médica de la que en los últimos años se ha dado a conocer con mayor frecuencia, aunque la misma es un desorden antiguamente conocido como el trastorno maniaco-depresivo o la psicosis maniaco- depresiva. La bipolaridad es un desorden en la que el individuo que la padece presenta unas manifestaciones extremas de dos estados de ánimo principales, las cuales se conocen como el polo depresivo, y el polo maníaco o de euforia. Estos estados de ánimo fluctúan en la persona de forma cíclica e inconsistente, en la que por momentos sufre de una depresión grave o crónica, y de repente puede presentarse totalmente eufórico. Uno de los indicativos principales de una persona que padece de bipolaridad es que la misma presenta estos polos de forma extrema y exagerada. La persona puede sufrir de episodios de depresión severa en ciclos promedio de entre una a dos semanas, y luego pasa a un episodio de euforia extrema en ciclos de la misma duración en promedio. El diagnosticar esta condición en una persona no es fácil, ya que los síntomas son similares a las de otras condiciones del estado de ánimo como lo son la depresión, el trastorno obsesivo/compulsivo, entre otros. Estadísticas Algunos estudios antiguos indicaban que existía una alta relación de personas bipolares en grupos de niveles altos de inteligencia o en personas muy talentosas y educadas. Sin embargo, no existe una prueba certera para que este dato sea cierto. Es muy probable que este mito se haya manifestado debido a que se han mencionado muchas figuras conocidas en la historia y de la actualidad que pueden haber padecido, o padecen de la condición. Figuras como Abraham Lincoln, Beethoven, Van Gohgh y otros, pudieron haber padecido de este trastorno. Figuras de la farándula local y políticos de la actualidad, también se han mencionado como parte de este grupo. Síntomas El Trastorno Bipolar puede ser diagnosticado por un profesional de la salud mental, como un psiquiatra. A continuación detallamos varios de los síntomas que se manifiestan tanto en el polo depresivo como en el maníaco. Sin embargo, es importante señalar que solamente un profesional de la salud mental puede hacer un diagnóstico exacto y ayudarlo a recuperarse de esta condición. Polo Depresivo
En términos generales, en este polo se
manifiestan los síntomas comunes de la depresión, pero de forma intensa y extrema. Los siguientes síntomas deben estar presentes hasta por periodos de dos semanas. Entre los más comunes se encuentran:
Falta de interés o placer
Sentimientos de tristeza y vació constante Irritabilidad en algunos casos (mayormente en adolescentes) Pérdida o aumento de peso significativo sin dieta alguna Cambios en los patrones de sueño, tanto como insomnio o dormir demasiado Lentitud en los movimientos y expresiones pausadas Dificultad para concentrarse Fatiga o pérdida de energía, cansancio extremo Sentimientos de culpabilidad Pobre autoestima, sentimientos de minusvalía Dificultad para tomar decisiones Pensamientos de muerte y/o suicidio con o sin plan definido Polo Maníaco o Eufórico En términos generales, en este polo se manifiestan los síntomas de un estado anímico anormal o persistentemente elevado, al punto de que lo lleva a un grado de irritabilidad e intolerancia por parte de quienes lo rodean. Estos síntomas están presentes mayormente en ciclos de por lo menos una semana. Entre los síntomas más comunes se encuentran:
Autoestima exageradamente alta, delirios
de grandeza Poca necesidad de sueño (con dos o tres horas de sueño la persona se siente que ha descansado lo suficiente) Hablar demasiado, de forma persistente Expresión de ideas al grado acelerado en que surgen los pensamientos Distracción persistente, su atención se torna en aspectos poco importantes Aceleración exagerada en los movimientos Incremento en actividades específicas al grado de ser compulsivas, como lo son eventos sociales, exceso de trabajo Hipersexualidad, actividad sexual de forma anormal y exagerada Comportamiento hostil y/o violento Realizar actividades en las que se puede ver en dificultades o en peligro, como por ejemplo, compras excesivas, despilfarro de dinero, obsesión por los juegos de azar, transacciones de negocios absurdas, uso de drogas o alcohol de forma desmedida, indiscresiones sexuales, entre otros Existen otros "polos", dentro de los dos más comunes descritos anteriormente, los cuales se conocen como el polo hipomaníaco y el desorden mixto. El polo hipomaníaco es una antesala al episodio maníaco o eufórico, aunque no siempre se manifiesta en las personas bipolares. Este estado usualmente dura cuatro (4) días en promedio antes de que la persona sufra de un episodio maníaco en su totalidad. Los síntomas no se manifiestan con la intensidad y profundidad del estado maníaco, y no producen tantos inconvenientes con las personas que le rodean. El desorden mixto es mayormente una manifestación de ambos