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Facultad de Teología
EL PECADO
Enemigo número uno de nuestra
santificación
Introducción
En el desarrollo normal de la vida cristiana nos encontramos con un aspecto negativo.
Ya que nuestro fin último es la santidad y hacia ella debemos tender con todos nuestros
actos y determinaciones, tendremos, a su vez, que luchar contra todo aquello que nos aparta
de este noble y único fin verdadero. Por esta lucha que entablamos y por lo dolorosa que
resulta, es llamada el“aspecto negativo de la vida cristiana”, tal como lo presenta Antonio
Royo Marín1.
Tradicionalmente a la lucha contra el pecado se la divide en tres:
1- lucha contra el mundo;
2- lucha contra el demonio; y
3- lucha contra la carne.
En el presente trabajo no entraremos en estos detalles, sino que nos limitaremos a
reflexionar sobre la lucha contra el pecado en general. Para este propósito seguiremos al
mismo Royo Marín y el libro Síntesis de espiritualidad católica de José Rivera y José
María Iraburu2.
1
Royo Marín, A. Teología de la perfección cristiana. Madrid: BAC, 2001 (9na edición). En adelante:
Teología.
2
Rivera, J e Iraburu, J.M. Síntesis de espiritualidad católica. Pamplona: Fundación Gratis Date, 2003 (6ta
edición). En adelante: Síntesis.
3
Síntesis, p. 173.
4
Síntesis, p. 173.
3
Pero aquí es necesario hacer una aclaración. El pecado no ofende propiamente a Dios,
ya que es inmutable, sino que lo ofende en este sentido:
“/on enim Deus a nobis offenditur nisi ex eo quod contra nostrum bonum
agimus...”8
“Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahvé Dios que se paseaba por el
jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de
Yahvé Dios por entre los árboles del jardín. Yahvé Dios llamó al hombre y le
dijo: ¿Dónde estás? Este contestó: Te he oído rondar por el jardín y he tenido
miedo, porque estoy desnudo; por eso me he escondido.”9
Hará falta, por lo tanto, para lograr el fin para el que el hombre fue creado, alejarse
del pecado, convertirse de nuevo al Señor. Hecho que se hará presente en el Nuevo
Testamento, pero que ya en el Antiguo Testamento, bajo la figura del esposo-esposa, está
anunciado:
“Voy a volver a mi primer marido, que entonces me iba mejor que ahora.”10
5
Síntesis, p. 174.
6
Ps. 50,6.
7
Síntesis, p. 173.
8
SCG III, 122. “En efecto, no recibe Dios ofensa de nosotros, sino por obrar nosotros contra nuestro bien.”
La traducción es de la BAC. Cfr. Síntesis, p. 173.
9
Gn. 3,8-10.
10
Os. 2,9.
4
Es que el hombre no fue creado para el pecado, para vivir lejos de Dios, sino que fue
creado para Él.
Cristo hace nuevas todas las cosas, también, en cierto sentido, hará nuevo el Antiguo
Testamento, ya que se entenderá plenamente desde Él.
Por esto cantamos exultantes de gozo en la noche de la vigilia Pascual:
Porque nosotros fuimos creados para ser santos y el pecado nos aleja de este fin,
puesto que nos separa de Dios. El pecado nos hace ponernos en el lugar de Dios y no en el
lugar que tenemos: hijos suyos. Cuando pecamos le estamos diciendo a Dios que ya no
queremos ser sus hijos. Y esto ocurre con cualquier clase de pecado, sea mortal o venial.
Ya que cuando se peca estamos rechazando algún don de Dios y de esta forma lo
rechazamos a Él mismo. Antonio Royo Marín dice que el pecado es:
11
Síntesis, p. 174.
12
Pregón Pascual.
13
Teología, p. 281.
14
Teología, p. 281.
5
“Pues ya demostramos que tanto judíos como griegos están todos bajo el
pecado...”15
Judíos y griegos, o sea, toda la humanidad, según la concepción semita del Nuevo
Testamento.
El alcance del pecado es universal. Se extiende a lo largo y a lo ancho de toda la tierra
y alcanza a los hombres de todas las generaciones.
Pero, nuevamente, la última palabra sobre el pecado es positiva y esperanzadora:
“En gran peligro están –en efecto– de eterna condenación si la muerte les
sorprende en ese estado, su suerte será espantosa para toda la eternidad.”17
Las 3 condiciones para que un pecado sea mortal son: materia grave, plena
advertencia (conocimiento suficiente de la malicia del acto) y perfecto consentimiento de la
voluntad.
Cuando un hombre peca mortalmente, está rechazando un don de Dios necesario para
la vida sobrenatural. Por esto este pecado mata al hombre y lo separa totalmente de Dios,
desvía gravemente al hombre de su fin y lo orienta hacia los bienes creados.
El autor de la Teología de la perfección18, al llegar a este punto, dice que no todos los
que pecan mortalmente contraen ante Dios la misma responsabilidad, pero igualmente son
todos pecados mortales. Señala 4 categorías de pecadores, de menor a mayor:
15
Rm. 3,10
16
Rm. 5,20-21.
17
Teología, p. 282.
6
1- Los pecados de ignorancia: son los que realizan aquellos que recibieron una educación
antirreligiosa o indiferente, junto con una inteligencia corta y un ambiente hostil o
alejado de toda influencia religiosa. Suelen tener algún conocimiento de la malicia del
pecado.
