Você está na página 1de 60

FLÁNEGAN

Pequeñas historias
de camino a
Narayama
Reflexiones sobre la vida, la muerte, el arte y el ser
Prólogo
¿Quién dijo que el arte era algo inútil?
El arte es la actividad artificiosa y recreativa
Que revolotea junto a las ideas
Que conmueve los corazones
Que llena de sentimiento nuestras almas…

Y yo me pregunto ¿qué es llenar el alma?


¿Es acaso algo inútil, o es precisamente lo que nos
mantiene vivos?
Es cierto. El arte es tan inútil como la existencia
misma.

De camino a Narayama, deberíamos pararnos todos


a recordar, a pensar, y a decidir si sería buena idea
silbar alguna canción, o inventar algún cuento.
Quien sabe si así el camino sea más llevadero.
PRIMERA PARTE
Dedicada a
aquellos que por fin
saben a dónde van.
El cuento de Bobo y Manfred
Manfred tenía 9 años. Vivía con sus padres
y su hermana en una casa, en una urbanización
situada en las afueras de la ciudad. A pesar de ser
muy pequeña, ésta tenía un jardín precioso, lleno de
flores, plantas y pájaros, en el que Manfred pasaba
largas horas jugando con su perro Bobo.
Bobo era un Golden Retriever, de ojos
grandes y marrones, un pelaje dorado como la miel
y de tacto tan suave como debe serlo el de las
blancas nubes del cielo en primavera. Era de
carácter afable, dócil, obediente y siempre la mar
de simpático.
Un día, durante una de aquellas soleadas
tardes en las que ambos jugaban felices a correr
detrás del balón, ocurrió algo verdaderamente
asombroso… Manfred pateó con fuerza la pelota
mientas gritaba entusiasmado:”¡Corre Bobo, corre
a por ella! Bobo siempre corría veloz como el
viento para alcanzarla lo más pronto posible y
traerla de vuelta a su amigo; sin embargo, en
aquella ocasión, frenó su carrera en seco, se sentó y
comenzó a rascarse compulsivamente su cuello,
retorciéndose en el suelo por un insoportable picor.
Manfred se enojó bastante: ¡Maldita sea Bobo!
¿Por qué no corres esta vez? En aquel instante,
Bobo dejó de rascarse, se volvió hacia atrás y le
dijo: “¡Guau! ¡Es que me pica muchísimo la oreja!
Creo que tengo pulgas”. Manfred se quedó
petrificado. Un segundo, y exclamó: ¿QUÉ?
¿Bobo, puedes hablar? A lo que el perro respondió:
¡Up! Se me escapó.
Por un momento creyó que su imaginación
le estaba jugando una mala pasada. Sin embargo,
aquello no lo estaba soñando, estaba ocurriendo
realmente. ¡Era increíble! Su perro podía hablar.
Quiso correr y contárselo a su hermana, a sus
padres, a sus amigos, a todo el mundo, pero estaba
tan sorprendido que fue incapaz de mover un solo
músculo de su cuerpo para hacer nada.
Bobo se le acercó para explicarle:
“Manfred, todos los perros hablamos. Lo hacemos
entre nosotros cuando nadie puede oírnos.
Hablamos largo y tendido sobre nuestras vidas, los
temas que nos interesan, nuestros pensamientos,
sentimientos, preferencias, alegrías, temores… Los
perros somos tan inteligentes como las personas.
Incluso me atrevería a decir que muchos perros son
más inteligentes que muchas personas.” El niño
quedó perplejo ante el relato de su fiel amigo.
Entonces se le ocurrió preguntar: “¿y
porqué has permanecido en silencio todo este
tiempo? ¡Podríamos haber hablado de tantas cosas
y pasarlo tan bien!” Bobo torció el gesto. “Sabes
que no Manfred. A veces las palabras no son
necesarias para comunicar lo que sentimos”.
Desde que el hombre y el perro caminan
juntos, hemos aprendido de su lenguaje y lo
usamos asiduamente, pero nunca con las personas.
Eso cambiaría la estupenda relación que nos ha
mantenido hasta hoy, desde tiempos inmemoriales,
al amparo vuestro. Antes que abrir la boca para
quejarnos preferimos decir guau y actuar como nos
plazca. Piénsalo: El tonto intenta parecer siempre
más listo, y al listo jamás le importa parecer un
tonto. Dime Manfred, ¿quién es el bobo ahora?
Lo que si te pido, por la amistad que nos
une, es que no rompas el silencio y que mantengas
el secreto que te acabo de confiar. Si no lo hicieras,
yo tendría que marcharme y jamás volveríamos a
vernos. Nunca ningún perro ha osado quebrantar
este pacto milenario, y tu yo no podríamos volver a
hablar ¿Lo comprendes?
Manfred asintió. Quedó pensativo y dijo:
Sólo una última pregunta… ¿Qué significa guau?
¡Lo decís siempre! ¿Qué significa?
Bobo se rascó de nuevo su orejota, dio un
brinco para llegar hasta la pelota, se la trajo a su
amigo y volvió a rascase con ahínco mientras
esperaba a un nuevo lanzamiento. Entendió
entonces que su perro no hablaría y pensó para sí:
“Este chucho se rasca demasiado, es muy probable
que tenga pulgas”.
Ajos tiernos
He traído un frasco con vitaminas
Y la fuente de la que nace fresca
La imaginación

Vamos a convertir el día en noche


Jugar a soñar despiertos
Bailar con rostros muertos
Y esperar que suceda el recuerdo

Una sonrisa nos convirtió en faraones


Las tumbas eran transparentes
Había jeroglíficos en las estrellas
Y el Nilo jamás se terminó

Cuando el firme comenzó a temblar


Tuvimos la suerte de ver el aire libre
Caminamos hacia el fin del mundo
Y allí yacimos viendo el baile del mar

El mundo era el pañuelo que nos envolvió


La magia era el diseño metatemporal
La risa, precisa a cada instante
Y el viento, la musa cantando un cuento

Olvidé el frasco de vitaminas


Mas no la fuente de la que brota fresco
Mi corazón
Mi sombra
Espero. No debería. Debería moverme. La
música es un viaje y yo aun no tengo hecha la
maleta. Estoy buscando lo que me falta. Pienso tal
vez… ¡ah si! La pasta de dientes, mhhhhh…
colonia… seguro que me olvidaré de algo, y lo
echaré de menos sólo cuando me haga falta. Dios
no me dio mejor pasta, y moldearme me cuesta. Y
lo que me perturba es que con menos se hizo un
hombre. A mi me falta algo, y sólo intuyo lo que
es.
Puede… que me rodee un aura maligna.
Pilar Rubio afirmó en alguna ocasión que cuanto
más tiempo compartía conmigo, menos me
conocía. Es gente desconfiada, y desconfía porque
advirtió esa aura. Esa sombra. Reconozco que está
ahí, pero jamás se despegó del suelo para hacerme
tropezar ¿no? Aunque eso explicaría más de un
tortazo innecesario.
Pensándolo bien, puedo asegurar que mi
sombra está viva. Me bato pues en duelo
sombricida y me acerco a la luz. Ella se hace más
fuerte y me asusta. Debo permanecer en la
oscuridad para que mi proyección se evapore entre
niebla. Niebla, humedad, escarcha, agua, lodo, frío,
resaca y náusea de estar vivo, rodeado de tantos
buenos deseos y con una sensación de soledad que
lo inunda, lo golpea todo. De todo lo vivo, ya nada
queda. Aquí seré lo último.
Averiguo gente enferma para hacerles creer
que pueden sanarse y que eso justo sea su
salvación, su redención, su aliento de vida y su
sonido.
Vibra el aire. Vibra la tierra y el corazón.
Viene el viento y silva un lamento. Brilla la luna y
me mira a los ojos. Llora la brisa y sonríe mi alma.
¿Qué puedo hacer si siento tanto que no me cabe
dentro? Es posible que algún día se me abra el
pecho y mis pulmones se hinchen del aire que me
falta. De ese oxígeno que no llega, que se pierde en
los minutos en los que se consume mi último
cigarrillo.
Me levanto decidido a ir alguna parte que
aun no decidí, pero que sin duda encontraré, porque
este es mi anhelo. Este es mi motivo hoy. Mientras
tanto, me busco la silueta. Separo el negro del
blanco y trazo una línea. La respiro y la entiendo
como la línea que crea frontera entre el cielo y las
nubes. Y allí me quedo flotando, suspendido,
impresionado por la altura, asustado por la caída,
pero vivo, vivo más que nunca. Mientras todo
perece, yo soy capaz de permanecer de ese modo.
Así, flotando, entre las nubes y el cielo. Porque es
el mejor sitio para ver sin ser visto.
¿Y eso de ahí? ¡Ah! Veo que es mi sombra
que me saluda desde abajo.
La mañana
Fría mañana
De blanca tez
Sálvame del mundo
Y atrápame en tu sed

