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se...

Lágrimas, rabia, culpa e


impotencia compartida. Le
toca hablar a la maestra de una
de las comunidades; había lle-
gado al taller con su madre,
una señora evangélica, orgu-
llosa de que su hija aún la
acompañara en el hogar. La
hija, una mujer de unos cua-
renta años, es soltera y cuenta
que ninguna relación le ha
durado mucho. “No sé cómo
hacer feliz a un hombre”, dice
y, llorando, agrega, “¿me po-
drían enseñar qué es eso de
sentir placer?”.
Esta hora de conversación
grupal —un ejemplo de cien-
tos que se producen a lo largo
del continente— pone rostros
y cuerpo a problemas urgentes
relacionados con la vivencia
de la sexualidad en condicio-
nes seguras y placenteras; el
derecho a conocer el propio
Ute Seibert cuerpo, a decidir, a vivir sin
miedo al embarazo, a la vio-
lencia y al castigo. Cuán lejos
I VIVIENCIAS tuaciones de empobrecimien- estamos la mayoría de las mu-
to y vulnerabilidad. jeres de estas posibilidades.
Cajamarca, Perú, mayo del En algún momento forma-
2003. mos grupos para compartir si- Desplazamientos: guerreras y
tuaciones en que un derecho madres descubren su Hetera

“N
uestro cuerpo: sexual o reproductivo fue vio-
territorio de De lado. Falta de educación Mujeres de organizaciones
rechos Sexua- sexual, abortos mal hechos, populares, militantes políticas
les y Reproductivos” fue el matrimonios de consorcio, vio- luchando durante décadas mo-
tema de un seminario-taller lencia sexual o abandono de la tivadas por un “compromiso
que reunió a mujeres y jóvenes pareja, fueron las situaciones social, político y cristiano”,
de comunidades rurales prin- compartidas una y otra vez. La descubren el trabajo corporal,
cipalmente, activas en movi- abuela que tuvo siete hijos, la (auto)sanación, la espiritua-
mientos de salud y de dere- cada uno producto de una vio- lidad en el cuerpo y la natura-
chos civiles, muchas indíge- lación, la madre que recién leza. Desmontan mitos que han
nas, campesinas la mayoría, después del hijo número 15 sostenido la cultura patriarcal
viviendo en considerables si- nacido vivo pudo esterilizar- y androcéntrica —de la cual

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Pilar Bustos
En algún momento canas emergen en la búsqueda
de otras imágenes, sentidos y
formamos grupos prácticas, también con relación
para compartir si- a la sexualidad. Necesidades
tuaciones en que un largamente postergadas se ha-
cen evidentes y, a la vez, des-
derecho sexual o piertan la pregunta acerca de
reproductivo fue cómo transformarán, también,
violado. Falta de la lucha por los derechos en
educación sexual, todos los ámbitos.
abortos mal hechos, Santiago abril 2004
matrimonios de con-
sorcio, violencia también sus luchas políticas Imágenes, pensamientos,
estaban teñidas. Se hace pal- preguntas y paradojas se mez-
sexual o abandono
pable un agotamiento de las clan mientras participo en el
de la pareja, fueron “guerreras”, las luchadoras de II. Seminario “Sexualidades en
las situaciones com- antes ahora desarrollan su Sociedades Contemporáneas”,
partidas una y otra “Hetera”, reivindican el dere- organizado por el Programa de
cho al placer, buscan asociar Estudios de Género y Socie-
vez. lo femenino con pasarlo bien y dad de la Universidad Acade-
no sólo con sacrificio y deber. mia de Humanismo Cristiano,
Raíces indígenas y afroameri- los días 7 y 8 de abril del 2004.

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La pregunta por una ciudada- ¿liberada de qué? ¿Para qué? inducidos por lo que de
nía sexual como tema de la ¿No necesitamos, tal vez, ella se decía? ¿Qué lazos
modernidad está tan presente cuestionarnos la “hipótesis re- existían entre esos discur-
como la puesta en escena de presiva”, a la manera en que lo sos, esos efectos de poder y
diversas (maneras de vivir las) hace el filósofo francés Michel los placeres que se encon-
sexualidades. La familia Ga- Foucault?: traban invadidos por ellos?
lán de Bolivia pone en escena ¿Qué saber se formaba a
el travestismo, disfrazarse, “Las dudas que quisiera partir de allí? En suma, se
trans-formarse, el carnaval de oponer a la hipótesis re- trata de determinar, en su
los géneros, la de-generación, presiva se proponen me- funcionamiento y sus ra-
el juego de los cuerpos, con los nos mostrar que ésta es fal- zones de ser, el régimen
cuerpos, una política lúdica sa que colocarla en una poder-saber-placer que sos-
con los cuerpos transforma- economía general de los tiene en nosotros al discur-
dos, trans-generados, irrum- discursos sobre el sexo en so sobre la sexualidad hu-
piendo en la escena pública. el interior de las socieda- mana. De ahí el hecho que
La celebración anual del día des modernas a partir del el punto esencial (al menos
del orgullo gay suscita el mie- siglo XVII. ¿Por qué se ha en primera instancia) no
do a la cooptación, a que se hablado de la sexualidad, sea saber si al sexo se dice
haya convertido en una mera qué se ha dicho? ¿Cuáles sí o no, si se formulan pro-
válvula de escape que nos ha- eran los efectos de poder hibiciones o autorizacio-
cer enorgullecernos (y creer)
que ya somos tolerantes y libe-
radas/os.
Sexualidades muchas veces
vividas en la marginalidad,
presentadas al auditorio con
una clara voluntad de ir más
allá de la victimización como
La familia Galán de Boli-
minorías sexuales y cuestio- via pone en escena el
nar la heterosexualidad obli- travestismo, disfrazarse,
gada. Todo eso mientras en los trans-formarse, el carna-
medios de comunicación chi-
lenos se comenta casi morbo-
val de los géneros, la de-
samente la lucha de una mujer generación, el juego de
lesbiana por la tuición de sus los cuerpos, con los cuer-
tres niñas; la “mala madre” es
pos, una política lúdica
el tema de una sociedad que
esquiva hablar de opciones o con los cuerpos transfor-
prácticas sexuales. mados, trans-generados,
Entre el juego, las cuestio- irrumpiendo en la escena
nes políticas, éticas y estéti-
cas, aparecen las preguntas:
pública.
¿es tan cierto que la sexuali-
dad está reprimida y que nece-
sita, por tanto, ser liberada? Y

