en el hombro. Era
gigante. Felipe se sintió impotente. Sólo atinó empujar a Francisca, que perdió piso.
Al caer se quejó. Felipe asumió la pena doble al verle las blancas piernas a Francisca.
No sabía si decir algo, una disculpa. Sudaba.
Francisca pensó en llorar o en pegarle al pequeño. Se sacudía la manos –aún
sentada en el piso de tierra– cuando vio a Felipe señalar la cucaracha.
Francisca sonrió y alargó las manos a su héroe. Se incorporó. Juntos
rodearon a su contrincante.
–Tú –dijo Francisca con voz de mando.
Felipe aplastó a la blata que crujió como una nuez de castilla. Felipe
retiró el zapato de la víctima. Sonrió a Francisca con la boca abierta, con
sorpresa, con emoción.
Carcajearon.
Aún faltaba algo.
Francisca se hincó frente al animal.
–Se mueve –dijo.
–Pero ya no puede hacerte nada –contestó cortés el
superhéroe.
–¿Alguna vez has probado una
cucaracha? –preguntó la
afortunada.

–No–respondió
Felipe.
Francisca y Felipe juntaron sus
cabezas, oreja con oreja, y así se acercaron al
cadáver.
Francisca tomó al insecto con los dedos índices y
pulgares y le jaló una pata. La ofreció a Felipe. Éste la tomó
y la chupó. En su rostro se adivinaba el rigor científico.
–¿Y? –preguntó ella.
–Mmmm… –no habló. Arrancó otra pata y la llevó a los labios
de su cómplice.
Con una pata de cucaracha en la boca, cual palillos de mondar, Francisca
y Felipe volvieron a sonreír con los ojos brillantes.
–Está buena –dijo Felipe babeando.
Francisca tomó al insecto y le desprendió lo que en un pollo sería la pechuga.
Más grande y viscoso que la pata, el pedazo fue engullido por una Francisca alegre.
Felipe la imitó.
–En mi casa dicen que no hay que…
–Olvídalo –sentenció Francisca–, en mi casa también.
Rieron a gusto, con superioridad.
–¡Mugrosos! –dijo una voz a sus espaldas.
Era un niño de sexto. La pareja lo miró y volteó al rededor. No había nadie
más.
–¡Marranos!, ¡puercos! –continuó el instigador. Lo vi todo.
Felipe y Francisca se miraron, se tomaron de la mano y avanzaron poco a poco.
–¿Alguna vez has probado a un niño metiche? –preguntó Francisca sin soltar a
Felipe y sin quitar la mirada de los cachetes del intruso.
–No, amiga, nunca –contestó Felipe.
Joaquín, el de sexto, retrocedió lentamente. La cara se le tornaba de asco.
–Sucios –logró decir.
–¡Aaaaaaaaaaaaaaa! –gritaron a coro sus contrincantes, mientras avanzaron
pisoteando el polvo del patio.
Joaquín huyó despavorido.
José, el viejo prefecto, se acercó a la pareja.
–Vamos, niños, hay que volver a clases.
Los niños avanzaron aún con las manos entrelazadas. Cruzaron el patio. Al
llegar al edificio de las aulas se soltaron.
–Me llamo Francisca.
–Yo Felipe. a

Daniel Zetina. 1979. Ciudad de México. Estudió Letras en la U.A.E. Morelos.


Fue director de Humanidad-es. Es miembro fundador de la revista Tabique,
pertenece a la redacción de la revista El ojo y del suplemento Coordenadas
de la utopía. Dirigió el taller literario “El café con letras”. Ha
publicado en Tabique, Mala Vida, El ojo, Artes y después,
Humanidad-es, Coordenadas de la utopía, Subterráneo,
Claruicordis, El Circo, entre otros. Es colaborador
de La Jornada Morelos y docente.
ana carrera
estereofón
si una nota pudiera cambiar esta vida.
tu vida
vida mía
vida de aura
vidaura
las constelaciones apostarían por llegar a su éxtasis
dentro de la sintaxis amena
de la ventura de aura
de la desventura de ella
comeríamos aretes y tragaríamos cordeles
por si la red falla
por si la mengua se luna
en tres colmenas se rompen trastes
los tigres se olfatean los rabos queriendo saber si el amor
existe
el amor se vende
el amor empacado en polietileno se conserva,
no duele, se atora, no caduca,
s.e.r.e.f.r.i.g.e.r.a.
estoy a dieta reglamentaria
el doctor dijo: las niñas se pintan los labios y hablan
de moda
yo cuido mi estética
prefiero las músicas llenas de mensajes ocultos
[de cultos sátanicos-de honoris causa]
los doctores saben asustar[me]
electrocardiogramas, fractales, dolores de cabeza,
dentríficos especiales, gomas de mascar
mañana en la mañana volvemos a repetir la historia
formular hipótesis fragmentar nuestros discos fundir los
focos llenar las pantuflas de unicel
controlar esfínteres pensar en la vida en el aura en
la shota de vidaura
que nada sabe de música-de doctores
y mucho menos de unicel
corazóndel38
como si la sangre arterial no oliera
así son las divagaciones y alientos para que nada se cuele
sutiles, lentas, queribles... en aumento constante hacia un aire
inconfundible.

terriblemente cerca entre bits y lags dándose pruebas de afecto


una linealidad y conjugación de tiempos en donde las horas ya nada
entienden
los pretéritos a veces son presentes
los futuros se copretéritan para que puedan ser subjuntivo....
no quieren dejarse, no ahora.

la piel se estira taaaaaaanto que no hay lugar para grietas


nada duele. hay abismos blancos.
un hospital pidiendo con tantos silencios que mi metrónomo ya no
palpite tanto.
¡calma! ulula tibieza en mis lóbulos, en los resquicios de mi cuello
y hasta en los fantasmas que siempre he sabido se acurrucan detrás
del refrigerador.

nada dará vueltas, doy y recibo.


