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AREAS DE CONFLICTO EN LA PAREJA

<p>Todos estamos convencidos de que la convivencia no es nada fácil y


que muchas parejas y matrimonios llegan a un punto en el que se sienten
insatisfechos, pero lo curioso del caso es que lo que más acumula malestar
individual, desasosiego y ansiedad, hasta el punto de poder llegar al punto
de no retorno, es, a veces, el no saber precisar exactamente el motivo real
de esa insatisfacción.</p>
<p>Nuestra experiencia en Orientación Familiar nos ha enseñado que es
del todo necesario (no se hacen ustedes una idea de hasta qué punto) saber
identificar los problemas; tal vez, igual de importante es, para poder
abordar las posibles soluciones, conocer el origen, dónde está el punto de
ruptura en los desacuerdos que provocan que las situaciones que
cotidianamente se viven en la pareja, comiencen a llenarse de conflictos no
abordados (que luego se cronifican). Por lo tanto se hace necesario trabajar
con la Orientación y la Terapia lo que podríamos llamar “áreas
problemáticas”.</p>
<p>Creo que todos seríamos capaces, si pensamos y rememoramos
nuestras experiencias, de confeccionar una lista de las áreas que se crean al
decidirse a convivir en pareja o formar una familia, un hogar, con o sin
hijos (aunque no hayan hijos en común no deja de ser un hogar y se puede
ver afectado por las mismas áreas que un hogar con hijos)</p>
<p>Las áreas de conflicto que más aparecen, implícita o explícitamente, en
las parejas que acuden a consulta, son las siguientes:</p>
<p> Filosofía de vida (diferentes escalas de valores)</p>
<p>Demostraciones de cariño, afecto.</p>
<p>Comunicación</p>
<p>Relaciones sexuales</p>
<p>Educación de los hijos.</p>
<p>Tiempo de ocio</p>
<p>Amistades</p>
<p>Relaciones con los respectivos sistemas familiares de origen de cada
uno</p>
<p>
<p>Cada miembro de la pareja, como individuo, como ser independiente al
otro, suele tener unas expectativas distintas de cada una de las áreas. Lo
importante es la puesta en común de esas diferencias, la negociación y los
acuerdos; el acercamiento de posturas para llegar a los puntos de unión más
cercanos donde poder vivir de una manera sosegada, “tranquila” y feliz,
con sueños y con el desarrollo cotidiano de las manifestaciones de cariño y
amor que, en teoría, se expresan, ya que por este motivo decidieron unirse.
El error, tal vez, se diera en un principio cuando no se planificó un proyecto
de vida en común de forma reflexiva. Así que si los acontecimientos van
afectando de forma negativa (y no se hablan) porque cada uno lo valora de
distinta forma (distintas expectativas), se verán afectadas igualmente
nuestras acciones y reacciones.</p>
<p>Algunos estilos educativos pueden resultar muy distorsionantes si
tenemos en cuenta que la formación recibida contribuye decisivamente a
formar las expectativas de cada uno, pudiendo interferir en un futuro en la
manera que afrontamos la realidad e influyendo también en nuestro
comportamiento</p>
<p>“Cada uno es de su padre y de su madre”. Esta es una frase que se dice
mucho por aquí y significa que cada uno es distinto, es a su manera, es
único y no como yo. Es él. Es ella.</p>
<p>En algunas sesiones nos hemos encontrado personas que su educación
ha sido sobreprotectora y dependiente. Otros creen que han de ser
bondadosos y sumisos y supeditar sus deseos por debajo de los del otro.
También hay quienes desean manejar y orientar la relación en todas sus
facetas, justificando su autoritarismo (aunque a veces no son conscientes de
ello) basándose en que están convencidos de que su pareja es débil e
incapaz de asumir determinados asuntos y responsabilidades. Todo esto son
ideas erróneas, creencias que conducen los comportamientos a una mala
situación emocional.</p>
<p>No puedo dejar de insistir en lo de las creencias irracionales que
desvirtúan el pensamiento y las acciones que se desprenden de él. Uno
mismo sobre sí o sobre la relación puede llegar a tener también ideas que
no son nada positivas a la larga. Ideas como que uno debe ser el compañero
ideal; o nunca puedo fallar a los deberes conyugales; o sería horrible
decepcionar a mi pareja; o mis intereses y necesidades, porque la quiero,
deben estar subordinados a los suyos.</p>
<p>Esto no es ajustarse a la realidad, ya que si observamos estos
pensamientos llevan una sobrecarga de idealización y desorbitan la
situación, generando una gran dependencia. Pero sí que hay ideas
alternativas que podemos intentar introducir sustituyendo las anteriores (no
es nada fácil, pero sí necesario) Ideas que te permitan ser humano con
posibilidad de errar, de equivocarte y respetar y ser respetado:</p>
<p>Los deberes conyugales no deben estar por encima de todas mis
necesidades y preocupaciones</p>
<p>Si mi pareja se siente decepcionada intentaré averiguar los
motivos y dialogaremos acerca de qué es lo que podría cambiar en mi
conducta y en mi actitud.</p>
<p>A la vez intentaré que conozca y comprenda mis intereses y
necesidades principales</p>
<p>Debo intentar ser un buen compañero/a de mi pareja, respetando
su manera de ser y analizando las actitudes que puedan desencadenar
interrupciones emocionales positivas en nuestra relación. Es mi
responsabilidad. Es nuestra responsabilidad.</p>
<p>
<p>Nuestro pensamiento es el que nos ayuda, el que nos hace tomar
buenas o malas decisiones. No es bueno iniciar nuestras ideas, nuestros
diálogos internos para prepararnos con algo parecido a: “si realmente me
quiere ha de adivinar lo que quiero y necesito”; “si no se da cuenta de lo
que me ocurre es que no le importo en absoluto.”</p>
<p>Estos autoargumentos implican errores. Por ejemplo, la segunda frase:
“si no se da cuenta de lo que me ocurre...”; este pensamiento nos suele
llevar a situaciones extremas. No hay posibilidad de tonalidades de grises,
o sea, es blanco o negro. Todo o nada. Tal vez la solución pasaría por
explicar lo que ocurre sin llegar a entrar en el juego de tener que adivinar
determinadas cuestiones. Luchar con sentido común por la relación no
implica la destrucción de alguno de los miembros de la pareja.</p>
<p>¡Vamos!, ahora os toca a vosotros reflexionar sobre estos aspectos. Lo
mismo os sentís identificados en algo de lo que aquí se expone. Nada es
para sentirse culpable, sino para ver qué nos puede tocar y qué no. En una
ruptura casi siempre hay dos responsables aunque, también a veces, uno de
ellos no acepta, no admite su responsabilidad. Intentadlo y acudid, si no
podéis solos, a terapia o a Orientación para que os ayuden a abrir la mente
y a haceros reflejar en vosotros mismos esas ideas, que si las verbalizáis y
con perspectiva suficiente, es posible que alguien se dé cuenta que le
merece la pena conservar la pareja, si nace y se mantiene en el Amor
reflexivo.</p>

Artículo de TERAPIA Y FAMILIA en la página


http://www.terapiayfamilia.blospot.com ASOCIACION CONVIVENCIA
FAMILIAR RINCÓN DE SECA

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