2- Los pecados de fragilidad: estas personas son las que pecan porque son débiles y no
tienen fuerza de voluntad. Están fuertemente inclinados a los placeres sensuales, son
irreflexivos y atolondrados. Todo esto no los excusa del pecado. Son más culpables que
los anteriores, ya que pecan con mayor conocimiento de causa. Pero son más débiles
que malos.
3- Los pecados de frivolidad e indiferencia: son los que pecan sabiendo que pecan, porque
no quieren renunciar a sus placeres. Pecan con frialdad, con indiferencia, sin
remordimiento de conciencia.
4- Los pecados de obstinación y de malicia: pecan por refinada malicia y satánica
obstinación. Su pecado habitual es la blasfemia, pronunciada por odio contra Dios. Son
los que atacan a la religión, combaten a la Iglesia y odian a los buenos.
Cerremos esta breve presentación del pecado mortal con las siguientes palabras de
Santa Teresa de Jesús:
“/o hay tinieblas más tenebrosas, ni cosa tan obscura y negra que no lo esté
mucho más (está hablando del alma en pecado mortal)... /inguna cosa le
aprovecha, y de aquí viene que todas las buenas obras que hiciere, estando así
en pecado mortal, son de ningún fruto para alcanzar gloria...”19
Y lo dice la santa a quien el Señor le permitió conocer cómo queda un alma cuando
peca mortalmente.
18
Cfr. Teología, pp. 282-284.
19
Moradas primeras II, I.2.4 y 5. en Teología, p. 285.
20
Cfr. Teología, p. 287.
7
Sin embargo, no solo el venial conduce al mortal, sino que en sí mismo, por ser
pecado, es una ofensa a Dios:
“Con todo, el pecado venial constituye de suyo una verdadera ofensa contra
Dios, una desobediencia voluntaria a sus leyes santísimas y una grandísima
ingratitud a sus inmensos beneficios.”22
El pecado venial hay que aborrecerlo a toda costa. Dejemos que santa Teresa lo diga
mejor que nadie:
“Pecado muy de advertencia, por chico que sea, Dios nos libre de él. ¡Cuánto
más que no hay poco, siendo contra una tan gran Majestad y viendo que nos
está mirando! Que esto me parece a mí es pecado sobrepensado y como quien
dice: Señor aunque os pese, haré esto; ya veo que lo veis y sé que no lo queréis
y lo entiendo; mas quiero más seguir mi antojo y apetito que no vuestra
voluntad. Y que en cosa de esta suerte hay poco, a mí no me lo parece por leve
que sea la culpa, sino mucho y muy mucho.”23
21
Teología, p. 287.
22
Teología, p. 288.
23
Camino de perfección 41, 3 en Teología, p. 288. Cfr. Síntesis, p. 178.
24
Cfr. Teología, pp. 290-292.
8
penas que se tendrán que sufrir en el purgatorio por estas “pequeñas faltas”,
exceden a las mayores que se pueden sufrir en este mundo25.
2- En el cielo: el alma tendrá en el cielo una gloria menor de la que hubiera podido
alcanzar, por lo que glorificará menos a Dios durante toda la eternidad. El grado
de gloria propio y de glorificación divina está en relación directa con el grado de
gracia conseguido en esta vida.
Antonio Royo Marín, luego de un largo análisis, dice que la imperfección está en la
línea del bien, mientras que el pecado venial, del mal; y concluye:
25
Cfr. Suppl. a la Suma, cuestión del purgatorio a. 3.
26
Cfr. Teología, p. 292.
27
Síntesis, p. 178.
28
Zomparelli, B. En AAVV Peccato e santità, Roma, Teresianum. 1979, en Síntesis, p. 178.
29
Teología, pp. 292-293.
30
Cfr. Teología, pp. 210-212. En donde desarrolla más ampliamente la distinción. Esta idea es solamente la
conclusión a la que llega.
31
Cfr. S Theo. II-II, 24, 6. Teología, p. 294 y pp. 420-424.
9
imperfección es un acto remiso o sea es la negación voluntaria de un acto más intenso. Por
esto hay que evitarla y combatirla a toda costa, además de que ella va acompañada de
pecados veniales.
Royo Marín ve en este punto la falta de santidad en los hombres32
“Al que ama a Dios, todas las cosas le colaboran para el Bien. El pecado hace
que las cosas colaboren para el mal, para mi condenación, no para mi
salvación. Porque el pecado no deja que yo pueda hacerme conforme a la
imagen del Hijo y si no soy conforme a la imagen del Hijo no me salvo, porque
el Padre me reconoce en el Hijo, sin el Hijo no me reconoce...”34
“Para valorar el pecado hay que mirar el plan de Dios, así me doy cuenta qué
es el pecado; descubro lo que estoy rechazando con el pecado, lo que estoy
interfiriendo, lo que estoy obstaculizando. Dicho de otro modo ¡qué maravilla
de cosas puede hacer Dios en un alma que le dice que sí, en un alma que sale
del pecado y se deja arrastrar por este influjo interior de la vida divina, de la
vida de la gracia! Miremos a los santos.”35
32
Cfr. Teología, pp. 295-296.
33
Domingo Savio nace el 02/04/1842 y muere antes de cumplir sus 15 años el 09/03/1857. Canonizado por
Pío XII el 12/06/1956. Fue alumno de San Juan Bosco.
34
Fosbery, A.E., homilía pronunciada el 10 de febrero de 2004 en Estén preparados, Aquinas, Buenos Aires,
2006, p. 410.
35
Fosbery, idem. p. 413.
10
Bibliografía consultada
Índice
Introducción_____________________________________________________________ 2
Índice _________________________________________________________________ 11