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ALFAGARA | ot Soler Los rojos de ultramar ATAgUARA {9 2004, Jodi Soler © Deestaedicion: 2004, Santilana Eicon Generals, 1. open eget Pind Como esta vida que no es mia Ysin embargo es la mia, Como ese afin sin nombre Que no me pertenece y sin embargo soy yo. LUIS CERNUDA ‘And what if my descendents lose the flower. ‘W.B, YEATS La guerra de Arcadi Habfa una vez una guerra que empexé el 11 de enero de 1937, Lo que pasé antes fue la guerra de otros. Cada soldado tiene su guerra y la de Arcadi empezé ese dia, Se alist como voluntario en la columna Macis-Com- panys y salié rumbo al frente. Asi empiezan las historias, aa de fic. A veces se toma una decisiOn y, sin reparar ‘mucho en ello, se detona una mina que ir estallando du- rante varias generaciones. Quizd la decisin contrara, la de no alistarse, también era una mina, no lo sé, sospecho que en una guerra nadie puede decidir en realidad na- dla, Maru, el padze de mi abuclo, mi bisabuelo, se habia inscrito dfas antes en Ia misma columna, habia decidido que no soportaba mis su cargo de jefe de redactién de El Noticiero Univeral, un petiédico que llevaba meses de- dicando su primera plana a las noticias de la guesra. Una ‘mafiana salid como siempre de su ofieina, bebié café de pic, compré tabaco y en lugar de regresar, como era su costumbee, fue a escribir su nombee en la lista de vor luntarios. Estaba fatigedo de escribie sobre la guerra de Jos otros, queria empezas a suya, pelea por la repiblica ‘en una trinchera y con un arma, Luego se presenté en la oficina del director del periédico para comunicar su de- cisién, que era irrevocable, inaplazable, urgence. El di- rector le dijo, para no perderlo, o quizd por el miedo que le daba el gesto y el arma con que habia ireumpido en st oficina, que Fuera su eorresponsal, que le enviara noticias del frente. 10 Mari comunies la noticia después de la cena lo Ajo como si naa, misma se seria un ago danse eral predmbulo desu sala nocturna, Me voy mana, anuncié sin dear de mar, con cite preocupaeion, na desporiladars que tenia sa copn, No puiton nad nt le desesperacign de sa men atlas cares de ssombro de sus wes hijos. Ea noche Mat sali jug carey oe jo. Areal y Oriol, ss hijon aprovecharon au sunencia para contempla el arms, usm carabina deswencjads que omparca wn recepticlo Roreado con una teres de pas ‘aguas. Al dia siguiente se fue como lo habla anna, de madrugad, sn que nadie fo aitier! tena 52 showy tn deseo inpizable de seencaiat su historia pemond Me preguneo qué tanto jugs la voluntad en I deslon de abc Arh ui emi bab ue eons la mina. En sus memoria Arad consign, saponge que para evar expeclaciones como és los don aantetmien, tos quel levaronacnlsase ene fente. En la primera esti dh en f zoren den efi mirando el sal de ua Bombardeo recente: columna enorme de ame pu o Carecian el cielo de Barcona a segunda debe dee po. dict del mismo bombardo, no estoy seu, ene Par teu srturatende3o eatin, tte prescupal por justifiar su alinamiento en la guera que por lesebie Con precsin es dos imagenes poderom, Sobre ted la segunda, que conssten una sola linen brevey ats we lade cbs muerte la plana de Catala Se gprs tna pila de extas dimensiones cuando se ed tratando de desctar en qué momento empees tod, en qué minute se tomé a desi de ir la guerra, en gue inane cia bid de rambo su viday fa ce ai, su hy consecuentes mente el mio, La dediaora de ets memoria es clave de acceso: Me be propueta al cerbi ee relat camper. dar en poas cuales relevant bebo de ie para que mi bija Laia lor conozea un dia. Tengo la impre- sién de que Arcadi se disculpa con ella, con nosotcos, de antemano, por esa historia de guerra que desde entonces habla comenzado a heredarnos. También es cierto que esa pila de caballos muertos pudo