Rocío de tus labios


Que riega mis deseos
La fuente de agua fresca
Que me hace sentir vivo

Nevados montes blancos


Esculpidos por mis dedos
Cielo vasto y libre
Naciendo en su mirar

Plantas, flores, pastos


Que mece el viento del mar
¡Que viaje tan gozoso!
¡Qué color de luz tan pura!

Fría mañana
De blanca tez
Sálvame del mundo
Y atrápame en tu sed
La noche
Negra noche que me desvelas
Vienes a verme a mi lecho
Mas tu oscuridad es tan profunda
Que resplandeces en el vacío

Roto por el ansia


Puedo vibrar de cansancio
Y si no fuera por mis suspiros
Juraría que estoy muerto

Olor, picor y mugre


Viento helado y rechinar
Una fotografía pequeña
Y un dolor que aplasta el alma

De repente caigo al suelo


De duro como ser
De frío como será
Y de sucio como haber sido

De repente caigo al suelo


Negra noche que me desvelas
¿Qué viniste a ver que muero?
¿Qué viniste a ver qué soy?
La musa
Me quedo viéndola. Ella está quieta,
mirando al frente, y yo veo su perfil, visión
meridiana de sus labios, y esas pestañas, tan largas
y arqueadas. Esa pequeña nariz redonda y blanca.
No puedo parar de verla. Mi cerebro hace una foto
y se la guarda en un bolsillo agujereado. El único
bolsillo de sus viejos pantalones. Es frecuente, que
cuando sale a dar sus paseos por la noche, (ya se
sabe, para tomar el aire), pierda en el trayecto
aquello que guardara: una foto, una imagen, un
momento, una luz, o tal vez una canción.
De repente ella se mueve, hace un gesto y
yo aparto rápidamente la mirada hacia el frente. Me
mira un segundo y luego se vuelve. Creo que
advirtió que la miraba. Eso no le gustará. Tendré
que dejar de hacerlo. Solo que ella es demasiado
bonita como para eso. Se me ocurre decir algo.
Algo sobre la peli. Digo una de mis tonterías. Ella
no ríe. Tampoco llora. Solamente, continúa
ignorándome.
Ahora miro al frente, pero continúo
viéndola. Ella no lo sabe y es perfecto, porque así
no se enfadará. Pero a quién quiero engañar, no
está a mi lado. Miro de nuevo y ahora es más
bonita que antes. Cada vez más hermosa. Cada vez
más blanca. Cada vez más perfecta. Cada vez, cada
segundo, es un maldito regalo. Sin embargo, falla
algo.
¿No te dije ya que te largases de mi puta
cabeza? ¿No llegamos a un acuerdo tu yo? Ni
siquiera me llamas padrino. Es absurdo. No tienes
porqué formar parte de mi vida ¿entiendes? Tú no
haces nada aquí. Ya te fuiste, y no podemos hacer
nada. Lo siento. Pero tendrá que ser así. Aunque
me duela en el alma, ese dolor pasará. Tarde o
temprano; y cuando esto ocurra, nos saludaremos
como si fuera la primera vez, y vendrán nuevos
vientos. Soplarán con fuerza, ya lo verás, y serán
frescos, no gélidos; nos sentarán bien.
Mientras, no puedo dejar de pensar que falla
algo. Fallas tú ¡maldita! Fallas tú. Porqué, me
pregunto. ¿Por qué tuviste que comportarte de ese
modo? Tan dulce, tan malvada, tan diferente. Esa
es mi pesadilla. Eres tan diferente… ¡A cualquier
otra! No te pareces a nada. Eres original. Única.
Eres diferente al resto. Estoy convencido.
Cada chica, en realidad, cada persona, es un
universo distinto. Cada ente humano es la quinta
dimensión. Luego tenemos infinitas dimensiones,
infinitas direcciones, personas, palabras,
momentos, escenarios… Es la gran función de estar
vivo. Una función que verán muchas personas.
Porque el arte nos impide estar solos. El arte es
toda la compañía que tengo ahora y sus formas de
muñeca son todo el arte que veo.
La perla de la ría tenía un color extraño. Era
un tipo francamente raro. Uno de los mejores
guitarristas que he conocido, sin duda, sino el
mejor y en una ocasión dijo esto: Yo no compongo
canciones. La explicación era que la música de
Pearl Jam era tan insuperable y tan perfecta, que
era innecesario componer algo que no fuera ni la
décima parte de aquella música. Un razonamiento
bien absurdo. No era un chico tonto, ni mucho
menos. Yo lo consideraba bastante más inteligente
que yo, pero creo que se equivocaba pensando eso.
Sabiéndolo, sería bien divertido ser hábil
como escultor. Siempre quise ser escultor. Sería
como construir ese rostro y cuerpo perfectos. Lo
has hecho tú amigo, tú mismo. Es ella, y es
perfecta, solo que te saldrá mejor la próxima vez.
Ahora ya puedes tirar a la basura ese pedazo de
barro sin forma. Mejor prueba a hacerle una foto.
Podría hacerle una canción. Eso me sale
mejor. También sería bonita, y también me serviría
para recordarla. Ocurre que no hace falta ninguna
canción cuando aun la tienes ahí delante. Que
bonita es. La miro otra vez. Ella hace como que no
se da cuenta. A veces sonríe, aunque no se si es por
la peli, o porque le gusta que la mire. Al final me
doy cuenta de que no sabe nada. No sabe que ella
es la fotografía, ella es la canción, ella es el barro, y
la chica, el amor, está lejos. Mañana mismo,
buscaré esa imagen, y la colgaré en mi corazón,
porque mi memoria y mi querer siguen siendo de
papel.
Te quiero. Eres diferente. Eres diferente y te
quiero. Y no puedo hacer nada. ¿Qué debe hacer un
hombre para no parecer un loco? ¿Ocultar sus
sentimientos? ¿Trabajar para que se desvanezcan?
¿Esperar a que ocurra algo? Al final nada sirve y no
puedes dejar de encontrarte extraño. Encontrarte
mal, como alejado de tu propio cuerpo, alejado de
tu vida y sus riendas. Los pasos son cortos, el
camino es largo, y no soporto ignorar dónde me
lleva. Soy cobarde para dar el salto. Soy cobarde
para volar. Sin embargo, continúo flotando. Quiero
seguir flotando, mecido por las nubes, y si algún
día bajo, que ella esté allí.
Me cagó un perro

Es estrictamente necesario ser humilde. Y


ser humilde no consiste en actuar como si fueras
muy humilde, sino en saber que no vales una puta
mierda. Saber que eres basura.
Ocurre que me gusta reciclar cosas, y me
puedo reciclar a mi mismo si lo deseo. Sólo que me
faltan las fuerzas y eso es natural, porque sólo soy
un montón de basura. Huelo mal, y no hay más que
cuatro moscas a mi alrededor.
Me cagó un perro. Un perro grande que
tenía una indigestión muy fuerte. Un perro que ni
siquiera era gracioso. Un perro terrible. De los que
alguna vez muerden, y no sabes nunca cuándo será
la próxima ocasión, o ni siquiera si habrá próxima.
Melodías de camino a Narayama
Life is pretty: ¡La vida es bella!

