Você está na página 1de 28

SENTENCIA Nº 43/2.009 .

En la Ciudad de Neuquén, Capital de


la Provincia del mismo nombre, a los dieciocho días del mes
de Septiembre de l año dos mil nueve, se reúne en Acuerdo
la Excma. Cámara en lo Criminal Segunda de esta Ciudad,
integrada por los Señores Jueces Dres. EMILIO E. CASTRO,
JOSE V.ANDRADA y HECTOR O. DEDOMINICHI, presididos por el
primero de los nombrados, para dictar Sentencia en autos
caratulados:”M.J.S. y otros s/Malversación de Caudales
Públicos – O.L.M. s/Coacción Agravada”, Expte.n° 65-año
2008 (ex causa n° 21.275/05 del Juzgado de Instrucción
Cinco), debatida en audiencia de los días siete, nueve,
diez y once del corriente mes y año, en la que intervino
por la Acusación el Sr. Fiscal ante el Cuerpo Dr. Rómulo A.
PATTI, el apoderado de la querella Dr. J.I.G. y por la
Asistencia Técnica los Sres. Defensores, Dres. R.H.C. y
C.R.; causa seguida contra O.L.M.(…); M.J.S(…); C.A.M. (…);
J.A.C.(…); E.R.G.(…); D.O.R.(…); J.V.P.(…); R.S.(…); A.S.
(…); J.A.C.(…); L.R.M.(…); J.M.G.(…); J.C.P. (…);
M.A.V.(…); por hechos cometidos en 16 de Junio de 2005 en
perjuicio de la Municipalidad de Neuquén y del Sr. H.Q.;
hechos que fueran calificados como COACCION AGRAVDA
(art.149 ter, Inc.2°, acápite a) del C.Penal respecto de
L.O.M. y como MALVERSACIÓN DE CAUDALES PUBLICOS en relación
al resto de los imputados (art.260 del C.Penal).-
Concluida la audiencia pública los señores
Jueces pasaron a deliberar en sesión secreta y conforme las
normas del art. 363 del código de procedimientos y,
habiendo decidido el fallo, dispusieron diferir la lectura
hasta el día de la fecha a fin de posibilitar su redacción
definitiva. Según el sorteo efectuado los señores Jueces
emitieron los siguientes votos:
VOTO del Dr.EMILIO E.CASTRO: -1. En Junio de
2.005 hubo en nuestra Ciudad un prolongado conflicto entre
personal de la Municipalidad y su gobierno (o sus
gobernantes; en particular, el intendente). Conflicto
gremial, para unos; con contenidos políticos, para los
otros.-
Se dice que hubo entonces desmanes, daños,
graves desórdenes alrededor del municipio; que lo afectaron
en cuanto entidad y, ya físicamente, en el edificio mismo
del llamado «Palacio Municipal», en la esquina N.O. de la
Avda. Argentina y Calle Grl. Roca, pleno centro.-
Pero de ese mal encuentro, desencuentro o
encontronazo prolongado (se nos dice que duró casi noventa
días; ochenta y siete, dicen los más precisos), lo que hoy
nos llega son sólo dos episodios. Los «desmanes» mismos, se
leyeron en el proceso penal, el de instrucción, como dos
hechos que habrían obstaculizado la acción del Municipio
(ahora con mayúscula), que se pretendió subsumir en el art.
241, ambos incisos en concurso ideal, del código penal. Lo
cual, dicho así, no da la idea de la magnitud del problema
que relatan los testigos. Reducidos a meros títulos,
murieron sin llegar a juicio porque fueron sobreseídos por
prescripción de la acción penal, al concluir la etapa
intermedia o de crítica instructoria.-
No sé porque se los dejó morir.-
Vale la aclaración porque, como efecto de esa
decisión, ya no es nuestra tarea abordar todos aquellos
acontecimientos, que seguirán muertos, sino sólo dos
episodios en su transcurso y dentro de su marco, como
contexto. Es la causa la que se ha minimizado; no nos toca
a nosotros pronunciarnos sobre la gravedad social, moral ni
jurídica de la ocupación – se dice – del edificio, la
prácticamente paralización de los servicios públicos que
allí se brindaban o debían brindarse, y de otros que debían
producirse en otros sitios o desde otras sedes, pero
afectados por el enfrentamiento y por la dicha paralización
de la Administración Central. Ni tampoco sobre sus causas,
ya sea el presunto conflicto social, que – a estar a los
noticieros de la época – parece haber sido parte de una
situación general en nuestro País y, particularmente, en
los municipios, o – como pretende el querellante y en
particular, quien fuera el entonces intendente y sus
funcionarios políticos – que el trasfondo o la verdad de
este particular conflicto, el de nuestra Ciudad, haya sido
eminentemente político-partidario.-
Sólo dos episodios, decía, a saber: 1º) el 13,
por la mañana, varios operarios (dieciséis de los
diecisiete imputados: J.M.S., C.A.M., J.A.C., E.R.G.,
M.A.H., D.O.R., J.V.P., M.H.S.R., A.R.P., R.S., A.S.,
J.A.C., L.R.M., J.M.G., J.C.P. y M.A.V.) retiraron de su
depósito maquinaria pesada (camiones, máquinas viales tales
como motoniveladoras, palas cargadoras, etc.) de la
Municipalidad, presuntamente para realizar las tareas
asignadas para ese día; se supone, eran sus operarios
habituales, empleados ellos del municipio y destinados en
el área de mantenimiento vial, en general (también servicio
de agua potable, riego de calles). Pero, en su lugar, las
llevaron a las calles que rodean el «Palacio» y allí las
apostaron – es lo que se les acusa – con la finalidad de
reforzar la medida de fuerza (paro).-
Este hecho fue descartado por la Acusación
Pública al momento de pronunciarse sobre el mérito del
sumario, pero sostenido por la Particular (la Municipalidad
de Neuquén y el ex intendente H.Q. a título personal,
admitidos como querellantes, con la representación común
del mismo letrado), que lo sitúa en el art. 260 C.P.,
malversación de caudales públicos; obviamente, se lo
acusaba a los dieciséis operarios.-
2º) El 16, quien por entonces era el Secretario
General del sindicato que agrupaba a los empleados
municipales, Lic. en Administración Pública L.O.M., se dice
que intimidó (o pretendió hacerlo) al entonces intendente,
H.Q., con el anuncio de la intención de «complicarle el
futuro político» mediante [la efectuación de] «una serie de
estrategias» que «tenían elaboradas» si los «trabajadores»
fueran «apaleados» o «reprimidos», y que lo hizo con la
finalidad de que aquél desista del desalojo judicial pedido
y efectúe una propuesta «seria y responsable» frente al
reclamo salarial que habría motivado todo el ya mentado
conflicto.-
Esto ocurría – se nos informa – en el «hall» del
citado «Palacio», ocupado por entonces por el personal
municipal (o parte de él).-
Hecho este que le imputaran ambas acusadoras; la
Fiscalía dijo, en su requerimiento de elevación a juicio,
que correspondía al art. 149 ter [inc. 2º, a ] C.P., en
cuanto figura calificada de la de su art. 149 bis último
párrafo (coacción agravada por dirigirse contra un miembro
de un «poder público», con el fin de obtener una medida de
sus atribuciones). La Querella, más modestamente, lo
remitió simplemente al citado art. 149 bis , párrafo
segundo C.P. (coacción simple). Al presentar su caso al
debate, el representante de la Vindicta Pública ante la
Cámara redujo su pretensión reubicando la causa como lo
había hecho la Querella en su requerimiento, cosa que ésta,
a su turno, compartió (arts. 312 y 339 C.P.P.).-
No hubo cuestiones preliminares (sólo alguna
petición de la Querella sobre una nueva prueba, resistida
por la Defensa y que en definitiva no fue proveída, y la
oferta del fiscal de una suspensión del proceso a prueba,
que no fue aceptada). Así las cosas, se abrió el debate,
dando oportunidad a los imputados de contestar los cargos.-
Bien entendido el instituto del art. 343 C.P.P.,
se trataría, principalmente, de la posibilidad que se les
reconoce a los imputados de hacer su presentación del caso,
de su caso, en oposición al de las acusadoras; contestar
los cargos, como decía; defenderse, si lo desean, sin
mengua del valor probatorio que podrían tener sus dichos
(más que como prueba – se me ocurre – como aceptación,
admisión total o parcial del cargo…). Sólo posibilidad,
facultad, no obligación, únicamente L.O.M. la ejerció. En
el sumario había declarado M.H.S.R., quien, como los
restantes quince, «declinó» este supuesto «derecho» en el
debate. Los demás tampoco en aquella etapa lo hicieron.-
L.O.M., entonces, acusado solamente de la
presunta coacción por sus dichos o advertencias en el
Palacio Municipal, el 16, en síntesis, tras ubicar
someramente su conferencia de prensa en el contexto del
conflicto, dijo que con lo de las estrategias, etc., se
refería a medidas que tomarían si los empleados,
particularmente los que estaban ocupando el edificio, eran
reprimidos o apaleados; si se intentaba desalojarlos por la
fuerza, violentamente; pero no si lo eran por la Policía,
sino por sicarios enviados por las autoridades municipales
(supongo que no aceptaría tampoco que la Policía los
apaleara); en otras palabras, que no se disponía a resistir
una orden judicial que la Fuerza Pública intentara acatar
procediendo a echarlos de allí; por ningún medio, ni
siquiera intimidando al intendente para que desistiera de
sus acciones judiciales, queda entendido (porque ese era el
cargo contra el que se defendía). Se refería a resistir
medidas ilegales, a la mera fuerza ilegal e ilegítima que
suponía se estaba preparando (así lo afirma).-
No aclaró cuáles serían esas «estrategias» que
habían «elaborado», ni concretó cuáles medidas podrían ser
las que ellos tomarían, ni si lo harían a título de
defensa, contraataque, o de represalia. No contestó
preguntas (lo que no sólo era su derecho, sino que, además,
me parece lo más adecuado para esta etapa: defensa,
contestar los cargos, ya que el código no prevé otra, como
lo hacía el viejo código escrito. En el proceso civil esto
sería «trabar la litis »).-
M.H.S.R. había dicho (también en resumen) que él
esa mañana (la del 13) había concurrido a su lugar de
trabajo, había recogido las órdenes para el día y había
tomado su camión (su herramienta), para salir a cumplirlas;
a poco recibió la noticia de que había una asamblea
(gremial, se entiende, y relacionada con el reclamo
salarial) en el Palacio, y hacia allí se dirigió. Allí dejó
el camión a su cargo y quedó. Más tarde (no dice cuándo)
entregó las llaves. Eso es todo. Declaración que se leyó,
como lo manda el citado art. 343 C.P.P.-
Oído L.O.M. y leído M.H.S.R., se recibió la
prueba, que consistió en once testigos y alguna documental;
de todo ello anticipo, por ser necesario para comprender la
discusión final, un resumen de la testimonial del ex
intendente, H.Q.: él entiende que se trataba de cuestiones
políticas; había habido tratativas en torno al reclamo
salarial, etc., sistemáticamente rechazadas por el
sindicato; pero, concretamente, la ocupación del edificio
municipal devino en una situación de violencia de por sí
intimidante (no habló de violencia física en acto, pero sí
potencial; salvo un episodio que él mismo minimiza, ocasión
en la que al salir le arrojaron agua con lavandina; no otra
cosa); que después de la conferencia de prensa de L.O.M.
