la Provincia del mismo nombre, a los dieciocho días del mes de Septiembre de l año dos mil nueve, se reúne en Acuerdo la Excma. Cámara en lo Criminal Segunda de esta Ciudad, integrada por los Señores Jueces Dres. EMILIO E. CASTRO, JOSE V.ANDRADA y HECTOR O. DEDOMINICHI, presididos por el primero de los nombrados, para dictar Sentencia en autos caratulados:”M.J.S. y otros s/Malversación de Caudales Públicos – O.L.M. s/Coacción Agravada”, Expte.n° 65-año 2008 (ex causa n° 21.275/05 del Juzgado de Instrucción Cinco), debatida en audiencia de los días siete, nueve, diez y once del corriente mes y año, en la que intervino por la Acusación el Sr. Fiscal ante el Cuerpo Dr. Rómulo A. PATTI, el apoderado de la querella Dr. J.I.G. y por la Asistencia Técnica los Sres. Defensores, Dres. R.H.C. y C.R.; causa seguida contra O.L.M.(…); M.J.S(…); C.A.M. (…); J.A.C.(…); E.R.G.(…); D.O.R.(…); J.V.P.(…); R.S.(…); A.S. (…); J.A.C.(…); L.R.M.(…); J.M.G.(…); J.C.P. (…); M.A.V.(…); por hechos cometidos en 16 de Junio de 2005 en perjuicio de la Municipalidad de Neuquén y del Sr. H.Q.; hechos que fueran calificados como COACCION AGRAVDA (art.149 ter, Inc.2°, acápite a) del C.Penal respecto de L.O.M. y como MALVERSACIÓN DE CAUDALES PUBLICOS en relación al resto de los imputados (art.260 del C.Penal).- Concluida la audiencia pública los señores Jueces pasaron a deliberar en sesión secreta y conforme las normas del art. 363 del código de procedimientos y, habiendo decidido el fallo, dispusieron diferir la lectura hasta el día de la fecha a fin de posibilitar su redacción definitiva. Según el sorteo efectuado los señores Jueces emitieron los siguientes votos: VOTO del Dr.EMILIO E.CASTRO: -1. En Junio de 2.005 hubo en nuestra Ciudad un prolongado conflicto entre personal de la Municipalidad y su gobierno (o sus gobernantes; en particular, el intendente). Conflicto gremial, para unos; con contenidos políticos, para los otros.- Se dice que hubo entonces desmanes, daños, graves desórdenes alrededor del municipio; que lo afectaron en cuanto entidad y, ya físicamente, en el edificio mismo del llamado «Palacio Municipal», en la esquina N.O. de la Avda. Argentina y Calle Grl. Roca, pleno centro.- Pero de ese mal encuentro, desencuentro o encontronazo prolongado (se nos dice que duró casi noventa días; ochenta y siete, dicen los más precisos), lo que hoy nos llega son sólo dos episodios. Los «desmanes» mismos, se leyeron en el proceso penal, el de instrucción, como dos hechos que habrían obstaculizado la acción del Municipio (ahora con mayúscula), que se pretendió subsumir en el art. 241, ambos incisos en concurso ideal, del código penal. Lo cual, dicho así, no da la idea de la magnitud del problema que relatan los testigos. Reducidos a meros títulos, murieron sin llegar a juicio porque fueron sobreseídos por prescripción de la acción penal, al concluir la etapa intermedia o de crítica instructoria.- No sé porque se los dejó morir.- Vale la aclaración porque, como efecto de esa decisión, ya no es nuestra tarea abordar todos aquellos acontecimientos, que seguirán muertos, sino sólo dos episodios en su transcurso y dentro de su marco, como contexto. Es la causa la que se ha minimizado; no nos toca a nosotros pronunciarnos sobre la gravedad social, moral ni jurídica de la ocupación – se dice – del edificio, la prácticamente paralización de los servicios públicos que allí se brindaban o debían brindarse, y de otros que debían producirse en otros sitios o desde otras sedes, pero afectados por el enfrentamiento y por la dicha paralización de la Administración Central. Ni tampoco sobre sus causas, ya sea el presunto conflicto social, que – a estar a los noticieros de la época – parece haber sido parte de una situación general en nuestro País y, particularmente, en los municipios, o – como pretende el querellante y en particular, quien fuera el entonces intendente y sus funcionarios políticos – que el trasfondo o la verdad de este particular conflicto, el de nuestra Ciudad, haya sido eminentemente político-partidario.- Sólo dos episodios, decía, a saber: 1º) el 13, por la mañana, varios operarios (dieciséis de los diecisiete imputados: J.M.S., C.A.M., J.A.C., E.R.G., M.A.H., D.O.R., J.V.P., M.H.S.R., A.R.P., R.S., A.S., J.A.C., L.R.M., J.M.G., J.C.P. y M.A.V.) retiraron de su depósito maquinaria pesada (camiones, máquinas viales tales como motoniveladoras, palas cargadoras, etc.) de la Municipalidad, presuntamente para realizar las tareas asignadas para ese día; se supone, eran sus operarios habituales, empleados ellos del municipio y destinados en el área de mantenimiento vial, en general (también servicio de agua potable, riego de calles). Pero, en su lugar, las llevaron a las calles que rodean el «Palacio» y allí las apostaron – es lo que se les acusa – con la finalidad de reforzar la medida de fuerza (paro).- Este hecho fue descartado por la Acusación Pública al momento de pronunciarse sobre el mérito del sumario, pero sostenido por la Particular (la Municipalidad de Neuquén y el ex intendente H.Q. a título personal, admitidos como querellantes, con la representación común del mismo letrado), que lo sitúa en el art. 260 C.P., malversación de caudales públicos; obviamente, se lo acusaba a los dieciséis operarios.- 2º) El 16, quien por entonces era el Secretario General del sindicato que agrupaba a los empleados municipales, Lic. en Administración Pública L.O.M., se dice que intimidó (o pretendió hacerlo) al entonces intendente, H.Q., con el anuncio de la intención de «complicarle el futuro político» mediante [la efectuación de] «una serie de estrategias» que «tenían elaboradas» si los «trabajadores» fueran «apaleados» o «reprimidos», y que lo hizo con la finalidad de que aquél desista del desalojo judicial pedido y efectúe una propuesta «seria y responsable» frente al reclamo salarial que habría motivado todo el ya mentado conflicto.- Esto ocurría – se nos informa – en el «hall» del citado «Palacio», ocupado por entonces por el personal municipal (o parte de él).- Hecho este que le imputaran ambas acusadoras; la Fiscalía dijo, en su requerimiento de elevación a juicio, que correspondía al art. 149 ter [inc. 2º, a ] C.P., en cuanto figura calificada de la de su art. 149 bis último párrafo (coacción agravada por dirigirse contra un miembro de un «poder público», con el fin de obtener una medida de sus atribuciones). La Querella, más modestamente, lo remitió simplemente al citado art. 149 bis , párrafo segundo C.P. (coacción simple). Al presentar su caso al debate, el representante de la Vindicta Pública ante la Cámara redujo su pretensión reubicando la causa como lo había hecho la Querella en su requerimiento, cosa que ésta, a su turno, compartió (arts. 312 y 339 C.P.P.).- No hubo cuestiones preliminares (sólo alguna petición de la Querella sobre una nueva prueba, resistida por la Defensa y que en definitiva no fue proveída, y la oferta del fiscal de una suspensión del proceso a prueba, que no fue aceptada). Así las cosas, se abrió el debate, dando oportunidad a los imputados de contestar los cargos.- Bien entendido el instituto del art. 343 C.P.P., se trataría, principalmente, de la posibilidad que se les reconoce a los imputados de hacer su presentación del caso, de su caso, en oposición al de las acusadoras; contestar los cargos, como decía; defenderse, si lo desean, sin mengua del valor probatorio que podrían tener sus dichos (más que como prueba – se me ocurre – como aceptación, admisión total o parcial del cargo…). Sólo posibilidad, facultad, no obligación, únicamente L.O.M. la ejerció. En el sumario había declarado M.H.S.R., quien, como los restantes quince, «declinó» este supuesto «derecho» en el debate. Los demás tampoco en aquella etapa lo hicieron.- L.O.M., entonces, acusado solamente de la presunta coacción por sus dichos o advertencias en el Palacio Municipal, el 16, en síntesis, tras ubicar someramente su conferencia de prensa en el contexto del conflicto, dijo que con lo de las estrategias, etc., se refería a medidas que tomarían si los empleados, particularmente los que estaban ocupando el edificio, eran reprimidos o apaleados; si se intentaba desalojarlos por la fuerza, violentamente; pero no si lo eran por la Policía, sino por sicarios enviados por las autoridades municipales (supongo que no aceptaría tampoco que la Policía los apaleara); en otras palabras, que no se disponía a resistir una orden judicial que la Fuerza Pública intentara acatar procediendo a echarlos de allí; por ningún medio, ni siquiera intimidando al intendente para que desistiera de sus acciones judiciales, queda entendido (porque ese era el cargo contra el que se defendía). Se refería a resistir medidas ilegales, a la mera fuerza ilegal e ilegítima que suponía se estaba preparando (así lo afirma).- No aclaró cuáles serían esas «estrategias» que habían «elaborado», ni concretó cuáles medidas podrían ser las que ellos tomarían, ni si lo harían a título de defensa, contraataque, o de represalia. No contestó preguntas (lo que no sólo era su derecho, sino que, además, me parece lo más adecuado para esta etapa: defensa, contestar los cargos, ya que el código no prevé otra, como lo hacía el viejo código escrito. En el proceso civil esto sería «trabar la litis »).