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LUIS HERNANDO MUTIS IBARRA

Página Web: www.D10Z.com

NOTAS DE ESTUDIO

República de Colombia
Departamento de Nariño
Municipio de pasto
La sociedad del conocimiento 2

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO

CONTENIDO

1. El nuevo orden global


2. El futuro de cada cual depende exclusivamente de su educación.
2.1. Aprendizaj es
2.2. Convivencia
2.3. Opciones
3. El nuevo poder

1. EL NUEVO ORDEN GLOBAL


El ritmo del cambio tiene implicaciones compl etamente distintas, y a
veces más importantes, que las direcc iones del cambio. Todo propósito de
definir el contenido del cambio debe incluir las consecuencias de la rapidez
de éste, como parte de su cont enido. Tiene que haber un equilibrio no sólo
entre los grados de cambio de l os diferentes sect ores, sino también entre la
velocidad de cambio del medi o y la rapidez limitada de las reacciones
humanas.
Al tratar del futuro, es más importante ser imaginativo y perceptivo.
Incluso el error tiene su utilidad. Sin ellos l os grandes exploradores no
habrían descubierto el Nuevo Mundo. Ni habrían podido trazarse los
mejores y más exactos mapas actuales si unos hombres provistos de
limitados medios no hubiesen estampado sobre papel sus audaces
concepci ones de mundos que jamás habían visto.
No sólo los sucesos contemporáneos t ienen una irradiación
instantánea, sino que ahora podemos decir que sentimos el impacto de
todos los acontecimientos pasados de un modo diferente. Pues el pasado
se vuelve sobre nosotros.
Para comprender lo que nos sucede, al penetrar en esta nueva
Sociedad Informacional 1, debemos analizar el proceso de aceleración y
enfrentarnos con el concepto de lo pasajero. Al cambiar nuestra relación
con lo que nos rodea, ampliando violentamente el alcance del cambio y
acelerando su ritmo, hemos roto irreparablemente con el pasado. Hemos
1
Hay que tener presente que el actual momento o etapa de la vida que vivimos en la actual sociedad, se le asignan
diversas nominaciones según desde el punto de vista en la que se aborde; así se tienen: Nueva Era, Tercera Ola,
Tecnetrónica, Modernidad, Posmodernidad, Sociedad Informacional, Aldea Global.
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cortado todos nuestros lazos con los antiguos modos de pensamiento, de


sentimiento, de adaptación. Hemos montado las condiciones para una
sociedad completamente nueva, y corremos hacía ella a toda vel ocidad.
El ritmo super-rápido del cambio en el mundo que nos rodea perturba
nuestro equilibrio interior, alterando nuestra experiencia misma de la vida.
La aceleración externa se traduce en acel eración interna. Las cosas son
altamente significativas, no sólo por su utilidad funcional, sino por su
impacto psicológico. Nosotros establecemos relaciones con las cosas, las
cosas afectan nuestro sentido de continuidad o discontinui dad. La brevedad
de nuestras relaciones con las cosas acel era el ritmo de la vida. Nuestras
actitudes con respecto a las cosas reflejan nuestros criterios sobre valores
fundamentales. Nada más dramático que la diferencia entre la nueva clase
de niñas, que cambian alegremente su muñeca ―Barbie‖ por el nuevo
modelo perfeccionado, ya no es como aquellas que, como sus madres y
abuel as, se aferran a la misma muñeca hasta que ésta se desintegra de
puro vieja. Las relaciones hombre -cosa se hacen cada vez más temporales,
efímeras o pasajeras.
Desde su nacimiento los niños se encuentran inextricablemente
envueltos en una cultura q ue le dice: ―Tírese después de usado‖. La cultura
del desecho tiene important es consecuencias psicológicas, para adaptarse
a los productos que sólo se emplean una vez; lo que origina valores
distintos en lo tocant e a la propiedad. Otra forma es la revoluci ón del
alquiler, donde se da un menor compromiso; pues, la tendenci a al alquiler
de la vivienda subraya la preferencia por una relación cada vez más breve
con el medio físico que nos rodea.
El paso acelerado de personas por la vida de uno implica una
capacidad no sólo de atar lazos, sino también de romperlos; no sólo de
integrar, sino también de desintegrar. Los que en esta habilidad de
adapt ación parecen más capaces, figuran entre los mejor recompensados
por la sociedad. Los dirigentes de empresas socialme nte móviles muestran
una capacidad insólita para romper con aquellos que pueden perjudicarles,
y establecer relaciones con los que pueden ayudarles. ―El elemento más
importante de la personalidad de los dueños de empresa que triunfan es
que, al disolverse su profunda i dentificación emocional con sus familias, ya
no se encuentran íntimamente l igados al pasado, y, por consiguiente, son
capaces de relacionarse fácilmente con el presente y con el futuro. Son
personas que han abandonado, literal y espiritualment e, el hogar... Pueden
fácilmente entablar y romper rel aciones con los demás‖ 2.
Mientras una sociedad permanece relativamente estable e inmutable,
los problemas que presenta al hombre suelen ser rutinarios y previsibles.
En un medio semejante, las organiza ciones pueden ser relativamente
permanentes. Pero cuando se acelera el cambio surgen ciertos problemas
por primera vez, y las formas tradicionales de organización resultan
inadecuadas a las nuevas condiciones. No pueden ya hacerles frente.
Mientras ocurra así, se necesitaran crear organizaciones que se
2
TOFFLER, Alvin. “El Shock del Futuro”. Traducción de J. Ferrer Aleu. Plaza & Janés Editores, S.A. Barcelona. 4ª
edición, enero de 1988, 640 páginas. Página 149
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transformen así mismas. Pues, cuanto más rápidamente cambie el medio,


más breves son las formas de organización. En la estructura administrativa,
como en la estructura arquitect ónica, pasamos de las formas du raderas a
las temporales, de la permanencia a lo transitorio.
El nuevo conocimiento altera al viejo. Los medios de difusión
siembran, instantánea y persuasivamente, nuevas imágenes, y los
individuos corrientes, que buscan ayuda para adaptarse al cada vez más
complejo medio social, procuran mantenerse a la debida altura. Al propio
tiempo, los acontecimientos machacan también nuestras vi ejas estructuras
de imágenes. Barriendo rápidamente la pantalla de nuestra atención, borran
las viejas imágenes y engendran otras nuevas. En Educación, en
instrucción, en política, en teoría económica, en medicina, en asuntos
internacionales, nuevas imágenes penetran en nuestras defensas y
sacuden nuestros modelos mentales de la realidad. Resultados de este
bombardeo son la ac elerada extinción de las imágenes antiguas, un más
rápido avance intelectual y un nuevo y profundo sentido de la
impermanencia del propio conocimiento. Espectacular ejemplo de ello es el
impacto de la explosión de conocimientos sobre el clásico portador de los
propios conocimientos: el libro.
Al hacerse el conocimiento más copioso y menos permanente,
presenci amos la virtual desaparición de la antigua, sólida y duradera
encuadernación de piel, remplazada, al principio, por l a de tela y, después,
por las cubi ertas de papel. El propio libro, como una gran parte de la
información que contiene, se ha hecho más transitorio. Hoy es magnético,
se camina con la biblioteca en el cuello o en el bolsillo (la memoria).
Sólo podemos comprender estos fenómenos si capt amos la verdad
elemental que está por debaj o de todo esto. Estamos presenciando un
proceso histórico, que cambia inevitablemente la psique del hombre. Pues
desde la cosmética hasta la cosmología, desde la trivialidad hasta las
triunfales proezas de la tecnologí a, nuestras imágenes interiores de la
realidad, respondiendo a la aceleración de los cambios exteriores a
nosotros mismos, se hacen más breves, más temporales. Creamos y
gastamos ideas e imágenes a velocidad creciente. El conocimiento, como
las personas, l os lugares, las cosas y las f ormas de organización se vuelve
cada vez más fugaces.
El rápido desarrollo de la tecnología no solo acelera el cambio de las
modas, sino también el oscilante acento sobre los criterios del gusto
estético. La continua y cada vez más rápida sustitución de viej os artículos
de uso cotidiano por otros nuevos, reajusta la velocidad a que se producen
las revaloraciones filosóficas y artísticas. La investigación destruye viejos
concept os sobre el hombre y la naturaleza. Las ideas surgen y se extinguen
a frenética velocidad. (Un ritmo que, al menos en lo que atañe a la ciencia,
se ha calculado en 21 veces más rápido que hace sól o un siglo).
El cambio, que pasa rugiendo por la sociedad, ensancha la brecha
entre lo que creemos y lo que re almente es, entre las imágenes existentes
y la realidad que se presume que reflejan. Cuando esta brecha es
moderada, podemos enfrentarnos más o menos racionalmente con el
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cambio, podemos reaccionar con sensatez a las nuevas condiciones,