fue objeto de agresiones escritas y verbales,
«panfleteadas» por toda la ciudad, frente a su casa (que no
habría sufrido otros daños), por los alrededores del
colegio al que concurría su hija; pintadas callejeras,
dichos verbales y escritos injuriosos hacia su persona, su
esposa y su familia, etc., todo lo cual lo hacía temer por
su persona y la de aquellos, aunque parecía referirse más a
la tranquilidad de espíritu, al prestigio que se pretendía
empañar, menoscabar, que a daños físicos (aunque no los
descartó); todo lo cual vincula con los dichos de Martínez
en aquella conferencia de prensa (como concreción del
riesgo amenazado).-
Agotado ese momento, se abrió la discusión final
(art. 358 C.P.P.). Ambos acusadores sostuvieron sus
posiciones iniciales; así, la Fiscalía consideró probado el
cargo por presunta coacción que imputaba a L.O.M., y por
este delito, en definitiva, lo acusó, con la sola
variación, respecto de su requerimiento (que ya había
anticipado), de que ahora no consideraba que se tratara del
delito calificado, sino de su figura simple (porque no se
exigía una medida de las atribuciones del intendente: la
paralización de una orden judicial – en esta causa penal –
de una orden de desalojo); y pidió la pena de dos años y
cuatro meses de prisión, de ejecución en suspenso, y
costas. Respecto del cargo dirigido por la Querella contra
los otros dieciséis, también mantuvo la posición del
requerimiento, sin mayor fundamentación (se limitó a
ratificar aquella pieza). La Querella sostuvo el cargo
contra L.O.M., para quien pidió tres años de prisión en
suspenso, con la obligación de realizar un curso de
educación cívica; mantuvo y completó también la acusación
contra trece de los otros dieciséis imputados, por la misma
calificación inicial (art. 260 C.P.), pidiendo la pena de
seis meses de inhabilitación especial y costas; respecto de
los restantes tres (M.A.H., M.H.S.R. y A.R.P.), consideró
que no había prueba suficiente y pidió que se los
absuelva.-
En términos generales y en muy largas
exposiciones (sobre todo la de la Querella), coincidieron
en evaluar los dichos de L.O.M. «en el contexto» del
problema general, la ocupación del edificio municipal, la
medida de fuerza, los hechos posteriores invocados por H.Q.
como testigo, etc.; coinciden ambos en que el carácter
amenazante de esos dichos debe considerarse desde el punto
de vista del paciente, lo que éste sufrió. La Querella
invoca también los dichos acordes de algunos funcionarios
políticos del entonces intendente. Dicha parte reconoce que
esas palabras, «descontextualizadas», parecen inocentes.
Cuando se refiere a «contexto», lo entiende en sentido
amplio (la situación). Como decía, largas exposiciones,
pero en definitiva toda su argumentación contra L.O.M. se
resume en esto, que repiten una y otra vez.-
Contra los otros trece – que, como decía, sólo
son acusados por el acusador particular – éste se
fundamenta en el entorpecimiento al servicio público; el
desvío del empleo de la maquinaria de sus fines lo
fundamenta en los dichos de algunos testigos, superiores
jerárquicos de los (ahora) acusados, según los cuales éstos
retiraron la maquinaria y las órdenes de trabajo, cargaron
combustible y salieron; a la hora u hora y media
constataron que no estaban en los destinos asignados,
hicieron la denuncia (la hizo uno de los asesores letrados
del municipio, acompañado por alguno de los citados
funcionarios menores, superiores jerárquicos – decía – de
los acusados). Desde luego que hay también una larga
exposición, pero en cuanto nos interesa, se limitó a esto,
también reiterativamente.-
A todo evento, remito a las actas, porque
considero innecesario transcribirlos todos.-
La Defensa sostuvo que el cargo contra los trece
operarios era totalmente infundado desde el principio; su
argumento central fue que las acusadoras se cuidan de
omitir un detalle fundamental: que los acusados eran
simples operarios, no tenían la facultad de administrar los
bienes (maquinaria) de que se trata, de modo que, en todo
caso, se trataría de otra figura, pero no malversación, la
que requiere esa cualidad en el agente. Además tomó el
dicho de M.H.S.R. según el cual había sacado el camión para
trabajar, pero a la hora, aproximadamente, se enteró por
radio de la asamblea y hacia allí se dirigió, lo cual era
su derecho (gremial); luego se quedó, el camión quedó
estacionado allí. Dicho que extiende a todos los acusados,
diciendo que las máquinas no fueron usadas para nada.
Simplemente quedaron allí, sin uso, como consecuencia de la
huelga a la que adhirieron. Entiende que es vana la
alegación del perjuicio al servicio público, porque toda
huelga lo implica, y la huelga misma es un derecho de los
trabajadores. El perjuicio [al empleador, patrón, etc.;
cómo quiera llamárselo] es una consecuencia lógica de toda
huelga, un medio para establecer las condiciones para que
se produzca la negociación, porque si al principal la
medida no le causara ningún desmedro, si todos trabajaran
normalmente, los trabajadores no tendrían medio para
conducir la situación a las tratativas. Pidió su
absolución, «como a los otros tres».-
Respecto de L.O.M., en resumen, centró su
alegato en dos puntos: primero, que no se puede fundar la
persecución penal en la interpretación que haga el
denunciante, querellante, o sus testigos «corporativos»
(porque eran funcionarios políticos del entonces
intendente), ni de nadie. Es menester atenerse a los
hechos; en el caso, a lo que L.O.M. concretamente dijo; lo
cual entendió inocuo. El segundo argumento se basó en que
en toda contienda gremial hay ingredientes políticos y que
H.Q. desempeñaba una función política, su carrera es
política, de modo que ese es el contexto en el que hay que
situar los dichos de marras; así las cosas, es parte de la
lucha política y así debe entenderse. Todo político, desde
que decide asumir la carrera política, asume el riesgo de
injurias y dichos o actos de este tipo, no puede asustarse
(o mejor se dedica a otra cosa - «que ponga un kiosco»,
dice). Defensa expuesta por los defensores, uno de ellos
condujo este cuadro al nivel técnico (lingüístico) y dijo
lo mismo, con otras palabras: que la «connotación» que debe
tenerse en cuenta es la que da el plano político en el que
los dichos y la disputa se produce, que es donde L.O.M. se
situó (lo cual excluye el dolo, porque desde allí éste
entendía que su contrincante, H.Q., se ubicaría en ese
mismo plano; desde donde no podía sentirse afectado porque,
para decirlo en pocas palabras, ese tipo de confrontación
es la regla del juego).-
En definitiva, piden la absolución también de
L.O.M..-
-2. Se recibió – decía – once testimoniales, a
saber: H.Q.; el 10 de Junio se produce la ocupación del
Palacio («toma»); el 13, dieciocho vehículos, máquinas
pesadas, de servicios públicos, son ubicadas en las
adyacencias de la Municipalidad. Por eso denunció: los
vehículos no estaban cumpliendo sus destinos.-
El 16, la conferencia, las declaraciones de
L.O.M., que escuchó en la segunda edición del canal 7: le
generaron un estado de preocupación y de angustia,
incrementado por el entorno familiar (esposa e hijas). El
17, «por lo producido en [su] persona»… en su momento
sintió que se iban a llevar a cabo acciones para complicar
su futuro político .-
Próximo a su domicilio y en toda la ciudad de
Nqn. se repartieron panfletos en los que decía «buscado»,
con su cara. También en los alrededores de la escuela donde
concurría su hija, lo cual le generaba un estado de mayor
preocupación.-
El tema ya no era las relaciones laborales, sino
contra su persona, acciones que se salían de la práctica
política; se advertía apoyo logístico (de otra organización
política: la «mesa Sobisch presidente»), capacidad para
llevar adelante un plan (apoyo económico para que los
trabajadores en huelga pudieran sostenerse por todo el
plazo de la medida); por esto creía que sí podían avanzar,
realizar acciones en forma personal, lo que era más
sencillo. El 27 de Junio aparecieron pintadas injuriosas
que le «generan estado de impotencia y de dolor personal y
familiar»; «también vulneraba [su] integridad como persona
y como político»; al extenderse a su familia, le producía
un sentimiento de impotencia e indignación.