- M.H.S.R. había dicho (también en resumen) que él esa mañana (la del 13) había concurrido a su lugar de trabajo, había recogido las órdenes para el día y había tomado su camión (su herramienta), para salir a cumplirlas; a poco recibió la noticia de que había una asamblea (gremial, se entiende, y relacionada con el reclamo salarial) en el Palacio, y hacia allí se dirigió. Allí dejó el camión a su cargo y quedó. Más tarde (no dice cuándo) entregó las llaves. Eso es todo. Declaración que se leyó, como lo manda el citado art. 343 C.P.P.- Oído L.O.M. y leído M.H.S.R., se recibió la prueba, que consistió en once testigos y alguna documental; de todo ello anticipo, por ser necesario para comprender la discusión final, un resumen de la testimonial del ex intendente, H.Q.: él entiende que se trataba de cuestiones políticas; había habido tratativas en torno al reclamo salarial, etc., sistemáticamente rechazadas por el sindicato; pero, concretamente, la ocupación del edificio municipal devino en una situación de violencia de por sí intimidante (no habló de violencia física en acto, pero sí potencial; salvo un episodio que él mismo minimiza, ocasión en la que al salir le arrojaron agua con lavandina; no otra cosa); que después de la conferencia de prensa de L.O.M. fue objeto de agresiones escritas y verbales, «panfleteadas» por toda la ciudad, frente a su casa (que no habría sufrido otros daños), por los alrededores del colegio al que concurría su hija; pintadas callejeras, dichos verbales y escritos injuriosos hacia su persona, su esposa y su familia, etc., todo lo cual lo hacía temer por su persona y la de aquellos, aunque parecía referirse más a la tranquilidad de espíritu, al prestigio que se pretendía empañar, menoscabar, que a daños físicos (aunque no los descartó); todo lo cual vincula con los dichos de Martínez en aquella conferencia de prensa (como concreción del riesgo amenazado).- Agotado ese momento, se abrió la discusión final (art. 358 C.P.P.). Ambos acusadores sostuvieron sus posiciones iniciales; así, la Fiscalía consideró probado el cargo por presunta coacción que imputaba a L.O.M., y por este delito, en definitiva, lo acusó, con la sola variación, respecto de su requerimiento (que ya había anticipado), de que ahora no consideraba que se tratara del delito calificado, sino de su figura simple (porque no se exigía una medida de las atribuciones del intendente: la paralización de una orden judicial – en esta causa penal – de una orden de desalojo); y pidió la pena de dos años y cuatro meses de prisión, de ejecución en suspenso, y costas. Respecto del cargo dirigido por la Querella contra los otros dieciséis, también mantuvo la posición del requerimiento, sin mayor fundamentación (se limitó a ratificar aquella pieza). La Querella sostuvo el cargo contra L.O.M., para quien pidió tres años de prisión en suspenso, con la obligación de realizar un curso de educación cívica; mantuvo y completó también la acusación contra trece de los otros dieciséis imputados, por la misma calificación inicial (art. 260 C.P.), pidiendo la pena de seis meses de inhabilitación especial y costas; respecto de los restantes tres (M.A.H., M.H.S.R. y A.R.P.), consideró que no había prueba suficiente y pidió que se los absuelva.- En términos generales y en muy largas exposiciones (sobre todo la de la Querella), coincidieron en evaluar los dichos de L.O.M. «en el contexto» del problema general, la ocupación del edificio municipal, la medida de fuerza, los hechos posteriores invocados por H.Q. como testigo, etc.; coinciden ambos en que el carácter amenazante de esos dichos debe considerarse desde el punto de vista del paciente, lo que éste sufrió. La Querella invoca también los dichos acordes de algunos funcionarios políticos del entonces intendente. Dicha parte reconoce que esas palabras, «descontextualizadas», parecen inocentes. Cuando se refiere a «contexto», lo entiende en sentido amplio (la situación). Como decía, largas exposiciones, pero en definitiva toda su argumentación contra L.O.M. se resume en esto, que repiten una y otra vez.- Contra los otros trece – que, como decía, sólo son acusados por el acusador particular – éste se fundamenta en el entorpecimiento al servicio público; el desvío del empleo de la maquinaria de sus fines lo fundamenta en los dichos de algunos testigos, superiores jerárquicos de los (ahora) acusados, según los cuales éstos retiraron la maquinaria y las órdenes de trabajo, cargaron combustible y salieron; a la hora u hora y media constataron que no estaban en los destinos asignados, hicieron la denuncia (la hizo uno de los asesores letrados del municipio, acompañado por alguno de los citados funcionarios menores, superiores jerárquicos – decía – de los acusados). Desde luego que hay también una larga exposición, pero en cuanto nos interesa, se limitó a esto, también reiterativamente.- A todo evento, remito a las actas, porque considero innecesario transcribirlos todos.- La Defensa sostuvo que el cargo contra los trece operarios era totalmente infundado desde el principio; su argumento central fue que las acusadoras se cuidan de omitir un detalle fundamental: que los acusados eran simples operarios, no tenían la facultad de administrar los bienes (maquinaria) de que se trata, de modo que, en todo caso, se trataría de otra figura, pero no malversación, la que requiere esa cualidad en el agente. Además tomó el dicho de M.H.S.R. según el cual había sacado el camión para trabajar, pero a la hora, aproximadamente, se enteró por radio de la asamblea y hacia allí se dirigió, lo cual era su derecho (gremial); luego se quedó, el camión quedó estacionado allí. Dicho que extiende a todos los acusados, diciendo que las máquinas no fueron usadas para nada. Simplemente quedaron allí, sin uso, como consecuencia de la huelga a la que adhirieron. Entiende que es vana la alegación del perjuicio al servicio público, porque toda huelga lo implica, y la huelga misma es un derecho de los trabajadores. El perjuicio [al empleador, patrón, etc.; cómo quiera llamárselo] es una consecuencia lógica de toda huelga, un medio para establecer las condiciones para que se produzca la negociación, porque si al principal la medida no le causara ningún desmedro, si todos trabajaran normalmente, los trabajadores no tendrían medio para conducir la situación a las tratativas. Pidió su absolución, «como a los otros tres».- Respecto de L.O.M., en resumen, centró su alegato en dos puntos: primero, que no se puede fundar la persecución penal en la interpretación que haga el denunciante, querellante, o sus testigos «corporativos» (porque eran funcionarios políticos del entonces intendente), ni de nadie. Es menester atenerse a los hechos; en el caso, a lo que L.O.M. concretamente dijo; lo cual entendió inocuo. El segundo argumento se basó en que en toda contienda gremial hay ingredientes políticos y que H.Q. desempeñaba una función política, su carrera es política, de modo que ese es el contexto en el que hay que situar los dichos de marras; así las cosas, es parte de la lucha política y así debe entenderse. Todo político, desde que decide asumir la carrera política, asume el riesgo de injurias y dichos o actos de este tipo, no puede asustarse (o mejor se dedica a otra cosa - «que ponga un kiosco», dice). Defensa expuesta por los defensores, uno de ellos condujo este cuadro al nivel técnico (lingüístico) y dijo lo mismo, con otras palabras: que la «connotación» que debe tenerse en cuenta es la que da el plano político en el que los dichos y la disputa se produce, que es donde L.O.M. se situó (lo cual excluye el dolo, porque desde allí éste entendía que su contrincante, H.Q., se ubicaría en ese mismo plano; desde donde no podía sentirse afectado porque, para decirlo en pocas palabras, ese tipo de confrontación es la regla del juego).- En definitiva, piden la absolución también de L.O.M..- -2. Se recibió – decía – once testimoniales, a saber: H.Q.; el 10 de Junio se produce la ocupación del Palacio («toma»); el 13, dieciocho vehículos, máquinas pesadas, de servicios públicos, son ubicadas en las adyacencias de la Municipalidad. Por eso denunció: los vehículos no estaban cumpliendo sus destinos.- El 16, la conferencia, las declaraciones de L.O.M., que escuchó en la segunda edición del canal 7: le generaron un estado de preocupación y de angustia, incrementado por el entorno familiar (esposa e hijas). El 17, «por lo producido en [su] persona»… en su momento sintió que se iban a llevar a cabo acciones para complicar su futuro político .- Próximo a su domicilio y en toda la ciudad de Nqn. se repartieron panfletos en los que decía «buscado», con su cara. También en los alrededores de la escuela donde concurría su hija, lo cual le generaba un estado de mayor preocupación.- El tema ya no era las relaciones laborales, sino contra su persona, acciones que se salían de la práctica política; se advertía apoyo logístico (de otra organización política: la «mesa Sobisch presidente»), capacidad para llevar adelante un plan (apoyo económico para que los trabajadores en huelga pudieran sostenerse por todo el plazo de la medida); por esto creía que sí podían avanzar, realizar acciones en forma personal, lo que era más sencillo. El 27 de Junio aparecieron pintadas injuriosas que le «generan estado de impotencia y de dolor personal y familiar»; «también vulneraba [su] integridad como persona y como político»; al extenderse a su familia, le producía un sentimiento de impotencia e indignación. Era riesgoso entrar, permanecer y salir de la Municipalidad. 