podemos mantenernos asidos a la realidad. Pero, cuando est a brecha se
ensancha demasiado, nos sentimos cada vez más incapaces de entender,
reaccionamos inadecuadamente, perdemos eficacia, hacemos marcha atrás
o, simplemente, nos dejamos llevar por el pánico. En el caso más e xtremo,
cuando la brecha se ensancha hasta el máximo, nos espera la psicosis, o
incluso la muerte.
Para mantener nuestro equilibrio de adaptación, para mantener la
brecha en proporciones manej ables, nos esforzamos en renovar nuestra
colección de imágenes, en ponernos al día, en aprender de nuevo la
realidad. De este modo, el impulso de aceleración exterior encuentra en el
individuo adaptable una acel eración equivalente.
Cada nueva opción crea la necesidad de más información y de más
decisiones. Para compra r, tendrán que pasar varios días leyendo y
recorriendo tiendas. Avanzamos rápidamente hacia la fragmentación y la
diversidad no sólo de la producción mat erial, sino también del arte, la
educaci ón y la cultura de las masas. Llega un momento en que la opció n se
convierte en exceso de opción, y la libertad, en falta de libertad.
Una de las quejas básicas del estudiante es que no se le trata como a
un individuo, que se le sirve un montón de contenidos si n sentido ni
significación, en vez de trabajar asuntos f uncionales y de interés
personalizado. El estudiante pretende diseñar lo que quiere; la educación
se ha mostrado típicamente indi ferente a los deseos del estudiante. Aunque
los educadores aumentamos rápidamente el número de caminos
alternativos, el ritmo d e diversificación no es lo bastante veloz para ellos.
Las computadoras, por ejemplo, facilitan la flexibilidad de
programación de una gran escuela. Facilitan a la escuela la sol ución de los
estudios independientes, con una más amplia gama de asignaturas y unas
actividades marginales más variadas. Más importante aún: la educación
ayudada por las computadoras, la instrucción programada y ot ras técnicas
semejantes aumentan radicalmente a pesar de los prejuicios popul ares, la
posibilidad de diversidad en las a ulas, permiten que cada estudiante
avance a su propio paso personal. Le permiten seguir un camino cortado a
su medida haci a el conocimiento, más que una pauta rígida como en las
aulas tradicionales.
Por otro lado, nuestra manera de escoger un estilo de v ida, y lo que
éste signifique para nosotros, ya es uno de los problemas centrales de la
psicología, pues la selección de un estilo de vida, hecha consciente o
inconscientemente, influye poderosamente en el futuro del individuo;
porque impone un orden, una serie de principios o criterios, en l as opci ones
de su vida cotidiana.
―La proliferación de cultos y subcultos son agresivos y astut os, su
fuerza de conj unto en la soci edad es enorme. Esta fuerza se deriva del afán
casi universal de ―pertenecer‖ a algo. L os primitivos nombres tribales
sienten un profundo apego a su tribu. Saben que «pertenecen» a ella, y les
es casi imposi ble imaginarse separados de ella. Sin embargo, las
sociedades son tan grandes, y su complejidad está tan f uera del alcance de
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cualquier individuó, que sólo integrándonos en uno o varios de sus


subcultos podemos conservar ci erto sentido de identidad y de contacto con
el conjunto. Si no logramos identificarnos con alguno o algunos de estos
grupos, nos vemos condenados a una impresión de sole dad, de alineación y
de impotenci a. Empezamos a pregunt arnos «quiénes somos».
―En cambio, el sentido de pertenecer a algo, de ser parte de una
célula social mayor que nosotros mismos, (pero lo bastante pequeña para
ser comprensible), es con frecuencia tan agradable que nos sentimos
fuertemente impelidos, a veces contra nuestro propio buen criterio, hacia
los valores, actitudes y estilo de vida predilectos del grupo. Sin embargo,
los beneficios que recibimos nos cuestan caros. Pues en cuanto nos
afiliamos psicológicamente a un subculto, éste empieza a ej ercer presión
sobre nosotros. Pensamos que vale la pena ―seguir‖ con el grupo. Y éste
nos recompensa con calor, amistad y aprobación, cuando nos ajustamos a
su modelo de estilo de vida. Pero nos castiga implac ablemente con el
ridículo, el ostracismo y otras penas cuando nos apartamos de aquél‖ 3.
La mayoría de nosotros no pensamos en nuestras vidas en términos
de estilo de vida, y con frecuencia nos resulta difícil hablar objetivamente
de éste. Pero tropezamos con mayores dificultades si tratamos de articular
la estructura de valores implícita en nuestro estilo. La tarea es doblemente
engorrosa, porque muchos de nosotros no adoptamos un solo estilo
integrado, sino un conjunto de elementos sacados de vari os mode los
distintos.
En cuanto nos hemos comprometido con un modelo particular
luchamos enérgicamente por confeccionarlo y, quizás aún con mayor
fuerza, para defenderl o de cual quier ataque. Porque el estilo adquiere para
nosotros enorme importancia. El estilo d e vida no implica meras formas
externas de comportamient o, sino valores implícitos en este
comportamiento, y uno no puede cambiar su estilo de vida sin introducir
ciertas modificaciones en la imagen que se ha formado de sí mismo.
Por esto las cosas pequeña s adquieren a menudo gran significación.
Un simple y pequeño detalle de la vida de uno puede estar cargado de
fuerza emocional si desafía el estilo de vida trabajosamente consegui do, si
amenaza con romper la integridad del estilo. Un estilo de vida es un
vehículo que nos sirve para expresarnos. Es una manera de decirles al
mundo el culto o l os subcultos particulares a los que pertenecemos. Sin
embargo, esto no basta para explicar la enorme importancia que tiene para
nosotros. La verdadera razón de que los e stilos de vida sean tan
importantes —y l o sean cada vez más, a medi da que la sociedad se
diversifica— es que, por encima de todo, la elección de un modelo de estilo
de vida al que seguir es una estrategia crucial en nuestra guerra privada
contra las crecientes presiones del exceso de opción 4.

3
Ibíd. Pág. 282-283
4
Sobre presión del exceso de opciones: La adopción de un estilo guarda también relación con la conquista de lo
imprevisible en la sociedad. Al subir a nuestro alrededor el nivel de la novedad, aumenta nuestra incertidumbre sobre el
comportamiento de los otros individuos, lo cual conduce a una evasión del compromiso, a un temor a la
autorrevelación o a los sentimientos profundos. Cuando los jóvenes adoptan vestidos exóticos, blusas baratas y
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En cuanto nos hemos adherido a un estilo, podemos prescindir de


muchas formas de vestir o de comportarnos, de muchas ideas, y actitudes,
como impropias del estilo que hemos adoptado. El estudiante que escoge el
«model o de protesta estudiantil» gasta poca energía preocupándose por
llevar cartera con asa o invertir dinero en los fondos mutuos.
Al adherirnos a un particular estilo de vida dejamos de tomar en
cuenta numerosísimas alternativas. El muchacho que opta por el ― modelo
motociclista‖ ya no tiene por qué preocuparse de los centenares de tipos de
guant es que se ofrecen en el mercado público pero que violan el espíritu de
su estilo. Sólo tiene que escoger entre el repertorio, mucho más reducido,
de tipos de guantes de ntro de los límites establecidos por su modelo. Y lo
que decimos de los guantes es igualmente aplicable a las ideas y a las
relaciones soci ales.
La adhesión a un estilo de vida con preferencia a otro es una
superdecisión. Es una decisión de orden más eleva do que las decisiones
cotidianas corrientes. Es la decisión de reducir el campo de alternativas
con que habremos de enfrentarnos en el futuro. Mientras operemos dentro
de los límites del estilo elegido, nuestras opciones serán relativamente
simples. Las pautas están claras. El subculto al que pertenecemos ayuda a
contestar cualquier pregunta; mantiene las normas en su sitio. Pero cuando
nuestro estilo se ve súbitamente desafiado, cuando algo nos obliga a
reconsiderarlo, nos vemos impulsados a tomar otra sup erdecisión. Nos
vemos en la penosa necesidad no sólo de transformarnos nosot ros mismos,
sino también de transformar nuestra propia imagen.
Es doloroso, porque, liberados de nuestro compromiso con un estilo
dado, apart ados del subculto productor de éste, ya no «pertenecemos» a
nada. Peor aún: nuestros princi pios básicos son puestos en tela de juicio, y
debemos enfrentarnos con toda nueva decisión vital, solos, sin la seguridad
de una política definida y fija. En suma, volvemos a enfrentarnos con todo
el aplastante peso del exceso de opción.
Hallarse «entre estilos» o «ent re subcultos» es una crisis vital, y el
hombre del futuro pasa más ti empo en este estado —de busca de estilo—
que el hombre del pasado o del presente. Alterando su identidad mientras
camina, el hombre actual traza una trayectoria privada entre un mundo de
subcultos en colisión. Ésta es la movilidad del futuro; no simples
movimientos de una clase económica a otra, sino de un grupo tribal a otro.
Un continuo movimiento de un subculto a otro efím ero subculto marca la
curva de su vida.
Las decisiones se hacen más difíciles. Para hacer frente a las
presiones de la vida cotidiana necesitamos más información i ncluso sobre
cuestiones triviales, que cuando estábamos encerrados en un firme estilo

sombreros raídos, provocan un temor sutil entre los miembros «correctos» de la sociedad, por que con su manera de
vestir anuncian que su comportamiento es probablemente imprevisible. Al propio tiempo, la fuerza de su adhesión a su
subcultura propia se debe al hecho de que, dentro del grupo, se reduce el campo de lo imprevisible. Pueden hacer
mejores predicciones sobre el comportamiento de sus semejantes y colegas de subculto, que sobre la actuación del
mundo exterior. La adopción de un estilo de vida y la adhesión a un subculto pueden considerarse como esfuerzos por
rebajar el nivel de novedad o de "imprevisibilidad» en el micromedio.
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de vida. Y por esto nos sentimos ansiosos, oprimidos, solos, y seguimos