Era riesgoso entrar, permanecer y salir de la
Municipalidad. 87 días tomada; era un estado de presión,
una situación muy difícil, etc. Se le preguntó: –
Concretamente, si nos atenemos a los dichos, ¿cómo podían
perjudicarlo políticamente? (fiscal): contestó que por las
situaciones que ha relatado. Se trataba de buscar un
propósito. Hacer lugar a las exigencias, presión; pero los
hechos cotidianos, marcaron que estas acciones estaban
centralizadas en su persona. Generaban esta situación
potencial. Micrófonos, panfletos, acciones concretas…
perjudicaban la calidad de gobierno en un acto
«absolutamente de presión»; tenían un «aditamento»
político.-
Si fuera sólo la puja salarial, la Municipalidad
de Nqn. tenía una de las mejores remuneraciones del País, y
una de las mejores de la Provincia. En esos días se hizo un
montón de propuestas salariales; fueron permanentemente
rechazadas; había otro tipo de motivaciones. Reiterando que
había apoyo de alguna organización política, remitió a una
causa judicial por delito de acción privada, en la que se
probó –dice– esa participación política en la actividad
gremial.-
En esos días pidió custodia policial: por cerca
de su casa pasaban motos cuyos tripulantes llevaban palos,
no los pudo identificar; era «curioso». A una pregunta
directa del fiscal, dijo que sintió temor («desde luego»).
Ya casi finalizado el conflicto, habiendo entrado al
Palacio, a su salida, «manos anónimos le arrojaron agua con
lavandina».-
Preguntado si sintió angustia por las pintadas,
etc. (defensa), dijo: tenía como antecedente las
declaraciones de L.O.M.; «interpreta» las pintadas,
panfletos, etc., como consecuencia de esas declaraciones
[efectuación del riesgo amenazado, pareciera querer decir;
no es claro]. «No es una interpretación aséptica», dice.-
Durante el conflicto, «prácticamente no»
concurrió al Palacio Municipal, sino que ejerció el
gobierno desde otros lugares; después (cuando retornó, poco
antes de concluirse las medidas y la ocupación), era
difícil trabajar normalmente en el edificio municipal. La
ocupación duró ochenta y siete días; entre 200 y 400
personas adherían, sobre 1.200 trabajadores, pero con ese
número o menos se podía impedir el trabajo; ocupar el hall
de acceso. Otros funcionarios ingresaron sin sufrir actos
de violencia física, pero les era imposible llevar adelante
su actividad; era todo más difícil; se podía ingresar sin
inconvenientes (sin violencia física, pero con silbatinas,
etc.), pero no se podía trabajar.-
Habla de operaciones «cuasi de comando».-
La Defensa insiste en preguntarle sobre el
significado explícito de los dichos de L.O.M.: «se anuncia
un daño futuro» - contesta; «interpreto que efectivamente»
surge la advertencia de un daño personal «casi orientada a
que hiciera un arrepentimiento de la denuncia» (sobre el
desalojo judicial ordenado). Le pregunta cómo L.O.M. podría
«complicar su futuro político»; dice: sabotaje para
disminuir la calidad del gobierno; desgastar, etc.-
Hubo sumarios. No conoce el resultado. La misma
parte le pregunta sobre declaraciones suyas (del testigo)
en la época: no recuerda. Si sentía temor: por ese motivo
no concurrió durante esos días.-
Hubo dos órdenes de desalojo.-
En cuanto a las maquinarias: remite a los
informes de las áreas respectivas.-
Preguntado sobre identificación de los autores
de las pintadas y de los panfletos: los integrantes del
sindicato, aunque no firmaban, «obviamente». Había
coincidencia del anuncio de acciones con estas novedades.
Las tratativas se siguieron a través de los funcionarios de
las áreas pertinentes.-
¿Hubo alguna exigencia por parte de L.O.M.? –
preguntó el abogado de la querella, a lo que contestó: que
no se produjera el desalojo que ya estaba judicialmente
ordenado, y que se cumpla con las exigencias gremiales
(«propuesta seria y responsable en materia laboral») etc.
Sus propuestas (las del testigo) eran desestimadas, se
pretendía imponer las exigencias del gremio bajo amenaza de
mantener la Municipalidad tomada hasta Octubre.
“En las urnas nos vemos”, le habría dicho, en
alguna ocasión, L.O.M.; lo que confirmaría que había, en el
conflicto, una motivación extra, de carácter político.
L.O.M. pertenece al MPN, fue candidato a concejal.-
Después de superado el conflicto, en las
relaciones laborales la situación cambió, se realizaron
cursos de perfeccionamiento, etc. En la firma de uno de
esos convenios volvió a estar con L.O.M., S. General del
gremio, se hizo abstracción de situaciones personales; hubo
reconocimiento del inconveniente en los altos grados de
conflictividad en las relaciones laborales, gremiales; no
debería haber actos de sabotaje y de intimidación (bombas
de estruendo a pocos metros; bombos…). Hubo pedido de
disculpas por parte de L.O.M. Un «gesto verbal explícito»
de que habían existido medidas inconvenientes.-
No pudo perseguir la satisfacción por reparación
de las injurias, por cumplir con necesidades funcionales.-
L.P.R.(periodista): habla de un conflicto muy
largo, un «parate» importante. Recuerda los camiones
afuera, la paralización del municipio por 90 días. Hizo
varias notas.-
En la conferencia se hablaba de que el municipio
estaba virtualmente paralizado y se iban a profundizar las
medidas de fuerza. Él preguntaba qué más medidas se iban a
tomar, si ya estaba todo paralizado. En respuesta a eso se
produjeron las palabras de L.O.M., etc. Cuando la nota se
recopila, se rescató eso porque eran las palabras fuertes
dentro del conflicto.-
Sabe que ya había una orden de desalojo. No
vinculó estas palabras con esa orden, en ese momento; «la
visión que [tenían] era que ya el conflicto se había
personalizado mucho entre H.Q. y L.O.M.». No
«repreguntaron» sobre ese tema (las palabras motivo de este
cargo). Cree que [los periodistas] estaban pensando en
otras cosas. En esos días entrevistaron al intendente y a
L.O.M. No personalmente él (a H.Q.). No recuerda si
comentaron sobre el estado de ánimo de éste. Vio
panfleteadas, pintadas, aunque no las filmó su equipo.
Seguramente tuvo otras entrevistas con L.O.M., por sus
tareas, no recuerda si dentro del conflicto.-
Pregunta la querella, sobre lo de «frase
fuerte»: lo veían (equipo periodístico) como una suerte de
personalización; una declaración directa contra H.Q., etc.
Material difundido por lo menos una vez, casi seguro dos.
Cree que la conferencia de prensa fue a la mañana. No
recuerda cuáles medios estaban presentes, ni cuántos, pero
varios. Él preguntó sobre cómo profundizarían las medidas
si ya el municipio estaba paralizado; en el momento esa
frase le pareció una de tantas cosas que se hicieron
fuertes. Después, al verlo, al evaluar el material, le
pareció más fuerte, en el contexto.-
O.L.C.(Abogado, funcionario): a mediados de
Junio/05, se «anoticia» de inconvenientes con maquinarias;
que «algunas de las máquinas habían sido sustraídas»;
retiradas por los agentes que las tenían a cargo, sin decir
que participarían en el conflicto. Personal jerárquico
comprueba que no estaban donde habían sido destinadas.
Posteriormente le informan que estaban en Av. Argentina y
Roca; maquinarias destinadas al servicio público. Van a la
Cria. 2ª con D.A.C. (funcionario) y otro, que no recuerda;
denuncian, pide el recupero en dos oportunidades.-
Ellos (D.A.C. y otros funcionarios menores) o su
personal asignaban a cada una de las maquinarias las
funciones que tenían previstas para ese día; ellos
comprobaron que no habían llegado al lugar asignado,
informando; lo acompañaron a la comisaría; esos informes
mencionaban las personas encargadas de esas máquinas: salvo
L.O.M. (que no era operador de maquinarias), eran los demás
imputados; se le lee los nombres de la denuncia, con las
máquinas asignadas (fs. 247vta.): recuerda que volcaron los
datos suministrados por las personas (los «responsables»)
que mencionó recién. Ratifica la denuncia. Cambio de
destino, porque cada máquina tenía asignada una tarea
específica; lo mismo ese día. Las máquinas eran afectadas
cada día para cada tarea; ese día cargaron combustible y no
fueron al lugar al que le estaba asignado. Cree que
preguntaron si (los operarios) participarían en medidas de
fuerza. Que a partir de entonces y por noventa días no
cumplieron con su destino.-
Era apoderado del municipio, no el único, etc.
Fue instructor de los sumarios; su actuación terminó en la
recomendación suya de la cesantía de esas personas. Fue
elevado a la Junta de Disciplina; no sabe cómo terminó; una
vez elevado, cesa toda intervención del sumariante. No se
enteró que hubiera habido cesantía. Los agentes están
trabajando todos (por lo tanto, no las hubo).