87 días tomada; era un estado de presión, una situación muy difícil, etc. Se le preguntó: – Concretamente, si nos atenemos a los dichos, ¿cómo podían perjudicarlo políticamente? (fiscal): contestó que por las situaciones que ha relatado. Se trataba de buscar un propósito. Hacer lugar a las exigencias, presión; pero los hechos cotidianos, marcaron que estas acciones estaban centralizadas en su persona. Generaban esta situación potencial. Micrófonos, panfletos, acciones concretas… perjudicaban la calidad de gobierno en un acto «absolutamente de presión»; tenían un «aditamento» político.- Si fuera sólo la puja salarial, la Municipalidad de Nqn. tenía una de las mejores remuneraciones del País, y una de las mejores de la Provincia. En esos días se hizo un montón de propuestas salariales; fueron permanentemente rechazadas; había otro tipo de motivaciones. Reiterando que había apoyo de alguna organización política, remitió a una causa judicial por delito de acción privada, en la que se probó –dice– esa participación política en la actividad gremial.- En esos días pidió custodia policial: por cerca de su casa pasaban motos cuyos tripulantes llevaban palos, no los pudo identificar; era «curioso». A una pregunta directa del fiscal, dijo que sintió temor («desde luego»). Ya casi finalizado el conflicto, habiendo entrado al Palacio, a su salida, «manos anónimos le arrojaron agua con lavandina».- Preguntado si sintió angustia por las pintadas, etc. (defensa), dijo: tenía como antecedente las declaraciones de L.O.M.; «interpreta» las pintadas, panfletos, etc., como consecuencia de esas declaraciones [efectuación del riesgo amenazado, pareciera querer decir; no es claro]. «No es una interpretación aséptica», dice.- Durante el conflicto, «prácticamente no» concurrió al Palacio Municipal, sino que ejerció el gobierno desde otros lugares; después (cuando retornó, poco antes de concluirse las medidas y la ocupación), era difícil trabajar normalmente en el edificio municipal. La ocupación duró ochenta y siete días; entre 200 y 400 personas adherían, sobre 1.200 trabajadores, pero con ese número o menos se podía impedir el trabajo; ocupar el hall de acceso. Otros funcionarios ingresaron sin sufrir actos de violencia física, pero les era imposible llevar adelante su actividad; era todo más difícil; se podía ingresar sin inconvenientes (sin violencia física, pero con silbatinas, etc.), pero no se podía trabajar.- Habla de operaciones «cuasi de comando».- La Defensa insiste en preguntarle sobre el significado explícito de los dichos de L.O.M.: «se anuncia un daño futuro» - contesta; «interpreto que efectivamente» surge la advertencia de un daño personal «casi orientada a que hiciera un arrepentimiento de la denuncia» (sobre el desalojo judicial ordenado). Le pregunta cómo L.O.M. podría «complicar su futuro político»; dice: sabotaje para disminuir la calidad del gobierno; desgastar, etc.- Hubo sumarios. No conoce el resultado. La misma parte le pregunta sobre declaraciones suyas (del testigo) en la época: no recuerda. Si sentía temor: por ese motivo no concurrió durante esos días.- Hubo dos órdenes de desalojo.- En cuanto a las maquinarias: remite a los informes de las áreas respectivas.- Preguntado sobre identificación de los autores de las pintadas y de los panfletos: los integrantes del sindicato, aunque no firmaban, «obviamente». Había coincidencia del anuncio de acciones con estas novedades. Las tratativas se siguieron a través de los funcionarios de las áreas pertinentes.- ¿Hubo alguna exigencia por parte de L.O.M.? – preguntó el abogado de la querella, a lo que contestó: que no se produjera el desalojo que ya estaba judicialmente ordenado, y que se cumpla con las exigencias gremiales («propuesta seria y responsable en materia laboral») etc. Sus propuestas (las del testigo) eran desestimadas, se pretendía imponer las exigencias del gremio bajo amenaza de mantener la Municipalidad tomada hasta Octubre. “En las urnas nos vemos”, le habría dicho, en alguna ocasión, L.O.M.; lo que confirmaría que había, en el conflicto, una motivación extra, de carácter político. L.O.M. pertenece al MPN, fue candidato a concejal.- Después de superado el conflicto, en las relaciones laborales la situación cambió, se realizaron cursos de perfeccionamiento, etc. En la firma de uno de esos convenios volvió a estar con L.O.M., S. General del gremio, se hizo abstracción de situaciones personales; hubo reconocimiento del inconveniente en los altos grados de conflictividad en las relaciones laborales, gremiales; no debería haber actos de sabotaje y de intimidación (bombas de estruendo a pocos metros; bombos…). Hubo pedido de disculpas por parte de L.O.M. Un «gesto verbal explícito» de que habían existido medidas inconvenientes.- No pudo perseguir la satisfacción por reparación de las injurias, por cumplir con necesidades funcionales.- L.P.R.(periodista): habla de un conflicto muy largo, un «parate» importante. Recuerda los camiones afuera, la paralización del municipio por 90 días. Hizo varias notas.- En la conferencia se hablaba de que el municipio estaba virtualmente paralizado y se iban a profundizar las medidas de fuerza. Él preguntaba qué más medidas se iban a tomar, si ya estaba todo paralizado. En respuesta a eso se produjeron las palabras de L.O.M., etc. Cuando la nota se recopila, se rescató eso porque eran las palabras fuertes dentro del conflicto.- Sabe que ya había una orden de desalojo. No vinculó estas palabras con esa orden, en ese momento; «la visión que [tenían] era que ya el conflicto se había personalizado mucho entre H.Q. y L.O.M.». No «repreguntaron» sobre ese tema (las palabras motivo de este cargo). Cree que [los periodistas] estaban pensando en otras cosas. En esos días entrevistaron al intendente y a L.O.M. No personalmente él (a H.Q.). No recuerda si comentaron sobre el estado de ánimo de éste. Vio panfleteadas, pintadas, aunque no las filmó su equipo. Seguramente tuvo otras entrevistas con L.O.M., por sus tareas, no recuerda si dentro del conflicto.- Pregunta la querella, sobre lo de «frase fuerte»: lo veían (equipo periodístico) como una suerte de personalización; una declaración directa contra H.Q., etc. Material difundido por lo menos una vez, casi seguro dos. Cree que la conferencia de prensa fue a la mañana. No recuerda cuáles medios estaban presentes, ni cuántos, pero varios. Él preguntó sobre cómo profundizarían las medidas si ya el municipio estaba paralizado; en el momento esa frase le pareció una de tantas cosas que se hicieron fuertes. Después, al verlo, al evaluar el material, le pareció más fuerte, en el contexto.- O.L.C.(Abogado, funcionario): a mediados de Junio/05, se «anoticia» de inconvenientes con maquinarias; que «algunas de las máquinas habían sido sustraídas»; retiradas por los agentes que las tenían a cargo, sin decir que participarían en el conflicto. Personal jerárquico comprueba que no estaban donde habían sido destinadas. Posteriormente le informan que estaban en Av. Argentina y Roca; maquinarias destinadas al servicio público. Van a la Cria. 2ª con D.A.C. (funcionario) y otro, que no recuerda; denuncian, pide el recupero en dos oportunidades.- Ellos (D.A.C. y otros funcionarios menores) o su personal asignaban a cada una de las maquinarias las funciones que tenían previstas para ese día; ellos comprobaron que no habían llegado al lugar asignado, informando; lo acompañaron a la comisaría; esos informes mencionaban las personas encargadas de esas máquinas: salvo L.O.M. (que no era operador de maquinarias), eran los demás imputados; se le lee los nombres de la denuncia, con las máquinas asignadas (fs. 247vta.): recuerda que volcaron los datos suministrados por las personas (los «responsables») que mencionó recién. Ratifica la denuncia. Cambio de destino, porque cada máquina tenía asignada una tarea específica; lo mismo ese día. Las máquinas eran afectadas cada día para cada tarea; ese día cargaron combustible y no fueron al lugar al que le estaba asignado. Cree que preguntaron si (los operarios) participarían en medidas de fuerza. Que a partir de entonces y por noventa días no cumplieron con su destino.- Era apoderado del municipio, no el único, etc. Fue instructor de los sumarios; su actuación terminó en la recomendación suya de la cesantía de esas personas. Fue elevado a la Junta de Disciplina; no sabe cómo terminó; una vez elevado, cesa toda intervención del sumariante. No se enteró que hubiera habido cesantía. Los agentes están trabajando todos (por lo tanto, no las hubo). En relación al otro tema: sabe de la conferencia de prensa; un clima preocupante; L.O.M. respondía preguntas de periodistas. A una responde que si se no se abonaban el aumento salarial pretendido y que si se producía el desalojo (ya estaba interviniendo la Justicia), se iba a afectar seriamente el futuro político del intendente. El conflicto fue adquiriendo una virulencia que el testigo no conocía hasta la fecha; comenzó a «direccionarse», a personalizarse respecto de H.Q. (pintadas, dichos respecto de la esposa del intendente); lo veía como «un afectar», perjudicar esa gestión, que había sido amenazada tiempo antes. Después se dejaron de lado situaciones personales y el clima mejoró. Cree que el conflicto perjudicó, «en la mente» de los ciudadanos, al intendente, porque no se pudo brindar el servicio público. Considera que se afectó la gestión política.