adelante. Elegimos un nuevo subculto o nos dejamos embaucar por él. Al
pasar de un estilo a otro, las personas se ven obligadas a protegerse contra
el inevitable dolor de la renuncia. Aprende a protegerse contra el suave
pesar de la despedida.
Esta intensificación del problema del exceso de opción nos lleva a
verdaderos desaf ueros de examen de conciencia, de investigaci ón del alma
y de introversión. Nos expone a la más corriente enfermedad
contemporánea: la ―crisis de identidad‖. Un día nos caerá la pregunta: ¿Qué
queda?, ¿Qué queda del ―yo‖ o de la ―personalidad‖, en el sentido de una
estructura interna, continua, duradera?
La súbita popularidad del eslogan ―haga lo suyo‖ es un reflejo de es te
movimiento histórico. Pues cuanto más fragmentada o diferenciada se
presenta una sociedad, mayor es el número de diversos estilos de vida que
promueve. Y cuanto mayor es la aceptación social de los modelos de
estilos de vida lanzados por la sociedad, ta nto más se acerca esta sociedad
a la condición en que de hecho, cada hombre hace lo suyo, lo único que le
corresponde hacer.
―La nueva sociedad ofrece pocas raíces, en el sentido de relaciones
auténticamente duraderas. Pero brinda más variados refugios vi tales, más
libertad para entrar y salir de estos refugios, más oportunidades para
construir el propio refugio que todas las anteriores sociedades juntas.
También ofrece el supremo estímulo de cabalgar en el cambio, de
encaramarse encima de él, de cambiar y crecer con él..., proceso
infinitamente más emocionante que cabalgar en la cresta de las olas, luchar
con novillos, disputar carreras a toda velocidad o consumir determinados
productos f armacéuticos. Brinda al individuo una lid que requiere maestría y
mucha inteligencia. Para el individuo que acude armado con estas dos
cualidades y que hace el esfuerzo necesario para comprender l a estructura
social superindustrial que se eleva rápidamente, para la persona que
encuentra el ritmo vital «adecuado», la serie ― adecuada» de subcultos a los
que adherirse y de modelos de estilo de vida a los que emular, el triunfo
debe ser algo exquisito‖ 5.
Cuanto más cambiante y nuevo sea el medio, mayor información
necesita el individuo para tomar decisiones efectivas y raciona les. Sin
embargo, así como existen límites en la cantidad de impresiones
sensoriales que podemos aceptar, también es limitada nuestra capacidad
de manejar la información. Existen «severas limitaciones en la cantidad de
información que somos capaces de reci bir, elaborar y recordar».
Clasificando la información, abstrayéndol a y «codificándola» de diversas
maneras conseguimos ampliar aquellos límites; sin embargo, numerosas
pruebas demuestran que nuestra capacidad es finita.
Para descubrir estos límites exteri ores, los psicólogos y los t eóricos
de la comunicación han empezado a hacer pruebas sobre lo que llaman
«capaci dad de canal» del organismo humano. A los fines de estos
experiment os, consideran al hombre como un «canal». La información entra
5
Ibíd. Pág. 394
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desde el exteri or. Es el aborada. La velocidad y l a exactitud del proceso


humano de elaboración de la i nformación pueden medirse comparando la
velocidad de entrada de la inf ormación con la velocidad y precisión de su
salida.
La información ha sido definida técnicamente y medida a base de
unas unidades llamadas «bits 6». Hasta ahora, los experimentos han
establecido grados para el proceso requerido por tareas muy diversas,
desde leer, escribir a máquina y tocar el piano, hasta manipular discos
graduados o hacer cálcul os ment ales. Y, aunque los investigadores
discrepan sobre las cifras exactas, están plenamente de acuerdo en dos
principios básicos: primero, que el hombre tiene una capacidad limitada;
segundo, que la sobrecarga del sistema perjudica gravemente la eficacia.
Imaginemos, por ejemplo, un obrero que trabaja en cadena en una
fábrica de libretas para niños. Su tarea consiste en apretar un botón cada
vez que una libreta arrastrada por la cinta sin fin pasa por delante de él.
Mientras la correa se mueva a velocidad razon able, el hombre t endrá pocas
dificultades. Su eficacia se aproximará al 100 por ciento. Pero si el ritmo es
demasiado lento, se distraerá, y su eficacia será menor. Y si l a correa va
demasiado aprisa, el hombre se equivocará, se confundirá y actuará
desordenadamente. Es probable que se vuelva inquieto e irritable. Tal vez,
a impulsos de un movimiento de frustración, le dará una patada a la
máquina. En definitiva, renunciará al trabajo para recobrar la paz.
En este caso, las exigencias de información son si mples; pero
imaginemos una tarea más compleja. Las libretas transportadas por l a cinta
son de colores diferentes. El hombre tiene que apretar el botón sólo cuando
se produzca cierta secuencia de colores: por ejemplo, una libreta amarilla,
seguida de dos ro jas y una verde. En esta labor tendrá que absorber y
elaborar mucha más información, antes de decidir sí tiene que apretar o no
el botón. Como todo lo demás permanece igual, si la cinta se acelera le
será más difícil mantener el ritmo.
Saturar a una perso na con más información de la que es capaz de
digerir, puede originar trastornos. En realidad, la sobrecarga de información
puede estar rel acionada con varias formas de enfermedad ment al.
Nuevas necesidades, nuevas urgenci as y crisis exigen rápidas
respuestas. La rápida introducción de novedad en el medio trastorna el
delicado equilibrio de las decisiones «programadas» y «no programadas»
en nuestras organizaciones y en nuestras vidas privadas.
Para cada uno de nosotros la vida es una mezcla de ambas clases de
decisiones. Si la proporción de decisiones programadas es excesiva, nada
nos apremia; encontramos l a vida aburrida y monótona. Incluso
inconscientemente, buscamos la manera de introducir novedad en nuestras
vidas, alterando de este modo la «mezcla» deci soria. Pero si en esta
mezcla predominan excesivamente las decisiones no programadas, si nos
enfrentamos con tantas situaciones nuevas que la programación resulta

6
El "bit» es la cantidad de información necesaria para tomar una decisión entre dos alternativas igualmente
probables. El número de “bits” necesarios aumenta en uno al doblarse el número de aquellas alternativas.
La sociedad del conocimiento 10

imposible, entonces la vida se vuelve dolorosamente desorganizada,


agotadora y llena de angus tia. Esta situación, llevada a su ext remo límite,
termina en la psicosis.
Cuando somos incapaces de programar una gran part e de nuestras
vidas, sufrimos por ello. «No hay persona más desgraciada —escribió
William James- que aquella que, antes de encender c ada cigarro, antes de
beber una copa, antes de empezar cualquier trabaj o, tiene que reflexionar
sobre ello.» Pues si no programamos ampliamente nuestro comportamiento,
gastamos para cosas triviales, enormes cantidades de energía en el
proceso de informaci ó n.
Por esto creamos hábitos. Observemos a un comité que suspende su
sesión para almorzar y vuelve después a la misma sala: casi
invariablemente, sus miembros buscan los mismos asientos que ocupaban
antes. Algunos antropólogos acuden a la teoría de l a «terr itori alidad» para
explicar este comportamiento: la noción de que el hombre trata
continuamente de hacerse un «t erritorio» sagrado. Pero el hecho de que la
programación ahorra energía para el manejo de la información, nos da una
explicación más sencilla. La elección del mismo asiento nos ahorra la
necesidad de buscar y sopesar otras posibilidades.
En un contexto familiar, podemos resolver muchos de nuestros
problemas vitales a un baj o preció de decisiones programadas. El cambio y
la novedad elevan el precio psíquico de la toma de decisiones. Por ejemplo,
cuando nos trasladamos a otro barrio nos vemos obligados a alterar viejas
relaciones y a establecer nuevos hábitos o rutinas. Esto no puede hacerse
sin prescindir de millares de decisiones anteriormente prog ramadas y sin
tomar series enteras de costosas decisiones originales y no programadas.
Nos vemos obligados, en efecto, a una re -programación personal.
Precisamente puede decirse est o mismo del que, sin estar preparado, visita
una cultura para él exótica, o del que, sin salir de su propia sociedad, se ve
lanzado al futuro sin previ o aviso. La llegada del futuro, en forma de
novedad y de cambio, hace caer en desuso todas las rutinas de
comportamiento trabajosamente elaboradas. El hombre descubre,
súbitamente y con espanto, que todas estas viejas rutinas, lejos de resolver
sus problemas no hacen más que agudizarlos. Se le exigen decisiones
nuevas, imposi bles de programar.
Es cierto que algunas personas toleran la novedad mejor que otras.
Sin embargo, el número y el tipo de decisiones que se nos exigen no están
bajo nuestro control autónomo. Es la sociedad quien determina, en el
fondo, la mezcla de decisiones que hemos de tomar y el ritmo con que
hemos de hacerlo. Actualmente, existe un oculto conflicto en nuestr as
vidas, entre las presiones de aceleración y las de novedad. Las primeras
nos obligan a tomar decisiones más rápidas, mientras que las segundas
nos impelen hacia tipos de decisiones más difíciles y que exigen más
tiempo. La angustia produci da por este c hoque frontal se ve grandemente
intensificada por la creciente diversidad. Pruebas irrefutables demuestran
que al aumentar el número de opciones para el individuo, aumenta también
la cantidad de información que éste necesita manejar para enfrentarse con
La sociedad del conocimiento 11

ellas. Tests de laboratorio, practicados con hombres y animales,


demuestran que cuantas más son las opciones, menor es el tiempo de
reacción.
La única manera de conservar cierto equilibrio es responder a la
invención con la invención, i maginar nuevos regula dores personal es y
sociales del cambio. No debemos recurrir a una ciega aceptación ni a una
ciega resistencia, sino a un conjunto de estrategias creadoras para
moldear, desviar, acelerar o retrasar selectivamente el cambio. El individuo
necesita nuevos pri ncipios para orientar y planear su vida, junto con un tipo
de educación radicalmente nuevo. Puede necesitar, también, nuevas y
específicas ayudas tecnológicas para aumentar su adaptabilidad. La
sociedad por su parte, necesita nuevas instituciones y formas de
organización, nuevos amortiguadores y sistemas de equilibrio.
Si tenemos un concepto más claro de los problemas y un control más
inteligente de ciertos procesos clave, podremos convertir la crisis en
oportuni dad, ayudar a la gente no sólo a sobrevivir, sino también a
remontarse sobre las olas del cambio, a crecer, a adquirir una nueva
impresión de dominio sobre su propio destino.
Podemos ensimismarnos peri ódicamente para estudiar nuestras
propias reacciones corporales y sicológicas al cambio, prescind iendo
temporalmente del medio externo para valorar nuestro medio interior. El
individuo puede ―buscar conscientemente los síntomas de que su tensión es
demasiado alta‖. Las palpitaciones, los temblores, el insomnio o una fatiga
inmotivada pueden ser síntom as de una estimulación excesiva, de la misma
manera que la confusión, la irritabilidad desacostumbrada, la profunda
lasitud y la impresión de que las cosas escapan a nuestro control son
indicaciones psicológicas.
Empleamos ―pantallas sensoriales‖, mil tr ucos sutiles de
comportamiento, para ―cerrar el paso‖ a los estímulos sensoriales cuando
se aproximan a nuestro límite máximo de adaptación. Empl eamos tácticas
parecidas para controlar el nivel de estímulo cognoscitivo. Incluso los
mejores estudiantes mira n peri ódicamente por la ventana, aislándose del
maestro, e interrumpi endo la corriente de nuevos datos procedent es de
esta fuente. Incluso los lectores más voraces pasan por períodos durante
los cuales son incapaces de coger un libro o una revista. Incluso , la chanza
más disimulada, es un deseo de evitar la presi ón excesiva de nuevos
conocimientos. Empleamos el pasatiempo como aparato para elevar o
reducir el estímulo, ajustando nuestro ritmo de absorción de manera que no
sobrecargue nuestra capacidad. Otra técnica para ayudar a la complejidad
intelectual es la de olvidar conscientemente en el acto todo lo que es
importante y retener los datos de posible valor. Otra es la de, en una
sobrecarga de decisiones, aplazarlas (congelación decisoria) o delegarlas
en otros. Tratar de recordar demasiadas cosas es, ciertamente, una de las
causas más importantes de tensión psicológica .
La sociedad del conocimiento 12