Come back with your ashes: ¿Quién quiere volver a


ser un niño? Tal vez, sí… Pero jamás el niño que
fui.

Leave my home: Hay una parte de ti que nunca


puedes abandonar, y cuando lo intentas, te das
cuenta de que te estas abandonando a ti mismo.

Diamond: O cómo convertirte en un perro.

Dark box: Cuando un amigo te cuenta un secreto


debes guardarlo bien. Desvelar tus propios
misterios es lícito, pero es mezquino descubrirlos
cuando no te pertenecen. Sin embargo, esta vez
quise transgredir la norma y arrojar luz en la caja
oscura para ver que no estaba vacía, sino que
dentro había una canción.

Forget: ¿Sabéis qué ocurre cuando la nada es mejor


que cualquier cosa que puedas recordar? Mis
recuerdos me dijeron que para mí era mejor
olvidar.

Breeze: O cuando las palabras se las lleva el viento.

No fun: Vivir deprisa es correr sin saber hacia


donde. Las oportunidades pasan y aprovecharlas es
cuestión de estar atento. Por mucho que corras, no
las alcanzas.

Spring song: La belleza la tiene guardada una


princesa que habita en el país de los sueños. La
guarda en sus ojos, en sus labios, pero sobre todo…
en su voz.

The moon: O cuando la luna bajó del cielo para


dormir conmigo.

Drugs: La mejor vida dura lo que duran las drogas.


Muchos las hemos usado, y como en todo, hemos
tenido buenas y malas experiencias. A mi me gusta
quedarme con lo bueno de aquello que me ocurre y
esta canción habla de algo bueno que ocurrió
mientras buceaba.

I feel from nowhere: El silencio nos hace sentir en


ninguna parte. Esta no es más que una manera
como cualquier otra de encontrarte en el gran
descampado.

In my cave: En la cueva estamos a salvo del


mundo, pero no de nosotros mismos.

Born to be a man: La hombría es una falacia, pero


si hay algo que debe hacer un hombre, es jamás
pedir disculpas por haber nacido.

Faith: ¿Quién dijo que la confianza daba asco? La


confianza es algo maravilloso. Sin embargo, del
mismo modo que la libertad exige responsabilidad,
la confianza exige respeto. Y eso pasa poco ahora.

Good luck: A los amigos que se van les deseo


siempre la mejor de las suertes. Aunque a veces,
los eche mucho de menos.
Narayama
A Narayama me voy
Narayama soy
Narayama me llama
Narayama clama

Camino lento de dientes fuertes


Voces detrás me dejan sólo
Pienso la luz y la última alegría
Pienso la cruz y la absurda teoría

Camino roto inventado por locos


Gritos del mártir de los que huir
Pienso los pasos a cada segundo
Pienso la vida y mi gran herida

Camino estrecho de lodo y ser


Silencio ahogado en la inmensidad
Pienso el paisaje de vértigo y sal
Pienso mis manos de libre abarrar

Camino muerto de sangre común


Gloria perdida en la frágil carne
Pienso la luna redonda por fin
Pienso tus labios y les digo que sí

A Narayama me voy
Narayama soy
Narayama me llama
Narayama me ama
SEGUNDA PARTE

Dedicada a
aquellos que luchan
por abrir el camino
entre la maleza.
La selva
Tan marrón, tan verde, que pierdo el azul.
¿En qué dirección está el cielo? ¿Qué es este lugar
inhóspito? Paraje húmedo donde habitan las fieras.
Delante tengo al león, y me mira fijamente. Veo su
gran melena de fuego, sus ojos enormes, su
narizota exagerada y sus cuchillos insinuados por
debajo de los bigotes. De repente, el rugir. De
repente el estruendo. Y ni siquiera le pude saludar.
Su zarpazo me alcanza y hiere mi pecho, pero no
mi alma, que se multiplica y sale disparada como
bala de rifle hacia el animal. Ese es el momento en
el que muere el león y naces tú. Ese es el momento.
Cuando disparas al león.
Su cadáver queda atrás, y el tuyo, sigue
caminando. Ahora es cuando encuentras al oso. Por
suerte, él es grande y tú pequeño. No advirtió tu
presencia. Tu arma tiembla y tú tienes una luz de
alarma girando como loca pegada a tu cabeza.
Parece el sombrero de un nuevo tipo de payaso, que
está a punto de llamar su atención. Nervioso lo
coges y lo lanzas lejos, con tan poco acierto que
alcanzas a ver donde cae. El oso escucha el crack y
se vuelve hacia ti como si aquello hubiese
reventado en tu misma cabeza.
En lo que se tarda en gesticular una mueca,
tuve la bestia enfrente erguida proclamando el fin
de mis días. Un soplo hizo desaparecer mi arma y
la piedra colonizó mis nervios. Recordé entonces
que llevaba un frasco de miel escondido en la oreja.
Se lo ofrecí y su gesto cambió por completo. Nos
sentamos para compartirla, saborearla y deleitarnos
del dulce. Todos podemos llegar a ser jodidamente
hostiles. Dimebag fue mi amigo y luego me dio un
abrazo. Un abrazo de oso. Un abrazo enorme y
aterrador, sólo si se hubiera producido unos
minutos antes. Nos despedimos y él se quedó con el
frasco. Ya sabéis, para poder tener algún sitio
donde guardar los recuerdos.
En el hábitat, se encontraba también, por
increíble que parezca, la mona lisa. Era una mona
dedicada al arte. Pintaba fieles reproducciones de
cuadros famosos. Pintaba cojonudamente bien, solo
que en realidad, su talento estaba en el trazo, no en
el terrazo. Siendo así, le pedí que me pintase, y
muy amablemente me grabó los girasoles en los
ojos, el grito en boca, y el perro en el bosque en
medio del pecho. También me regaló una de sus
copias de la gioconda. Realmente un formidable
autorretrato.
Luego conocí a un elefante solitario. Gané
su amistad, subí a su lomo y me fue abriendo paso,
a salvo de las garras de los depredadores y los
peligros del camino. De esta forma gané minutos y
pude descansar al salir de aquel lugar extraño, tan
marrón, tan verde, que pierdes el azul.
¿A dónde vas, amigo? me preguntó el
elefante. Busco el azul, le dije. Me dirijo al sitio
donde se juntan el cielo y el mar. En la lejanía del
horizonte, verás un monte. Allí es a donde voy. En
ese lugar, veré el azul tan de cerca, que no hará
falta ir más allá, porque habré llegado todo lo lejos
que se puede.
- Tal vez deberías pedir ayuda a algún pájaro. Él te
llevaría mucho más rápidamente.
- En realidad, no tengo ninguna prisa por llegar.
Sólo sé que cuando ya no quiera caminar más,
habré llegado. Gracias por todo.
- ¡Espera loco! Si pretendes llegar a ese misterioso
lugar tan lejano, no deberías viajar por el mundo
sin llevar un arma de poder. La selva no termina
aquí. En realidad estarás en ella siempre porque el
peligro está por todas partes y jamás estarás a salvo
a no ser que estés muerto.
Me dio entonces un sable de marfil. Gracias
a eso, podría ser tan valiente y fuerte como
cualquier elefante. Sin más palabras para agradecer
que mis lágrimas secas, vi cómo se alejaba
mastodóntico hacia la verde agitación, mientras se
acercaba por mi espalda, la negra pantera.
Yo nunca me di cuenta de eso. Sólo la vi
huir cuando advirtió que no era un simple perro
asustado, sino el portador del sable de marfil, que
prácticamente te convierte en indestructible. Ahora
era un elefante, y avanzaba, paso lento y firme,
hacia un destino tan cierto como apasionante. Sin
abandonar la selva, ya no le temo a nada, a pesar de
llevar grabado en el pecho, aquello que siempre he
sido. Aquello que siempre fui.
Marihuana
El frío, intenso
El aire, denso
La luz, quema
Mi vida, en vena

