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Que son los Valores

Como ya lo mencionamos son aquellos valores que perfeccionan al hombre en lo más


íntimamente humano, haciéndolo más humano, con mayor calidad como persona.

Los valores morales surgen primordialmente en el individuo por influjo y en el seno de


la familia, y son valores como el respeto, la tolerancia, la honestidad, la lealtad, el trabajo,
la responsabilidad, etc.

Para que se dé esta transmisión de valores son de vital importancia la calidad de las
relaciones con las personas significativas en su vida, sus padres, hermanos, parientes y
posteriormente amigos y maestros. Es además indispensable el modelo y ejemplo que estas
personas significativas muestren al niño, para que se dé una coherencia entre lo que se dice
y lo que se hace.

Además es de suma importancia la comunicación de la familia. Cuando el niño ha


alcanzado la edad escolar se hará participe de esta comunicación abierta, en la toma de
decisiones y en aportaciones sobre asuntos familiares.

Posteriormente estos valores morales adquiridos en el seno de la familia ayudarán a


insertarnos eficaz y fecundamente en la vida social. De este modo la familia contribuye a
lanzar personas valiosas para el bien de la sociedad.

Recordemos que una persona valiosa, es una persona que posee valores interiores y que
vive de acuerdo a ellos. Un hombre vale entonces, lo que valen sus valores y la manera en
como los vive.

Ya en el ámbito social, la persona valiosa buscará ir más allá de "mi libertad", "mi
comodidad o bienestar" y se traducirán estos valores en solidaridad, honestidad, libertad de
otros, paz, etc.

La libertad: La libertad parece ser el bien más preciado que posee el hombre. Libertad de
conciencia, para alcanzar una vida coherente y equilibrada desde el interior, libertad de
expresión, para poder difundir nuestras ideas y promover el debate y la discusión abierta,
libertad de reunión como garantía para asociarme con aquellos que comparten ideales y
trabajar por los mismos, libertad para elegir responsable y pacíficamente a nuestros
gobernantes.

La solidaridad: Surge cuando mi libertad, mi desarrollo y mi bienestar ya no son


compatibles con las necesidades y desgracias de los demás. Ya no nos limitamos a
compartir en el seno familiar, sino con los demás.
A escala internacional supone que nuestro país debe ser solidario con los países más
necesitados del planeta, compartir no sólo en el ámbito económico, también en el educativo
y cultural.

Compartir el conocimiento para combatir el analfabetismo y la incultura, para reducir


enfermedades y epidemias, por ejemplo.

La paz: Es quizás prioridad esencial de nuestro mundo, un mundo que ha sufrido dos
grandes guerras, con consecuencias devastadoras para los pueblos y las personas, un
mundo que todavía se enfrenta a un sinnúmero de conflictos locales y regionales.

Una persona con altos valores morales promoverá el respeto al hombre, la cooperación y
comprensión, una actitud abierta y de tolerancia, así como de servicio para el bienestar
común

Virtudes teologales
En la teología católica, se llaman virtudes teologales a los hábitos que Dios infunde en la
inteligencia y en la voluntad para ordenar las acciones del hombre a Dios mismo.
Tradicionalmente se cuentan tres: la Fe, la Esperanza y la Caridad. Junto a éstas, suele
citarse como complemento en el ámbito de las llamadas virtudes infusas las virtudes
cardinales.

Virtudes Cardinales
Definición de Virtud: “Cualidad personal que se considera buena y correcta. Actuar con
amabilidad y consideración por los sentimientos y pensamientos de otros. Hacer del mundo
un lugar más agradable en el que estar con la actitud de comenzando por uno. Ayudar sin
entorpecer el trabajo o proyectos de otros”. En definitiva Virtud es una propensión y
facilidad para conocer y obrar el bien, se llaman cardinales las que son el principio y el
fundamento de las demás virtudes. Las Virtudes Cardinales, también llamadas virtudes
morales, reciben ese nombre por que en latín cardinales! cardinalis cardo, gozne, el gozne
de una puerta, en conclusión todas las virtudes giran en torno a ellas. Las Virtudes
cardinales, son hábitos que se adquieren con el ejercicio y la repetición y que la habilitan
para la realización de una vida correcta y buena. Mediante estas virtudes nuestras
facultades apetitivas se inclinan hacia lo conveniente y conforme al juicio de la razón. La
repetición de los actos provoca la aparición de hábitos. Cuando estos hábitos predisponen
al hombre adecuadamente para el cumplimiento del bien reciben el nombre de virtudes y en
caso contrario de vicios. La moral llama a un trabajo ascético (se dice de la persona que se
dedica a la práctica y ejercicio de la perfección espiritual y lleva una vida modesta y
sobria) sobre las pasiones, para dominarlas al juicio de la razón, de modo tal que ellas nos
ayuden para la mejor consecución de nuestros fines. Estas virtudes son cuatro:

Prudencia: Consiste en actuar con reflexión y precaución para evitar posibles daños,
dispone la razón practica para discernir el bien y elegir los medios justos para realizarlos.
Es el valor que nos ayuda con mayor conciencia frente a las situaciones ordinarias de la
vida, nos ayuda a reflexionar y a considerar los efectos que pueden producir nuestras
palabras y acciones, teniendo como resultado un actuar correcto en cualquier
circunstancia. Este valor se forja por la manera en que se conduce el hombre
ordinariamente. Ante una situación problemática se debe antes que nada reflexionar y
conservar la calma, en todo momento, pues si nos damos cuenta y reflexionamos, la
mayoría de los malos aciertos en la vida, ocurren por una mala decisión.

