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La Biblia y la Ciencia
Biologia
La vida animal
4 En la Ley de Israel se decía: “... el conejo, que rumia pero no tiene la pezuña
abierta, será para vosotros impuro; y la liebre, que rumia, pero no tiene la
pezuña dividida, será para vosotros impura”. (Levítico 11:5..6) Antes de que
fuese observado y establecido que el conejo y la liebre constituyen una clase
especial de rumiantes, y de que este hecho fuese publicado por François
Bourlière en su libro ‘La Historia Natural de los Mamíferos’, editado en 1964,
esta era una de las declaraciones que se empleaba para desacreditar en bloque,
todas las otras que se hacen en la Biblia.
Sin embargo, el autor escribe en la página 41 de su libro: “El hábito de pasar el
alimento dos veces por el intestino en lugar de solo una, parece ser un
fenómeno común entre los conejos y las liebres.” Y con respecto a este
descubrimiento, Waldo L. Schmitt, jefe del Departamento de Zoología del
Instituto Smithsoniano de Washington D.C., comentó lo siguiente: “No parece
haber razón para cuestionar la exactitud de los informes de los diversos
investigadores que han llegado a la conclusión de que los conejos almacenan
alimento semi-digerido en el intestino ciego, para más tarde volver a engullirlo y
pasarlo por segunda vez a través del aparato digestivo”. Los conejos y las
liebres son pues rumiantes, y a pesar de que este descubrimiento de zoología es
relativamente reciente, en la Ley de Moisés estaba escrito desde hace unos
3.500 años.
Arqueología
6 En su libro The Bible Comes Alive (La Biblia cobra vida), sir Charles Marston
dijo: “Los que han debilitado la fe popular en la Biblia y han socavado su
autoridad, son a su vez socavados por la evidencia puesta de manifiesto, que ha
derrocado su autoridad”. Porque son muchos los hallazgos que han confirmado
la autenticidad de los lugares y de los nombres que se mencionan en el capítulo
10º de Génesis, cómo el descubrimiento de la ciudad caldea de Ur, el centro
comercial y religioso nativo de Abrahán, (Génesis 11:27..31) o la ciudad
jebusea conquistada por el rey David, hallada en la zona sudeste de Jerusalén.
(2 Samuel 5:4..10)
En el año 1880 fue descubierta la inscripción de Siloam, grabada en un extremo
del canal o acueducto, del rey Ezequías. (2 Reyes 20:20)
La Crónica de Nabónido, que fue desenterrada en el siglo XIX, relata la caída de
Babilonia ante Ciro el Grande en el año 539 a.C. Y también muchos de los
detalles que se hallan en el libro de Ester, han sido confirmados por las
inscripciones encontradas en la ciudad de Persépolis y por el descubrimiento y
los hallazgos, entre los años 1880 y 1890, del palacio del rey Jerjes (Asuero) en
la ciudad de Susa.
Por otro lado, muchos historiadores argüían la falta o la escasez de pruebas en
cuanto al cargo de Poncio Pilato en la Judea, hasta que una inscripción hallada
en 1961, en las ruinas de un teatro romano de Cesarea, dio pruebas de la
existencia y del encargo de este gobernador romano. (Mateo 27:11..26.)
Cosmografía
7 Hace unos 2.700 años, mucho antes de que se descubriese que la tierra fuese
esférica, el profeta Isaías hablaba de Dios diciendo que es “… el que reside
sobre el globo de la tierra cuyos moradores son cómo saltamontes”. (Isaías
40:22) Y mucho antes de esto, Moisés había escrito en el libro de Job que Dios,
“… inclinó el Norte sobre el vacío, suspendió la tierra sobre la nada”. (Job
26:7) Unas sencillas descripciones que están en armonía con la ciencia actual.
Geología
12 A partir del año 1947, a orillas del Mar Muerto, en muchas de las grutas que
hay en la región del Qumran, se hallaron numerosos manuscritos bíblicos. Este
hecho provocó un gran revuelo entre estudiosos y arqueólogos, ya que los rollos
encontrados abarcan todos los libros del Antiguo Testamento, excepto el llamado
libro de Ester, y se remontan a tiempos anteriores a nuestra era cristiana. El libro
del profeta Isaías registra muchas profecías mesiánicas y por este motivo,
resulta de la mayor importancia el hallazgo de un rollo entero de este profeta,
datado por los expertos en el año doscientos antes de nuestra era, y que
actualmente se halla en posesión del estado de Israel, donde ha sido
fotografiado en su tamaño natural y publicado por entero. Este manuscrito es
accesible a cualquiera que esté interesado, a través del libro ‘Scrolls from
Qumran Cave’.