entonces no ser tan impor tance para ese hombre que escribfa aquellas memorias en. Ia selva de Veracruz, a cuarenta grados de tempera am- biente, acormentado por las fiebres cilicas de la malaria, después de haber perdido la guerra y casi codo lo que te fa. En un cuartucho de alguilet, bajo la amenaza de ls potencias vegetales que intentaban meterse por la ventana, escribi6, sin detenerse, 174 péginas donde nares los por menores de esa guerea que perdid, Habfa zarpado un mes aeris del puerto de Burdeos, con destino a Nueva York, en. tun viaje lleno de dificuleades y de una incertidumbre que fue creciendo a medida que se acercaba a México en un tren tosigoso que lo llews hasta la frontera, con numerosas escalas de por medio: una de ellas, Ia més larga, en la ee racién de San Luis Missousi, donde el tren no haba queti- do toser més y habia enviado a sus pasajeros a vagar por sh, mientras un mecinico, con medio cuerpo metido en la panza de la méquina, intentaba eeparar el desperfecto, Ar- adi descubrié ahi, junto a la estacidn, en una calle pol vorienta con categoria suficience para fungie como plats de western, un puesto de ayuda para refugiados espafioles, cosa que le parecié insdlita, una visién de la familia de los espefismos que, haciendo bien las cuentas, no era tan ex teat: por ahf habjan pasado miles de eepublicanos como i, que iban rumba a México, atendiendo la invitacién, del general Lizato Cardenas, buscando un pats donde es cablecerse, El puesto de ayuda estaba regenteado, si vale cl eérmino en este asunto de catidad, por un grupo de cus queros que hacia méritos ayudando a esa legion de solda- dos en desgracia, El tren tosié de nuevo y lo deposité en la 2 frontera, sus memorias no dicen nada de la impresién que tuvo al poner los pies en México, en Nuevo Laredo, un pueblo inhéspito, resecado por un sol descomedido, lleno, de sombrerudos con revélver ala eintura, El comité de re- cepcién de ese pats donde pensaba rehacer su vida parecia cl casting de una de esas peliculas que comenzaban a ro- dlarse, llenas de mexicanos malvades que soltaban simul- ‘ineamente balazos y careajadas. Tampoco dice nada de sus impresiones a llegar a Galatea, un pueblo perdido en la selva de Veractuz, donde lo esperaba un pariente lejano dde mi abuela, uno de esos aventureros espatioles que ha- fa ealdo ahi a trabajar ya hacer fortuna. Arcadi se bajé del autobts con el frac de diplomstico que le hablan presta- do en Francia para que hiciera la travesfa sin contratiem- ‘pos, arastraba una valija enorme y negra que, al entrar en contacto con el terregal de Galates, comenzé a levantar luna vistosa polvareda; andaba ripido, iba ansioso por en- tuevistarse con el nico nexo que tenfa en ese pals de pe- licula, levaba su mata de pelo negro hecha un lio, ya era desde entonces como fue siempre, laco y nervado, de pies ‘y manos demasiado grandes y con los ojos ce un azul abis- ‘nal. Preguntando llegé a la concesionaria de automéviles, Ford, segtin me dijo él mismo, que era una de las propie~ ddades de aquel nexo ‘nico. El pariente ejano de mi abuela se fue haciendo, en cuestién de minutos, mientras acaricia- bacon una mano gorda y chata el cofre del nuevo modelo 1941, mucho més lejano. En un monélogo breve y devas- tador le dijo que no estaba dispuesto a ayudar a un rojo de ‘mierda que habfa puesto en peligio la estabilidad de su pas, 4que, afortunadamente, ya para entonces, marchaba sobre ruedas bajo la conduccién del caudillo de Espafia, Atcadi dio media vuelta y se fue pensando que si habfa sobrevivido luna guerra y un campo de prisioneras, bien podria abrirse ‘paso en esa maleza que brotaba por todas partes, en una (fina dela snr, a media lle por loner de ma aa fll en arama quella de una pared y que deg a tanga cocura desu fin diplomites, Aer de hace cua Git