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UNITROPICO

ECONOMIA VIII
GESTION AMBIENTAL
DIANA CAROLINA LOPEZ
CRISTIAN ANDRES B ARON

PALMA AFRICANA EN CASANARE: DESARROLLO O DESTRUCCION

La palma africana aparece en Colombia como una solución frente al aumento


del consumo de energía. Las fuentes principales actuales, el carbón, el
petróleo, el gas, no solamente disminuyen, sino que son la principal fuente de
la degradación del clima. Es en este contexto que aparece la extensión del
cultivo.

La palma africana proviene de África donde su cultivo como producto básico es


central para el sustento de millones de pequeños agricultores y fue utilizada
desde hace miles de años para obtener el aceite. Representa casi el 25% de la
producción de aceites vegetales. Pero en cualquier otra parte del mundo se ha
transformado en un gran negocio, y es cultivada principalmente en plantaciones
de gran escala. El aceite de palma es un aceite vegetal derivado de la palma
aceitera. Su consumo a nivel mundial es segundo entre los aceites comestibles
(detrás del de soja), y tiene una gran variedad de usos desde champú a papas
fritas, pasando por comidas congeladas y cosméticos. Por el momento, el uso
alimentario de los aceites vegetales es predominante, aún el de la palma
africana, pero se prevé que su papel en la producción de energías renovables
aumentará rápidamente. La palma africana produce dos tipos de aceite,
provenientes respectivamente del fruto y de la semilla. Los árboles dan frutos
después de 4 a 5 años, y se encuentran en el máximo de la producción a los 20
a 30 años. El aceite alimentario se comercializa en aceite comestible,
margarina, cremas, etc. El aceite industrial se utiliza en la fabricación de
cosméticos, jabón, detergentes, etc.

Durante las últimas décadas, el cultivo de la palma aceitera se ha venido


expandiendo en forma acelerada en un número creciente de países de
Latinoamérica. Este cultivo genera enormes ganancias para algunas grandes
empresas transnacionales, pero estas plantaciones provocan grandes impactos
ambientales y sociales negativos: disminución del rendimiento hídrico,
modificación de la estructura y la composición de los suelos, alteración de la
abundancia y riqueza de la flora y la fauna, usurpación de los bosques
ocupados por pueblos indígenas, expulsión de campesinos e indígenas de sus
tierras y pérdida de sus medios de vida. A pesar de ello, un número de actores
nacionales e internacionales continúan promoviendo activamente este cultivo,
bajo un trasfondo de creciente oposición a nivel local.

El cultivo extensivo de la palma africana requiere poca mano de obra, muchos


fertilizantes químicos y mucho terreno. Por tratarse de una palmacea arborea,
ha entrado en los planes de reforestación de muchos países donde ha sido
presentada como una excelente inversión, incluso con matices ambientalistas.
El modelo de cultivo que se presenta en estos casos sigue siendo hoy el
modelo asiático de grandes extensiones de monocultivo. En otros casos, los
campesinos ponen el trabajo y en muchos casos la tierra, y luego obtienen un
producto que puede procesarse, eventualmente de forma artesana, pero con
bajísimos rendimientos. El procesamiento mecánico, al contrario, ofrece altos
rendimientos, pero estando los molinos o prensas en manos de pocos
terratenientes (generalmente transnacionales), que en muchos casos
representan monopolios absolutos. Ellos pueden ofrecer precios muy bajos,
donde no se reflejan ni los gastos ecológicos, ni las consecuencias sociales. La
caída de los precios afecta así a los pequeños productores.
Para la introducción de las nuevas plantaciones se utilizan en muchos casos
zonas de bosque húmedo tropical, que son arrasadas, fertilizadas, plantadas y
posteriormente rociadas de continuo con potentes herbicidas que, junto a los
fertilizantes químicos, traspasan al suelo contaminando las fuentes de agua. En
los terrenos cultivados de esta forma resulta muy difícil introducir otros cultivos
simultáneamente, debido a la propia acción de los herbicidas.
El desplazamiento de las poblaciones autóctonas es, en muchos casos, forzoso
y irrisoriamente compensado.
Varios estudios han explorado los efectos ambientales que en el mundo y en
Colombia pueden tener los cultivos destinados a la producción de
agrocombustibles, y entre ellos el de la palma africana para producir biodiesel.
A pesar del falso discurso “ecologista” que invocan los defensores de los
biocombustibles, estos efectos dependen sobre todo del uso de técnicas
asociadas con el monocultivo, las cuales acarrean altos costos para el
ecosistema y para la sociedad. Ya en el año 2000, se había reportado que las
plantaciones de palma africana estaban afectando la biodiversidad y causando
daños como la afectación del régimen hídrico local, el cambio en la estructura y
composición de los suelos, la destrucción y el cambio en la composición de
especies de fauna y flora, y la pérdida de la base del sustento de población
nativa.
Es de destacar que en casi todos los casos los monocultivos industriales de
palma aceitera se instalan en áreas boscosas. Detrás de los gigantescos
incendios que para las empresas plantadoras de palma, es más barato
"limpiar" el área a ser plantada mediante el uso del fuego. Pero detrás de
toda plantación industrial de palma aceitera hay un proceso de gran
deforestación. Esos bosques tropicales eliminados por este cultivo son a su
vez el hábitat de una enorme biodiversidad. Estudios han demostrado que el
80-100% de las especies de la fauna que habitan en la amazonia y en los
bosques tropicales no pueden sobrevivir en monocultivos de palma

