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Aquellos que manejan más mitos que realidades, ya sea que hablen en nombre de la
derecha o de la “izquierda”, mostrarán una tendencia a rebajar el papel de las grandes
masas, y en especial del proletariado, en la significación del peronismo. De esta manera
siguen distorsionando la verdad histórica, separando al movimiento real de la figura que
lo personifica. Sin el 17 de Octubre de 1945 es imposible comprender a Perón, tanto
como al movimiento que él representó. Aquella gigantesca movilización obrera y
popular que abrazó a todo el país haciendo crujir el cimiento de la vieja y pútrida
Argentina oligárquica, señalaba de manera inconfundible que de allí en más el
proletariado se convertía en eje fundamental del Movimiento Nacional.
De allí en más transcurrieron los años de la década peronista, signada por el imperio de
una frondosa legislación social que beneficiaba a millones de trabajadores, por el
impulso y la protección de la industria nacional y por la recuperación de nuestra
soberanía ultrajada por los gobiernos de la década infame. Los altos salarios, la plena
ocupación, el alto poder adquisitivo en los sectores populares, el orgullo nacional
nuevamente reconquistado, tornaron impensable la vuelta al negro período que parecía
ya una pesadilla irrepetible.
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El presente trabajo, escrito poco después de la muerte de Perón fuen hecho con la colaboración de
Osvaldo Calelo.
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Por qué se produjo la derrota del 55
Las causas de este profundo retroceso no radican solamente en el sólido poderío que
las viejas clases dominantes fueron capaces de desplegar en las vísperas de la
contrarrevolución del 55. Más importante aún que esta presión del viejo bloque
oligárquico y de los partidos de la pequeña burguesía liberal, resultó en definitiva la
negativa del propio peronismo a profundizar la revolución nacionalista democrática,
movilizando a las grandes masas obreras y populares contra la sedición, y liquidando
definitivamente el fundamento material de la oligarquía. Por el contrario, durante los
dos gobiernos de Perón la vieja oligarquía terrateniente, aunque despojada del poder
político, permaneció dueña de sus latifundios, conservando su gigantesco poder
económico, base de cualquier programa contrarrevolucionario. En el 55, y a pesar de no
ser el mejor momento de su gobierno, Perón estaba en condiciones de convocar a las
masas y aplastar bajo el peso de la movilización revolucionaria a los enemigos del
gobierno popular. Sine embargo, este giro, que era posible dado el favorable balance de
fuerzas, no se produce, al negarse el jefe del nacionalismo popular a pasar a un nivel
más profundo de la lucha revolucionaria, atacando los fundamentos sociales del
régimen semicolonial. Intacta la gran propiedad agraria de la pampa húmeda, la derrota
del 55, no importa cuán grandes fueran las conquistas y avances de la década peronista,
era absolutamente inevitable.
El impulso ascendente provocado por la marea de 1945 fue canalizado por la acción de
gobierno que contaba con los recursos necesarios como para realizar una transformación
que no comprometía en sus fundamentos a la propiedad oligárquica.
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los que no llegaron a advertir que la única garantía del proceso iniciado a partir de la
alianza de la oficialidad patriota con el pueblo, consistía en la profundización del mismo
mediante la abolición de la oligarquía. Este aspecto es estratégico en la Revolución
Nacional, pues significa poner en manos del país la fuente más importante de
capitalización (las divisas provenientes del comercio exterior) en la perspectiva de un
proceso acelerado y diversificado del crecimiento económico y desarrollo de las fuerzas
productivas.
Alfredo Palacios, por ejemplo, fue recompensado a la caída de Perón con la embajada
uruguaya, y su correligionario José Luis Romero con el rectorado de la universidad.
El conjunto de factores que señalamos impidió que Perón pusiera en práctica su justa
consigna proclamada días antes de su caída: “a la violencia de la oligarquía opondremos
la violencia del pueblo”. La clase obrera se vio desbordada por los acontecimientos,
paralizada por la inercia del gobierno popular que cayó ni bien una junta de generales
decidió que el poder debía ser transferido a las fuerzas armadas.
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La restauración oligárquica