cor uscd ee cur de lguler donde la selva que a meerey oe entegé alata de orate de acts Ae encima, tera de cio, al demonio del goer, ucla péginos pemaanieron seas mats sfosin gu as andes destin gna vers fice dew exizencia ast quc hace alguns sow dian teunaita quel hicea LaPorguem, Arad spose 8 hung en una caja de caren donde conseraba algunas perenencay acd un mazo de hoary melo do, eto vt Entree, dijo. Let ls pgins esa mina noche ds ante foe ds siguientes estive dando vcs al idea de hacer algo con ex histori no e una obra que pda publica, elena deeroreseimpreciioner, adem, Yes fi noes scan por ar ge pine Intent, pend quela guerra ita un tema amply mi- hucioumente ocamentdo que una lina version sles dcncoune dle fighter rcs ral tus poco intereant, no aleanaba a vsumbro, ea im pouble hacro entonces, que debaj dees nea eubye Cia la storia de cinco x combatientsrepublicanoe que dcadasdesputs de haber perdido la gts en plenoe aos scent, dede su inchert en la evs de Vers, ean todavia batallando conta el general Franco. Seguramen- teporlasituacién exuema en que fueron esr tp fie las bane, de fom anc, del hells de {na bata donde se en jugandoe futuro de repblea tos pormenores de una erga sburidon nl fuerss de Baichit, A pea de dat eas obreraiones, dos Imanat despud reef, me sub al coche sma con uh Imagnetfono y media dotna de cis y conde as cua tro hors que separa a la Cada de Mico de La Pra guesa. Una vez que cruct la sierra que divide a Puebla de Veraceuz bajé la ventanilla, como hago siempre que estoy ahi, para empezar a contagiarme de la humedad y del olor gue hay en esa zona del mundo, donde nact, hace cuaten ‘a.afis, por obra de esa mina que Arcadi detoné el 11 de ‘enero de 1937. En aquella estancia intenté, durante tres dias, gr bar los pasajes que necesitaba para rllenar los huecos que tenia la historia, si es que existfan esos passes, y sino eles fuerzo cle todas formas seviela para convencerme de que hhabfa que desechar la posbilidad de rescatar esis péginas La area de grabar a Arcadi fue un estira y afloj, cada vez aque echaba a andar el magnetéfono él cambiaba el tema se sumfa en un mutismo del que era muy dificil sacar, Grabé aquellas cintas casi contra si voluntad, aun cuan. do él habia accedido a aclararme, o a contarme bien y con detalles, algunas partes dela historia, ya pesar de que me habia hecho jurarle que no iba a usar ese material hasta que él estuviera muerto, y después de decirme eso fijaba ‘sus ojos azules lejos, mas alld, mientras se rascaba la nuea ‘ola barba con la punta de su gurfio. De todas formas, y de texto me enterarfaafios después, Arcadi no me conté toda 12 historia, omitié el complot que él y sus socios habian planeado en los afi sesenta, un capitulo crucial que ni siquiera menciona en esas cintas, Regreséa la Ciudad de México con la idea firme de abandonar el proyecto de las memorias de Arcadi. Guar- dé el mazo de hojas en un sobre junto con las cintas de tes timonios, initiles, pensaba entonces, Por otra parte Arca di, al margen de su mania mistica y de la vida excénttiea que al final llevaba, era un viejo sakidable y parecia que no iba a moritse nunca y ante esa perspectiva me patectasi- resto meterme en esa historia que necesitaba de su muer- te para ver la uz. Afios més tarde, muchos menos de los 15, Gque yo esperaba, le brows un cincer que le hizo lo que no Habla podido ni la guerra, ni Argelés-sur-Mer, ni Franco, ‘uti en los huesos, en unas cuantas semanas, consumido por a enfermeala, y se leva la tumba el secreto que, jus- tamente entonces, yo estaba a punto de descubrir a partir de un episodio que me habla sacudido de arriba abajo en Madrid, en un aula de la Universidad Compluense. Apro- vechando mi paso por esa ciudad, durante unas vacaio nes largas que me habla dado la Facultad de Antropologia