en las esquinas la gente se besa, se mata, se adula y se destroza.
en casa coordino tres vértices para amar y el restante
es el descanso de algún duende.
por si la presión falla, por si el sol no se asoma, por si mi fe está a
punto de estallar y todo oscila en contrariedades de puros bits y
condenadísimos lags.
preparen,apunten...
me duele mucho la memoria.
y me es demasiado duro soportar tanto silencio...
no hay nada que no hable de euros y propinas...
no hay nada que me sacie esta nueva sed.

te sé cierto tras esa reja


y te sé limpio de culpa cuando sacudes el polvo de tu risa.
la noche no me sabe a luna
y esta redonda amarilla se me atraganta como hueso de
durazno...

dicen que estoy vacía,


la nube no me baja
y el sol no me dora la incolora piel.
no! y no porque no quiera,
es la vuelta de estos días,
la rama del tu “no estás” ...
y los menesteres de un “tengo mejores cosas que hacer”.

Ana Carrera, originaria del Sureste mexicano, de 25 años, es


una combinación letal genética de mp3 piratas y sonidos acuosos
perdidos en la alcantarilla de cualquier domicilio donde los aspectos
musicales sean más que una primera necesidad. Simpática, de
ojos negros, lectora de lo impensable, su sonrisa provoca locuras
desenfrenadas entre los hombres y acepta evitar estornudar en
espacios públicos: la carcome la fobia de que se haga realidad aquel
filme hollywoodesco, “Epidemia”.
www.revolversalamandriano.blogspot.com
gabriel valtierra
apuntesparanoicos
yalgonegros
sobrelafrontera
cuartaparte

N
VIVIR EN LA FRONTERA SEGMENTO TRES: NUESTRA IDIOSINCRACIA

Admitámoslo: la joven frontera sanluisina, con poco más de setenta años de


municipio, está hecha de gente que llegó con una mano por delante y otra por
detrás. Aquí el mito de: “Mi abuelo –o tararabuelo– era millonario de abolengo”,
no tiene mucha validez. La historia1 lo demuestra: aquí nadie llegó rico, y si
existió alguien así, tampoco viene a derribar el hecho de que la mayor parte de
la población vino a probar suerte y la tuvieron. Este elemento ideológico de la
gente de la frontera parece a primera vista muy positivo, porque se antoja gente
de esfuerzo, sin embargo, genera uno de los defectos más grandes que se tienen
en la región: el desprecio por los bienes culturales, colocando casi al dinero
como la única medida de excelencia y de progreso en una persona. Como todo
el mundo vino a mejorar su situación económica primero, y en aquellos tiempos

1
Algún inconforme escrupuloso dirá que no estoy sustentando nada con datos duros o con material
historiográfico real, pero conozco los datos. Éstos son solamente unos apuntes. Al final algunas
referencias.
sobraban las oportunidades, se le culpa al que está jodido de no tener un peso
en las bolsas. La gente se está midiendo constantemente una a la otra,2 y es peor,
como en mi caso, si se viene de una familia de comerciantes. El rancio orgullo
de haberla hecho siendo una caterva de campesinos analfabetas, chismosos y
prejuiciosos, no se los quita nadie, y lo que les funcionó en su época, para ellos
sigue siendo valedero. Aplausos por su trabajo, dedicación, e ingenio; y en el
caso de aquellos que vendieron drogas, lavaron dinero, prostituyeron mujeres,
explotaron gentes, sirvieron de burros, hicieron un gane, o dejaron a personas
sin propiedades bajo un embargo abusivo para hacerse ricos, pues pienso
diferente.
Este desear tener tan propio de los sanluisinos manifiesta también la
cultura de la meritocracia, pues a pesar del rasero que he descrito no vivimos
–todavía– en una sociedad clasista. Ocurre que donde no se puede lograr
nada por el propio esfuerzo e inteligencia, a menudo el deseo de progresar es
extinguido. La gente se desmoraliza. No pasa así con la frontera, que aún se
ve como el lugar donde con trabajo y algo de tiempo se pueden adquirir un
carro y una casa.3 El pueblo crece exponencialmente hacia el enorme desierto
que no da idea de acabarse. Por lo antes dicho, y a pesar de los amiguismos,
compadrazgos, y el nepotismo, está vigente la cultura del mérito entre los nativos
y los foráneos que rápido adoptan este pensamiento. En la mentalidad general
no es vergonzoso haber sido pobre, pues comenzar desde abajo es la norma.
Ésta es la medida de todo logro, inentendible en los círculos aristocráticos
del país, más al centro, donde por ejemplo, platicar que los abuelos de uno
vendían calzado en los ejidos ayudados de una carreta para ganarse la vida, y
que ése fue el inicio de su patrimonio, causa escándalo, morbo, y algunas veces
risa e incredulidad. Hablando más ampliamente, en los estados del norte de la
república, las riquezas son de carácter burgués, y en el centro y sur, de perfil
aristocrático. Existe una inclinación en las capitales del norte por la sensibilidad
del aristócrata, quizás por los años y las generaciones, pero en las fronteras, por
el flujo constante de personas, se mantiene aquello de “antes yo no tenía nada”,
con orgullo. No obstante, declaro con cierta desilusión que ya está formado
un grupo que se enorgullece de no haber conocido nunca privaciones. Y otro,
a mitad de éstos, que pretende olvidar que corrieron descalzos por las calles