En relación al otro tema: sabe de la conferencia
de prensa; un clima preocupante; L.O.M. respondía preguntas
de periodistas. A una responde que si se no se abonaban el
aumento salarial pretendido y que si se producía el
desalojo (ya estaba interviniendo la Justicia), se iba a
afectar seriamente el futuro político del intendente. El
conflicto fue adquiriendo una virulencia que el testigo no
conocía hasta la fecha; comenzó a «direccionarse», a
personalizarse respecto de H.Q. (pintadas, dichos respecto
de la esposa del intendente); lo veía como «un afectar»,
perjudicar esa gestión, que había sido amenazada tiempo
antes. Después se dejaron de lado situaciones personales y
el clima mejoró. Cree que el conflicto perjudicó, «en la
mente» de los ciudadanos, al intendente, porque no se pudo
brindar el servicio público. Considera que se afectó la
gestión política.-
L.O.M. (conferencia), exigía la aceptación de
las exigencias salariales y se refería al posible desalojo;
si se producía el desalojo, se iba a complicar el futuro
político, etc. No tuvo reuniones específicas sobre el tema,
que recuerde; lo que recuerda es, una vez finalizado el
conflicto, la preocupación por lo que había ocurrido, «la
dureza», las pintadas; dejar de lado las cuestiones
personales, privilegiar el servicio público; no recuerda
conversaciones con el acusado, por el tema.-
J.V.(es padre del imputado del mismo apellido):
no tiene noticias sobre estos hechos. Director de
Mantenimiento Vial, zonas 3 y 4, era su cargo; varios jefes
de división subordinados suyos (tres). Mantenimiento Vial,
Riego y Agua Potable, las tres áreas. J.R., A.V. y C.O.B.
El chofer «comunicaba» a la hora y media de comenzadas las
tareas. El jefe de división cada día entrega los partes
diarios, destino de la tarea. M.A.V. dependía de R. (dentro
de su dirección), todos eran empleados suyos excepto L.R.M.
Todos los días se entregaban los partes. En momentos de
salir, cumplieron; después le comunicaron que las máquinas
estaban en el Palacio; debían regresar entre las 13.00 y
las 14.00, generalmente salen 07.10. Una hora y media
después le informaron que estaban apostados cerca del
Palacio; en ese lapso no pudieron realizar el trabajo
encomendado. No recuerda el tiempo que las máquinas
estuvieron paradas, cree que un mes y algo; se continuó con
algunas máquinas del E.A.; después el Ejército las retiró
por seguridad (no sabe porqué). Se afectó la prestación del
servicio en forma parcial, porque algunos camiones habían
alquilado, en agua potable y riego. En caso de huelga,
queda el equipo parado (salvo personal jerárquico) porque
tienen el personal justo.-
J.A.M.: el testigo tenía a cargo a J.V.P.
solamente; éste retiró el parte como todos los días para
salir a trabajar. No lo ubican en el lugar de trabajo, él
(J.V.P.) les dijo que estaba en el Palacio. Les dijo que
iban a hacer una asamblea allí y después se iban a retirar
al lugar de trabajo, pero no pudo volver porque vinieron
otras máquinas. Era Director de Mantenimiento Vial, zona 2
(delegación San Lorenzo). No sólo J.V.P., pero el único
vehículo «que [se] sustrajo» fue el de éste: un camión
volcador; se transporta material de la cantera para hacerse
limpieza en el barrio. Cargó combustible «y vinieron» [a la
Municipalidad], no hizo el trabajo: de la estación de
servicio [J.V.P.] vino al Palacio, «y de ahí, bueno, ya… no
pudo volver». No sabe quién llevó de regreso la maquinaria,
cuando fueron recuperadas; fueron al Batallón… .-
D.A.C.: Director General de Mantenimiento Vial.
Del cargo contra L.O.M. no sabe nada. Del otro: los equipos
pertenecen a su área. Llegó y se puso en contacto con las
áreas. Ellos están «descentralizados», varias zonas. Todas
las mañanas se pone en contacto con los directores; esa
mañana le comentaron que se habían levantado las medidas,
iban a trabajar, se entregaron los partes. A la hora, hora
y media, se dijo que algunos equipos estaban en el Palacio
(cree que se enteraron por la radio). Fueron a verificar si
estaban donde debían. No lo estaban. Ese comentario lo
eleva. Después acompañaron a Cobos a hacer la denuncia, él
sólo para suministrar los datos técnicos. Es probable que
además de los datos de los equipos, diera los nombres de
los operarios.-
Las maquinarias estuvieron apostados en la
Municipalidad, calcula que diez días; el servicio se
resintió «parcialmente»: se contrató equipos. Cree que las
medidas de fuerza venían de días anteriores. Como toda
medida, hay gente que se adhiere y gente que no.-
Los imputados [los 16] son empleados de su área
(sin embargo, después dice que ni M.A.H., ni M.H.S.R., ni
A.R.P., trabajan con él; Ríos, cree que andaba «prestado» a
otra área). «Ese personal son irreemplazables», en caso de
huelga o licencia, hay que buscar (contratar) personal; se
contrata lo indispensable; el servicio es entonces menor,
pero nunca se deja de prestar; se tardó una semana en
atenuar el problema.-
La recuperación fue un «operativo» organizado
por la Subsecretaría, las máquinas fueron a parar al
Batallón, con operadores de las empresas viales
(colaboración). No el personal, que seguía adherido a la
medida de fuerza. No tiene conocimiento de que hubiera
habido dificultades para retirarlas; hubo algún tipo de
resistencia verbal, nada más; él no lo vivió; la gente que
estaba ahí se manifestó en contra de que se los retirara
(comentarios). Cree que los llevaron al Batallón por
seguridad. En muchas oportunidades no tienen verificación
técnica. Se enteró por comentarios de que los retiraron.-
C.O.B.: Jefe de División de Agua Potable. Al
chofer a cargo (A.S., R.S. y J.C.P.) él les hizo una orden
de trabajo. A la hora el superior le dijo que haga el
recorrido, y no se encontraban en el sector: cuando él fue,
no estaban haciendo la tarea. No sabe qué hicieron. A la
hora y media se enteró que estaban en el Palacio Municipal.
No recuerda el tiempo que estuvieron los camiones allí;
varios días. El suministro de agua se hizo (con retraso,
dos o tres horas, pero se hizo): también hay camiones
contratados. Si no va el camión municipal, va el contratado
(el servicio estaba contratado); se cambió el recorrido de
trabajo: no importa gasto extra. No recuerda si antes del
paro hubo reclamos del personal por el estado de los
camiones.-
C.G.m.: conoce personalmente a L.O.M., los demás
sabe que son personal municipal. Es Director Municipal de
Seguridad, Vigilancia y Mayordomía. De la conferencia (de
la cual no recuerda «prácticamente» nada porque todos los
días hacían conferencias), se enteró después (por los
periódicos); habría dicho algo respecto de H.Q. y su futuro
político. Hubo otros problemas, pequeños sabotajes. El paro
en sí implicaba menoscabo de la gestión política, era en
contra de la gestión de H.Q. Es lo que piensa; el paro y la
permanencia en el municipio por tanto tiempo, la forma de
llevar adelante el paro. El entonces subsecretario de
relaciones laborales, A.V., entraba y salía con él todos
los días. Entraban juntos con el testigo, normalmente bien.
Un solo día los insultaron, cuando fue H.Q.; ese día les
tiraron agua, los insultaron; el intendente se quedó casi
toda la mañana y después se retiró. Con esa excepción,
entraron y salieron [normalmente] todos los días.-
En relación al otro hecho: él estaba en el
Palacio cuando llegaron los empleados y las dejaron
estacionadas allí; muchos camiones, palas, máquinas
pesadas, algunas viales. Más de diez, doce días estuvieron
allí. Se hizo un «operativo» con la Policía para retirarlas
(Crio. Navarrete, Cria. 2ª: el Comisario trajo las llaves y
las retiraron con otros empleados municipales). No sabe
dónde las llevaron; con otros empleados, cree que algunos
eran contratados, aunque la mayoría eran empleados
municipales (uno o dos contratados). El que entregaba las
máquinas era el jefe policial. Gente del gremio decía que
alguno no tenía registro y por lo tanto no la podía llevar;
ese se tenía que bajar. Cuando entregaron las llaves el
testigo estaba presente. Unos días antes (tres, cuatro días
después; puede ser una semana), él con la Escribana, le
requirió las llaves a L.O.M. No recuerda que les contestó;
no lo hicieron con los operarios, porque «ninguno dependía»
del testigo. En ese momento no las entregaron. «Entiende»
que se las entregaron al Comisario Navarrete, más de diez
días después de que llegaron.-
Ya llevaba treinta o cuarenta días de conflicto.
Antes de la ocupación ya sabían que iban a tomar el
Palacio; ese día los vieron venir. Tenían personal policial
desde dos o tres días antes; cuando entraron los
municipales había treinta o cuarenta policías. Los dejaron
entrar (los policías) por orden del Comisario, para evitar
que hubiera mayores daños; le habrían dicho a él (al jefe
policial) que entraban y salían.-
A.V.: era Subsecretario de Gobierno de la
Municipalidad. Actualmente es responsable de la «Unidad
Intendencia» [es evidente que era y es un funcionario
político, y del mismo signo que el ex intendente y que el
actual]. Recuerda la llegada de las máquinas, a mediados de
Junio; también la conferencia, que no presenció, la vio por
Canal 7. L.O.M. dijo que si no había una oferta razonable y
no se levantaban las solicitudes de desalojo, iba a
arruinar o comprometer el futuro político del intendente.
