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Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino

Facultad de Teología

EL PECADO
Enemigo número uno de nuestra
santificación

Cátedra: Teología Moral II: Pecado y Gracia.

Profesores: Pbro Dr. Luis A. Anaya y Fr. Dr. Domingo Basso.

Alumno: Pbro. Juan Lisandro Scarabino.

Fecha: 06 de junio de 2006, A.D.


2

Introducción
En el desarrollo normal de la vida cristiana nos encontramos con un aspecto negativo.
Ya que nuestro fin último es la santidad y hacia ella debemos tender con todos nuestros
actos y determinaciones, tendremos, a su vez, que luchar contra todo aquello que nos aparta
de este noble y único fin verdadero. Por esta lucha que entablamos y por lo dolorosa que
resulta, es llamada el“aspecto negativo de la vida cristiana”, tal como lo presenta Antonio
Royo Marín1.
Tradicionalmente a la lucha contra el pecado se la divide en tres:
1- lucha contra el mundo;
2- lucha contra el demonio; y
3- lucha contra la carne.
En el presente trabajo no entraremos en estos detalles, sino que nos limitaremos a
reflexionar sobre la lucha contra el pecado en general. Para este propósito seguiremos al
mismo Royo Marín y el libro Síntesis de espiritualidad católica de José Rivera y José
María Iraburu2.

1. El pecado en las Sagradas Escrituras

1.1 El pecado en el Antiguo Testamento


El Antiguo Testamento nos presenta el pecado luego de mostrarnos la Gracia de Dios.
Dirán al respecto Rivera e Iraburu:

“Es la luz de la revelación bíblica la que suscita en Israel un conocimiento


profundo al mismo tiempo de la santidad y del pecado del hombre.”3

Y esto es muy iluminador y a su vez esperanzador. La primer palabra de Dios es de


Gracia, de salvación. Es lo propio de Él. En cambio, el hombre, al no aceptar que es
simplemente hombre y querer ser como Dios, realizó una obra propia y exclusiva de él: el
pecado.
Aquí se ve claramente que el pecado es una desobediencia al mandato de Dios y que
es una orgullosa voluntad de no querer depender del Creador. Es un decirle que no a Dios.
El que le dice que no, necesariamente no puede estar en la presencia de Dios, por esto es
arrojado del Paraíso.
Iluminan nuestros autores:

“Arrojados del paraíso, ya no tienen acceso al árbol de la vida, se ven en la


aflicción y el trabajo penoso, y conocen el tenebroso rostro de la muerte. Eso
es el pecado.”4

1
Royo Marín, A. Teología de la perfección cristiana. Madrid: BAC, 2001 (9na edición). En adelante:
Teología.
2
Rivera, J e Iraburu, J.M. Síntesis de espiritualidad católica. Pamplona: Fundación Gratis Date, 2003 (6ta
edición). En adelante: Síntesis.
3
Síntesis, p. 173.
4
Síntesis, p. 173.
3

Y esta rebeldía inicial de nuestros primeros padres se ve reflejada en toda la historia


de Israel.
Encontramos esta conclusión en la Síntesis de espiritualidad:

“La historia de Israel, siempre considerada, en relación de Yavé, es una


sucesión de infidelidades, ingratitudes, ofensas a Dios...”5

Es muy importante percibir que nunca el pecado es presentado en el Antiguo


Testamento como si sólo fuera el quebrantamiento moral de normas. Es mucho más que eso
es una ofensa contra Dios:

“...contra Ti, contra Ti solo pequé,


lo malo a tus ojos cometí.”6

Pero aquí es necesario hacer una aclaración. El pecado no ofende propiamente a Dios,
ya que es inmutable, sino que lo ofende en este sentido:

“...ofende a Dios porque daña al hombre.”7

O en palabras del Doctor Angélico:

“/on enim Deus a nobis offenditur nisi ex eo quod contra nostrum bonum
agimus...”8

La gracia es estar junto a Dios, es habitar en mismo Paraíso, es no temerle. En


cambio, el pecado, es ofender a Dios y ofenderle trae miedo, trae como consecuencia
esconderse de Dios, no verlo, no querer oírlo, no querer estar con él:

“Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahvé Dios que se paseaba por el
jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de
Yahvé Dios por entre los árboles del jardín. Yahvé Dios llamó al hombre y le
dijo: ¿Dónde estás? Este contestó: Te he oído rondar por el jardín y he tenido
miedo, porque estoy desnudo; por eso me he escondido.”9

