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Credibilidad, autocensura y

libertad de expresión
Por María Isabel Soldevila1
(20 de abril 2008)

La gente está dejando de creer en los medios de comunicación. Un estudio


publicado en enero de este año por la universidad del Sagrado Corazón de
los Estados Unidos y reseñado por el instituto Poynter reveló que apenas el
19.6% de los norteamericanos cree en la totalidad o la mayoría de los
reportes noticiosos, casi un 8% menos que hace cinco años. ¿Por qué la
desconfianza de los norteamericanos? ¿Qué tiene esto que ver con la
libertad de expresión?

El 87.6% de las 800 personas encuestadas en los Estados Unidos dijo sentir
que los medios de comunicación trataban de influir en la opinión pública, no
los veían como “imparciales”; pero más delicado aún, el 86% opinó que los
medios buscaban influir en las políticas públicas a través de las noticias que
publicaban.

La apreciación sobre la calidad, profundidad, exactitud e imparcialidad


(dejar los prejuicios personales fuera de las historias) tampoco dejó muy
bien parados a los medios. En ningún caso más del 41% de los
entrevistados tuvo una buena opinión de los periodistas y sus publicaciones.

En América Latina, y especialmente en el caso de la República Dominicana,


la prensa pasa por un momento de grandes retos. La Sociedad
Interamericana de Prensa (SIP), en su reunión de medio año realizada en
Caracas, Venezuela, en marzo de este año, mostró preocupación “por las
continuas amenazas, agresiones, intimidaciones y asesinatos a que son
sometidos periodistas y medios de comunicación en diversos países de la
región”2. Pero las agresiones ya no sólo son encarnadas por secuestros y
balazos.

Un tipo de amenaza más sutil se cierne sobre una prensa que se inclina
hacia la “tibieza” para evitar el conflicto, y que es cada vez más invadida
por testaferros de sectores político-partidistas y representantes de los
poderes económicos que pretenden aparecer en calidad de periodistas
mientras ejercen de portavoces de un sector.

1Periodista. Directora de la Cátedra Unesco de Comunicación, Democracia y


Gobernabilidad con sede en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.
Santo Domingo, RD.

2http://www.sipiapa.com/espanol/pressreleases/chronologicaldetail.cfm?PressReleas
eID=2079
¿El resultado? Un bombardeo mediático, subsidiado directamente o por
medio de la publicidad, que busca llevar la agenda interesada de un grupo
(político, económico, religioso, cultural, deportivo, etcétera) o de una
persona, con la triste consecuencia para la libertad de prensa de la
estrangulación de la oportunidad de presentar a la sociedad una visión
abierta, plural, equilibrada, contrastada, en una palabra: periodística.

En su informe ante la SIP, el representante dominicano ante la Comisión de


Libertad de Prensa e Información, Manuel Quiroz, advirtió: “Ha ido tomando
cuerpo una peligrosa tendencia para tratar de someter a la prensa
independiente a la autocensura cuando toca temas críticos que pueden
afectar la imagen o los intereses de determinados sectores o personajes de
la esfera tanto pública como privada”.

Esa falta de equilibrio, esa percepción de una “agenda oculta” tras una
fachada noticiosa que expresaron los norteamericanos la sienten también
los latinoamericanos y, en particular, los dominicanos y dominicanas. “Los
medios son cada vez más light”, “medios como la radio, tv son una
herramienta más empleada profusamente con el propósito de ‘secuestrar’ la
democracia y el pensamiento individual”, comentaron visitantes de mi blog
tras un experimento interactivo que pretendía recoger las opiniones de
“cyber-lectores” ante la pregunta ¿Para qué sirven los medios de
comunicación?3

Estado, campaña y recursos mediáticos

La sociedad civil ha estado siguiendo con preocupación las transformaciones


de la cobertura de los medios de comunicación durante la presente
campaña electoral presidencial de República Dominicana. Las lecciones que
emanan del uso de la publicidad para crear una especie de coro informativo
sobre la situación política han sido más documentadas por algunas
organizaciones como Participación Ciudadana4 que por los medios de
comunicación locales.

En su segundo informe de observación electoral a las elecciones


presidenciales de 2008, se subrayó un cambio en el gasto publicitario. “La
tendencia en el pasado era que el partido oficialista siempre superaba en
gastos de publicidad a las entidades del Estado, pero en estas elecciones el
papel se ha invertido, resaltándose mucho más el gasto estatal por encima
de la del partido oficialista”.

En la actualidad, dice el informe, “existe un gran desequilibrio entre los


gastos en publicidad de las distintas fuerzas políticas, pues el partido
oficialista triplica el total de gastos de su más cercano contendor, lo que

3http://mariasoldevila.blogspot.com/2008/03/para-que-sirven-los-medios-de.html

4http://www.pciudadana.com
sumado a la propaganda estatal, en la cual existe una clara promoción
electoral, se convierte en una competencia abiertamente desigual”.

En este panorama, (autocensura por intimidación, proliferación de espacios


pretendidamente periodísticos pero más orientados hacia las relaciones
públicas, inversión cuantiosa del Estado en propaganda) la pluralidad, el
compromiso social, la libertad son opacados por la autocensura, el
mercenarismo informativo y la superficialidad de las noticias.

Además de combatir con energía la censura, el secuestro y la agresión física


contra quienes ejercen el periodismo, se hace más que nunca importante
poner atención sobre esos otros peligros que amenazan con restringir uno
de los más fundamentales pilares de la democracia.

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