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nes, si se afirma su impor- des hay mujeres y hombres, y mujeres “letradas”. Seguir el
tancia o si se niega sus efec- hay relaciones sexuales, la proceso en que se ha descrito
tos, si se castiga a no las manera de nombrar y signifi- la historia de este “difícil obje-
palabras que la designan: car la sexualidad varía en las to de deseo”, es en sí revela-
el punto esencial es tomar diferentes sociedades y cultu- dor. El conocimiento sobre la
en consideración el hecho ras. Las relaciones sexuales historia de eso que, a partir de
de que se habla de él, quié- están reglamentadas siempre, cierto momento se empezó a
nes lo hacen, los lugares y pero el contenido de las nor- llamar “la sexualidad”, se ha
puntos de vista desde don- mas difiere de un lugar a otro. desarrollado desde generaliza-
de se habla, las institucio- En las tres escenas presenta- ciones transculturales donde
nes que a tal cosa incitan y das en el apartado anterior se habla de la sexualidad como
que almacenan y difunden conviven, se contraponen o de una “guerra entre impulsos
lo que se dice, en una pala- dialogan, diferentes vivencias, peligrosos y poderosos y los
bra, el “hecho discursivo” deseos y necesidades acerca sistemas de tabúes que el hom-
global, la “puesta en dis- de la sexualidad. bre ha erigido para controlar-
curso” del sexo.”2 El punto crucial en la inter- los”, pasando por incluirla bajo
pretación de la sexualidad, hoy rótulos más neutrales como
Lecturas sociológicas, filo- en día, es el paradigma de la “matrimonio” o “moral”, has-
sóficas, psicoanalíticas cruzan- “modernidad” que divide la ta abordar aspectos de la sexua-
do la política y la ética. ¿Cómo historia occidental, a partir de lidad en diferentes etapas his-
afectan estas discusiones la la “Ilustración”, en un “antes” tóricas y culturas. Sin embar-
vida cotidiana (y la vida coti- y un “después”: sociedades go, la pregunta por el objeto
diana de quiénes)? Mientras pre-modernas, diferentes eta- del estudio se mantiene: pode-
escucho, me aparecen imáge- pas de modernidad y el debate mos enumerar una serie de as-
nes de talleres, de cursos de acerca de si los cambios de los pectos que, consideramos, en-
capacitación, rostros de muje- últimos años corresponden a tran en la categoría “la sexua-
res expuestas a violencia otra etapa en el desarrollo de la lidad”, pero ¿qué es lo que los
sexual, dañadas por un aborto modernidad o si entramos a vincula entre sí?: “¿De qué es
mal hecho, de las niñas y ni- otro momento —la posmoder- historia la historia de la sexua-
ños víctimas de abuso, o de nidad. Los cambios en la socie- lidad?”3 Pareciera que la his-
Sida. Simultaneidad de con- dad a partir de la modernidad toria de la sexualidad no tiene
textos globalizados y tradicio- han afectado todas las áreas de como objeto un tema determi-
nales, de posmodernidad y es- la sociedad occidental. Las re- nado, sino un tema en flujo
tructuras pre-modernas. laciones de género, la compren- constante.
sión del cuerpo y de la sexuali- Desde un enfoque evolucio-
II MIRADAS dad, la división del mundo en nista que estudió las culturas
espacios públicos y privados “primitivas” en una perspec-
La comprensión de la sexuali- han experimentado profundas tiva etnocéntrica, la sexuali-
dad en la modernidad de Oc- transformaciones. dad fue vista como lugar privi-
cidente La investigación de la histo- legiado para entender los orí-
ria de la sexualidad ha pasado genes de la sociedad humana.
La sexualidad se ha conver- por varias etapas y se ha reali- Estudios antropológicos pos-
tido en uno de los temas claves zado desde ubicaciones de teriores rechazaron la investi-
de la modernidad en Occiden- poder también diversas: occi- gación de otras culturas exis-
te. Si bien en todas las socieda- dentales, de hombres y de tentes como modelos de nues-

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humanos, ¿en qué medida pue-
de cambiarse? y ¿de qué de-
penden los cambios de la
sexualidad —de su compren-
sión y su vivencia?