Le prendo fuego
A mi último anhelo
Respiro fuerte
Y me siento mejor

El arte es viento
¿Este humo? mis ideas
¿Lo que tengo? Marihuana
¿Lo que no? Siempre tú
Mi otra mitad
Ayer descubrí mi otra mitad
Ella era blanca y yo sin luz
Ella era blanda y yo de cristal
Ella era vida y yo no la merezco

Ayer descubrí mi otra mitad


Mi boca a pedazos de roca fundida
Mi alma perpetua se pudo acabar
Mi amor repetido se quiso olvidar

Ayer descubrí mi otra mitad


Princesa del viento que soplas la herida
Me quitas la pena de hielo adquirida
Me robas la sangre y te quedas dormida

Ayer descubrí el beso de azahar


Caricia de estío y abrazo de amar
Luces de río y cresta de andar
Me robaste la vida y lo tuve que aguantar
Los rápidos
La labor fue sencilla. Quise hacerlo bien y
casi fui maestro. Estábamos esperando el último
suspiro que nos delatara y fue al poco tiempo que
no pudimos reprimir la estima. Hubo abrazos, hubo
amistad, hubo lo que añorábamos capital. Fueron
conversaciones. Hablamos las ilusiones. Nos
besamos incluso, de amor que respiramos. Casi era
de día y me vino la noche encima. De naufragio
vino el resto.
Dolor. Dolor. Dolor. Mil veces el dolor. Mil
veces el quebranto. Me pincha el pecho de estar
vacío. Mi alma se queja de abrir el camino. Los
pasos, los dedos, los tiempos, se agotan. Yo tengo
un sentimiento, y la duda lo hace mío. Yo tengo un
deseo, y la rabia lo hace eterno.
Quiero decirte, princesa absoluta, que te
quiero. Sólo te quiero. Y que me tome la locura si
todo esto es un reflejo. Mi cuerpo lo dice. Sólo te
quiero. No es gustar. Es querer. Amada mía, ¿lo
sentiste alguna vez? ¿Viniste de lejos para verlo?
Ahora, en este silencio, sólo se escuchan los
sonidos de los rápidos, que nadan lecho abajo,
golpeándose contra las rocas. Mi agua. Mi sangre.
Y nada más.
La Caída
Que luna jode. Estoy perdido. Necesito salir
de mi mismo para descansar. Necesito estar solo. O
tal vez necesito amor. O tal vez no necesito nada.
No se que huevos; huevos me pasa. Será que estoy
perdido.
Todo lo que hemos sido, está en una brisa.
Y lo que arde, lo hace sin control. Viene la brisa y
empuja el fuego arrasándolo todo. El escenario es
apocalíptico, y mis cenizas yacen en medio. En
medio de todo, está lo que queda de mí. Y ahora,
¿qué es lo que debo hacer? ¿Cómo fabricas un cubo
de madera con cenizas de un palo? ¿Cómo te
levantas después del golpe? Se que va a ser muy
duro. Lo pienso. Lo sé. Me equivoco poco, aunque
me da la sensación de vivir entre fábulas, así que
todo podría ser una gran equivocación. Una gran
mentira. Nada de Matrix. Eso son cagadas. Me
refiero a una verdad, tan real como el mismo
mundo, sólo que equivocada. Es… un modo de
vivir equivocado. ¿Vale? Quiero decir… Vivimos
de manera equivocada. Caminamos sin rumbo.
Poca gente encuentra el sentido a estar vivo.
Poca gente encuentra una vocación vital, nada que
ver con los oficios, nada que ver con el trabajo.
Coincidente, compatible o diferente, pero en
esencia nada que ver desde el punto de vista vital.
Sí si piensas en la supervivencia. Sí si piensas en el
trabajo. Sí si tienes planes. Pero no si piensas en tu
vida y notas la brisa de la que hablaba. Como te va
helando por dentro y te va dejando vacío,
hambriento, muerto.
¿Qué mierda hacemos? ¿Qué cojones vine a
hacer aquí? ¿Qué necesito? ¿Qué no?
Necesito un beso. Necesito saber que no
estoy solo. O por lo menos, creerlo durante un
tiempo.
Necesito oscuridad, música verdadera. O
por lo menos, música durante algún tiempo.
Necesito hacer cosas en las que creo. Y
estoy viendo el abismo. Veo como se va a
precipitar todo hacia abajo. Pienso en la caída.
Pienso qué hacer. Le doy la vuelta a la manzana, y
al final me parece igual por todas partes. ¿Serviría
de algo darle un mordisco mientras caes tan rápido
como lo haría un saco de cemento? ¿Serviría de
algo recordar ese sabor?
No soporto esta sensación de caída, de caída
todo el tiempo. Cuando llegue el gran golpe, es
posible que nos levantemos. Siempre lo hacemos.
Pero, joder. Cuanto dolor. Cuanta mierda.
Chico abandonado (La caída II)
¿Quién está preparado para ser un chico
abandonado?
¿Quién tiene el blanco del camino, en el ojo
marcado?
Acabo de descubrir que lo único que
tenemos no es la vida, porque sino, no echaría nada
en falta. La vida vale poco si no la llenas con algo.
¿Con qué se llena la vida? ¿De qué nos sirve el
tarro de los recuerdos si está vacío? ¿Qué haremos
cuando esté lleno?
De repente, abrir los ojos se convierte en
una tarea desagradable. El tacto deviene
escalofriante y trepa como una serpiente desde los
talones hasta los párpados. El quejido sincopado
picotea algún lugar de tu cerebro y orientas a
tientas un torpe golpetazo hacia la nada.
Compruebas… ¡Acertaste! Acabas de detener el
tiempo. Estarás muerto otros cinco minutos.
En la caja de la luz amarilla, aun no se ha
hecho de día. Es posible que hoy tampoco salga el
sol. El dolor sigue dentro. Está ahí. Si tuviera una
llave que encajara en mi ombligo, me abriría desde
el abdomen hasta el pecho para buscar dónde se
sitúa. Nunca lo he visto, pero intuyo la forma del
dolor. Tiene que ser como una especie de tumor.
Una bolsa de mierda, que puedes extirpar y luego
sentirte mejor.
Abro los ojos por fin. Me dispongo a
buscarla. Salto de la cama y miro en la cartera. Ahí
encuentro la llave, junto al carné de identidad y la
tarjeta de salud. Pruebo y consigo abrir el pecho sin
problemas. Voy corriendo al baño y miro en el
espejo, sólo que todo parece estar en orden…
¡Maldita sea! ¿Dónde demonios está?
¡No puede ser! ¿A caso funciona todo
correctamente? Pulmones, vísceras, todo
descubierto. El dolor tiene que estar en alguna
parte… Veo mi corazón. Palpitante, dubitativo,
descontrolado, como gritando, pidiendo ayuda. Lo
que duele parece estar dentro. Entonces cierro los
ojos, abro los dedos y agarrotándolos, los lanzo
sobre el músculo del ritmo. El contacto me hace
sentir la última fiebre. Sin pensar más, lo arranco.
Lo arranco de golpe, y lo lanzo contra la rabia del
espejo.
Mi corazón es un trozo de carne aun viva
escupiendo sangre en el lavabo. Llené todo de
cereza y me quedé viendo la escena. Así estuve
bien unos segundos, porque ya no sentí pena. No
pude sentirla.
Cogí una toalla. Con ella tapé mi corazón y
lo aplasté como si fuera una cucaracha. Así fue
como ocurrió. No me arrepiento de lo que hice. No
me arrepiento, porque no puedo. Algo debí de
hacer mal porque el dolor sigue adentro. Algo sigue
doliendo, sólo que ya no lo lamento.
Son las ocho. Me ducharé y me iré a clase.
Me desplomo y desperté desnudo en medio del frío
preguntándome qué demonios ha ocurrido. ¿cuánto
tiempo ha pasado desde la última vez que sentí los
latidos?. Los mido. Siguen ahí. Causando dolor.
Apenas dormí tres horas. Apenas late. Apenas vivo.
A penas muero. Después de todo. La caída no fue
tan importante.
Por suerte, pude deshacerme de mi corazón
a tiempo y poco a poco recuperaré el compás.
Golpes. Golpes por minuto. Golpes en mi pecho.
Golpes, y dolor.
Ahora, me dedicaré a ser un chico
abandonado.
Sacrificad al cerdo
Hoy es un día feliz. Nos hemos reunido
todos para sacrificar al cerdo y celebrar que somos
perversos. Vamos a darnos el gusto de ser crueles
por una vez. Luego, decidiremos si nos lo comemos
o no.
El cerdo anda por aquí. Tiene forma
humana. Aun no sabemos quién es pero llegado el
momento nos volveremos todos contra él. O
incluso ella. No haremos distinciones, porque
funcionamos así.
Por fin sabemos quién es y hoy es su San
Martín. Esas orejotas puntiagudas y sucias, ese
rabillo retorcido en corta espiral, esas pezuñas de
haber pisado el barro, ese morro de cerdo
asqueroso… Es él. No hay duda.
Cuando se vio sorprendido, no supo
reaccionar. Permaneció inmóvil, y cuando lo
intentamos agarrar por las patas, comenzó a
grungear intentando escabullirse. Ese momento de
pánico era todo lo que necesitábamos, pero
quisimos más. Queríamos llegar más lejos.
Queríamos matar al cerdo y pronto tuvo ante sí las
imágenes del pasado.
Le preguntamos al necio animal si tenía
algo que decir antes de morir. Déjalo que hable.
Que hable el cerdo. Sabe dios que clase de
marranadas escupirá por la boca. Qué más dará.
Serán las últimas. Siendo así, que largue todo lo
que quiera y más.
Y no nos vino con esas de que tengo mujer
e hijos. Al fin y al cabo era un cerdo. No le hubiera
funcionado. Nada que ver, señores. ¡Todo un
alegato! Esto fue lo que dijo el muy gorrino:

