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Lógica taurina. Jesús Frare.

Algunas personas defienden la tauromaquia con lo que llaman “una argumentación sólida y
racional”, aprovechando para calificar los argumentos a favor del toro (contra su tortura y
muerte) como manipulaciones y mentiras sin base. El análisis de esta “lógica taurina” muestra
todo lo contrario: ni racionalidad ni solidez, sólo tergiversaciones y trampas argumentales contra
la solidez de los que defendemos que la tauromaquia es infame.
La columna vertebral de esta “lógica” es el ESPECISMO, que es la injusticia, la discriminación
y la falta de respeto a los derechos de los individuos que padecen en función de su especie, como
el machismo lo es en función del género y el racismo en función de la raza. El arte del toreoestá
por encima del individuo, de sus derechos y de su sufrimiento. El toro sufre, pero el taurino no
disfruta de eso: el individuo sólo es un accesorio, una herramienta, un instrumento. Los
argumentos siempre son los mismos:
Argumento 1: “LA VERDAD”. El espectáculo es una Fiesta de Sangre y Arena, donde el
torerose juega la vida y muere en muchas ocasiones. Por eso, en la plaza hay un ingrediente
único: LA VERDAD. El torero tienta la muerte a cada pase.
El toro no ha decidido verter su sangre en la plaza. No ha aceptado participar en esta “Fiesta de
Sangre y Arena”. Él, los otros toros, los caballos y las mulas que arrastrarán su cuerpo, a
menudo cuando todavía no ha muerto, son los únicos que no están en la plaza
VOLUNTARIAMENTE, a diferencia de todos los humanos que disfrutan de “La Fiesta”.
Por lo que respecta a la capacidad del toro para matar al torero, existe. Pero las estadísticas son
innegables: mueren miles y miles de toros por cada toreroque muere en la plaza. El debate sobre
los motivos no es relevante en comparación con el resultado, que es la demostración clara de que
el toro está en inferioridad de condiciones y que, por tanto, las cartas están marcadas. La lucha
no es justa cuando alguien, prácticamente siempre, tiene las de perder.
Es necesario remarcar que el toro no participa en esta lucha voluntariamente. No ha ido a la
plaza por sus propios medios a medirse contra el torero. Le han metido en un camión; después
de un largo viaje, se ha encontrado en los corrales de la plaza, tan extrañamente distintosde las
dehesas (esos lugares idílicos que describen los taurinos). Después, la puerta de toriles se ha
abierto, y se le ha obligado a salir a la plaza. Tiene que enfrentarse a las citas amenazadoras, a
las banderillas, a la puya y, finalmente, al estoque, la puntilla y el descabello. Todo eso entre los
gritos de la gente. Todo eso sin haber firmado ningún contrato previo, como el del torero y la
cuadrilla, el apoderado, el promotor, el público con su entrada …
Argumento 2: “EL MÉRITO”. El ser humano es más inteligente que un toro, pero eso no
quita mérito a ponerse frente a un toro de lidia. Un individuo de 70kg frente a otro de 500, un
cerebro frente a la fuerza.
De nuevo, se obvia que no se puede comparar la realidad del toro con la del torero. Éste es libre
para irse, el toro está OBLIGADO a enfrentarse aél. El toro no tiene burladerosen los que
esconderse. No puede saltar la barreracuando se ve en peligro. No puede negarse a continuar
con la faena, escondiéndose tras de cualquier pretexto. Recordad las tardes memorables de
Curro Romero en La Maestranza.
El toro es un “objeto del juego”. El toro SIEMPRE sufrirá. Es CASI SEGURO que morirá. El
toro indultado, uno entre miles y miles, volverá a torilespicado y con banderillas clavadas.
Habrá perdido mucha sangre y, probablemente, morirá a causa de las heridas. El torero, por su
parte, CASI SIEMPRE sale de la plaza y vuelve a casa sin heridas graves. En muy pocas
ocasiones (hecho que lamento profundamente) es llevado al hospital, para ser tratado o para que
se le practique una autopsia.
Siguiendo con esta “lógica”, debemos recordar que el toro no conoce las reglas de eses juego,
siempre a la medida de los verdugos. No sabe de suertes o tercios, ni de picas, ni de banderillas,
ni de su cercana muerte. El torero y la cuadrilla conocen esas reglas: saben que lo tienen que
recibir para cansarlo; saben que lo tienen que picarpara debilitarlo. Le miran y, si no lo ven
suficientemente débil, saben que pueden pedir que le vuelvan a picar. Saben que las
banderillasquedarán clavadas, haciendo daño hasta el final. Y saben que pueden alargar la
última suerte casi hasta la extenuación del toro (es muy difícil que reciban los temidos avisos).