La reglamentación de la
sexualidad

Los estudios antropológicos


muestran que todas las socie-
Ernestina Concha

dades han regulado la sexuali-


dad de sus integrantes (por
ejemplo a través de la prohibi-
ción de incesto, aunque el con-
tenido de esta prohibición haya
tra propia prehistoria. Los en- variado en diferentes culturas).
foques históricos contemporá- En su proceso de in- En Occidente, fue la iglesia la
neos cuestionan el carácter vasión, los españo- que durante siglos jugó un rol
natural de la categoría “sexua- fundamental en la reglamen-
les y el cristianismo tación de la sexualidad y la
lidad”. Michel Foucault4 , que
busca establecer las relacio- occidental se encon- reproducción. Si bien la vi-
nes entre poder, saber y pla- traron con culturas sión cristiana en relación a la
cer, afirma que la “sexualidad” que tenían sus pro- mujer y el placer sexual no
no es un hecho natural que el siempre fue monolítica, a par-
poder trata de controlar, ni un
pias comprensiones tir del Concilio de Trento y en
dominio oscuro que el saber y normas acerca de el contexto de la Contrareforma
trata de esclarecer gradualmen- la sexualidad. Estas, en Europa, la Iglesia Católica
te. La sexualidad es un trató de normar, de manera
nombradas por algu-
constructo histórico. cada vez más universal, los
Desde esta perspectiva de nos como “origina- límites permitidos de la sexua-
construcción cultural, es posi- rias”, como “primiti- lidad, el rol de la familia y el
ble ver cómo la sexualidad se vas” o “salvajes” ejercicio de la autoridad en su
relaciona con otros fenóme- interior. La confesión, por
nos sociales y se articula con
por otros, han resis- ejemplo, operó como un me-
las estructuras económicas, po- tido, coexistido y dio privilegiado de reglamen-
líticas y sociales. Y surgen, cambiado. tación, adiestramiento y “edu-
entonces, otras preguntas. ¿Por cación sexual”.
qué la sexualidad ha adquiri- A partir del siglo XVIII con
do tanta significación simbó- el desarrollo del estado nacio-
lica en la cultura occidental? nal y su preocupación por el
¿Cuál es la relación entre sexo crecimiento de la población,
y poder? Si la sexualidad ha por un lado, y el desarrollo de
sido construida por los seres la ciencia biomédica, por el

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otro, cambian las maneras de ciencia sólo aporta los datos
reglamentación de la sexuali- biológicos que pueden funda-
dad. Esto no significa que “el mentar una u otra compren-
orden divino” sea reemplaza- sión de la sexualidad. Este
do por otro sino que, mante- autor muestra, a partir del aná-
niendo su vigencia en un cier- lisis del cambio de la concep-
to nivel dentro del contexto de ción de la existencia de un
la modernidad, hay rasgos fun- solo sexo hacia la compren-
damentales que serán reubica- sión moderna de dos sexos cla-
dos dentro de una nueva com- ramente diferenciadas, como
prensión del mundo, dividi- han sido no sólo los datos bio-
do, ahora, en una esfera públi- lógicos, sino los cambios de
ca y una esfera privada. Mien- concepciones de la sociedad y
tras, idealmente, el mundo la política los que ayudaron a
público está conformado por que una u otra concepción fue-
individuos, hombres libres que ra predominante.
negocian la política y un con- Antes de la Ilustración pri-
trato social, lo cual supone re- maba la concepción de la exis- Según los estu-
laciones horizontales de poder, tencia de un solo sexo: según dios de Thomas
en el mundo privado, es decir Galeno, las mujeres eran esen-
en la familia, se mantienen las cialmente hombres en los que
Laqueur, la
relaciones jerárquicas, vertica- una falta de calor vital —de sexualidad es
les, de poder; hay fuertes y dé- perfección— había produci- siempre construi-
biles, cuyas relaciones no están do la retención de los genitales
da desde la epis-
sujetas a la negociación. en el interior del cuerpo. El
cuerpo humano, fue compren- temología y la po-
La sexualidad como campo dido como un microcosmos lítica. La ciencia
de disputa de los cuerpos — dentro de un orden mayor je- sólo aporta los
de las mujeres rarquizado de múltiples ma-
neras. Ser hombre y ser mujer
datos biológicos
¿Cómo se producen los cam- implicaba un lugar en el or- que pueden fun-
bios en la comprensión de la den social. El género —como damentar una u
sexualidad? ¿Es el avance en categoría cultural— aparecía otra comprensión
el conocimiento, el desarrollo entonces como categoría pri-
de la ciencia biomédica, el que maria, mientras el sexo o el de la sexualidad.
hace entender la sexualidad de cuerpo fueron entendidos
otra manera? ¿Podemos cons- como epifenómenos.
tatar una evolución, un progre- El debate sobre el orgasmo
so, un efecto de la Ilustración femenino en el siglo XVIII pue-
en la manera cómo entende- de ilustrar cómo se produjo la
mos y vivimos la sexualidad? reinterpretación del cuerpo fe-
Según los estudios de Tho- menino que concluye en la
mas Laqueur, la sexualidad es concepción de dos sexos, rela-
siempre construida desde la cionados de manera horizon-
epistemología y la política. La tal y que son fundamentalmen-

