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La guionización de la tortura

Por Sonia Sánchez, 2009

Visibilizar la opresión, el hostigamiento, la exclusión de la que somos víctimas las

mujeres, hoy cuesta cada vez más, en esta sociedad construida desde la mirada

del patriarcado, y guionizada por el deseo del capitalismo; naturalizada por todas

y todos.

Dícese de la profesión mas antigua del mundo.

Dícese de la esclavitud moderna.

Dícese mujeres geisha.

Dícese de trabajo sexual.

Dícese de mujeres en situación de prostitución.

Dícese explotación sexual.

Dícese trata.

Dícese Prostitución: intercambio de dinero por sexo.

No es solo mi sexo lo que explotan como puta.

Deseo poner en crisis el lenguaje con el que hoy nos comunicamos.

Deseo poner en crisis las palabras con las que me denominan.

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Deseo nombrar las cosas por su verdadero nombre.

El que yo elija.

El que yo llegue a parir desde mis alegrías, triunfos, dolores y rebeldías.

Por eso digo y lo sostengo. Todas y todos hemos ayudado consolidar la

guionización de la tortura.

Este lenguaje capitalista que usamos todas y todos, no nos es gratis.

¿Cuántas mujeres niñas/os ayudamos a que sigan siendo violadas/os,

torturadas/os, en ese campo de concentración a cielo abierto que es la

prostitución? En este estado proxeneta todas las mujeres somos objetos sexuales,

nuestros cuerpos no nos pertenecen, tampoco nuestros deseos, y tampoco son

nuestras las palabras que pronunciamos.

Desde 1998, en Argentina comenzó más fuertemente la guionización de la

tortura, en nuestro lenguaje como sociedad, en especial en las personas

prostituidas.

El trabajo sexual. Este lenguaje-guión, vino acompañado por mucho dinero, miles

de dólares, para llegar a todo el país. Así las putas incorporamos la identidad de

trabajadoras sexuales. Con ese dinero se viajó al interior del país llevando un

argumento vacío, una identidad alquilada, monotemática, disfrazada desde

nosotras (las putas) hacia las demás mujeres.

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De esta manera, todo lo ilegal, las propias putas lo convertíamos en legítimo, así:

* Los torturadores en: clientes-, prostituyentes, (legal)-permitido-aceptado-

naturalizado y sostenido

* Violación en: trabajo-, sexual, situación de prostitución, (legal) permitido-

aceptado-naturalizado y sostenido

* Burdeles- calles-rutas-plazas- hambre-pobreza- desocupación-analfabetismo-

en fábricas de putas (legal) permitido-naturalizado y sostenido.

Desde esos años la identidad encorsetada y fálica del trabajo sexual se impuso

como moda, como agenda para ongs, sindicatos. Reforzándola con más dinero,

con más vulnerabilidad hacia las mujeres, precarizando la discusión, encerrándola

en una “zona roja”.

Este nuevo término entra en nuestro lenguaje como sociedad: “zona roja “, lugar

“permitido “, “exclusivo” para el ejercicio de la prostitución. Todas y todos, más los

medios masivos de comunicación, lo incorporamos rapidísimo sólo cuestionándolo

como gueto, pero nunca lo que esas palabras ocultan, maquillan.

Zona roja: lugar permitido y legal para la violación masiva de mujeres.

Pero ¿por qué roja?, ¿por qué una zona?, ¿qué necesitan poner en práctica en

esos espacios? ¿La autoeliminación? ¿el exterminio entre putas? ¿entre putas y

travestis? ¿La fortaleza de cada una? ¿de cada grupo?

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Porque eso es una matanza entre nosotras por sobrevivir, de las más viejas hacia

las jóvenes, de las “caras hacia las baratas”, de las más fuertes hacia las mas

débiles. De las viejas hacia las otras viejas y de las jóvenes hacia las otras

jóvenes. Entre las trabajadoras sexuales y mujeres en situación de prostitución.

¿Poner en práctica la localización de las enfermedades? ¿Tener control sobre los

deseos?

En este guión, el falso orgullo, la falsa toma de decisión, es una pata fundamental.