Aprenden a hacer lo que hacen desde pequeños, con maestros o en las escuelas taurinas. Tienen
experiencia previa y practican a menudo. El toro se enfrenta a todo de repente.
El toro es, por tanto, un objeto para el espectáculo. Es como el aparato del acróbata aéreo, como
las antorchas del malabarista. En la plaza de toros, el ESPECISMO está desnudo, y se muestra
de una forma especialmente dura. La realidad de un animal que sufre, que sangra, que brama, es
secundaria. Si te hundes al verle los ojos, si lloras de rabia porque no puedes hacer nada, resulta
que no eres sensible. Como explica Joan Manuel Serrat, no tienes la sensibilidad suficiente para
olvidarte del individuo que sufre y sumergirte en las fases del baile, en la coreografía mística que
baila el torero, con el toro como un elemento más de su atrezzo.
Argumento 3: ”EL TORO ENTERO”. Es mentira que el toro salga a la plaza castigado. No
se le dan palizas en los corrales; No se le lanzan encima sacos de arena mojada (para que no
se note el golpe); no se le aplican productos químicos abrasivos en las patas; no se le cortan las
pezuñas para que le duela incluso pisar la arena; no le clavan alfileres en los testículos; no le
ponen vaselina en los ojos para que no vea. Tampoco le rebajan los cuernos hasta el nervio,
hasta que el aire le duela. Los arpones de las banderillas no tienen picante para causar más
dolor, y la espada no está preparada para inocular veneno. Todas estas mentiras de los
antitaurinos dan risa.
Cada vez son más las pruebas, testimonios y estudios que demuestran las torturas que sufre el
toro antes de salir a la plaza, para reducir sus capacidades naturales. No se deben rechazar los
testimonios de antiguos maltratadores, ya que es, a menudo, la única forma de obtener pruebas
demostrativas. Pero, en cualquier caso, si no se quieren aceptar estos argumentos antitaurinos
por no estar suficientemente demostrados, la argumentación antitaurina se sostiene en muchos
otros absolutamente irrefutables.
Argumento 4: ”LA BRAVURA”. El toro bravo no “se hace bravo” a fuerza de artificios.
Nace con bravura. No es un producto artificial de un laboratorio: es bravo por naturaleza y
enfrentarse a él es un acto de valor. El toro de lidia es de una raza distinta a la Holstein. Tiene
genio, casta y bravura. Es verdad que se le pica, y se espera que esa vara le haga luchar,
enfurecido por el castigo y, por tanto, con más peligro para los toreros.
Una argumentación extraña, para quien habla de lógica y racionalidad. Siempre que la he oído,
nunca la he entendido. Tenemos a un animal que nace con “genio, casta y bravura”. Pero resulta
que necesitamos provocar que esas cualidades se manifiesten plenamente. Por tanto, el toro
bravo no quiere manifestarlas o, al menos, no quiere dar todo lo que guarda. Por tanto, el toro
bravo no tiene bravura, como los taurinos la entienden.
Tenemos que provocar la bravuradel toro, y lo torturamos para conseguirlo. Es como si
descubriéramos que hay un humano que tiene las cualidades (supuestamente genéticas) para
pulverizar el récord de los 100 metros lisos, pero no quiere practicar ese deporte. Pero como
nosotros queremos “disfrutar del espectáculo”, lo secuestramos y lo llevamos al estadio.
Después, como se niega a correr, le aplicamos un castigo: lo fusteamos, le aplicamos descargas
eléctricas, le drogamos… Con esto, reducimos sensiblemente sus capacidades de esfuerzo, pero
conseguimos que corra. Seguramente, no superará el récord vigente, pero habremos conseguido
generar expectativas y, por tanto, “espectáculo”. Si, además, se trata de un individuo con
cualidades especiales, incluso superará el récord, y puede ser que sus secuestradores le indulten y
no le obliguen a volverlo a intentar. Pero, esosi, tendrá que vivir prisionero el resto de su vida,
como semental o reproductora, dando a sus amos nuevos individuos que, tal vez, heredaran sus
capacidades genéticas.