Se que me odiáis porque soy un animal


sucio y asqueroso. Se que me odiáis porque no soy
como vosotros. Se que me odiáis, aunque no tanto
como me odio a mi mismo. En mi naturaleza está
escrito.

Aun así, deciros tengo que mi carne jamás


saciará vuestra hambre, porque ésta no es de
comer, sino de matar. Mi sangre, no hará crecer el
páramo en vuestros pechos. Nada de lo que hagáis
conmigo os procurará salvación. Quien sea la
mano con valor para pincharme adentro, que sea
también la voz con valor para decir que miento.

Sin mediar palabra, fui yo quien se acercó, y


le asestó un cuchillazo en el costado. Su agonía fue
lenta, y mi placer, intenso.
Hoy es un día feliz. Nos hemos reunido
todos para sacrificar al cerdo y celebrar que somos
perversos.
La Tarara (de Antonio Vega)
Tiene la Tarara, Un vestido blanco
Con lunares rojos, Para el jueves santo

La Tarara sí, la Tarara no, la Tarara niña, que la


bailo yo.

Tiene la Tarara, Un dedito malo


Que curar no puede, Ningún cirujano

La Tarara sí, la Tarara no, la Tarara niña, que la


bailo yo.

Tiene la Tarara, Unos pantalones


Que de arriba abajo, Todo son botones

La Tarara sí, la Tarara no, la Tarara niña, que la


bailo yo.

Baila la Tarara, Con bata de cola


Y si no hay pareja, Bailotea sola

La Tarara sí, la Tarara no, la Tarara niña, que la


bailo yo.

Tiene la Tarara, Un cesto de flores


Que si se las pido, Me da las mejores

La Tarara sí, la Tarara no, la Tarara niña, que la


bailo yo.
Vida inocua
Si la pena fuera gloria, yo sería el
emperador de Roma. Me quiero referir a la estatua
del taparrabos. ¿Qué demonios es eso? ¿A caso vas
a venir a curarme?
Siendo más ensayo que canción, tengo que
decir que el arte no se contempla. Se vive. Si solo
nos maravillamos, es que el mensaje era pobre, o
no ha llegado. Algo debe sacudirnos. Y el
taparrabos lo sacudo después de mear.
Hablo de la sensación de estar viviendo algo
nuevo. De estar viviendo algo bueno. Efímero,
como todo lo humano, pero perfecto, de paz en el
interior. Una paz que puede acompañarnos en
cualquier momento. Balsámica. Terapéutica.
Eficaz. Como un medicamento para cuando se te
resfría el alma.
La vida inocua carece de la verdadera
dimensión del arte. El arte bien entendido. El arte
romántico, el arte extremo, el que te hace gritar
basta y luego pedir clemencia. ¿No sería divertido
visitar las casas y dejar cagadas de puerta en
puerta? Pues hagámoslo. No sería la primera vez
que me busco enemigos. Es el gran inconveniente
de no seguir la religión del imperio.

UNO La belleza femenina: Esta es la primera


puerta. ¡Oh! Pero no la única, aunque a veces lo
parezca. Lo parece porque cuando la abres, detrás
encuentras todas las demás. Pero en este viaje que
camino sólo, a veces prefiero ir a la fuente a beber
del agua más fresca, y no esperar a que la doncella
me traiga un vasito medio lleno, incapaz de saciar
toda mi sed. Una sed de montañas. Una sed de
kilómetros. Una sed de años. Además, muchas de
esas puertas, están cerradas con llave. Podría
emplear un tiempo en buscarla, pero nada me
asegura que la empresa vaya a tener éxito. Siempre
preferí el camino más largo, porque solía ser
también el más seguro. Un día se me olvidó, corrí a
por la llave, y cuando me di cuenta, ya estaba
perdido.

DOS Los emo: Los emo tienen un lametón de vaca


delante de un ojo, generalmente el izquierdo, que
les impide ver en tres dimensiones. Es por esto que
disfrutan tanto de la fotografía. Pero sus
acomodados cerebros de razonamiento neoburgués
han obviado el inmenso poder de esta forma
moderna de hiperrealismo pictórico. Evocar con
una imagen, un sentimiento. O muchos
sentimientos. O muy intensos. Evocar el colapso.
La pintura no es más que el camino inverso
que recorre los mismos paisajes. En los casinos
juegas a doble o nada. Así que aquí tenemos un
arma de doble filo. Es la puerta que abre siempre
en la dirección según decidas colocar la manivela.
Es una lástima que no se pueda fotografiar mis
ideas y mis sueños. Serían fotografías realmente
insólitas. Lugares imposibles, anhelos ahogados…
De eso se dieron cuenta ya hace más de un siglo.
Los profetas de papel: Acabo de verlo colgado. Es
una fotografía de una mujer desnuda,
extremadamente obesa que me cuenta que el
próximo fin de semana hay un concierto de los
Milicia. Me dice que en sus pezones hay glamour,
que en sus muslos hay rock, y que en sus genitales
probablemente se oculta el cadáver en vida de
Withney Houston. Completamente delirante. ¡Y
esta vez yo no me inventé nada! Podéis verlo todos.
Es… Un ANUNCIO. Un cartel, como aquellos de
la guerra, solo que el dramatismo es mucho más
superfluo. Con cubalitros de por medio, ¿quién no
ríe a carcajadas de la diva del güisqui? En la tele,
podemos ver algunos carteles que se mueven, y se
te olvida que te quieren vender un submarino. Es la
conquista de la cuarta dimensión sin necesidad
haber colmado la tercera. Un verdadero milagro,
¿no es así? Serendipias a parte, ahí veo la puerta
número tres.