2
Famosa en la frontera es la controversia entre los bienes reales y los fantasmales. O entre el
tener y la ilusión del tener. Cuando un ciudadano méxico-americano que acomoda galones de leche
en un supermercado se pasea por las calles de San Luís Río Colorado en un vehículo del año,
con la muy probable intención de impresionar, o demostrar algún tipo de superioridad, el local
se defiende diciendo que su carro es viejo pero completamente suyo, y que los del otro lado todo lo
deben. El sistema de crédito estadounidense produce milagros en la sensación de valía de los pochos
y emigrados.
3
Aunque me comenta Gustavo Rubio, articulista local, que la realidad de muchos es la siguiente:
(ver siguiente nota al pie).
arenosas, todavía no pavimentadas, del pueblo. A mí me tocó todavía mear en
toliros.4 Digamos que aquí la pobreza no es un estigma, pero llegará a serlo.
Como remache al tema ideosincrático hay que decir que la cuestión
racial es cosa diferente en la frontera, pues eso, “la cuestión racial”, no tiene
la más mínima importancia. Si en Guadalajara, Monterrey, o en la Ciudad de
México, las clases medias y altas te dicen que tuvieron antepasados franceses y
alemanes, o se los inventan para darse aires de sofisticación o para señalar que
de alguna manera son mejores, al habitante de la frontera le importa un carajo
eso, pues aquí viene a recalar la gente más fea de toda la república mexicana y
casi todos traemos en la sangre a un yaqui, un mayo, un zapoteco, o la mierda
que fuere, pues hay gente que ha cogido hasta con conejos. El racismo es casi
inexistente en la frontera y hasta mal visto. La gente vale por otras cosas, por
una camioneta pick up Lobo del año, o por esa mansión de tan mal gusto en la
que se derrochó tanto. a

4
El toliro no es otra cosa que un cagatorio fuera del inmueble. Llegaron a convertirse en algo más
que tristes y largos cuartuchos de madera en las periferias, con rendijas y moscas por todos lados
donde no se podía defecar a gusto porque nunca había papel y se corría el riesgo de deshidratarse,
para ser personajes imprescindibles del imaginario fronterizo del noroeste, gracias a la revista
ochentera de monitos el Chicali News, de Mario Alberto León en Mexicali, Baja California, pero
con amplia difusión nacional gracias a los conocedores. Observar un toliro dentro de los recuadros
de la revista provocaba la risa instantánea, pues qué muchacho sano en algún momento azaroso de
su vida no tuvo que recurrir a alguno de ellos, u observar desde el carro en movimiento, paseando
por las orillas con una caguama en la mano y en la otra una nalga –y el volante a chingar a su
madre– a algún niño, señor o señora, batallando con el obligado cague en el patio de su casa,
maldición desde el principio de los tiempos, desde que nos pusieron o nos salió la cola. Una vez,
cagando dentro de un toliro, se me apareció un OVNI. Era yo muy pequeño.

Gabriel Valtierra. San Luis Río Colorado, Sonora, México. Aquello conocido como Gabriel
Valtierra nace en los setenta dentro de uno de los tres cráteres principales de la reserva de la biósfera
conocida como el Pinacate, en territorio sonorense. Su madre, una artista, buscaba un lugar original
para parirlo, para ello contaba solamente con la ayuda de un chamán, un pliego de periódico y una
mochila para cargarlo de regreso. Casi cagado desde lo alto de un cráter, Valtierra esquivó a la
muerte cuando atrapado por las garras de un águila piadosa, ésta le salvo de impactarse contra los
restos de una nave espacial en el fondo del abismo. Hoy Gabriel Valtierra promete convertirse en
un gran escritor, cosa que parece, seguirá prometiendo.
elinquilino*
j. m. servín
Hay un elefantito que vive en mi refrigerador. Se la pasa metido en líos por
su insaciable, aunque frustrante, búsqueda de comida. La otra noche me
despertaron sus ruidos y a tientas, me levanté de la cama. Al abrir el armatoste
vacío lo sorprendí echado de panza con las patas abiertas tan blancas como la
trompa que se le había atorado en el pico de una botella de leche. De seguro la
derribó en su lucha por zafarse, pero una vez libre se las ingenió para bajar a la
siguiente rejilla y recibir el goteo en el hocico. Al verse descubierto se incorporó
a resbalones y utilizando la trompa como gancho, se descolgó temerario al
gabinete de las verduras. Arrinconado, se sacudía emitiendo barruntos cortos
como si se mofara presumiéndome la trompa.
Cerré el refrigerador y a oscuras regresé a la cama. Presa de
palpitaciones y bien envuelto en las cobijas me dejé arrullar por el chiflido
del viento que se estrellaba en la ventana. No fue fácil conciliar el sueño, me
inquietaba el zumbido del refrigerador y los retortijones flatosos del hambriento:
habían atraído a unos gatos que sentados en la cornisa, se relamían los bigotes
esperando una oportunidad de saltar sobre mi inquilino. a

* Publicado originalmente en el libro Revólver de ojos amarillos, Editorial Almadía, 2006

J.M. Servín nació en 1962 en un dispensario médico de Tepito, D.F. Desde la secundaria se hizo
autodidacta y en 1993 viaja para trabajar como indocumentado en Nueva Cork, Dublín y París. A
su regreso, casi diez años después, comienza a colaborar periódicamente en medios de circulación
nacional. Algunos de sus relatos y crónicas forman parte de antologías y compilaciones. En 2001
obtuvo el Premio Nacional de Testimonio 2001 y en 2004 el Premio Nacional de Periodismo
Cultural Fernando Benítez. En 2005 fue beneficiario del Programa de Residencias Artísticas
México-Colombia. Desde 2006 es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Ha
publicado Periodismo Charter (Nitro/Press-Conaculta, 2002), Cuartos para gente sola (Nitro-Press,
1999; Joaquín Mortiz, 2004), Por amor al dólar (Joaquín Mortiz, 2006) y Revólver de ojos amarillos
(Almadía, 2006).
golem
armando vega-gil
antes de que Dios creara el mundo
puso delante de los seres un espejo
-El Talmud

aquí estoy otro


azorado de cuanto no he sido
de cuanto puedo ser
estos ojos
estas manos no son ya de mí
la mirada
el bochorno de la noche
incluso el cuerpo mío que llevo a rastras
me ha olvidado
me ve de lejos
me recuerda
casi me recuerda
pero me sabe otro
sabe a otro
y el polvo de la selva me cubre de piel renovada
la piel de este mundo medio vivo
serpiente doce veces
y vengo otro