Esto, multiplicado y culminado con el asesinato, es lo que le hacen a un toro en la plaza. A quien
no le parece lo mismo es porque considera que no se puede comparar un animal toro con un
animal humano. Eso es ESPECISMO y, a menudo, no somos conscientes de sus trampas. The
Witness, una película documental del 2006, explica la historia de un hombre que de tener rechazo
a la proximidad de animales pasó a ser un defensor de sus derechos, gracias a la relación que
estableció con un gato. Gracias a ese individuo tuvo lo que llama un “cambio de perspectiva”.
Hizo visible lo que antes no veía. Un cambio de perspectiva de la Humanidad dejará el
especismo al descubierto para siempre.
Reduciendo la capacidad del toro mediante terribles torturas, aumentamos el riesgo del torero,
porque el toro responde luchando. Es decir, que LA DESESPERACIÓN DEL TORO es un
instrumento del espectáculo. Entiendo que es algo parecido a lo que pasa cuando un cazador
dispara a un jabalí y no lo mata: desesperado, el individuo atacado y herido puede intentar
plantar cara, atacando al individuo agresor. Eso se provoca en la plaza, como parte de un
ceremonial. Viva la racionalidad.
Argumento 5: ”LA FUERZA DEL TORO”. Es falso que se deje al toro sin fuerzas para
defenderse. Las heridas que sufre no le impiden atacar y, incluso, herir y matar al torero.
Muchas heridas -tal vez las más frecuentes- pasan en el tercer tercio, cuando los toros ya han
recibido esas heridas. Eso demuestra que no están incapacitados, y quien utiliza la tesis del
toro inválido no sabe de lo que habla.
La lógica taurina es un espejismo, ya que siempre se mueve alrededor de las mismas cuestiones.
Que se le quite la fuerza al toro es falso, porque el toro responde hasta el final. No entiendo
como alguien que lanza este argumento pretende ser el estandarte de la racionalidad. Cualquier
animal (también el humano) pierde capacidad si es herido. Es normal que los animales, incluso
heridos, luchen por su vida (huyendo cuando pueden, atacando cuando no tienen otro remedio)
Algunos, débiles o temerosos, se rinden sin luchar o se defienden poco. Se trata de hechos
incuestionables.
Parece que los taurinos se esfuerzan por presentar al toro como una máquina, que responde de
forma mecánica e invariable a los estímulos externos. Pero esta estrategia tan cartesiana no tiene
base lógica ni científica: todos los animales con sistema nervioso son seres con capacidad de
sentir y, por tanto, de sufrir. Y las heridas, además de debilitarlos y hacerlos más vulnerables, les
hacen sufrir.
De nuevo, se quiere justificar la tauromaquia con el hecho de que los toreros corren un riesgo.
Si, lamentablemente, el toro puede herir o matar el torero mientras se defiende
desesperadamente. Volvamos a las estadísticas: no lo consigue prácticamente nunca. Incluso es
poco probable que lo hiera. No es relevante que, las veces que ha pasado, haya sido
mayoritariamente en el tercer tercio.
Imaginemos que pasaría si la estadística dijera, por ejemplo, que el toro mata al torero en el 2% i
le hiere en el 8% de los enfrentamientos (90% el toreromata al toro sin sufrir heridas, 8% el toro
lo hiere y 2% lo mata). Dado el número de corridasal año, se acumularían unos cuantos
centenares de humanos heridos y un par de decenas de muertes al año. Sabemos que, en ese
caso, se acabarían prohibiendo las corridas. Es obvio que está casi garantizado, con un margen
muy limitado de accidentes (próximo a 0) que el torero matará al toro, y por eso la fiesta sigue
siendo legal.
Argumento 6: ”MOTIVOS PARA TORTURAR Y MATAR”. La Fiestano tiene sentido sin la
muerte del toro. No se puede hacer como en Portugal.
– Primero, por tradición. La Fiesta nace de las muestras de valor de caballeros gallardos
“lanceando” toros a caballo.
– Segundo, la humanidad “beneficia” al ganado, es decir, lo mata para comer su carne. Pero
los toro mueren en el matadero como prisioneros en un campo de concentración. El toro de
lidia muere en la plaza dignamente, luchando por su vida en lugar de esperar su turno con el
matarife.
– Tercero, matar con la espada a un toro es el momento de mayor riesgo de la corrida. El
torero “pierde la cara” al toro y fija su mirada en el hoyo de las agujas [el lugar exacto por
donde tendría que entrar la espada para garantizar la muerte del toro]. Muchos toreros han
muerto durante la suerte suprema, dejando una muestra del riesgo que representa matar a un
toro, de frente y dando el pecho.