2. EL FUTURO DE CADA CUAL DEPENDE EXCLUSIVAMENTE


DE SU EDUCACIÓN.
Cada soci edad tiene su propia actitud característica frente al p asado,
el presente y el futuro. Esta actitud temporal, tomada como respuest a al
ritmo del cambio, es uno de los factores menos advertidos, pero más
determinantes, del comportamiento social, y se refleja claramente en la
manera en que la sociedad prepara a sus jóvenes para la vida adulta. En
las sociedades estancadas, el pasado se introduce en el presente y se
repite en el futuro. En una sociedad de esta clase, la manera más sensata
de preparar a un niño era armarle con los conocimientos del pasado, pues
éstos eran exactamente los mismos que necesitaría en el futuro. «La
sabiduría est á en los antiguos».
Por esto, el padre transmitía a su hijo toda suerte de técnicas
prácticas, junto con una escala de valores claramente definida y
completamente tradicional. El conocimiento era transmitido por
especialistas concentrados en l as escuelas, sino a través de la familia, las
instituciones religiosas y el aprendizaje. Maestros y estudiantes se hallaban
dispersos en toda la comunidad. En todo caso, la clave del sistema era su
absoluta dedicación al ayer. La asignatura del pasado era el propio pasado.
La era mecánica dio al traste con todo esto, pues el industri alismo
requería una nueva clase de hombres. Exigía conocimient os que ni la
familia, ni la Iglesia, podían propor cionar por sí solas. Obligaba a un
cambio en el sistema de valores Y, por encima de todo, exigía que el
hombre desarrollase un nuevo sentido del tiempo. La educación en masa
fue la ingeniosa máquina const ruida por el industrialismo para producir la
clase de adultos que necesitaba. El problema era extraordinariamente
complejo. ¿Como preadaptar a los niños para un mundo nuevo, un mundo
de tareas reiterativas de puertas adentro, de humo, de ruidos y de
máquinas, lleno de condiciones de vida y de disciplina co lectiva; un mundo
en que el tiempo no era regulado por el ciclo solar y lunar, sino por el reloj
y la sirena de la fábrica?
La solución era un sistema docente que, en su estructura, simulase
este nuevo mundo. Este sistema no surgió instantáneamente. Inclu so hoy,
conserva elementos retrógrados de la sociedad preindustrial. Sin embargo,
la idea global de reunir masas de estudi antes (materia prima) para ser
manipuladas por los maestros (trabajadores) en una escuela centralmente
localizada (fábrica), fue un bu en golpe del genio industri al. Toda la
jerarquía administrativa docent e siguió, al desarrollarse, el modelo de la
burocracia i ndustrial. La propia organización del conocimiento en
disciplinas permanentes se fundó sobre presupuestos industriales. Los
niños iban de un lugar a otro y se sentaban en los sitios previament e
señalados. Sonaban timbres para anunciar los cambi os de horario.
De esta manera, la vida interi or de la escuela se convirtió en un
espejo de anticipación, en una introducción perfecta a l a soc iedad
industrial. Los aspectos más criticados de la educación actual -
La sociedad del conocimiento 13

reglament ación casi militar, falta de individualización, rígido sistema de


aulas, grupos, grados y títulos, papel autoritario del maestro — son,
precisament e, los que hicieron tan eficaz la instrucción pública masiva
como instrumento de adaptación en su lugar y tiempo.
Los jóvenes que pasaban por esta máquina docente salían a una
sociedad adulta cuya estructura de empleos, funciones e instituciones era
parecida a la de la propia escuela. E l escolar no sólo aprendía nociones
que le servirían más adel ante, sino que vivía un estilo de vida modelado
según el que habrí a de vivir en el futuro. Las escuelas infundían, por
ejemplo, el nuevo ritmo de tiempo impuesto completamente nuevas, los
hombres tenían que dedicar mayor energía a la comprensión del presente.
Así, el foco de la propia educaci ón empezó a desviarse, aunque
lentamente, desde el pasado hacia el presente.
La holística lucha emprendida por John Dewey y sus seguidores para
introducir medidas ―progresivas‖ en la educación americana fue, en parte,
un desesperado esfuerzo por modificar la antigua visión del tiempo. Dewey
luchó contra la educación tradicional, orientada hacia el pasado, tratando
de enfocarla sobre el aquí y el ahora. Para sal ir de los sistemas escolares
que hacían del pasado un fin por sí mismo, declaró que, ―debemos hacer
del conocimiento del pasado un medio para comprender el presente‖.
Sin embargo, al cabo de unos decenios, ciertos tradicionalistas,
siguieron despotricando quienes intentaban inclinar la balanza a favor del
presente. Se los acusaba de ser miembros de un ―culto de lo i nmediato‖ a
los educadores que querían qué sus alumnos estudiasen la sociedad
moderna. Los progresistas fueron acusados de un crimen nefasto: e l
«presentismo». Incluso en la actualidad persisten ecos de este conflicto,
pues se i nsiste en que ―es absurdo tratar de educar para un presente que
no puede definirse‖. Así, pues, nuestros sistemas de educación no se han
adapt ado aún plenamente a la era i ndustrial, cuando surge ya l a necesi dad
de una nueva revolución; la revolución superindustrial. Y así como los
progresistas de ayer f ueron acusados de ―presentismo‖, es muy probabl e
que los reformadores docentes de mañana l o sean de ―futurismo‖. Pues nos
encontraremos con que una verdadera educación superindustrial sólo será
posible si adelantamos de una vez nuestra visión del tiempo.
En los sistemas tecnológicos avanzados —rápidos, fluidos, y
automáticamente regulados - las máquinas cuidarán de la corrient e de
materiales físicos, y el hombre, de la corriente de información y de opinión.
Las máquinas realizarán, cada vez más las tareas rutinarias y mecánicas;
los hombres, las labores intelectuales y de creación. Máquinas y hombres,
en vez de hallarse concent rados en gigantescas fábricas y en ciudades
fabriles, estarán desparramados por todo el mundo y se relacionarán
mediante comunicaciones extraordinariamente sensibles e i nstantáneas. El
trabajo humano saldrá de la fábrica, y de la atestada oficina para
trasladarse a la comuni dad, al hogar y la calle.
Las máquinas estarán como lo están ya algunas de ellas,
sincronizadas a la millonésima de segundo; en cambio, los hombres
estarán «desincronizados». Enmudecerán las sirenas de las fábricas, e
La sociedad del conocimiento 14

incluso pararán l os rel ojes, ―máquinas claves de la moderna era industrial».


Al propio tiempo, las organizaci ones necesarias para controlar l a tecnología
pasarán de la burocracia a la adhocracia, de la permanencia a la
transitoriedad y de su preocupación por el presente a un enfoque del futuro.
―En un mundo semejante, los atributos más valiosos de la era
industrial se convierten en obstáculos. La tecnología de mañana requiere
no millones de hombres ligeramente instruidos, capaces de trabajar al
unísono en tarea infinitamen te repetidas; no hombres que acepten las
órdenes sin pestañar, conscientes de que el precio del pan depende
mecánicamente de la autoridad, sino hombres capaces de juicio crítico, de
abrirse camino en medios, de contraer rápidamente nuevas relaciones en
una realidad sometida a veloces cambios. Requiere hombres que lleven el
futuro en la médula de l os sucesos futuros. Debe aprender a hacer
previsiones reiteradas, probables, cada vez más lejanas, acerca del futuro.
―Por consiguiente para crear una educación su perindustrial, debemos
producir, ante todo, imágenes sucesivas y alternativas del futuro,
presunci ones sobre las clases de trabajos, profesiones y vacaciones que
necesitaremos dentro de veinte o cincuenta años; presunciones sobre los
modelos familiares y s obre las clases de problemas éticos y morales que se
plantearán; sobre la tecnología ambiente y sobre las estructuras de
organización en que nos veremos envueltos‖ 7
Sólo creando estas presunci ones, definiéndolas, discutiéndolas,
sistematizándolas y ponién dolas continuamente al día, podremos deducir l a
naturaleza de las condiciones cognoscitivas y af ectivas que necesitará la
gente de mañana para sobrevivir al impulso acelerador. Debemos crear un
«Consejo del Futuro» en cada i nstitución educativa y en cada c omunidad:
equipos de hombres y mujeres dedicados a ensayar el futuro en interés del
presente. Proyectando ―presuntos futuros‖, estableciendo respuestas
docent es adecuadas a éstos, sometiendo las alternativas a debate público,
estos consejos —parecidos en c ierto modo a las «células de pronóstico»
preconizadas por — podrían producir un poderoso impacto en la educaci ón. A
aquellos educadores que reconocen la quiebra del sistema actual, pero no
están seguros de las medidas a tomar, el movimiento del Consejo podr ía
proporcionarles un objetivo, además de fuerza, a través de la ali anza con la
juventud. Y al atraerse la participación de la comunidad y de l os padres —
hombres de negocios, sindicalistas científicos y otros —, el movimiento
podría conseguir un amplio apoy o político para la revolución superindustrial
en el campo de la educación.
Se propone una «educación móvil»» que saque al estudiante del aula,
no sólo para observar, sino también para participar en actividades
importantes de la comunidad. Un colegio exp erimental podría difundir sus
enseñanzas por los almacenes, oficinas y hogares de una zona de varias
cuadras o manzanas, hasta el punto de que sería difícil saber dónde
terminaría el colegio y dónde empezaría la comunidad. Los estudiantes
aprenderían ofici os de los adultos de la comunidad, lo mismo que en cursos
normales y grupos comunitarios, así como educadores profesionales,
7
Ibíd. Pág. 500
La sociedad del conocimiento 15