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te diferentes. Las respuestas a
La sexualidad: lenguaje,
la pregunta acerca de si una símbolo, norma, rito y mito
mujer puede concebir sin pla-
cer y además estando incons-
ciente, ilustran el cambio. Du-
L a sexualidad es el conjunto de las experiencias humanas
atribuidas al sexo y definidas por éste, constituye a los
particulares y obliga su adscripción a grupos socioculturales
rante siglos se había afirmado genéricos y a condiciones de vida predeterminadas. La sexuali-
que “nada mortal llega a exis- dad es un complejo cultural histórica-mente determinado consis-
tir sin el placer”, hasta el pun- tente en relaciones sociales, instituciones sociales y políticas, así
to de permitir la masturbación como en concepciones del mundo, que definen la identidad
femenina si era necesaria para básica de los sujetos. (...)
completar un acto sexual, a fin En nuestra cultura la sexualidad es identificada con el erotis-
mo, al punto de usarse indistintamente ambos términos. En el
de que su función reproductora
terreno teórico es necesario diferenciar ambos conceptos para
se cumpliera5 ; ahora los médi- elaborar categorías rigurosas. La sexualidad incluye al erotismo
cos descubrieron que las mu- pero no lo agota: el erotismo debe ser reconocido en su especifidad.
jeres pueden concebir sin or- La división del trabajo por géneros es un hecho sexual, como lo
gasmo y sin ni siquiera estar son la masculinidad o los uniformes que obligatoriamente deben
conscientes. El orgasmo que- diferen-ciarnos; el embarazo femenino es parte de la sexualidad
daba relegado a la esfera de femenina, y el parto es tan sexual como lo son las experiencias
eróticas.
una mera sensación, acciden-
La sexualidad está en la base del poder: tener una u otra
tal y prescindible del acto de definición genérica implica para los seres humanos, ocupar un
reproducción. lugar en el mundo y, aún ahora, tener un destino más o menos
Esta nueva concepción que previsible. Independientemente de la voluntad, la adscripción
convertía la presencia o au- genérica ubica: es una forma de integración en la jerarquía social,
sencia del orgasmo en un indi- y es uno de sus criterios de reproducción; significa también, tener
cador biológico de la diferen- y ejercer poder sobre otros, o no tener siquiera, poder sobre la
propia existencia.
cia sexual, formó parte de una
La sexualidad rebasa al cuerpo y al individuo: es un complejo
reinterpretación del cuerpo
de fenómenos bio-socio-culturales, que incluye a los individuos,
femenino en relación al mas- a los grupos y a las relaciones sociales, a las instituciones, y a las
culino que se produjo hacia concepciones del mundo —sistemas de representaciones,
fines del siglo XVIII. Las dife- simbolismo, subjetividad, éticas diversas, lenguajes— y desde
rencias biológicas adquierie- luego al poder (...).
ron cada vez mayor importan- En todas las sociedades la sexualidad es y está en las relaciones
cia, incluso para explicar el sociales, en la economía, en las creencias, en las instituciones, es
fundamento de la política, y ocupa un espacio fundamental en la
hecho de que las mujeres fue-
vida de los particulares. Por ser un contenido central y definitorio
ran más pasivas, conservado- en sus vidas, por caracterizar de manera fundamental a los
ras, perezosas y estables, y los particulares, porque impone destinos a los sujetos, la sexualidad
hombres más activos, enérgi- es elemento organizador y núcleo de identidad de grupos que se
cos, entusiastas, apasionadas constituyen en torno suyo, como los géneros, y de la autoiden-
y variables, diferencias que no tidad de cada individuo. (…)
se podrían suprimir ya que Considerada desde una perspectiva antropológica, la sexuali-
dad específicamente humana es lenguaje, símbolo, norma, rito y
para eso “sería necesario que
mito: es uno de los espacios privilegiados de la sanción, del tabú,
comenzara de nuevo la evolu- de la obligatoriedad y de la transgresión.
ción sobre nuevas bases. Lo
Marcela Lagarde: Los cautiverios de las mujeres: madresposa, monjas, putas, presas
que se decidió entre los y locas. Universidad Nacional Autónoma de México, Coyacán, México 2001. pp
protozoos prehistóricos no 184/85/94.