TRES Viajando por las formas: Estoy a punto de


volver corriendo a por la llave, pero eso sería
apartarme del camino. La forma es el barro, la
piedra, la madera, el material. Pero siempre se
entendió mal. El viaje por las formas, es decir, la
escultura, se disfruta mucho más a través del tacto
que de la vista. Incluso la arquitectura, el arte de
vivir en una escultura llamada espacio, tiene mucho
más que ver con el tacto del aire que con la visión
de las paredes. Me retuerce el halo contemplativo
que desprende. Es como la pintura. Ciertas
imágenes, quieren comunicar, y en cualquier
comunicación artística, hay un emisor,
probablemente atormentado que trata de decirte
algo. Para vivirlo de manera significativa, es
preciso dar un paso adelante y hacer crujir la cuarta
dimensión. Es el espacio, vivido a través del
tiempo. Es el nacimiento del momento.
Al igual que en la puerta número dos, en la
que exploramos el mundo en dos dimensiones, en
este universo de sólo tres, encontramos también
una dualidad: La forma por fuera y el cuerpo
entero, o la forma por dentro y la cueva negra.
CUATRO Los latidos del corazón y la lluvia en el
cristal: Pom. Pom póm. Pom póm. Pom póm. Pom
póm… Crrrsssscscscscscscs… ¡Música! Está en
todas partes y en todos los momentos. Hasta
cuando hay silencio, el ritmo sigue latente. La
melodía gira y se desintegra. ¿la escuchaste? ¿qué
te dijo? ¿era bella? ¿te dio un beso?
Para los que aun no se han percatado, la
cuarta dimensión es la suma de las anteriores a
través del tiempo. Solo que la música, no precisa de
un espacio. Es impalpable. Invisible. Inevitable. La
música sucede del mismo modo que sucede la vida.
Tiempo a tiempo, golpe a golpe, siguiendo el ritmo,
y bailando las notas. La música ríe cuando quieres
que ría. La música llora cuando no quieres nada. La
música sucede cuando no sucede nada más que el
tiempo.
¿Y qué es el tiempo? Preguntó el maestro
Hora… Tal vez es una música que suena tan bajito,
que se escucha siempre. Creo que alguna vez la he
oído... Lo sé, dijo el maestro Hora: Por eso pude
hacerte venir hasta aquí.

CINCO Sucede porque estoy vivo: Esto es la toma


de conciencia del ser: La quinta dimensión. El
logro de la entidad, la identidad, la existencia de
uno mismo. En definitiva, la palabra.
La palabra cuenta qué sucede. Una voz lo
cuenta, es cierto, del mismo modo que alguien hizo
la película. Pero ese elemento no es palpable.
Cuando esto ocurre, tú estás sólo, siguiendo una
historia que es tuya; que te sucede a ti. La voz que
habla, la tienes dentro. La palabra, nace en ti,
porque cuando la recibes, no hay otra cosa que
soledad e introspección.
La palabra, tiene muchas formas. Se
esconden detrás de la quinta puerta, tanto la poesía,
como la literatura, como el cine. En un futuro, o un
presente, en el que las imágenes cobrarán su
porción de volumen, esto no será más que una
ilusión servida por la ciencia, no por el
pensamiento. Confundimos el estudio con la razón.
La cultura con la vivencia. No amigos, no. Son
cosas diferentes. Una cosa sucedió, y la otra,
sucedió realmente. Una era ficción y la otra,
realidad. Una te la contaron, y la otra, la viste. Y
ahí estaba. La puerta número seis.

SEIS Sucede porque lo estoy viviendo: Lo tienes


delante. Está pasando. Algo te sacude por dentro.
Existe un igual gritando su interior. Gritando su ser.
Te lo dice. Tu lo ves. Es bello. Es irrepetible. Es el
arte en directo. El arte, para ti, y un número
limitado de buscadores de puertas. Es por ejemplo,
un concierto. Un espectáculo. Un teatro. Una
danza. O bailar con las puertas. Abrirlas todas y ver
qué hay. Es descubrir que no estás solo. Que al
igual que el continuo espacio/tiempo tiene dos, tres
y cuatro dimensiones, al ser le corresponde una
quinta como espacio individual de recepción de
ficción, y una sexta como tiempo común y de
interacción real. ¿Quién es inmune a un aplauso?
Desde luego, no un artista.

SIETE: Narayama: El aplauso dio paso al silencio.


Cuando terminó, no hubo más belleza que la que
sentimos. Entonces sobrevino el vacío. El arte
también lo contempla, y esta es la última
dimensión. Bello es todo aquello que evoca el
nacimiento, la vida y la dicha de abrir puertas. Feo
es todo lo que cuenta morir, perecer y cerrar éstas.
¿No es paradójico que la muerte pueda llegar a ser
también, el más bello de los sucesos?
Definitivamente no, porque forma tan parte de la
vida, que aquello que no está condenado a morir,
jamás será considerado vivo. Todas las monedas
tienen dos caras, y a todos nos salió la cruz alguna
vez. Todos viajamos de camino a ese sitio,
seguramente tan maravilloso, que nadie que lo haya
visitado ha decidido regresar. ¿Verdad que fue
divertido dejar un pedazo de mierda detrás de cada
puerta? Otros las abrirán, y te contarán cómo huele.
La siguiente tabla intenta clasificar lo
inclasificable. Hacerlo es un ejercicio típico y
recomendable para lo que denominamos
comprensión. Habla sobre las dimensiones o
puertas que abarca cada una de las principales
formas artísticas, así como su camino de vuelta, es
decir, las formas de arte que encontramos detrás de
cada puerta.
Lo que hay aquí, evidentemente es una
apreciación. Es opinión, no ciencia. Análisis
introspectivo, no contrastado en la fuente por
considerar, la fuente, esa de la que brota fresco, mi
corazón. Todo es discutible, relativo. Sólo hay algo
indiscutible. Arte es todo aquello que habla de la
vida y la muerte y te abre alguna de las puertas para
que pases y veas lo que sucede más allá de estar
vivo y más allá de estar muerto.
Se podría definir más exactamente porqué
sí, o porqué no. Pero eso evitaría al lector tener que
andar un poco, tener que pensar hacia dónde,
porqué, y si realmente tiene sentido. Os espero a
todos en la cima de Narayama, donde todo es tan
azul, que no puedo reprimir las lágrimas.
1: El nacimiento, la belleza, la alegría y la vida
2: El plano, la fotografía, la pintura, el diseño, la
ilustración y el papel impreso.
3: La escultura, el relieve y la arquitectura.
4: La música.
5: La poesía, la literatura, y el cine.
6: El teatro, la danza, el espectáculo y la muestra.
7: La pena y la muerte.