ahí estoy tendido en una mesa de anfiteatro
cuánto increíble frío de grava y luz neón

dicen
es él
otros ellos todos reconocen mi cadáver
lo auscultan
lo diseccionan
drenan sus arterias
le hurgan las tripas
las ideas
su pasado
tanto así
que me confunden con ése que yo mismo desconozco
así
el otro que ahora soy
asoma sobre su escrutinio
sobre sus cabezas rapadas
eh, tú

me preguntan quién soy ése
no sé qué decir
mmmmm
cómo explicar que soy el que no fui
mmmmm
no, no encuentro las palabras
no tengo más memoria
el olvido es lo de menos
no tengo dedos para contar
no tengo vellos que alisar frente al espejo
de mi alcoba
no tengo nada que pueda reflejar
no tengo espejo ni alcoba
no tengo historia ni hermanos
ni casa ni perro ni silla
ni dios
ni llaves ni hambre ni cazuelas cacerolas
consuelo que voy sin pies ni manos
palo de ciego
ebrio
luego entonces
así furioso
de la mesa al anfiteatro
se alza el que fui
eh, tú

me advierte irritado y molestísimo
soy tú eres yo
déjame
toma el rumbo de lo que aún no se es
mátame
de ti mátame
de ti
despéñate en tu otra
y tu otra puta vida
la que sea y será
con su otra y otra muerte y muertes
con su absoluto miedo
que el vivir sea un doloroso amor
por lo que aún no se es
me dice
y cae muerto de nuevo y digo
si para vivir he de morir
pues muero y ya
mañana seré otro
seré más Nacido a finales del milenio pasado, Armando Vega-
regresaré y seré millones Gil es fundador de una de las bandas emblemáticas
del rock mexicano contemporáneo, Botellita de
el doble Jerez. Performancero, cortometrajista, guionista
los otros de la serie televisiva El Güiri-Güiri, escalador de
montañas nevadas, buzo de aguas saladas y actor
en off. Ha ganado un par de premios nacionales
de literatura y publicado catorce libros, entre ellos
Vagamundo, La Ventana y el umbral, Diario íntimo de
un Guacarróquer y Cuenta Regresiva y Otras Fábulas
Supernumerarias.
tangos,corajesy
desencuentros
san lavisióndetres
escritoresargentinos
cristóbal
marcos daniel aguilar
Sábato y loamor
esencial argentino
extiende su peso sobre mí
como aquel niño que cruzó el río
Hay un diálogo en la película argentina Nueces para el amor que dice “no
me cuesta sobre los hombros
nombrar las cosas de un extraviado.
jodidas, la muerte es muerte, el dolor es
dolor, pero al amor me cuesta nombrarlo…”. Además de que la película
es argentina, parece
amor que tras esa frase se esconde un tono de sustancia
me instala
tanguesca, porque como dice Ernesto Sábato, el tango es un pensamiento
en el vagón de un tren antiguo,
triste que se baila, yo diría que es un pensamiento triste que se canta,
me sienta
se toca y hasta a la mesa
el último, de tupero
se baila, voz.en ese baile el amor no se dice,
no se nombra, se oculta bajo las sombras de lo jodido, de la muerte y el
dolor. amor me hace vocalizar,
El tango es una música conocida mundialmente y símbolo
me bautiza
predominante de las civilizaciones del Río de la Plata y, extrañamente, de
con sus manos
Finlandia. Gardel, cometiendo
Discépolo, Troilo ynoche.
Piazzolla son, quizá, los máximos
representantes y embajadores de estos países en el resto del mundo. El
tango es una música
amor que encierra
extiende en susmíentrañas la esencia del pueblo
su peso sobre
que lo vio nacer. En palabras de Sábato, el tango es la Argentina o la
y soy aquel extraviado
Argentina es el mismo tango.
Encon el agua adel
el prólogo la cintura
libro El Tango (Horacio Salas, Emece, 2004)
observando
el mismo Sábato hace una descripción de los elementos que conforman
la identidad del argentino y que por ende, forman su propia música.
absorto
Elementos que tienen que ver con la historia de este pueblo del cono sur.
la sonrisa del niño
Son cinco los primordiales: 1) el hibridismo en la sociedad argentina, es
que viaja
decir, el criollo sobre
viendo mis ahombros.
llegar los europeos y la mezcla que llevó este
proceso; 2) el sexo, ya sea pagado y lo que implica el sexo sin cobro, es
decir, por amor; 3) el descontento, la disputa entre los nacidos en tierras
americanas y los llegados en los barcos; 4) el bandoneón, el instrumento
europeo del diablo tan asociado al ámbito tanguero; y 5) la metafísica,
los elementos no tangibles de la creación de la música, del baile, del
canto triste.
Por su parte los escritores Jorge Luis Borges y Julio Cortázar narraron
y describieron de forma directa o indirecta, como quiera verse, diversos ámbitos
en que se desarrolló o desarrolla el tango en diferentes milongas o lugares de mala
muerte en donde el canto y el baile se exponen a su máxima expresión. Esto se
presenta en dos cuentos, para Borges fue “Hombre de la esquina Rosada”, para
Julio el tango está en “Las puertas del cielo”. En el primero el campo y el sitio rural
son el escenario para la lucha entre los gauchos criollos; en el segundo criollos o
italo-argentinos se enfrentan con un destino dentro de la capital porteña.

