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Introducción
La mayoría de los accidentes de tráfico tienen como resultado traumatismos abdominales que pueden
desencadenar, según su intensidad y el órgano afectado, desde el fallecimiento del animal, en las primeras
horas posteriores al trauma o de forma más tardía, a importantes secuelas sobre el animal.
La mayoría de los traumas que involucran a la cavidad abdominal son cerrados, más del 80%, y entre los
diferentes órganos que pueden resultar dañados se encuentra el Riñón, considerando que su frecuencia está
en un 15% de estas lesiones abdominales.
El traumatismo renal directo es bastante común, ocupando el tercer lugar después del bazo (25%) y
el hígado (20%), siendo el riñón izquierdo, el más susceptible a la contusión y laceración, debido a su
suspensión más laxa. No obstante, es posible que tal porcentaje (15%) sea algo mayor, en especial si
pensamos que, no pocas veces tales daños fácilmente pueden pasar desapercibidos o enmascarados bajo
manifestaciones que a primera vista desvían nuestra atención, principalmente las músculo esqueléticas.
Por ello creemos que en este tipo de accidentes habrá que estar muy atento ante cualquier signo o
circunstancias de sospecha.
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Describimos a continuación el caso de BEKI, una caniche hembra de 7 años de edad que se presentó en
nuestro hospital en consulta de urgencia tras sufrir un accidente de tráfico.
TRAUMATISMO RENAL CERRADO POR ACCIDENTE DE TRÁFICO- ROJO D.
En la exploración no se detectaron lesiones de riesgo vital para el animal, la perra andaba evidenciando una
cojera de la extremidad posterior derecha, pero en apariencia estaba bastante bien.
Se realizaron análisis sanguíneos de rutina, hemograma (Tabla 1) y bioquímica (BUN, CREA, ALT,
PT, ALKP) (Tabla 2), sin alteración destacable, así como radiografías torácicas y abdominales simples
(Ilustración 2), que tampoco mostraron lesión alguna. En la radiografía ventro-dorsal de cadera y fémur
aparecía una fractura diafisaria proximal del fémur de la extremidad posterior derecha con varios
fragmentos (Ilustración 1).
En la ecografía abdominal no se apreciaba líquido libre por lo que en principio, descartamos la afectación de
órganos internos (Hígado, bazo, riñón) y vejiga.
Tabla 1: Hemograma
LEU 11.8 * 103 /mm3 (6.0-13.3)
ERI 7.24 * 106/mm3 (5.4-8.3)
HB 15.8 g/dl (12.2-20.1
HTC 47.9 % (35.3-56.2)
PLT 265 * 103/mm3 (119-497)
Tabla 2: Bioquímica
ALKP 50 U/L 23-212
ALT 156 U/L 10-100
BUN 19 mg/dl 7-27
CREA 0.9 mg/dl 0.5-1.8
PT 6.1 g/dl 5.2-8.2
Durante este periodo, Beki presentó en dos ocasiones una discreta hematuria, se realizaron ecografías
seriadas así como hemogramas de control a las 6, 12 y 24 horas, que confirmaban la estabilidad de la paciente,
por lo que se relacionó esa hematuria con la contusión vesical por el accidente.
Tras 48 horas de hospitalización la paciente se encontraba perfectamente, comía con normalidad, defecaba
y orinaba sin hematuria macro y microscópica. Por tanto a las 72 horas post-atropello se decidió realizar la
cirugía para la reparación de la fractura del fémur derecho.
Tanto la cirugía como el postoperatorio no presentaron complicación alguna. Tras cinco días hospitalizada
se decidió el alta de Beki, con tratamiento antibiótico, Cefadroxilo (Cefa-Cure. Intervet) 20 mg/Kgr/día. Y
analgésico-antiinflamatorio, Carprofeno (Rimadyl. Pfizer) 2 mgr./Kgr/12h, ambos durante 10 días, momento
en el que se procedió a la retirada de los puntos.
Se realizaron tras la retirada de los puntos diversas revisiones de la paciente, a las 3 y 6 semanas, para control
radiológico de la cirugía, y todo seguía una evolución normal.
