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Tribuna Popular - Partido Comunista de Venezuela

TRABAJO POLITICO DE MASAS Y LOS COMUNISTAS /Por: Pedro Brenes


Autor Pedro Brenes
Tuesday, 02 de December de 2008
Modificado el Tuesday, 06 de January de 2009

TRABAJO POLITICO DE MASAS Y LOS COMUNISTAS Por: Pedro Brenes (*)


Es muy conocido el precepto según el cual el revolucionario debe moverse entre las masas populares como el pez en
el agua. Y que debe estar obligatoriamente donde estén las masas, integrado en cada lucha reivindicativa, situado en la
primera fila de cada movilización y a la vanguardia de la defensa de los derechos de los pobres y los oprimidos.
Sin embargo, algunos, por ignorancia o por vanidad, entienden esto como que el líder político es el protagonista y el
intérprete imprescindible que, suplantando a los trabajadores, se separa y se distingue de ellos, asumiendo
ilegítimamente su representación.
Así, progresivamente, se dedican a filtrar a través de su prisma personal, cada vez más pequeñoburgués y pagado de
sí mismo, colmado de su orgullo de “jefes” y de su inmodestia, los verdaderos intereses inmediatos y
generales del pueblo, convencidos de que sólo ellos están capacitados para decidir qué deben pensar y qué deben
hacer los trabajadores.
El pobre y limitado horizonte teórico que les caracteriza, les conduce inevitablemente a la soberbia y la pedantería,
transformándolos rápida e irreversiblemente en burócratas engreídos. Llegados a este punto, los “líderes
dirigentes” y los “militantes” de estos grupos sociales, sindicales y políticos reformistas y
burocratizados, insisten en disminuir la importancia de las labores de agitación, propaganda y organización de las masas
populares, limitándose a lanzar consignas y llamamientos que, supuestamente, deben ser obedecidos y seguidos al pie
de la letra, aunque los trabajadores no hayan participado en la discusión ni en la elaboración de tales consignas y
movilizaciones.
Suele ocurrir que cuando el llamamiento lanzado por ellos no obtiene la esperada respuesta, los burócratas terminan por
culpar al pueblo de lo que no son más que sus propios errores teóricos, políticos y organizativos. Y tampoco es raro que,
justificándose interesadamente en la “apatía” y la “ignorancia” del pueblo, se conviertan en
colaboradores del Estado burgués acordando, en nombre de los trabajadores y a espaldas de éstos, pactos y arreglos
favorables a los empresarios explotadores y las instituciones de su Estado.
Alérgicos al trabajo político de masas, siempre incómodos ante la participación directa y asamblearia de los verdaderos
protagonistas de los cambios sociales, pasan el tiempo entre reuniones y discusiones endógenas, debates bizantinos
alejados de una realidad social que no quieren ver y que, en el fondo, les interesa poco y manifestándose con sus
“militantes” pensando más en la prensa burguesa y en las cadenas de televisión, que en la concienciación y
la participación de las masas.
Bajo la presión de la explotación y la opresión de la sociedad burguesa, los trabajadores reaccionan espontáneamente con
rebeldía, protestas y, por último, con la lucha abierta contra el deterioro de sus condiciones de vida, los recortes de
derechos laborales, la degradación de los servicios públicos, la carestía y el desempleo. Los comunistas, como
vanguardia organizada y consciente de la clase obrera, debemos integrarnos en estas luchas no para encauzarlas y
neutralizarlas “democráticamente”, como hacen los socialdemócratas de todo pelaje y color con la intención
de que en ningún caso se cuestionen las bases fundamentales de la sociedad burguesa: la propiedad privada de los
medios de producción y el monopolio de la violencia en manos del Estado de los banqueros y los grandes empresarios
capitalistas, sino para sustituir la espontaneidad y la anarquía por la conciencia y la organización. Dotar al movimiento
reivindicativo espontáneo de las masas de la necesaria coherencia teórica, ideológica y política. Elevar el nivel de
conciencia de los trabajadores explicando, paciente y sistemáticamente, el origen y las causas de su situación. Sintetizar
en consignas claras y justas la esencia de las necesidades y las aspiraciones populares. Demostrar y descubrir, por
medio de una propaganda eficaz y de una agitación masiva, sistemática y planificada, que sólo la participación consciente
de todo el pueblo permite arrancar al Estado burgués ciertas mejoras y reformas favorables a los trabajadores y que, en
definitiva, únicamente la destrucción del régimen social capitalista basado en la explotación del hombre por el hombre
nos permitirá acceder a la sociedad socialista de la verdadera democracia, de la justicia, de la solidaridad entre todos
los seres humanos y de la paz. Por supuesto que para lograr que los trabajadores, o al menos sus capas más
avanzadas, alcancen un nivel de conciencia política y de organización suficientes, es necesario que los revolucionarios
dediquen mucho tiempo y mucho esfuerzo para contrarrestar la labor de los aparatos ideológicos y propagandísticos del
Estado burgués, que predican constantemente el individualismo y la desorganización, denigran la lucha de los pueblos
contra el capitalismo y el imperialismo, y llaman al desprecio de la actividad política democrática y revolucionaria. Sí, lo
sabemos, esto es “muy difícil”. Pero a ningún verdadero revolucionario, y mucho menos a un comunista,
la dificultad de la tarea puede resultarle una excusa para renunciar a combatir al enemigo de clase en todos los
terrenos. Por eso debemos dar la batalla ideológica con la misma intensidad y decisión que la batalla económica y la batalla
política. Y esta labor debe hacerse inexcusablemente en el seno de las masas, recogiendo de ellas y tomando siempre
en consideración su estado de ánimo y su espíritu de lucha, estimulando su participación en la toma de decisiones a todos
los niveles. Aquí es importante evitar plantear tareas o consignas que los trabajadores no estén todavía preparados para
comprender y defender conscientemente, es decir, no adelantarse a las masas sino dedicar todo el tiempo que sea
necesario a la propaganda y la formación. Y, por otro lado, no subestimar el nivel revolucionario alcanzado, a través del
aprendizaje de las luchas sectoriales y por reformas, por la clase obrera, lo que nos llevaría a retrasarnos en relación a
ella. Y, desde luego, no tratar nunca de sustituir a las masas populares. Huir de la idea arrogante de que nuestras teorías
y nuestras ocurrencias individuales o de partido son las mejores y no tienen discusión. Por el contrario, mantenerse
siempre dispuestos a aprender de las masas que, con frecuencia, superan a su propia vanguardia en los momentos en
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que se agudiza la lucha de clases. Los comunistas formamos parte de la clase obrera pero no estamos “por
encima” de ella. Se supone que debemos constituir la vanguardia organizada de la clase. Pero esto hay que
demostrarlo cada día en el trabajo político de agitación, propaganda y organización, en el estudio y la reflexión política, y
desde la humildad y la autocrítica que nos libre del individualismo, la soberbia y los reflejos intelectuales e ideológicos
pequeñoburgueses. Fuente: Independencia y Socialismo_ Portavoz Digital del Partido Revolucionario de los
Comunistas Canarios Edición de: Prensapopular_Solidaridad Comunistas Miranda http://prensapopular-
comunistasmiranda.blogspot.com/ (*) Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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