Borges, el criollo malo

Con base en los elementos de la idiosincrasia argentina expuestos por Ernesto


Sábato se pueden analizar los cuentos de Borges y Cortázar. Sus visiones acerca
de la música popular argentina y el ambiente en que se desarrolla ésta. “El Hombre
de la esquina rosada” (Historia Universal de la Infamia, Emecé, 1967) es un cuento
situado en las afueras de la ciudad. Lo rural se siente en el aire y en la palabra
cantada. Borges narra con el clásico tono gauchesco, con acento provincial, la
historia de dos bandoleros, Rosendo Juárez y Francisco Real, el uno criollo y el
otro con rasgos “aindiados”, como dice el autor, los cuales se encuentran en una
milonga en donde se reúnen los hombres para bailar con las chinas, es decir, las
mujeres que bailan el tango a todo ritmo por dinero o por placer, llevadas por el
brazo y los pies de un hombre valentón.
Francisco Real llamado el “Corralero” llega a la milonga, el Salón de la
Julia, para enfrentar al hombre más corajudo y hábil con el cuchillo de la región,
a Rosendo Juárez “el Pegador”. El tango y el intercambio sexual se dan a todo
lo que da momentos antes del encuentro. Borges describe la escena hastiada de
“la caña, la milonga, el hembraje”. Borges, para no perder la costumbre, es el
escritor, el narrador y protagonista de la historia y dice que durante el baile “me
tocó una compañera muy seguidora, que iba como adivinándome la intención. El
tango hacía su voluntá con nosotros y nos arriaba y nos perdía y nos ordenaba y
nos volvía a encontrar. En esa diversión estaban los hombres, lo mismo que en un
sueño, cuando de golpe me pareció crecida la música…”.
El coraje criollo gauchesco se hace presente en el “Corralero” que va
empujando y golpeando a cuanto individuo se le topa en el camino hacia Rosendo.
Entre ellos el propio Borges es humillado y tratado como estorbo por el forastero
“aindiado”. “Me dejó agachado detrás, todavía con la mano abajo del saco, con el
arma inservible”, ofensa que no tardará en cobrarse. Pero en ese mismo recorrido
el gaucho malo, el hombre Francisco Real, sigue empujando gente, entre ellos al
“puro italianaje mirón – (que) se abrieron como abanico, apurados”, mostrando
su descontento por el italiano llegado en los barcos a las tierras americanas.
Y al fin llega el “Corralero” hacia el “Pegador”, lanzando un reto de
hombre a hombre, de cuchillo a cuchillo, para demostrarle a todos quién es el más
fuerte, para sacar desde las entrañas el coraje y el resentimiento del criollo. Pero
Rosendo Juárez no acepta el reto y humillado desaparece para siempre del
lugar. Entonces la mujer de Rosendo, la Lujanera, se le entrega a Francisco
Real que “hasta de una mujer para esa noche se había podido aviar el hombre
alto”.
Mientras tanto los hombres del “Corralero” y los demás le pegaban al tango y
al baile con las chinas, en lo que el rencor de Borges crecía al ver a su paisano
Rosendo avergonzado, a los forasteros tomando el control de su territorio y al
ver que el “Corralero” se llevaba a su mujer preferida: la Lujanera.
Y entonces en el Salón de la Julia entró la Lujanera gritando y con
ella Francisco Real, herido de muerte, calló en el suelo hasta cerrar los ojos.
Nadie supo quién fue el asesino. Sólo el narrador advierte que “entonces,
Borges, volví a sacar el cuchillo corto y filoso que yo sabía cargar aquí, en el
chaleco, junto al sobaco izquierdo, y le pegué otra revisada despacio, y estaba
como nuevo, inocente, y no quedaba ni un rastrito de sangre”.
En el “Hombre de la esquina rosada” el tango se baila entre criollos
orgullosos y matones. Entre mujeres alegres y queridas por aquellos hombres,
que mientras estén de buenas tanguean, pero si se les humilla matan a su
oponente. Y si se trata de marcar territorio entre otros criollos o italianos,
lo hacen sin dudar. En el tango el coraje y el descontento de las vidas de
los protagonistas se presentan con actitud malencarada. El sexo con “las
chinas” y la frustración del recuerdo amoroso también, ahí Borges bailando
con una mujer pero pensando en la Lujanera. Y por supuesto, no hay tango
sin “finadito”, y en esta historia el forastero pasó por el cuchillo a manos del
mismo Borges.