de la UNAM, donde doy clases, mi amigo Pedro Niebla me invit6 a charlar con su grupo de alumnos, unos cua- rentaj6venes que estidiban petiodismo, no recuerdo bien sila carzera o un mdster, pero en cualquier caso se tataba de alunos mayores, de estudiantes que esaban a punto de sali al mundo & buscarse un empleo en algia periddico 0 gin canal de televsibn. La idea de Pedro, que al pri cipio me pareci tidfeula y desproporcionada, era que es hablara de mi quchacer en la fcultad y de algunos art calos que he publicado, todos en revists aeadémicas, sobre cl mundo prehispénico. La invitcién me parecé ridtcula porque no vela por dénde podia inteceade a ese grupo de futuros periodstas la vida soporifera de un investgador, pero Pedro insist tanto que acabé accediendo y me dejé condueir frente asus alunos, una maiana fla de octubre en gue me apete vas orl ciudad bebe ef, com ra libros, cualquier cosa menos encerrarme en wn aul Ela miad de mis vacaciones. Dierté durante media hora sobre los dioses en Teotihuacén,elegl ese tema porque estd leno de personajes mitoldgicos que, supuse, iban cuando menos diverts y ful def manera gue un alamo se puso de pie, cuando explicaba la simbologia de a prs tide des luna inertumpiendo lo que ertaba diiendo ime pregunté a bocajazzo que por que si yo era mexicano tenn mmbee eat earl, Me dere aro descon 16 ‘Grado al bnde dle, pro opis compre thet Urabs dees puncte a al Ac denn ne KE pars eae tingin mina aque el potas del eo de mi fail, lo Mee tpidos en ne eos det tlsine Cuando temibé micga oo ee 2 quien miiedone aoe ae “Samo um Mamie inhoe as e orc fps dl impasse ge eee gi as te at pga oa eee ee Mae dapat cpreoc hak corn es sow Eos yo nas abe a oie 8 ake que nb de meni a ee Il neque tnd paen 939 pa neces Sidsde gacal Pane, Elsiece ee ee ie vnc dope mckiiaee ea ial a miloga watiuncans y porcine cere sro gay des toa eee ce tie nuber poate cscaleclseaoine Se mpn on Ae ae tiencia en la Complutense sintiénlome un poco ofeedi- deter cesin epaiere ene Ishin otal de Epes ape cece er lt memory sce ae Ei Rompues que lenbeanarre ee oe tobe Lo peek nf ook nae Aidimen coos ected ener et dicciém Lo an como gus crn zr eee ee Saqueé el mazo de hojas y me enfienté con esas me~ ‘morias por segunda vez. En esa nueva vuelta atrapé mi v7 atencidn un pasje sobre el quehacer de artillero de Arca- di, en el que no habfa reparado durante la primera lectu~ ra: esti l en la zona del Ebro dirigiendo su bateria hacia tunas coordenadas que le va dictando la vor, que sale por el auricular de un teléfono, de un soldado lejano que ests ssubido en un observarotio desde donde puede verse con facilidad el campo de batalla. Arcadi no ve el campo, no ve en realidad nada, esté en el piso camuflado deteés de ‘unos matorrales y dispara media docena de cargas duran- te-varios minutos, hacia la direccién que le indica la voz del telefono. De pronsy, escribe Arcadi, pasaron tres aviones enemigos volando muy bajo sobre mi espalda. Ademés del cscdindalo y del polvo que levantaron, dejaron un persstente color fuel en el aire. Pasaron de largo, pero un minuto des: pues, ante de que desaparecieran el olor y ef ruido de sus mo- tores, of cémo daban la vuelta en redondo y comensaban a regresar: la maniobra que haclan siempre que localicaban tun objetivo y optaban por regresar y hacerlo suyo. La voz del teléfono, medio ahogada por eletrépito de os aviones, dijo lo que y0_yt ofa venir, evan a por ustedese, Desde mi poscin, parciabmente canuflado y pegado al suelo, no vea a los que cextaban junto a mé, el ruido de las mudguinas se volvid ensor ddecedor'y un segundo después of la primera detonacién, la pri ‘mera bomba que cata con un esruendo que se mezclaba con cel motor de ls tres junkers, y, um instante despues, otra que ‘ayd mucho mds eérea y produjo un socavin