polos, creando un ciclo rápido y de cambio abrupto y repentino. En algunos casos, los cambios entre un polo y el otro pueden ser de hasta minutos. El tratamiento tiende a ser más prolongado y complicado. Afortunadamente, estos casos no son tan comunes en comparación a las otras características de la condición. Es importante señalar, que muchas veces los cambios de un polo a otro se relacionan con eventos y fechas especiales como los cumpleaños o aniversarios, o con momentos de un significado simbólico psicológico. También pueden verse cambios por temporadas como los son durante la primavera o el invierno. Causas Se han realizado muchas investigaciones relacionadas al Trastorno Bipolar, aunque todavía no existe una causa totalmente definida para que surja. En investigaciones realizadas se ha determinado una relación entre la deficiencia del Carbonato de Litio con la bipolaridad. Esta sustancia puede ser una de las causas de la condición cuando esta sustancia neurotransmisora no se distribuye adecuadamente a través de los nervios en el cerebro. Tratamiento El tratamiento para el Trastorno Bipolar es sumamente importante, ya que un tratamiento deficiente o inapropiado puede llegar a ser una de las condiciones psiquiátricas más devastadoras y catastróficas en la persona que la padece. Gracias a las investigaciones y avances de la medicina, el Trastorno Bipolar ya se puede catalogar como una condición tratable, y en muchos casos, la persona que la sufre puede recuperarse totalmente y volver a tener una vida plena y normal. Existen varias alternativas de medicamentos antidepresivos conocidos como antidepresivos de la nueva generación y los anticonvulsantes. Estos medicamentos también se conocen como estabilizadores del ánimo. Algunos ejemplos son el Depakote, Tegretoln y Neurontin. Mientras la persona sufre del polo maníaco, se les recetan inductores de sueño. Carbonato de Litio Los psiquiatras utilizan con mucha frecuencia el carbonato de litio (un tipo de sal natural) para el mejoramiento y el control de los síntomas de bipolaridad, ya que es una sustancia relativamente económica, haciéndolo un tratamiento accesible para las personas que sufren la condición. Sin embargo, no se ha podido probar a ciencia cierta que una deficiencia de litio en sangre resulte en la causa principal de bipolaridad. Una mera muestra de sangre para determinar los niveles de litio en una persona no es prueba suficiente, ni tampoco la única fuente para diagnosticar esta condición. Se requiere de un monitoreo constante y pruebas de sangre de forma periódica para poder determinar la dosis necesaria que la persona necesita. Es importante señalar que además del tratamiento médico con medicamentos, es necesaria la hospitalización en una institución psiquiátrica durante las primeras fases del tratamiento, dependiendo del grado de severidad de la condición. En algunos casos este factor es vital para la pronta recuperación y para que el tratamiento sea exitoso. Tampoco podemos pasar por alto la ayuda y apoyo espiritual que un sacerdote, pastor y/o ministro puede proveerle durante el proceso de recuperación. Una actitud y mentalidad positiva, junto con una buena dosis de fe pueden hacer la diferencia para una recuperación total y completa. Es necesario hacer énfasis de que el tratamiento para combatir el Trastorno Bipolar es un proceso a largo plazo y en algunos casos, el tratamiento se requiere que sea de por vida. La persona que sufre de la condición comenzará a sentir una mejoría considerable entre cuatro (4) a seis (6) semanas luego de comenzar a tomar sus medicamentos. Como dato adicional, es importante recalcarle al paciente bipolar que además del tratamiento médico, es sumamente necesario combinar los medicamentos con la psicoterapia, tanto individual, como grupal para que los resultados y la recuperación sea más rápida y exitosa. Aunque la psicoterapia no juega un papel vital durante la fase mánica al comenzar el tratamiento, sí es de mucha ayuda cuando la persona está en la fase depresiva. A medida que la persona va estabilizando su estado de ánimo, la psicoterapia es fundamental y una parte integral del tratamiento. Con la psicoterapia la persona bipolar puede recibir información, orientación sobre su condición, así como herramientas para identificar síntomas y para manejar su comportamiento. Como dato adicional, es importante recalcarle al paciente bipolar que una vida balanceada es sumamente importante, saludable y vital en el proceso de recuperación. Todo exceso es dañino para la salud física y emocional del ser humano. Evite el trabajar excesivamente, así como el realizar cualquier actividad sin moderación. Es importante tomar sus horas de descanso y sueño en serio, comer saludablemente, hacer ejercicios, hacer actividades recreativas, disfrutar con sus familiares y amigos, visitar una iglesia, orar y meditar, entre otros.
¿Qué es ser bipolar?
