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alguien que busca su destino y está en camino. Homo viator quiere decir, en efecto, que
el hombre “está siempre en camino”, y que sólo cuando está en camino es
verdaderamente hombre. Lo más propio del hombre está en su caminar y en su
permanente deseo de alcanzar un estado mejor.
Ya desde la antigüedad, Dios eligió a distintos hombres para que lo busquen con
ansiedad. El proceso de concretar las promesas hechas a Abraham se ve con claridad en
el libro de éxodo. Este relata con claridad el peregrinar del pueblo elegido hacia su
Dios. Allí se enumeran las distintas paradas que fueron realizando en el proceso de
preparación para la posesión de la tierra prometida. En ese constante partir y acampar el
pueblo de Israel fue llevado por un proceso de preparación y prueba. Su preparación fue
una extensa peregrinación de cuarenta años por el desierto. Al final de la cual, lograron
encontrarse con Dios en el monte Sinaí. El objetivo del éxodo es marcar la necesidad
del encuentro peregrinante del pueblo con Dios. Este caminar involucró un proceso de
pruebas y de tentaciones. Pero también la permanente la cercanía de Dios ante sus
infidelidades. Según el libro del éxodo, la peregrinación no implica en primer término la
posesión de la tierra. Significa más bien una preparación del pueblo, para el encuentro
con Dios y su ley.
En las cartas paulinas; también se demuestra la importancia del concepto de
peregrinación. Pablo hace uso de una constante repetición de verbos que ejemplifican la
vida como un camino que debe transitarse. Con una mirada de fe, ve en el éxodo del
pueblo de Israel, como una invitación a desarrollar el cuidado de las virtudes cristianas.
El valor dado a conceptos que refieren la vida cristiana como peregrinación, es
entendido plenamente al observar el papel de su escatología. Aquí su concepto de
peregrinación asociado a la esperanza, llega a su máxima expresión. Esta esperanza se
fundamenta en la resurrección de Jesús y se proyecta hacia una moralidad que sobrepasa
los límites humanos. De ahí, que el esfuerzo ético del creyente, está asociado al
perfeccionamiento que se alcanza con la segunda venida de Cristo. Sólo Cristo es quien
da sentido a nuestro caminar y el destino que nos espera con los brazos abiertos. Cada
año, los argentinos peregrinamos hacia el santuario de Luján, como un gesto de
esperanza y conversión. Es de esperar que este peregrinar sea el origen de un encuentro
profundo con el Señor y de un cambio tanto en nuestras vidas como en nuestra patria.
Horacio Hernández.
http://horaciohernandez.blogspot.com/