Beki se presentó de nuevo en nuestro hospital, a las 12 semanas post-cirugía, (6 después de la última
revisión), presentando un cuadro gastroenteritis desencadenado en las últimas horas, con vómitos y diarrea 17
profusa, que la propietaria atribuía a una ingesta masiva de restos de la basura. Se instauró entonces un
tratamiento sintomático para esta patología en régimen ambulatorio, por lo que la propietaria debía traer
Trabajo
caso clínico
científico
Tabla 3: Hemograma
LEU 4.9 * 103 /mm3 (6.0-13.3)
ERI 9.4 * 106/mm3 (5.4-8.3)
HB 19.8 g/dl (12.2-20.1
HTC 57.9 % (35.3-56.2)
PLT 251 * 103 /mm3 (119-497)
Tabla 4: Bioquímica
ALKP 289 U/L 23-212
ALT 11 U/L 10-100
BUN 17 mg/dl 7-27
CREA 1.6 mg/dl 0.5-1.8
PT 6.1 g/dl 5.2-8.2
Al realizar su extracción localizamos un pequeño orificio en el polo craneal de la capsula renal por el que se
producía la salida de ese exudado hacia la cavidad abdominal; realizamos entonces la nefrectomía y la ovario-
histerectomía (solicitada por la propietaria) (Ilustración 5).
En el cierre se realiza una sutura de la línea alba del abdomen mediante puntos sueltos de aproximación,
dejando instalado un sistema de drenaje para la realización de lavados de la cavidad en el tratamiento
de la peritonitis secundaria a la rotura renal. El post-operatorio transcurre sin incidencias, se mantuvo
20 hospitalizada 36 horas, con tratamiento antibiótico a base de ampicilina - gentamicina procediendo al alta
hospitalaria, una vez extraído el sistema de drenaje peritoneal.
Trabajo
caso clínico
científico
El estudio anatomopatológico determinó diversos grados de necrosis tubular, extensa fibrosis intersticial con
destrucción de membranas basales. Alteraciones de tipo necrótico-inflamatorio, con intensa glomerulonefritis,
nefritis intersticial resultado de áreas de necrosis coagulativa como resultado de la isquemia.
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Discusión
Deberíamos sospechar de traumatismo renal siempre que existan traumatismos abdominales evidentes, abrasiones
o laceraciones en abdomen y flancos, así como en fracturas costales y heridas penetrantes en estas áreas.
La hematuria macroscópica o microscópica es un indicador de trauma renal.
Podríamos clasificar los traumatismos renales según la lesión provocada por el traumatismo (Tabla 5).
GRADO III Mayor de 1 cm. De profundidad en parénquima renal, sin ruptura del sistema colector, ni extravasación urinar-
Laceración. ia. Desgarro hasta pelvis con hematoma perirrenal.
GRADO IV Laceración en parénquima renal, médula y sistema colector. Lesión en Arteria o vena renal, hemorragia hacia
Laceración. retroperitoneo y/o cavidad abdominal.
Vascular.
GRADO V
Laceración. Riñón completamente destruido. Avulsión pedicular; desgarro o laceración hiliar, muerte o isquemia renal 23
Vascular.
caso clínico
La prueba de imagen más definitoria en los traumatismos renales es sin duda el TAC, que nos permite
conocer el tamaño, grado y características de las lesiones, permitiendo descartar situaciones de gran urgencia
y gravedad como son la rotura del parénquima renal y de los vasos arteriales y/o venosos.
El tratamiento de los traumatismos renales de bajo grado, siempre que no haya repercusión clínico-
hemodinámica, ni descenso grave del hematocrito, es la conducta expectante, con reposo en jaula y con
controles seriados de hematocrito, constantes hemodinámicas y repetición de pruebas de imagen para la
valoración de la evolución del hematoma.
En el caso de Beki, la ausencia de hallazgos en el momento del accidente, principalmente en la ecografía renal
post-traumatismo, y la falta de sintomatología clínica en las semanas posteriores al accidente, determinaron
la nefrectomía tardía del riñón izquierdo. Tratamiento, que, en cualquier caso, hubiera sido el indicado de
aparecer los signos con anterioridad, evitando la peritonitis secundaria a la rotura renal.
Agradecimientos
Bibliografía
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