Hará falta, por lo tanto, para lograr el fin para el que el hombre fue creado, alejarse
del pecado, convertirse de nuevo al Señor. Hecho que se hará presente en el Nuevo
Testamento, pero que ya en el Antiguo Testamento, bajo la figura del esposo-esposa, está
anunciado:

“Voy a volver a mi primer marido, que entonces me iba mejor que ahora.”10

5
Síntesis, p. 174.
6
Ps. 50,6.
7
Síntesis, p. 173.
8
SCG III, 122. “En efecto, no recibe Dios ofensa de nosotros, sino por obrar nosotros contra nuestro bien.”
La traducción es de la BAC. Cfr. Síntesis, p. 173.
9
Gn. 3,8-10.
10
Os. 2,9.
4

Es que el hombre no fue creado para el pecado, para vivir lejos de Dios, sino que fue
creado para Él.

1.2. El pecado en el Nuevo Testamento


En el Nuevo Testamento se hace presente el Salvador anunciado para quitar el pecado
del mundo y devolverle al hombre la gracia, a la que había sido llamado originalmente. De
esta forma se puede entender un poco más el misterio del pecado:

“Dios permitió el pecado de Adán y su descendencia porque había decidido


salvar a los hombres por Cristo. Si el Señor permitió que en torno a Adán se
formara una tenebrosa solidaridad en el pecado, fue porque había decidido
que en torno a Cristo, segundo Adán, surgiera una luminosa solidaridad en la
gracia.”11

Cristo hace nuevas todas las cosas, también, en cierto sentido, hará nuevo el Antiguo
Testamento, ya que se entenderá plenamente desde Él.
Por esto cantamos exultantes de gozo en la noche de la vigilia Pascual:

“/ecesario fue el pecado de Adán,


que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!"12

Si ya en el Antiguo Testamento veíamos la misericordia de Dios y la miseria del


hombre, en el Nuevo Testamento vemos esto en su plenitud: es tal misericordia de Dios,
que no duda en entregarse Él mismo, en su segunda persona, para rescatarnos del pecado y
de la muerte y hacernos entrar en la mansión de su gloria. Y, a su vez, es tal la miseria del
hombre, que se hace patente de la forma más atroz en la misma persona del Hijo, Dios
encarnado.

2. Naturaleza y universalidad del pecado


Dice el dominico Royo Marín:

“El pecado es el enemigo número uno de nuestra santificación...”13

Porque nosotros fuimos creados para ser santos y el pecado nos aleja de este fin,
puesto que nos separa de Dios. El pecado nos hace ponernos en el lugar de Dios y no en el
lugar que tenemos: hijos suyos. Cuando pecamos le estamos diciendo a Dios que ya no
queremos ser sus hijos. Y esto ocurre con cualquier clase de pecado, sea mortal o venial.
Ya que cuando se peca estamos rechazando algún don de Dios y de esta forma lo
rechazamos a Él mismo. Antonio Royo Marín dice que el pecado es:

“...una trasgresión voluntaria de la ley de Dios.”14

11
Síntesis, p. 174.
12
Pregón Pascual.
13
Teología, p. 281.
14
Teología, p. 281.
5

Para que la acción sea considerada pecado, se requieren 3 elementos:


• que la materia sea prohibida;
• advertencia por parte del entendimiento;
• consentimiento por parte de la voluntad.
Ya que conocemos algo de la naturaleza del pecado cabe preguntarse a quien le
alcanza. Dejemos responder al Apóstol:

“Pues ya demostramos que tanto judíos como griegos están todos bajo el
pecado...”15

Judíos y griegos, o sea, toda la humanidad, según la concepción semita del Nuevo
Testamento.
El alcance del pecado es universal. Se extiende a lo largo y a lo ancho de toda la tierra
y alcanza a los hombres de todas las generaciones.
Pero, nuevamente, la última palabra sobre el pecado es positiva y esperanzadora:

“...donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia; así, lo mismo que el


pecado reinó por la muerte, así también reinará la gracia en virtud de la
justicia para vida eterna por Jesucristo nuestro Señor.”16

3. División del pecado


Ya vimos que el pecado es aquello que va en contra del designio de Dios y que nos
separa de Él. Pero no todo pecado tiene el mismo resultado. Por esto el pecado se divide en:
mortal y venial. También existen las llamadas imperfecciones. Ahora pasaremos a analizar
cada una de estas divisiones.

