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1. Actuar y reaccionar
El ejemplo de los dos hombres caracteriza, además, algo típico de toda acción:
el orientarse hacia el futuro. Por esta característica el sentido de toda práctica y
de toda acción política proviene de nuestras representaciones sobre lo por
venir, o más coloquialmente, sobre el porvenir. Si fuésemos sistemas lineales
tal vez hubiésemos tenido representaciones únicas del futuro a partir de las
experiencias pasadas sumadas a la sensibilidad y comprensión del presente.
Pero las características propias de la creatividad humana, sus diversas
fuentes y los diversos entornos a los que se encuentra adaptada, nos enfrenta
con un variado y variable cúmulo de representaciones, articuladas en sus
propios discursos, supuestos y posiciones.
1
Este artículo se ha visto enriquecido con las conversaciones personales con Adriana De
Simone, a quien le estoy agradecido por haber permitido que el sentido de lo aquí escrito tenga
un significado más profundo.
2
Ahora bien, toda acción política debe enfrentar el tiempo, responder al futuro
con el sentido constructivo de su acción. Para hacerlo, en mi opinión, debe
tener en cuenta ambos aspectos, lo previsible y lo inexplicable, como
elementos centrales de los escenarios que podemos plantearnos a futuro.
Desde esta óptica, la necesidad de seguir un comportamiento prudencial se
funda simultáneamente en nuestro conocimiento y en nuestra ignorancia; una
ignorancia que no es escepticismo y un conocimiento que no es sólo
información.
Para pensar sobre tal rumbo no es menor la observación propuesta por el texto
“El ánfora y el ordenador” con relación a la avidez con que acumulamos
información que consideramos útil para nuestra vida: “Pero, ¿nos hace eso ser
más sabios, más felices?” Podemos detenernos entonces a considerar la tesis
de los autores:
“Para que conocer sea saber es preciso, pues, una estructura íntima, un
esquema teórico, una autonomía personal que construya con lo que conoce,
una manera de ser, una forma de actuar. Esta construcción, que tiene que ver
con nosotros mismos, y sobre todo, con nuestra proyección hacia los otros, se
llama sabiduría”3.
2
En un sentido profundo – filosófico socrático – deberíamos reconocer fuertemente nuestra
ignorancia. Así como no encontramos remedio para muchas enfermedades, tampoco es tanto
lo que sabemos sobre el cosmos. El mayor proyecto Argentino de ciencia básica en física tal
vez sea el vinculado al Observatorio Auger dedicado a la detección de rayos cósmicos (La
mayoría de estas partículas son núcleos de átomos o electrones. Algunas de ellas son más energéticas
que cualquier otra partícula observada en la naturaleza. Los rayos cósmicos ultra-energéticos viajan a
una velocidad cercana a la de la luz y tienen cientos de millones de veces más energía que las partículas
producidas por cualquier acelerador en el mundo. Como reconoció la responsable por parte de la
Universidad Tecnológica de Mendoza: “Algunas sabemos de dónde provienen, pero la mayoría no”
(Emisión del Programa “Territorios de Ciencia” conducido por Diego Hurtado Mendoza.
3
Caballero Quemades, F.; Moroig Climent, V. (2004), Información y conocimiento en la era de Internet,
Valencia: Universidad de Valencia.
3
Este camino ha sido revitalizado en nuestro tiempo por M. Foucault para quien
la práctica crítica sobre nosotros mismos es el prerrequisito para convertirnos
en seres conscientes. Siguiendo la intuición nietzscheana (“Nosotros, los que
conocemos, somos desconocidos para nosotros mismos”), Foucault se plantea
la necesidad de una “crítica de los valores morales, de las condiciones y
circunstancias en las que aquellos surgieron, en las que se desarrollaron y
modificaron” con el fin de lograr “una autonomía moral que obliga a su vez a
rastrear las bases de la moral instituida”, i.e. debemos conocer y revisar
4
Bourdieu, P., Cosas Dichas, Barcelona, Gedisa
5
Bourdieu, P. / Wacquant, L. (2005), Una invitación a la sociología reflexiva, México, s. XXI, p.
52. Wacquant agrega en nota al pie (n. 41) la referencia a Wittgenstein, quien observa que, “si
un concepto depende de un patrón de la vida, entonces debe haber una cierta indefinición en
él” (Remarks on the Philosophy of Psychology, Oxford, Basil Balckwell, p. 653).
4
6
Foucault, M. (1996) Hermenéutica del sujeto, trad. y pról.: Fernando Álvarez-Uría, Segunda
Lección: La Plata, Editorial Altamira.
7
Cfr. Y ampliar con Tula Molina, F. (2008), “Time is money: optiización, identidad y cultura
laboral en la sociedad deseada”, Scientiae Studia, v. 6, n. 3, pp. 400 y ss.
8
Bourdieu, P. / Wacquant, L. (2005), p. 103.
5
democrática, i.e. el que establece sus propias normas y leyes impulsado por
los ciudadanos.