Se considera que una persona padece desordenes bipolares si a lo largo de su vida ha sufrido depresiones profundas y al menos una vez ha pasado por un episodio de "manía". Por "manía" se entiende una conducta fuera de lo común de una persona en que actúa de forma eufórica constantemente. En esos períodos la persona puede que gaste más dinero de lo habitual, que compre cosas innecesarias. También se considera dentro de esta fase el aumento de la irritabilidad y la ausencia de sueño. Generalmente en la "manía" el enfermo es incapaz de controlar su vertiginoso ritmo de pensamientos. Se dice que no conoce límites y desorbita su propia capacidad. La depresión es la otra cara del trastorno bipolar. El cambio de una fase a otra (de manía a depresión) es variable y entre fases hay periodos de estabilidad. La frecuencia varía de una persona a otra. PERO NO ESTAS SOLO Al trastorno bipolar también se le conoce como enfermedad maniaco-depresivo. Afecta según los últimos estudios a cerca de un 2% de la población y no al 1 % como se creía hasta ahora. Para quienes padecen este trastorno puede ser muy perturbador. Pero tienes que saber que no estás solos en estos cambios de estado de ánimo. TU NO TIENES LA CULPA La bipolaridad suele aparecer en la adolescencia o al principio de la edad adulta, aunque cada vez son más los casos de niños que la padecen. Esta enfermedad no depende de ti. Es un trastorno que afecta la habilidad para ser funcional en las actividades de cada día. Afecta el trabajo o los estudios, a nuestras familias y a la vida social. Hoy en día se sabe más acerca de las causas y del tratamiento de este problema mental. Sabemos que hay causas biológicas y componentes psicológicos en TODOS los TRASTORNOS BIPOLARES. Y que la mejor forma de tratamiento es la combinación de medicinas y psicoterapia. Contrariamente a lo que se creía hasta ahora el enfermedad no es exclusivamente bioquímica o un desorden médico. (Mental Health Net. MHN) El Gran Acontecimiento: Conseguir la remisión. El más importante acontecimiento relativo a la Salud Mental del pasado año 2002, éste sería uno que subyacía pendiente y que se encontraba prácticamente olvidado, uno que pasó virtualmente desapercibido en su momento pero que tiene enormes implicaciones para el futuro. Éste sería la inclusión de esta frase en la Guía práctica revisada para el tratamiento de pacientes con trastorno bipolar de la American Psychiatric Association, publicada en abril de 2002: “El tratamiento está destinado a la estabilización del episodio con el propósito de conseguir la remisión, definida como un completo retorno a un nivel de base de funcionamiento y una virtual ausencia de síntomas.” La Guía continúa citando la prevención de futuros episodios como meta para el tratamiento a largo plazo. La Guía se hace eco de la pionera Tima Bipolar Disorders Algorithms, publicada en el estado de Texas en octubre de 2001, que cita como su meta de tratamiento “ la total remisión de los síntomas- no sólo la respuesta al tratamiento”. En contraste, la Guía APA de 1994 virtualmente nos hizo un daño irreversible: “Las metas específicas del tratamiento son disminuir la frecuencia, severidad y consecuencias psicosociales de los episodios y mejorar el funcionamiento psicosocial entre episodios. Algunos pacientes con daños crónicos necesitarán servicios específicos de rehabilitación” Como ironía, la puesta de obstáculos al tratamiento se produce en un momento en que la psiquiatría está despertándose para contemplar cuán enfermos nos hallamos. En la Cuarta Conferencia Internacional sobre el Trastorno Bipolar en 2001, El Dr. Robert Post de la Red Bipolar de la Fundación Stanley observó que el trastorno bipolar es más recalcitrante al tratamiento de lo que creíamos, y según el Dr. Mark Bauer de la Universidad Brown, en la misma reunión, 30 a 50 por ciento de los pacientes bipolares permanecen crónicamente enfermos. Entonces, ¿qué bien nos hace una gota de agua en el desierto? Uno, refleja las elecciones de tratamiento ahora disponibles, incluyendo antipsicóticos atípicos para la manía y Lamictal para la depresión bipolar. Dos, por diferencia a la antigua Guía, esta se basa en el principio de que si el tratamiento A falla, entonces intentemos el B y sino el C hasta que se llegue a un resultado favorable (eso esperamos). En términos no dudosos, la APA ha advertido a sus miembros que abandonarnos no es una opción, a pesar de la severidad de nuestros síntomas o los tratamientos que hayan fracasado en el pasado. En esencia, nuestro derecho a ponernos bien y permanecer bien ha sido codificado, y en esta era de costes ascendentes y servicios que se deterioran no es un gesto pequeño. Nuevos tratamientos y la expansión de conocimientos pronto volverán esta Guía obsoleta. Pero no hay vuelta atrás del principio que la gobierna de “lograr la remisión... volver a los niveles básicos de funcionamiento y ausencia virtual de síntomas.” Por primera vez, disponemos de un standard mediante el cual podemos apoyar a aquellos que nos tratan y posiblemente asegurarnos de su responsabilidad. Como se desarrolle esto será la gran historia de 2003 o 2004. Desde el punto de vista de las cinco historias principales que se incluyeron en esta publicación , el meta-análisis realizado por July Kirsch-Moore de 47 historia breves controladas como placebo en ensayos de antidepresivos de la base de datos de la FDA, era claramente el estudio del año, planteando serias cuestiones sobre la efectividad de los antidepresivos, la forma de llevar a cabo los ensayos de medicamentos, y el proceso de aprobación de la FDA. Sí, los antidepresivos probablemente funcionen. El problema es que las compañías farmacéuticas no tienen medios fiables de probarlo.
¿Qué es el trastorno bipolar?