- L.O.M. (conferencia), exigía la aceptación de las exigencias salariales y se refería al posible desalojo; si se producía el desalojo, se iba a complicar el futuro político, etc. No tuvo reuniones específicas sobre el tema, que recuerde; lo que recuerda es, una vez finalizado el conflicto, la preocupación por lo que había ocurrido, «la dureza», las pintadas; dejar de lado las cuestiones personales, privilegiar el servicio público; no recuerda conversaciones con el acusado, por el tema.- J.V.(es padre del imputado del mismo apellido): no tiene noticias sobre estos hechos. Director de Mantenimiento Vial, zonas 3 y 4, era su cargo; varios jefes de división subordinados suyos (tres). Mantenimiento Vial, Riego y Agua Potable, las tres áreas. J.R., A.V. y C.O.B. El chofer «comunicaba» a la hora y media de comenzadas las tareas. El jefe de división cada día entrega los partes diarios, destino de la tarea. M.A.V. dependía de R. (dentro de su dirección), todos eran empleados suyos excepto L.R.M. Todos los días se entregaban los partes. En momentos de salir, cumplieron; después le comunicaron que las máquinas estaban en el Palacio; debían regresar entre las 13.00 y las 14.00, generalmente salen 07.10. Una hora y media después le informaron que estaban apostados cerca del Palacio; en ese lapso no pudieron realizar el trabajo encomendado. No recuerda el tiempo que las máquinas estuvieron paradas, cree que un mes y algo; se continuó con algunas máquinas del E.A.; después el Ejército las retiró por seguridad (no sabe porqué). Se afectó la prestación del servicio en forma parcial, porque algunos camiones habían alquilado, en agua potable y riego. En caso de huelga, queda el equipo parado (salvo personal jerárquico) porque tienen el personal justo.- J.A.M.: el testigo tenía a cargo a J.V.P. solamente; éste retiró el parte como todos los días para salir a trabajar. No lo ubican en el lugar de trabajo, él (J.V.P.) les dijo que estaba en el Palacio. Les dijo que iban a hacer una asamblea allí y después se iban a retirar al lugar de trabajo, pero no pudo volver porque vinieron otras máquinas. Era Director de Mantenimiento Vial, zona 2 (delegación San Lorenzo). No sólo J.V.P., pero el único vehículo «que [se] sustrajo» fue el de éste: un camión volcador; se transporta material de la cantera para hacerse limpieza en el barrio. Cargó combustible «y vinieron» [a la Municipalidad], no hizo el trabajo: de la estación de servicio [J.V.P.] vino al Palacio, «y de ahí, bueno, ya… no pudo volver». No sabe quién llevó de regreso la maquinaria, cuando fueron recuperadas; fueron al Batallón… .- D.A.C.: Director General de Mantenimiento Vial. Del cargo contra L.O.M. no sabe nada. Del otro: los equipos pertenecen a su área. Llegó y se puso en contacto con las áreas. Ellos están «descentralizados», varias zonas. Todas las mañanas se pone en contacto con los directores; esa mañana le comentaron que se habían levantado las medidas, iban a trabajar, se entregaron los partes. A la hora, hora y media, se dijo que algunos equipos estaban en el Palacio (cree que se enteraron por la radio). Fueron a verificar si estaban donde debían. No lo estaban. Ese comentario lo eleva. Después acompañaron a Cobos a hacer la denuncia, él sólo para suministrar los datos técnicos. Es probable que además de los datos de los equipos, diera los nombres de los operarios.- Las maquinarias estuvieron apostados en la Municipalidad, calcula que diez días; el servicio se resintió «parcialmente»: se contrató equipos. Cree que las medidas de fuerza venían de días anteriores. Como toda medida, hay gente que se adhiere y gente que no.- Los imputados [los 16] son empleados de su área (sin embargo, después dice que ni M.A.H., ni M.H.S.R., ni A.R.P., trabajan con él; Ríos, cree que andaba «prestado» a otra área). «Ese personal son irreemplazables», en caso de huelga o licencia, hay que buscar (contratar) personal; se contrata lo indispensable; el servicio es entonces menor, pero nunca se deja de prestar; se tardó una semana en atenuar el problema.- La recuperación fue un «operativo» organizado por la Subsecretaría, las máquinas fueron a parar al Batallón, con operadores de las empresas viales (colaboración). No el personal, que seguía adherido a la medida de fuerza. No tiene conocimiento de que hubiera habido dificultades para retirarlas; hubo algún tipo de resistencia verbal, nada más; él no lo vivió; la gente que estaba ahí se manifestó en contra de que se los retirara (comentarios). Cree que los llevaron al Batallón por seguridad. En muchas oportunidades no tienen verificación técnica. Se enteró por comentarios de que los retiraron.- C.O.B.: Jefe de División de Agua Potable. Al chofer a cargo (A.S., R.S. y J.C.P.) él les hizo una orden de trabajo. A la hora el superior le dijo que haga el recorrido, y no se encontraban en el sector: cuando él fue, no estaban haciendo la tarea. No sabe qué hicieron. A la hora y media se enteró que estaban en el Palacio Municipal. No recuerda el tiempo que estuvieron los camiones allí; varios días. El suministro de agua se hizo (con retraso, dos o tres horas, pero se hizo): también hay camiones contratados. Si no va el camión municipal, va el contratado (el servicio estaba contratado); se cambió el recorrido de trabajo: no importa gasto extra. No recuerda si antes del paro hubo reclamos del personal por el estado de los camiones.- C.G.m.: conoce personalmente a L.O.M., los demás sabe que son personal municipal. Es Director Municipal de Seguridad, Vigilancia y Mayordomía. De la conferencia (de la cual no recuerda «prácticamente» nada porque todos los días hacían conferencias), se enteró después (por los periódicos); habría dicho algo respecto de H.Q. y su futuro político. Hubo otros problemas, pequeños sabotajes. El paro en sí implicaba menoscabo de la gestión política, era en contra de la gestión de H.Q. Es lo que piensa; el paro y la permanencia en el municipio por tanto tiempo, la forma de llevar adelante el paro. El entonces subsecretario de relaciones laborales, A.V., entraba y salía con él todos los días. Entraban juntos con el testigo, normalmente bien. Un solo día los insultaron, cuando fue H.Q.; ese día les tiraron agua, los insultaron; el intendente se quedó casi toda la mañana y después se retiró. Con esa excepción, entraron y salieron [normalmente] todos los días.- En relación al otro hecho: él estaba en el Palacio cuando llegaron los empleados y las dejaron estacionadas allí; muchos camiones, palas, máquinas pesadas, algunas viales. Más de diez, doce días estuvieron allí. Se hizo un «operativo» con la Policía para retirarlas (Crio. Navarrete, Cria. 2ª: el Comisario trajo las llaves y las retiraron con otros empleados municipales). No sabe dónde las llevaron; con otros empleados, cree que algunos eran contratados, aunque la mayoría eran empleados municipales (uno o dos contratados). El que entregaba las máquinas era el jefe policial. Gente del gremio decía que alguno no tenía registro y por lo tanto no la podía llevar; ese se tenía que bajar. Cuando entregaron las llaves el testigo estaba presente. Unos días antes (tres, cuatro días después; puede ser una semana), él con la Escribana, le requirió las llaves a L.O.M. No recuerda que les contestó; no lo hicieron con los operarios, porque «ninguno dependía» del testigo. En ese momento no las entregaron. «Entiende» que se las entregaron al Comisario Navarrete, más de diez días después de que llegaron.- Ya llevaba treinta o cuarenta días de conflicto. Antes de la ocupación ya sabían que iban a tomar el Palacio; ese día los vieron venir. Tenían personal policial desde dos o tres días antes; cuando entraron los municipales había treinta o cuarenta policías. Los dejaron entrar (los policías) por orden del Comisario, para evitar que hubiera mayores daños; le habrían dicho a él (al jefe policial) que entraban y salían.- A.V.: era Subsecretario de Gobierno de la Municipalidad. Actualmente es responsable de la «Unidad Intendencia» [es evidente que era y es un funcionario político, y del mismo signo que el ex intendente y que el actual]. Recuerda la llegada de las máquinas, a mediados de Junio; también la conferencia, que no presenció, la vio por Canal 7. L.O.M. dijo que si no había una oferta razonable y no se levantaban las solicitudes de desalojo, iba a arruinar o comprometer el futuro político del intendente. En general, había manifestaciones cotidianas, verbales y escritas. Recibían todo tipo de agravios, algunas pintadas (a él y a su familia también los agraviaron); «actitud absolutamente discriminatoria, si nos referimos al tema de género» (se refiere a las agresiones verbales – obscenas – a la esposa del intendente y a la suya). No accionó. L.O.M. denunciaba supuestos negocios de él con contratistas de la Municipalidad.