Bellez 2D 3 4D 5 6D Muert
a D D e
Pintura S S N N S N S
Fotografía S S N N S N S
Escultura S S S S/ S N S
V
Arquitectur S S/ S S/ N N S
a R V
Música S S/ N S S S/ S
R V
Literatura S S/ N S/ S N S
R V
Cine S S N S/ S N S
V
Teatro S N S S S S S
Danza S N S S S S S

Leyenda:

S: Sí
S/R: Sí, sólo como representación.
S/V: Sí, sólo si es vivenciada.
N: No
TERCERA PARTE

Dedicado a aquellos
que rompen el silencio
y vuelven la vista atrás.
Los que conocen bien sus debilidades.
Los que admiten ser cobardes.
Ellos son, sin duda, los más fuertes.
Porque son los que siguen caminando,
por mucho que les tiemblen las piernas.
Extraños
Extraños son los momentos en los que
descubres por enésima vez que jamás te conocerás
lo suficiente. Extraño es el día de hoy. Extraño es el
frío. Extraño es su gesto, y en general la situación.
Todo es extraño. La palabra empapa hasta el último
átomo de oxigeno de la caja de zapatos de la que
respiramos los dos. ¡Oh! Y huele bastante bien.
Como a viejo, de guardar papeles y esas cosas.
Entretanto, te rodeo por la cintura, muy
pegado, y aparto ese par de mechas que me
impiden ver tu mejilla, tu cuello. El tiempo se
detiene. La lluvia sonora me pide que me acerque
más. Pegado. Mis labios te buscan para decirte
algo, poca cosa, muy bajito, lento y al oído. Me
resulta imposible separarme de ti.
Sus ojos me miraron jóvenes. Demasiado
jóvenes. Luego se escondieron en el suelo y
confundidos con la sonrisa, no los volví a ver. Si
derramaron alguna lágrima, no lo vi. Me lo
contaron. Tal vez, yo no soy para ti. Tal vez, yo no
soy de nadie. Tal vez, deberíamos continuar siendo
extraños.
¿Qué es el amor? (Extraños II)
Un día apareciste
Te vi
Y llamaste mi atención

Otro día hablaste


Te escuché
Y pensé que me gustabas

El último me besaste
Me enamoré
Y corrí hasta donde estabas

Al final te fuiste
Te busqué
Pero ya no había nada

El amor es la historia
Que aunque se repita mil veces
Siempre parece, la primera
Delirios del hambre
Comeremos del barro
Beberemos la sal
Rezaremos al aire
Moriremos en cal

La virgen llora
Seca su estampa
La virgen llora
Sola se levanta

Te daré mi cinturón
Porque el resto me hace falta
Te daré mi bendición
Que duermas en cuna alta

Animales nunca fuimos


De ver llorar las damas
Fue la fe que no perdimos
De surgir de entre las llamas

Fue duro el trabajar


Fue muy duro el perecer
Que más duro fue perder
Por no dar brazo a torcer

He comido de este barro


He bebido toda la sal
He rezado al firmamento
Que mi casa la hice de cal
Comando corto
¿Quién no ha pensado alguna vez en jugar a
hacer películas, igual que hemos jugado a saltar de
baldosa en baldosa? Miro hacia la estantería, y ahí
tengo una miniDV muerta de la risa. Este corto se
llama “Nosotros en la quinta dimensión, haciendo
cualquier tontería”. Siempre fue sin pensar, y a
poco que piense uno, sirve para concretar.

Escenario: La acción ocurre todo el tiempo en un


mismo escenario. Una habitación. Hay una mesa en
el centro, y los personajes sentados alrededor.

Personajes: La historia debe girar entorno a ellos.


Deben ser creíbles, por lo tanto, tienen que
parecerse a los actores. Los personajes serán en
función de los actores, y cada uno elegirá el tipo de
personaje que prefiera.

Trama: El contexto puede ser simplemente una


partida de cartas, o una fiesta. Es una excusa para
algo más gordo. Podría empezar con diálogos
absurdos, en un ambiente de distensión, sonando de
fondo buena música de rock. Así, de pronto, se me
ocurren varias ideas.

Uno: Los personajes discuten cómo conseguir


dinero fácil para pagar una deuda de uno de ellos.
Se baraja la idea de vender droga, de cometer un
robo o un secuestro. El personaje que tiene la
deuda, sorprende a los demás diciéndoles que tiene
un plan para solucionar sus propios problemas.
Saca una pipa, y se pega un tiro.
Dos: Los personajes hablan de cualquier tontada, y
sale la idea de grabar un corto, como algo
divertido. Cada uno expone sus claves para llevar a
cabo una buena grabación y trabajan juntos creando
una historia. Una idea tan facilona y absurda como
esta, merece un final igualmente absurdo, como
que entre de repente cualquier amigo disfrazado de
Loquillo en la habitación y se los cargue a todos.
¡Solo es una idea! No, no, el corto debería terminar
con la conclusión de que no es tan fácil grabar un
corto, y que al final no se hará nada.