9
Castoriadis, C. (2005), Figuras de lo pensable (las encrucijadas del laberinto VI), México: FCE, p. 126
10
Ídem, p. 124
11
Ídem. P. 165.
6
4. El marco de legitimidad
Esto supone algo que no siempre sucede, y es haber conseguido salir tanto de
las representaciones desencantadas, meramente materialista, y de las
evaluaciones estrictamente personales, propias del individualismo. Cuando
esto sucede, se pierde el interés colectivo, y una parte significativa del mundo
exterior. En términos de Christopher Lasch:
“En la medida en que el mundo va asumiendo un aspecto cada vez más
amenazador, la vida se torna una interminable búsqueda de salud y bienestar
a través de ejercicios, dietas, drogas, regímenes espirituales de varios tipos,
auto-ayuda psíquica y psiquiátrica. Para aquellos que perdieron el interés por
el mundo exterior, excepto en la medida en que él permanece como una
16
Giddens, A. (1991), As conseqüências da modernidade, trad. R. Fiker, São Paulo: UNESP, p.
116.
17
Tula Molina, F. (2008), op.cit. pp. 395 y ss.
18
Cfr. Bleichmar, S. (2002), Dolor País, Buenos Aires: Zorzal.
8
19
Lasch, C., Haven in a Hearless World, New York, Basic, 1977, p. 140. Citado en Giddes, A.,
op. cit., p. 125.
20
Ídem.
21
Cfr. Putnam, H. (2004), El desplome de la dicotomía hecho-valor y otros ensayos, Buenos
Aires, Paidós, 2004. pp. 3 y ss.
9
Ya hay disponibles modelos CTS que reivindican el desarrollo social por sobre
la acumulación del capital, y que otorgan un papel decisivo a los valores para
alcanzar nuevas prácticas orientadas más por el bien común y el desarrollo
sustentable, que por el bienestar individual. Pero esto no es suficiente, tales
modelos requieren capacidades en los ciudadanos de comprensión de los
problemas y participación en las soluciones poco desarrolladas y a veces
entorpecida por la cultura globalizada.
Si bien está claro cuáles son los parámetros de control para evitar el riesgo
material (ie. que algo falle), es mucho más discutible cuáles son los que deben
utilizarse para evitar el riesgo social (ie. que no aumente la inequidad). En el
caso de los sistemas materiales se han mantenido los parámetros de
Descartes, el control tanto en el espacio como en el tiempo. Este control es
22
10
Así, el “tiempo” de la soluciones depende también del tiempo que nos lleve
educar un ciudadano crítico. Y crítico no sólo en el sentido del
cuestionamiento constante, sino también el sentido de quien se posiciona
frente a un problema buscando mejorar la situación actual más que encontrar
culpables. Críticos no sólo con relación a las transformaciones que pueden
realizarse por medios tecnológicos, sino también consciente sobre las
consecuencias de tales transformaciones sobre su vida futura.
Los dos pares de ejes resultan importantes y no rivalizan entre sí. Ambos
deben ser tenidos en cuenta una vez que abandonamos las racionalizaciones
y retórica de cada disciplina, y afrontamos los riesgos de modo colectivo. Se
trata tanto de una evaluación en términos de las consecuencias estrictas de
nuestra acción social, como de su sentido y fundamento político. Este
fundamento se constituye en el rumbo o meta a alcanzar, la cual se ubica más
allá de las dificultades concretas en términos de problemas a superar.
Si nuestro cuerpo, nuestro medio y nuestra sociedad tiene ciclos ¿por qué
orientarnos por ideas lineales al gestar nuestras políticas? ¿cómo no entender
que el problema de la producción tiene que lidiar con la consecuencias de los
desperdicios? ¿por qué pensar que la jornada laboral óptima debe ser la de
mayor cantidad de horas y menor costo? ¿qué sería mejorar nuestra
comprensión de las innovaciones en el área del trabajo, el empleo y la
organización social? ¿por qué ver en las alternativas tecnológicas sólo una
oportunidad para una mayor productividad y lucro? ¿cómo evaluar las mejorías
de las condiciones de vida de los ciudadanos?
Acorde con lo ya dicho, en las dos secciones siguientes voy a ampliar esta
conclusión tanto en lo referido a su aspecto material, lo que nos conduce a
prácticas prudenciales, como a su aspecto simbólico, lo que nos conduce a
reflexionar sobre la posibilidad de integrar valores de culturas diferentes.
Por lo dicho hay dos componentes que nos conducen a tender a prácticas
prudentes. Por un lado el fondo de ignorancia e incertidumbre que subsiste a
pesar de la información que hemos conseguido acumular y de aquella que
hemos conseguido comprender (sec. 1). La incapacidad colectiva de prever
desastres medioambientales como el Tzunami, o económicos-sociales como el
reciente crack internacional, son muestras claras sobre las limitaciones de
nuestro poder anticipatorio. Por el otro, la mayor consciencia de los riesgos
colectivos también llama a la prudencia (sec. 5). Por ejemplo, la rápida
disminución de los bosques naturales, el avance de la desertificación, la
contaminación del aire y el agua, son ejemplos conocidos a nivel natural; y el
avance progresivo de la pobreza es un dato incuestionable a nivel social global.
