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ESHO FUNI

Por Eduardo Ciancaglini

La unidad de persona y medio ambiente es una de las diez unidades o "no dualidades" que
derivan de la sistematización de Miao-lo en su Hokke Gengi Shakusen. T'ien T'ai había
expuesto los diez principios místicos de la enseñanza teórica y los diez principios místicos de
la enseñanza esencial del Sutra del Loto. Más tarde, en el Hokke Gengi Shakusen, Miao-lo se
refiere a estos y explica las diez unidades o "no dualidades" luego de tratar los diez principios
de la enseñanza teórica y antes de referirse a aquéllos de la enseñanza esencial. La sección del
Hokke Gengi Shakusen que trata de estas diez unidades o "no dualidades" se convirtió más
tarde en un tratado independiente denominado Jippunimon (Diez Unidades). Estas diez "no
dualidades" son:

I. Unidad de cuerpo y mente (shikishin funi)

II. Unidad de lo interno y lo externo (naige funi). El objeto de meditación se divide en dos:
el objeto interno o ámbito de la propia mente y el objeto externo o el mundo fenoménico. La
unidad de ambos significa que la propia mente y el mundo fenómenico se poseen mutuamente
gracias a los principios de ichinen sanzen y de las tres verdades.

III. Unidad de la naturaleza inherente de Buda y de la Budeidad manifestada a través de la


práctica (shusho funi): significa que la verdadera naturaleza o entidad de todo fenómeno es
esencialmente la misma que aquélla que uno manifiesta a través de la práctica.

IV. Unidad de causa y efecto (inga funi). "Causa" aquí significa "mortal común" y "efecto"
el Buda. Vale decir que la unidad de causa y efecto significa que la naturaleza inherente de
Buda en los mortales comunes es la misma que la naturaleza de Buda que el Buda manifiesta.

V. Unidad de lo puro y de lo impuro (senjo funi) o, lo que es igual, de iluminación e


ilusión. La mente impura, velada por la ignorancia es, esencialmente, la misma mente pura
basada en la iluminación.

VI. Unidad de la vida y su medio ambiente (esho funi)

VII. Unidad de uno y los demás (jita funi), en otras palabras, la unidad del Buda y los
mortales comunes, ambos entidades de ichinen sanzen.

VIII. Unidad de pensamiento, palabra y acción (sango funi). El buda salva a las personas a
través de sus pensamientos, palabras y acciones. Debido a que cuerpo y mente son
esencialmente uno, también pensamiento, palabra y acción son esencialmente uno.

IX. Unidad de enseñanza provisional y verdadera (gonjitsu funi). El Buda predica tanto las
enseñanzas provisionales como la enseñanza verdadera -el único supremo vehículo- según la
capacidad de la gente y ambas enseñanzas provienen de la mente iluminada del Buda: todas las
enseñanzas provienen de la única ley de Nam-myoho-renge-kyo

X. Unidad de beneficio (junin funi). Esto significa que, tanto el Buda como el resto de las
personas, en última instancia disfrutan de los mismos beneficios de la Budeidad: no existe
distinción esencial entre el Buda que conduce al pueblo y aquéllos quienes reciben instrucción
de ese Buda, en tanto que ambos son entidad de Nam-myoho-renge-kyo.

De esta manera, el concepto de unidad se aplica tanto a la relación entre cuerpo y mente y a
aquélla entre persona y naturaleza, entre distintas personas, humanidad y sociedad y, en suma,
entre todos los fenómenos del universo.

UNIDAD DE LA VIDA Y SU MEDIO AMBIENTE

¿Cuántos seres humanos caben en nuestro planeta? Según las últimas cifras obtenidas por el
profesor del Museo Nacional de Etnología de Osaka, Naomichi Ishige, el número equivale
aproximadamente a tres o cuatro veces la actual población de 5500 millones, en otras palabras,
unos 20.000 millones de personas. Pero los problemas de la superpoblación son ya
extremadamente serios y deben ser analizados dentro del contexto de otros problemas,
incluyendo aquéllos que son producto de los deseos egoístas individualistas de muchos
miembros de la humanidad, pero el tema de la superpoblación es uno de los temas cruciales
que debemos enfrentar hoy en día y la solución a él sólo emergerá si la humanidad echa mano
de su sabiduría colectiva.

El budismo explica la relación entre la vida humana y su medio ambiente utilizando el


concepto de esho funi, vale decir la unidad entre persona y medio ambiente. La palabra esho
está formada de las primeras sílabas de otras dos palabras: eho que designa al medio ambiente
o mundo objetivo del cual el ser humano depende para su supervivencia y para sus actividades
vitales y shoho, que designa un ser viviente o mundo subjetivo. Ni eho ni shoho pueden existir
aparte de la otra. Sho de shoho significa sujeto y e de eho, depender, significando que la vida
depende de su medio ambiente para su subsistencia. Funi significa el principio de que la vida y
su medio ambiente son al mismo tiempo fenómenos independientes por un lado y, por otro,
están profundamente identificados uno con otro. Funi es la abreviación de nini-funi (dos pero
no dos) y funi-nini (no dos pero dos). En suma, la vida y su medio ambiente son inseparables.
El principio de ichinen sanzen incluye esta unidad de la vida y su medio ambiente. En términos
de los tres medio ambientes, shoho corresponde al medio ambiente de los cinco componentes y
al de los seres vivientes, y eho al medio ambiente del medio ambiente externo. Ichinen sanzen
revela que tanto shoho como eho son inherentes en un único momento de la vida. En términos
de la verdadera entidad de todo fenómeno, la distinción entre el yo y el mundo objetivo
pertenece a la dimensión de "todo fenómeno" y su inseparabilidad esencial a la "verdadera
entidad".