intervendrían en la elaboración de los programas. También, puede llevarse


la comunidad a la escuela, de modo que los almacenes loca les, los salones
de belleza, las imprentas, etc., tuviesen locales gratis en las escuelas, a
cambio de que sus dirigentes adultos diesen lecciones gratuitas. Este plan
proyectado para escuelas de desplazados urbanos, podría ser más atractivo
a base de un c oncepto diferente de la naturaleza de las empresas
invitadas, que podrían ser, por ejemplo, oficinas de servicio de
computadoras, oficinas de arquitectos y, quizás, incluso laboratorios
médicos, emisoras de Radio y agencias de publicidad.
―Por otra parte, la discusión se centra en la elaboración de programas
de educación secundaria y superior que empl easen «mentores» extraídos
de la población adulta. Estos mentores no sólo trasmitirán sus
conocimientos, sino que mostrarían cómo las abstracciones de los libr os de
texto se aplican en la práctica. Peritos mercantiles, médicos, ingenieros,
hombres de negoci os, carpint eros, constructores y proyectistas podrían
formar parte de una «facultad externa» en otra zona dialéctica, encaminada
esta vez a otra clase de apre ndizaje. Muchos cambios parecidos flotan en
el aire. Apuntan, aunque a modo de ensayo, a la destrucción, que habrí a
debido producirse hace ya tiempo, de la escuela construida sobre el modelo
fabril. Esta dispersión en el espacio geográfico y social debería ir
acompañada de una dispersi ón en el tiempo. El hecho de que el
conocimiento se vuelve rápidamente anticuado, y el alargamiento de la
vida, muestran claramente que es muy poco probable que l as enseñanzas
aprendidas en la juventud conserven su importancia cuando, llegue la
vejez. Por consiguiente, la educación tendrá que prolongarse, sobre una
base cambiante, durante toda la vida.
―Por lo tanto, si la educación tiene que durar toda la vida, es poco
razonable obligar a los niños a dedicar todo su tiempo a l a escuela. Para
muchos niños, será más satisfactorio e instructivo dedicar parte del tiempo
a la escuel a y otra parte a pequeños trabajos, remunerados o no, al servicio
de la comunidad. Estas innovaci ones implican también enormes cambios en
las técnicas docentes. Actualmente las conferencias siguen dominando en
las aulas. Este método simboliza la propia estructura vertical jerárquica, de
la industria. Aunque todavía út iles para fines limitados, las disertaciones
tendrán forzosamente que dar paso a todo un a rsenal de técnicas docentes,
desde el juego de representar papeles hasta los seminarios regidos por
computadoras y la inmersión de los estudiantes en lo que podrí amos llamar
«experi encias ingeniosas». Los métodos de programación de la
experiencia, tomados del recreo, el pasatiempo y la industria, desarrollados
por las «psych-corps» de mañana, suplantarán a la disertación ritual y
frecuentemente agotadora. Los frutos de la enseñanza se elevarán al
máximo mediante el empleo de dietas o drogas controladas par a aumentar
el índice de inteligencia, para acelerar la lectura o para agudizar la
comprensión. Estos cambios, y las tecnologías en que se apoyarán,
facilitarán un cambio básico en el esquema de organización. Las presentes
estructuras docentes admi nistrativ as, basadas en la burocracia industrial,
no podrán hacer frente a las complejidades y al ritmo de cambi o inherentes
La sociedad del conocimiento 16

al sistema que se acaba de describir. Aunque sólo sea para mantener cierta
aparición de dominio, se verán obligados a asumir formas ad -hocráticas de
organización. Sin embargo, aún son más importantes las implicaciones de
organización para las propias aulas‖ 8.
Actualmente, los niños que ingresan en la escuela no t ardan en
descubrir que forman parte de una estructura de organización standard y
fundamentalmente invariable: una clase dirigida por un maestro. Un adulto
y cierto número de ni ños o jóvenes subordinados, generalmente sentados
en pupitres fijos, de cara a aquél; es la unidad básica uniforme de la
escuela de la era industrial. Aunque los jóvenes suban, de un curso a otro,
a niveles más avanzados, permanecen siempre dentro de este marco
estructural fijo. No adquieren experiencia de otras formas de organización,
ni de los problemas inherentes al paso de una organización a otra. No se
adiestran para un cambio de papeles.
No puede concebirse nada más contrario a la adaptación. Si las
escuelas del futuro quieren facilitar la adaptación en fases ulteriores de la
vida, tendrán que ensayar esquemas más variados. Clases con varios
maestros y un sol o estudiante; clases con varios maestros y un grupo de
estudiantes; estudiantes organizados en fuerzas de trabajo temporales y en
equipos de proyectos; estudiant es que pasen del trabajo en grupo al trabajo
individual o independiente, y viceversa: todas est as fórmulas y sus
permutaciones serán necesarias para dar al estudiante una visión
anticipada de las experiencias con que habrá de enfrentarse más tarde,
cuando empiece a moverse la variable de la Sociedad Informaci onal.
Nada debería incluirse en los pro gramas sin estar plenamente
justificado con vistas al futuro. El actual sistema de asignaturas es una
vana reminiscencia del pasado. Porqué no organizar la enseñanza
alrededor de las fases del ciclo vital humano, cursos sobre el nacimiento, la
infancia, la adolescencia, el mat rimonio, la carrera, la jubilación, la muerte,
la inteligencia emocional, la inteligencia financiera, el desarrollo espiritual;
o respecto a problemas sociales contemporáneos, o de importantes
tecnologías del pasado y del futuro, o de otras innumerables alternativas
fáciles de imaginar
La diversidad llevada a sus extremos límites, podría conducir a una
sociedad negativa, donde la falta de marcos comunes de referencia
originaría que la comunicación entre los hombres fuese aún más difíc il que
en la actualidad. Sin embargo, el peligro de una fragmentaci ón social no
puede combatirse manteniendo un sistema de educaci ón sumamente
homogéneo, mientras el resto de la sociedad corre hacia la het erogeneidad.
La diversidad de educación aumenta l as probabilidades de
supervivencia de las sociedades. Habría que permitir a los niños una mayor
libertad de elección que en la actualidad; debería hacérseles probar una
gran variedad de cursillos breves tal vez de dos (o tres semanas), antes de
que se comprometiesen a est udios más largos. Cada escuela debería
ofrecer grandes series de materia facultativas, fundadas todas ellas en la
previsión lógica de necesidades del futuro, que tengan que ver con lo
8
Ibíd. Pág., 505-506
La sociedad del conocimiento 17

desconocido, lo inesperado, lo posible, situaciones de c risis, manejo de


problemas, posibles calamidades, contaminación de la tierra, comunicación
con el espacio exterior, experimentos genéticos, etc.
Consecuencia de esta política será la producción de seres humanos
más individualizados, de más diferencias en tre la gente, de idea más
variadas, de subsistemas políticos y sociales más diversos y de un mayor
colorido en todas las cosas.
Cualqui er programa de diversificación debe ir acompañado de un gran
esfuerzo por crear, a través de un sistema unificador de c onocimientos
prácticos, puntos comunes de referencia entre las personas.
Las personas destinadas a vivir en la sociedad informacional
necesitarán nuevas aptitudes en tres zonas cruciales: aprendizaje,
convivencia y opción.

2.1. APRENDIZAJES
Los conocimientos son cada vez más perecederos; el individuo
cambia continuamente de empleo, de lugar de residencia, de lazos
sociales, etc., concede enorme importancia al aprendizaje de la eficacia.
Por tanto, las escuelas de mañana no deberán enseñar solamente dato s,
sino también l a manera de manipularlos. Los estudiantes tienen que
aprender a descartar las viejas ideas, así como el tiempo y el modo de
sustituirlas, de reconfigurarlas, incluso de saber rescatar algunas. En una
palabra, deben aprender a aprender, des aprender y reaprender.
Las primeras computadoras consistían en una «memoria» o banco de
datos, más un «programa o serie de instrucciones que decían a la máquina
cómo había de manejar aquellos datos. Los grandes sistemas
computadores de la última generación no sólo almacenan mayores
cantidades de datos, sino también múltiples programas, de modo que el
operador puede aplicar diversos programas a la misma base de datos.
Estos sistemas requieren también un «programa maestro» que dice,
efectivamente, a la máquin a qué programas tiene que aplicar y cuándo
tiene que hacerlo. La multiplicación de programas y la adi ción de un
programa maestro aumentan en grado sumo el poder de la computadora.
Una estrategia parecida puede emplearse para fomentar la adaptabilidad
human a. Enseñando a los estudiantes como tienen que aprender, olvidar y
volver a aprender, se añadirá una importante y nueva dimensión a la
enseñanza.
La nueva educación debe enseñar al individuo cómo clasificar y
reclasificar la información, cómo comprobar su veracidad, cómo cambiar las
categorías en caso, necesario, cómo pasar de lo concreto a l o abstracto y
viceversa, cómo considerar los problemas desde un nuevo punto de vista:
cómo enseñarse a sí mismo. El analfabeto de mañana no será el hombre
que no sabe l eer, sino el que no ha aprendido la manera de aprender.
Ya no se trata de acumular información, sino de aprender a buscarla,
estudiarla, apropiarse de ella, construir nuevas relaciones y formas de
organizarla, de hacer nuevos tejidos, de archivarla y recup erarla; pero,
La sociedad del conocimiento 18

sobre todo aprender a utilizarla y tener claridad de cómo y para qué se


obtiene. Es decir, tenemos que dar el salto de la educación por temas y
subtemas para llenarse de datos, a formar buscadores para el hallazgo del
conocimiento y su apropi ación, siguiendo un camino procesual, en cuyo
factor primordial es la permanencia de los propósitos o puntos de horizonte,
sistemático, permanente y donde se pueda derivar en estado de alerta.
Hoy, el que sabe no es el que tiene datos, sino aquel que sabe que
los tiene y puede utilizarlos. Tenemos que construir una cultura que tenga
conciencia de lo que tiene y lo que sabe, que pueda darle uso proactivo al
saber universal y local, para su propio bienestar y al egría.