El principal "beneficio" sobre el que insisten los defensores del cultivo de la


palma aceitera es la generación de empleos en el sector (plantación,
mantenimiento y cosecha), pese a que en la mayor parte de los casos sólo
se trata de empleos temporales.

La Orinoquía es una de las regiones colombianas mas complejas y extensas


en biodiversidad. Vastas sabanas e innumerables humedales y morichales
albergan una incalculable riqueza botica y la riqueza hídrica teje una gran
red desde la cordillera hasta las llanuras. En este marco, el departamento de
Casanare cuenta con dieciséis ecosistemas que abarcan la llanura
inundable, la altillanura, las selvas subandinas y andinas y el páramo.
Los plaguicidas y herbicidas inherentes a estos monocultivos terminan de
exterminar los últimos vestigios de biodiversidad capaz de coexistir con las
plantaciones y disminuyen significativamente la posibilidad de restauración
del hábitat. Las compañías de palma aceitera han estado relacionadas con
incendios devastadores en los bosques, que han destruido millones de
hectáreas de bosque y otros tipos de vegetación. Para la producción de
aceites y azúcar, en muchos lugares ya se han destruido bosques y
ecosistemas naturales transformándolos en monocultivos, lo que trae un
fuerte impacto en la naturaleza, la conectividad de los ecosistemas y la
gente.

Las extractoras de aceite de palma generan un efluente contaminante de alta


carga orgánica. Las extractoras suelen tratar este efluente mediante una serie
de lagunas: desaceitado, enfriamiento, anaerobia, facultativa, pulimento. Este
sistema es relativamente barato a pesar de los enormes volúmenes de tierra a
mover y permite, cuando está bien diseñado, operado y mantenido, lograr altas
eficiencias de remoción de la carga orgánica, hasta un 99%. Sin embargo
requiere de un suelo impermeable o de la colocación de geomembranas en la
parte inferior de las lagunas para evitar la contaminación del nivel freático.
Las principales fallas que se observan a los sistema en operación son:
• necesidad de grandes áreas
• recolección del aceite poco práctica
• contaminación del agua freática
• colmatación rápida de las lagunas con lodo espeso
Ademas las lagunas anaerobias de palma generan enormes cantidades de
biogas liberado a la atmósfera que es por una parte un recurso energético no
valorizado y por otra parte un contaminante de la atmósfera (efecto
invernadero).
Pese a todos los impactos constatados, el cultivo de palma aceitera continúa
expandiéndose más y más. La razón que explica esta aparente sin razón, es
que, en primer lugar, constituye una inversión muy rentable para el sector
empresarial nacional e internacional. La rentabilidad surge de la
combinación de mano de obra barata, tierra a bajo precio, inexistencia de
controles laborales y ambientales efectivos, disponibilidad de financiamiento
y apoyos, el corto período que media entre la plantación y el inicio de la
cosecha y un mercado en expansión. Con las actividades agroindustriales y
las plantaciones nuestro departamento pierde mucho más que biodiversidad,
pierde la posibilidad de brindar condiciones de vida más justas y dignas a las
generaciones actuales y futuras.

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