- Esos días entraba todos los días a las 07.00 y se iba a las 17.00, 18.00; trabajó «con mayor intensidad», de él dependía la seguridad del edificio; actividades normales, no. No se podía atender al público, hall «tomado», bombos, arengas, bocinas… Durante el conflicto no se presentó el intendente, salvo tres o cuatro días antes de finalizar. El testigo le recomendó que no se presentara: no contribuía a solucionar la situación. Además el estado de exaltación que podía devenir en «algún incidente hacia las personas», lo hacía peligroso. El día que [H.Q.] entró hubo insultos, silbatinas, arrojaron lavandina. Ya estaba «frío» el conflicto. Físicamente algún roce, pero no con el intendente; «era una situación absolutamente irregular», clima intimidatorio. El conflicto no era habitual, etc., etc. Antes había habido diálogo.- Cree que H.Q. se sintió como cualquier persona que no puede ejercer su responsabilidad por el cargo público; seguramente pensó que si se hacía presente en el edificio municipal agravaría el conflicto; que por eso hizo caso a su consejo. La Policía nunca respondió; la Justicia decidió, pero sus órdenes no fueron cumplidas. Había una motivación política, «sin ninguna duda». El gremio participaba de la «mesa política Sobisch Presidente»; se trataba de socavar no solo el funcionamiento de la Municipalidad, sino también «el proyecto político» de H.Q. No se puede mezclar lo que hace el dirigente de [o: con] la persona que reclama legítimamente: a la dirigencia de Si.Tra.Mu.Ne. No la cataloga como punteros políticos; sí es conocida la relación política de algunos dirigentes.- El contexto, «sin dudas», era amenazante; la exigencia era una oferta salarial acorde con el reclamo del gremio y que desactivaran las solicitudes de desalojo; las declaraciones de L.O.M., aislados, quedan «desactualizados», el testigo – dice que – se refiere al contexto. El tono fue amenazante, sin lugar a dudas. En ningún momento se amenazó con apalear ni reprimir a ningún empleado municipal. Se hizo sumarios, no recuerda cuál fue su resultado, sobre el «uso inadecuado» de elementos del municipio; el sumariante concluyó proponiendo sanciones. No recuerda si las hubo, es lo que correspondería.- Recuerda cuando justificaban la presencia de las máquinas (acerca de verificaciones técnicas). Cree que la maquinaria estuvo cerca de 15 días, no sabe si intervino la Justicia. Los chóferes dejaron las máquinas allí porque se plegaron a las medidas de fuerza. Informaban a la Subsecretaría Legal y Técnica sobre las máquinas que no estaban cumpliendo con su destino; los servicios se resintieron fuertemente.- J.R.: Era Jefe de División en Mantenimiento Vial (hoy es Director). Todos los días entregaban los partes diarios. Ese día se enteraron de que las maquinarias no estaban donde deberían. El trabajo se diagramaba por día; J.V. era el Director, en ese momento; el testigo lo coordinaba con él, para el otro día; ingreso, 07.00, 07.30, normalmente volvían a las 14.00, pero a veces había horas extras, volvían a las 16.00.- Ese día: los equipos no estaban en el lugar de trabajo. J.M.S., maquinista, uno de ellos; ídem L.O.M. C. A., E.R.G.; M.A.H. no pertenecía a su sector; D.O.R., no recuerda si estaba en su sector, pero lo vincula con la medida; J.V.P., estaba en otro sector, pero también se plegó; no M.H.S.R., Ni A.R.P.; si R.S., sí A.S.; no J.A.C., no estaba en su sector, ni J.M.G., ni L.R.M., ni J.C.P.; M.A.V. sí.- De su sector resultaron afectadas dos motoniveladoras destinadas a mantenimiento de calles de tierra y una cargadora para cargar camiones, hacer limpieza, etc. Requieren control técnico para funcionar; «Verificación técnica», se constata que cumplan las reglas. La hacen ellos (la Municipalidad). En ese momento estaban en condiciones de circular («y… en ese momento sí»); «son modelos muy viejos, así que en muy buenas condiciones no estaban…». Recuerda que los chóferes reclamaban por las condiciones de los vehículos, antes del conflicto. No recuerda accidentes. No puede decir cuánto tiempo no tuvo la disponibilidad de esos equipos. Los trabajos encomendados, durante ese tiempo, no se pudieron realizar.- (Otro testigo, N.E.C., hermano de uno de los imputados, fue citado como testigo: no sabe nada).- -3. Se leyó alguna documental, según consta en actas. Sólo vale la pena mencionar ahora la siguiente: planillas de ingreso y egreso de vehículos, fs. 253/255, del día 13 de Junio de 2.005, en la que figura el aparente retiro de varias máquinas (horario temprano) por parte de los imputados A.S., M.A.H., M.H.S.R., J.C.P., J.A.C., A.R.P., R.S., E.R.G., C.A.M., M.A.V., D.O.R. y J.M.S.; informes de fs. 258/260, según el cual no se encontró los vehículos en su lugar de trabajo, mencionan entre los operadores que retiraron algunos de ellos a J.C.P., a R.S. y a A.S.; a C.A.M., a M.J.S., a J.A.C., a E.R.G., a M.A.V. y a D.O.R.; a J.V.P., a J.A.C., a L.R.M. y a J.M.G. (se menciona también a otros operarios, que no llegan procesados).- Acta de secuestro de las llaves (18 llaves) de los vehículos, fs. 296 (ese acta misma no aclara quién entrega o a quién, ni dónde se las secuestra; sus antecedentes procesales [del acta], que constan a fs. 294/5 registran que L.O.M. hace entrega de las llaves «correspondientes a los vehículos que se encuentran estacionados frente al Palacio Municipal», todo con fecha 1º de Julio. Se las entrega a un tal C.C., acompañado de la Escribana, a requerimiento de aquél; C.C. se las entrega al Comisario). A fs. 298/300, secuestro de varios vehículos (más de dieciséis, que sería el número que se supone que resultaron afectados, al menos en esta causa).- Nota del periódico «Río Negro», de fecha 17 de Junio de 2.005, sobre la contratación de vehículos por el intendente, que registra, entre otras cosas, las palabras que se acusan a L.O.M.(«Si somos reprimidos le vamos a complicar el futuro político a H.Q.» - la nota agrega, refiriéndose al acusado: «amenazó sin pelos en la lengua» - fs. 436).- Fotografías de «graffitis» injuriosos (vergonzantes; creo yo que más para el que los escribió que para las personas insultadas; así suele ser), fs. 448/469 (muchos se refieren a la esposa del ex intendente, algunos a Vidal y su cónyuge, otros a H.Q. Mencionan a dos, tres o más de ellos, y a otras personas también [el citado C.C., p. ej.]).- Finalmente: se pidió la incorporación de un proveído, en esta causa, por el cual el Juez de Instrucción ordena la custodia de la casa del ex intendente (fs. 470); lo cita la Querella, lo cito.- Se exhibió el video que corresponde a la nota del Canal 7, en el que observamos a L.O.M. en su conferencia de prensa, en la que expresa lo de las «estrategias» que tenían «elaboradas» para «complicarle el futuro político» a H.Q., «si los trabajadores son reprimidos o apaleados», etc. [nadie cuestionó su autenticidad ni fidelidad]).- Lo demás no es de importancia.- -4. Tras este largo y tedioso relato del debate, al que nos obliga el hecho de que en nuestra tierra la oralidad es un mito (incluso el letrado de los querellantes se quejó de que no transcribíamos en actas todo lo que los testigos dicen; no pidió grabación, ni versión taquigráfica, que le habríamos concedido – a su costa, desde luego), a mis conclusiones.- En primer lugar, el supuesto delito de malversación acusado a trece de los dieciséis operarios inicialmente imputados.- Podemos dar por probado que nuestros imputados retiraron las máquinas y no las dedicaron al trabajo para el que se las habían entregado, así como que dicha maquinaria terminó estacionada en las veredas y proximidades del Palacio Municipal por varios días (hasta el 1º de Julio). Esto resulta fundamentalmente de los informes de fs. 258/260 y las constancias de fs. 294/300, así como de las testimoniales resumidas.- Mas eso es todo. La explicación que da M.H.S.R. no ha sido desvirtuada; bien entendido que, estrictamente considerado, su dicho no es una prueba, pero es un acto de defensa y, como tal, una explicación posible de los hechos «objetivos» - por así decirlo – probados (o por probarse); en tanto nada la desvirtúe, es la que debemos tomar por buena, por lo menos porque así lo dispone el art. 4º C.P.P. y alguno siglos de la historia de lo que llamamos, ingenuamente, «Occidente».- Ahora bien: esa explicación es plausible, no es ilógica, y nada la refuta; nada que se nos haya ofrecido como prueba y que haya sido admitido e introducido al debate. Además, en alguna medida, la corrobora el hecho de que casi todos los testigos nos dicen que los operarios esa mañana cargaron combustible. No me imagino porqué lo harían si no pensaban, cuando lo hicieron y después de retirar las máquinas, ir al lugar de trabajo que se les asignara. Y lo habrían hecho todos, los dieciséis y otros más, no uno solo o unos pocos.- Si es así (como lo dice M.H.S.R.), y así debemos aceptarlo, entonces no es cierto que las hayan desviado de sus destinos, sino, simplemente, que se acogieron al derecho de huelga (lo cual es lícito, obviamente; por lo menos aquí no se ha demostrado que no lo fuera) y por lo tanto, dejaron de trabajar. No dejaron las máquinas abandonadas; si bien no las condujeron de regreso a su depósito natural, las llevaron donde quedaban a buen resguardo y a la mano de las autoridades municipales. Por si fuera poco, nada más y nada menos que A.V., funcionario político, nos dijo que los chóferes dejaron las máquinas allí (en los alrededores del edificio de la Municipalidad) porque se plegaron a las medidas de fuerza.