En definitiva la prudencia es un juicio ordenado, la prudencia juzgará si en un


determinado caso, nos podemos comportar de un modo que no sea el adecuado.
Moralmente será siempre mas prudente aquel que sabrá tomar la mejor decisión sin
atropellar la moral y lo ético. Si se actúa con prudencia no existen los riesgos, pues se
actúa razonando y usando la lógica, de esta manera se medita y prevé los actos. Es muy
seguro que si se usa la prudencia el error sobre las decisiones y actos será mínimo, de ésta
forma la prudencia se convierte en la guía segura de los actos, edificará una personalidad
recia, segura, perseverante, capaz de comprometerse en todo y con todos, generando
confianza y estabilidad en quienes le rodean.

Justicia: Consiste en dar a cada uno lo que le corresponde. Para ello precisamente se
necesita la guía de la prudencia. La justicia no existe sin la misericordia, la caridad o el
amor. La justicia es principio fundamental de la existencia y coexistencia de los hombres,
como asimismo de las comunidades humanas, de las sociedades y los pueblos. A lo largo de
los siglos, la justicia ha ido teniendo definición según las distintas relaciones y aspectos.
De aquí el concepto de justicia conmutativa, distributiva, legal y social. Todo ello es
testimonio de cómo la justicia tiene una significación fundamental en el orden moral entre
los hombres, en las relaciones sociales e internacionales. Puede decirse que el sentido mismo
de la existencia del hombre sobre la tierra está vinculado a la justicia, definir
correctamente "cuánto se debe" a cada uno por parte de todos y, al mismo tiempo, a todos
por parte de cada uno, "lo que se debe" (debitum) al hombre de parte del hombre en los
diferentes sistemas y relaciones, definirlo y, sobre todo, llevarlo a cabo.

Para organizar con justicia el conjunto de la vida social en sus aspectos varios, es
necesario que el hombre viva en un contexto de justicia y, más aún, que cada uno sea justo
y actúe con justicia respecto de los cercanos y de los lejanos, de la comunidad, de la
sociedad de que es miembro. La justicia es la base de la posibilidad real de ser bueno; en
esto se apoya la elevada categoría de la prudencia. La justicia protege y garantiza los
derechos y deberes fundamentales, observa y juzga las condiciones que afectan a los
diversos sectores de la sociedad, vigila y guía la disparidad de oportunidades económicas y
orienta las circunstancias sociales de modo que favorezcan la convivencia pacífica de los
pueblos.

Fortaleza: La fortaleza en la filosofía griega se entiende como fuerza de ánimo frente a


las adversidades de la vida, como desprecio del peligro. La virtud de la fortaleza consiste
en tener el valor y la constancia para perseverar en una obra buena hasta el final, no
importando los obstáculos o soportando una mala situación con paciencia e inteligencia
hasta el final sin derrumbarse. También incluye el valor en situaciones de peligro y la
capacidad de tomar riesgos prudentes. Según la doctrina de Santo Tomás, la virtud de la
fortaleza se encuentra en el hombre que está dispuesto a afrontar los peligros y dispuesto a
soportar las adversidades por una causa justa, por la verdad, la justicia, etcétera. La
virtud de la fortaleza requiere siempre una cierta superación de la debilidad humana y,
sobre todo, del miedo. Porque el hombre, por naturaleza, teme espontáneamente el peligro,
los disgustos y sufrimientos. Tenemos necesidad de fortaleza para ser hombres. En efecto,
hombre verdaderamente prudente es sólo el que posee la virtud de la fortaleza; del mismo
modo que hombre verdaderamente justo es sólo el que tiene la virtud de la fortaleza.
Asegura, en las dificultades, la firmeza y la constancia en la práctica del bien.

Templanza: La virtud de la templanza es la virtud que nos capacita para controlar y


canalizar correctamente nuestras tendencias. A esta virtud se la llama también sobriedad.
La virtud de la templanza representa el término medio entre el desenfreno y la
insensibilidad. Templanza se refiere más a la ética personal. Para unos, un
comportamiento es conformarse a unas reglas, pero no sólo es esto. La ética es un
dinamismo interno del sujeto. Es adecuarse a la recta ratio, no a las reglas externas. La
templanza no es meramente dominarse y moderarse, sino que es una discreción ordenadora
en orden a la armonía y perfección del interior del hombre. Ordenar por la templanza no
sólo significa suprimir, sino armonizar. Cabe distinguir dos tipos de "templanza": la
natural y la que se califica como virtud cardinal. La primera se refiere al dominio,
principalmente, del gusto y del tacto (son los dos sentidos más afines con esta virtud) que
impone la razón, de forma que el hombre y la mujer se guíen por la moderación y no sean
esclavos de los placeres sensibles. Cabría denominarla "templanza natural", la cual debe
estar presente en la vida de todas las personas, pues, de lo contrario, su conducta sería
dirigida por el instinto, lo que les acercaría más o menos a la existencia de los animales. El
filósofo latino Cicerón definía esta templanza natural como "dominio firme y moderado,
impuesto por la razón sobre la concupiscencia y demás ímpetus desordenados" Esta
"templanza natural" se puede invocar y practicar por motivos bien diversos y algunos son
bastantes fútiles. Es el caso, por ejemplo, de cuantos se privan del placer de comer y de
beber para mantener un canon discutible de belleza, o la de quienes rehúsan ciertos
placeres sensibles para mantenerse "puros" en una sociedad que califican de desordenada.
Otras veces se vive la templanza a causa de algún criterio médico válido: es preciso
abstenerse de ciertos placeres por motivos de salud, etc. Por el contrario, la templanza
cristiana es la virtud cardinal que orienta y modera la tendencia a los placeres sensibles
para que la persona se mantenga dentro de los límites que le señala la fe.

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