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puede anularse por una ley otros, han resistido, coexisti-
del Parlamento”.6 En esta últi- do y cambiado.
ma frase se hace evidente que Acerca de la civilización
el tema de la diferencia sexual mapuche en Chile, por ejem-
adquiere importancia dentro plo, Maximiliano Salinas se-
del contexto de cambios polí- ñala: “Sin estado y sin mono-
ticos: la biología —el cuerpo gamia, aparece destacada la
estable, ahistórico y sexuado— preeminencia social, cultural
es el fundamento epistemoló- y religiosa de la mujer y de lo
gico de las afirmaciones nor- materno, perceptible en su me-
mativas sobre el orden social dida de los ritmos del tiempo
en un contexto de profundos por el calendario lunar, entre
cambios políticos, sociales, otros aspectos.”8 Observando
económicos y culturales. esta realidad, uno de los ven-
¿Por qué, pregunta Laqueur, cedores escribe: “Los espectá-
siguen siendo los cuerpos de culos impúdicos, que despier-
las mujeres los que se regla- tan imágenes eróticas, eran
mentan, los que se convierten corrientes en sus bailes y sus
en campo de disputa. ¿Por qué fiestas. Casi no había vida ínti-
el modelo de referencia “se- ma: las uniones sexuales se
guirá siendo el cuerpo mascu- verificaban en el hogar sin re-
lino como ha sido hasta ahora, cato de la cultura (!), a la vista
tanto en la concepción de un y al oído a veces de los demás.
sólo sexo como en la diferen- En sus diversiones colectivas,
cia sexual? ¿Por qué es siem- acompañadas siempre de ex-
pre el cuerpo de la mujer el ceso alcohólico, la libertad
que está en cuestión, la sexua- amorosa se manifestaba tan
lidad de la mujer la que está en pronto como el licor, el baile y
constitución, la mujer la cate- la mímica lasciva incitaban a
goría vacía, definida en rela- la imaginación. (Los mapu-
ción al hombre?”7 ches) practicaban el acto de la
generación con una frecuen-
Sexualidades en América La- cia que superaba a la raza do-
tina minadora (blanca). Como al-
cristiana-occidental ha llega- gunos pueblos de costumbres
Como ya lo señalamos, la do de diferentes maneras? voluptuosas refinadas, los
mayoría de las teorías acerca En su proceso de invasión, araucanos se valían también
de la sexualidad en Occidente los españoles y el cristianis- de medios originales para esti-
se inscriben dentro de un aná- mo occidental se encontraron mular la sensibilidad de la
lisis de la modernidad, esta- con culturas que tenían sus mujer en la cópula”.9 Cabe pre-
bleciendo ciertas etapas de re- propias comprensiones y nor- guntarse cuánto de mirada
glamentación de la sexualidad. mas acerca de la sexualidad. proyectiva del invasor está pre-
¿Qué ha pasado, entonces, en Estas, nombradas por algunos sente en esta descripción y
América Latina donde, desde como “originarias”, como cómo operan aquí las lecturas
la invasión hispana, la cultura “primitivas” o “salvajes” por oficiales de la iglesia católica

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que en esa época ya tenía cla- tas populares constituyeron
ramente incorporado el miedo espacios de resistencia cultu-
al cuerpo y la sexualidad de la ral, poco a poco la visión ofi-
mujer. Sin embargo, aún allí cial se imponía. La perspecti-
no hay una conducta homogé- va de una iglesia que limitaba
nea, ni una visión monolítica. la relación sexual a la procrea-
Lo interesante son las fisuras ción no se dejó implantar fá-
en el discurso hegemónico y cilmente. Se encontró más bien
las nuevas síntesis que se pro- con diferentes estrategias de
ducen. Muchos de los españo- resistencia en las culturas pre-
les que llegaron a América colombinas que requerían de
Latina vienen de una tradición parte de las autoridades hispa-
hispano-oriental que, según Sa- no-católicas constantes adap-
linas, constituye la base cultu- taciones y re-interpretaciones
ral mediterránea que luego se de las normas a fin de imponer
encuentra con la cultura indí- la moral sexual católica
gena y tiene rasgos más cerca- postridentina.12
nos a ésta que a las posturas Marcela Lagarde señala, por
católicas oficiales. “Tanto otra parte, como, en el México
mapuches como andaluces his- moderno, la introducción de
pano-orientales, cultivadores la cultura hispano-católica ha
históricos de un ars erótica, contribuido a la pérdida de
visualizaron el cielo o el más prácticas y lenguaje para el
allá, como un lugar de plenitud sexo, lo que disminuye las po-
sensual y sexual. En el siglo XI De ahí se entiende que en la sibilidades de decir las expe-
el teólogo e historiador cordo- Remolienda en el Cielo” apa- riencias: “La pérdida para la
bés Ibm Hazm afirmaba que en rece la imagen mestiza “divi- sabiduría de las mujeres sobre
la otra vida habían manjares y nización poética de la pleni- su cuerpo es evidenciada, por
bebidas, ríos, árboles y goces tud humana y vital que alcan- ejemplo, en su pérdida lingüís-
sexuales”.10 Frente al discipli- za su punto más culminante tica: En la cultura de los anti-
namiento blanco que separa la con el baile de una cueca entre guos nahuas existían voces
religión de la sexualidad, el Santa Clara y San Antonio.(...) para designar al clítoris,
encuentro entre mapuches y Mediante esta fantasía popu- ‘zacapilli’, y también para el
andaluces hispano-orientales lar se consigue,a al mismo tiem- glande del clítoris (la punta
valora los “amores morenos”, y po, cancelar la fragmentación del clítoris) ‘zacapilcuatl’.(...)
según el autor genera expresio- blanca moderna entre alma y En cambio los nahuas actua-
nes de religión y cultura popu- cuerpo, entre lo masculino y lo les, hablantes de esta lengua
lar como “la mística sensual femenino, entre maternidad/ de origen prehispánico, no co-
del cielo” que implica la crítica paternidad y sensualidad, y nocen el término, tampoco
del la teología/ideología domi- proclamar, de un modo coreo- conocen la palabra en castella-
nante: gráfico, de acuerdo a los an- no y no tienen otro nombre
“Moreno pintan a Cristo cestros indígenas e hispano- para designarlo. Millones de
morena a la Magdalena orientales, la mística sensual mujeres comparten esa indi-
moreno es el bien que adoro del cielo.”11 ferenciación perceptiva, ma-
viva la gente morena.” Mientras las canciones y fies- nifiesta en la expresión global,