El trastorno bipolar o psicosis maníacodepresiva es una enfermedad mental caracterizada por una alteración del estado de ánimo que se presenta en forma de ataques o episodios de enfermedad que pueden ser de manía, caracterizada por una elevación patológica del humor e hiperactividad; de depresión, con tristeza o melancolía patológicas y, ocasionalmente, en forma de episodio mixto, consistentes en una mezcla de síntomas maníacos y depresivos. Un aspecto muy importante a tener en cuenta en este trastorno es que tanto los episodios como el propio curso de la enfermedad son farmacológicamente modificables, pudiéndose lograr en muchos casos un control completo de la enfermedad. ¿A que edad se presenta y con que frecuencia? Es una enfermedad bastante común, estimándose que la prevalencia-vida, incluyendo los dos tipos principales (tipos I y II) es, según la National Comorbidity Survey, del 1,6 , lo que implicaría, trasladando estas cifras a nuestro país, que unos 600.000 españoles van a sufrir la enfermedad en algún momento de su vida. La prevalencia-mes, según el Proyecto ECA (Epidemiologic Catchment Area) del Instituto de la Salud Mental Nacional americano (NIMH), es de 0,4 , lo que se traduciría en 160.000 los españoles afectados en un determinado momento. Pero si se incluyesen las formas atenuadas de la enfermedad había que considerar unas cifras superiores (3,5 ). La mayoría de las encuestas encuentran una afectación similar en ambos sexos. Su comienzo se sitúa frecuentemente en el inicio de la adolescencia o en los primeros años de la edad adulta pero puede aparecer también en la infancia. Es rara su aparición por encima de los 50 años (antes de los 50 años han aparecido el 90 de los casos). La manía que aparece por primera vez en la vejez suele tener un origen orgánico. ¿Como evoluciona? Una vez que la enfermedad aparece existe el riesgo, ya para toda la vida, de tener recaídas. El número medio de episodios durante los 10 primeros años de la enfermedad es de 4 y se ha descrito un acortamiento de los ciclos de la enfermedad en el curso de su evolución. Un grupo de pacientes, entre el 15-20 de los atendidos en clínicas especializadas de trastornos afectivos, sufren un curso maligno de la enfermedad de al menos cuatro episodios anuales. Este curso llamado de “ciclos rápidos” es sinónimo de mala respuesta terapéutica y de cronicidad. La duración de los episodios es muy variable, de días a meses o incluso años. Los maníacos son más cortos que los depresivos. Sin tratar, los primeros suele durar unos pocos meses pero los depresivos pueden superar los seis meses. La recuperación suele ser completa, pero en algunas ocasiones los pacientes continúan manifestando sintomatología afectiva de modo persistente agotamiento físico. No suelen darse cuenta de que están enfermos, se sienten mejor que nunca, no aceptan el tratamiento y no entienden porqué los demás tiene otra opinión sobre su conducta, lo que les coloca en situaciones sociales y familiares difíciles. En casos severos puede haber síntomas psicóticos (alucinaciones y delirios). Episodio depresivo: Se puede considerar la depresión como el estado opuesto a la manía y viene caracterizada por ánimo triste, pérdida de confianza en sí mismo y enlentecimiento mental (bradipsiquia). Los pacientes tienen la sensación dolorosa de ser incapaces de sentir que sus emociones se han secado y aunque quisieran no pueden llorar. Abatidos por sentimientos de culpa y autoreproches pueden llegar a suicidarse. Carentes de energía, los problemas se hacen insuperables y tienen dificultades en tomar cualquier decisión. El pensamiento esta retardado y la memoria afectada. Se sienten cansados y pesados. Algunos pacientes sufren una intensa ansiedad y se muestran inquietos o agitados. Frecuentemente presentan insomnio en cualquiera de sus fases, aunque en algunas ocasiones existe hipersomnia. Existen variaciones del humor a lo largo del día y su deseo de permanecer en la cama suele ser intenso durante la mañana. Hipomanía: Es una forma de manía leve con síntomas similares aunque menos graves y con menor impacto en la vida del paciente. Estado mixto: Se presentan síntomas de depresión y de manía al mismo tiempo. El paciente puede sentirse triste y sin energía, pero al mismo tiempo sentirse melancólico. ¿Cuantos tipos de trastorno bipolar se reconocen? Según el sistema clasificatorio más ampliamente extendido, el DSM-IV, distinguen los siguientes tipos: Trastorno bipolar I: El paciente sufre episodios maníacos o mixtos y generalmente, además, depresiones. Con haber sufrido un único episodio maníaco el paciente debe ser clasificado dentro de este grupo. Los episodios suelen ser graves y con frecuencia presentan síntomas psicóticos (alucinaciones o delirios) que plantean problemas diagnóstico-diferenciales con la esquizofrenia. Trastorno bipolar II: El paciente sufre exclusivamente episodios hipomaníacos y depresivos (no mixtos ni maníacos completos). Los episodios hipomaníacos son difíciles de reconocer y pasan, con frecuencia, desapercibidos. En estos casos, el paciente busca tratamiento solo en las fases depresivas de la enfermedad por lo que es tratado exclusivamente con antidepresivos y no con estabilizadores del estado de ánimo como sería lo adecuado con el resultado de un agravamiento del curso de la enfermedad. Ciclotimia: El paciente ciclotímico sufre períodos de síntomas hipomaníacos y depresivos sin la suficiente gravedad para poder etiquetarlos de episodios hipomaníaco o depresivo. Tiene un carácter crónico y cíclico y el riesgo de asociarse a deterioro funcional, comorbilidad (asociación con otras enfermedades psiquiátricas) y abuso de drogas que suelen ser el motivo que lleva a los pacientes a solicitar atención psiquiátrica. Trastorno bipolar no especificado: Es una categoría donde se incluyen pacientes que parecen tener un trastorno bipolar pero no reúne los criterios de trastorno bipolar I, II o ciclotimia. Aquí se incluirían las denominadas “formas atenuadas” de la enfermedad o lo que se ha denominado como “trastorno del espectro bipolar” caracterizado por depresiones severas con algunas características que lo harían incluir entre los bipolares: pacientes con antecedentes familiares de trastorno bipolar, con historia personal de manía o hipomanía producida por los tratamientos, con episodios muy recurrentes, con temperamento hipertímico, características depresivas atípicas (hipersomnia y exceso de apetito), depresiones puérperales, de inicio precoz... Manía orgánica (debida a enfermedad médica y uso de sustancias): En estos casos existen pruebas procedentes de la propia historia, del examen físico o datos del laboratorio que permiten pensar que el cuadro expansivo, eufórico o irritable del paciente es una consecuencia fisiológica directa de una determinada enfermedad médica o resultado de una intoxicación o abstinencia por el uso de una determinada sustancia. Suele haber una relación temporal entre el inicio, exacerbación y remisión de la enfermedad médica o el consumo de la sustancia y la alteración del humor.