En general, había manifestaciones cotidianas, verbales y
escritas. Recibían todo tipo de agravios, algunas pintadas
(a él y a su familia también los agraviaron); «actitud
absolutamente discriminatoria, si nos referimos al tema de
género» (se refiere a las agresiones verbales – obscenas –
a la esposa del intendente y a la suya). No accionó. L.O.M.
denunciaba supuestos negocios de él con contratistas de la
Municipalidad.-
Esos días entraba todos los días a las 07.00 y se
iba a las 17.00, 18.00; trabajó «con mayor intensidad», de
él dependía la seguridad del edificio; actividades
normales, no. No se podía atender al público, hall
«tomado», bombos, arengas, bocinas… Durante el conflicto no
se presentó el intendente, salvo tres o cuatro días antes
de finalizar. El testigo le recomendó que no se presentara:
no contribuía a solucionar la situación. Además el estado
de exaltación que podía devenir en «algún incidente hacia
las personas», lo hacía peligroso. El día que [H.Q.] entró
hubo insultos, silbatinas, arrojaron lavandina. Ya estaba
«frío» el conflicto. Físicamente algún roce, pero no con el
intendente; «era una situación absolutamente irregular»,
clima intimidatorio. El conflicto no era habitual, etc.,
etc. Antes había habido diálogo.-
Cree que H.Q. se sintió como cualquier persona
que no puede ejercer su responsabilidad por el cargo
público; seguramente pensó que si se hacía presente en el
edificio municipal agravaría el conflicto; que por eso hizo
caso a su consejo. La Policía nunca respondió; la Justicia
decidió, pero sus órdenes no fueron cumplidas. Había una
motivación política, «sin ninguna duda». El gremio
participaba de la «mesa política Sobisch Presidente»; se
trataba de socavar no solo el funcionamiento de la
Municipalidad, sino también «el proyecto político» de H.Q.
No se puede mezclar lo que hace el dirigente de [o: con] la
persona que reclama legítimamente: a la dirigencia de
Si.Tra.Mu.Ne. No la cataloga como punteros políticos; sí es
conocida la relación política de algunos dirigentes.-
El contexto, «sin dudas», era amenazante; la
exigencia era una oferta salarial acorde con el reclamo del
gremio y que desactivaran las solicitudes de desalojo; las
declaraciones de L.O.M., aislados, quedan
«desactualizados», el testigo – dice que – se refiere al
contexto. El tono fue amenazante, sin lugar a dudas. En
ningún momento se amenazó con apalear ni reprimir a ningún
empleado municipal. Se hizo sumarios, no recuerda cuál fue
su resultado, sobre el «uso inadecuado» de elementos del
municipio; el sumariante concluyó proponiendo sanciones. No
recuerda si las hubo, es lo que correspondería.-
Recuerda cuando justificaban la presencia de las
máquinas (acerca de verificaciones técnicas). Cree que la
maquinaria estuvo cerca de 15 días, no sabe si intervino la
Justicia. Los chóferes dejaron las máquinas allí porque se
plegaron a las medidas de fuerza. Informaban a la
Subsecretaría Legal y Técnica sobre las máquinas que no
estaban cumpliendo con su destino; los servicios se
resintieron fuertemente.-
J.R.: Era Jefe de División en Mantenimiento Vial
(hoy es Director). Todos los días entregaban los partes
diarios. Ese día se enteraron de que las maquinarias no
estaban donde deberían. El trabajo se diagramaba por día;
J.V. era el Director, en ese momento; el testigo lo
coordinaba con él, para el otro día; ingreso, 07.00, 07.30,
normalmente volvían a las 14.00, pero a veces había horas
extras, volvían a las 16.00.-
Ese día: los equipos no estaban en el lugar de
trabajo. J.M.S., maquinista, uno de ellos; ídem L.O.M. C.
A., E.R.G.; M.A.H. no pertenecía a su sector; D.O.R., no
recuerda si estaba en su sector, pero lo vincula con la
medida; J.V.P., estaba en otro sector, pero también se
plegó; no M.H.S.R., Ni A.R.P.; si R.S., sí A.S.; no J.A.C.,
no estaba en su sector, ni J.M.G., ni L.R.M., ni J.C.P.;
M.A.V. sí.-
De su sector resultaron afectadas dos
motoniveladoras destinadas a mantenimiento de calles de
tierra y una cargadora para cargar camiones, hacer
limpieza, etc. Requieren control técnico para funcionar;
«Verificación técnica», se constata que cumplan las reglas.
La hacen ellos (la Municipalidad). En ese momento estaban
en condiciones de circular («y… en ese momento sí»); «son
modelos muy viejos, así que en muy buenas condiciones no
estaban…». Recuerda que los chóferes reclamaban por las
condiciones de los vehículos, antes del conflicto. No
recuerda accidentes. No puede decir cuánto tiempo no tuvo
la disponibilidad de esos equipos. Los trabajos
encomendados, durante ese tiempo, no se pudieron realizar.-
(Otro testigo, N.E.C., hermano de uno de los
imputados, fue citado como testigo: no sabe nada).-
-3. Se leyó alguna documental, según consta en
actas. Sólo vale la pena mencionar ahora la siguiente:
planillas de ingreso y egreso de vehículos, fs. 253/255,
del día 13 de Junio de 2.005, en la que figura el aparente
retiro de varias máquinas (horario temprano) por parte de
los imputados A.S., M.A.H., M.H.S.R., J.C.P., J.A.C.,
A.R.P., R.S., E.R.G., C.A.M., M.A.V., D.O.R. y J.M.S.;
informes de fs. 258/260, según el cual no se encontró los
vehículos en su lugar de trabajo, mencionan entre los
operadores que retiraron algunos de ellos a J.C.P., a R.S.
y a A.S.; a C.A.M., a M.J.S., a J.A.C., a E.R.G., a M.A.V.
y a D.O.R.; a J.V.P., a J.A.C., a L.R.M. y a J.M.G. (se
menciona también a otros operarios, que no llegan
procesados).-
Acta de secuestro de las llaves (18 llaves) de
los vehículos, fs. 296 (ese acta misma no aclara quién
entrega o a quién, ni dónde se las secuestra; sus
antecedentes procesales [del acta], que constan a fs. 294/5
registran que L.O.M. hace entrega de las llaves
«correspondientes a los vehículos que se encuentran
estacionados frente al Palacio Municipal», todo con fecha
1º de Julio. Se las entrega a un tal C.C., acompañado de la
Escribana, a requerimiento de aquél; C.C. se las entrega al
Comisario). A fs. 298/300, secuestro de varios vehículos
(más de dieciséis, que sería el número que se supone que
resultaron afectados, al menos en esta causa).-
Nota del periódico «Río Negro», de fecha 17 de
Junio de 2.005, sobre la contratación de vehículos por el
intendente, que registra, entre otras cosas, las palabras
que se acusan a L.O.M.(«Si somos reprimidos le vamos a
complicar el futuro político a H.Q.» - la nota agrega,
refiriéndose al acusado: «amenazó sin pelos en la lengua» -
fs. 436).-
Fotografías de «graffitis» injuriosos
(vergonzantes; creo yo que más para el que los escribió que
para las personas insultadas; así suele ser), fs. 448/469
(muchos se refieren a la esposa del ex intendente, algunos
a Vidal y su cónyuge, otros a H.Q. Mencionan a dos, tres o
más de ellos, y a otras personas también [el citado C.C.,
p. ej.]).-
Finalmente: se pidió la incorporación de un
proveído, en esta causa, por el cual el Juez de Instrucción
ordena la custodia de la casa del ex intendente (fs. 470);
lo cita la Querella, lo cito.-
Se exhibió el video que corresponde a la nota
del Canal 7, en el que observamos a L.O.M. en su
conferencia de prensa, en la que expresa lo de las
«estrategias» que tenían «elaboradas» para «complicarle el
futuro político» a H.Q., «si los trabajadores son
reprimidos o apaleados», etc. [nadie cuestionó su
autenticidad ni fidelidad]).-
Lo demás no es de importancia.-
-4. Tras este largo y tedioso relato del debate,
al que nos obliga el hecho de que en nuestra tierra la
oralidad es un mito (incluso el letrado de los querellantes
se quejó de que no transcribíamos en actas todo lo que los
testigos dicen; no pidió grabación, ni versión
taquigráfica, que le habríamos concedido – a su costa,
desde luego), a mis conclusiones.-
En primer lugar, el supuesto delito de
malversación acusado a trece de los dieciséis operarios
inicialmente imputados.-
Podemos dar por probado que nuestros imputados
retiraron las máquinas y no las dedicaron al trabajo para
el que se las habían entregado, así como que dicha
maquinaria terminó estacionada en las veredas y
proximidades del Palacio Municipal por varios días (hasta
el 1º de Julio). Esto resulta fundamentalmente de los
informes de fs. 258/260 y las constancias de fs. 294/300,
así como de las testimoniales resumidas.-
Mas eso es todo. La explicación que da M.H.S.R.
no ha sido desvirtuada; bien entendido que, estrictamente
considerado, su dicho no es una prueba, pero es un acto de
defensa y, como tal, una explicación posible de los hechos
«objetivos» - por así decirlo – probados (o por probarse);
en tanto nada la desvirtúe, es la que debemos tomar por
buena, por lo menos porque así lo dispone el art. 4º C.P.P.