13 Frank Moore Cross afirma en su libro ‘La Antigua Biblioteca del Qumran y
la ciencia Bíblica’, que el hallazgo de estos manuscritos hace imposible poner
en duda la autenticidad de cualquiera de los libros de los profetas más antiguos,
cómo los cinco primeros libros de Moisés, el de Josué, el de Jueces, los de
1º y 2º de Samuel y los de 1º y 2º de los Reyes, y también los de los profetas
posteriores, cómo Isaías, Jeremías, Ezequiel, Oseas, Daniel, Joel, Amós,
Jonás, Miqueas, Nahum, Habakuk, Ageo, Zacarías y Malaquías.
Del libro del profeta Daniel se han encontrado numerosos fragmentos, y uno de
ellos que fue hallado en la gruta IV, ha sido datado por los paleógrafos, hacia
finales del siglo segundo antes de Cristo.
14 Por otro lado, aparte de estos manuscritos que certifican la fidelidad de las
versiones hebreas que han llegado hasta nosotros, la traducción alejandrina del
Antiguo Testamento ofrece otra prueba de la autenticidad de las profecías
mesiánicas de las Escrituras. Esta versión consiste en la trascripción griega del
entero Antiguo Testamento, realizada hacia el año 285 antes de Cristo, por
encargo del rey egipcio Ptolomeo Filadelfo. Según se afirma, colaboraron en la
traducción 72 expertos hebreos y por este motivo se la conoce con el nombre de
‘Septuaginta (LXX)’ o ‘Versión de los Setenta’.
El hebreo Aristóbulo escribe a principios del segundo siglo antes de nuestra era,
que la trascripción de ‘La Ley’ al griego llegó a completarse durante el reinado
de Ptolomeo Filadelfo, y si bien esta expresión normalmente se refiere a los
cinco primeros libros de las Escrituras, puede de hecho ser aplicada a todo el
Antiguo Testamento, de modo que las palabras de Aristóbulo nos descubren la
posibilidad de que la trascripción griega estuviese ya disponible a finales del
siglo tercero antes de Cristo.
17 Pablo y Apolo empleaban frente a los judíos, las Escrituras del pacto
antiguo cómo demostración de la fe cristiana. En el original del texto de
Hechos 9:22, la palabra ‘demostrándoles’, traduce el término griego
‘symbibazo’, que indica una demostración a través de conclusiones lógicas,
alcanzadas mediante el material aportado cómo prueba; y en Hechos 18:28,
traduce el término ‘epideiknù’, que indica una exposición evidente y clara,
probatoria de los motivos de la demostración.
Nunca se enfatizará suficientemente el hecho de que ninguna creencia religiosa,
fuera del cristianismo que ellos practicaban, conoce o puede ofrecer esta clase
de demostración probatoria.
La mayor prueba
18 El espíritu de Dios habla de la profecía por medio del profeta Isaías, y dice:
“Las cosas anteriores, he aquí que ya han ocurrido, pero yo anuncio cosas
nuevas; antes de que surjan, yo os las hago saber”. (Isaías 42:9) Y realmente, el
Dios de la Biblia es un Dios de profecías, un Dios que da a conocer cosas que
verdaderamente alcanzan su cumplimiento y por este motivo, el apóstol Pablo
escribe que “… toda la Escritura está inspirada por Dios”. (2 Timoteo 3:16) Y
también el apóstol Pedro escribe: “… primero, debéis saber que ninguna
profecía de la Escritura proviene de una interpretación personal, porque
ninguna de las profecías vino nunca por la voluntad del hombre, si no que
los hombres hablaron de parte de Dios impulsados por el espíritu santo”. (2
Pedro 1:20..21)
19 Entre los centenares de profecías que hay en la Biblia, están las que tienen
que ver con acontecimientos que afectarían a Media, Persia y Grecia. A través
de una visión, Daniel contempló una alegoría donde se le mostraba un carnero
con dos cuernos y un macho cabrío con un gran cuerno entre los ojos, y vio
cómo el macho cabrío derribaba al carnero y quebrándole ambos cuernos, y que
también el gran cuerno del macho cabrío le era quebrado y en su lugar surgían
otros cuatro cuernos. (Daniel 8:1..8) Después de estas cosas, se le dio una
explicación de lo que todo esto significaba y se le dijo: “El carnero que viste, el
señor de los dos cuernos, representa los reyes de Media y de Persia; el
macho cabrío es el rey de Grecia y el gran cuerno entre sus ojos, es su primer
rey, que al quebrarse, da lugar a cuatro, puesto que de la nación surgirán cuatro
reinos, pero no con su poderío”. (Daniel 8:20..22)
Pues bien, la historia ha probado que el “rey de Grecia” derrocó al ‘carnero de
dos cuernos’, el Imperio Medo-Persa. Aquel macho cabrío alegórico, tenía un
‘gran cuerno’ en la persona de Alejandro Magno, pero después de su muerte,
sus cuatro generales le reemplazaron tomando el poder y fundando “cuatro
reinos”, que nunca alcanzaron el poder del reino de Alejandro.