Pero ¿que efecto logró este guión torturador? En primer lugar esa organización

acéfala, precaria, que teníamos en la puta esquina, que funcionaba frente a un

arresto, a los golpes de la policía, de los prostituyentes – torturadores, de los

vecinos/as, dentro de los calabozos, fue moderada, cooptada por el simbólico

sindicato. Siempre bajándonos el discurso trabajadora y compañera, una hora y un

lugar para marchas, reclamos, y talleres de “concientización” y “empoderamiento”.

Otro efecto fue el de separarnos, enfrentarnos entre nosotras. Hasta ese

momento, 1998, todas éramos prostitutas, putas, nada más. No estaba el miedo al

sida, y a las its, con este guión se nos introyectó el miedo, el control y la

profundización de nuestras diferencias.

Nosotras misma fuimos la herramienta de transmisión de este guión de una a una,

de boca en boca, y con este guión “expropiamos” el saber de esas mujeres: sus

historias, sus enfermedades. Toda información que ese cuerpo atravesado de

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violencia podía darnos sólo a nosotras por ser también putas como ellas. Este

guión no podía tener mejores interlocutoras que las propias putas para lograr su

cometido: fortalecerse, legalizarse, y ser una pandemia.

Mujeres en situación de prostitución. Es otro guión, más tranquilizador, más

“humanista”, pero no menos violento. Frase suavecita como una almohada hecha

de plumas, donde las putas descansamos nuestro cansancio diario, donde la

doble moral de muchas y muchos encuentra espacio propio, donde el feminismo

juega su rol maternal, donde el guión de trabajo sexual debía tener su contracara,

donde la iglesia poner en práctica constante su pleitesía y doble moral.

Así este guión torturador es sostenido desde la lástima, desde una actitud

maternalista, desde el entorno hacia las putas y desde las putas hacia las otras

putas. También este guión como el de trabajo sexual utiliza a la puta como

recolectora, expropiadora de saberes, historias, enfermedades de la otra puta,

para seguir sosteniéndose. Con este guión se le reclama al estado “capacitación

laboral para conseguir un trabajo”. ¿A tu explotador le pedís trabajo? ¿A tu

explotador le pedís capacitación? ¿Al dueño de la fábrica de putas? Por ello la

puta aquí también es utilizada con el discurso seudo progresista del “auto

cuidado”, “reclamar por sus derechos”, sin cuestionar a quien le reclama y pide.

Así siempre la puta es funcional a cualquier guión y sistema.

Las trabajadoras sexuales son las “malas” y las mujeres en situación de

prostitución son las “buenas”. Y las mujeres que están en lugares cerrados son

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“víctimas”. Perfecto plan para dividirnos. Desde esos lugares jamás las mujeres

que somos o fuimos víctimas de esa violencia sistemática podremos decir basta.

La trata: A partir del 2003 comienza hacer parte de nuestro cotidiano el guión

torturador de la trata, este último guión tan perverso como los dos anteriores.

Además de tapar, suavizar, maquillar, tergiversar y separar en prostitución buena

y mala, la impuesta y la elegida, la puta encerrada en burdeles sufre, la puta de

plaza Once es feliz, la joven secuestrada prostituída es víctima de las

aberraciones más atroces de la humanidad, la puta vieja de 82 años del barrio de

Flores es puta y punto, es vieja y punto.

NO SUFRE! Por mes ¿cuántos encuentros, debates, reflexión, se realizan para

“Concientizar”, sobre “trata”?, ¿cuanta plata hoy está entrando con este guión

torturador?

El guión de trabajo sexual y mujeres en situación de prostitución no lograron

incorporarse, introducirse en los lugares cerrados como son los burdeles, casitas,

bares, departamentos, whisquerias, (a no ser para repartir forros). Allí

aprovecharon ese “vacío lingüístico” para introducir a través de la figura de la

mujer buena, secuestrada, buena estudiante, buena hija, el guión de la trata. De

esta manera siempre estamos encerradas en un lenguaje abstracto pero no

inocuo.

Estos lenguajes guionizados sirven para mantenernos idiotizadas/os, están

consiguiendo marcar profundas diferencias entre las víctimas, lo mismo que hacen

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el prostituyente-- torturador, y el fiolo.

Estos guiones son los kiosquitos de muchas y muchos que andan por allí

“evangelizando”, idiotizando.