que hizo tem ilar el suelo y mandé a volar al aire una tonelada de tierra _y escombros que me cayé encima y me cubrié por completo, 7 ‘un instante ms tarde, no mds de un segundo, sent a uno de dos jnnkers pasando muy cerca de mi cuerpo, tanto que of cb mo abria las compuertas, com un chirrido metalico que no olvidaré nunca, y cdmo desde exa altura comenzaba a caer la siguiente bomba. En la fraccin de segundo gue pasd an- er de la explosion sent, aun cuando estaba todo eubierto de 18 tera, que me cata en la erpalda wena gota hirviente de ful La bomba explosb unos metros adelansee hizo otro socavdn _y levants otra tonelada de escombres. Los junker,seguros de ‘que me hablan liguidlado, e fueron. Quisegrtar para ver si alguien vivia a mi alrededor, pero no pude hacerlo porque te nia la boca lena de tierra ra la segunda ver. que lefa ese pasaje y hasta en: tonces, quid porque en Ia acasién anterior me habla de- jado impresionar por el bombardeo, no habla teparado en ba dinémica delirance del arillero: un hombre situado entre al puesto de observacién y fas flas enemigas, disparando cada ver que se lo ordena una vor por teléfono, tratando de hacer blanco en un ejército que nunca ve. ;Qué pensarla ‘Acadi después de esa media hora de disparos al vacio? Ca sda ver que le comunicaban que habia hecho blanco, existia Ia posibilided de que la granada que habla disparado hu- biera destruido un almacén o una casa pero también podia ser que hubiera matado a un soldado, 0 a varios, cuando cl tito habia sido aforeunado, sies que vale el término pa- rael acto de disparar y no saber, a ciencia cierta, cudinto Alario se hizo, si se maté 2 alguien, si no se mats. ;CSmo lidiaba Arcadi con esto? Supongo que algo en él desc saba cuando la vor del teléfono le comunicaba que habla fallado, que era necesario corregir el tito, y entonces él po- dia imaginar, con ciesto alivio, el hueco que habia produ- cido su granada en el suelo, pero zqué sentla cuando esa vor distante le comunicaba que habla dado en el blanco? Eso le pregunté, de manera torpe y busca, en la cintas de La Portuguesa. 2¥ sabes si mataste a alguient, se oye que Je digo. Después viene un silencio incémodo en el que Ar- ‘adi, me acuerdo muy bien, se miré detenidamente el gar- fio, primero un costado, luego el orto y luego atruge la frente y la natiz con cierta molestia, como sino hubiera da- do con lo que buscaba; después levanté la cara y puso sus 19 ojos azules en un punto lejano antes de decitme: no sé si ‘vas a entender esto pero aquélla era la guetra de otro. En una de las visitas fugaces que hizo Arcadi = Barcelona cuando peleaba en el frente del Ebro, dejé em- barazada a mi abuela, con quien se habla casado, unos me- ses antes, en otra visita igual de fugaz, De aquel embarizo nacié Lala, mi madre; salié al mundo en medio de un bom- bardco, rubia como mi abuela y con los ojas de un az abismal, idénticos a los de su padee. Aeadi, com la ayuda de tn subordinado flaco y de dientes largos al que llamaban Conejo, metla las piezas de sa mortero a un camién cuando se enterd de que Laia habla nacido, Su baterfa empezaba a perder terreno, eta cl principio de aquel repliegue ya imparable que termi: naria llerindoselos hasta Francia. La imagen civil de aquel replicgue era una fla interminable de gente, con su casa y sus animales a cuestas, que caminaban sumbo al norte buscando un tetrtorio menos hostl donde asentarse, una fila de hombres y mujeres polvosos y cabizbajos, con nifios de brazos 0 grupos de nifios, igual de palvosos, coretean- do alrededor de ellos, y un montén de animales balando, 0 ladrando o haciendo cuidos de gallina. Arcadi y el C ricjo transportaban las piczas del mortero cuidndose de no darle un golpe a alguino de la fila que pasaba por la ca- tetera junto al camisin cuando, desde otro