2.2. CONVIVENCIA
Con la continua acele ración, se puede prever también crecientes
dificultades en el establecimi ento y conservación de lazos humanos
valiosos. Si reconocemos el factor transitoriedad como una de las causas
de la alienación, ciertos aspectos del comportamiento de l os jóvenes,
superficialmente enigmáticos, se harán de pronto comprensibl es. Muchos
de ellos, por ejemplo, consideran el sexo como una manera rápida de
«llegar a conocer a alguien». En vez de ver en el comercio sexual algo
derivado de un l argo proceso de establecimiento d e relación mercantil y
materialista, lo consideran, con razón o sin ella, como un ataj o hacia una
más profunda comprensión humana.
El mismo deseo de acelerar la amistad contribuye a expli car el
entusiasmo por técnicas psicológicas tales como «adiestramient o de la
sensibilidad», «agrupaciones temporales», «microl aboratorios», juegos no
verbales, y, en general, todo el fenómeno de dinámica de grupos. Y
también la afición a la vida comunitaria expresa un sentido subyacente de
soledad y de incapacidad de «abrir se» a los demás.
Todas estas actividades hacen que sus partícipes establezcan íntimo
contacto psicológico sin larga preparación y, a menudo, sin conocerse
previament e. En muchos casos, las relaciones son deliberadamente
efímeras, pues el objeto del juego es, a pesar de la temporalidad de la
situación, intensificar las relaciones afectivas. Al acelerarse el paso de
personas por nuestras vidas, damos menos tiempo al desarrollo de la
confianza, a la maduración de la amistad. Por esto presenciamos una
búsqueda de medios. Para atajar el cortés comportamiento «público» y
llegar directamente a la intimidad.
Cabe dudar de la eficacia de estas técnicas experimentales para
destruir el recelo y la reserva, pero mientras no se reduzca de un modo
sustancial la rapidez e n los cambios humanos, la educación debe ayudar al
hombre a aceptar la falta de ami stades profundas, a aceptar la soledad y la
desconfianza, a menos que encuentre nuevas maneras de acelerar la
formación de la amistad. Ya sea creando grupos más imaginativo s de
estudiantes, u organizando nuevas clases de equipos de trabajo, o variando
las técnicas expuestas más arriba, la educación tendrá que enseñarnos a
establecer rel aciones.
La sociedad del conocimiento 19

Desde estos ámbitos, hoy la pedagogía y la convivencia se


constituyen en l as dos caras de la moneda llamada educaci ón. Por lo que la
profundad en el manejo pedagógico del conocimiento disciplinar ― tiene‖ que
estar el manejo apropiado de las emociones y sentimientos humanos. A la
par que se construya un plan de estudios, tendrá que forj arse un plan de
convivencia humana. Así como la teoría y la práctica no pueden funcionar
una sin la otra, la pedagogía del conocimiento institucionalizado no podrá
funcionar si no existe la educaci ón emocional para la convivenci a social.

2.3. OPCIONES
Si presumimos también que la marcha hacia el nuevo orden social
multiplicará las clases y la complejidad de las decisiones a tomar por el
individuo, resulta evidente que la educación debe abordar directamente el
problema del exceso de opciones. La adaptació n trae consigo una sucesiva
toma de decisiones. Al ofrecérsele numerosas alternativas, el individuo
escoge la más compatible con sus valores. Al aumentar el campo de
opción, la persona que carece de una clara idea de sus propios valores
(sean éstos cuales fueren) se ve progresivamente incapaz de resolver. Sin
embargo, cuanta más crítica se vuelve la cuestión de los valores, menos
dispuestas están nuestras escuelas a enfrentarse con ella. No es de
extrañar que millones de jóvenes busquen erráticos caminos ha cia el
futuro, rebotando a un lado y otro como proyectiles sin dirección.
En las sociedades preindustriales, donde los valores son
relativamente estables, no se di scute el derecho de la generación madura a
imponer sus valores a los jóvenes. La educación se preocupa tanto de la
inculcación de valores moral es como de la transmisión de conocimientos
prácticos. Incluso durante los primeros tiempos del industrialismo, Herbert
Spencer sostuvo que «la educación tiene por objeto la formación del
carácter», lo cual, traducido libremente, significa la seducción o la
imposición por la fuerza, a los jóvenes, de los sistemas de val ores de los
viejos.
Cuando surge la revolución i ndustrial, se resquebrajó la antigua
estructura de valores y las nuevas condiciones reclamar on valores nuevos,
los educadores dieron marcha atrás. Como reacción contra la educación
clerical, la enseñanza de hechos y el ―dejar que el estudiante se formase su
propia opinión‖, fueron consi derados como virtudes progresistas. El
relativismo cultural y la aparición de la neutralidad científica, sustituyeron a
la insistencia sobre los valores tradicionales; La educación se aferró a la
retórica de la formación del carácter, pero los educadores se
desent endieron de la idea misma de formación de valores, en gañándose a
sí mismos al decirse que los valores no eran de su incumbencia.
Actualmente, toda clase de valores son transmitidos a los estudi antes,
si no por sus libros de texto, al menos por otros medios informales: sitios
fijados en las aulas, campanadas, segregación por edades, distinciones de
clase social, la autoridad misma del maestro, los niveles de consumo, las
novelas televisivas, el cine; el hecho de que los estudiantes están en la
La sociedad del conocimiento 20

escuela, en vez de hallarse en la propia comuni dad. Todas estas


disposiciones envían mensajes tácitos al estudiante, formando sus
actitudes y su opinión. Sin embargo, el curso formal sigue presentándose
como libre de valores. Las i deas, los sucesos y los f enómenos son
despoj ados de toda implicación de valor, desnudados de toda realidad.
Peor aún: raras veces se ani ma a los estudiantes a analizar sus
propios valores y los de sus maestros y sus semejantes. Son millones los
que pasan por el sistema de educación sin haber sido obligados una sola
vez a buscar las contradiccion es en sus propios sistemas de valores, a
examinar profundamente sus propios objetivos vitales, o siquiera a discutir
sincerament e estas cuestiones con los adultos o con sus compañeros. Los
estudiantes pasan precipitadamente de una clase a otra. Los maestro s y
profesores, impedidos por la pri sa, se hacen cada vez más remotos.
Nada podía haber sido mejor calculado para dar al hombre una mayor
inseguridad sobre sus propios fines, para hacerle incapaz de tomar
decisiones ef ectivas en condiciones de opción exce siva. Los educadores de
la sociedad del conocimiento, no deberán tratar de imponer al estudiante
rígidas escalas de valores; pero deberán organizar sistemáticamente
actividades formales e informales, que ayuden al estudiant e a definir,
explicar y probar su s valores, sean éstos cuales fueren. Mientras no
enseñemos a los jóvenes los conocimientos necesarios para identificar y
aclarar, si no para solventar l os conflictos en sus propios sistemas de
valores, nuestra educación seguirá produciendo hombres del esqu ema
mecánico industrial.
―Así, pues, los cursos de mañana no habrán de componerse
únicamente de una gran variedad de asignaturas para el suministro de
datos, sino que habrán de dar gran importancia, con vistas al futuro, a las
aptitudes de comportamiento. Tendrán que combinar la variedad del
contenido fáctico con un adiestramiento universal en lo que podríamos
llamar «saber vivir». Tendrán que encontrar la manera de conseguir ambas
cosas al mismo tiempo, transmitiendo la primera en circunstancias o
ambientes que produzcan la segunda. Pues, no basta con enfocar el
sistema hacia el futuro. Debemos también cambiar l a orient ación en el
tiempo del individuo‖ 9.
Cuanto más rápido es el ritmo de la vida, más rápidamente se nos
escapa el medio actual, más vel ozment e se convierten en realidad presente
las posibilidades del futuro. Cuanto más de prisa se agita el medio, más
obligados nos vemos no sólo a dedicar más recursos mentales a pensar en
el futuro, sino también a extender nuestro horizonte de tiempo, a
anticiparnos más y más. Cuanto más velozmente cambia el medio, más
falta nos hace una visión de fut uro. Cuando el papel futuro est á vagamente
definido o no existe funcionalmente, tampoco existirá la significación
inherente al comportamiento, según la valoración de la sociedad más
amplia; el trabajo escolar se vuelve insignificante, lo mismo que las normas
de la clase media y la disciplina de los padres.

9
Ibíd. Pág. 519
La sociedad del conocimiento 21

La escuela guarda silencio sobre el mañana. No sólo nuestros cursos


de historia terminan en el año en que ésta es enseñada, sino que la misma
situación existe en el estudio de la política y la economía, de la psicología y
la biología. El tiempo llega corriendo y se detiene bruscamente. Se hace
que el estudiante mire hacia atrás y no hacia delante. El futuro, desterra do
del aula, es también desterrado de su conciencia. Es como si no hubiese
futuro.
Damos a nuestro hijos cursos de historia; ¿por qué no darles t ambién
cursos de futuro, en los que se exploren sistemáticamente las posibilidades
y probabilidades del futuro , de l a misma manera que estudiamos el sistema
social de los romanos o el auge del castillo feudal? Mañana, al menos un
tercio de todas las lecciones y ejercicios deberán versar sobre los trabajos
científicos, técnicos, artísticos y filosóficos en curso, s obre crisis
anticipadas y sobre las posibles respuestas del futuro y estos desafíos. Hay
que hacernos con el control del propio impulso acelerador.
El avance tecnológico es un punto capital en la trama de la
aceleración. Volverle la espalda a la tecnologí a sería no sólo estúpido, sino
también inmoral. Muchas veces aplicamos la nueva t ecnología de un modo
estúpido y egoísta. En nuestra prisa por ordeñar la tecnología, buscando
ventajas económicas inmediatas, hemos convertido nuestro medio en un
polvorín físico y social. La íntima relación entre la tecnología y los ajustes
sociales, crea una forma de contaminación psicológica. Esta contaminación
psíquica corre pareja con el vómito industrial que ensucia nuestro cielo y
nuestros mares. Insecticidas y pesticida s se filtran en nuestros alimentos;
latas, plásticos y vidrios se amontonan a nuestro alrededor. El poder
tecnológico va en aumento, pero también se incrementan sus efectos
colaterales y sus riesgos pot enciales.
Es opción nuestra dejarnos apabullar por lo s efectos modernos o,
tomar el mando y usar todo el arsenal de los nuevos contextos en nuestro
beneficio y el desarrollo proposi tivo.