Se mata por tradición. Llegamos al argumento “porque sí”, presentado como si fuera lógico y
racional. Podemos torturar y matar toros porque es “tradición”, porque comenzaron a hacerlo,
hace siglos, caballeros gallardoscon lanzas a caballo. Si se demuestra que es injusto, que el toro
sufre, y que tenemos muchas otras alternativas para disfrutar del tiempo libre, no importa, porque
es tradición. La tradición no siempre es mala, pero siempre acaba en manos de los que no
quieren que se ponga fin a la injusticia, por la sencilla razón de que, además de no padecerla, se
benefician de ella (de una forma u otra).
Matamos al toro para hacerle un favor (tanta racionalidad me supera). Aquí llegamos a uno de
los argumentos más manipuladores de los taurinos, que últimamente se ha puesto de moda.
Quieren explotar, vamos a llamarlo así, el sentimiento de culpabilidad de los que todavía no han
tomado postura firme contra la tortura taurina.
La estrategia argumental es ésta. Los animales explotados como comida sufren mucho. Viven
una vida miserable en las granjas intensivas, amontonados unos sobre los otros, sin poder
moverse y continuamente maltratados. El transporte es un suplicio, sin agua ni comida, y
muchos no llegan a su destino. Después, en el matadero, reciben una muerte lenta y dolorosa
(aunque se apliquen sistemas como la electrocución o la pistola para aturdir, a menudo no evitan
que el animal esté consciente cuando empiezan a descuartizarlo). Además, es una muerte
indigna, porque no demuestran su bravura.
El toro de lidia vive en la dehesa, no en la granja. El sistema de transporte no es como el de los
animales de granja, está ligeramente mejorado. En la plaza muere luchando, dignamente(pese a
la tortura innecesaria y el dolor intenso). Puede defenderse y tienen pequeñas opciones para
vender cara su vida (matar al torero también le condena a muerte) e, incluso, puede ser indultado.
Como la mayoría de la gente come carne, participa de la indignidad del animal de granja. Por
tanto, no es lógico que esté en contra de las corridas. No se dice que la gente no tiene que comer
carne: los propios taurinos son los primeros que disfrutan de un bistec de ternera. El argumento,
por tanto, es tan irracional como se muestra:
a) Comer carne es bueno y normal, pero es indigno para el animal, ya que sus condiciones son
horribles.
b) La corrida dignifica al animal.
c) Por tanto, si se está en contra de la corrida, se tiene que estar en contra de comer carne, lo
que sería estúpido porque comer carne es bueno y normal. Además, si comes carne y estás en
contra de la corrida, no juegas limpio y no eres racional.
d) Conclusión: no se puede estar en contra de la corrida.
Es una manipulación que insulta a la inteligencia. Las personas toman conciencia cuando
reciben información, la analizan y llegan a conclusiones. La información disponible sobre la
tauromaquia hace que mucha gente haya tomado conciencia y se haya posicionado en contra. El
día en que la divulgación de la información sobre los animales explotados como comida consiga
lo mismo, las personas veganas como yo lo celebraremos. Mientras, la gente posicionada contra
la tauromaquia tiene una postura justa. Puede que coman carne, lo que considero injusto. Pero
eso no anula su posicionamiento antitaurino. Cualquier persona, incluso las veganas más
concienciadas, pueden mantener posturas injustas, a menudo por falta de información, sin que
eso invalide sus posturas justas.
Argumento 7: ”EL TORO INDULTADO”. Es falso que la mayoría de toros indultados mueren
a causa de las heridas de la plaza. Aunque parezca mentira, el toro de lídia puede resistir la
sangre perdida y las heridas sufridas. Yo mismo he visto indultar un toro, que vive en su
ganadería y está más fuerte que antes de que lo lidiaran [siempre hay un toro indultado, todos
los taurinos han visto como indultaban uno y todos viven en las dehesas como reyes].
Este debate se tiene que valorar en relación con el porcentaje de toros indultados respecto al de
asesinados, próximo a 0. Pero, por amor a la discusión:
– La pica y las banderillas afecta funciones vitales del toro. El toro indultado muere en LA
MAYORÍA de ocasiones. Algunos, se salvan.
– Los defensores de la racionalidad no pueden esconderse tras la experiencia puntual, que
no demuestra nada. No conozco a ninguno de los toros indultados del ejército de toros
indultados al que se refieren los taurinos y que, en cualquier caso, representan la excepción, no la
regla.
– Todo ese ejército de toros habrá necesitado una experta atención veterinaria. Después de
sufrir las perforaciones pulmonares y las roturas musculares de la pica, las destrozas hechas por
las banderillas en la piel y la carne y las posteriores infecciones, tuvieron la suerte de sobrevivir.