camién que pasé junto a ellos, se asomé Oriol, el hermano de Arcadi, Y le grit6, porque venia de Barcelona y ahf se habla en- terado: etes padre de una nifia. Eso fue todo, el camién, de Oriol se perdis de visea y Arcadi se quedé inmévil, con un ferro largo en la mano, tratando de digerir la noticia, micntras ef Conejo le daba unas palmaditas de flicicacién, cn la espalda, Dos dias después consiguié un permiso pa: rata conocer a Lai, le tomé toda la noche llegar a Bar- celona porque las vias del tren estaban en mal estado y el 20 reciente bombardeo habia estropeado los accesos a la cise dlad. Arcadi registra en sus memorias el momento en que llega al piso de la calle Marit Cubi, donde entonces vivian, y su esposa lo conduce a ia habitacién donde estaba Laia, ‘Ah, frente asu hija ecién nacida, reflexiona sobre la ca- Jamidad de haber nacido en plena guerra: Lavi ahi, envuet- a en trapes y metida en wna cuna demasiado grande, 9 lo tinice que sent fue angusta, angustia porque dentro de unas ‘horas tendria que dejarla sola en esa ciudad que los fran- ‘quistas bombardeaban todo el tiempo. Luego pensd que en ‘xd anguatia estaba el germen del amor paterno. Desputs de ‘esta reflexién mis bien extrafa eambia de tema y no dice ‘mds de ese acontecimiento que debié ser mucho mis im- portante para él, 0 quiz4 no, la verdad es que nunca he po- dido identificar muy bien las motivaciones de Arcadi, ya desde entonces era un hombre bastante hermético y un po- co fantasmal, ‘Més adelante en sus memorias, Atcadi narra un bombardleo que mira desde ls aleuras de Montjulc, cuan- do hacia el final de la guerra habfan trasladado su baterfa a Barcelona, en la etapa en que emperaba a agudizatse el replieguc de las topas republicanas. De pie fente a los am- plios ventanales de Miramar vigilaba el horizonte con unos pprismaticos, aunque se trataba de wna viglancia de rating: le noche anterior, gracias a ciertainformacidn detectada con los fonoloalizadoresy ls radiogonimenas, nos habtemos en- terado de que exa madrugada la aviacién faciosa planeaba to» bombardeo sobre Barcelona. Amanecia y ls deseo rjes _y amarilles, sumados a la nicbla que habia sobre el Medite- ‘ninco, dificultaban considerablemente la visibilidad, tanto que ni yo ni el centinela que vigilaba en el or extremo per- cibimos nada hasta que tuvimos a la aviaciin enemiga may cered, a tre, Las bateras estaban permanensemente prepa rides, asi que activamos la sirena y corrimes, cada quien 2 detris de su cattn. Yo encuadré en la mira a un par de avio~ nes Breguet que volaban ligeramente separados del ecuadrén abr fuego contra ells, pero la granada, aungue etalldy pro- do una Iuomareda negra y de olor tice, na said del cat Lo mismo les sucedié a otrs dos anileos, de loses eaiones nada meds ficncionaron trey ningun de étos dio en el blan- ca. Unos segundos deus paid el-scuadrin intact sobre no- sors comenss a bombardear Barcelona, densascolumnas cescuras de Imo se levantaban en la ciudad después de las explosioncs, los tonos rjizas del amanecer le daban un to- (que apocaliptico a ese expecticulo que yo miraba deseipera- do, junto a mi café, con las manos en la cabeza y el alma en vilo, pues varias de las columnas se leoantaban desde Sant Gervisi el barrio donde estaban mi mujer y mi hija Lai, re- ‘itn nacila, La ssuaciin tenia algo de ridicuo,zcimo tharos «a defender Barcelona con ese armamento inservible? Junto a ‘mi extaba Prat, wn artllero rubio y gordo, de piernas certs 1¥ manos exratiamente rojas, que después burke con nosotros ‘cuando absndondramos Barcelona, estaba igual que yo junto 44.su café, contemplando cima las colummas negras aicen- dian consra el cielo rojo y golpedndose con su mano roe wn muslo mientras repettacollons, colons, collons, con wn vitma ‘molestoy obresivo. Horas mds tarde me enteré