10 ● CON-SPIRANDO Nº46/04
‘mi parte’. El uso de un con- contribuyeron considerable- dernidad, construido sobre los
cepto específico confrontado mente a una mejora de las con- binarios público/privado, cul-
con el uso de otro concepto en diciones de la maternidad y el tura/naturaleza, masculino/fe-
que lo específico se diluye, puerperio y abrieron espacio menino, política/reproduc-
expresa que las mujeres han para las reivindicaciones de ción, que han justificado la
sido mutiladas”.13 las mujeres en el ámbito de las exclusión o minimización del
Los cambios dentro del condiciones laborales, se con- rol de las mujeres en la política,
protagonismo de la reglamen- firma, aquí, la tesis de que la la economía y la cultura. La
tación de la sexualidad, tal regulación de la sexualidad en autora habla de la “subversión
como los describe Claudia esta etapa de la modernidad del imaginario público-priva-
Bonan14 , esto es, el paso de la sigue cánones estatales y do” en relación a ciertos conte-
dominancia de la reglamenta- biomédicos. Las mujeres cuen- nidos interpretativos de la ex-
ción eclesial a la prevalencia tan en tanto reproductoras y periencia corporal, sexual y
del orden biomédico y del es- son vigiladas y reglamentadas reproductiva de las mujeres,
tado nacional, también se pue- en esta función. como por ejemplo, la privación
den observar en América Lati- de las mujeres del poder en la
na. “Limpias y modernas”15 III TRANS-FORMACION esfera sexual y reproductiva, la
tenían que ser las mujeres en maternidad obligatoria, la vio-
el Perú del siglo XIX donde en Sexualidades: entre la políti- lencia física, psicológica y
pro del crecimiento del estado ca y la ética sexual, la ignorancia y el mie-
se implementaron una serie do que circundan muchas ve-
de medidas higiénicas que fa- El actual debate en torno a la ces la experiencia sexual y
vorecían el nacimiento y la regulación de la sexualidad y reproductiva y la negación del
sobrevivencia de los hijos. Dis- la reproducción —en el cual el placer sexual femenino.
cursos y prácticas ambiva- movimiento feminista ha ju- “Manejando el marco eman-
lentes, ya que junto con el gado un papel decisivo— “en- cipatorio, en el mismo acto en
mayor control y reglamenta- cierra algunos de los más im- que desmonta el fundamento
ción de las mujeres, se intro- portantes procesos políticos, del poder familiar, la crítica
dujeron consideraciones y culturales e institucionales re- feminista se reapropia reflexi-
medidas que alivianaron las lacionados con cambios en la vamente de la idea de lo priva-
condiciones para las trabaja- modernidad contemporánea”, do, y busca reconstruirla, sepa-
doras embarazadas y abrieron señala Claudia Bonan16. rando, resignificando y rejun-
la puerta a la exigencia de los La acción y reflexión femi- tando las nociones de priva-
derechos de las trabajadoras. nistas se ubicarían dentro de cidad y domesticidad”, señala
María Emma Mannarelli des- un marco emancipatorio. Un Bonan. La privacidad como atri-
cribe los cambios que la lógica cambio significativo tiene que buto de la persona emancipada
del estado y la ciencia médica ver con la afirmación de que se define como su inalienable
implican para la sexualidad “lo privado es político”; en derecho a la autodetermina-
de las mujeres. Ellas están vis- este sentido, la sexualidad se ción. En este sentido, lo priva-
tas esencialmente como ma- ha convertido en un espacio do pasa a ser definido “como
dres. Toda preocupación se donde lo público y lo privado un espacio regido por relacio-
dirige al fruto de su vientre y se redefinen. La crítica femi- nes simétricas y de carácter po-
los hijos sanos que ha de parir nista ha puesto en cuestión lítico, basadas en el diálogo,
y criar. No obstante que estas elementos constitutivos del negociación, elecciones, acuer-
preocupaciones higienistas imaginario fundador de la mo- dos y consentimientos”.17