¿Cuál es la causa del trastorno
bipolar? El trastorno bipolar es una enfermedad de naturaleza biológica compleja de origen familiar, donde otros factores fisiológicos o ambientales contribuyen a desencadenarla: estrés ambiental, falta de sueño, fármacos, drogas… El factor genético: Se considera que el trastorno bipolar es de origen familiar como lo demuestran numerosos estudios en este campo: el riesgo de padecer la enfermedad entre los familiares de primer grado de los pacientes con TBPI es 7 veces superior con respecto a la población general y el riesgo de padecerlo en un gemelo monocigótico (aquellos que comparten el 100 de los cromosomas con su hermano) es 60 veces superior a la población general y 3 veces más frecuente que en los gemelos dicigóticos (solo comparten el 50 de los cromosomas). Sin embargo, la concordancia no es del 100 como debería suponerse si solo las causas genéticas interviniesen en la aparición del trastorno, lo que sugiere que otros factores como los ambientales (biológicos o no) podrían interactuar con el riesgo genético. Se considera que la causa, como en la mayoría de las enfermedades, no se debe a un solo gen y se piensa en términos de heterogeneidad genética: diferentes casos pueden transmitirse por diferentes mecanismos genéticos, y, a veces, necesitarse para su expresión factores ambientales añadidos e incluso haber casos sin determinación genética alguna. Estudios bioquímicos: Las alteraciones genéticas serían las responsables últimas de producir una alteración en el balance de determinados neurotransmisores implicados en la regulación del humor como son la noradrenalina, acetilcolina, serotonina, GABA, sustancias encargadas de transmitir los mensajes de una neurona a otra en los circuitos nerviosos que controlan el estado de ánimo (cerebro límbico). Estudios moleculares: Estudios más recientes han encontrado disfunciones en los llamados “segundos mensajeros”, moléculas que se encuentran en el interior de las neuronas y que una vez activados por los neurotransmisores, considerados como “primeros mensajeros”, a través de la proteína G (situada en la membrana celular) producen cambios tanto en la membrana celular (capa que cubre la célula) como en el núcleo (cetro de control de la célula), acomodando el funcionamiento de la neurona a su actividad y cuyo desajuste oocasionaría los cambios en el estado de ánimo observados en la enfermedad. El factor ambiental: Los pacientes bipolares son más vulnerables al estrés ambiental tanto físico (falta de sueño, cambios estacionales, endocrinos (puerperio), exceso de actividad, consumo de estimulantes…) como emocional (conflictos familiares, problemas laborales…) y pueden precipitar recaídas tanto maníacas como depresivas. Debe tenerse en cuenta que actúan como factores desencadenantes pero nunca constituyen la causa de la enfermedad. ¿Cómo se trata el trastorno bipolar? El trastorno bipolar es modificable farmacológicamente y en muchos casos se puede conseguir el control completo de la enfermedad. Como se trata de una enfermedad altamente recurrente y crónica el tratamiento preventivo indefinido esta casi siempre indicado. El tratamiento del trastorno bipolar se puede dividir en tres fases o etapas: · Tratamiento de la fase aguda: dirigido a resolver el episodio agudo de la enfermedad · Tratamiento de continuación: dirigido a consolidar los resultados del tratamiento de la fase aguda (ej. evitar las recaídas) · Tratamiento de mantenimiento o preventivo: dirigido a prevenir futuros episodios. Modalidades de tratamiento: · Farmacológico: necesario e insustituible para todos los pacientes · Educativo: consistente en ayudar a los pacientes y familiares para reconocer, manejar y evitar complicaciones. · Psicoterápico: dirigido a resolver problemas y afrontar el estrés. Nunca sustituye al tratamiento farmacológico. Los estabilizadores del humor (litio, valproato, lamotrigina, carbamazepina y/o oxcarbazepina,),los neurolépticos, preferiblemente atípicos, a los que se empiezan a observar propiedades estabilizadoras, y los antidepresivos constituyen los tratamientos de primera elección en el trastorno bipolar. Otros fármacos, como los ansiolíticos, se utilizan como coadyuvantes para combatir determinados síntomas como la agitación, el insomnio o la ansiedad. Tratamiento del episodio agudo maníaco: En la manía leve–moderada debe intentarse la monoterapia con estabilizadores del humor. Los neurolépticos deben ser de elección en la manía psicótica. Algunas guías de práctica clínica empiezan a incluir a los antipsicóticos atípicos como monoterapia en la manía sin distinción de subtipos. En Europa, tradicionalmente, ha habido preferencias por el uso de los antipsicóticos sobre los estabilizadores del humor en el episodio agudo maníaco. En La manía más grave, el tratamiento será la combinación de estabilizadores y antipsicóticos. Puede ser recomendable, como tratamiento coadyuvante para mejorar la agitación y el