Julio y los monstruos

Cortázar no escapó que en algunos de sus cuentos describiera un poco la vida


tanguera de Buenos Aires. Entre bailes, mujeres, tangos y milongas, Julio
narra este aspecto de la vida porteña con un tono diferente al gauchesco de
Borges, en un cuento titulado “Las puertas del cielo (El perseguidor y otros
cuentos, Pepsa editores, 1976), pero cuyo fin es el mismo: la descripción de la
música argentina y de los escenarios y personajes que intervienen en ella. “Las
puertas del cielo” inicia con el elemento imprescindible de todo tango: una
muerte. La finadita es una tal Celina, una chica, una “china”, que fue sacada
de la milonga del griego Kasidis por Mauro, que después sería su esposo.
Éste después de la muerte de su chica y en compañía de su amigo, el doctor
Marcelo, recorren los salones de baile y las milongas en busca del recuerdo de
Celina y de su pasado en el arrabal.
Celina era un chica de los barrios bajos de Buenos Aires, de ahí ese
aspecto de descripción despectiva por parte del doctor Marcelo Hardoy, un
hombre presumiblemente culto. De ahí su atracción hacia lo diferente, hacia lo
desconocido.
Alguien le reprochaba a Marcelo salir con la pareja a bailar a los salones,
pero algo en su interior lo orillaba a estar con ellos. La diferencia tal vez. La
música y lo típico porteño. El tango y los bailes de arrabal: la milonga, se estaban
apropiando de él que se creía extranjero de esas costumbres. Pero disfrutaba
acompañarlos “íbamos juntos a los bailes y yo los miraba vivir”.
Y tras la muerte de la mujer amada, Mauro reflexiona sobre la muerte y el paso
del tiempo, sobre la vida misma, elemento que para Ernesto Sábato es parte
metafísica del hombre argentino, porque Mauro “tenía la misma cara de la
última vez, al lado de la fosa, al tirar el puñado de tierra y echarse atrás como
encandilado. Pero le encontré un brillo claro en los ojos, la mano dura al apretar.
–Gracias por venir a verme. El tiempo es largo, Marcelo”.
Después de la muerte viene el desamor, amor-desamor de Mauro,
verdadera chispa erótica y sexual explosiva del tango, porque en este baile lo
último que se desea es el encuentro sexual, pues éste ya está dado, pedido o
comprado de entrada. Lo que se expresa en él es lo que no se tiene, lo que se
anhela, el amor, así se lo dice Mauro a Hardoy: “Quiero olvidar…cualquier cosa
emborracharme, ir a la milonga, tirarme a cualquier hembra. Usté me comprende,
Marcelo, usté”.
Y el otro elemento que no estuvo presente en el cuento de Borges en
forma de instrumento, pero sí en sentimiento, el bandoneón, el instrumento híbrido
argentino por excelencia, el ir y venir de los fuelles, cargados de nostalgia, de
fuerza y de soledad cuando los dos amigos se adentran en busca de la esencia de
Celina: “no se hablaba mucho, oíamos muy bien la típica (la orquesta), rebasada
de fuelles y tocando con ganas. El cantor insistía en la nostalgia, milagrosa su
manera de dar dramatismo a un compás más bien rápido y sin alce”.
En ese lugar, en la milonga, habitaban los monstruos, como lo había
sido Celina, esos seres de arrabal que Cortázar describe a través de Marcelo
como enanos, vestidos con trajes de cuadros y con peinados duros y brillantes
los hombres, y las mujeres con “peinados altos que las hacen ver más enanas”.
Esos monstruos con “cara brutal… el gesto de agresión disponible… bajan de
regiones vagas de la ciudad… se enlazan con grave acatamiento, pieza tras pieza,
girando sin hablar” con ese “olor de talco mojado sobre la piel, a fruta pasada, uno
sospecha los lavajes presurosos, el trapo húmedo por la cara y los sobacos…”.
La diferencia de personajes, las negras, las criollas, las rubias,
hasta el doctor hace la diferencia entre los rasgos italianos de Mauro y
la cara de monstruo, de negra, criolla provinciana que el recuerdo de
Celina le muestra. Pero sobre todo italianos, negros, criollos, gringos
se funden en la milonga para darle rienda suelta al ritmo de los valses
y la música cargada de “deseo y desdicha”, de bandoneones y cantores
enérgicos y entre el humo del recuerdo de la felicidad perdida y de la
soledad ganada por la muerte, se asoma la silueta de una mujer, que a
la vez es puta y diosa, es música y es sexo, amor y desamor, dramatismo
mezclado entre polvo y perfumes del arrabal. a

Marcos Daniel Aguilar Ojeda. 1982. Ciudad de México. Es egresado de la carrera de


Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Ha sido asistente de investigación en el
Colegio de México y en la Biblioteca Nacional, en donde formó parte del equipo que
organizó el archivo del poeta Carlos Pellicer, así como guionista en el Sistema Nacional
de Noticiarios del IMER. Actualmente realiza su tesis de licenciatura sobre la obra
periodística de Alfonso Reyes y es editor de la revista literaria Palestra.
laquemadelalma
adriana tafoya
Ojo por ojo, diente por diente

Sanguijuelas
Abierta mi boca se atasca
de granulosas sanguijuelas
me asfixio
con un charco en la garganta
(no puedo reclamar)
me despojaron en este camino maltrecho
de joyas de bajo kilataje
baratijas
maquiladas en serie
y una cartera
de cuero tronado por las estriaciones
Me degradaron
en un camino pedregoso
la befa me vio caer
con las piernas derribadas
en cuerpo roto
cuerpo derrumbado
entre flores de piedra
quién dijo que muerto ya no duele
que el yerto ya no grita
para no estrellarse en los colores de la sombra
dónde está la línea de sangre
dónde están los compañeros de ideas
que no me ayudan
aunque estemos todos esclavizados
a los abismos del infinito
por esta insignificante burbuja

Tiembla la gota
yo escupo
antes que la gota caiga
maldito sea el asesino
maldito sea el ladrón
sean maldecidos por lo que destruyen
por el oro ensangrentado
por el poder de esta invocación
por que el muerto está en todas partes:
está en los signos de su nombre
en el veneno de la planta y en la flor
que crece sobre su tumba
también en el pájaro
que en ella canta
y que desde ahí inicia su vuelo
porque el muerto puede yacer en su tumba
y al mismo tiempo
ser el gusano que se arrastra sobre ella
y aunque sea prohibido, vedado, oscuro
siempre habrá tijeras negras para el orificio de la venganza
el asesino el ladrón malditos sean
que como pequeñísimos claveles griten
después que el espejo del cuchillo
les sangre las cabezas
justo es pagar el daño
aunque se nos insista en comprimir el rencor
pues violento es el aceite rojo que reanima los cuerpos
violentas son la venas del árbol que aprieta la tierra
violenta la espina de la flor
y qué violenta es la mirada del niño pequeño
porque cuando apretamos el odio, ¿a dónde va?
hacia dónde se expande
cuál es su curso

Clamo que la furiosa maldición se cumpla


les escupo a estos violadores
perros sin cabeza
empalados en medio de la calle
rígidos a cuatro patas
chorreantes de sangría

El muerto está en todas partes


aún en la mordida de la mariposa estará su venganza
y ya veremos el sofoco de sus gemidos
la mano estéril debe ser cortada

mi cabeza es un huevo agrietado y seco


que enterraron en el patio de la muerte

Entre la hierba están naciendo dos zapatos


eldespojo
A patadas arrancó sus besos de mi boca
por la escalera
rodaron
mis brazos y piernas
por el suelo mis uñas brillantes
diminutas puntiagudas
astillas de un espejo
que nunca pudo reflejarme