Nº46/04 CON-SPIRANDO ● 11
Entre los derechos humanos En otra economía del
de las mujeres y una ética del cuerpo y los placeres
placer

Las experiencias en cursos Q uizás algún día la gente se asombrará. No se comprenderá que
una civilización tan dedicada a desarrollar inmensos apara-
tos de producción y de destrucción haya encontrado el tiempo y la
de capacitación y talleres so-
infinita paciencia para interrogarse con tanta ansiedad respecto al
bre éticas y sexualidades mues-
sexo; quizás se sonreirá, recordando que esos hombres que noso-
tran que estas “capacidades de tros habremos sido creían que en el dominio sexual residía una
relaciones simétricas y de ca- verdad al menos tan valiosa como la que ya habían pedido a la
rácter político, basadas en el tierra, a las estrellas y a las formas puras de su pensamiento; la
diálogo, negociación, eleccio- gente se sorprenderá del encarnizamiento que pusimos en fingir
nes, acuerdos y consentimien- arrancar de su noche una sexualidad que todo —nuestros discur-
tos”, se desarrollan en un pro- sos, nuestros hábitos, nuestras instituciones, nuestros reglamen-
ceso que necesariamente in- tos, nuestros saberes— producía a plena luz y reactivaba con
estrépito. Y el futuro se preguntará por qué quisimos tanto derogar
cluye la elaboración de las pro-
la ley del silencio en lo que era la más ruidosa de nuestras
pias experiencias y heridas, la preocupaciones.
contextualización, la confron- Retrospectivamente, el ruido podrá parecer desmesurado, pero
tación del sentido común de aún más extraña nuestra obstinación en no descifrar en él más que
cada una/o con el grupo y con la negativa a hablar y la consigna de callar. Se interrogará sobre lo
las teorías de otros/as. Adqui- que pudo volvernos tan presuntuosos; se buscará por qué nos
rir herramientas, ensayar otra atribuimos el mérito de haber sido los primeros en acordar al sexo,
contra toda una moral milenaria, esa importancia que decimos le
manera de pararse y visualizar
corresponde y cómo pudimos glorificarnos de habernos liberado a
estrategias en lo pequeño y a fines del siglo XX de un tiempo de larga y dura represión —el de un
niveles mayores, son pasos que ascetismo cristiano prolongado, modificado, avariciosa y minucio-
aportan al ejercicio de la pro- samente utilizado por los imperativos de la economía burguesa. Y
clamada ciudadanía — allí donde nosotros vemos hoy la historia de una censura difícilmen-
sexual— de las mujeres. te vencida, se reconocerá más bien el largo ascenso, a través de los
Aparece la pregunta por la siglos, de un dispositivo complejo para hacer hablar del sexo, para
afincar en él nuestra antención y cuidado, para hacernos creer en la
ética. ¿Qué es la ética si no la
soberanía de su ley cuando en realidad estamos trabajados por los
práctica de la libertad, la prác- mecanismos de poder de la sexualidad. (…)
tica reflexiva de la libertad?, Con frecuencia se evocan los innumerables procedimientos con
se pregunta Foucault en sus los cuales el cristianismo antiguo nos habría hecho detestar el
reflexiones acerca de “una éti- cuerpo; pero pensemos un poco en todas esas astucias con las
ca de cuidado del sí”.18 Dejan- cuales, desde hace varios siglos, se nos ha hecho amar el sexo, con
do de lado las discusiones fi- las cuales se nos tornó deseable conocerlo y valioso todo lo que de
losóficas y psicoanalíticas so- él se dice; (…) con las cuales se nos culpabilizó por haberlo
ignorado tanto tiempo. Ellas son las que hoy merecerían causar
bre el complejo tema de la li-
asombro. Y debemos pensar que quizás un día, en otra economía de
bertad, vuelvo a los ejemplos los cuerpos y los placeres, ya no se comprenderá cómo las astucias
del primer apartado de este de la sexualidad, y del poder que sostiene su dispositivo, lograron
artículo y me pregunto por las someternos a esta austera monarquía del sexo, hasta el punto de
condiciones en que las muje- destinarnos a la tarea indefinida de forzar su secreto y arrancar a esa
res pueden ejercer una ética sombra las confesiones más verdaderas. Ironía del dispositivo: nos
del cuidado de sí que está es- hace creer que en ello reside nuestra “liberación”.
trechamente relacionada con * Michel Foucault. Historia de la sexualidad , Tomo I: La voluntad de saber, Siglo XXI
su sexualidad, ya que la mora- Editores, México, 1984 (primera edición en franc’es: 1976). p.191-4.