insomnio, el empleo de benzodiacepinas (loracepán o clonacepán) Tratamiento de la depresión bipolar: El empleo de antidepresivos en la depresión bipolar presenta el problema de favorecer el viraje a la fase maníaca y la recurrencia, hasta el punto de habérseles relacionado, principalmente a los antidepresivos tricíclicos, con el curso de ciclos rápidos por lo que su uso plantea problemas de cuando introducirlo y retirarlo. Por otra parte, deberá tenerse presente la capacidad antidepresiva de los estabilizadores del humor, principalmente de las sales de litio y la lamotrigina de las que existen indudables pruebas de eficacia antidepresiva por lo que se elegirán estas sustancias como tratamiento de primera elección. Si ya estuviese realizando tratamiento con el estabilizador del humor, un ajuste de dosis podría ser la opción terapéutica. Si se decide, debido a la intensidad del cuadro clínico, que debe introducirse un antidepresivo siempre deberá administrarse, junto al estabilizador del humor, eligiéndose aquellas sustancias que sean más seguras a la hora de evitar los inconvenientes antes señalados como los llamados inhibidores selectivos de la recaptación de serotomina (ISRS). Medicaciones coadyuvantes: Si la depresión presenta síntomas psicóticos se añadirá al estabilizador y al antidepresivo un neuroléptico atípico (risperidona, olanzapina, quetipina). En casos de insomnio o ansiedad se añadirá una benzodiazepina. Tratamiento de continuación: Es la etapa comprendida entre los 2- 6 meses después de la resolución de los síntomas agudos y corresponde al período que se supone dura un episodio sin ser tratado. Constituye una época de facilidad de recaídas. El objetivo terapéutico es consolidar la respuesta de la fase aguda evitando la recidiva y el viraje a la fase opuesta. El tratamiento consistirá en mantener el estabilizador del ánimo empleado en el tratamiento del episodio agudo durante toda la fase de mantenimiento En los episodios maníacos, la medicación coadyuvante de neurolépticos o benzodiazepinas se irá ajustando durante esta fase a las necesidades del paciente hasta su retirada total. En los episodios depresivos, el mantenimiento de los fármacos antidepresivos será más breve que en las depresiones unipolares y no deberá sobrepasar los 3 meses. Solo en algunos casos, con frecuentes recaídas depresivas, se intentará mantener la medicación antidepresiva unida a los estabilizadores del humor. Tratamiento de mantenimiento o profiláctico: Es la extensión del tratamiento farmacológico con el objetivo de prevenir la recurrencia. Los argumentos a favor de una profilaxis lo más precoz posibles son los siguientes: el trastorno bipolar es altamente recurrente y, una vez que aparece, el riesgo de nuevas recurrencias es de por vida; conforme transcurre la enfermedad existe una tendencia al acortamiento de los ciclos (efecto kindling), a lo que hay que añadir las consecuencias dramáticas en la vida de los pacientes que puede suponer un episodio de enfermedad. También habría que añadir el deterioro cognitivo progresivo que ocurre en el transcurso de la enfermedad, con la aparición de nuevos episodios, y que contribuyen al deterioro funcional del paciente En resumen, y en el estado de conocimiento actual de la enfermedad, se considera, por la mayoría de los expertos, que la profilaxis debería iniciarse lo más precozmente posible, incluso desde el primer episodio, opinión que cada vez está más extendida. Tratamiento farmacológico: Los estabilizadores del humor son la base del tratamiento preventivo. En el momento actual, las sales de litio y la lamotrigina son los fármacos con mayor evidencia de eficacia. Los anticonvulsivantes ácido valproico y carbamacepina/oxcarbacepina son fármacos ampliamente utilizados, aunque no existen estudios controlados de eficacia clínica demostrada en la profilaxis. Sin embargo, la eficacia antimaníaca, la existencia de algunos estudios positivos, la falta de respuesta y la mala tolerancia de las sales de litio en algunos casos han empujado a utilizar los anticonvulsivantes como la mejor alternativa posible como es el caso del ácido valproico. Tratamientos coadyuvantes: Las benzodiazepinas, neurolépticos y antidepresivos podrán introducirse en casos de recaídas. En caso de falta de respuesta se pueden asociar varios estabilizadores del humor. Terapéutica electroconvulsiva (TEC): Se trata de una modalidad terapéutica segura, eficaz y rápida de acción, con menor posibilidad de producir viraje de fase ni agravamiento del curso clínico pero que está infrautilizada por la mala imagen creada por determinadas actitudes ideológicas psiquiátricas y que tuvieron eco en la industria cinematográfica de hace unas décadas. Es de una gran especificidad de acción en los trastornos afectivos tanto en la depresión como en la manía donde es escasamente empleada. Debe considerarse su aplicación en casos de manía y depresión severas (Ej. depresión con síntomas