Tal vez, esos toros tuvieron la “suerte” de que el picador y los banderilleros no consiguieron
hacer lo que se supone que tienen que hacer.
– Todos están condenados a volver a la ganadería que los condujo hacia la muerte, a vivir
(supuestamente) su vida de semental. Supongo que los taurinos consideren magnífica una vida
como la de un toro semental.
Argumento 8: ”EL ARTE HIPNÓTICO”. Dicen que el espectáculo taurino no tiene nada de
artístico, y que sólo gusta a seres insensibles. Pero una cosa es que los antitaurinos no vean el
arte de la Tauromaquia y otra muy distinta que no exista. Este maravilloso espectáculo
congrega artistas, escritores, filósofos, pensadores, políticos, empresarios y gente de todos los
estratos sociales y culturales. Incluso las personas sin recursos hacen todo lo posible por asistir
a su espectáculo favorito. Nunca perderé mi afición a los toros, pero muchos antitaurinos
cambiarán cuando vivan la corridaen vivo y en directo, rendidos por este arte. Al resto sólo
puede decirle: "Que lastima. No sabéis lo que os perdéis".
El arte de la tauromaquia, como se ha dicho antes, se sustenta en el sufrimiento del toro. Lo que
padecen los antitaurinos es un “problema de bloqueo”: ven ese sufrimiento y concluyen que
ningún argumento lo puede justificar. Los taurinos si que padecen un problema de invisibilidad,
ven el arte de la tauromaquia y no ven al toro.
También hemos explicado que no lo ven porque lo oculta un muro de especismo. Y eso es lo que
les pasa a todos esos artistas, escritores, filósofos, pensadores, políticos, empresarios y gente de
todos los extractos sociales y culturales. Por suerte, cada vez son más los que derriban ese
muro, y ya somos la mayoría. Tal vez es por eso que el mundo taurino tiene que gastar hasta la
saciedad a sus bufones habituales, como Sabina y Serrat, los inefables Boadella y Sánchez Dragó
y unos pocos más. Se tiene que valer de ellos constantemente, porque son muy pocos.
Decir que “nunca se perderá la afición”, sentencia típica de los taurinos, no es racional. Lo que
se está diciendo es que, ni en el caso de que se disponga de argumentos incuestionables contra la
postura defendida, se cambiará de postura. Así, los taurinos quieren mostrar como racional lo
que es irracional.
Una corrida, pese a su ceremonial, no es brujería. Si vemos una corridasin dejarnos manipular
por justificaciones sin base, veremos exactamente lo que esta pasando: en la arena, un grupo de
gente tortura y mata a un individuo indefenso, con una determinada indumentaria y siguiendo un
ritual preestablecido. No se puede ver otra cosa que el gesto aterrorizado de alguien que está
sufriendo.
Argumento 9: ”EL NEGOCIO”. El espectáculo taurino no está en decadencia. La
globalización le ha favorecido, y el negocio de los toros se desarrolla con capitales
internacionales. Se constituyen empresas para llevar corridascada vez a más lugares y con más
público. La televisión le da cada vez más cobertura e ingresos, mostrando que el deseo de ver
toros es creciente. Lugares como Japón, China, Australia o los Estados Unidos son ahora
escenario de algunas corridas.
Que la tauromaquia es un negocio para muchos es una afirmación con la que estoy de acuerdo.
Negocio sí, pero que recoge sus beneficios de las subvenciones, en su mayoría públicas (Stop
Our Shameestá contabilizando lo que las diferentes instituciones públicas del estado español
destinan a subvencionar la tortura taurina, en sus diferentes formas, y las cifras ya se sitúan por
encima de los 500 millones de euros anuales).
También se reciben subvenciones de empresas privadas, como la generosa partida con la que
MAPFRE ha apoyado a la ofensiva taurina en Bruselas. Espero que, pronto, el desarrollo del
concepto de consumo responsable llega a las cuentas de resultados de estas empresas. Yo, por
ejemplo, después de 16 años como cliente de MAPFRE, he cambiado de compañía aseguradora.
En resumen, el “negocio” de la tauromaquia sobrevive a base de subvenciones, ingresos
extraordinarios y, por tanto, no generados por la actividad económica del sector. Por lo que
respecta a estos ingresos:
– Asistencia. En el estado español, ninguna plaza de toros (incluidas Las Ventas y La
Maestranza) se sostendría con las entradas. La televisión muestra, a menudo, las gradas vacías
de las plazas.