3. EL NUEVO PODER
―El poder de mejor calidad se deriva de la aplicación del
conocimiento. El actor Sean Connery, en un a película cuya acción se
desarrolla en Cuba durante el mandato del dictador Batista, desempeña el
papel de un mercenario británico. En escena memorable, el jefe militar del
tirano le dice: «Mayor, ¿cuál es su arma favorita? Se la conseguiré.» A lo
que Con nery replica: ―Cerebro‖. El poder de buena calidad no es la simple
influencia. No sólo la habilidad para salirse con la suya, para hacer lo que
los demás hagan lo que uno quiere aunque prefieran hacer otra cosa. La
calidad implica mucho más. Implica eficie ncia, usar el mínimo de recursos
del poder para alcanzar una meta. Se puede usar el conocimiento para
hacer que a la otra parte le guste nuestro programa de actuación. Incluso
puede llegar a persuadir a la otra parte de que ella crea que fue qui en lo
propuso.
La sociedad del conocimiento 22

―Es posible utilizarlo como castigo, recompensa, persuasión e, incluso


para transformar, por ejemplo en aliado al más acérrimo enemigo. Y lo
mejor de todo es que, con los conocimientos adecuados uno puede sortear
las situaciones peligrosas para empezar , y, de ese modo, evitar el gasto de
fuerzas o de riquezas. El conocimiento sirve también de multiplicador de la
riqueza y de la fuerza. Puede utilizarse para aumentar las fuerzas o
riquezas disponibles, o por otra parte, para reducir la cantidad necesaria
para alcanzar una determinada f inalidad‖ 10.
Es asombroso, como actual mente han llegado a depender del
conocimiento, tanto la fuerza como la riqueza. Hasta hace poco, el poderío
militar era una prolongación del inconsciente puño. En la actualidad se
basa casi por complet o en la mente sólida. Se ha convertido en un cliché
decir que la riqueza depende cada vez más del poder del cerebro, de l a
capacidad intelectual. La economía avanzada no podría funcionar durante
30 segundos sin la ayuda de los ordenadores. El conocimiento ha pasado a
ser un accesorio del poder del dinero y del poder del músculo, a ser su
propia esencia. De hecho es el amplificador definitivo.
Además de su gran flexibil idad, el conocimiento tiene otras
características importantes que le hacen fundamentalmente diferente de
fuentes menores de poder para el mundo actual. Hay un límite a la cantidad
de fuerza que podemos utilizar antes de que destruyamos aquello que
deseamos capturar o defender. Lo mismo sucede con la riqueza. El dinero
no puede comprarlo todo y, en algún punto, incluso la cartera más repleta
llega a vaciarse. Por el contrari o, nada de esto sucede con el conocimiento.
Siempre podemos generar más. Nunca llegaremos a alcanzar el
conocimiento pleno de nada, pero sí que podemos acerca rnos un paso más
a la cabal comprensión de cual quier fenómeno. El conocimiento, al menos
en principio, es infinitivamente ampliable.
El conocimiento también es di ferente tanto del músculo como del
dinero ya que, por l o general, si utilizo un arma, otro no podrá utilizarla al
mismo tiempo. Si alguien utiliza una moneda, yo no puedo utilizar la misma
moneda al mismo tiempo. A diferencia de esto, nosotros dos podemos usar
el mismo conocimiento a favor o en contra del otro, e incluso en ese misino
proceso, pod emos producir más conocimiento todavía. Al cont rario de las
balas, o los presupuestos, el conocimiento en si no se gast a. Baste esto
para indicarnos que las regl as del juego del conocimiento -poder son muy
diferentes de los preceptos en los que confían quie nes usan la fuerza o el
dinero para hacer cumplir su voluntad.
Pero una última diferencia, todavía más crucial, separa la violencia y
el dinero del conocimiento a medida que penetramos en lo que hemos dado
en llamar una edad de la i nformación: por definici ón, tanto la fuerza como
la riqueza son propiedad de los fuertes y de los ricos. La verdadera
característica revolucionaria del conocimiento es que también el débil y el
pobre pueden adquirirlo.

10
TOFFLER, Alvin. “El cambio del poder”. Traducción de Rafael Aparicio. Plaza & Janés Editores, S.A. Barcelona.
1ª edición, marzo de 19994, 672 páginas. Pág. 39
La sociedad del conocimiento 23

El conocimiento es la más democrática fuente de poder. Y eso lo


convierte en una continua amenaza para los poderosos, incluso a medida
que lo utilizan para acrecentar su propio poder. Y lo que explica también
por qué todo aquel que ostenta poder, desde el patriarca de una familia
hasta el presidente de una compañía o el primer ministro de una nación,
desea controlar la cantidad, cal idad y distribución del conocimiento dentro
de sus dominios. Hoy, en las naciones ricas que tan de prisa están
cambiando, y a pesar de las desigualdades en ingresos y riqueza, la futura
lucha por el poder ira evolucionando cada vez más hacia una lucha sobre la
distribución del conocimiento y el acceso a él.
Ésta es la razón de que, a menos que comprendamos cómo fluye el
conocimiento y hacia quien lo hace, no podemos protegernos a nosotros
mismos contra los abusos de poder ni crear esa sociedad, mejor y más
democrática, que las tecnologías que el mañana prometen. El control del
conocimiento es el punto capital de la lucha mundial por el poder que se
entablará en todas y cada una de las inst ituciones humanas.
La información (incluyendo en ella cualquier aspecto, desde la
investigación científica hasta las exageraciones de la publicidad)
desempeña un creciente papel. Lo que está sucediendo es el nacimiento de
un sistema para la creación de r iqueza totalmente nuevo que trae consigo
cambios espectaculares en la distribución del poder.
Hoy, los científicos se preguntan cómo se comportan los sistemas de
una turbulencia, como se produce el orden a partir de condiciones caóticas
y cómo pasan a niv eles superiores de diversidad, los sistemas en fase de
desarrollo. Los libros de gestión hablan de ―la prosperidad en el caos‖; se
habla de la ―destrucci ón creativa‖ como de algo necesario para el avance.
El nuevo modelo de producción, está basado en una visión
sistemática o integrativa. Ve la producción como algo crecientemente
simultáneo y sintetizado. Las partes del proceso no son el todo, y no
pueden ser aisladas unas de otras. Se tiene presente más la conexión, la
integración, la simultaneidad del tie mpo real (más que las etapas
secuenci ales). Se amplía el proceso, se asiste al usuario o se apoya el
producto (incl uso hasta la eliminación ecol ógicamente segura).
La producción abarcará estas funciones: formación de empl eados,
prestación de servicio de g uardería infantil y otros servicios. La
productividad empieza antes de que el trabajador llegue a su lugar de
trabajo.

―El simple hecho de leer era un logro fantástico en el


mundo antiguo. San Agustín, que escribió en el sigo V, se refería
a su mentor, san Ambrosio, obispo de Milán, ponderando que
era tan culto que podía leer sin mover los labios. Por esta
asombrosa hazaña se le consideró la persona más inteligente
del mundo.
―Nuestros antepasados, aquellos pocos capaces de saber
matemáticas, lo eran tenidos por gente a todas luces peligrosa.
Una maravillosa advertencia atribuida a san Agustín mantenía
La sociedad del conocimiento 24

que los cristianos habían de mantenerse alejados de las


personas que pudieran sumar o restar‖ 11.

Todos los sistemas económicos se asientan sobre una b ase de


conocimiento. Las empresas mercantiles dependen de la existencia previa
de este recurso socialmente construido. Al contrario que el capital, el
trabajo y la tierra, el conocimi ento no suele recibir atención alguna por
parte de los economistas y de l os ejecutivos empresariales a la hora de
calcular los insumos necesarios para la producción. Sin embargo, ahora,
este recurso -casi pagado y parcialmente explotado sin cargo - es el más
importante de todos.
Significa que creamos redes de conocimientos, enl azamos conceptos
entre sí de formas sorprendent es, construimos asombrosas jerarquías de
deducci ón, alumbramos nuevas teorías, hipótesis e imágenes basadas en
supuest os inauditos, en nuevos lenguajes, claves y lógicas.
Una gran parte del conocimi ento es t ácito, compuesto por una
acumulación de supuestos, de modelos fragment arios y de analogías
inadvertidas, y no solo incluye datos de información lógicos y
aparentemente objetivos, sino valores, productos subjetivos de la pasión,
por no mencionar la imaginac ión y la intuición.
El conocimiento es, en cierto sentido, una amenaza a largo plazo
mucho mayor para el poder de las finanzas que las organizaciones
sindicales o los partidos políticos anticapitalistas. Ahora necesitamos
menos capital para hacer las mis mas cosas que exigían más capital en el
pasado. Esto significa que un país pobre puede defenderse con el mismo
capital mucho mejor hoy en día que hace diez años. Entre más información,
más se ahorra.
―Cualqui er economía, la producción y los beneficios de penden
ineludiblemente de las tres fuentes principales de poder: violencia, riqueza
y conocimiento. La violencia se va convirtiendo progresivamente en ley. El
capital y el dinero, a su vez, se están transmutando en conocimiento. El
trabajo cambia en paral e lo y se torna cada vez más dependiente de la
manipulación de símbolos. Con el capital, el dinero y el trabajo moviéndose
en la misma dirección, toda la base de la economía está revolucionada. El
conocimiento pasa a ser el recurso central de la economía ava nzada. Y a
medida que esto sucede, su valor sube como la espuma. Por esta razón
surgen por doqui er las ―guerras de la información‖, luchas encarnizadas por
el control del conocimiento‖ 12.
El hecho si gnificativo es que avanzamos ahora hacia potentes formas
de proceso del conocimiento que son antiburocracias al máximo. El
resultado es una nueva y sorprendente libertad, haci a un salto en la
creatividad de la organización. La forma que tenemos de organizar el
conocimiento suele determinar l a forma en que organ izamos a l as personas
y viceversa.