Estos guiones torturadores son el engranaje, la cadena invisible, la mordaza, que

sostiene la tortura sobre esos cuerpos, sobre esas mujeres. Así como para el

guión de trabajo sexual y mujer en situación de prostitución el fiolo- proxeneta,

chulo, vividor, son sus explotadores, los –las expertas en trata hacen exactamente

el mismo rol, viven de la explotación ajena, sólo han maquillado el lenguaje. Yo los

llamo “expertas y expertos en vivir de la explotación ajena”.

Así somos “prostituta”, somos “trabajadora sexual”, somos mujer “tratada”, somos

todo lo que ellas y ellos quieren que seamos, nos etiquetan, nos imponen y nos

cobran la identidad de turno.

Según el guión de la real lengua de todas y todos somos personas pobres, muy

pobres. Pero cuando pronunciamos la palabra “pobre”, este guión idiotizante, no

nos imaginamos niños/as siendo penetrados por el pene de nuestros maridos,

hermanos, tíos, curas confesores, pastores evangélicos, a cambio de un

sándwich. No nos imaginamos una vieja puta de 60 años con el cuerpo gastado,

cansado e invadido por el VIH/ SIDA siendo prostituído a cambio de 15 pesos.

Putas que aún muertas no tienen nombres, mujeres putas embarazadas siendo

prostituídas por los penes de nuestros maridos por 20 pesos.

Con el guión de trabajo sexual, situación de prostitución, trata, pobreza, que es la

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guionización de la tortura, lo que están haciendo es que a los hombres jóvenes,

adultos, y viejos nunca les falte un cuerpo de mujer para violarlo.

Torturarlo por la vagina, ano y boca. Desde este guión les están enseñando a los

niños que tienen derecho universal sobre el cuerpo de las mujeres.

Con este guión torturador (trabajo sexual, situación de prostitución, trata, pobreza)

se enfoca al “cuidado de las víctimas” pero en realidad el centro de cuidado es el

torturador, por ello el uso del preservativo, los chequeos, y talleres están

enfocados solo hacia las mujeres, haciéndonos creer que somos importantes. Son

tan perversos estos guiones que nos introyectan como progresistas, humanistas,

desde “vos compañera sos importante”

“no estas sola”

“para cuidar tu salud hay lugares exclusivos donde podes decir que sos puta”

“si quieren sacarte tu hijo por ser trabajadora sexual”

“si te hicieron un acta contravencional”

“si alguna persona te quiere cobrar una coima”

“Llama al equipo de abogados del sindicato, asesoramiento gratuito”

Nada es gratuito!!!!!!!!

La puta joven, adulta y vieja, además viviendo con vih/sida sostiene este

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asesoramiento gratuito, con su explotación diaria, con su cuerpo, vida y salud,

proyectados en proyectos dolarizados, ellas jamás verán uno solo.

Me pregunto: ¿qué es salud? para estos guiones alienantes y torturadores salud

es solo vagina, tetas,

Y asesoramiento jurídico.

Salud es conocer tus derechos como putas, es decir entonces: “tenés derecho a

7000 profilácticos por mes para vos y tus “compañeras”.

No hay salud mental. ¿Donde quedó el cuidado sicológico de estas

“compañeras”? ¿Por qué el 90% de las putas usan chaleco químico, terminan

alcohólicas, terminan locas?

Queda claro que para estos guiones torturadores la puta es solo boca,

vagina y ano, más nada.

Para los prostituyentes torturadores y fiolos, esta política que sostienen muchas y

muchos desde el lenguaje y práctica es agüita dulce y fresca. Aquí no hay juego

de palabras que puedan ayudarte a decir basta, a desobedecer, a dejar de ser

sumisa. Estos guiones solo te mantienen como víctima incapaz de rebelarte.

Sobre el cuerpo de la puta hay muchos abusos; por eso invito a la práctica de:

*El abuso de la memoria

* El abuso de la rebeldía

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*El abuso de la desobediencia

*El abuso de decir basta

*El abuso de cuestionar

*El abuso de pensar

*El abuso de preguntar y repreguntar

Y el abuso de un lenguaje contestatario contra cualquier guión idiotizante y

torturador que nos quieran imponer.

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