A puntapiés me separó de su cuerpo


con esos pies desnudos
que en tembloroso embeleso besé a labios abiertos
pies amados
en donde mi lengua succionó
el oscuro perfume durmiente
entre sus dedos

Pies desgastados con los que me voy


sin blusa
y sin rostro

hacia una calle cubierta


de todas las costras de la existencia

que llegan a encharcarse

Se mueven los engranes


de nada sirve mi congoja
la piel se va empolvando

Esta noche no llueve


pero sé que en esa ventana
un niño se destroza en llanto

Adriana Tafoya. 1974. Ciudad de México. Estudió Turismo en la EINPAC, México, DF. Tiene dos libros
publicados: Animales Seniles (Coedición Editorial Andrógino, Círculo de Absenta y Versodestierro, México,
DF, Colección Las cenizas del Quemado, diciembre 2005) y Enroque de flanco indistinto (Mezcalero Brothers,
México, febrero 2006). Obtuvo el segundo lugar en el concurso de poesía del Foro Cultural El Laberinto 2004,
y el primer lugar en el I Slam de poesía organizado por la Alianza Francesa, 2007. Ha sido incluida en las
antologías 24 años, 24 poetas del Chopo en la Ciudad del México, Encuentro de Escritores del Oriente del
Valle de México (2005), Descifrar el laberinto (2005) y en la memoria del IV Encuentro Internacional de
Escritores, en homenaje a Andrés Henestrosa, Salvatierra, Guanajuato, México 2007. También en las revistas
Opción (DF), Crítica (Puebla), Resurgere (de Matamoros Tamaulipas), Versodestierro (DF), Palestra (DF), La
Manzana (Guadalajara), Deriva (DF), Una Teta (Puebla), en el periódico El Financiero, en Diario Monitor, en Ruidos
(Pachuca), Encuentos cercanos (Estado de México), Clarimonda, Eje Central, entre otras. Actualmente es editora de
la revista Versodestierro y consejo editorial de Metáfora, hoja de poesía.
laeuforiade
losdíassinsol
andre r. navarro
II lila da da
lila armida
Tibio lenguaje hacha de palabras fuego seco
imagino te en el contorno de las letras una llamada no merezco
prisión merecer
no estás en mi cabeza mar de luz
no estás en mi memoria precisamente
en el interno sonido de tu nombre aparece descúbrete en mi lenguaje
la vocal descubro te en mí
no eres tú a quien veo dentro de mí justo aquí enunciada
palabra es una siéntate
detrás de la palabra un circo cuál es mi guión
sin árboles un paisaje sin hojas eres espejismo palabra
escucho te pronunciarte a ti misma cualquier otro te dejaría ser como
acaso un par de rasgos quieres
tu lacio cabello y negro
morenos tus pómulos III
escucho tu nombre
no en mis oídos Tírame a un río seco
entre las sienes en un espacio la tierra arde calma
sitio alguno en mi abismo es un frío píxel
primero la palabra
le sigue el blur de tus ojos IV
un tallón sobre el papel
la palabra palabra En esta casa
es un cerco entre tú y mi yo de un infante el llanto
palabra tu nombre perdido lamento por el balón
es muro el apellido del viejo la sonrisa
aprieto mis dientes guiño cansado ante el túnel sin luz
de la cima del cráneo aplausos para dejar este hogar
unas manos acarician tu nombre
tu nombre
tu nombre
tu nombre
a i ata ia
ania ta ania
eres lo que ignoro en la calle
frente a un monitor
con las llaves en la mano abriendo una
puerta
eso eres lo que no sé
con las llaves en las manos un rostro blur
sabrás quién eres
qué eres
que eres palabra
enunciación
uz aria luz
ma luz maria
descansobajola
sombra
Casa de lamento por un balón perdido
infantil del juego
del viejo la sonrisa
guiño cansado túnel sin luz
aplausos para este hogar
paredes de vacíos colores
imposibles
ni negro ni el blanco ni él
lo son
dije soy objeto o memoria
sudé y lo fui
lamento por un viejo
por una memoria
por un objeto
vacío sin luz
del túnel guiño de juego
verás
nunca lo fui ni blanco ni negro
lamentable ausencia

Andre R. Navarro. 1976. Tijuana. Cofundador de Poeta No-lugar en el 2003. En 2003 Publicó
“Prédica de calle” (Proyecto Editorial Existir). Formó parte del colectivo Discos Invisibles entre el
2005 y 2006, con quienes presentó la interfase de poesía aleatoria Poemas Lanzados, y editó el disco
“Poema Pop” de música digital. Actualmente divide su tiempo entre su trabajo en el depto. de
epidemiología de la Secretaría de Salud, colaborar para la revista Tijuaneo, su banda de rock 1973,
y el proyecto de literatura digital Linotipia.org.
mario meléndez
laportadora
Ella sacó a pasear las palabras
y las palabras mordieron a los niños
y los niños le contaron a sus padres
y los padres cargaron sus pistolas
y abrieron fuego sobre las palabras
y las palabras gimieron, aullaron
lamieron lentamente sus ciegas heridas
hasta que al fin cayeron de bruces
sobre la tierra desangrada
Y vino la muerte entonces
vestida con su mejor atuendo
y detúvose en la casa del poeta
para llamarlo con gritos desesperados
y abrió la puerta el poeta
sin sospechar de qué se trataba
másallá y vio a la muerte colgada de su sombra
y sollozando
delaguitarra “Acompáñame”, le dijo aquélla
“porque hoy estamos de duelo”
a Victor Jara “Y quién ha muerto”, preguntó el poeta
“Pues tú”, respondió la muerte
Más allá de la guitarra y le extendió los brazos
están las manos separadas de la patria para darle el pésame
un sonido de alas que arde
y quema mis zapatos
una invitación a orinar sobre la tierra
con la semilla pura del canto
Más allá de la guitarra
la sangre dibuja una música violenta
y la cabeza del cantor se llena de agujeros
y de besos con olor a muerte
Más allá de la guitarra
los caminos lloran
la lluvia llora y cae de rodillas
porque el hijo de la tierra
no completará sus pasos
Más allá de la guitarra
más allá del estallido
que apagó los corazones
más allá de este poema
y con la herida inolvidable
de un tiempo inolvidable
los ojos buscan a Víctor
más allá de la guitarra
y de la patria
artepoética
Una vaca pasta en nuestra memoria
la sangre escapa de las ubres
el paisaje es muerto de un disparo