psicóticos), de fracaso del tratamiento farmacológico, de mala tolerancia farmacológica, cuando el estado médico del paciente no permita un tratamiento farmacológico seguro y en el embarazo. Hospitalización: En algunos casos el ingreso será necesario sobre todo en los episodios de manía. Se considerará el internamiento en aquellos casos de presencia de síntomas psicóticos (alucinaciones y delirios), conductas violentas, deterioro del cuidado personal, conductas de riesgo (conducta sexual, manejo de dinero) escasa colaboración en el tratamiento, consumo de sustancias, falta de apoyo sociofamiliar o mal control terapéutico de la enfermedad. La falta de conciencia de enfermedad obligará en algunos casos a realizar el internamiento de forma involuntaria. Psicoeducación y psicoterapia: Psicoeducación: Debido a que la enfermedad dura toda la vida, es importante que el paciente y su familia sepan en que consiste su enfermedad y como se trata, por lo que es muy importante que el paciente obtenga información de todas las fuentes posibles (libros, conferencias) incluida la información dada por sus propios doctores o terapeutas. Es importante que el paciente aprenda a reconocer los síntomas de inicio de una recaída, que se le escuche cuando plantea problemas con la medicación y que pueda acudir a resolver cualquier problema o cambio relacionado con su enfermedad a su equipo terapéutico. La participación en asociaciones de enfermos o familiares maníacodepresivos también es de gran ayuda. El paciente debe aprender a reducir el estrés y llevar una vida estable que incluya el mantenimiento del sueño, a llevar una actividad regular, a no abusar del alcohol ni otras drogas. También se debe prestar apoyo a la familia y personas cercanas al paciente. Categoría: DEPRESION Y BIPOLARIDAD ¡ NO CONFUNDAS! 18 Junio 2006 Depresión y bipolaridad: ¡No los confunda! EFE Junio 14, 2006 Pedro llegó a la consulta del siquiatra, acompañado por su pareja porque se sentía tan mal que era incapaz de levantarse de la cama: No tenías ganas ni fuerza para hacer nada, su mente estaba poblada de pensamientos negativos y tristes, las cosas que antes le ilusionaban y estimulaban ya no tenían sentido, no veía ninguna salida a su situación y su horizonte vital era un árido y gris desierto. Cuando el paciente explicó estos síntomas al facultativo -y su acompañante corroboró que no obedecía a ninguna causa objetiva reciente ni a un hecho traumático como un duelo, divorcio o fracaso laboral- el médico le diagnosticó una depresión orgánica, y le prescribió una serie ansiolíticos y antidepresivos, cuya dosis Pedro debió variar paulatinamente para acostumbrar su sistema nervioso a los fármacos. Centrados exclusivamente en el cuadro depresivo, el paciente no le contó al médico ni éste último le consultó respecto de otros hechos anómalos. De ser así, habría salido a la luz que así como ahora se encontraba emocionalmente en un pozo sin fondo hace unos meses Pedro había estado en una cima sin límites, al vivir varios días de una euforia incontenible, dominados por una enorme actividad y energía, en los cuales se sentía capaz de todo. publicidad Durante aquella etapa de exaltación del ánimo, que se prolongó durante varios días seguidos, el paciente experimentó un aumento de su vitalidad y actividad, tuvo un marcado sentimiento de bienestar y un elevado rendimiento físico y mental. También se volvió más sociable, hablador, se comportó con una familiaridad excesiva, y mostró un enorme vigor sexual y menos necesidad de sueño. Si se hubiera conocido ese episodio de hipomanía previo al depresivo, su diagnóstico hubiera sido diferente, no se hubiera perdido un valioso tiempo para tratarlo adecuadamente, y se hubieran ahorrado a Pedro las recaídas y empeoramiento de la enfermedad mental que en realidad sufría: un trastorno bipolar. “Los psiquiatras deben acostumbrarse a pensar que siempre que se encuentren ante un paciente deprimido, después de descartar la organicidad de la depresión, la segunda opción diagnóstica imprescindible es el trastorno bipolar”, señala el doctor Francesc Colom, del Hospital Clínico de Barcelona. Por ello recomienda preguntar siempre al paciente y a sus acompañantes acerca de episodios pasados parecidos a una hipomanía, especialmente en pacientes jóvenes y “muy particularmente en depresiones sicóticas, las cuales suelen a evolucionar hacia un trastorno bipolar”. La información ayuda a la terapia Además según Colom, en este tipo de pacientes la sicoeducación ayuda a prevenir las recaídas, a que presenten menos episodios de manía, depresión o fases mixtas, y a que requieran menos tiempo de hospitalización. Asimismo “mejora el cumplimiento de la terapia farmacológicas”, por lo que es partidario de informar al paciente acerca de los pros y los contras de los fármacos que debe tomar y discutir las ventajas de tomarlos y los riesgos de no hacerlo. Los dos tipos más importantes de medicamentos usados para controlar