- Ergo, no se necesita nada más.- Es claro que el efecto, seguramente buscado, era impactar, reforzar la impresión de fuerza de la medida, justamente, «de fuerza». Pero sea cual sea el efecto y sea cual sea su intención, lo cierto es que dejaron la maquinaria en poder (simbólico, por lo menos) de la autoridad municipal.- No se ha probado que se resistieran a entregarla; algunos testigos nos dicen que se les requirió dos veces, pero de toda la prueba recibida sólo consta registrada una, la que mencionara antes (la documental de fs. 294/300), según la cual las llaves de los vehículos les fueron entregadas al único requerimiento que consta, y se los llevaron.- Un testigo solo dice que hubo resistencia, pero solamente verbal (D.A.C.); pero otro nos dice que los chóferes denunciaron que algunos de los hombres que debían conducirlos, cuando finalmente los retiraron, no tenían registro o no estaban habilitados para conducirlos, por lo que debieron descender (C.G.M.); ambas explicaciones se complementan; no consta que hubiera una verdadera resistencia, sino una advertencia legítima y perfectamente válida. Subsanado el problema, no se dice que hubieran intentado impedir que se las lleven de ninguna manera.- Con lo que el cargo no fue probado. Pero lo que es más importante, es que ya estaba muerto (por seguir con mi metáfora) antes de nacer (desde su concepción), porque como muy bien lo señala la Defensa, es de claridad meridiana que el art. 260 pena al «funcionario público que diere a los efectos o caudales que administrare una aplicación diferente [etc.]» [itálicas mías], y me parece obvio que un operario no administra nada. Si uno de nuestros empleados de mantenimiento – pongamos por caso, un electricista – utiliza el destornillador proporcionado por el Poder Judicial para ajustar una silla en su casa, a nadie se le ocurriría que está administrando mal la herramienta y cometiendo una malversación.- Que la herramienta sea un camión y no un destornillador, no varía la naturaleza de la cosa ni su relación con el trabajador al que se le entrega para hacer el trabajo asignado. Es una herramienta que se le entrega al operario para trabajar.- De modo que aunque alguno se hubiera llevado el camión para sacar a pasear a su novia, no cometería malversación; quizás otro delito o infracción administrativa, pero no malversación.- Este cargo fue, desde el comienzo, un engendro teratológico.- -5. En cuanto a L.O.M.: es cierto, nadie puede negarlo, que cualquier expresión lingüística significa según el contexto inmediato (el texto que la rodea) y la situación (o contexto en sentido amplio). No cabe duda. También es cierto, y tampoco lo pone en duda nadie, que para que un gesto o una actitud (que tendría valor de signo, o – quizás deberíamos decir – de significante) signifique una amenaza, no es menester que su enunciado sea directo; el contexto y la situación dan su significado y sentido. Incluso una mirada podría significar o tener sentido de amenaza.- Las fotografías citadas antes y los dichos de algunos testigos (H.Q., A.V., C.G.M.; incluso L.P.; la nota del periódico «Río Negro») acreditan un marco furiosamente injurioso, agresivo, amenazante por sí.- Situación que abre muchas posibilidades dañinas; pero es el caso que las palabras concretas, el enunciado mismo que es el que concretamente se nos propone como objeto procesal, recorta muy precisamente cuál, entre ellas, sería el mal amenazado (anticipado; la intención presuntamente verosímil de hacer daño en un futuro, anunciada al paciente para atormentarlo, anticipar el sufrimiento): dañar las expectativas de la carrera política del paciente, H.Q.- La situación y dentro de ella cada signo que nos trae éste y sus colaboradores (A.V., en particular), presagia o parece presagiar otra clase de daños, incluso a la persona física de H.Q. y de otros, o de sus familiares; por lo menos, a su tranquilidad, su imagen, su prestigio, su ánimo. Pero L.O.M. recortó muy precisamente a qué clase de eventuales daños se refería, y no era eso; dentro de la gama de posibilidades que la situación abría, los dichos de L.O.M. seleccionaron algunos y dejaron fuera el resto; dejó afuera aquellas que ahora nos traen, muy dramáticamente, las acusadoras.- Así lo entendió muy claramente el mismo H.Q.: nos dice que en su momento sintió que se iban a llevar a cabo acciones para complicar su futuro político (que es, ni más ni menos, lo que dijo L.O.M. [enunciado], según lo vimos en video y lo recogió la nota del periódico, nos transmite L.P., etc.); “En las urnas nos vemos”, nos dice que le habría dicho, en alguna ocasión, L.O.M..- Que si se producía el desalojo se iba a afectar seriamente el futuro político del intendente (O.L.C.). L.O.M. habría dicho algo respecto de H.Q. y su futuro político (C.G.M.). L.O.M. dijo que […] le iba arruinar o comprometer el futuro político del intendente H.Q. (A.V.). Se trataba de socavar […] también el proyecto político de H.Q.(ídem).- De lo que resulta que, aunque el entonces intendente pudiera temer acciones de otro tipo, o aún que las actitudes de L.O.M.(incluso esas palabras) pudieran exaltar aún más los ánimos de los huelguistas, queda claro que las expresiones concretamente traídas a juicio como amenazantes, aún incluyendo el contexto amplio (situación), no pueden vincularse con otros eventuales daños [futuros, obviamente, porque si no, no serían eventuales] más que la afectación de su carrera política, y nada más. Todo lo demás no corresponde a esta causa ni puede vincularse con el sentido de lo expresado por el acusado y por lo que se lo acusa.- Además de que, si se pretendía que el significado verdadero (o el sentido de la expresión de que se trata), el de la enunciación (más que el «connotado»), fuera otro (daño en la persona, etc.), debió haber sido propuesto como objeto procesal para que el imputado y su Defensa pudieran preparar su defensa (o aceptarlo), y no lo fue, de modo que su introducción ahora es extemporánea e inadmisible.- Por la misma razón (porque no fueron propuestos como tema), no se probó que las repugnantes actitudes que sí están acreditadas (las pintadas, etc.; que –como dije antes– más agravian al que las pintó que a sus pretendidos destinatarios) resultaran de la puesta en acto de la voluntad de L.O.M., ya sea por él, ya por otros a los que hubiera determinado. Tampoco que no se habrían dado si L.O.M. no hubiera dicho lo que dijo (que fueran la efectuación del mal [encubierto] amenazado), etc. Y no se le dio oportunidad de contraprobar, de probar que no fue su voluntad, etc., etc.- En definitiva, las muy esforzadas alegaciones de las acusadoras son efectistas, pero sólo distraen: han probado actitudes desagradables, asqueantes, repugnantes; su evocación produce un profundo efecto sentimental (incluso visceral); pero no era lo que debían probar; no prueban que eso fuera el daño futuro que L.O.M. estaría anunciando en las palabras y conferencia de prensa que traen como la amenaza que debemos juzgar.- Y el querellante lo sabía ab initio, porque así resulta de su enunciación (dada por las expresiones que arriba transcribí, referidas a su futuro político. Futuro político que sí es lo «connotado» en su discurso [Barthes, R., La aventura semiológica, versión castellana de Alcalde, R., Barcelona, Paidós, 2.009, pp. 102/103]).- -6. En el mismo tema: el delito de coacción (art. 149 bis párrafo segundo C.P.) parece derivar, ser una figura especial, de la figura general de las amenazas (primer párrafo del mismo precepto), pero no es enteramente así; porque para que haya amenazas es necesario que el mal anunciado sea en sí mismo injusto, mientras que la injusticia de la coacción puede estar no sólo en la naturaleza del mal anunciado, sino también en la prestación que se pretende del coaccionado: aunque el mal anunciado sea de la clase de los que el amenazado esté obligado a soportar (no sea injusto), habría igualmente coacción si el paciente no estuviera obligado a soportar la exigencia de que haga o no haga aquello que se pretende que haga o no haga.- En la amenaza lo que se busca es aumentar el sufrimiento de la víctima, prolongando su duración por el tiempo de la espera. En la coacción, es lograr una conducta determinada de aquella.- Por lo tanto no basta para desechar el cargo con decir que la amenaza de comprometer el futuro político de alguien que se queja desde su posición de político, es un riesgo aceptado por quien se sitúa en esa posición, y que por lo tanto tiene la obligación de sufrir (el riesgo); esto es, que no se amenaza con un daño «injusto», en este sentido.- La cuestión es otra: si la amenaza, sea en sí justa o injusta, es seria e idónea. Si es cierto o por lo menos si la víctima puede razonablemente creer que el agente tiene el poder de causar el mal que amenaza. Esto lo tienen en común la figura de la amenaza y la de la coacción; en el primer caso, porque si así no fuera, la actitud pretendidamente amenazante no asustaría (no causaría sufrimiento), y en el segundo, porque si no puede asustar, no sería el motivo de lo que el amenazado haga o deje de hacer, ni podría éste sentirse compelido a hacer algo contra su voluntad por causa o con motivo de esa pretendida «amenaza».