La vaca insiste con su rutina


su cola espanta el aburrimiento
el paisaje resucita en cámara lenta

La vaca abandona el paisaje


continuamos escuchando los mugidos
nuestra memoria pasta ahora
en esa inmensa soledad

El paisaje deja nuestra memoria


las palabras cambian de nombre
elbarcodeladiós
nos quedamos llorando Yo soy el niño que juega con la espuma
sobre la página en blanco de los mares desahuciados
Por esa playa embanderada de gaviotas
La vaca pasta ahora en el vacío yo estiro mis brazos como flojas redes
las palabras están montadas sobre ella mientras las olas pellizcan mis sueños
el lenguaje se burla de nosotros y una sola lágrima revienta contra las rocas
Los arrecifes se asoman a la orilla
vienen descalzos a bailar sobre mi alma
y en sus labios traen algas y corales
la levadura del mar convertida en beso
Yo muevo mis pies entonces
como dos viejos remos
mi corazón es un océano de rostros y de manos
y yo entro en él sin darme cuenta
con mi equipaje de arena
aferrado al timón del viento
a la proa de los años
donde una voz que no es mi voz
eleva el ancla de este pequeño barco
que se aleja con mi infancia a bordo

Mario Meléndez (Linares, Chile, 1971). Estudió Periodismo y Comunicación Social. Entre sus libros figuran:
Autocultura y juicio (con prólogo del Premio Nacional de Literatura, Roque Esteban Scarpa), Apuntes para
una leyenda y Vuelo subterráneo. En 1993 obtiene el Premio Municipal de Literatura en el Bicentenario de
Linares. Sus poemas aparecen en diversas revistas de literatura hispanoamericana y en antologías nacionales
y extranjeras. Ha sido invitado a numerosos encuentros literarios entre los que destacan el Primer y Segundo
Encuentro de Escritores Latinoamericanos, organizado por la Sociedad de Escritores de Chile (SECH),
Santiago, 2001 y 2002, y el Primer Encuentro Internacional de Amnistía y Solidaridad con el Pueblo, Roma,
Italia, 2003, donde es nombrado miembro de honor de la Academia de la Cultura Europea. A comienzos del
2005, es publicado en las prestigiosas revistas Other Voices Poetry y Literati Magazine. Durante el mismo año
obtiene el premio “Harvest International” al mejor poema en español otorgado por la University of California
Polytechnic, en Estados Unidos. Parte de su obra se encuentra traducida al italiano, inglés, francés, portugués,
holandés, rumano, persa y catalán. Actualmente trabaja en el proyecto Fiestas del Libro Itinerante.
01 de agosto de 2002

Frente a la isla Bloomstrandbreen, Noruega. Diferencias entre 1928 y 2002.


¿quiéndiablos
eszhorell?
nacho colinas
Hay todo tipo de especulaciones en torno a este norteñetero personaje; se dice que
es ahijado del Piporro, otros creen que no, que más bien es nieto del Ecoloco, en
La caída él mismo afirma ser cruza de una centauro con un dragón. ¿Pero quién
es, en realidad, este misterioso engendro del rock, autor de éxitos subterráneos
tales como: Vámonos Ricky o Chingas a tu madre (chíngala machín)?
Diversos testigos presenciales aseveran haberlo topado de nómada
urbano por Tacubaya; en San José del Pacífico; vagabundeando por las drásticas
calles de Saltillo o Monterrey; meditando en Tlaquepaque; de rol en Real de
Catorce; pidiendo limosna en Villa Coapa; o descansando en su resort privado,
en Miami. Actualmente, su paradero permanece una incógnita. Lo único que se
sabe es que en breve andará de tour por Ciudad Victoria.
Su original estilo ha sido considerado por múltiples expertos como:
“el futuro de la música futurística”, o “el rockstar que se equivocó de siglo”.
Inclusive hay quienes ya consideran a Vámonos Ricky (escrito en co-autoría con
Carlos Siliceo, alias el Chak, también conocido como Sharigrama, qepd) como
el himno under de nuestra época. No obstante, resulta difícil clasificar el género
de este visionario de la música; oscila entre psyko, industrial, electro, drum n’
bass, polka norteña, neocyberpunk y grandes dosis sarcásticas de metal. Sus
letras están cargadas de un lenguaje poético capaz de cautivar hasta a los oídos
más finos; tal como lo demuestra en Fierro:
…chin pum pan torillas papas
saquen pa andar igual
rola no te claves
despiértate animal
qué chingados me habrán dado
que yando cabezón
ya no sé ni qué pedo
así es el rocanrrol…

O en la sutileza con que se abre y se confiesa en La caída:

Soy un bueno para nada


y también soy muy güevón
pero a mí me vale madre
siempre he sido muy chingón
Guuuuaaaauuuuu

¿Y así es Zhorell? ¿existe?, ¿es de carne y hueso? se pregunta más de


un incrédulo. ¿Es posible tanta crema? Este humilde y pobre reportero opina
que sí; Zhorell no es ninguna ficción. Zhorell es real.

¿Dudas? Visita www.myspace.com/zhorell o checa el video de Zhango


en http://es.youtube.com/watch?v=H_8UVtC_2ew

Nacho Colinas. 1984. Silente expedicionario de proyectos


alternativos e independientes. Actualmente se recupera de
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