y alguno siglos de la historia de lo que llamamos,
ingenuamente, «Occidente».-
Ahora bien: esa explicación es plausible, no es
ilógica, y nada la refuta; nada que se nos haya ofrecido
como prueba y que haya sido admitido e introducido al
debate. Además, en alguna medida, la corrobora el hecho de
que casi todos los testigos nos dicen que los operarios esa
mañana cargaron combustible. No me imagino porqué lo harían
si no pensaban, cuando lo hicieron y después de retirar las
máquinas, ir al lugar de trabajo que se les asignara. Y lo
habrían hecho todos, los dieciséis y otros más, no uno solo
o unos pocos.-
Si es así (como lo dice M.H.S.R.), y así debemos
aceptarlo, entonces no es cierto que las hayan desviado de
sus destinos, sino, simplemente, que se acogieron al
derecho de huelga (lo cual es lícito, obviamente; por lo
menos aquí no se ha demostrado que no lo fuera) y por lo
tanto, dejaron de trabajar. No dejaron las máquinas
abandonadas; si bien no las condujeron de regreso a su
depósito natural, las llevaron donde quedaban a buen
resguardo y a la mano de las autoridades municipales. Por
si fuera poco, nada más y nada menos que A.V., funcionario
político, nos dijo que los chóferes dejaron las máquinas
allí (en los alrededores del edificio de la Municipalidad)
porque se plegaron a las medidas de fuerza.-
Ergo, no se necesita nada más.-
Es claro que el efecto, seguramente buscado, era
impactar, reforzar la impresión de fuerza de la medida,
justamente, «de fuerza». Pero sea cual sea el efecto y sea
cual sea su intención, lo cierto es que dejaron la
maquinaria en poder (simbólico, por lo menos) de la
autoridad municipal.-
No se ha probado que se resistieran a
entregarla; algunos testigos nos dicen que se les requirió
dos veces, pero de toda la prueba recibida sólo consta
registrada una, la que mencionara antes (la documental de
fs. 294/300), según la cual las llaves de los vehículos les
fueron entregadas al único requerimiento que consta, y se
los llevaron.-
Un testigo solo dice que hubo resistencia, pero
solamente verbal (D.A.C.); pero otro nos dice que los
chóferes denunciaron que algunos de los hombres que debían
conducirlos, cuando finalmente los retiraron, no tenían
registro o no estaban habilitados para conducirlos, por lo
que debieron descender (C.G.M.); ambas explicaciones se
complementan; no consta que hubiera una verdadera
resistencia, sino una advertencia legítima y perfectamente
válida. Subsanado el problema, no se dice que hubieran
intentado impedir que se las lleven de ninguna manera.-
Con lo que el cargo no fue probado. Pero lo que
es más importante, es que ya estaba muerto (por seguir con
mi metáfora) antes de nacer (desde su concepción), porque
como muy bien lo señala la Defensa, es de claridad
meridiana que el art. 260 pena al «funcionario público que
diere a los efectos o caudales que administrare una
aplicación diferente [etc.]» [itálicas mías], y me parece
obvio que un operario no administra nada. Si uno de
nuestros empleados de mantenimiento – pongamos por caso, un
electricista – utiliza el destornillador proporcionado por
el Poder Judicial para ajustar una silla en su casa, a
nadie se le ocurriría que está administrando mal la
herramienta y cometiendo una malversación.-
Que la herramienta sea un camión y no un
destornillador, no varía la naturaleza de la cosa ni su
relación con el trabajador al que se le entrega para hacer
el trabajo asignado. Es una herramienta que se le entrega
al operario para trabajar.-
De modo que aunque alguno se hubiera llevado el
camión para sacar a pasear a su novia, no cometería
malversación; quizás otro delito o infracción
administrativa, pero no malversación.-
Este cargo fue, desde el comienzo, un engendro
teratológico.-
-5. En cuanto a L.O.M.: es cierto, nadie puede
negarlo, que cualquier expresión lingüística significa
según el contexto inmediato (el texto que la rodea) y la
situación (o contexto en sentido amplio). No cabe duda.
También es cierto, y tampoco lo pone en duda nadie, que
para que un gesto o una actitud (que tendría valor de
signo, o – quizás deberíamos decir – de significante)
signifique una amenaza, no es menester que su enunciado sea
directo; el contexto y la situación dan su significado y
sentido. Incluso una mirada podría significar o tener
sentido de amenaza.-
Las fotografías citadas antes y los dichos de
algunos testigos (H.Q., A.V., C.G.M.; incluso L.P.; la nota
del periódico «Río Negro») acreditan un marco furiosamente
injurioso, agresivo, amenazante por sí.-
Situación que abre muchas posibilidades dañinas;
pero es el caso que las palabras concretas, el enunciado
mismo que es el que concretamente se nos propone como
objeto procesal, recorta muy precisamente cuál, entre
ellas, sería el mal amenazado (anticipado; la intención
presuntamente verosímil de hacer daño en un futuro,
anunciada al paciente para atormentarlo, anticipar el
sufrimiento): dañar las expectativas de la carrera política
del paciente, H.Q.-
La situación y dentro de ella cada signo que nos
trae éste y sus colaboradores (A.V., en particular),
presagia o parece presagiar otra clase de daños, incluso a
la persona física de H.Q. y de otros, o de sus familiares;
por lo menos, a su tranquilidad, su imagen, su prestigio,
su ánimo. Pero L.O.M. recortó muy precisamente a qué clase
de eventuales daños se refería, y no era eso; dentro de la
gama de posibilidades que la situación abría, los dichos de
L.O.M. seleccionaron algunos y dejaron fuera el resto; dejó
afuera aquellas que ahora nos traen, muy dramáticamente,
las acusadoras.-
Así lo entendió muy claramente el mismo H.Q.:
nos dice que en su momento sintió que se iban a llevar a
cabo acciones para complicar su futuro político (que es, ni
más ni menos, lo que dijo L.O.M. [enunciado], según lo
vimos en video y lo recogió la nota del periódico, nos
transmite L.P., etc.); “En las urnas nos vemos”, nos dice
que le habría dicho, en alguna ocasión, L.O.M..-
Que si se producía el desalojo se iba a afectar
seriamente el futuro político del intendente (O.L.C.).
L.O.M. habría dicho algo respecto de H.Q. y su futuro
político (C.G.M.). L.O.M. dijo que […] le iba arruinar o
comprometer el futuro político del intendente H.Q. (A.V.).
Se trataba de socavar […] también el proyecto político de
H.Q.(ídem).-
De lo que resulta que, aunque el entonces
intendente pudiera temer acciones de otro tipo, o aún que
las actitudes de L.O.M.(incluso esas palabras) pudieran
exaltar aún más los ánimos de los huelguistas, queda claro
que las expresiones concretamente traídas a juicio como
amenazantes, aún incluyendo el contexto amplio (situación),
no pueden vincularse con otros eventuales daños [futuros,
obviamente, porque si no, no serían eventuales] más que la
afectación de su carrera política, y nada más. Todo lo
demás no corresponde a esta causa ni puede vincularse con
el sentido de lo expresado por el acusado y por lo que se
lo acusa.-
Además de que, si se pretendía que el
significado verdadero (o el sentido de la expresión de que
se trata), el de la enunciación (más que el «connotado»),
fuera otro (daño en la persona, etc.), debió haber sido
propuesto como objeto procesal para que el imputado y su
Defensa pudieran preparar su defensa (o aceptarlo), y no lo
fue, de modo que su introducción ahora es extemporánea e
inadmisible.-
Por la misma razón (porque no fueron propuestos
como tema), no se probó que las repugnantes actitudes que
sí están acreditadas (las pintadas, etc.; que –como dije
antes– más agravian al que las pintó que a sus pretendidos
destinatarios) resultaran de la puesta en acto de la
voluntad de L.O.M., ya sea por él, ya por otros a los que
hubiera determinado. Tampoco que no se habrían dado si
L.O.M. no hubiera dicho lo que dijo (que fueran la
efectuación del mal [encubierto] amenazado), etc. Y no se
le dio oportunidad de contraprobar, de probar que no fue su
voluntad, etc., etc.-
En definitiva, las muy esforzadas alegaciones de
las acusadoras son efectistas, pero sólo distraen: han
probado actitudes desagradables, asqueantes, repugnantes;
su evocación produce un profundo efecto sentimental
(incluso visceral); pero no era lo que debían probar; no
prueban que eso fuera el daño futuro que L.O.M. estaría
anunciando en las palabras y conferencia de prensa que
traen como la amenaza que debemos juzgar.-
Y el querellante lo sabía ab initio, porque así
resulta de su enunciación (dada por las expresiones que
arriba transcribí, referidas a su futuro político. Futuro
político que sí es lo «connotado» en su discurso [Barthes,
R., La aventura semiológica, versión castellana de Alcalde,
R., Barcelona, Paidós, 2.009, pp. 102/103]).-
-6. En el mismo tema: el delito de coacción
(art. 149 bis párrafo segundo C.P.) parece derivar, ser una
figura especial, de la figura general de las amenazas
(primer párrafo del mismo precepto), pero no es enteramente
así; porque para que haya amenazas es necesario que el mal
anunciado sea en sí mismo injusto, mientras que la
injusticia de la coacción puede estar no sólo en la
naturaleza del mal anunciado, sino también en la prestación
que se pretende del coaccionado: aunque el mal anunciado
sea de la clase de los que el amenazado esté obligado a
soportar (no sea injusto), habría igualmente coacción si el
paciente no estuviera obligado a soportar la exigencia de
que haga o no haga aquello que se pretende que haga o no
haga.-
En la amenaza lo que se busca es aumentar el
sufrimiento de la víctima, prolongando su duración por el
tiempo de la espera. En la coacción, es lograr una conducta
determinada de aquella.-
Por lo tanto no basta para desechar el cargo con