Debido a que la vida y su medio ambiente constituyen dos expresiones de la misma entidad,
shoho o el ser individual es formado e influenciado por eho o el medio ambiente, y las
condiciones de vida del individuo, por el contrario, también pueden producir cambios en el
medio ambiente. Nichiren Daishonin, en el Zuiso Gosho trata acerca de esto cuando afirma que
"las diez direcciones constituyen el medio ambiente (eho) y los seres vivientes son la vida
(shoho). El medio ambiente es como la sombra y la vida como el cuerpo. Sin el cuerpo no
puede haber sombra. Del mismo modo, sin vida, el medio ambiente no puede existir, aunque la
vida sea soportada por su medio ambiente".

Todos los problemas concernientes a la población y su medio ambiente deben ser analizados
bajo la premisa de que es tarea de la humanidad el mantener una cierta armonía en nuestro
planeta de manera tal que los ritmos naturales de la Tierra no se vean perturbados. La
relativamente joven ciencia de la ecología de alguna manera se basa en el presupuesto de que
todas las formas de vida sobre la Tierra existen en una compleja interrelación y que el hombre,
lejos de ser la única criatura, es parte inseparable de un ecosistema más vasto: la totalidad de la
vida terrestre.

Las implicancias de esta visión serían que la Tierra misma constituiría un único y enorme
organismo viviente. Hace más de treinta y cinco años atrás, Josei Toda, segundo presidente de
la Soka Gakkai y mi maestro de la vida, decía: "La Tierra misma es una entidad viviente. Y, si
se satisfacen las condiciones necesarias, surgirán en su seno las numerosas formas de vida". El
creía que la vida humana y la Tierra constituían una sola entidad viviente inserta en la
inmensurable vastedad del cosmos. En este contexto, el nacimiento de una nueva vida es
mucho más que un bebé emergiendo del útero de su madre: constituye un evento que forma
parte de nuestro planeta y aún del Universo como un todo.

Este es un hecho que la ciencia moderna ha comenzado a comprobar. Jim Lovelock de


Inglaterra y Lynn Margulis de los Estados Unidos han elaborado una teoría que es
sorprendentemente afín a aquélla de Josei Toda. Esta teoría, ampliamente respetada por la
comunidad científica, sostiene que nuestra tierra constituye lo que podría denominarse una
"biósfera". Estos dos científicos afirman que nuestro planeta, por naturaleza, realiza su máximo
esfuerzo para mantener un equilibrio haciendo ajustes en cosas tales como la composición
química de la atmósfera o la temperatura de la superficie terrestre. Basando estos argumentos
en sus numerosas investigaciones, Lovelock y Margulis sacan como conclusión que tales
fenómenos sólo pueden ser explicados si consideramos a la Tierra como una única entidad
viviente. Ellos han denominado a su teoría la "Hipótesis Gaia" tomando el nombre de la diosa
griega que personificaba la Tierra.

He tenido la oportunidad de conversar con algunos astronautas y todos ellos me han comentado
que el contemplar la Tierra desde el espacio exterior constituye una verdadera experiencia
espiritual que modifica de manera permanente las propias perspectivas. Tal vez no haya nada
en la historia de nuestra especie que haya alterado nuestra conciencia tanto como las primeras
fotografías de la Tierra tomadas desde el espacio. Por supuesto que hoy en día estamos tan
familiarizados con tales fotografías que ya no nos impresionan tanto como al comienzo, pero
aquellas primeras fotografías marcaron un punto de inflexión para la humanidad: los
historiadores del futuro seguramente las considerarán un símbolo del siglo XX. Aquellas
fotografías, ampliamente utilizadas por los partidarios de la abolición de las armas nucleares y
la conservación del medio ambiente nos hicieron conocer el acertado término de "Nave
espacial Tierra".

Hoy tomamos conciencia de cuan intensamente la humanidad forma parte de esta entidad
viviente llamada planeta Tierra; somos interdependientes con la Tierra al punto de que
guardamos una relación verdaderamente simbiótica con ella. Muy pronto, la humanidad
también cobrará conciencia de que la Tierra misma forma parte de la entidad viviente llamada
Universo. Este salto conceptual no puede ni debe ser eliminado, porque nadie puede negar que
el cosmos, la Tierra y los seres vivientes se encuentran íntimamente interrelacionados y, si se lo
permite, trabajan en perfecta armonía. ♦

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