26
AG
NU
Res.
37/7,
de 28 de octubre de 1982.
27
Steiner, R. (2005), Economía Viva: o mundo como organismo económico único, 3ra. Ed., São
Pualo: Antroposófica, pp. 173 y ss.
28
Castoriadis, C., op. cit., p. 174 y ss.
29
Ídem, p. p. 155.
14
Como ya he defendido, tal juicio debe basarse en una evaluación integral, que
contemple los aspectos humanos y culturales, y no sólo los que se traducen
en costos y beneficios. Esto último es importante a la hora de encontrar
alternativas a la visión economicista de la sociedad y a su visión
antropológica asociada (teoría del homo economicus). En términos de P.
Bourdieu, se ha vuelto necesario
Romper con el economicismo para describir el universo de las economías
posibles, significa escapar a la alternativa del interés puramente material,
estrictamente económico, y el desinterés, y proporcionarse el medio para
satisfacer el principio de razón suficiente que quiere que no haya acción sin
razón de ser, es decir, sin interés, o, si se prefiere, sin inversión-inmersión
[investissment] en un juego y en un conjunto de asuntos en juego [enjeu],
illusio, commitment30.
Como vimos al inicio, lo que está en juego no es sólo el aspecto material a
conservar, sino el aspecto simbólico y cultural que hace a nuestra identidad. Es
importante recordar que no es imposible asociar el diseño de políticas a
procurar prácticas prudenciales, una vez que abandomaos la idea de que el
mundo social está determinado por leyes inmanentes reguladas por el
mercado o el consumo. Por el contrario
“las leyes sociales son regularidades temporal y espacialmente delimitadas
que se mantienen por tanto tiempo como perduren las condiciones
institucionales que las hacen posibles”31.
Para lo primero baste con volver sobre la distinción entre lo que somos, y lo
que quisiéremos ser, en los términos desarrollados en las secciones 1-4.
Puede ser que estemos contentos con lo que somos a nivel individual, pero no
es posible gestar una política conformista atentos al estado de nuestras
sociedades contemporáneas. Los objetivos se nos imponen en parte por la
conciencia de los riesgos que enfrentamos de modo colectivo, en las dos
dimensiones ya desarrolladas. Por otro lado, más allá de los riesgos, es allí
donde se juega nuestra identidad, lo que pretendemos preservar y estaríamos
dispuestos a defender. Tales objetivos son independientes tanto de la
velocidad que transitemos hacia ellos, y de las dificultades que encontremos en
el camino; se imponen como meta, y de allí su solidez.
30
Bourdieu, P. / Wacquant, L. , op. cit., p. 57.
31
Ídem.
15
Tal solidez permite plantearlos para todo un milenio. Un claro ejemplo son los
objetivos para el milenio de la ONU: erradicar la pobreza extrema y el
hambre, la educación universal, la igualdad de géneros, la reducción de la
mortalidad infantil, la mejora en la salud materna, combatir el Sida, la
sustentabilidad del medio ambiente y el fomento de una asociación mundial.
El segundo valor que nos propone es la rapidez, y está propuesto con relación
a la metáfora del caballo que designa la velocidad de la mente, la cual habría
sido usada por primera vez por Galileo e Il Saggiatore.
“Discurrir”, “discurso” para Galileo quiere decir raciocinio, y casi siempre
raciocinio deductivo: “El discurrir es como correr”: esta afirmación es como el
programa estilístico de Galileo, la rapidez, la agilidad del razonamiento, la
32
Calvino, I. (2005), Seis propostas para o próximo milênio, São Paulo: Companhia das letras,
p. 19.
16
33
Ídem., p. 56.
34
Ídem., p. 64.
35
Ídem., p. 85.
36
Ídem., p. 88.
37
Ídem. P. 106
17
Como sugerencia final, creo que esto mismo puede decirse simplemente en
que debemos buscar los medios para aumentar nuestros grados de
responsabilidad a medida que aumentan nuestra capacidad para transformar lo
existente, es decir, a medida que aumenta nuestra capacidad tecnológica. Y si
bien esto pude sonar utópico, también he tratado de revalorizar el sentido de
los ideales y objetivos a futuro.
38
Ídem. P. 121
39
Ídem. P. 131
18
En mi opinión, tales metas no son menores ya que coincido con Séneca en que
“nunca soplan vientos favorables para quien no tiene rumbo”. Sin rumbo, los
cambios son mero viento en medio del mar. Ni nos alejan ni nos acercan hacia
donde queremos ir; de aquí la importancia de la política. Es aquí donde
coincido plenamente con Z. Bauman
40
Bauman, Z. (2009), En busca de la política, México: FCE, p. 16.
41
Eco, U. (1965), Apocalipticos e Integrados, Barcelona: Tusquets, p. 30.
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