3.1 El pecado mortal


El pecado mortal lleva a la muerte y los que lo cometen, muriendo en tal estado, no
poseerán el Reino de Dios. Así lo dice Royo Marín:

“En gran peligro están –en efecto– de eterna condenación si la muerte les
sorprende en ese estado, su suerte será espantosa para toda la eternidad.”17

Las 3 condiciones para que un pecado sea mortal son: materia grave, plena
advertencia (conocimiento suficiente de la malicia del acto) y perfecto consentimiento de la
voluntad.
Cuando un hombre peca mortalmente, está rechazando un don de Dios necesario para
la vida sobrenatural. Por esto este pecado mata al hombre y lo separa totalmente de Dios,
desvía gravemente al hombre de su fin y lo orienta hacia los bienes creados.
El autor de la Teología de la perfección18, al llegar a este punto, dice que no todos los
que pecan mortalmente contraen ante Dios la misma responsabilidad, pero igualmente son
todos pecados mortales. Señala 4 categorías de pecadores, de menor a mayor:
15
Rm. 3,10
16
Rm. 5,20-21.
17
Teología, p. 282.
6

1- Los pecados de ignorancia: son los que realizan aquellos que recibieron una educación
antirreligiosa o indiferente, junto con una inteligencia corta y un ambiente hostil o
alejado de toda influencia religiosa. Suelen tener algún conocimiento de la malicia del
pecado.
2- Los pecados de fragilidad: estas personas son las que pecan porque son débiles y no
tienen fuerza de voluntad. Están fuertemente inclinados a los placeres sensuales, son
irreflexivos y atolondrados. Todo esto no los excusa del pecado. Son más culpables que
los anteriores, ya que pecan con mayor conocimiento de causa. Pero son más débiles
que malos.
3- Los pecados de frivolidad e indiferencia: son los que pecan sabiendo que pecan, porque
no quieren renunciar a sus placeres. Pecan con frialdad, con indiferencia, sin
remordimiento de conciencia.
4- Los pecados de obstinación y de malicia: pecan por refinada malicia y satánica
obstinación. Su pecado habitual es la blasfemia, pronunciada por odio contra Dios. Son
los que atacan a la religión, combaten a la Iglesia y odian a los buenos.
Cerremos esta breve presentación del pecado mortal con las siguientes palabras de
Santa Teresa de Jesús:

“/o hay tinieblas más tenebrosas, ni cosa tan obscura y negra que no lo esté
mucho más (está hablando del alma en pecado mortal)... /inguna cosa le
aprovecha, y de aquí viene que todas las buenas obras que hiciere, estando así
en pecado mortal, son de ningún fruto para alcanzar gloria...”19

Y lo dice la santa a quien el Señor le permitió conocer cómo queda un alma cuando
peca mortalmente.

3.2 El pecado venial


El pecado venial es el pecado que, si bien ofende a Dios, no separa de Él. Quien peca
venialmente rechaza un don de Dios, conveniente (no necesario, en tal caso sería pecado
mortal), para la salvación. No produce la muerte sino enfermedad y debilitamiento. Un
pecado es venial si la materia es leve o cuando no hay plena advertencia o plena
deliberación.
Royo Marín dice que intentar saber cuál es la naturaleza de estos pecados es una de
las cuestiones más difíciles que se puede plantear en la teología moral20. El mismo no da
una definición, sino que utiliza una comparación: el pecador que peca mortalmente es como
un viajero que camina en sentido contrario a su destino; en cambio, el que peca venialmente
se limita a hacer un rodeo o desviación del recto camino, pero sin perder de vista su fin.

Distinción de los pecados veniales


1- Por su propio género: por su naturaleza envuelve un leve desorden o desviación (por
ejemplo, una pequeña mentira).
2- Por su parvedad de materia: de suyo están prohibidos, pero por la pequeñez de la
materia envuelve un ligero desorden (por ejemplo, robar$1).