- Mas para que se pudiera decir que la amenaza es seria, no basta con una generalidad (la amenaza de un resultado dañoso genérico, como «complicarle el futuro político» a alguien), sino que es preciso que el dicho, para ser intimidatorio, sea preciso: «haremos esto o lo otro»; que exprese concretamente de qué modo, con qué maniobras o acciones cuya efectuación esté en poder del que amenaza, se provocaría ese resultado.- Limitado el campo de posibles daños a «complicar el futuro político», como quedó dicho arriba, no es verosímil que ningún político se atemorice por una bravata, o una amenaza abstracta. Es más, puede que L.O.M., como en un juego de naipes, no tuviera en realidad nada.- -7. Supongamos que H.Q. temiera que sí lo tuviera (por seguir con la figura del juego de naipes), y limitado «el juego» propuesto a la «complicación de [su] futuro político» (porque no ha se logrado demostrar la vinculación del dicho del acusado con ningún otro posible daño): se supone que el futuro político de cualquier hombre político, su éxito o fracaso, depende del electorado; más aún: del conjunto de la sociedad. No de una persona o grupo de personas.- Si alguien recurre a métodos ilícitos (sobornar al elector, intimidarlo, impedirle ejercer sus derechos políticos, engañarlo fraudulentamente, falsear los comicios, etc.), y tiene éxito, puede decirse que el daño que sufre su oponente le es imputable a él y o a ese grupo, y no al electorado ni a la sociedad en general; es más, el daño va más allá del político perjudicado, va en perjuicio de toda la sociedad.- Pero si recurre a medios legalmente permitidos o tolerados (aunque sean moralmente malos), hemos de suponer que el sistema jurídico-político, a su vez, presupone que el electorado, o la sociedad, puede discriminar, no se deja engañar con lo que se le presenta por tales medios. Ergo, en estos casos, el fracaso de un político o la caída de su carrera, no depende (para el sistema jurídico) de lo que hagan en su perjuicio sus oponentes, sino de la voluntad general (por emplear el significante de J. J. Rosseau).- Y si, escépticos, no creemos en este presupuesto, no creemos en el sistema, etc., de cualquier modo sigue siendo la voluntad general la que, en general, lo acepta (aún por resignación), con lo que siempre el daño que el hombre político honesto soporte sigue estando en la mano de la sociedad, aunque ahora visto en un grado superior (el constituyente o el preconstituyente).- Ahora bien: nadie le preguntó a L.O.M. cuáles serían esas «estrategias» que dijo que tenían «elaboradas» para perjudicar la carrera política de H.Q. Podrían ser delictivas, pero también podrían ser de las admitidas (o toleradas) por el sistema jurídico (cualquiera sea su valor moral). No surge de las palabras del acusado (ni del contexto ni de la situación en que se dieron) que fueran de las ilícitas.- Como dije antes, los males que nos traen los acusadores, por fuera de la eventual afectación de la carrera política de H.Q., no pueden ser objeto de este juicio y, producidos o no, no se los puede vincular con lo que el acusado dijo, porque, en la forma en que lo hizo, recortó la clase de posibilidades comprendidas en su enunciado y su enunciación, quedando aquellos afuera.- Por ende, hemos de suponer que se refería a medidas permitidas (o toleradas) por el Derecho, porque así lo impone el ya citado art. 4º C.P.P.- Situados en esa hipótesis (la mejor para el reo, conforme la norma citada y su principio, hoy universal), entonces, supongamos que las «estrategias» fueran huelgas u otras medidas gremiales en sí lícitas (no delictivas): como dice la Defensa, toda huelga causa perjuicios al empleador (aunque sea el pueblo); por este medio siempre el trabajador procura hacer presión para obtener de su patrón (aunque el «patrón» sea la sociedad) alguna mejora.- Siendo que el sistema jurídico (tanto en materia laboral o sindical, como en materia política) admite (permite, tolera) esta clase de medidas, esta clase de presión y, por lo tanto, el eventual perjuicio al servicio público, ese sistema presupone que el elector (y la sociedad, en general) no se dejará conducir como corderos y elegirá bien igualmente, aunque haya sufrido el perjuicio. O, por lo menos, que la decisión y consiguiente responsabilidad, es suya y no del sindicalista o político que las promovió.- Por lo tanto, aún aceptando, aunque sea como mera hipótesis, que esa era la «estrategia» a la que el acusado se refería, la amenaza no era idónea (al menos para el sistema jurídico), porque se supone o se debe presuponer que quien tenía el verdadero poder para decidir sobre «el futuro político del intendente» no sería L.O.M., sino la sociedad. Y esto no lo puede desconocer nadie; menos aún quien se dedica a la Política, como es el caso del querellante H.Q., quien por lo tanto no podía, razonablemente, creer que L.O.M. tuviera ese poder.- -8. De todo lo cual se concluye que la «amenaza» concreta que se nos trae a juicio no puede considerarse ni seria, ni idónea para haber infundido temor al supuesto «coaccionado»; ni, por lo tanto, que pudiera compelerlo a ninguna conducta determinada.- Si sintió temor, temor justificado, no pudo deberse a lo que L.O.M., concretamente, dijo (ni al enunciado ni a la enunciación; ni al significado «denotado» ni al «connotado»). Sí puede ser, a otras actitudes, actitudes no sabemos de quién, que no fueron traídas a este juicio, pero no a lo que fue nuestro objeto procesal (ni directamente, ni indirectamente, como hechos «vinculados» a las palabras del acusado).- -9. Si el derecho laboral (y actualmente y en cuanto nos interesa, el administrativo, en la relación de empleo público) admite la huelga, con el consiguiente perjuicio para quien utilice el esfuerzo del trabajador (con lucro: empresa privada, plus valía – o sin él: servicio público, reciprocidad), como un medio de presión que le es admitido a aquél para lograr mejoras laborales, no puede al mismo tiempo ser (la huelga) una actividad ilícita; si la huelga llevada a acto no es ilícita, menos puede serlo la meramente amenazada. Por aplicación del principio de no contradicción, algo no puede ser al mismo tiempo lícito y no lícito (o ilícito). Y si no puede ser ilícito (porque es lícito), no puede ser delito.- De lo que se sigue que si la finalidad perseguida por el acusado cuando dijo lo que se le acusa hubiera sido presionar al intendente para que otorgue las mejoras salariales o, más genéricamente, laborales, que pretendían los trabajadores municipales (como «interpretan» Cobos y Vidal), y esa presión consistiera en profundizar la huelga (si esa hubiera sido la «estrategia» que los trabajadores tenían «elaborada»), esos dichos y con esa finalidad no podrían constituir delito.- Y si la finalidad procurada hubiera sido hacerlo desistir del desalojo judicial (como también nos lo dicen), como se supone que éste se había pedido en causa penal (en esta causa), y un funcionario de la jerarquía del intendente y sus asesores sabían que ellos no podrían detenerla ni detener la medida judicial (es por ese motivo que la Fiscalía muta la calificación del requerimiento, y la Querella dijo estar de acuerdo), entonces el supuesto medio tampoco habría sido idóneo para producir el supuesto resultado procurado.- Todo esto sin mengua de lo expuesto arriba (que la «amenaza» no era seria, por vaga, abstracta; ni idónea, porque el acusado no tenía el poder de producir el supuesto mal anunciado; la supuesta «amenaza» misma que nos ocupa no podía producir el temor, etc., y si éste existió, fue por otra causa y no por lo que se le acusa a L.O.M.).- -10. Resumiendo: no ignoro que un ejercicio salvaje del derecho de huelga, p. ej., puede incidir negativamente en una carrera política. Pero en toda confrontación política o gremial hay fuertes intereses encontrados. En todos los casos, si la lucha se lleva a sus últimos extremos, ambas partes pierden. Y lo que es más, pierde la sociedad. Como es poco probable que quieran llegar a esto, ambas deben ceder. Pero para eso cada una necesita demostrar a la otra que tiene algo que ceder, a condición de que la otra haga lo mismo. Lo cual es el reverso de la amenaza de hacer algo que no es ilícito en sí mismo – como profundizar una medida de fuerza que no sea declarada ilegal; o aunque lo fuera, si aún así no es delito [de Derecho Penal] – si el otro no da algo o no desiste de una actitud que perjudique al primero [dentro de los intereses en conflicto, se entiende].- De lo que resultan dos consecuencias: en primer lugar, que estas situaciones (de amenaza de profundizar una medida de fuerza, o recurrir a medidas no prohibidas en la lucha política) no pueden a la vez ser lícitas e ilícitas. Y segundo, que ningún político, como ningún sindicalista, puede seriamente decir que esta posibilidad lo atemoriza.- En consecuencia, no puede haber ni amenaza ni coacción, en sentido jurídico-penal.- -11. En definitiva: tampoco este cargo podía constituir delito.