de que uno de dos Breguets que se me habla escapade habla bombardeado sun orfanasori donde hablan muerto catorce profesor ycien- 0 cuatro nifis, un horror del que hasta oy me siento muy culpable, ‘Mi madre pass su primer afo de vida excapando de las bombar que cafan de los aviones de guerra. Fsci- paba en brazos demi abuela, que la wala de ac para alld, sgn en que sti las sorprendieran las sirenas de alarm n ‘Tenfan que salir de casa todos los dlas para hacer [a fila en la oficina de racionamiento, se traraba de un esfuerzo de varias horas que producla resultados modestos: un troz0 de pan, una lata de leche condensaa, una pieza de pollo {que no encajaba en ningtin rincén de la anatomia de los pollos. Cuando la alarma las sorprenla en la fila costfan un refugio, que era distineo del que utilizaban cuando el bombardeo las pescaba a medio camino, En realidad no cran refugios, uno era un sétano y otro el encresuelo de un garaje, y ademés no siempre estaban disponibles. A veces resultaba menos peligroso capotear las bombas ala intem- perie que apreeujarse con todo el vecindatio en esas rato eras que, en caso de recibir un impacto, iban a desmo- ronarse igual que el resto de las construcciones. En casa el asunto era distinto, habia una dinsdmica rigurosamence establecida. El perro percibia el ruido de los aviones min tos antes de que sonaran ls sirenas de alarma y comenza- ba a aullar como perro loco al tiempo que emprendia luna carrera que terminaba debajo de la cama de mi abue- la. Todos en esa casa habfan llegado a la conclusién de que un perro tan pereeptivo tenfa que saber dénde estaba el mejor lugar para efugiarse, de manera que en el momen- to en que se disparaba la alarma del perto, mi abuiela co rrfa, con mi madre en brazos, a mecerse con él debajo de la cama y detrés de ellas se metfan mi bisabuela y Neus y la mujer de Oriol. Desde ese refugio sofocante que se habla inventado el perro ofan las cinco apretujadas, atemoriza- clas, primero la alarma aérea y luego el tremor de los avio nes de guerra, que ofan crecer, primero un punto que se iba convietiendo, en cuestion de segundos, en murmullo, en cuestidn de segundos, en ruido atroz que en cuestién de segundos era ensordecedor, insoportable, un estruendo sostenido que hacfa llorar al perro, un llanto discteto, bax jito, de ciatura que se sabia perdida, a mercod de ese ruido 2 {que en cuestidn de segundos se umificaba en explosiones, tuna, dos; cuatro, doce, y en cuestién de segundos una que ccafa mucho més cerca y que hacfa desaparecer momen- tineamente el eserucndo, que en cuestion de segundos que- daba olvidado porque acababa de caer otra todavia més cerca que ponia a lorar a las mujeres bajito, como todas las criaturas que se saben perdidas, mi abuela abrazaba 2 mi madte con tna fuerza desmesurada, la apretaba con- tra su pecho, queria metérsela al cuerpo y regresarla al limbo, y en cuestién de segundos cala otra bomba todavia cerca y en cuestién de segundos la onda expansiva {que entraba por la ventana y voleaba muebles y romp co- sas mi abuela apretaba masa mi madre y pensaba en mi labuelo y en que todo iba a acabarse cuando en cuestién de segundos cayera, todavia més cerca, a siguiente bomba, aque se retrasaba, que no llegaba, que al final no cafa, que en su ugar quedaba un estruendo que se alejaba y que en ccuestién de segundos era un punto que desaparecia, En- ronces las mujeres sallan de debajo de la cama, aiviadas, cexultantes, a contemplar los estropicios de a ola expansiva, El perro salfa después, agachado, temeroso de que en cual- quier momento volviera a dispararse su alarma interior, ‘Una ver, al salie de debajo de la cama, mi abuela vio que ‘mi madre cenfa sangre en la cabeza, y cuando iba gricar del susto reparé en que la sangre le sala a ella de la boca, de tuna