18
Cfr. Teología, pp. 282-284.
19
Moradas primeras II, I.2.4 y 5. en Teología, p. 285.
20
Cfr. Teología, p. 287.
7

3- Por la imperfección del acto: cuando falta la plena advertencia o el pleno


consentimiento en la materia grave (por ejemplo, pensamientos obscenos
semiadvertidos o semideliberados).
La diferencia entre el pecado mortal y el venial es abismal. Dice el dominico Royo
Marín:

“Mil pecados veniales no equivaldrían jamás a un solo pecado mortal.”21

Sin embargo, no solo el venial conduce al mortal, sino que en sí mismo, por ser
pecado, es una ofensa a Dios:

“Con todo, el pecado venial constituye de suyo una verdadera ofensa contra
Dios, una desobediencia voluntaria a sus leyes santísimas y una grandísima
ingratitud a sus inmensos beneficios.”22

El pecado venial hay que aborrecerlo a toda costa. Dejemos que santa Teresa lo diga
mejor que nadie:

“Pecado muy de advertencia, por chico que sea, Dios nos libre de él. ¡Cuánto
más que no hay poco, siendo contra una tan gran Majestad y viendo que nos
está mirando! Que esto me parece a mí es pecado sobrepensado y como quien
dice: Señor aunque os pese, haré esto; ya veo que lo veis y sé que no lo queréis
y lo entiendo; mas quiero más seguir mi antojo y apetito que no vuestra
voluntad. Y que en cosa de esta suerte hay poco, a mí no me lo parece por leve
que sea la culpa, sino mucho y muy mucho.”23

El que peca venialmente, peca por dos causas:


1- Por fragilidad: esto es debido a la propia naturaleza. Nunca de podrá evitar
completamente, que sí se puede y se debe reducir su número.
2- Por frialdad: el hombre que los comete sabe y se da cuenta que desagradan a Dios.

Efectos del pecado venial24


• En esta vida:
1- Nos priva de muchas gracias actuales.
2- Disminuye el fervor de la caridad.
3- Aumenta las dificultades para el ejercicio de la virtud.
4- Predispone para el pecado mortal.
• En la otra vida:
1- En el purgatorio: todo pecado, además de la culpa, lleva un reato de pena que hay
que satisfacer en esta vida o en la otra. Y esta es la razón de ser de las penas del
purgatorio: “Todo de paga”, decía Napoleón en su destierro en Santa Elena. Las

21
Teología, p. 287.
22
Teología, p. 288.
23
Camino de perfección 41, 3 en Teología, p. 288. Cfr. Síntesis, p. 178.
24
Cfr. Teología, pp. 290-292.
8

penas que se tendrán que sufrir en el purgatorio por estas “pequeñas faltas”,
exceden a las mayores que se pueden sufrir en este mundo25.
2- En el cielo: el alma tendrá en el cielo una gloria menor de la que hubiera podido
alcanzar, por lo que glorificará menos a Dios durante toda la eternidad. El grado
de gloria propio y de glorificación divina está en relación directa con el grado de
gracia conseguido en esta vida.

Medios para combatir el pecado venial26


1- Tener un gran horror al pecado venial. Hace falta saber su malicia y
consecuencias.
2- Ser muy fieles al examen de conciencia.
3- Tener espíritu de sacrificio y oración.
4- Recogimiento exterior e interior (según lo permita el estado de vida, vocación y
obligaciones).
5- Recordar el ejemplo de los santos.

3.3 Las imperfecciones


Dice el libro de la Síntesis:

“La imperfección suele definirse como la deliberada omisión de un bien mejor.


Pudiendo hacer un bien mayor se elige un bien menor.”27

Surge, como es obvio, la cuestión si la imperfección es pecado venial o no. Y aquí


nuestros autores difieren. Mientras que Rivera e Iraburu dicen que sí, Royo Marín niega
esta identificación. Los primeros, luego de dar una muy breve explicación, en donde se
basan en la inexistencia de los actos morales indiferentes, concluyen diciendo que:

“Así pues, la imperfección moral es pecado venial.”28

Antonio Royo Marín, luego de un largo análisis, dice que la imperfección está en la
línea del bien, mientras que el pecado venial, del mal; y concluye:

“Hay un verdadero abismo entre ambas líneas. En teoría, pues, la distinción


entre pecado venial e imperfección nos parece muy clara.”29

Sin embargo, la imperfección, que en sí misma es un bien, en la práctica va


acompañada de pecados veniales. Luego, si bien se diferencia, es necesario evitarla.30
A su vez, y siguiendo la enseñanza del Doctor Angélico31, la caridad y todos los
hábitos infusos, crecen por un acto más intenso que el hábito que actualmente se posee. La