– Televisión. Los ingresos generados por televisiones públicas, como Tele Madrid o Canal
9, se tienen que restar de esta partida e incluir en el capítulo de subvenciones públicas. Por lo
que respecta a las privadas, sus índices de audiencia indican, también, el interés que genera la
tauromaquia: cuando una cadena emite una corrida, sólo tenemos que sumar el sharede todos los
canales que están ofreciendo una alternativa y, después, sumar el resultado al porcentaje de gente
que no está viendo la TV. Este dato, sumado a la de los resultados de las encuestas sobre el
interés por las corridas, demuestra que sólo interesan a una muy escasa minoría, y que la
relación de este porcentaje de gente con el de las subvenciones públicas es inmensamente
desproporcionado.
– Publicidad. Si no fuera porque los toreros tienen una doble actividad, no atraerían la
atención mediática. Tenemos al bufón, analfabeto y/o alcoholizado que sale en la tele para se
burlen de él, al macarra que maltrata a su mujer y vive de las exclusivas, al niño de mamá metido
a gigoló para mujeres de casa buena, etc. También tenemos a todas sus exparejas, exmujeres,
expadres…
– Promoción. Los taurinos hacen “promoción” de la tortura en lugares como Japón,
Estados Unidos o Australia (generalmente, con financiación pública) pero eso no amplía las
fronteras de la tortura taurina. Tener la convicción de que conseguirán la aceptación de la
barbarie en estos países es absurdo. Recuerdo la corrida promocional en Beijin, con mucho
dinero público dedicado a llevar desde el estado español una plaza portátil hacia la China.
También recuerdo las imágenes de las gradas y el público con cara de asco (algunos de ellos,
vomitaron al ver brotar la sangre del toro).
Argumento 10: ”ECOLOGÍA TAURINA”. Dicen que el espectáculo taurino es antiecológico
y que atenta contra la naturaleza. Falso. La raza brava no se extinguirá mientras existan
corridasde toros. Los ganaderos invierten mucho dinero en la cría del ganado de lidia: cuidados
diarios a cargo de los mayorales, alimentación equilibrada, nómina de veterinarios expertos,
técnicas biogenéticas, implante de fetos, cultivos de semen, etc. Si esta maravillosa especie
fuera salvaje como el tigre de Bengala, ya habría sidoexterminada por los humanos. Qué decir,
además, de las dehesas, un espacio natural que se habría perdido si no fuera porque es el lugar
donde se crían los toros.
Impresionante mezcla la que nos hemos acostumbrado a oír. Resulta que la explotación animal
convertida en industria es ecología.
La “raza brava” no es una especie sino, como dice su clasificación, una raza. Y no es natural. El
hombre depredador es su “creador”, y sólo lo hizo con la intención de explotarla. Primero, sus
herramientas fueron la selección de individuos para potenciar determinadas características y el
cruce controlado. Ahora se utiliza tecnología genética.
Por tanto, como animales domesticados, la “extinción” del toro de lidia no es una cuestión de
ecología. Eso implicaría una preocupación por los individuos futuros, que no han nacido, como
garantes del equilibrio en un determinado ecosistema. Y éste no es el caso.
Si que es, por otro lado, una cuestión de respeto a los individuos que ya han nacido. La vida y la
muerte que los taurinos reservan a estos individuos muestran lo que los toros de lidia representan
para quien los cría: objeto de negocio, producción a explotar por cualquier vía de
comercialización, stock a realizar pera generar más stock. No son otra cosa que medios de
enriquecimiento. Nada más lejos de la ecología.
Los taurinos se defienden, no sólo como garantes de la existencia del toro de lidia, también del
espacio donde es criado por las ganaderías. Muchos taurinos defienden la dehesa como un
“ecosistema” dependiente de la tortura taurina, hecho que también es falso. La dehesa es un
espacio antropizado asimilable a la estepa de la meseta ibérica, y este gran ecosistema estará
garantizado mientras continúe contando con sus animales SALVAJES, LIBRES (lagartos o
serpientes; conejos, liebres, topos o musarañas; hurones, zorros o lobos; águilas, lechuzas o
buitres).
Nada puede justificar la injusticia especista. Ni el ceremonial con el que se lleva a cabo. Ni el
placer que genera a algunas personas. Ni los beneficios que comporta. Ni el tiempo que hace
que es sufrida por sus víctimas. Por ellas, lucho por la abolición de la tortura taurina.

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