Tres: Los personajes juegan al quinito o a cualquier


mierda de beber, que para quien no lo sepa, es una
especie de mentiroso que se juega con dados, en el
que si te descubren, bebes. Uno de los personajes
no sabe jugar, por lo que se explican las reglas del
juego. Juegan largo rato. En un momento, la partida
se detiene y comienzan a hablar. Cada uno se
sincera acerca de su pasado sombrío porque van
superciegos. Al principio cuentan chorradas, pero
poco a poco, cada historia se torna más violenta. Al
final se descubre que todos los presentes han
matado a alguna persona excepto el que no sabía
jugar. Éste se muestra atónito y dice que no puede
creerlo, entonces el de su izquierda le manda beber
y ahí se termina el corto. Se trata de dar la
sensación de no saber realmente si todo lo dicho ha
ocurrido realmente o es una tomadura de pelo, una
especie de quinito de historias.
Lo más importante es determinar qué gente
está dispuesta a participar actuando delante de la
cámara. Quien participe como actor, debe tener
total autonomía sobre su personaje y poder de
decisión sobre el argumento.
Las principales limitaciones se encuentran
en los escenarios y en la posibilidad de recrear
situaciones alejadas de nuestro entorno o la
realidad. (Vestuario, credibilidad de los
personajes… ¡¡no se debe gastar un duro!!) Lo
sencillo es pensar en una ficción paralela a la
realidad, en la que nada es imposible en la medida
en que sea materialmente posible.
Se trata de usar la imaginación y
experimentar para ver hasta qué punto somos
capaces de crear una historia, un producto
audiovisual atractivo, sin necesidad de medios
económicos o materiales.
Abogo por decidir ya mismo, quién está
dispuesto a dar un paso al frente para formar parte
del “comando corto” e ir ensayando con cualquier
mierda. Cualquier idea me vale, aunque sea
totalmente chorra o en clave de humor, me da
igual. ¡¡Pero no tiene que ser espontánea!! Sino
preparada y que no lo parezca. Hablo de ir
entrenando la interpretación.
Absténgase todo aquel que sufra de alergia
ante el visor de una cámara. Pasando de guionistas,
cámaras o montadores… ¡sólo actores! Serán los
actores quienes decidan el guión, los planos y el
montaje. ¿Quién se apunta? Parece divertido…
Buena suerte (Me cagó un perro II)
Las personas sin talento, como yo, nos
dedicamos a tener siempre buena suerte. Cada
fracaso vivido cuenta en el currículo como
sumando de la larga lista de elementos que forman
la buena suerte. El resultado es que pronto o tarde
nos tendremos que marchar. Yo no soy ninguna
excepción, así que ha llegado mi hora. Partiré hacia
el sitio de asfalto y mugre donde nada respira, para
sentirme en ninguna parte, y desde allí, continuar
repartiendo buena suerte.
Me dicen por ahí que la suerte no existe.
Pobrecitos míos. Creen que controlan todo lo que
les sucede. Creen que tienen las riendas de su vida
cogidas en corto, fuertemente, y que cabalgan sobre
los problemas del planeta como jinetes absolutos y
definitivos del destino. La suerte es algo que se
construye, dicen. Que puedes controlar, a base de
trabajo y previsión. Sólo que eso no es suerte. Se
equivocan de concepto. Llaman suerte a las
consecuencias de tus propios actos, y al entrar en la
contradicción que destapa lo absurdo en sí del
concepto, se creen con licencia para asegurar que la
suerte no existe. Desde aquí pues, mi más sincero
pésame.
A los que nos cagó un perro, es decir, los
que tenemos siempre, buena suerte, sabemos que es
bueno, que es humilde, saber reconocer que hay
cosas que nos afectan y que no podemos dominar.
Eso es la suerte. Y saberlo, es tener buena suerte.
¿Queréis que os cuente algo gracioso?
Había una vez un niño, muy pequeño, de unos tres
o cuatro años al que la gente del pueblo le solía
hacer tres o cuatro preguntas, siempre las mismas,
cada vez que lo veían por la calle de la mano de
alguna de sus hermanas. ¿Cómo te llamas, cuántos
años tienes? ¿Tienes novia? Y ¿qué quieres ser de
mayor? A los primeros interrogantes, el niño
respondía con decisión, diciendo un nombre corto o
contando con sus diminutos dedos. A la segunda,
siempre callaba y miraba al suelo, rezumando
timidez. Y a la tercera decía algo así como “Sortero
y obrer”. Me parece fabuloso. Pensadlo. “Sortero y
obrer”. Hoy no hubiese contestado mejor. Y sí, ese
niño era yo.
Mi cerebro virgen de infante que piensa y
descubre, cambió inconcientemente la forma de la
palabra “soltero”, que no es más que un estado civil
para el mundo adulto, por la de “sortero”, que viene
a significar algo así como “buscador de suerte”.
Obvio era que para encontrar la suerte, la suerte del
amor, era necesario estar sólo, porque si no, ya no
estabas “sortero”. Además, ¿quien piensa en eso
siendo tan niño? Entre otras cosas, en eso consiste
ser niño. Las chicas son tontas de tan cursis, y tú…
¡Tú algún día serás un hombre! Enfermo de tanta
ternura y simpleza en el razonar. Es una fiebre
agradable.
Por otro lado, tenía el ejemplo de mi padre,
sin duda un gran ejemplo en lo profesional, que se
dedicaba a construir casas. Pero ahí mi cerebro
también jugaba un rato pensando que “obrer” no es
aquel que simplemente construye. No tienen
porqué ser casas. Pueden ser barcos. Pueden ser
muebles. O pueden ser muñecos. Obrer era, no la
mano ejecutora, sino el que creaba. El que de la
nada, construía algo. Yo quería ser eso. Y hoy lo
soy. Yo no sabía que existían los planos. Yo creía
que mi papá, sabía en su mente cómo era la casa,
porque la había imaginado, y después,
simplemente, con sus manos, la construía. Siendo
esto así, fue una suerte que mi destino tomase
cierto rumbo. Sólo que la arquitectura es la forma
más inocua de arte que conozco, y la música, la que
verdaderamente me sacude, entiendo, domino, y
quiero.
Yo soy sortero y obrer, porque busco la
suerte y soy capaz de crear. Fíjate la anécdota que
te cuento. Que al final resulta que no tengo
vocaciones frustradas. Que al final resulta que
vengo siendo lo que tenía que ser.
Me pregunto, un poco como si fuera un
niño, si esto no es también, tener buena suerte.
Canción de un segundo
Todas las palabras vienen empujadas
Todas las mentiras son
Todas las verdades canto
Las que viven dentro de mi corazón
La verdadera historia de Narayama
Cuando se termina el amor, se termina el
misterio. Se termina la magia. Lo saqué de una peli,
¿vale? Tengo imaginación, ¡pero no tanta! Me
gusta jugar a confundir. Te hace parecer más listo,
o sólo más loco al final. Narayama es un triste
eufemismo. Una excusa. En este jardín de historias,
pensamientos, poemas, y al fin y al cabo, palabras
sinceras, todas bajo el denominador común de ser
vómitos de camino a algo que empieza, o que en sí
mismo termina, evito siempre, de manera algo
elegante y bastante poética, referirme a la señora
muerte.
La peli, no se la recomiendo a nadie. A mi
me gustó, pero eso no es garantía de nada. La peli
también es una excusa. Quien la hizo lo sabe.
Tampoco me acuerdo del director, de los actores…
Por dios. Son nombres en japonés… Se llama “La
balada de Narayama” y cuenta la historia/leyenda
de un pueblo de montaña, en el que existía la
ancestral tradición de llevar a sus mayores a morir
a la cima del monte de Narayama al cumplir la
edad de setenta años. Era un viaje que realizaban
solos si podían, y si no, los acompañaba alguno de
sus hijos, familia, o lo que fuese. El rollo era
alejarse del mundo de los humanos, para a través de
la meditación, a través de la soledad, acercarse al
mundo de los dioses.
Pienso en la vieja que se rompió los dientes
para parecer más vieja. Pienso en su último anhelo
en vida de ver casado a su hijo. Pienso cuando los
ancianos sabios, que renuncian a ese privilegio, el
privilegio de morir así, y les dictan las reglas que
habrían de seguir. Le prohíben al hijo hablar, o
mirar atrás. Le prohíben hablar y mirar a su madre.
Se lo prohíben. Pero él no es ninguna piedra como
las del camino. Él no puede, y rompe a llorar.
Yo me siento ahora mismo como esa
maldita vieja, sola, que medita sobre su vida en el
frío, mientras come raíces. Tal vez, la única
diferencia es que yo no tengo setenta años.
Narayama es ese cementerio de elefantes al
que nos dirigimos. Narayama es muerte, y la
muerte lo inunda todo. Está aquí. La siento. Me va
calando dentro, muy lentamente. Aquí sentado, en
el cuarto dorado, viendo las primeras luces del día,
me parece que estoy en la misma cumbre, y que mi
viaje ha terminado. Dejé de caminar, y ahora, sólo
quiero, que Narayama me venga a buscar.
Epílogo
Ya conocéis el final del viaje. Hemos
llegado al final del trayecto. Ya no hay metáfora.
Ya no hay belleza. Ahora el paisaje no evoca nada.
Un árbol es un árbol. Una piedra es una piedra y la
vida, deber, trabajo y sacrificio.
En la soledad de estas páginas, queda el
vacío. El vacío más absoluto, que nos colmará a
todos en el mismo instante de nuestra muerte.
Después, nos tiraremos pedos, se nos hundirán los
ojos, y nuestras carnes se podrirán llenándose de
gusanos. La muerte no es divertida. Es dolorosa.
Nadie la quiere. A nadie le gusta. Es fea. Malvada.
Horrible.
Mis fábulas tienen moraleja, pretenden
enseñar, explicar algo que has vivido para hacerlo
entender, para hacer reflexionar, y este viaje, no iba
a ser en vano. Mi moraleja es…
Índice

Prólogo
PRIMERA PARTE
El cuento de Bobo y Manfred
Ajos tiernos
Mi sombra
La mañana
La noche
La musa
Me cagó un perro
Melodías de camino a Narayama
Narayama

SEGUNDA PARTE
La selva
Marihuana
Mi otra mitad
Los rápidos
La caída
Chico abandonado (La caída II)
Sacrificad al cerdo
La Tarara (de Antonio Vega)
Vida inocua
TERCERA PARTE
Extraños
¿Qué es el amor? (Extraños II)
Delirios del hambre
Comando corto
Buena suerte
Canción de un segundo
La verdadera historia de Narayama
Epílogo

Biliografía
La selva (imagen en google):
http://images.google.es/imgres?imgurl=http://decor-delux.com/wp-
content/uploads/2006/12/arte-sueco.jpg&imgrefurl=http://decor-
delux.com/category/arte-
decoracion/&h=385&w=360&sz=36&hl=es&start=66&tbnid=Ym6r
H0zUeQ79qM:&tbnh=123&tbnw=115&prev=/images%3Fq
%3Darte%26start%3D54%26gbv%3D2%26ndsp%3D18%26svnum
%3D10%26hl%3Des%26sa%3DN

La Tarara: Antonio Vega – Escapadas

Vida inocua (CUATRO): Momo – Michael Ende

… Que cada ser humano merece la suya, y para


eso, tiene que armarse de valor, vencer el miedo, y
caminar lento y firme, hacia la misma cima.
Narayama nos espera.

Você também pode gostar