25
Cfr. Suppl. a la Suma, cuestión del purgatorio a. 3.
26
Cfr. Teología, p. 292.
27
Síntesis, p. 178.
28
Zomparelli, B. En AAVV Peccato e santità, Roma, Teresianum. 1979, en Síntesis, p. 178.
29
Teología, pp. 292-293.
30
Cfr. Teología, pp. 210-212. En donde desarrolla más ampliamente la distinción. Esta idea es solamente la
conclusión a la que llega.
31
Cfr. S Theo. II-II, 24, 6. Teología, p. 294 y pp. 420-424.
9

imperfección es un acto remiso o sea es la negación voluntaria de un acto más intenso. Por
esto hay que evitarla y combatirla a toda costa, además de que ella va acompañada de
pecados veniales.
Royo Marín ve en este punto la falta de santidad en los hombres32

Conclusión: Morir antes que pecar


Esta fue la consigna de vida de un santo: Santo Domingo Savio33. Él la expresó y la
vivió durante toda su vida. Esta consigna, de una gran profundidad teológica, significa que
se entiende el pecado como aquello que quebranta el designio eterno de Dios. Por esto es el
enemigo número uno de nuestra santificación. Hay que mirar el pecado, no ya con la
categoría moral de mortal, venial o desde la imperfección, sino desde los ojos de Dios. Hay
que ver el pecado como lo mira Dios, y Él lo ve como un obstáculo a su designio. Por esto
tenemos que aborrecer cualquier clase de pecado. Este es nuestro enemigo mayor, antes es
muy conveniente morir. Dice el P. Fosbery:

“Al que ama a Dios, todas las cosas le colaboran para el Bien. El pecado hace
que las cosas colaboren para el mal, para mi condenación, no para mi
salvación. Porque el pecado no deja que yo pueda hacerme conforme a la
imagen del Hijo y si no soy conforme a la imagen del Hijo no me salvo, porque
el Padre me reconoce en el Hijo, sin el Hijo no me reconoce...”34

Esto es lo terrible y detestable del pecado: me separa de Dios, no me deja avanzar en


el camino de la salvación. Basta tener presentes las consecuencias del pecado venial para
darse cuenta de esto.
Dejemos que el P. Fosbery concluya nuestro trabajo:

“Para valorar el pecado hay que mirar el plan de Dios, así me doy cuenta qué
es el pecado; descubro lo que estoy rechazando con el pecado, lo que estoy
interfiriendo, lo que estoy obstaculizando. Dicho de otro modo ¡qué maravilla
de cosas puede hacer Dios en un alma que le dice que sí, en un alma que sale
del pecado y se deja arrastrar por este influjo interior de la vida divina, de la
vida de la gracia! Miremos a los santos.”35

32
Cfr. Teología, pp. 295-296.
33
Domingo Savio nace el 02/04/1842 y muere antes de cumplir sus 15 años el 09/03/1857. Canonizado por
Pío XII el 12/06/1956. Fue alumno de San Juan Bosco.
34
Fosbery, A.E., homilía pronunciada el 10 de febrero de 2004 en Estén preparados, Aquinas, Buenos Aires,
2006, p. 410.
35
Fosbery, idem. p. 413.
10

Bibliografía consultada

 Biblia de Jerusalén. Bilbao: Desclée de Brouwer, 1998 (3ra edición).


 Royo Marín, A. Teología de la perfección cristiana. Madrid: BAC, 2001 (9na edición).
 Rivera, J e Iraburu, J.M. Síntesis de espiritualidad católica. Pamplona: Fundación
Gratis Date, 2003 (6ta edición).
 Santo Tomás de Aquino, Suma de Teología. Madrid: BAC, 2001 (4ta edición).
 Santo Tomás de Aquino, Suma contra gentiles. Madrid: BAC, 1967 (2da edición).
 Fosbery, A.E. Estén preparados. Buenos Aires: Aquinas, 2006 (1ra edición).
11

Índice

Introducción_____________________________________________________________ 2

1. El pecado en las Sagradas Escrituras _______________________________________ 2


1.1 El pecado en el Antiguo Testamento ___________________________________________ 2
1.2. El pecado en el $uevo Testamento ____________________________________________ 4

2. aturaleza y universalidad del pecado ______________________________________ 4

3. División del pecado _____________________________________________________ 5


3.1 El pecado mortal ___________________________________________________________ 5
3.2 El pecado venial ___________________________________________________________ 6
Distinción de los pecados veniales ______________________________________________________ 6
Efectos del pecado venial _____________________________________________________________ 7
Medios para combatir el pecado venial ___________________________________________________ 8
3.3 Las imperfecciones _________________________________________________________ 8

Conclusión: Morir antes que pecar __________________________________________ 9

Bibliografía consultada ___________________________________________________ 10

Índice _________________________________________________________________ 11

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