11
Ibíd. Pág. 113
12
Ibíd. Pág. 120
La sociedad del conocimiento 25

La competencia exige una innovaci ón continua. Pero el poder


burocrático aplasta la creatividad. El nuevo entorno empresarial exige
intuición al tiempo que un cuidadoso análisis, pero las burocracias tratan
de eliminar l a intuición y sustituirla con reglas mecánicas.
Invitar a los trabajadores a participar en el proceso de elaboración de
normas es compartir el poder que, en tiempos anteriores fue patrimonio
exclusivo de los jefes. Y este es un cambio del poder que no tod os los
directivos encuentran fácil de aceptar. La democracia en el lugar de
trabajo, como la democracia política, no prospera cuando la población es
ignorante. Por contraste, cuanto más culta es una población, más
democracia parece que exige.
―A medida que el conteni do de conocimiento del trabajador crece, los
puestos de trabaj o se hacen más individuales, es decir, menos
intercambiables. Los trabaj adores de la era del conocimiento son cada vez
menos reemplazables. Las herramientas reciben un uso diferente por parte
de cada trabajador del conocimi ento. Un ingeniero usa el ordenador de una
manera distinta a como lo hace el siguiente. Un analista de mercado
analiza las cosas de una forma y, el siguiente de otra.
―Cuando un trabajador deja la empresa, ésta ti ene que encontrar otra
persona con aptitudes equival entes. Lo que se hace más difícil y más
costoso a medida que la variedad de técnicas aumente, o se tendrá que
formar un nuevo empleado, lo que también resulta costoso. Al aumentar los
costos de sustitució n de un empleado, el poder de negoci ación de este
aumenta de forma equivalente.
―Si se pierde a alguien, cuest a seis meses mínimo formar a otra
persona para que comprenda el sistema. Además, como el trabajo se basa
en el equipo, cuando se saca de él a una persona, la funcional idad de todo
el equipo se resiente de forma terrible.

Desde la base del conocimi ento, se necesitan dos imperativos


básicos:

―1º. La innovación : Hoy no hay participación en el mercado que sea


segura, ni producto cuya vida sea indefi nida.; la competencia arranca
nichos y lo que haga falta de empresas establecidas, con el arma de la
innovación, las compañías se marchitan y mueren a menos que puedan
crear una corriente de nuevos productos interminables.
Los trabajadores libres tienden a ser más creativos que aquell os que
lo hacen en condiciones totalitarias y de supervisión. La necesidad de
innovación justifica la autonomía del trabajador. También implica una
relación de poder totalmente di ferente entre patrono y empleado. Se debe
tolerar el error inteligente. Multitud de malas ideas han de aflorar a la
superficie y debatirse librement e a fin de dar con una sola que sea buena.
Y ésta implica una nueva y liberadora inmunidad al miedo.
El miedo es el primer asesino de las ideas. El miedo al ridículo, al
castigo o a la pérdida del empleo destruye la innovación. La dirección de la
época de las fábricas veía en la eliminación del error su principal tarea. La
La sociedad del conocimiento 26

innovación, por contraste, exige el fracaso experimental para alcanzar el


éxito.

―2º La velocidad : las economías avanzadas son aceleradas. La


presión acelerativa cambia también el poder al minar la inmovilista y
burocrática cadena de mando. La aceleración obliga al trabajador a saltarse
la jerarquía. En consecuencia, se anima a los emp leados a desentenderse
de las categorías cuando lo consideren necesario. La aceleración y la
innovación hacen estragos en las jerarquías del poder de l as pasadas
épocas de las chimeneas y promueven la difusión del régimen de trabajo
avanzado. A medi ad que se dé más autonomía a la masa trabajadora, ésta
exigirá un creciente acceso a la información‖ 13.
A medida que el conocimiento en sí se organiza relacionalmente –en
el sentido de que puede reconf igurarse de manera constante -, también la
organización debe hacerse más flexible. Esta es la razón de que una
economí a de pequeñas firmas, que actúan unas con otras y que forman
mosaicos temporales, es más adaptable y más productiva que otra
levantada alrededor de unos pocos monolitos rígidos. De mucha mayor
importancia es la superior flexibilidad para convertir el cambio y el caos en
oportuni dades aprovechables.
La actitud pregonada por los estudiantes árabes que compran libros
pirateados e insisten en que ―la idea occidental de los derechos de autor es
elitista y está destinada a llenar los bolsillos de los editores‖. De lo que se
trata es de la corrosiva cuestión filosófica de si l a propiedad intelectual
puede poseerse en el mismo sentido que los bienes materiales, o si todo el
concept o de la propiedad ha de ser concept ualizado de nuevo. Harlan
Cleveland, futurólogo y antiguo diplomático, ha escrito sobre la ―frontera de
negarse a compartir algo que no puede ser poseído‖. Señala que ―lo que
hace grande a una empresa o a un país no es la producción de lo que ya
sabe, sino la adquisición y adaptación de nuevos conocimientos de otras
empresas o de otros países. ¿Cómo puede ―protegerse‖ la ―propiedad
intelectual‖? La pregunta contiene las semillas de su propia confusión: se
trata de un verbo improcedente aplicado a u n sust antivo improcedent e.
Tiene razón Cleveland cuando afirma que todas las naciones
necesitan conocimiento, cultura, arte y ciencia del extranjero. Pero si es
así, tiene que haber algunas normas básicas civilizadas para el intercambio
y éstas han de fomentar, más que restringir, la continuidad del esfuerzo
investigador. Llegar al estableci miento de estas normas y de una ética de la
información que las sustente est á demostrado ser extremadamente difícil en
un mundo triseccionado en economí as agrarias de las chimeneas y
posindustrial. El control de intangibles –ideas, cultura, imágenes, teorías,
fórmulas científicas, software informático - consumirá más atención política
en todos los países a medi da que la piratería, la falsificación, el robo y el
espionaje industrial amenacen de forma creciente unos intereses vitales,
tanto privados como nacionales.

13
Ibíd. Pág. 255-257
La sociedad del conocimiento 27

Cada vez se la define más en términos de la distribución inadecuada


de la información. La desigualdad, asociada desde la antigüedad con los
ingresos, empieza a ser asociada con factores tecnológicos y con el control
político y económico del conocimiento. En el siglo XXI la más básica de
todas las materias primas será el conocimiento. ¿Podrá ocurrir que las
guerras y revoluciones sociales del futuro sean a cuenta de él? Y si así
sucediera, ¿qué papel desempeñarí an los medios de comunicación del
futuro?
El conocimiento más avanzado, nos permite conseguir más con
menos. Y a medida que lo hace, retira poder de las manos de los
productores masivos de materi as primas . Es posible que las economías
avanzadas sean pronto capaces de crear conjuntos de nuevos materiales
completos adaptados a las necesidades de procesos o a clientes
específicos, tales como los ―nanocompuestos‖, casi a partir de chatarra.
Cuanto más progrese n las naciones con alta tecnol ogía en la
micromanipulación de la materia, tanto menos dependerán de las
importaciones de cantidades masivas de materias primas.
Las sociedades que cuentan con alta tecnología están empezando a
reorganizar su conocimiento. Los conocimient os prácticos cotidianos que se
necesitan en las empresas y la política se están haciendo más abstractos
cada día. Las disciplinas convencionales se están descomponiendo. Con
ayuda del ordenador, los mismos datos o información pueden agrupars e o
―dividirse‖ de las más diversas formas, lo que ayuda al usuario a ver el
mismo problema desde ángulos completamente diferentes y a sintetizar el
metaconocimiento.
Mientras tanto, los avances en la inteligencia artificial y en los
sistemas expertos pr oporcionan nuevas formas de concentrar los
conocimientos prácticos. Debido a estos cambios, hay un creciente interés
en la teoría cognitiva, la teoría del aprendizaje, ―la lógica vaga‖, la
neurobiología y otros progresos intelectuales que dejan sentir su e fecto en
la arquitectura del conocimiento en si.
Los seres humanos a través de la tecnología buscamos aprovechar de
la mejor manera los recursos para elevar nuestro bienestar, dejándole a la
tecnología el trabajo mecánico y potenciando las capacidades huma nas
para alzarse sobre sí mismo y desde adentro hacia f uera. Est o conlleva a
que el hombre día a día perfeccione su conocimiento logrando colmar sus
necesidades y expectativas. Como resultado de este afán se desarrollan y
perfeccionan las diferentes tecn ologías que mejoran la calidad de vida.
Las tecnologías informacionales son básicas en cualquier área de
conocimiento en que nos ubiquemos, además es de imprescindible utilidad
en nuestra vida, ya que con ella es posible obtener mayor eficiencia y
eficacia en las tareas diarias. Es fundamental en estos procesos acceder de
manera adecuada a los datos, a la información y al conocimient o presentes
en nuestro medio, ya que aunque seamos expertos en el manejo la
computadora, si estos procesos no se manejan adec uadamente no se
obtendrá el provecho deseado para que se promueva la creat ividad en el
La sociedad del conocimiento 28

desarrollo y diseño de nuevas formas que permitan dar a conocer dicha


información.
Esto conlleva a orientar una educaci ón moderna y real, que haga
referencia a la apropiación y aplicación de saberes, teóricos y prácticos
que conduzcan a una formaci ón humana e integral sin apartarse de la
realidad social, ideas que se pretenden desarrollar en el presente proyecto,
aprovechando temáticas de las demás áreas del sabe r, que al integrarlas a
nuestra área permiten su desarrollo, de manera agradable, diferente y
creativa, colmando las expectativas de los estudiantes.

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