decir que la amenaza de comprometer el futuro político de
alguien que se queja desde su posición de político, es un
riesgo aceptado por quien se sitúa en esa posición, y que
por lo tanto tiene la obligación de sufrir (el riesgo);
esto es, que no se amenaza con un daño «injusto», en este
sentido.-
La cuestión es otra: si la amenaza, sea en sí
justa o injusta, es seria e idónea. Si es cierto o por lo
menos si la víctima puede razonablemente creer que el
agente tiene el poder de causar el mal que amenaza. Esto lo
tienen en común la figura de la amenaza y la de la
coacción; en el primer caso, porque si así no fuera, la
actitud pretendidamente amenazante no asustaría (no
causaría sufrimiento), y en el segundo, porque si no puede
asustar, no sería el motivo de lo que el amenazado haga o
deje de hacer, ni podría éste sentirse compelido a hacer
algo contra su voluntad por causa o con motivo de esa
pretendida «amenaza».-
Mas para que se pudiera decir que la amenaza es
seria, no basta con una generalidad (la amenaza de un
resultado dañoso genérico, como «complicarle el futuro
político» a alguien), sino que es preciso que el dicho,
para ser intimidatorio, sea preciso: «haremos esto o lo
otro»; que exprese concretamente de qué modo, con qué
maniobras o acciones cuya efectuación esté en poder del que
amenaza, se provocaría ese resultado.-
Limitado el campo de posibles daños a «complicar
el futuro político», como quedó dicho arriba, no es
verosímil que ningún político se atemorice por una bravata,
o una amenaza abstracta. Es más, puede que L.O.M., como en
un juego de naipes, no tuviera en realidad nada.-
-7. Supongamos que H.Q. temiera que sí lo
tuviera (por seguir con la figura del juego de naipes), y
limitado «el juego» propuesto a la «complicación de [su]
futuro político» (porque no ha se logrado demostrar la
vinculación del dicho del acusado con ningún otro posible
daño): se supone que el futuro político de cualquier hombre
político, su éxito o fracaso, depende del electorado; más
aún: del conjunto de la sociedad. No de una persona o grupo
de personas.-
Si alguien recurre a métodos ilícitos (sobornar
al elector, intimidarlo, impedirle ejercer sus derechos
políticos, engañarlo fraudulentamente, falsear los
comicios, etc.), y tiene éxito, puede decirse que el daño
que sufre su oponente le es imputable a él y o a ese grupo,
y no al electorado ni a la sociedad en general; es más, el
daño va más allá del político perjudicado, va en perjuicio
de toda la sociedad.-
Pero si recurre a medios legalmente permitidos o
tolerados (aunque sean moralmente malos), hemos de suponer
que el sistema jurídico-político, a su vez, presupone que
el electorado, o la sociedad, puede discriminar, no se deja
engañar con lo que se le presenta por tales medios. Ergo,
en estos casos, el fracaso de un político o la caída de su
carrera, no depende (para el sistema jurídico) de lo que
hagan en su perjuicio sus oponentes, sino de la voluntad
general (por emplear el significante de J. J. Rosseau).-
Y si, escépticos, no creemos en este
presupuesto, no creemos en el sistema, etc., de cualquier
modo sigue siendo la voluntad general la que, en general,
lo acepta (aún por resignación), con lo que siempre el daño
que el hombre político honesto soporte sigue estando en la
mano de la sociedad, aunque ahora visto en un grado
superior (el constituyente o el preconstituyente).-
Ahora bien: nadie le preguntó a L.O.M. cuáles
serían esas «estrategias» que dijo que tenían «elaboradas»
para perjudicar la carrera política de H.Q. Podrían ser
delictivas, pero también podrían ser de las admitidas (o
toleradas) por el sistema jurídico (cualquiera sea su valor
moral). No surge de las palabras del acusado (ni del
contexto ni de la situación en que se dieron) que fueran de
las ilícitas.-
Como dije antes, los males que nos traen los
acusadores, por fuera de la eventual afectación de la
carrera política de H.Q., no pueden ser objeto de este
juicio y, producidos o no, no se los puede vincular con lo
que el acusado dijo, porque, en la forma en que lo hizo,
recortó la clase de posibilidades comprendidas en su
enunciado y su enunciación, quedando aquellos afuera.-
Por ende, hemos de suponer que se refería a
medidas permitidas (o toleradas) por el Derecho, porque así
lo impone el ya citado art. 4º C.P.P.-
Situados en esa hipótesis (la mejor para el reo,
conforme la norma citada y su principio, hoy universal),
entonces, supongamos que las «estrategias» fueran huelgas u
otras medidas gremiales en sí lícitas (no delictivas): como
dice la Defensa, toda huelga causa perjuicios al empleador
(aunque sea el pueblo); por este medio siempre el
trabajador procura hacer presión para obtener de su patrón
(aunque el «patrón» sea la sociedad) alguna mejora.-
Siendo que el sistema jurídico (tanto en materia
laboral o sindical, como en materia política) admite
(permite, tolera) esta clase de medidas, esta clase de
presión y, por lo tanto, el eventual perjuicio al servicio
público, ese sistema presupone que el elector (y la
sociedad, en general) no se dejará conducir como corderos y
elegirá bien igualmente, aunque haya sufrido el perjuicio.
O, por lo menos, que la decisión y consiguiente
responsabilidad, es suya y no del sindicalista o político
que las promovió.-
Por lo tanto, aún aceptando, aunque sea como
mera hipótesis, que esa era la «estrategia» a la que el
acusado se refería, la amenaza no era idónea (al menos para
el sistema jurídico), porque se supone o se debe presuponer
que quien tenía el verdadero poder para decidir sobre «el
futuro político del intendente» no sería L.O.M., sino la
sociedad. Y esto no lo puede desconocer nadie; menos aún
quien se dedica a la Política, como es el caso del
querellante H.Q., quien por lo tanto no podía,
razonablemente, creer que L.O.M. tuviera ese poder.-
-8. De todo lo cual se concluye que la «amenaza»
concreta que se nos trae a juicio no puede considerarse ni
seria, ni idónea para haber infundido temor al supuesto
«coaccionado»; ni, por lo tanto, que pudiera compelerlo a
ninguna conducta determinada.-
Si sintió temor, temor justificado, no pudo
deberse a lo que L.O.M., concretamente, dijo (ni al
enunciado ni a la enunciación; ni al significado «denotado»
ni al «connotado»). Sí puede ser, a otras actitudes,
actitudes no sabemos de quién, que no fueron traídas a este
juicio, pero no a lo que fue nuestro objeto procesal (ni
directamente, ni indirectamente, como hechos «vinculados» a
las palabras del acusado).-
-9. Si el derecho laboral (y actualmente y en
cuanto nos interesa, el administrativo, en la relación de
empleo público) admite la huelga, con el consiguiente
perjuicio para quien utilice el esfuerzo del trabajador
(con lucro: empresa privada, plus valía – o sin él:
servicio público, reciprocidad), como un medio de presión
que le es admitido a aquél para lograr mejoras laborales,
no puede al mismo tiempo ser (la huelga) una actividad
ilícita; si la huelga llevada a acto no es ilícita, menos
puede serlo la meramente amenazada. Por aplicación del
principio de no contradicción, algo no puede ser al mismo
tiempo lícito y no lícito (o ilícito). Y si no puede ser
ilícito (porque es lícito), no puede ser delito.-
De lo que se sigue que si la finalidad
perseguida por el acusado cuando dijo lo que se le acusa
hubiera sido presionar al intendente para que otorgue las
mejoras salariales o, más genéricamente, laborales, que
pretendían los trabajadores municipales (como «interpretan»
Cobos y Vidal), y esa presión consistiera en profundizar la
huelga (si esa hubiera sido la «estrategia» que los
trabajadores tenían «elaborada»), esos dichos y con esa
finalidad no podrían constituir delito.-
Y si la finalidad procurada hubiera sido hacerlo
desistir del desalojo judicial (como también nos lo dicen),
como se supone que éste se había pedido en causa penal (en
esta causa), y un funcionario de la jerarquía del
intendente y sus asesores sabían que ellos no podrían
detenerla ni detener la medida judicial (es por ese motivo
que la Fiscalía muta la calificación del requerimiento, y
la Querella dijo estar de acuerdo), entonces el supuesto
medio tampoco habría sido idóneo para producir el supuesto
resultado procurado.-
Todo esto sin mengua de lo expuesto arriba (que
la «amenaza» no era seria, por vaga, abstracta; ni idónea,
porque el acusado no tenía el poder de producir el supuesto
mal anunciado; la supuesta «amenaza» misma que nos ocupa no
podía producir el temor, etc., y si éste existió, fue por
otra causa y no por lo que se le acusa a L.O.M.).-
-10. Resumiendo: no ignoro que un ejercicio
salvaje del derecho de huelga, p. ej., puede incidir
negativamente en una carrera política. Pero en toda
confrontación política o gremial hay fuertes intereses
encontrados. En todos los casos, si la lucha se lleva a sus
últimos extremos, ambas partes pierden. Y lo que es más,
pierde la sociedad. Como es poco probable que quieran
llegar a esto, ambas deben ceder. Pero para eso cada una
necesita demostrar a la otra que tiene algo que ceder, a
condición de que la otra haga lo mismo. Lo cual es el
reverso de la amenaza de hacer algo que no es ilícito en sí
mismo – como profundizar una medida de fuerza que no sea
declarada ilegal; o aunque lo fuera, si aún así no es
delito [de Derecho Penal] – si el otro no da algo o no
desiste de una actitud que perjudique al primero [dentro de
los intereses en conflicto, se entiende].-
De lo que resultan dos consecuencias: en primer
lugar, que estas situaciones (de amenaza de profundizar una
medida de fuerza, o recurrir a medidas no prohibidas en la
lucha política) no pueden a la vez ser lícitas e ilícitas.