los síntomas del disturbio bipolar son los estabilizadores de ánimo, como el Litio, y los antidepresivos. Además se prescriben otros medicamentos para ayudar al paciente con el insomnio, la ansiedad, la inquietud, o los síntomas sicóticos. Según Colom, “la información no espanta a los pacientes, sino que les anima a tomar bien el fármaco. Además si el médico no les informa, éstos tratarán de hacerlo por sus propios medios, como Internet, ‘desinformándose’, al no ser capaces de filtrar la información relevante de la anecdótica o las fuentes fiables de las que no lo son”. El también conocido como trastorno maníaco- depresivo, es una enfermedad mental crónica que afecta a dos de cada 100 personas y es la sexta causa de incapacidad en el mundo. Se caracteriza por cambios de humor que van desde la animación extrema (euforia) al decaimiento (depresión), provocando en los pacientes ataques de júbilo y euforia y, en el extremo contrario, crisis de desánimo y desesperación. Quienes sufren este problema presentan, durante días, semanas o meses, períodos de pérdida de interés en sus actividades habituales, falta de concentración, alteraciones del sueño y del apetito, pero también padecen episodios inversos, hablan en exceso, gastan el dinero con profusión, en fases que reciben el nombre de manía o hipomanía, según su intensidad.
Enfermedad bipolar: la causa más
importante de discapacidad en el mundo
Enfermedad bipolar: la causa más importante de
discapacidad en el mundo El Pais de Madrid viernes, 16 de junio de 2006 Se celebraron en Madrid las Primeras Jornadas sobre Trastorno Bipolar. Allí se dieron cita numeroso expertos de renombre internacional. Durante el acto se abordó esta patología desde una perspectiva global. Se considera que una persona padece desórdenes bipolares si a lo largo de su vida ha sufrido depresiones profundas y al menos una vez ha pasado por un episodio de "manía" —una conducta fuera de lo común de una persona que actúa de forma eufórica constantemente—; en esos períodos la persona puede que incurra en enormes gastos o que compre cosas innecesarias. Psiquiatras expertos en el trastorno bipolar de renombre nacional e internacional se dieron cita en Madrid con motivo de la puesta en marcha de las Primeras Jornadas sobre Trastorno Bipolar. En la cita se abordó esta enfermedad desde una perspectiva global. La iniciativa corrió a cargo de la Fundación Mundo Bipolar, que, a su vez contó con la colaboración de diversas industrias farmacéuticas y otros organismos especializados, y perseguía el objetivo de lograr un mayor conocimiento de la enfermedad, sus síntomas y sus tratamientos, así como luchar contra el estigma, y proporcionar apoyo y pautas psicoeducativas para mejorar la calidad de vida de enfermos y familiares. Por ello los contenidos, si bien serán enriquecedores para el sector sanitario, también serán accesibles para el público no especializado. Se considera que una persona padece desórdenes bipolares si a lo largo de su vida ha sufrido depresiones profundas y al menos una vez ha pasado por un episodio de "manía" —una conducta fuera de lo común de una persona que actúa de forma eufórica constantemente—; en esos períodos la persona puede que incurra en enormes gastos o que compre cosas innecesarias. También se considera dentro de esta fase el aumento de la irritabilidad y la ausencia de sueño. Generalmente en la "manía" el enfermo es incapaz de controlar su vertiginoso ritmo de pensamientos. Se dice que no conoce límites y desorbita su propia capacidad. La depresión es la otra cara del trastorno bipolar. Diagnóstico precoz A día de hoy, esta enfermedad afecta en la actualidad a un 2% de la población mundial y ocupa el sexto lugar en la lista de enfermedades incapacitantes en todo el mundo entre personas de 15 a 44 años de edad. En España esta patología afecta a unas 880.000 personas, sin embargo, la mitad de ellas no lo sabe, porque los síntomas de alarma suelen ser difíciles de detectar y a veces se esconden tras la depresión. Pero no solo eso, el diagnóstico se complica aún más si la enfermedad ataca en edad temprana: caben más probabilidades de ser severa, excesivamente psicótica y de confundirse con esquizofrenia. Estas son algunas de las razones por las que la enfermedad puede llegar a diagnosticarse correctamente después de 10 años. La edad más probable para el comienzo de la enfermedad es entre los 15 y los 19 años, si bien también es posible encontrar casos durante la niñez temprana o tan tarde como a los 40 ó 50 años. La detección precoz y la concienciación social sobre la enfermedad, así como el conocimiento de los síntomas, es muy importante porque si el ataque de manía se detecta en una etapa temprana, es posible "atajar" un episodio fuerte. Además la enfermedad se puede controlar de por vida con la medicación adecuada, como hoy día lo hacen el polifacético presentador de la CNN Ted Turner, o el afamado director de cine Francis Ford Coppola.