12 ● CON-SPIRANDO Nº46/04
lidad a partir del siglo XIX se nes centradas en una sola de las/os participantes, con la idea de
centra en la conducta sexual y etnia, época y demás varia- que compartir las experiencias diferen-
tes, sus contextos culturales, geográfi-
formula una normatividad es- bles que condicionen al jui- cos y sociales diversos, abre hacia la
tricta para cada género. cio sobre la moralidad. Lo relativización de la propia vivencia. A
partir de estos ejemplos quisiera entrar
En este contexto, las reflexio- anterior para resaltar la en un diálogo con algunos textos y re-
nes de la mexicana Graciela construcción de género flexiones —significaciones y resigni-
ficaciones de la sexualidad— que han
Hierro que postula una “ética como otra variable que con- circulado en las conversaciones y lectu-
del placer”, me parecen inte- diciona los juicios morales. ras del postítulo de Género y Sexualida-
des de la Universidad Academia de Hu-
resantes, ya que el derecho al El perspectivismo en la éti- manismo Cristiano, realizado en 2003.
placer es el tema que está en el ca sexual es la postura filo- 2. Michel Foucault, (1998). Historia de la
sexualidad , Tomo I: La voluntad de saber,
fondo de la mayoría de los sófica que toma en conside- Siglo XXI Editores, México, pp.18-19.
debates acerca de sexualidad ración la situación de la per- 3. Jeffrey Weeks (1998) Sexualidad,
Ed.Paidós, México, p.25.
y reproducción: “...la finali- sona que juzga, y no sólo la 4. Michel Foucault (1998) Historia de la
dad de la ética feminista hedo- racionalidad objetiva de los sexualidad , Tomo I: La voluntad de
nista es contribuir a la integra- juicios. (...) La meta de este saber, Siglo XXI Editores, México.
5. ver J.L. Flandrin (1984): La moral sexual
ción de la personalidad feme- análisis es obtener una po- en Occidente, Ed.Juan Granica, Barce-
nina a través de la asunción de lítica sexual feminista no lona, Cap.1.
6. P.Geddes, citado por Laqueur, p. 25
la propia experiencia, defini- etnocéntrica.(...).20 7. Thomas Laqueur (1994) La construcción
da y descrita por las mujeres, del sexo. Cuerpo y género desde los grie-
gos hasta Freud, Ed.Cátedra, Madrid.
que contribuye a la satisfac- Detrás de esta comprensión 8. Maximiliano Salinas “Religión popular
ción de las necesidades, de- y esta metodología hay una y sexualidad en Chile: historia, tradi-
ciones y símbolos”, en Revista de la
seos, intereses e inclinaciones, concepción de la ética como Academia Nº2 Primavera 1996. p. 25
como las mujeres los entien- un proceso pedagógico tera- 9. Tomás Guevara, “Psicología del pueblo
araucano”, citado en Salinas, p.26.
den y practican”.19 Eso requie- péutico que se ha mostrado de 10.Salinas, p.36.
re conocer el propio cuerpo y una vital importancia en los gru- 11.Idem
12.Ver Asunción Lavrín (1991) “La sexua-
poder decidir sobre él; impli- pos de mujeres. Distinguir los lidad en el México colonial: un dilema
ca el autocuidado y el amor a diferentes aspectos de la teoría para la Iglesia”, en: Sexualidad y Matri-
monio en la América hispánica, Edito-
sí misma. moral, como Graciela Hierro lo rial Grijalbo, México, pp. 55-104.
La metodología que se pre- hace en referencia a Agnes 13.Marcela Lagarde (2001): Los cautive-
rios de las mujeres: madresposas, mon-
fiere para analizar las situa- Heller, ayuda a separar el aspec- jas, putas, presas y locas, UNAM, Méxi-
ciones morales es el perspec- to “interpretativo” que pregun- co, p.215
tivismo, acota también, G. ta por los contenidos de la mo- 14.Claudia Bonan (2003): “Sexualidad, re-
producción y reflexividad”, en Kathya
Hierro: ral, el aspecto “normativo” que Araujo / Carolina Ibarra: Sexualidades
se preocupa por el deber y el y Sociedades Contemporáneas, UAHC,
Santiago.
Esta interpretación de las aspecto “pedagógico-terapéuti- 15.María Emma Mannarelli (1999) Lim-
circunstancias morales co” donde se inscribe la ética pias y modernas: Género, higiene y cul-
tura en la Lima de los novecientos,
propone analizar una si- del placer. Porque, finalmente, Cap.II.
tuación moral desde dis- persiste la inquietud de la maes- 16.Claudia Bonan, ob. cit., p.21.
17.Idem, p.33.
tintas perspectivas cultu- tra rural de Cajamarca: “¿Me 18.Michel Foucault (1984) “Una ética del
rales, para reunir diversas podrían enseñar que es eso de cuidado de sí” en Estética, ética y herme-
néutica, Paidós, Barcelona, pp. 393-415.
maneras de enjuiciarla; es sentir placer?”. 19.Graciela Hierro (2001) La ética del pla-
decir, se trata de encontrar Notas:
cer, UNAM, México, p.27.
20.Ibid., pp. 46-48.
el análisis de esa situación 1. En este artículo, he buscado seguir la
desde otro clima cultural, metodología que usamos en el trabajo de
trans-formación de Con-spirando: par-
que permita superar visio- tir de las experiencias contextualizadas

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