- A modo de colofón: una vez un alto funcionario dijo que los jueces debían mirar al futuro. No aclaró nunca a qué se refería, porque un juez que acata el Derecho por sobre exigencias contingentes, mira al futuro. Pero acepto el reproche, sólo que en ese sentido: mirar lejos, mirar las consecuencias a distancia y en relación a los valores sociales superiores, no sólo en el momento, no sólo la contingencia.- Porque alguien podría suponer de estas absoluciones, que los desmanes y aberraciones ocurridos en Junio de 2.005 son jurídica o moralmente indiferentes, que se puede ocupar edificios públicos, difamar, cometer toda clase obscenidades, impunemente. Que eso está bien si lo que se persigue es un fin justo.- No es así. Del hecho de que ninguno de los cargos que nos han convocado todo a lo largo de una semana sea delito, no debe concluirse que es lícito ocupar edificios públicos ni destruir o dañar bienes afectados al servicio público. Ni, en general, que sea lícito cometer desmanes para obtener algo a lo que alguien se considere con derecho.- Tampoco puede inferirse que avalamos los medios de lucha política o sindical, ni de ninguna clase, injuriosos, dañinos, inmorales; menos la inmundicia que se utilizó en el bochornoso episodio de Junio del 2.005.- El fin no justifica los medios.- Todo esto lo reprobamos categóricamente.- Lo que ocurre es que nada de eso llegó a este juicio, y no podemos condenar (o absolver) más que lo que nos es propuesto a juicio.- Para equilibrar, que no queden malos entendidos: tampoco acepto que se pretenda hacer pagar todo este entuerto a dieciséis modestos operarios, ni a nadie, fabricando delitos imaginarios, cuya absurdidad es evidente.- Ni que se pretenda utilizar a la Administración de Justicia para dirimir conflictos político-partidarios.- -12. En conclusión: voto, 1º) para que se absuelva a J.M.S., C.A.M., J.A.C., E.R.G., D.O.R., J.V.P., R.S., A.S., J.A.C., L.R.M., J.M.G., J.C.P. y M.A.V., todos ellos de circunstancias relatadas, del cargo que se les imputara y por el que fueran acusados, como autores de sendos delitos de MALVERSACIÓN (art. 260 C.P.), hechos que se dijo ocurridos en esta Ciudad, el 13 de Junio de 2.005, en perjuicio de la Municipalidad de la Ciudad de Neuquén.- 2º) Para que se absuelva a L.O.M., también de circunstancias relatadas, del cargo que se le imputara y por el que fuera acusado, como autor del delito de COACCIÓN (art. 149 bis , párrafo segundo, C.P.), por hecho que se dijo ocurrido el 16 de Junio de 2.005, en esta Ciudad, en perjuicio del entonces Intendente Municipal.- 3º) Costas a los querellantes, por partes iguales, porque no surge ningún motivo razonable por el cual pudieran haberse creído con motivo suficiente para llevar esta causa a juicio y por aplicación de los arts. 490 y 493 C.P.P.- Se regule el honorario de los Dres. R.H.C. y C.C.R, ambos en conjunto, por la defensa de los diecisiete imputados, en la suma de (…). Y los del Dr. J.I.G., por la representación y patrocinio de los dos querellantes, en la de(…).- VOTO del Dr.HECTOR O.DEDOMINICHI : Por compartir sus fundamentos y conclusiones, adhiero al voto del Dr. Castro.- VOTO del Dr.JOSE V.ANDRADA : Respecto de los hechos por los formularon acusación tanto el Ministerio Fiscal como la parte querellante, me remito a la descripción hecha por el primer votante. También al detalle que efectuó de la prueba recibida, y en general a la merituación de la misma en torno a la acreditación de los dos hechos objeto de este proceso, y a la determinación de sus protagonistas.- En lo que respecta a la acusación contra trece de los imputados por la supuesta distracción de los camiones y maquinarias municipales, formulada sólo por la querellante, lo primero que puedo señalar y desde el mero sentido común, es la manifiesta desproporción que se advierte entre la magnitud que la parte acusadora le ha asignado al hecho, y la pena en cada caso solicitada: seis meses de inhabilitación especial, más próxima al mínimo que a la mitad de la escala prevista por el primer párrafo del art. 260 CP. Pero lo llamativo es además que el Municipio dispuso internamente el inicio de sumarios que le permitían adoptar una sanción aún más severa, actuaciones que todo indica terminaron archivadas, se supone que por una decisión también administrativa. Nada más alejado entonces, en este particular caso, de los principios de última ratio y de mínima intervención pretendidos del derecho penal, fundamentalmente por tratarse de una repartición pública en conflicto gremial con sus dependientes.- Pero ya desde el plano netamente jurídico, tiene razón la defensa al afirmar que sus asistidos no tenían la administración de los bienes, tal como lo exige el tipo penal. Al respecto se ha señalado que ‘el carácter de administrador se da cuando el funcionario está facultado en la faz administrativa para disponer de los bienes, o sea, para aplicarlos a las finalidades legalmente determinadas’; además, que ‘no es administrador quien sólo tiene la facultad de imputar los bienes a un destino sin poder disponer de ellos, (...), ni los simples custodios de los bienes’ (Creus-Buompadre, Derecho Penal, Parte Especial, Buenos Aires, Astrea, 7ª edición actualizada y ampliada, II-312; ídem, Donna, Derecho Pena, Parte Especial, Santa Fe, Rubinzal-Culzoni, 2000, III-267). Esa relación especial requerida por el tipo legal estuvo ausente en el caso, pues los imputados eran meros operarios y por ende simples custodios de los bienes; el desvío, en todo caso, podría merecer otro tipo de imputación, como bien lo señaló la defensa, pero no aquella por la que han sido acusados. La conducta entonces resulta atípica, por lo que corresponde absolver en cada caso, sin costas.- Igual suerte debe correr, en mi opinión, el cargo formulado por ambos acusadores contra el enjuiciado L.O.M. Señalo en primer lugar que toda amenaza -medio comisivo de la supuesta coacción acusada-, para que tenga relevancia jurídica entre otras exigencias requiere que sea idónea. Y en este sentido debe interpretativamente recurrirse a criterios de razonabilidad, sin olvidar que ‘la existencia de la amenaza no puede depender del mayor o menor temor o amedrentamiento del sujeto pasivo, sino de su potencialidad para vulnerar el bien jurídico protegido; la amenaza no es punible por el daño que la víctima pueda o no creer que ocurrirá en su persona o intereses, sino por el peligro de que ello realmente ocurra’ (conf. Buompadre, Tratado de derecho penal, Parte especial, Buenos Aires, Astrea, 2009, I-674). En el caso concreto, la supuesta amenaza habría sido proferida por un dirigente gremial, dentro del marco de un tenso conflicto de esa índole, y contra el responsable político del Municipio local, el entonces Intendente. Esto es, contra un sujeto pasivo calificado por su condición de político, quien en definitiva estaba ejerciendo una prerrogativa propia frente al reclamo salarial. No entonces contra un hombre común, sino contra un funcionario cuyo futuro político, en todo caso, se supone habría ya evaluado y decidido poner en juego al asumir el enfrentamiento, obviamente aceptando las reglas del juego político. Es verdad que no debe descontextualizarse la expresión vertida en la conferencia de prensa, pero en mi entender es precisamente el contexto en que fueron utilizadas lo que la desdramatiza objetiva y racionalmente. Y acompaño al colega que inició la votación en aquello de que el temor que luego habría sentido el sujeto pasivo, no habría en todo caso tenido como antecedente la amenaza sino otros hechos ya directamente agresivos, más vinculados con su integridad propia y familiar, y su honra, que con su futuro político que, en todo caso, tampoco dependía del enjuiciado sino del electorado general, lo que también excluye la llamada gobernabilidad del daño como exigencia implícita de la tipicidad (conf. Creus-Buompadre, ob. cit.,I-359).- En función de todo ello es que la conducta acusada resulta atípica, por lo que procede absolver al acusado L.O.M., sin costas.- Comparto la imposición de costas propuesta por el primer votante, y el monto regulatorio de los honorarios profesionales.- En su mérito, habiendo oído acusación y defensa, esta Cámara, RESUELVE : I) ABSOLVIENDO a J.M.S. , C.A.M., J.A.C., E.R.G., D.O.R., J.V.P., R.S., A.S., J.A.C., L.R.M., J.M.G., J.C.P. y M.A.V., todos de circunstancias relatadas, del cargo que se les imputara y por el que fueran acusados, como autores de sendos delitos de MALVERSACIÓN (art. 260 C.P.) , hechos que se dijo ocurridos en esta Ciudad, el 13 de Junio de 2.005, en perjuicio de la Municipalidad de la Ciudad de Neuquén.- II) ABSOLVIENDO a L.O.M., de circunstancias relatadas, del cargo que se le imputara y por el que fuera acusado, como autor del delito de COACCIÓN (art. 149 bis , párrafo segundo, C.P.) , por hecho que se dijo ocurrido el 16 de Junio de 2.005, en esta Ciudad, en perjuicio del entonces Intendente Municipal,.- III) COSTAS a los querellantes, por partes iguales (arts. 490 y 493 C.P.P.).- REGÚLASE el honorario de los Dres. Ricardo Horacio Cancela y Carlos C. Ronda (…) Y el Dr. José Ignacio Gerez, por la representación y patrocinio de los dos querellante (…).- IV) REGÍSTRESE . Quede notificada por su pública proclamación (art.365 del CPrPyC.). Cumplida, con sus constancias y previa conformidad del Ministerio Fiscal y el Colegio de Abogados, ARCHIVESE .-