Y segundo, que ningún político, como ningún sindicalista,
puede seriamente decir que esta posibilidad lo atemoriza.-
En consecuencia, no puede haber ni amenaza ni
coacción, en sentido jurídico-penal.-
-11. En definitiva: tampoco este cargo podía
constituir delito.-
A modo de colofón: una vez un alto funcionario
dijo que los jueces debían mirar al futuro. No aclaró nunca
a qué se refería, porque un juez que acata el Derecho por
sobre exigencias contingentes, mira al futuro. Pero acepto
el reproche, sólo que en ese sentido: mirar lejos, mirar
las consecuencias a distancia y en relación a los valores
sociales superiores, no sólo en el momento, no sólo la
contingencia.-
Porque alguien podría suponer de estas
absoluciones, que los desmanes y aberraciones ocurridos en
Junio de 2.005 son jurídica o moralmente indiferentes, que
se puede ocupar edificios públicos, difamar, cometer toda
clase obscenidades, impunemente. Que eso está bien si lo
que se persigue es un fin justo.-
No es así. Del hecho de que ninguno de los
cargos que nos han convocado todo a lo largo de una semana
sea delito, no debe concluirse que es lícito ocupar
edificios públicos ni destruir o dañar bienes afectados al
servicio público. Ni, en general, que sea lícito cometer
desmanes para obtener algo a lo que alguien se considere
con derecho.-
Tampoco puede inferirse que avalamos los medios
de lucha política o sindical, ni de ninguna clase,
injuriosos, dañinos, inmorales; menos la inmundicia que se
utilizó en el bochornoso episodio de Junio del 2.005.-
El fin no justifica los medios.-
Todo esto lo reprobamos categóricamente.-
Lo que ocurre es que nada de eso llegó a este
juicio, y no podemos condenar (o absolver) más que lo que
nos es propuesto a juicio.-
Para equilibrar, que no queden malos entendidos:
tampoco acepto que se pretenda hacer pagar todo este
entuerto a dieciséis modestos operarios, ni a nadie,
fabricando delitos imaginarios, cuya absurdidad es
evidente.-
Ni que se pretenda utilizar a la Administración
de Justicia para dirimir conflictos político-partidarios.-
-12. En conclusión: voto, 1º) para que se
absuelva a J.M.S., C.A.M., J.A.C., E.R.G., D.O.R., J.V.P.,
R.S., A.S., J.A.C., L.R.M., J.M.G., J.C.P. y M.A.V., todos
ellos de circunstancias relatadas, del cargo que se les
imputara y por el que fueran acusados, como autores de
sendos delitos de MALVERSACIÓN (art. 260 C.P.), hechos que
se dijo ocurridos en esta Ciudad, el 13 de Junio de 2.005,
en perjuicio de la Municipalidad de la Ciudad de Neuquén.-
2º) Para que se absuelva a L.O.M., también de
circunstancias relatadas, del cargo que se le imputara y
por el que fuera acusado, como autor del delito de COACCIÓN
(art. 149 bis , párrafo segundo, C.P.), por hecho que se
dijo ocurrido el 16 de Junio de 2.005, en esta Ciudad, en
perjuicio del entonces Intendente Municipal.-
3º) Costas a los querellantes, por partes
iguales, porque no surge ningún motivo razonable por el
cual pudieran haberse creído con motivo suficiente para
llevar esta causa a juicio y por aplicación de los arts.
490 y 493 C.P.P.-
Se regule el honorario de los Dres. R.H.C. y
C.C.R, ambos en conjunto, por la defensa de los diecisiete
imputados, en la suma de (…). Y los del Dr. J.I.G., por la
representación y patrocinio de los dos querellantes, en la
de(…).-
VOTO del Dr.HECTOR O.DEDOMINICHI : Por compartir
sus fundamentos y conclusiones, adhiero al voto del Dr.
Castro.-
VOTO del Dr.JOSE V.ANDRADA : Respecto de los
hechos por los formularon acusación tanto el Ministerio
Fiscal como la parte querellante, me remito a la
descripción hecha por el primer votante. También al detalle
que efectuó de la prueba recibida, y en general a la
merituación de la misma en torno a la acreditación de los
dos hechos objeto de este proceso, y a la determinación de
sus protagonistas.-
En lo que respecta a la acusación contra trece
de los imputados por la supuesta distracción de los
camiones y maquinarias municipales, formulada sólo por la
querellante, lo primero que puedo señalar y desde el mero
sentido común, es la manifiesta desproporción que se
advierte entre la magnitud que la parte acusadora le ha
asignado al hecho, y la pena en cada caso solicitada: seis
meses de inhabilitación especial, más próxima al mínimo que
a la mitad de la escala prevista por el primer párrafo del
art. 260 CP. Pero lo llamativo es además que el Municipio
dispuso internamente el inicio de sumarios que le permitían
adoptar una sanción aún más severa, actuaciones que todo
indica terminaron archivadas, se supone que por una
decisión también administrativa. Nada más alejado entonces,
en este particular caso, de los principios de última ratio
y de mínima intervención pretendidos del derecho penal,
fundamentalmente por tratarse de una repartición pública en
conflicto gremial con sus dependientes.-
Pero ya desde el plano netamente jurídico, tiene
razón la defensa al afirmar que sus asistidos no tenían la
administración de los bienes, tal como lo exige el tipo
penal. Al respecto se ha señalado que ‘el carácter de
administrador se da cuando el funcionario está facultado en
la faz administrativa para disponer de los bienes, o sea,
para aplicarlos a las finalidades legalmente determinadas’;
además, que ‘no es administrador quien sólo tiene la
facultad de imputar los bienes a un destino sin poder
disponer de ellos, (...), ni los simples custodios de los
bienes’ (Creus-Buompadre, Derecho Penal, Parte Especial,
Buenos Aires, Astrea, 7ª edición actualizada y ampliada,
II-312; ídem, Donna, Derecho Pena, Parte Especial, Santa
Fe, Rubinzal-Culzoni, 2000, III-267). Esa relación especial
requerida por el tipo legal estuvo ausente en el caso, pues
los imputados eran meros operarios y por ende simples
custodios de los bienes; el desvío, en todo caso, podría
merecer otro tipo de imputación, como bien lo señaló la
defensa, pero no aquella por la que han sido acusados. La
conducta entonces resulta atípica, por lo que corresponde
absolver en cada caso, sin costas.-
Igual suerte debe correr, en mi opinión, el
cargo formulado por ambos acusadores contra el enjuiciado
L.O.M. Señalo en primer lugar que toda amenaza -medio
comisivo de la supuesta coacción acusada-, para que tenga
relevancia jurídica entre otras exigencias requiere que sea
idónea. Y en este sentido debe interpretativamente
recurrirse a criterios de razonabilidad, sin olvidar que
‘la existencia de la amenaza no puede depender del mayor o
menor temor o amedrentamiento del sujeto pasivo, sino de su
potencialidad para vulnerar el bien jurídico protegido; la
amenaza no es punible por el daño que la víctima pueda o no
creer que ocurrirá en su persona o intereses, sino por el
peligro de que ello realmente ocurra’ (conf. Buompadre,
Tratado de derecho penal, Parte especial, Buenos Aires,
Astrea, 2009, I-674). En el caso concreto, la supuesta
amenaza habría sido proferida por un dirigente gremial,
dentro del marco de un tenso conflicto de esa índole, y
contra el responsable político del Municipio local, el
entonces Intendente. Esto es, contra un sujeto pasivo
calificado por su condición de político, quien en
definitiva estaba ejerciendo una prerrogativa propia frente
al reclamo salarial. No entonces contra un hombre común,
sino contra un funcionario cuyo futuro político, en todo
caso, se supone habría ya evaluado y decidido poner en
juego al asumir el enfrentamiento, obviamente aceptando las
reglas del juego político. Es verdad que no debe
descontextualizarse la expresión vertida en la conferencia
de prensa, pero en mi entender es precisamente el contexto
en que fueron utilizadas lo que la desdramatiza objetiva y
racionalmente. Y acompaño al colega que inició la votación
en aquello de que el temor que luego habría sentido el
sujeto pasivo, no habría en todo caso tenido como
antecedente la amenaza sino otros hechos ya directamente
agresivos, más vinculados con su integridad propia y
familiar, y su honra, que con su futuro político que, en
todo caso, tampoco dependía del enjuiciado sino del
electorado general, lo que también excluye la llamada
gobernabilidad del daño como exigencia implícita de la
tipicidad (conf. Creus-Buompadre, ob. cit.,I-359).-
En función de todo ello es que la conducta
acusada resulta atípica, por lo que procede absolver al
acusado L.O.M., sin costas.-
Comparto la imposición de costas propuesta por
el primer votante, y el monto regulatorio de los honorarios
profesionales.-
En su mérito, habiendo oído acusación y defensa,
esta Cámara, RESUELVE : I) ABSOLVIENDO a J.M.S. , C.A.M.,
J.A.C., E.R.G., D.O.R., J.V.P., R.S., A.S., J.A.C., L.R.M.,
J.M.G., J.C.P. y M.A.V., todos de circunstancias relatadas,
del cargo que se les imputara y por el que fueran acusados,
como autores de sendos delitos de MALVERSACIÓN (art. 260
C.P.) , hechos que se dijo ocurridos en esta Ciudad, el 13
de Junio de 2.005, en perjuicio de la Municipalidad de la
Ciudad de Neuquén.-
II) ABSOLVIENDO a L.O.M., de circunstancias
relatadas, del cargo que se le imputara y por el que fuera
acusado, como autor del delito de COACCIÓN (art. 149 bis ,
párrafo segundo, C.P.) , por hecho que se dijo ocurrido el
16 de Junio de 2.005, en esta Ciudad, en perjuicio del
entonces Intendente Municipal,.-
III) COSTAS a los querellantes, por partes
iguales (arts. 490 y 493 C.P.P.).-
REGÚLASE el honorario de los Dres. Ricardo
Horacio Cancela y Carlos C. Ronda (…) Y el Dr. José Ignacio
Gerez, por la representación y patrocinio de los dos
querellante (…).-
IV) REGÍSTRESE . Quede notificada por su pública
proclamación (art.365 del CPrPyC.). Cumplida, con sus
constancias y previa conformidad del Ministerio Fiscal y el
Colegio de Abogados, ARCHIVESE .-

Você também pode gostar