muela que se haba partido de tanto apretar cuando trataba de regresar a mi madre al limbo. La guerta desve- | una realidad aleerna, produce situaciones que luego son dificiles de comprender, de locos, puedo ver a mi abucla con sangre en la boca y su mula en la mano, parada en el centto de su piso hecho trizas, riendo a carcajadas, cu- fries, feliz Mi Lig ol aon gu trims que abandon la bte rlade Miramar, eactbe Arcadien ss mest, ewe: San pede por intone por la deogemiaidn de ‘mando; sper y por el mal ado en ue encore Ico armen, agri lard o yu lamar por selina general Roce, nso sero vec, eg la Iamada wo argent ens inch, poco avegoada sued general bala sid ae topes angus doa Sad ceca ya pares bra ta comin ela fontere para sabr cutee antes de Eat, quella noticia equoe tal anunco dele dilacon de maces base fe tad porno ley ea deca nt nar cstabe claro gu ada pion tena queen l legal otto neige tomo migor adr, anche de com cur ee so mors nes lapsed {ros juntraPronta, ningun pesiba ued ot Ee ‘aca rei prevable reposting el gee Parc iba oplgarcanta x ofeidelband peer Montery, to tevieme erconee ecaeteparlanchin qe tena Pinte de soldade romano, con ui bible coiee a baer dade que peletbaen oh lente de Pragin os dio use habia ettrado de uae preidentsdeea yee Ben wna poblacin il norte ls par rca lone frances. Loon often fs ean Prt aie gordo ‘rub gue tena lr mance erate oes Rc ‘alencana bit y de gf al gue noo apenas nea, ten lr peoe andes Bags on baelonds eane ldo gue poe pa, en on instante del cond bes. “ial al eomportmont beatin, sn hombre exter co ‘un habia rao nasa ta El dts de qe bas. tel presidente Asia te bla id ns hin deces yat ring clare de remanent, gua da igen dee. riamosBarelna one Renae Maco que nab Monsey 2s Past exa noche en vela tratando de digerr lo que iba a suce- der al dta siguiente, tendvia que irme solo a Francia, sin mi ‘mujer y sin mi hija, quit sabla por cudnto tiempo, dejarlas las dos en eva ciudad que enaba a punto de ser ocupada por las ropas franguittas. A la masiana siguiente, muy tempra- no, fii a despedirme de elas al piso de Marit Cubi, donde para esas alturas tambitn vivlan mis padves, gue habtan per- ddd on casa en uno de los bombardeos, mi hermano Oriol com su mujer y News, mi hermana, Elambiente en el piso era demoledor, Oriol estaba en una esguina del salén convale ciente de una eiquirla de metralla que le habia entrado en tuna nalga, provoedidole una herida que se habla complica do luego de una intervenciin ristica que le hablan practi: ‘dolor datores del frente, Oriol siempre habla sido mds ato 1y mds corpudento que yo, pero entonces lo vi muy dismini- do, mds que sentaco en ol sllén parecta gue el sill6n se loes- taba devorando, En el otro extreme estaba mi padre, tam: bien convaleciense, con una cobija de rombos sucia encima de las piernas, te habia roto un brazo y wn flmur en wna es tampida de pdnico por un bombardeo en la plaza de Cata ufia, Laz mujeres te movlan con dificultad por el piso, que era demasiado pequefio para tanta gente, la mujer de Oriol 1» mi bermana Neus iban de un,lado a otro con compresas y Tinimentoey nel centro de aguelcuadro sedgieo, mi hija Laia risweha, jena a toda aguella decadencia, comiéndose la pa- pilla de leche que le daba su madre, «Bl eircito de Franco ‘acaba de cruzar elrlo Llobregat, estardn agut en un par de ‘oras», les dije. Todos se me quedaron mirando de wna for ‘ma gue partia el alma, se hizo un silencio espeso que hacia ‘juego con le atmésfera viciads que se respiraba on el salén ‘Mi mujer bablé primero, rsolvié con wna sola fase la situa cid, ti desde luego tendrlas que salir de Ecpatiav, me dijo, ‘yen el acto mi padre salib de su possracin para suplicarme (que me lewara Oriol. «Y contigo gué wa a pasare, le die

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